Temple de acero Un remoto lugar en La Havana, Cuba, fue el escenario que eligió el director irlandés Paddy Breathnach para relatar con planos genéricos pero potentes una extraordinaria historia real de la que fue testigo en uno de sus viajes: Jesús (Héctor Medina) es un chico que todos los sábados se convierte en Viva (2015). El joven es peluquero y su vida está signada por la desesperación y las ansias de libertad (tanto emocional como física). Se la rebusca como puede para mantener su humilde hogar y asiste a un club de drag queens donde trabaja principalmente para Mama (Luis Alberto García), una especie de tutor y consejero. Pero el verdadero objetivo de Jesús, a la larga, es convertirse en un artista y deslumbrar al público. Cuando por fin se anima a subir al escenario, aparece sorpresivamente su padre (Luis Perugorría), desaparecido durante años, que se convertirá en el mayor de sus problemas. Como era de esperarse, su progenitor no acepta la voluntad de su hijo de ser un actor travesti, y es aquí donde comienza una relación de tensión y violencia que signará casi toda la película. Por su parte, entre pelucas femeninas, corsets y pestañas postizas, Breathnach va construyendo de a poco el universo de Jesús (con un amplio registro actoral que se disfruta con cada gesto), donde los componentes masculinos van teniendo cada vez menos trascendencia. Los silencios, un ritmo lento pero preciso y una banda sonora compuesta por canciones de Cacho Castaña, Rosita Fornés y Massiel se convierten en exquisitos acompañamientos para el retrato de una infancia desmoronada (como La Havana misma) por el vacío emocional y la pobreza, pero también vitales para el surgimiento de la figura de Viva -representada siempre con los colores rosa y blanco- como elemento esperanzador. Luego de participar en varios festivales internacionales (Sundance, Telluride, Sydney, entre otros) y de haber sido seleccionada para representar a Irlanda en la 88va edición de los Premios Oscar, Viva -que tiene como productor ejecutivo a un personaje más que representativo de la cultura latinoamericana: Benicio del Toro- se presenta desvergonzada, directa y llena de vida a pesar de su cargado relato sobre la desolación. A esta altura ya podemos decir que este retrato del artista travesti cubano es todo un hecho artístico.
El idilio Si Viva (2015) de por sí es una propuesta de lo más singular, ya que en esencia hablamos de una película sobre travestis artistas cubanos filmada por un equipo irlandés, más extraño aún es que llegue al circuito comercial de Argentina, un enclave casi siempre dominado por los tanques hollywoodenses y alguna que otra obra nacional “bendecida” por la televisión. La historia se centra en Jesús (Héctor Medina), un peluquero cuya clientela son las drag queens de un local nocturno de La Habana. Justo cuando por fin se decide a subir al escenario con atuendos femeninos para hacer playback, su padre Ángel (Jorge Perugorría) aparece en su vida, un ex boxeador alcohólico y frustrado que estuvo preso por asesinato. Con su madre muerta y curioso por este hombre al que nunca conoció, Jesús intentará llevarse bien con su padre por más que el susodicho le prohíba de lleno actuar en el boliche. Al sopesar el desempeño previo del director Paddy Breathnach el trasfondo del proyecto continúa en la nebulosa, principalmente porque viene de realizar dos opus de terror apenas pasables, Shrooms (2007) y Red Mist (2008), no obstante si consideramos al guionista de turno, Mark O'Halloran, ahí sí terminamos de comprender a este relato sobre excluidos que recorren las calles de la capital cubana: O'Halloran es un actor y guionista conocido por haber escrito los dos primeros trabajos de Lenny Abrahamson, las muy similares en tono general Adam & Paul (2004) y Garage (2007), antes de que el cineasta se cortase solo y alcanzase la notoriedad con las excelentes Frank (2014) y La Habitación (Room, 2015). Al igual que aquellas, Viva es un retrato de un personaje fuerte pero al mismo tiempo un tanto desamparado, capaz de salir airoso en un entorno duro y también vulnerable por momentos. En esta oportunidad lo que prima es el devenir del melodrama exacerbado, ese que calza perfecto con los motivos clásicos del cine queer y la banda sonora del convite, la cual a su vez cuenta con un cúmulo importante de baladas, boleros y sones cubanos. Cuando Jesús comience a entender los problemas psicológicos de Ángel y -en pos de la necesidad que tiene de validar su figura ausente- lo obedezca en eso de no concurrir más al local regentado por Mamá (Luis Alberto García), un travesti veterano encargado de seleccionar los números musicales que se presentan cada noche, el joven se verá obligado a volver a la que fuera su segunda ocupación luego de la peluquería, la de taxi boy. La película utiliza este contrapunto entre el mundo del arte (el que le genera satisfacción al protagonista) y del trabajo (vinculado a la prostitución) para explorar las diferentes facetas de la marginalidad. Ahora bien, el éxito de la realización de Breathnach reside en las esplendorosas actuaciones de un elenco pequeño aunque con secundarios tan coloridos y eficaces como los personajes principales, lo que suma mucho al humanismo y la perspicacia que transmite el film minuto a minuto. Otro punto a favor de Viva, que compensa por completo la poca originalidad de la premisa de base, es que desde el inicio la obra se nos plantea como un pantallazo muy abarcativo de la vida en La Habana, marcada por una decadencia impetuosa, zigzagueante y extremadamente bella que en todo momento resulta mucho más digna que la que ofrecen las grandes ciudades del capitalismo con sus rascacielos eternos y un lujo obsceno que se la pasa subrayando las injusticias sociales de un sistema cada día más corrupto y patético. Hoy el idilio artístico es una vía de escape del infierno de la explotación sexual y una puerta de entrada a una afirmación identitaria que asimismo posibilita el hecho de hacer las paces con un pasado que en un principio no se comprende y que luego se acepta y supera…
Un chico homosexual cubano se gana la vida como peluquero, sueña con ser un artista transformista de un local nocturno y se reencuentra con su padre, a quien creia muerto. Esta bienvenida producción cubana llevada adelante por el realizador irlandés Paddy Breathnach focaliza en la búsqueda de la identidad sexual y en las segundas oportunidades en una sociedad machista. Viva! cuenta la historia de Jesús -Héctor Medina-, un homosexual cubano de 18 años que se gana la vida peinando a señoras y como peluquero de artistas de un night club, mientras sueña con transformarse en una figura del local nocturno. Sin embargo, las cosas cambian cuando aparece su padre -Jorge Perugorría, el actor de la recordada Fresa y chocolate-, un ex presidiario a quien creía muerto y se instala en su casa. La película pinta una Cuba nostálgica en la que falta el trabajo, y donde cada uno hace lo que puede para sobrevivir. Jesús no es ajeno a esa realidad, y cuando el dinero no alcanza, se prostituye en una plaza del centro de La Habana. El film pasa de la visión machista que impone el padre luego de presenciar un show de Jesús vestido de mujer hasta una relación que se irá construyendo lentamente, en la que se intenta recuperar el tiempo perdido. Ambos están secundados por una rica galería de personajes marginales que sufren mientras se adueña de la pantalla: Mama, la cantante estrella del bar, las compañeras del lugar que habita y el amigo de la plaza que hace lo imposible para capturar la "atención" de los turistas. Después de una audición y actuaciones fallidas, Jesús ensaya, sueña y prueba mientras entona "Cuando tu te hayas ido..." en medio de una Habana lluviosa y nostálgica. La película expone las miserias de sus personajes, a veces sin profundizar demasiado, corriendo la atención a los números musicales, el playback y el ambiente decadente, y con un elenco que cumple con las expectativas del relato.
El realizador de El crimen desorganizado viajó a Cuba para narrar esta valiosa película de iniciación y maduración centrada en una conflictiva relación padre-hijo. El director irlandés Paddy Breathnach.se ha definido más de una vez como un fan acérrimo de Cuba. Fue justamente en uno de esos viajes a la isla que descubrió un show de travestis en un club nocturno que lo emocionó hasta las lágrimas. Años después, aquellas observaciones y sensaciones servirían de materia prima para este largometraje centrado en los avatares de un joven de 18 años en plena búsqueda de su identidad. Jesús es un peluquero homosexual que se gana la vida arreglando pelucas en un club de drag-queens en La Habana, entre otras changas. Una noche pide que lo dejen actuar y, para sorpresa de todos, lo hace muy bien, con pasión, talento y sentido artístico. Su vida cambia drásticamente cuando regresa su padre, un famoso ex boxeador que acaba de salir de la cárcel y al que, claro, no lo pone muy contento que su hijo se suba a un escenario vestido de mujer. Seleccionada para representar a Irlanda en los Oscar del año pasado, Viva mostrará la progresiva reconstrucción del vínculo entre ambos en medio de una ciudad que, lejos de la postal turística, ofrece una carnadura barrial y mundana. Hay, también, largos silencios y miradas entrecruzadas y cargadas de acusaciones que Breathnach muestra con una mezcla justa entre sutileza y ternura. Viva, es cierto, cae en algunos lugares comunes del cine estilo Sundance y por momentos se vuelve condescendiente con el espectador, pero la vitalidad y la energía convierten a este relato madurativo, de reencuentros y vueltas de página, en una más que digna aproximación al siempre complejo vínculo entre padre e hijo.
El cine cubano avanza sobre prejuicios con un film contundente sobre la búsqueda de identidad. Lazos familiares que se renuevan, relaciones que se quiebran y la esperanza de un joven por poder encontrar su camino. Jesús debe no sólo asumir su identidad sexual en una sociedad que lo estigmatiza, sino que deberá recomponer una relación perdida hace años y que sorpresivamente vuelve a su vida para confirmarle que es quien desea ser.
Es una película conmovedora. El director irlandés Paddy Breathnach conoció en Cuba un espectáculo de drag Queens y observo a una mujer emocionada hasta las lagrimas, que le contó “sobre el escenario esta mi hermano es el único momento de su vida donde se siente bien, sobre el escenario”. Ese fue el puntapié inicial del proyecto, con guión de Mark O`Halloran, el aprendizaje de español de parte del realizador y la producción entre otros de Benicio del Toro. Es la historia de un chico de l8 años, cuya madre murió y su padre es solo una foto en su modesta casa, un ex boxeador preso por matar. Es un chico gay que ejerce como peluquero y arregla las pelucas de las drag Queens que lo fascinan. Tanto que consigue debutar con el pseudónimo de “Viva” y su vida se ilumina. Sin embargo la vuelta de su padre le impide seguir sobre el escenario. Ahí comienza una relación difícil, violenta, de construcción de un vínculo con un hombre derrotado y violento. Que se avergüenza de su hijo, sin saber que para mantenerlo el vuelve a ejercer la prostitución. El director muestra una realidad sin maquillaje, con grandes actores como Héctor Medina, Luis Alberto García y Luis Perugorría. Con interesantes encuadres, mucha verdad y sin golpes bajos aunque su protagonista camine por las veredas del infierno. Hay una frase clave que dice un personaje secundario “Todavía no estamos en la jungla” aunque se sienta cercana. La solidaridad, y el deseo que se abre paso pese a todo. Llega al corazón con recursos legítimos, como un melodrama de realidades inapelables, como flores nocturnas que tienen su momento de brillo.
Viva: liberación sexual en La Habana Producida por Benicio del Toro, fue la elegida por Irlanda para competir por los Oscar del año pasado. Fan declarado de Cuba, Paddy Breathnach -que llamó la atención de la crítica con El crimen desorganizado- ambienta este relato de liberación sexual, búsqueda de identidad y batalla contra la homofobia en los circuitos mundanos de La Habana. Formalmente impecable, Viva captura la esencia de ese universo nocturno poblado de travestis, drag queens y sexualidad ocasional con un trabajo encomiable de cámara, fotografía y montaje. Es menos ocurrente para escapar de los estereotipos en el desarrollo de una historia que también enfoca los conflictos de una paternidad intolerante y abusiva, encarnada en el hostil personaje de Jorge Perugorría.
El joven-oruga que deviene mariposa de la noche. Son historias que se vuelven a contar una y otra vez, porque se sabe que funcionan. El joven-oruga que vive en la oscuridad hasta que deviene mariposa. El padre largamente ausente que vuelve al reencuentro con su hijo, huérfano de madre. Una enfermedad terminal que acaba por sellar un lazo. La consagración final del don nadie, devenido artista exquisito. ¿Y si son historias mil veces contadas, contadas de nuevo como quien pulsa botones, por qué prestarles atención? Porque los actores creen en ellas como si fueran nuevas, como si fueran verdaderas, y así nos las hacen creer, con la compañía de una cámara que los acompaña con intensidad. Viva es una película irlandesa filmada en Cuba, producida por Benicio del Toro, escrita por Mark O’Halloran (Calvario, 2014) y dirigida por el irregular Paddy Breathnach (El crimen desorganizado, 1997). Jesús (Héctor Medina), un joven peluquero, peina las pelucas de Mama (Luis Alberto García), dueño de un club nocturno de La Habana, que presenta espectáculos musicales a cargo de drag queens. Clásicos inoxidables de la canción romántica caribeña, en la voz de Blanca Rosa Gil y Rosita Fornés, de alguna foránea como Massiel ¡y hasta Cacho Castaña!, interpretados por maquilladísimos caballeros en drag, que hacen lip sync. Jesús palía las dificultades económicas con algún rebusque como taxi boy, mientras sueña con ponerse el vestido y subirse al escenario. Pero no se anima a pedírselo a Mama. Hasta que se anima, la misma noche en que va por allí un hombre que resulta ser su padre, el ex boxeador Ángel, bastante venido abajo (Jorge Perugorría, con una panza que antes no tenía y un tórax de toro). Como puede verse, el guion es una suma de lugares comunes. Y encima Mark O’Halloran, que en Calvario había escrito el ídem de un cura católico, les pone a padre e hijo los nombres que les pone, vaya a saber por qué. Pero todo eso es barrido por las actuaciones –fieras, viscerales, en el caso de Medina delicadísima, en el de García de una imponente presencia natural– y por la proximidad de la cámara, que tiende a encerrar a sus personajes en espacios apretados, contra el fondo de las paredes descascaradas de La Habana. La fotografía de Cathal Watters es otro de los puntos altos, con colores saturados, muchos dorados en los atardeceres y contraluces y siluetas en el club nocturno, donde el timidísimo Jesús deviene Viva, la dama que lleva al público al delirio.
Celebro la vida En Viva (2015), el director irlandés Paddy Breathnach se traslada a La Habana para incursionar en la búsqueda de la identidad y ver como ésta influye en la relación paterno filial a través de un joven drag queen y su padre boxeador. Luego de una serie de planos de la ciudad de La Habana desde el aire, la trama va directo al núcleo de la película: un bar de drag queens regido por Mama (Luis Alberto García). Ahí es donde conocemos al protagonista, Jesús (Hector Medina), un joven que lucha para poder sobrevivir arreglando pelucas. El mundo del bar de drag queens es colorido y glamoroso, pero lo que llama la atención a nivel emocional es Jesús viendo cómo actúan las drag queens, con los ojos llenos de deseo. Cuando le dan por fin la oportunidad de hacer un casting y más adelante actuar, su padre, Ángel (Jorge Perugorría), un boxeador retirado y que ha estado ausente desde que Jesús tenía tres años, aparece de repente. Ángel se muda a la casa donde ha estado viviendo Jesús solo desde la muerte de su madre y le prohíbe que actúe de nuevo, apoderándose así de cada aspecto de la vida que él se había construido. A través de la lucha del padre y del hijo para hacer frente a este conflicto, mediante acuerdos, y resolver todas las frustraciones que ambos han construido durante años, se invita al espectador a pensar acerca de la importancia de encontrar la identidad de uno mismo y de cómo equilibrarla con las obligaciones y expectativas de la familia o de la sociedad. Las actuaciones de drag queen son, sin duda, un elemento muy importante de Viva, ya que son el hilo de la historia y, además, aportan al personaje los medios para crecer. Con cada actuación, Jesús/Viva, se vuelve más fuerte, al igual que inocente y vulnerable. Las canciones que elige para sus actuaciones, las cuales forman parte de grabaciones antiguas que dejó su madre, no solo permiten que se conozca su pasado y su personaje, sino que también le permiten avanzar, motivándolo para que él y su padre se abran el uno al otro. Breathnach practica el arte de la moderación con éxito para mostrar La Habana, absteniéndose de iluminar demasiado o de emplear demasiados colores llamativos. Sin embargo, La Habana no es más que un telón de fondo frente a la historia que tiene lugar. Viva es una película poderosa que celebra el amor por uno mismo, por la familia y por la vida, que tira de la fibra sensible del espectador hasta el último momento y que cuenta una historia actual, relevante para todo el mundo como lo es el tema de la identidad sexual.
Otra película sobre un difícil vínculo entre padre e hijo que se estrena esta semana, pero una que brilla con luz especial. Candidata al Oscar por Irlanda en 2016, observa la relación entre Jesús, un peluquero gay de La Habana que se revela como talentoso artista transformista, y su padre, ex boxeador que sale de la cárcel. Un tipo al que, claro, mucha gracia no le hace ver al hijo travestido. Con sensibilidad y garra, el irlandés Paddy Breathnach filma esta historia pequeña que es también una manera de mirar a Cuba, a través de este joven distinto en una Habana también diferente a la que solemos ver a la distancia.
Elegida como representante de Irlanda a Mejor Película Extranjera en el año 2015, a pesar de estar hablada íntegramente en castellano, Viva es un drama familiar vibrante sobre lazos fraternales perdidos y la confirmación de la sexualidad con una impronta cubana insoslayable.
Recordemos que este film fue seleccionado para representar a Irlanda en los Oscar del año pasado. Habla de los sueños, del amor, de ser uno mismo, de las oportunidades, de la compleja relación entre un padre y un hijo. Abordando las miserias humanas, pasando por personajes marginales y de seres que buscan sobrevivir. Una historia bien contada, intensa, emocionante que llega al corazón de los sensibles, con una música y una fotografía llenas de nostalgia.
Llegar a la paz Las buenas películas pueden mostrar lo dulce y amargo de la vida al mismo tiempo. Los guiones, las puestas en escena, las interpretaciones mismas nos llevan a sumergirnos en historias complejas, que despiertan cientos de emociones en los espectadores que concurren a una sala de cine. El género Drama es por excelencia aquel que logra provocar esa sinergia, esa empatía en el público. Viva, sin dudas le hace honor a la anterior descripción. El libreto se centra en la vida de Jesús, un joven huérfano, cubano de 18 años, que sueña con ser un gran artista, pero su realidad dista mucho de su anhelo. En una pobre Cuba, nuestro protagonista luchará contra los prejuicios típicos de una sociedad ultra machista en relación a su homosexualidad, y no conforme con eso el guion le deparará mayores complejidades a lo largo del camino. A través de la lente del director irlandés, Paddy Breaitnach, se pueden apreciar dos aspectos muy importantes de Cuba: La belleza de una ciudad simple, con un hermoso clima y paisajes. Y la pobreza de la Isla desde la arquitectura, la economía y sus habitantes. Si bien las dificultades económicas no están tocadas de lleno como una de las problemáticas, jugará un rol fundamental a lo largo de la obra, desde diversos puntos de vista. Jesús, interpretado por Héctor Medina, se dedica a peinar las pelucas de las Drag Queens que tienen shows musicales en un bar local. Prontamente, Jesús devela su pasión por el canto y su deseo de subirse a los escenarios para interpretar canciones, al igual que sus amigas. El protagonista es huérfano, su padre desapareció en su niñez y su madre falleció en un tiempo incierto. Mama, la transformista quien regentea los shows, y es una de las intérpretes, se muestra como la mismísima madre de Jesús, protegiéndolo, amparándolo, exigiéndole y enseñándole, como si fuera de su propia sangre. Hasta entonces, la película pareciera estar orientada al desarrollo personal de Jesús, con su crecimiento y su afán por convertirse en artista. Pero la irrupción de su padre en su vida, crearán un clima de tensión constante y de emociones encontradas dentro de un mar de dudas. El pasado, el presente y el futuro, comenzarán a tomar preponderancia y tanto el protagonista como su entorno pondrán en juego su carácter y su estilo de vida. Viva es una obra de arte, cuya dirección, escenografía y paisaje, se conjugan con un guion muy bien elaborado y actuaciones a la par. El espectador podrá disfrutar de un drama con todo lo que esto conlleva, muy bien musicalizado, donde el arte y las canciones decoran el clímax de un film atrapante.
El director irlandés Paddy Breathnach (Niebla roja) presenta Viva, una película que muestra que, pase lo que pase, no hay nada más fuerte que el amor entre un padre y un hijo. El film se centra en Jesús (Héctor Medina), un joven cubano de 18 años, que se gana la vida trabajando como peluquero en su barrio y, además, arregla pelucas en un club de drag queens. Jesús comienza un trayecto por el que, a través del arte del transformismo, intenta encontrar su verdadera identidad y aceptarse tal cual es. Todo cambia cuando reaparece su padre. Ángel (Jorge Perugorría), padre de Jesús, había sido un exitoso boxeador que, luego de matar a una persona en una pelea callejera, estuvo preso por un largo tiempo. Luego de 15 años, y con una fuerte adicción al alcohol, reaparece en la vida de su hijo e intenta recuperar ese vínculo que parece completamente perdido. Viva es un recorrido hacia la identidad, hacia el descubrimiento y la aceptación, hacia las segundas oportunidades pero, sobre todo, es un viaje hacia la redención: un hijo que deberá superar el rencor (y el dolor) para finalmente poder perdonar; un padre que tendrá que luchar para recuperar el amor de su hijo y, asimismo, pelear contra sus demonios internos. La música es uno de los aspectos más importantes del film ya que crece a medida que lo hace el relato. Cada canción se acopla con las diferentes escenas y adquiere las tonalidades que éstas van tomando. La banda sonora, que cuenta con canciones de Rosita Fornés, de Massiel y de Blanca Rosa Gil, realza los sentimientos y los miedos más profundos de los distintos personajes. Si bien Viva cae en algún que otro lugar común (como el típico protagonista que se encuentra perdido pero que descubre su identidad), destaca por sus actuaciones y, sobre todo, por la manera en la que logra mostrar lo conflictivo pero, finalmente, incondicional que puede llegar a ser el amor entre un padre y un hijo.
Jesús (Héctor Medina) siempre supo quién era y cómo era. Nunca tuvo dudas, ni conflictos. Él siempre fue así, y punto. Los problemas, críticas, reproches, siempre se lo hicieron los demás, nunca él mismo. De esto trata un poco esta película del director irlandés Paddy Breathnach, inspirada en una historia verídica de Cuba, y en ese país el realizador filmó éste largometraje. El protagonista se mueve entre dos mundos totalmente opuestos. El de sus vínculos fuera del cabaret, que lo vive denostando permanentemente, y el de adentro del local nocturno, donde trabaja de peluquero y se lleva de las mil maravillas con las Drag Queens. Hasta que un día decide subirse al escenario y descubre que se siente pleno, en su eje, que nació para eso y es el lugar donde realmente quiere estar. Su madre murió hace años y su padre Ángel (Luis Perugorría) está preso, pero un día vuelve y al enterarse de lo que hace su hijo no lo acepta ni comprende, lo que provoca rispideces cotidianas. El tránsito de la relación padre-hijo tiene sus vaivenes, va mutando a lo largo del relato, y se producen cambios de ambas partes. La historia refleja no solamente la vida de estos personajes, sino como se vive bajo el régimen Castrista, donde hay miseria, escasea el dinero, es difícil conseguirlo aunque se trabaje, y generalmente hacen lo que pueden. La realización tiene un ritmo lento, acompañado por unos cuantos boleros, con algunas escenas que se reiteran sin sentido, quitándole fluidez a la narración. La actuación de Héctor Medina es muy buena, al cambiar estados los de ánimo, sus expresiones y movimientos corporales, tanto arriba como abajo del escenario, logrando que su actuación tan compleja sea creíble, para nada forzada. Cuando uno sabe quién es y se lo hace saber a los demás, esa actitud provoca temor, rechazo ante lo desconocido, porque no entra dentro de los cánones de la “normalidad” y las buenas costumbres. En esta lucha permanente se encuentra Jesús, que pelea constantemente para lograr ser aceptado en ese país que tiene una mentalidad muy cerrada y ortodoxa por padecer tantos años de un mismo régimen, y que les va a llevar muchos años aceptar los cambios que se vienen.
Cómo es vivir y morir en La Habana Lo más valioso de Viva es que los personajes, a pesar de vivir en las peores condiciones económicas, tienen sueños. La de Viva es una historia tristísima. Jesús es un joven de La Habana que hace lo que puede para ganarse la vida. Trabaja en un club nocturno de drag-queens peinando pelucas. Su condición de homosexual le impide conseguir un trabajo mejor y debe prostituirse para ganar unos pesos más. Jesús se apoya en la amistad de Cecilia, una joven a quien aprecia mucho, y de Mama, el jefe del antro nocturno donde se juntan todas las noches a escuchar cantar los lamentos de las personas más tristes del mundo. Fuera de la compañía de estos personajes, Jesús está solo. Su madre murió y su padre es un exboxeador alcohólico que está preso por homicidio, pero reaparecerá sorpresivamente en su vida para cambiarla para siempre. A partir de ahí la película dirigida por el irlandés Paddy Breathnach se dedicará a enfrentar las visiones del padre y del hijo, quienes intentarán construir una relación atravesada por el amor más sincero pese a las evidentes diferencias que tienen de la vida. Lo más valioso de Viva es que los personajes, a pesar de vivir en las peores condiciones económicas, tienen sueños. La música funciona como el dispositivo que los transportará a ese lugar donde nunca se atrevieron a ir. Los personajes no se dan cuenta de que están aprisionados en un lugar que no les ofrece ningún futuro. El espectador, sí. Lo destacable de Paddy Breathnach es que no cae en la propaganda, ni a favor ni en contra de la revolución cubana. Se limita a poner el foco en la vida de Jesús para que por debajo fluya la otra historia, la de las condiciones sociales y políticas en las que viven los cubanos. En el fondo, Viva es una película sobre cómo es vivir y morir en La Habana.
UN BUEN CHICO Un irlandés (Paddy Breatnnach) nos narra La Habana; nos muestra sus casas gastadas, sus bici-carros, la fijación por el boxeo y lo fácil que resulta la prostitución. Acompaña cada escena con una canción, para dejar claro que en Cuba la música brota de cualquier muro y retumba en ese cabaret de travestis en los años 90. Escuchamos entonces a Mama interpretando frenética a Cacho Castaño: Ojalá que no puedas hacer que tu piel se agigante de sueños Que se muera de ganas, que no tenga consuelo Que le sangren las manos si acaricia tu piel O acaricia tu pelo. Y vemos a Jesús mirándola devoto. Él es el protagonista de esta historia a quien en cada escena le dicen que es un “buen chico”, quizá se deba a su carácter servicial y a la vez retraído y silencioso. Un joven gay en busca de su destino, que cuando está a punto de descifrarlo aparece su padre, ex boxeador, alcohólico y además homofóbico, quien estuvo encarcelado durante años. La relación no podía ser más diatópica y aun así más común e incluso trillada. Sin embargo Paddy logra una fotografía armoniosa, escenas íntimas y silenciosas con Jesús, y una dirección de actores destacable. Sin olvidar su selecta elección de canciones entre boleros y música romántica-pop, que nos narra más emociones que cualquier diálogo en la película. La relación de padre e hijo aunque podría ser más intensa, dando mayor verosimilitud, no se desenvuelve así. El director decide aligerarla siendo muy condescendiente con el espectador y poco arriesgado. Al final nos encontramos con un largometraje que nos muestra una Habana sin rodeos, con problemáticas evidentes, con personajes resolviendo confusiones a través de soluciones facilistas que no terminan de convencer, pero sí de enamorar. Por Mónica Samudio @MoikSamudio
Dirigida por Paddy Breathnach, Viva es la película que Irlanda envió a los Oscars para que la representaran. Aunque Viva sucede en Cuba, y por lo tanto está enteramente hablada en español. Ambientada en La Habana, la ciudad que vemos está a simple vista menos presente de lo que uno supondría. En realidad lo que no hay son postales, sino que lo que hace Breathnach junto a los personajes, es introducirse en el medio de esa Habana, de una manera natural y al mismo tiempo profunda. No vemos a La Habana que esperábamos ver, pero ella está muy presente. A quien sí vemos es a Jesús, un joven de unos dieciocho años que trabaja como peluquero, con los clientes que consigue: una vecina mayor que le paga como y cuando puede, y un grupo de drag queens de un local nocturno donde brindan shows musicales haciendo playback. Un día Jesús se anima a probarse él mismo como una más y brinda un show imperfecto y al mismo tiempo magnético, hasta que termina mal porque su padre lo ve y no va a aceptar que su hijo se vista como mujer. El padre que regresa es uno de los varios tópicos del film. Un hombre que estuvo largos años ausente a causa de la prisión y que hoy regresa y quiere imponer su calidad de jefe de familia. Un ex boxeador alcohólico y acusado de asesinato, el verdadero dueño del departamento donde vive Jesús, lo que lo lleva a convivir obligado con él. De a pocos tienen que aprender a entenderse y aceptarse si desean mantener vivo el lazo sanguíneo que los une. Segundas oportunidades, la búsqueda de identidad sexual en medio de una sociedad machista, la prostitución incluso, son algunos de los temas que el film va desplegando, algunos con mayor profundidad que otros. En el medio, la vida que Jesús siente cuando se sube al escenario, cuando se transforma en Viva. Aunque por momentos es algo predecible, Viva es un relato atractivo y bien contado, una película llena de vida, con una hermosa fotografía y la música de clásicos latinos que imprimen de melancolía el film. A la larga es la historia de personas solas que terminan encontrándose primero a ellos mismos, para luego poder encontrarse en alguien más.