Actrices desde los poros. El derrotero festivalero de este segundo opus del realizador brasileño Charly Braun (ver entrevista) ahora lo trae por estos pagos para un estreno comercial y con la esperanza que el público argentino acompañe, más que nada por tratarse de una ficción, con ribetes de documental, que gira en torno a la experiencia de dos actrices jóvenes que buscan perfeccionar sus técnicas de actuación en Rusia para aprender las técnicas de Stanislavski. En ese viaje, que no es iniciático en términos formales pero que incorpora la idea de transformación y metamorfosis entre actuación, personajes, personas, vida real, el cruce con otros actores provenientes de distintas geografías abre un abanico a la comunicación no verbal y también a los problemas de la incomunicación. El pretexto de la obra La gaviota, clásico de la dramaturgia si los hay, es utilizado como recurso metalinguístico para escarbar en la psicología de ambas actrices y en la dualidad que experimentan al componer personajes femeninos con los cuales procuran identificarse, a la vez que despojarse de sus ropajes para encontrar la identidad propia. Los miedos, los celos, las envidias y la batalla de egos se dejan afuera de los ensayos en las tablas para acaparar toda la energía en el afuera, con un entorno distante y a veces hostil que confronta a estas actrices con sus propios fantasmas, vulnerabilidades, deseos y el instinto actoral a flor de piel. Vermelho Russo, coescrito e inspirado en el diario de viaje de Martha Nowill -ganador del premio a mejor guión en el Festival de Río- hace del cine una herramienta para captar emociones y del teatro la mejor manera de reflejar los procesos de actuación y representación de historias que deben hacerse creíbles para ser eficaces, más allá de la subjetividad de quienes las interpretan o escriban, más allá de los ojos que observan y juzgan cada centímetro del movimiento o silencio del alma.
Dos muchachas brasileñas que aspiran a convertirse en exitosas actrices viajan a Rusia para profundizar la técnica Stanislavski. En Moscú comienzan a asistir a un conservatorio, pero entre nevadas, peleas y pasiones ambas terminarán borrando los límites de la escena y de la amistad. El film, coproducido entre Rusia y Brasil, se inspiró en un diario de viaje de la actriz y escritora Martha Nowill y hace pie, en medio de sus dos protagonistas, en mostrar la vida de los actores de la escena a través de la dificultad de la convivencia de dos culturas tan diferentes. El director Charly Braun logró narrar con calidez este entramado que tuvo en la propia Martha Nowill y en María Manoella a dos actrices que dieron emoción a sus personajes.
Actuando en Moscú Una ficción narrada como si se tratara de un documental es la propuesta de Charly Braun en Vermelho Russo (2016), el diario de viaje de dos actrices en busca de nuevas experiencias. Marta y Manú, dos actrices brasileñas, viajan a Moscú para profundizar sobre las técnicas del gran maestro de la actuación Konstantin Stanislavski. La adrenalina que les significa ir a estudiar a un lugar desconocido, con un idioma complicado y un invierno atroz, se apaga a medida que pasan los días y las expectativas previas no se cumplen. La armonía de una amistad de años deja paso a una serie de conflictos que borran los frágiles límites entre la vida y el teatro. Vermelho Russo es un hibrido que juega todo el tiempo con la ficción y la realidad. Tanto en su forma como en lo que cuenta. Estructuralmente está planteada como una ficción pero desde lo formal apela a todos los elementos del documental. Y eso es lo que termina volviendo mucho más interesante la propuesta de lo que podría haber sido. Braun filma la historia (basada en los diarios de la coguionista y actriz Martha Nowill) como si se tratara de un documental cuando en realidad estamos frente a una ficción, pero también documenta situaciones reales que se incorporan a la ficción sin la necesidad de forcejeos, haciendo que el relato fluya de manera libre y desacartonado, aunque por momentos caótico. La combinación de ficción y documental no solo aparece en lo formal sino también dentro de la historia. Ambas actrices corren los límites que separan las realidades en las que están inmersas y son absorbidas por los personajes de la obra que están ensayando. La ficción se come a la realidad generando tensión tanto en la trama ficcional como en lo formal. Vermelho Russo es una road movie, un diario de viaje, una aventura en un mundo desconocido, una ficción y un documental, un drama y una comedia, pero por sobre todo es una película que le escapa a todo y habla con su propia voz.
Charly Braun ahonda en el trabajo de dos actrices, que deciden adoptar un sistema de formación exigente que las cambiará para siempre, para reflexionar sobre la creación y el acto cultural. La propuesta, rupturista, distinta, juega con la línea entre ficción y documental para desandar un camino plagado de personajes coloridos, folklore y mucha actuación.
Las protagonistas Marta y Manuela (Martha Nowill y María Manoella) viajan en avión, al llegar al hotel tienen ciertos problemas con el idioma, al otro día hacen un pequeño recorrido, al igual que muchos turistas ellas visitan la Plaza roja, comienzan a comunicarse con otros viajeros de distintas nacionalidades beben y se divierten, entre ellos hay un documentalista Tatu (Esteban Feune). Está nevando y ellas lo disfrutan concurriendo a su primera clase de teatro, cada uno de los estudiantes hacen su presentación al igual de quien les ayudará a interpretar a sacar todo lo que llevan dentro, de esta manera todos comienzan a trabajar sobre el texto de Chéjov, “Tío Vania”. Marta y Manuela se llevan bien y recorren varios lugares, realizan paseos, van a bares, beben y bailan pero la situación se tensa cuando conocen a Michel, un actor y director quien casualmente también concurre a “Centro Gogol” lugar donde ellas hacen sus prácticas. Mientras transcurren los días también aparecen los egos, los celos, los deseos, las rivalidades y esos ensayos que no siempre salen como las actrices desean. Ellas y el resto irán liberándose de todo lo que los ata y llegarán al final de sus metas. Los espectadores junto a los distintos personajes que aparecen hacen un lindo paseo por Rusia, que se complementa con una estupenda fotografía, ambientaciones y música. Llena de lugares pintorescos.
Charly Braun es un director brasileño que se hiciera conocido con "Alem Da Estrada" (Por el camino) en 2010, sutil road movie donde un personaje local hace un viaje por Uruguay, acompañado por una turista belga que busca a un ex novio. Y traigo este recuerdo porque "Vermelho Rosso" en cierta manera me evocó alguno de estos tópicos: el escenario nuevo, la incomunicación, la fascinación por la aventura de descubrir espacios distintos, las inseguridades naturales al salir de la zona de confort. Digamos que en este nuevo trabajo de Braun, el tema de su obra se profundiza. Y se hace carne de tablas. Esta es la historia de dos actrices brasileñas que van a Rusia a mejorar sus habilidades dramáticas. Quieren profundizar en el método Stanislavski, y eligen Moscú como destino para hacer la experiencia. La trama presenta a las protagonistas enfrentando la complejidad de la geografía, la tarea por hacer, y la convivencia, a la hora de resolver espacios y relaciones personales nuevas. Marta (Nowill) y Manu ( María Manoella) son las féminas que buscan su desarrollo profesional en tierras lejanas. Al principio todo es fascinación, abrigos, visitas a la Plaza Roja y mucho vodka, pero con el correr de la historia, aparecerán otros elementos que añadirán interés al relato, como los celos y egos personales en juego, la percepción frente a las propuestas docentes y la forma de encarar la tarea de perfeccionar el arte. Y a eso habrá que sumarle algo de romance, y evolución. "Vermelho Rosso" ofrece una propuesta honesta y una mirada intensa de cómo enfrentar desafíos en condiciones lejanas a la comodidad. Bucea sobre tópicos que se encuentran muy presentes en la formación teatral y dialoga con la perspectiva de la vinculación entre aspirantes a actrices de primera línea, lo cual nunca deja de ser un tema menor. Si bien a veces coquetea con el registro documental, reconozco que me sentí cómodo en su universo y que la historia me pareció interesante. Un paso adelante para las búsquedas de Braun en los ojos de los extranjeros buscando hacer pie en otros territorios.
Dos actrices perdidas en Moscú Vermelho Russo es la historia de dos actrices brasileras que viajan a Moscú para profundizar sobre las técnicas del maestro Konstantin Stanislavski. La historia está basada en los diarios de la co-guionista y actriz Martha Nowill y muestra el diario de viaje de estas jóvenes en búsqueda de nuevas experiencias. La película de Charly Braun muestra la realidad de muchos artistas que buscan triunfar en el ambiente pero no lo logran. Estas dos actrices comienzan su viaje buscando perfeccionar su técnica pero su entusiasmo se apaga a medida que pasa el tiempo y sus expectativas no se cumplen. La amistad entre ambas se va deteriorando y los conflictos que representaban en el teatro se trasladan a la vida real. Esta road movie (diario de viaje) es una aventura en un país desconocido para estas actrices, con un idioma que no hablan y personas nuevas que van conociendo a medida que se instalan allí. Mezcla drama y comedia de forma tal que hace de Marta y Manuela personajes muy queribles y simpáticas, reímos y lloramos con ellas. Vermehlo Russo no propone nada nuevo, muestra una vez más la lucha de los actores independientes pero en otro ambiente, Rusia. Nos marea con la cantidad de idiomas que incluye (portugués, inglés, ruso, español) y no muestra demasiado la belleza de Moscú. De todas formas, es una película que demuestra cómo viven los artistas de distintas partes del mundo y como se relacionan entre sí.
El teatro, la vida y las emociones Basada en los diarios de viaje de la actriz Martha Nowill, quien participó en el guión del film y también lo protagonizó, interpretándose a sí misma en un cruce entre documental y ficción, Vermelho Russo (2016) es una obra sobre los encuentros culturales y la esencia del teatro en el país de Antón Chéjov a través de las experiencias de dos actrices brasileñas en un curso de actuación. Martha y María, dos amigas unidas por su profesión, viajan desde Brasil a Rusia para realizar un curso de actuación con el riguroso sistema Stanislavski en un conocido teatro escuela de Moscú, otrora un taller de reparación de ferrocarriles. En medio del gélido invierno de la capital rusa las actrices buscan aprender el influyente método del talentoso director en la ciudad que formó a algunos de los mejores intérpretes de la historia mientras ponen a prueba su amistad, se exponen a las experiencias amorosas de la bohemia teatral y se maravillan por el metro de Moscú, un verdadero palacio subterráneo construido durante los años del comunismo. El segundo largometraje del realizador brasileño Charly Braun, responsable del film Por el Camino (2010), reconstruye el viaje de Martha Nowill con la propia actriz a modo de documental apócrifo para indagar en la relación de la mujer con la extrañeza de un país y una cultura que la maravillaron. Protagonizada también por María Manoella, la popular actriz portuguesa Soraia Chaves y Esteban Feune de Colombi (actor, periodista y escritor argentino), Vermelho Russo obtiene actuaciones extraordinarias de un elenco maravilloso que se deja llevar por la vitalidad del teatro en un aprendizaje sobre la entrega al personaje y la obra, la apropiación de las sensaciones, el procesamiento de la memoria afectiva y el descubrimiento del sentido social, político y artístico del texto trabajado, características de la técnica propuesta por el actor y director teatral ruso Konstantín Stanislavski, fundador del Teatro de Arte de Moscú. Con una buena construcción narrativa que se apoya en las expresivas y atribuladas actuaciones y la precisa labor de fotografía de Alexandre Samori, Vermelho Russo crea un relato sobre la confluencia entre el teatro y el cine a través de la actuación, sus similitudes y diferencias y los desafíos que ambos imponen en las técnicas actorales y en la construcción de los personajes, pero sin descuidar, o más haciendo hincapié, en las cicatrices que los personajes dejan en los actores que los interpretan. Braun compone de esta forma una obra sobre la adaptación de dos mujeres latinoamericanas a un entorno verdaderamente extraño, con un idioma radicalmente diferente y complejo, pero con similitudes culturales que les permiten acercarse hacia las contradicciones de la colosal, incomprensible y majestuosa Rusia desde su propia idiosincrasia brasileña. Así ambas actrices realizan su camino en la actuación en intensas clases, redescubren su amistad tensándola hasta sus límites y se abren a sí mismas y los demás gracias a un viaje que cambiará sus vidas.
Viajar enriquece el espíritu, el alma y los conocimientos de las personas. Es una frase conocida y aferrándose a ella, un par de amigas brasileras se toman un avión y llegan a Rusia, para estar durante un mes estudiando en una escuela de actuación teatral. Marta (Martha Nowill) y Manuela (María Manoella) son unas actrices que en su país les cuesta mucho hacer una carrera digna, no pueden afianzarse y trascender, superan los treinta años y decidieron perfeccionarse en su profesión, haciendo un curso en el otro lado del mundo. El realizador Charly Braun narra una ficción, con tramos que se asemejan más a un documental, por la calidad de la imagen y estilo con el que se maneja. La historia abarca la estadía de las chicas en la fría y nevada Moscú. Cómo asisten todos los días a clases, ensayan una obra y un maestro riguroso pero accesible, las guía, dándoles nuevas herramientas y técnicas para que puedan desarrollarse con éxito en el mundo de la actuación. Pero no sólo es estudio, también salen a conocer la ciudad, viajan en subte, salen de noche y flirtean con hombres. Los días pasan y las rispideces entre ellas aumentan. La convivencia comienza a complicarse, estar todo el día juntas las cansa. Ya no se toleran y trasladan sus problemas al instituto. El director maneja los climas en cada escena con coherencia. Los altibajos anímicos de las chicas se reflejan en cada conversación. La atmósfera se rompe un poco cuando participan otros personajes en la historia, especialmente uno, que es un director joven, que se acerca amorosamente a las amigas, parece que va a modificarles algo su vida, pero luego desaparece, para nunca más volver. Tanto los personajes de Marta y Manuela son creíbles con sus acciones y actitudes. El contrapunto entre ambas es permanente. Ellas se alejaron por un tiempo corto de su país para tomar distancia, no sólo geográfica, sino también de su ámbito familiar, social y laboral, para poder reciclarse y reinventarse, tanto como actrices y, sobre todo, como personas.
Brasil y Rusia son dos naciones que podríamos considerar totalmente opuestas: sus lenguas no provienen de la misma raíz, sus climas son antagónicos y sus habitantes jamás podrían ser confundidos. Sin embargo, es el cine el que en esta cuestión pone a estos dos países en un mismo plano (que sí comparten la característica de ser de los más extensos en superficie del planeta), con la producción en conjunto de Vermelho Russo. Esta película del año 2017 cuenta la historia de Manuela y Marta, dos jóvenes amigas brasileras que se mudan durante un mes a Rusia para estudiar teatro en un curso intensivo junto a otros aspirantes a actores, actrices y directores también de naciones latinoamericanas. No es difícil anticipar la clase de problemas que ambas protagonistas tendrán a lo largo de este mes (y quizás sea uno de los puntos débiles de la película): el contraste de las culturas, las dificultades de la comunicación, la distancia respecto de los seres queridos, y la ajenidad que genera estar en la otra punta del mundo. Sin embargo, ese tipo de problemas más esperables es en lo que menos ahonda la historia en sí, poniendo el foco más en la relación entre ellas hacia el desarrollo del segundo acto. Lo que a priori se ve como un vínculo lleno de complicidad y cariño es en realidad más complejo de lo que parece: a medida que somos testigos de los buenos momentos que estas amigas pasan por el solo hecho de ser jóvenes y estar en otro país, va decantando lentamente sentimientos negativos entre ellas. La sensación de inferioridad de Marta respecto de su compañera es quizás uno de los ejes centrales del conflicto implícito que existe entre ellas, el cual va escalando paulatinamente hasta que explota en una de las mejores escenas de la película, donde ambas protagonistas entablan una discusión de gran realismo. La película recurre por momentos incluso a un metalenguaje: los problemas que los personajes tienen en la vida real son similares o idénticos a los que padecen a quienes encarnan en la obra de teatro que ensayan. A través del reconocido método Stanislavski, el cual aprenden a lo largo de este mes, los actores y actrices del taller van entrando en contacto con sus emociones de una forma que por momentos no se logra distinguir entre lo ficticio y lo real. Se dejan entrever de igual manera las dudas que tanto Marta como Manuela tienen respecto de su profesión. Marta dice que ya no quiere estar en obras donde el número de personas en el escenario es mayor al del público, mientras que Manuela miente sobre el hecho de haber sido elegida para protagonizar una película del aclamado director argentino-brasilero Héctor Babenco. Ambas están en este viaje realmente sin saber si lo que están aprendiendo les resultará útil o si todo es una gran pérdida de tiempo, lo cual en el fondo no pueden admitir porque estarían resignando el sueño de ser actrices que puedan vivir de y para eso. Vermelho Russo es, en muchos puntos, una historia con la que muchos artistas que luchan día a día pueden sentirse identificados. La realidad de la mayoría de los actores y actrices que habitan las tablas y los escenarios del mundo es más cercana a lo que viven Marta y Manuela que a lo que vemos en los noticieros de espectáculos, donde el lujo y el glamour pareciera ser sinónimo del arte de la actuación. Vermelho Russo es una película pequeña, que no tuvo mucha repercusión y con un ritmo que a más de un espectador le resultaría lento, pero en poco más de una hora y media reflexiona en profundidad sobre el sentido de la amistad, sobre la búsqueda de aquello que nos hace felices, y sobre todo, si acaso vale la pena seguir luchando por lo que queremos en una realidad que a veces habla una lengua diferente que la nuestra.