Relato sobre la épica de los fanáticos de San Lorenzo para recuperar el predio original en el cual se emplazaba el viejo gasómetro. La pasión, el amor, la paciencia, la resiliencia en un relato visceral sobre la transformación de la vida y la muerte en el estandarte y colores de un equipo futbolístico.
“Volver a Boedo”, de Sergio Criscolo Por Marcela Barbaro Hay barrios con una marcada identidad, donde confluyen tradiciones que le imprimen una suerte de épica. Boedo, es uno de ellos. Desde los artistas de vanguardia agrupados en el llamado Grupo de Boedo, a las letras de tango de Homero Manzi, los cafés tradicionales como Margot, el viejo Mercado, la emblemática librería El gato Escalonado, hasta las fachadas antiguas y los adoquines; toda la zona, por donde mires,respira el azulgrana. La historia de San Lorenzo se remite a 1907 donde jugaban a la pelota Los Forzozos de Almagro, acompañados por el padre Lorenzo Massa, quien fundó el club San Lorenzo de Almagro en abril 1908. Su Estadio de fútbol (el Gasómetro) se construyó en 1916 y funcionó hasta 1979 al ser expulsados por el gobierno militar, que destinó el lugar para hacer negocios inmobiliarios. Actualmente, funciona el hiper mercado Carrefour, sobre Av. La Plata. La lucha por volver al barrio, casi 40 años después, queda registrada en el documental Volver a Boedo de Sergio Criscolo, donde se plasma la importancia social y cultural del club, y cómo la pasión, impulsada por cuatro personas, movilizó a miles de simpatizantes, llevando un proyecto,que fue aprobado por la Legislatura porteña, en contra de la multinacional para recuperar nuevamente el terreno. Criscolo dirige y narra en off la historia de los inicios del Gasómetro a través de fotos e imágenes de archivo, reportajes a distintas personalidades y vecinos relacionadas con San Lorenzo. Entrevista tanto a viejos futbolistas de la talla de San Filippo, como a sus propios padres, a Walter Lo Votrico, un hincha ciego; Cucuza, un cantante de tango; Fabián Casas, poeta y escritor; y Adolfo Res, el impulsor de la recuperación del predio de Boedo y creador de la Ley de Restitución Histórica, que explica una lucha de años. El relato pone énfasis en cómo aquel espíritu del barrio, que comulgó con el arte popular y la bohemia, se traslada a la causa del fútbol. Nunca antes se había logrado que miles de personas compren un metro cuadrado (sin ningún beneficio personal) para cederlos al club, hasta conseguir el dinero para recuperarlo. Los 7 millones de dólares que juntaron, son un ejemplo de esa comunión de deseos encontrados. Dinámica, con notas de color y una dosis de nostalgia, Volver a Boedo construye bajo la mirada personal y afectiva del realizador, un retrato pintoresco sobre el origen de una territorialidad y un sentimiento de pertenencia que trasciende varias generaciones. Una pasión que se traduce en el amor y la fidelidad a una camiseta que supo aunar la pasión colectiva, para hacer posible un sueño. VOLVER A BOEDO Volver a Boedo.Argentina, 2018. Dirección y Guion:Sergio Criscolo. Productores Ejecutivos: Jorge Leandro Colás;Carolina M. Fernández. Dirección de Fotografía y Cámara: MartinLarrea. Sonido directo: Juan Di Lucia. Montaje: Alejandra Almirón, Marino Morduchowicz. Duración: 88 minutos.
Diario de una pasión El retrato de una pasión es la síntesis perfecta de lo que Sergio Criscolo se propuso en Volver a Boedo (2018), una película sobre la lucha de un grupo de vecinos por recuperar el predio que albergaba el Viejo Gasómetro sede del Club Atlético San Lorenzo de Almagro y núcleo deportivo-cultural del barrio porteño. En Avenida La Plata entre las calles Inclán y Las Casas en pleno centro porteño se encontraba empotrado el estadio del Club Atlético San Lorenzo de Almagro que funcionó en ese lugar hasta el 2 de diciembre de 1979 cuando por presiones de la dictadura cívico-militar fue vendido a la multinacional Carrefour que instaló en ese mismo sitio el primer hipermercado del país. Muchos fueron los intentos de parte de los hinchas para recuperar los terrenos, aún después de inaugurado el Nuevo Gasómetro. Volver a Boedo muestra como un grupo de aficionados al club que luchaban por la recuperación lograron su cometido. El documental de Criscolo es por sobre todas las cosas un documental sobre la pasión y los sueños. El relato se forja primeramente a través de la contextualización de los hechos históricos que llevaron al club a perder sus terrenos, mientras que en paralelo sigue al grupo de aficionados que trazó un plan para su recuperación hasta lograrlo. Construido a partir de testimonios de hinchas anónimos y no tanto, periodistas y escritores, fanáticos y vecinos del barrio, el foco está puesto más que en lo futbolístico en lo político, social, y cultural. Criscolo no construye un documental sobre un equipo de fútbol, si bien es el corazón de la historia y lo que la mueve, tampoco sobre un barrio, sobre los hinchas o sobre la melancolía de lo que fue. Volver a Boedo es una historia de luchas compartidas, sueños cumplidos y de cómo una sociedad unida puede conseguir lo imposible.
EL CAMINO Y LA LUCHA DE SAN LORENZO POR VOLVER A SU SEDE HISTÓRICA El realizador del documental, Sergio Criscolo se propuso según sus propias palabras hacer una película sobre “la pasión”, de un caso único en el mundo. Un movimiento que dio como resultado que miles de personas compraran metros cuadrados y luego fueran cedidos al club de sus amores, para que San Lorenzo regresara a su sede histórica, desde su fundación en 1916 hasta la expropiación de parte de la dictadura militar en l979 que terminó como un “regalo” para una empresa multinacional francesa de supermercados. Y ahora cuando queda poco tiempo para que el club tome posesión del lugar, mediados del año próximo, este trabajo cuenta detalladamente el origen del sueño de restitución, las movilizaciones populares, los petitorios. Una lucha de David contra Goliat testimoniada por participantes, soñadores, escritores, pintores, poetas, protagonistas. Y hasta los propios padres del realizador. Un trabajo minucioso marcado por una verdadera demostración de pertenencia, pasión futbolera y un sentido de justicia real y poética.
Pasión por San Lorenzo Miles de personas compraron metros cuadrados para luego cederlos a San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores. Así se juntaron 7 millones de dólares en un ejemplo de logro comunitario en pos de un sentimiento común. Todo surgió del sueño de cuatro personas que hace 20 años se propusieron que ese estadio de fútbol, situado entre 1916 y 1979, vuelva a su lugar. Así, luego de movilizaciones multitudinarias, lograron que la Legislatura aprobara la expropiación de las tierras ocupadas por un supermercado multinacional. Entre los personajes, el director Sergio Criscolo incluyó a sus propios padres y algunos poetas, y así este documental es una mirada personal acerca de la pasión, en este caso volcada al fútbol, a un club y al arte callejero.
El Gasómetro de Avenida La Plata se inauguró en 1916, tenía una capacidad para 75.000 espectadores (el estadio más grande de la Argentina) y fue sede no solo de épicas futboleras sino también de recitales de Pappo, Serrat, Sandro y Santana o de masivas veladas de boxeo y carnavales. En diciembre de 1979 se jugó el último partido. La crisis económica del club y las presiones del gobierno militar derivaron en el remate del predio, que luego terminó en poder de la cadena francesa de supermercados Carrefour. Desde entonces pasaron casi cuatro décadas y los hinchas y socios de San Lorenzo nunca dejaron de soñar con volver a Boedo. Ni siquiera la construcción del Nuevo Gasómetro en el Bajo Flores o los éxitos deportivos (como la Libertadores de 2014) aplacaron la movilización muchas veces espontánea (y siempre masiva) conducida por la Subcomisión del Hincha ni los esfuerzos en el terreno político (para conseguir la Ley de Restitución Histórica) y económico (colectas multimillonarias para pagarle a Carrefour y recuperar la posesión). La rica historia del barrio, del club, de la cancha y de los personajes (en muchos casos anónimos y queribles como Adolfo Res y Walter Lo Votrico) es reconstruida con admirable precisión didáctica, pero sin perder jamás de vista el aspecto emotivo, la dimensión humana, la pasión (en el mejor aspecto de la misma, que excluye la violencia irracional) que generó toda esta movida. Con una buena investigación histórica (se sabe que los archivos no son el fuerte de la Argentina), diálogos que abordan las distintas aristas del tema (desde el reencuentro de futbolistas como Osvaldo Rinaldi, Sergio Villar y Mario Rizzi, hasta una charla de bar que incluye a periodistas y escritores, como Horacio Convertini y Fabián Casas, unidos por su amor incondicional a San Lorenzo) o testimonios como el del Nene José Sanfilippo que llora sobre los viejos tablones del Gasómetro que tiene en su quinta, el abanico de miradas, recuerdos y reflexiones resulta más que representativo. Además, el director no cede a la tentación de transformarlo en un documental “institucional” y la presencia de Matías Lammens y Marcelo Tinelli es limitada y recién sobre el final. Reconocido hincha de San Lorenzo, Criscolo -que en 1975 llegó a ser “mascota” del club- construye un film indispensable para los hinchas azulgranas, pero recomendado también para todos aquellos amantes de las grandes historias futboleras. Porque Volver a Boedo es bastante más que una sentida carta de amor de/a los Cuervos. Es un documental sobre la pasión que, cuando está bien encaminada, es capaz de mover montañas (léase el poder económico de las multinacionales o la máquina de impedir de la corporación política), una reivindicación de lo mejor de un fútbol tan dañado como el argentino y un legado generacional de padres a hijos y también de hijos a padres que en muchos casos ya no están (pero de alguna manera siguen estando). Preparen los pañuelos...
Llega un documental y cita obligada para todos los fanáticos de San Lorenzo, Volver a Boedo de Sergio Criscolo (El exterior) que cuenta la lucha de los hinchas por la vuelta del club al barrio de Boedo y lo que significa para el lugar. Casi 40 años después de haber sido expulsados de allí por negocios inmobiliarios de la última dictadura militar, la vuelta de la cancha de San Lorenzo a Boedo generó masivas movilizaciones populares, además de provocar un gran impulso cultural y social, un territorio marcado desde sus inicios por el teatro, la literatura, el tango y el fútbol. El documental refleja las diversas historias alrededor de el club. Desde ex jugadores de fútbol, hinchas y vecinos del barrio. Relatos frente a la cámara, recuerdos, lecturas de textos de escritores y periodistas, como a su vez poesías y canciones que sintetizan esa necesidad de que el club San Lorenzo vuelva a Avenida La Plata. También está muy presenta la relación de Boedo frente al tango y al rock nacional, siendo un barrio cuna de la cultura musical. olver a Boedo es un documental simple pero en su aspecto personal consigue generar mucha empatía en quien lo vea. El producto final no es sólo para los hinchas de San Lorenzo y aquellos que vivieron en el barrio de Buenos Aires, también esta construido para todos las personas que aman el deporte o la historia de la cultura. Todo aquel que creció o que visitó a sus padres o abuelos en los barrios porteños y no en aquellas construcciones modernas de grandes torres o multinacionales que terminaron destruyendo o deformando los espacios.
Tango, fútbol, literatura y barrio. Las cuatro columnas sobre las que alguna vez se construyó la identidad porteña le sirven de pilares a Sergio Criscolo para narrar una verdadera gesta: la recuperación, por parte de San Lorenzo de Almagro, de los terrenos en los que alguna vez estuvo su estadio, el Gasómetro, que en 1979 fue cuasi expropiado por la dictadura militar. Para explicar la importancia de ese regreso a Boedo -después de todo, hace 25 años San Lorenzo construyó el Nuevo Gasómetro en el Bajo Flores- Criscolo rastrea los lazos afectivos que unen al club con ese barrio. Así, la historia de la institución se va entrelazando con los testimonios de diversos personajes que hacen sus respectivas declaraciones de amor por Boedo y la camiseta azulgrana. A la par, reconstruye el arduo proceso, aún en curso, de la vuelta. Que empezó hace veinte años por idea de Adolfo Res, un simpatizante que fue sumando adhesiones hasta conseguir que desembocaran en multitudinarias marchas para concretar la utopía: recuperar el predio de Avenida La Plata. Para eso hubo que sancionar una ley y negociar con Carrefour, que todavía tiene ahí el que en su momento fue el primer hipermercado de Capital Federal (en julio de 2019 debería entregar el terreno). Ante cámara desfilan desde el mayor coleccionista de objetos de San Lorenzo hasta el máximo goleador histórico, José Sanfilippo, pasando por un vecino cuyo patio lindaba con el Gasómetro o los propios padres del director, que en los ’70 fue mascota del equipo que estaba de gira por Ecuador. El documental no ahorra momentos emotivos: debe estar cerca del récord de gente quebrándose en plena entrevista. Si bien es cierto que cualquier hincha de fútbol puede identificarse con esas lágrimas, por momentos la película pierde ritmo y se aleja de los espectadores no identificados con San Lorenzo. Pero el mensaje es claro: si una asociación civil logró torcerle el brazo a una multinacional, significa que de vez en cuando las utopías pueden hacerse realidad.
EL REGRESO A CASA Difícil tarea de este redactor escribir estas líneas tratando de ser ecuánime y alejado de toda parcialidad posible, intentando analizar la película como una producción cinematográfica cualquiera, sin dejarse llevar por esos colores que uno siente en el corazón. Con ese atenuante, este texto analiza el documental Volver a Boedo de Sergio Criscolo que narra cómo fue la pérdida de los terrenos del club, los años jugando en canchas de otros y los obstáculos que tuvo que atravesar San Lorenzo de Almagro con la finalidad de volver al barrio que lo vio nacer. Desde el punto de vista cinematográfico, el film es correcto y prolijo, con una estructura periodística, analizando los diferentes pasos sobre la historia de la vuelta a Boedo. Se busca reflejar la importancia social que tenía el Viejo Gasómetro en el barrio, más allá de ser el estadio de un equipo de fútbol, mostrando las distintas actividades que allí se desarrollaban, que eran de trascendencia nacional. Luego se exhibe el periodo de la localía en otros estadios y cómo se empezó a gestar la idea del regreso al barrio, presentando desde los primeros pasos hasta la firma del boleto de compraventa de los terrenos de Avenida La Plata. Para llevar adelante esta narración, Volver a Boedo tiene como estructura principal la entrevista, contando con la participación de varios ex jugadores de la institución como Mario Rizzi, Sergio “Sapo” Villar, Osvaldo Rinaldi o José Sanfilippo; del presidente Matías Lammens; y la del gestor de la idea de la vuelta, Adolfo Res. La palabra de estos (y de algunos otros más) y un buen trabajo de imágenes de archivo, son la base de este relato que atraviesa gran parte de la historia del conjunto azulgrana y su identificación con el lugar. Más allá de su correcta realización, los momentos que logran emocionar al espectador son propios al ámbito sanlorencista. Por lo que si el espectador no es cercano al equipo no le impactarán tanto determinadas situaciones que se presentan, resultando obviamente de gran valor emotivo para todo “cuervo”. En definitiva, a vos, que sos de San Lorenzo como yo, te digo que este documental es esencial, porque refleja parte de la historia importante de nuestro club y seguramente tu puntuación personal no coincidirá con la que aparece más arriba. Para el resto de los mortales, Volver a Boedo es un correcto documental que permite conocer en forma más cercana esta locura de muchos de hinchas que por amor a su club están realizando una aventura histórica difícil de comprender e igualar.
Todos los que tenemos casi 50, estamos muy en tema con la recuperación del terreno donde se asentaba el legendario estadio de San Lorenzo de Almagro. Conocemos la problemática y muchos de nosotros hemos estado, en el mítico Gasómetro. En particular, recuerdo la magia de aquella cancha, instalada en Avenida La Plata entre Las Casas e Inclán, con sus tablones de madera y su verde césped... Este documental, reconstruye la historia de aquella dolorosa pérdida, y el camino autogestionado que hicieron socios y simpatizantes, para volver a tener estadio en Boedo, lugar del que nunca debieron salir. Sergio Criscolo, dirige una interesante reconstrucción sobre el proceso reciente, pero también indaga y presenta la rica historia cuerva, desde inicios de siglo. Boedo, es un barrio símbolo para todos los porteños, y en ese sentido, el documental muestra testimonios de gente de la música, el deporte, la política y la dirigencia, que dejan su opinión sobre este trayecto en el que la recuperación del estadio, parece ya un objetivo posible. Aquel espacio fue creado en 1916 y se cerró, por presiones del gobierno militar que al parecer tenía un negociado inmobiliario con una empresa de supermercados ya conocida por todos, en 1982. Luego, el club debió jugar sus partidos de local, en otros lugares, se fue al descenso y a su regreso, montó el operativo para armar otro estadio, que es el que actualmente posee en el predio de Villa Soldati. Pero la reconstrucción está en marcha. Algo increíble, desde ya. Socios y adherentes compraron metros del futuro estadio por valor de 7 millones de dólares. Apostaron a la recuperación y establecieron una red que presionó a la política con un reclamo claro, hasta lograr que la Legislatura porteña promulgue una ley que resuelva ese regreso. El film muestra el corazón del barrio y la pasión que genera en su gente, todo lo que constituye su misma esencia. Los reportajes tienen un aporte sustantivo, son intensos, hay mucha emoción que atraviesa cada segmento de la peli y el trabajo de Criscolo es efectivo y atractivo. Incluso para los que no somos cuervos, desde ya. La pasión genunina trasciende la pantalla. La sentís. Es la magia del fútbol, y la pertenencia al barrio. El amor por los colores. No hay muchos adjetivos para agregar, "Volver a Boedo" es un homenaje a los hinchas. A su lucha por recuperar lo que es suyo. A poner en la superficie la historia de un reclamo justo. Vale la pena adentrarse en él, y si amás la redonda, te va a encantar.
Amor al club y pertenencia barrial El film de Sergio Criscolo da cuenta del sentimiento de los simpatizantes y su lucha para volver a su lugar histórico. Pocas veces el fútbol argentino dominó la agenda pública, mediática y social como durante noviembre y los primeros diez días de diciembre. La bola de nieve empezó a crecer cuando se confirmó que Boca y River jugarían la final de la Copa Libertadores, y luego aumentó de tamaño hasta niveles astronómicos, aunque con lo estrictamente futbolístico relegado por promesas de público visitante, piedrazos, sucesivas postergaciones, reclamos de un equipo y de otro, acusaciones de traición y la mudanza del último partido a Madrid. En este contexto se estrena Volver a Boedo, un documental que borra –al menos simbólicamente– algunas de las tantas manchas estampadas en la pelota centrando su atención en el sentimiento más puro y genuino de hinchas comunes y corrientes, ciudadanos y ciudadanas de a pie unidos por un amor incondicional a su club y, sobre todo, a lo que éste implica. O al menos debería: un punto de encuentro, un enclave de contención, un pilar fundamental del sentido de pertenencia barrial. Todo eso que a los seguidores de San Lorenzo les sacaron, y que cada vez están más cerca de recuperar. La referencia del comienzo al duelo bíblico entre David y Goliat es tan obvia como pertinente, además de una toma de posición sobre lo que se narrará a continuación. Sin ninguna intención de esconder su sentir cuervo, el director Sergio Criscolo se remonta hasta principios del siglo pasado para sobrevolar los orígenes del club y luego aterrizar en un registro pormenorizado de la historia del Viejo Gasómetro, aquel estadio demolido después de que la última dictadura militar obligara a San Lorenzo a vender los terrenos a precios irrisorios para una serie de negocios inmobiliarios que terminaron con la construcción del hipermercado que funciona hasta hoy. El equipo pasó más de una década jugando de local en distintas canchas, hasta que en diciembre de 1993 volvió a tener un estadio propio en Bajo Flores. Un estadio que no muchos quieren, pues se sienten igual de visitantes que antes. Ese sentir motivó la creación de la Subcomisión del hincha con miras a regresar al barrio del que, piensan, no deberían haberse ido nunca. Tan clásico en su formato de cabezas parlantes como ordenado a la hora de la exposición informativa, Volver a Boedo tiene todas las voces que un documental sobre este tema debería tener. Las de aquéllos que recuerdan partidos vistos desde los tablones de madera y las de algunas viejas glorias azulgranas -incluida la de un inesperadamente sensible José Sanfilippo-están teñidas por una nostalgia que Criscolo comparte pero no abraza. Sí está más interesado en la de quienes han hecho de su pasión un motor creativo (el poeta y escritor Fabián Casas; el periodista político Pablo Calvo) y, desde ya, en la más importante de todas las voces, la de uno de los hermanos que se embarcaron en la aventura de presentar un proyecto en la Legislatura -la primera vez que un proyecto presentado por un vecino adquiere estado parlamentario, según se dice- que abrió paso a una negociación formal para la recompra de los terrenos. Hay lugar también para el color, cortesía de un hincha conocido como “Gordo ventilador”, quien hace diez años decidió sacarse la remera y revolearla todos los partidos. Y, claro, para la emoción sincera y profunda de quienes se sienten cada vez más cerca de volver a Boedo. Una emoción que solo el fútbol, cuando es fútbol, puede despertar.
“Volver a Boedo”, de Sergio Criscolo, detalla la larga lucha de los fanáticos de San Lorenzo para reconquistar el predio de sus amores, una historia llena de anécdotas y banderazos que aún no ha terminado. Hinchas, vecinos y viejos jugadores, todos llevan la camiseta en el alma, empezando por el propio director, que en 1975 fue la mascota del equipo en una gira por Ecuador. Apasionado montaje de emociones en el tercero, estos documentales reafirman, aún sin mencionarlo, el valor que los argentinos le damos a la amistad y al sentido de pertenencia. Sobre esto, se advierte, no hay mito ni leyenda.
Volver a Boedo cuenta la campaña de los hinchas del club San Lorenzo de Almagro por recuperar el terreno donde se había construido originalmente su estadio. Todo el camino desde que en 1979 el club se queda sin estadio hasta la situación actual donde el regreso es prácticamente un hecho, pasando por la construcción de otro estadio en el Bajo Flores que aún está en funcionamiento y tal vez lo siga estando. No hay perfil bajo para el realizador y los hinchas, que son comparados al comienzo con David frente a Goliat y de ahí en más todo es en ese tono. La pasión, es palabra que se utiliza con los fines más variados y ridículos, obviamente acá es un término sagrado. Volver a Boedo cuenta una historia que puede ser muy cercana a los que están involucrados directamente, pero que es incapaz de transmitir emoción alguna a cualquier espectador que busque un buen documental. A cada paso se desperdicia el tema elegido y queda claro que todo lo que dura la película no es otra cosa más que una sucesión de autobombo, donde los propios involucrados se elogian a sí mismos por todo lo logrado y todo lo que tal vez logren en el futuro. No hay distancia alguna entre el tema de la película y la mirada que la película posee sobre el mismo. Y no es que la película no ofrezca buen material, al contrario, pero el material no es utilizado. La locura y el disparate, los arrebatos totalitarios y las actitudes irracionales son vistas con simpatía e incluso consideras objeto de admiración. Nadie pide que se haga un documental contra la campaña de los hinchas por recuperar el terreno original de su estadio, pero sí habría convertido a Volver a Boedo en una película interesante si se observara con un poco de crítica o complejidad las actitudes absurdas o conductas disparatadas que por momentos asoman. Es más, bastaría con preguntarse, no con criticar, la naturaleza de las mismas. Consumo interno, de hinchas de San Lorenzo para hinchas de San Lorenzo, todos festejándose mutuamente. Una película sin público visitante ni valor cinematográfico.
San Lorenzo de Almagro tiene 110 años y fue fundado en abril de 1908, creció en Boedo y hoy se ubica en el bajo Flores. Su principal actividad es el fútbol, además de otras disciplinas como: básquet, natación, atletismo, hockey, rugby vóley, etcétera. En abril 1915 llegó el ascenso a Primera División y, al año siguiente, se inauguró el Gasómetro. Era un estadio para 75 mil personas (el estadio más grande en la Argentina), en 1979 lo clausuran porque tenía algunos tablones rotos, fueron sufriendo otras vicisitudes y en 1982 pierde un juicio. Ya dentro de la dictadura militar se lo habían pedido para la autopista, entre otras cosas, lo compra un banco y este lo vendió al supermercado. En unos noventa minutos se cuenta lo que fue el Gasómetro y la lucha para recuperar ese predio. Viendo este documental se entiende la pasión, el amor al club, con un buen material de archivo, interesantes testimonios, donde está la palabra de: algún jugador, hinchas, de los fanáticos (algo que se siente y no se compra), el tango, la poesía, todo tiene que ver con las raíces y el arraigo, tal vez el hincha de San Lorenzo se va a sentir más emocionado (se les va a escapar más de un lagrimón) e identificado, contiene la nostalgia, el fervor, la locura del hincha y en eso están los colores de un equipo que despierta el amor a esa camiseta. Un documental que resulta atractivo y entretenido, un buen trabajo por guionista y director Criscolo quien en 1975 fue la mascota del club de sus amores.
Volver A Boedo: la pasión en su mejor forma. El film documental de Diego Criscolo es apto para todo aquel que quiere enterarse de como se llevó a cabo esta lucha por la historia de San Lorenzo. Yo creo que todos, nos guste el fútbol o no, hemos escuchado que llamen a la cancha de San Lorenzo “El Nuevo Gasómetro”. Personalmente, esto llevó a que le pregunte a mi papá (hincha de San Lorenzo) porqué; aunque no creo ser la única que, de una forma u otra, se enteró de que la cancha del azul-grana no siempre estuvo donde está ahora. Pero la historia va más allá de la venta de una cancha. Va más allá del por qué de esa venta y del abrupto cambio que representó para el barrio de Boedo. Parte, como toda buena historia, desde los orígenes del club hoy conocido como Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Más de una vez me he cruzado con quien me ha dicho “¿Un documental? No, gracias.” Y, mal que me pese admitirlo, he caído entre esa gente yo también. O, considerando la temática, pensarán “Es sobre San Lorenzo. No, gracias, soy de …“. Dejen que mi primera recomendación sea dejar esos prejuicios de lado. ¿Es un documental? Sí. ¿Habla de San Lorenzo? Sí. ¿Es aburrido? No. ¿Sólo habla de fútbol? No. Vayamos paso a paso. Uno de sus principales atributos es la variedad de tanto hechos como personas que aparecen. Ya sea que hablemos de la fundación de “Los Forzosos de Almagro”, y sus humildes inicios, o de todos los testimonios incluidos a lo largo del film, es un documental que mezcla todos los aspectos que la partida de la cancha implicó. Porque no fue solo una cancha. Fue hogar de encuentros culturales, de niños, de deportistas de varias disciplinas. Punto de reunión de familia y amigos que un día, por fuerzas más grandes que ellos, no estuvo más. La emotividad es un plato fuerte en esta película. Y no es forzosa, como puede llegar a pasar cuando un proyecto busca lograr ese efecto a modo de objetivo principal. Además, viene de a poco y de la mano de gente que vivió la presencia de El Gasómetro en Boedo allá en sus últimos tiempos. Se evoca, de modo constante, la lucha por algo que se les sacó injustamente y se explica el por qué de esa injusticia, que a veces pasa desapercibida o directamente se desconoce. La narrativa teje, a base de imágenes de archivo y material propio filmado para el proyecto, todas las instancias de la pelea que los hinchas llevaron a cabo para lograr que, tanto el gobierno como Carrefour, les devuelva el predio. Por último, la historia – 100% basada en hechos reales – va y viene entre todos los ámbitos que tocó al club y esto incluye testimonios muy variados; por ejemplo, vemos el reencuentro y la experiencia de los jugadores que representaron a San Lorenzo en su último partido allí, o a los fans que recuerdan con tristeza el día que el estadio no fue más. Con tango, literatura y, obviamente, fútbol y pasión, Sergio Driscolo trae a la vida una obra que vence los prejuicios del fanatismo futbolero y logra atraer a espectadores de todo tipo, incluyendo los incultos del fútbol como quien escribe, porque acá lo importante no es quien le ganó a quién. Acá, lo importante, es como un grupo de fans decidieron hacer algo y lo llevaron a cabo durante doce años de trabajo y por los medios necesarios para lograr su objetivo con todas las de la ley.
Sergio Criscolo –realizador, guionista y productor bonaerense- narra una auténtica gesta popular que nos habla acerca del amor a los colores de un club que nos identifica, como lazo afectivo singular. “Volver a Boedo” retrata de forma cronológica la incansable lucha -desde los primeros estadios y recolección de firmas hasta la hazaña conseguida- para recuperar de regreso al antiguo barrio homónimo, sede del histórico estadio de San Lorenzo de Almagro. El mítico Viejo Gasómetro (situado sobre Avenida La Plata entre Inclán y Las Casas) es uno de los estadios de fútbol más imponentes y con mayor peso de la historia. Expropiado por Carrefour durante la última dictadura militar argentina (circa 1979), la mencionada empresa derribó el estadio para construir en su predio un hipermercado perteneciente a la reconocida cadena. Treinta años después de aquel episodio, este documental testimonia la lucha de un grupo de socios para lograr la justa repatriación del club a unas tierras injustamente arrebatadas. Si aquel embargo resultó el símbolo capitalista de un sistema que ultraja, el Viejo Gasómetro es el epítome de una marca cultural que lleva consigo la tradición porteña. Lo pintoresco del barrio de Boedo lleva consigo esa identidad que el avasallamiento no logró empañar. Es por ello, que el documental remarca un hecho que jamás debió haber pasado, rescatando los valores humanos de un grupo de personas comprometidas con una causa en común. La galería de personajes entrevistados (que incluye a una leyenda del club como José Sanffilipo, máximo goleador azulgrana) representa indudable ligazón emocional con el club, pero está claro que la pasión excede lo insinuado del futbol y su pasión de multitudes para convertirse en un ancla emocional que alcanza dimensiones aún mayores. Más allá del club de los amores que cada uno profese, es lógico que el espectador ‘visitante’ que no milite en estos colores no podrá identificarse de igual forma. No obstante, estamos hablando de pertenecer, en cualquier orden de la vida, y de obrar en consecuencia, con esa honestidad ética. Aún concibiendo un documental de un estándar limitado para el formato cinematográfico, la lucha inclaudicable de hinchas y vecinos para traer de regreso a San Lorenzo a su barrio natal resulta una tarea digna de retratar. En donde la restitución de la institución a sus raíces habla, en definitiva, de la identidad, de la pertenencia y de cierto sentimiento imposible de racionalizar. La tradición de un club histórico y todo aquello que identifica en lo individual a los colores, es entendido como un mandato de acervo moral. Solo se trata de hacer de la pasión una forma de vida.
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