En un pequeño pueblo cercano a Marsella, Angéle, Joseph y Armand regresan a la casa que construyó su padre, ahora postrado. Angéle es actriz y vive en París; Joseph está enamorado de una muchacha más joven que él, mientras que Armand es el único de los hermanos que se quedó en Marsella para hacerse cargo de un pequeño restaurante familiar. Este encuentro se produce en el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor y del mundo fraternal que construyó en ese lugar mágico un restaurante simple y popular. El director Robert Guédiguian ( Marius y Jeanette, Las nieves del Kilimanjaro) entre otros, muestra en su nuevo film, de una manera delicada e impactante, que no siempre se tienen los mismos objetivos en la vida, y demostrando que hay aspectos más importantes que la gloria, la fortuna, la edad o el aspecto físico, como el amor, la compasión, la empatía y el perdón. Los tres hermanos de esta tierna historia, encarnados por un excelente elenco y apoyados por una bella fotografía, se enfrentarán cotidianamente, aunque de pronto todo cambiará en sus vidas cuando hallan a una joven y a dos niños refugiados de guerra, y así descubren que, por fin, vuelven a tener algo por lo que luchar.
El difícil regreso a casa Mónica, una bailarina de 47 años que reside en Buenos Aires, recibe una llamada desde España en la que se le informa que su padre está gravemente enfermo. Tras 20 años de ausencia ella se ve obligada a volver al remoto pueblo de Burgos en el que nació y cuando llega su progenitor ya ha fallecido. El frío invierno y la dificultad de vivir con su madre son duros elementos para esa Mónica que se refugia en lo que mejor conoce: la danza. En torno de esta trama la directora Meritxell Corell Aparicio se interna en esos dos seres incapaces de comunicarse y a los que Mónica García y Concha Canal aportan su calidez y su hondura. Coproducida por Argentina, España y Francia el film se convierte así en un viaje interior para aprender a vivir y a quererse mejor.
Kerem, hijo de una familia de clase alta de Estambul, está casado con Yesim y la mayor tristeza de ambos es no ser padres. Tras un trágico accidente en el que morirá Yesim, Kerem se sumirá en una continua incertidumbre y en pesadillas en las que seres misteriosos tratarán de hacerle creer que él fue el responsable de la muerte de su esposa. En su desesperación, llegará a un pequeño pueblo en el que un matrimonio y una gitana ciega tratarán de que ese hombre amargado pueda encontrar la fuerza para comenzar una nueva vida.El director turco Cagän Irmak logró así un crudo relato en el que el misterio y la esperanza se dan la mano para seguir el derrotero de ese Kerem, protagonizado por Engin Akyürek, estrella de la telenovela Kara Para Ask.
Coronel Vallejos es el nombre del pueblo ficticio en el que Manuel Puig ambientó la trama de sus célebres novelas La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969) y es, también, una postal agria de ese rincón de la pampa bonaerense que el escritor retrató con singular maestría basándose en su íntimo conocimiento de sus vecinos de infancia y juventud en General Villegas, donde nació en 1932. Sus habitantes nunca le perdonaron la ferocidad y el desdén con la que retrató al pueblo en su obra, y por lo tanto Puig nunca regresó. El director Carlos Castro describe en este emotivo documental, a través de diálogos y de fotografías de General Villegas, cómo el Coronel Vallejos de Puig impactó en la realidad pueblerina y los conflictos del autor con quienes se creyeron retratados en sus obras.
Tras perder a uno de los gemelos que esperaba en el parto, una madre primeriza es internada con un diagnóstico de depresión posparto. Teniendo en sus brazos al pequeño recién nacido sobreviviente es trasladada a un hospital donde, entre misteriosos individuos, comenzará a sospechar que lo que creía una condición clínica tras el trauma no es más que una herramienta para su supervivencia y la de su pequeño hijo, ya que está convencida de que un demonio no parará hasta arrebatarle a su bebé para poseerlo. Sombras amenazantes, gritos nocturnos y misterioso ruidos comenzarán a rondar a la mujer, hasta caer en un final inesperado. Todo parece envolverla en su ansia por salvar a su hijo recién nacido, pero nada es posible ya que el miedo la va consumiendo lentamente. El director Brandon Christensen, experto en este tipo de relatos, logró con ese material construir un thriller pleno de suspenso y de intriga en el que lo real y lo imaginario se combinarán a la perfección pera ilustrar este entramado que ofrece un nivel de extrema tensión. A la muy buena labor de Christie Burke como la joven madre se suma una excelente fotografía y una música que otorga el exacto clima a esta muestra del cine de terror que, sin duda, dejará más que satisfechos a los seguidores del género.
A partir de un material que comenzó a grabar Carmen Guarini mientras Fernando Birri rodaba un documental acerca de los 30 años de la muerte del Che Guevara, Ernesto Sabato, Eduardo Galeano, León Ferrari y Osvaldo Bayer son interrogados por ese realizador quien, además, se adentra en pueblos y aldeas siempre con la misma pregunta ¿perviven las utopías? Este cálido documental se completa con visitas a Cuba y a Roma, y entrevistas propias cuando ya la enfermedad lo tenía relegado a un rincón de su propia casa. Birri (murió en 2017) es la utopía misma en su manera de ver el mundo y de concebir el oficio de contar historias. Este documental retrata con indudable emoción a ese hombre que hizo del cine su forma de vida.
En el partido de Quimili se constituyó el 4 de agosto de 1990 el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, conocido como Mocase, una organización formada con objeto de reivindicar los derechos de los campesinos de esa provincia. Sus cerca de ocho mil familias integrantes defienden la posesión de las tierras que trabajan. Afirman que los dueños legales de esas hectáreas las adquirieron a precios irrisorios durante la última dictadura militar. Con su atenta y sagaz cámara, el director Martín Céspedes recorre en este documental las luchas cotidianas de esos pobladores que subsisten con la producción de algodón, así como de la cría de ganado caprino y bovino. La mirada del documentalista se posa no solo en los relatos de vida de varios de esos personajes angustiados por la miseria, sino que también muestra, a veces con crudeza, las estrategias a las que cada uno de ellos apela para subsistir en medio de ese monte santiagueño, a veces teñido de sangre como señala el título del largometraje. Las cálidas palabras de algunos de esos pobladores acerca de sus proyectos y sueños, pero también la reflexión sobre las tristes situaciones por las que atraviesan día a día se unen, además, al relato de una muerte violenta, a un juicio con suspenso y, siempre, a la fuerza vital de los protagonistas de este documental.
Mirta Regina Satz, mujer multifacética e inquieta, artista plástica, cantante y bailarina de tango, halló en el arte el refugio que le permitió transitar sus años de dolor y de desconcierto. Tras sobrevivir al atentado a la AMIA, lugar en el que ella trabajaba diariamente, a partir del 18 de julio de 1994 concentró todas sus energías en la labor de arte comunitario que desarrolla en su casona de Parque Patricios. Con entereza ella abrió sus puertas de ese espacio a todos quienes se acercaban a él y lo transformó en una usina de creatividad donde personas de todas las edades aprenden a compartir y a expresarse. En este contexto Mirta concibió la idea de realizar un mural colectivo y recordar a ese símbolo porteño que es Carlos Gardel, a partir del trabajo con pequeños trozos de azulejos que forman las cien caras del eterno cantor de tangos. Ricardo Piterbarg recorre en este cálido documental la trayectoria de esa mujer que sobrevivió a la catástrofe, y comprometió un nuevo rumbo para su vida. La propia Mirta se encarga de narrar a cámara todos los detalles del terror de esa mañana de 1994 apoyándose en fragmentos de noticieros y recortes de diarios. De su historia surge ikigai, término de origen japonés que significa, como la trayectoria de su protagonista, tener una razón para vivir.
Luego de 31 años en que se estrenó el primer film de esta serie de películas, en la que unos bañeros torpes viven una serie de locas aventuras veraniegas en las playas de Mar del Plata, estos personajes volvieron a la pantalla local en tres nuevas ediciones. Ahora llegó la quinta propuesta con la misma escueta receta cómica que en sus anteriores entregas. En este caso, los protagonistas son cuatro jóvenes que aspiran a convertirse en salvadores del propietario de un balneario quien está a punto de perder su titularidad y con ella, la fuente de trabajo de los protagonistas de esta película. De aquí en más la historia, o historieta, dirigida por Rodolfo Ledo, caerá en las más absurdas situaciones con eje playero, en las que gags tan antiguos como el cine mismo y un elenco carente de calidad (en esta entrega, a los ya tradicionales personajes de Pachu Peña , Pablo Granados y Gino Renni, como el propietario del parador, se suman los hermanos Alexander y Charlotte Caniggia, y también Mica Vicciconte y Sol Pérez) intentan reflotar la continuación de esta saga cinematográfica que, a pesar de sus buenos resultados en la taquilla, es de esperar tenga aquí su última entrega.
En el norte de La Pampa existió un pueblo que hoy yace tapado por sembradíos de soja. Su vida se cortó abruptamente en 1912 y muy poco sobrevivió de él en la memoria de los pobladores de la zona, hasta que hace cuatro años los alumnos de una escuela descubrieron que algo brillaba en la llanura. Eran miles de fragmentos desparramados y removidos por los arados que, al juntarse, ponían al descubierto enseres domésticos que estaban allí enterrados como un símbolo de que Miró había existido como pueblo. Sobre esta base la directora Franca González elaboró un cálido documental que revive, con entrevistas, fotos y recortes de diarios, lo que fue ese lugar que se halla escondido desde hace 106 años.