Luego de sobrevivir a un accidente, la entrenadora de atletismo Dana Milgrom (Shuana Macdonald) se despierta en un hospital paralizada y encarcelada en su propio cuerpo. Mientras trata de recuperar su control se enfrenta con un espíritu vengativo. Deberá luchar no solo con esa siniestra aparición, sino también con su marido y con quienes la rodean, que creen que ella sufre un colapso mental. El director Dennis Bartok elaboró una historia de terror que se aparta poco del género, aunque suma detalles que aumentan el suspenso para seguir la torturada existencia de su protagonista.
En las afueras del pueblo pampeano de Eduardo Castex se levanta un parque temático donde se representan diversos aspectos de la vida de los dinosaurios. Todas las esculturas, más de treinta, hechas de cerámica y de hierro impactan por su escala real, que contrasta con la pequeñez del pueblo. Pero en esa comunidad hay también cosas que parecen no encajar en lo que podría presuponerse que ocurre en lugares como aquel, y una de ellas es la vida de Jorge "Cacho" Fortunsky, cuyo talento artístico se une a su ferviente deseo de dejar atrás su pasado marcado por la delincuencia. El director Luciano Zito sigue en este documental ficcionado la trayectoria de ese hombre de andar sereno, desde su juventud hasta la madurez y reflexiona sobre la necesidad, y la infrecuencia de las segundas oportunidades en la vida. El film eleva su potencia dramática a través de excelentes segmentos animados que recorren la vida del protagonista. Cacho se devela en El señor de los dinosaurios como un personaje atípico, que busca su verdadero camino a través de sus dibujos y de la necesidad de dejar atrás los recuerdos de su vida carcelaria.
Por la ciudad brasileña de San Pablo transitan numerosos habitantes anónimos ya resignados al largo camino que les toca andar. El efecto de un misterioso eclipse solar será el presagio de una noche llena de acontecimientos que cambiará la vida de nueve personas que viven diariamente sus angustias, su pasado y su presente. Hay en todos ellos el deseo de que sus vidas cambien y que se transformen, aunque sea por muy poco tiempo, en esperadas alegrías cotidianas. Dentro de este relato están un solitario hombre que espera resignado su muerte, una mujer angustiada por el porvenir de su pequeño hijo y pandillas dispuestas a la violencia para torcer sus destinos. Transformados en su devenir todos ellos se cruzarán inesperadamente en la vorágine de esa gran metrópolis retratando así el mosaico de emociones que los invaden. Historia coral, el film analiza la familia y las relaciones humanas dentro de ese marco que muestra la intolerancia a través de esos patéticos personajes a los que el director brasileño André Ristum, que en 2011 dio a conocer su galardonada ópera prima Mi país dotó de calidez y de gran hondura dramática. A través de largos planos secuencia se ofrece así una mirada profunda de esas relaciones a las que un excelente elenco permitió dar en este retrato pleno de emociones y de poesía que invade a una inmensa ciudad.
En la década del 30 los Hermanos Ávalos (Vitillo, Machingo, Adolfo, Roberto Wilson y Machaco) subieron por primera vez a un escenario en su Santiago del Estero natal y años después, ya en Buenos Aires, se convirtieron en uno de los conjuntos folclóricos más importantes del país. Del quinteto solo sobrevive Vitillo, quien aquí revive la trayectoria de ese grupo que con sus temas dieron emoción a la música autóctona. Los directores Jorgelina Zavalía Ávalos y Pablo Noé pasearon su cámara con calidez por la carrera de ese Vitillo que, a los 96 años, continúa demostrando su vitalidad, mientras figuras del folclore aportan el recuerdo de esos hermanos que tanto hicieron por nuestra música más tradicional.
Diez actrices, íconos populares de los años 70 y 80 y alejadas del público durante décadas, fueron convocadas en 2015 para protagonizar Extinguidas, una obra teatral dirigida por José María Muscari. El elenco estaba compuesto por Adriana Aguirre, Noemí Alan, Luisa Albinoni, Patricia Dal, Silvia Peyrou, Mimí Pons, Beatriz Salomón, Sandra Smith, Naanim Timoyko y Pata Villanueva, todas ellas, en su época de esplendor, caras de grandes éxitos televisivos, teatrales y cinematográficos. Los realizadores Guillermo Félix y Nicolás Teté recorrieron en este documental -visto en el Bafici 2017- las trayectorias de cada una de ellas con una cámara inquieta que muestra cómo se preparaban en los camarines, cómo eran los minutos previos a cada función y cómo se llevaban entre ellas. Además, y con toques melancólicos y cálidos, se introduce en sus vidas privadas buscando convertir al film no en retrato de su pasado, sino de su presente. Cada una de las artistas muestra aquí con gestos y con palabras sus existencias actuales y rememora los años en que cortaban el tránsito de la calle Corrientes con sus apariciones. Con el tiempo algunas se alejaron voluntariamente del público y otras lucharon por mantenerse vigentes en un mundo del espectáculo que ya no las valora como antes. El film logra su cometido al convertirse en un merecido tributo a esas actrices que, a pesar de todo, aún resplandecen en el imaginario popular.
A Rodolfo, a Andrés y a Emanuel los une un pasado lleno de dificultades. A causa de la pobreza y del abandono viven sus infancias al límite de la supervivencia. El director Fredy Grunberg toma a estos tres personajes quienes, frente a cámara, recuerdan esos años de desventuras en medio de la falta de comprensión de quienes los rodearon. Así, este documental va pautando sus vidas presentes mientras evoca, con calidez y emoción, aquellos tiempos de sinsabores que, no obstante, permitieron al trío llegar a la adultez con sus ansias de superación. Emotivo, el film se convierte en una mirada hacia esas vidas a las que el destino hizo surgir de la más honda desesperación.
Bruno (Facundo Gambandé) es un joven que conduce su motoneta por Buenos Aires realizando entregas de un local cuyos propietarios, una tía y un tío, realizan extraños experimentos con personas y con animales y comercializan el resultado como "Extraordinarios objetos". Sus amigos lo esperan ansiosos para asistir a un campeonato de videojuegos, pero un accidente cambia sus planes: a su tía le corta la cabeza un grupo de extraterrestes que se dedica a transformar a los humanos en seres de otro planeta. De allí en más, Bruno tratará de rescatar a esa mujer descabezada que rueda por los lugares más inverosímiles esquivando además a una civilización extraterrestre que tiene a la carne humana como delicatessen. Una bella chica (Cande Molfese) y una excéntrica artista ayudarán al muchacho a poner las cosas en su lugar en medio de alocadas aventuras pensadas para un público rotundamente familiar. El director Pablo Parés logró imprimir buen ritmo a esta comedia con componentes fantásticos y desfachatados, donde las peripecias se multiplican exponencialmente, redondeando así un film divertido que servirá, seguramente, para entretener al público más joven, cuyos gustos seguramente orientaron la elección de Gambandé y Molfese (ambos fueron parte del elenco de Violetta) para los roles centrales. Con alto perfil en las redes sociales, hacen aquí su debut cinematográfico con buenos resultados artísticos.
Dos muchachas brasileñas que aspiran a convertirse en exitosas actrices viajan a Rusia para profundizar la técnica Stanislavski. En Moscú comienzan a asistir a un conservatorio, pero entre nevadas, peleas y pasiones ambas terminarán borrando los límites de la escena y de la amistad. El film, coproducido entre Rusia y Brasil, se inspiró en un diario de viaje de la actriz y escritora Martha Nowill y hace pie, en medio de sus dos protagonistas, en mostrar la vida de los actores de la escena a través de la dificultad de la convivencia de dos culturas tan diferentes. El director Charly Braun logró narrar con calidez este entramado que tuvo en la propia Martha Nowill y en María Manoella a dos actrices que dieron emoción a sus personajes.
Un matrimonio y sus dos hijos emprenden un viaje en auto por un paraje desolado. Al llegar a un camping, tres enmascarados con inexplicables intenciones mortales comienzan a hostigarlos, en medio de corridas y desesperación. El director Johannes Roberts logró -por momentos- el suspenso necesario, pero poco a poco el guion repite situaciones que intentan dar originalidad a la historia, pero no hacen más que resaltar la naturaleza poco imaginativa de los sustos a los que somete al cuarteto protagónico. El elenco se esmeró en hacer creíbles sus rostros horrorizados y así el relato logra apenas ser un buen plato para los amantes del género.
Un joven de 19 años decide incorporarse al ejército. Desde ese día su existencia cambiará completamente: le asignan el puesto de tambor mayor en la banda militar y su nueva rutina combina el entrenamiento de guerra con ensayos musicales. El director Manuel Abramovich logró sobre esta base, con calidez y ternura, retratar la transformación de un adolescente de pueblo en un adulto lleno de incertidumbres que va conociendo un nuevo micromundo pleno de interrogantes y de heroísmo. Con un elenco que logró dar el exacto retrato a cada personaje, con una música acorde y una impecable línea técnica, el film logra insertarse en una temática que habla de una juventud dispuesta a comenzar un nuevo camino en sus vidas.