Efectivo romance lejos de los clichés Desde muy niños, Quentin y Margo compartieron juegos y travesuras. Él, tímido e introvertido, va sintiendo, con el paso del tiempo, que esa amistad se está convirtiendo en amor. Ella, en cambio, fantasea con viajes interminables, con cambiar su monótona vida pueblerina y con hallar un futuro que la haga feliz. Por eso, cuando ella recluta a Quentin para una venganza, él la seguirá sin dudar. Luego, esa joven que siempre ha sido un enigma y ahora es un completo misterio desaparece de la vida de Quentin. Con dos amigos, la novia de uno de ellos y una amiga de Margo, el enamorado recorrerá, en su viejo automóvil, kilómetros de caminos que lo conducirán desde su pequeño pueblo hacia Nueva York para encontrarla aprovechando las pistas que ella parece haber dejado cuidadosamente para asegurar su éxito. El director Jake Schreier supo manejar con habilidad este entramado que habla del valor de la amistad y del amor verdadero. El film nunca deja de entretener y escapa a los clichés del género y eso se debe, seguramente, a que sus responsables hallaron en la novela original varias puntas para mostrar, a veces con agudeza, otras con ternura, el valor de los más hondos sentimientos humanos. La pareja protagónica (buenos trabajos de Cara Delevingne y de Nat Wolff) tiene parte del mérito. Los impecables rubros técnicos suman otros valiosos elementos para que Ciudades de papel se transforme en una cálida mirada a la necesidad de amar, de ser amado y de perseguir quimeras.
Una idea que quedó a mitad de camino Sólo Gregorio, el viejo guardián del zoológico, sabe el secreto que oculta el parque. Por las noches, el cuidador mantiene diálogos con los animales que están tras las rejas y, sobre todo, con un gran orangután por quien siente un especial cariño. Este secreto llega a oídos de un poderoso empresario que desea apropiarse del simio para exhibirlo en Las Vegas. ¿Quién se atreverá a sacarlo de su hábitat y llevarlo al barco que lo conducirá fuera del país? Dos detectives privados, absolutamente torpes, elaboran distintos planes para robárselo y cobrar así la suculenta recompensa. Si en principio la trama promete cierta originalidad, pronto el guión cae en las redes de lo absurdo y la reiteración. El cúmulo de reiterados gags y de forzadas situaciones humorísticas impidió que sólidos comediantes como Emilio Disi, Fabián Gianola y Gladys Florimonte logren interesar a los pequeños destinatarios del film, que apenas sostiene sobre la base de muy buenos rubros técnicos y de algunas escenas que dejan una sonrisa. La idea requería bastante más.
Anconetani: historia de una pasión familiar Calidez y recuerdos. Sobre la base de ambos elementos transita este documental que habla de un hombre que, a los 91 años, sigue la tradición familiar de construir acordeones. Por su lúcida memoria se recrea la única fábrica de esos instrumentos musicales fundada por su padre, Giovanni Anconetani, a principios del siglo XX, quien había nacido en Loreto, Ancona, una región italiana especializada en la construcción de acordeones. Nazareno, el menor de cinco hermanos, es quien narra la historia comenzada por su progenitor llegado a la Argentina como representante de los famosos acordeones Paolo Soprani. Al dejar de venir las piezas importadas para armar estos instrumentos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Giovanni funda aquí su propia fábrica de acordeones. Nazareno, quien heredó el oficio, recrea frente a la cámara su artesanal manera de trabajar y la magia de sus relatos. Por ese taller que encierra la magia de la tarea diaria de un Anconetani siempre sonriente, que no deja un solo día de elaborar con sus manos los más difíciles artilugios de la fabricación de acordeones, pasan Raúl Barboza, Chango Spasiuk y Tarragó Ros. Los directores Silvia Di Florio y Gustavo Cataldi lograron un film emotivo que es, a la vez, un homenaje a los inmigrantes que dedicaron su pasión y su trabajo a construir un patrimonio y una identidad cultural.
Un sincero viaje al corazón Para reencontrarse con su padre, que se desempeña como médico en Israel tras su exilio en 2001 por problemas económicos, Ivo Aichenbaum acepta hacer un viaje cultural junto a un grupo de jóvenes judíos. Con una cámara portátil, el realizador registra esta experiencia, conjugando el extrañamiento de un hijo con su padre, y las vivencias de un tour diseñado para crear un sentimiento de cohesión entre visitantes de situaciones disímiles. A partir de una mirada tan crítica como incómoda, el documental muestra una constante exploración de los orígenes del judaísmo y su conexión con los movimientos de izquierda, problematizando temáticas como la herencia, la identidad, la ideología y el amor. La parte automática, cuyo título hace referencia a un juego infantil donde lo lúdico funciona como motor de creación de identidad, recorre sitios emblemáticos de Jerusalén y muestra su cultura, su religiosidad y su cotidianidad. Bello en su forma y en su música (no en vano Ivo Aichenbaum es diseñador de imagen y sonido), el film transita por el peregrinar del viajero, y lo hace mediante formas y colores que se combinan con esa búsqueda que el protagonista se impone. Bien vale, pues, tomar la mano del realizador para hacer juntos este casi mágico viaje.
Lugares comunes que no asustan La familia Lambert (padre, madre, un hijo y una hija) debió sortear difíciles y terroríficos escollos en los dos films que antecedieron a éste, estrenados en 2010 y 2013, respectivamente. Pero este género da posibilidades para que esas historias siempre puedan sumar algunos elementos más que se imbrican con las anteriores, y así en esta tercera franquicia la protagonista es Quinn, la hija adolescente que, perturbada por la muerte de su madre, acude a Elise Rainier, una mujer que convoca a los espíritus, para poder acercarse nuevamente a su progenitora. A regañadientes, Elise acepta, pero un accidente automovilístico dejará inmovilizada por algunos meses a Quinn, quien comienza a ver una sombra siniestra que la acecha cada vez con más saña. De aquí en más la trama no se aparta de esos giros tan sabidos en los films de este género: gritos de horror, ruidos misteriosos, rostros espantados y monstruosas criaturas que cercan cada vez más a la protagonista. El novel director Leigh Whanell, sobre la base de un guión propio, trató de ser original en el planteo de cada una de estas situaciones, pero apenas logró algún acierto en las escenas de suspenso y una mínima pintura de humor en un par de cazafantasmas que deciden intervenir para descorrer la maldición que cayó sobre la muchacha. No es mucho ni muy original lo que esta continuación aporta a este nuevo entramado.
Delincuentes de dientes prominentes En 1940 veinte castores canadienses fueron introducidos en la isla de Tierra del Fuego para el desarrollo de la industria peletera. El proyectó no tuvo éxito y los castores, sin depredadores naturales, se expendieron rápidamente por otras islas de la región hasta alcanzar los 150.000 ejemplares, que causaron la destrucción masiva de árboles y especies locales. Los conservacionistas están convencidos de que hay que eliminar esos roedores; otros están convencidos de que la erradicación es imposible y se oponen a su matanza. Los directores Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi recorrieron las vastas zonas patagónicas y allí dialogaron con biólogos, defensores de animales, científicos, educadores, expertos en pieles y veterinarios, y así, tras varios años de trabajo, surgió este interesante documental que sigue muy de cerca la trayectoria de esos castores que procuran vivir en las zonas más inhóspitas de esos lugares. Con una original combinación de imágenes sorprendentes, films de época, cocina, dibujos animados y entrevistas simpáticas y extravagantes, el dúo de realizadores logró plasmar una visión poco común de esta crisis ecológica. Con una gran originalidad en su montaje y en su fotografía, este documental registra la existencia inusual de estos animales muy lejos de sus tierras de origen.
Ciencia ficción indiferente Olga y Horacio son compañeros de trabajo. Una noche, un viaje en auto revelará un deseo mutuo que ambos ocultaban celosamente. Pero un desperfecto los dejará varados en un camino desierto, donde hallan una casa semiderruida en la que terminan atrapados y en la que encuentran pronto señales de la presencia de seres de otro planeta. Sobre esta base de ciencia ficción, género muy poco tratado en la cinematografía local, el director Ernesto Aguilar construye una trama algo morosa, apenas aligerada por alguna escena de suspenso, abrumada por largos diálogos entre la pareja de desgraciados amantes, que tratan de desentrañar su destino y la identidad de sus captores. Iñaki Moreno y Branda Pignolo procuran dar veracidad a sus respectivos personajes. Los rubros técnicos no salen de una mediocridad que se contradice con la intención de originalidad que asume el film.
Muchas preguntas sobre el viaje a la Luna Sobre la base de noticieros, datos científicos y testimonios de estudiosos del tema, los directores de Alunizaje recorren la historia de aquel primer viaje a la Luna y llegan a la conclusión de que lo que más se conoce de ese alunizaje son, justamente, las imágenes que lo registraron en 1969. Tal será el anclaje para debatir si -como rezan las teorías conspirativas- el único logro verdadero de la NASA en esa ocasión es haber conseguido plasmar en la Tierra imágenes capaces de convencer al público de que tamaña hazaña ocurrió en realidad (otros postulan que lo que se registró para la posteridad fue el segundo paso del hombre y no el primero). Así, el documental interesa por esa serie de preguntas que, en parte, provienen de un periodista norteamericano que estudió concienzudamente la carrera espacial y prosiguen con diversos relatos que llevan a los espectadores por un ameno camino por el que transitan preguntas lógicas, teorías disparatadas, datos sorprendentes y, sobre todo, esas imágenes que aún conmueven a quienes vuelven a verlas.
Las pesadillas de la ciencia En 1896, en la selva paraguaya, una niña de tres años de la etnia aché sobrevive a una masacre perpetrada por colonos blancos. Sus captores la bautizan con el nombre de Damiana y con el paso de los años, antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata convierten a la pequeña en objeto de interés científico en el marco de sus estudios. Damiana, a los catorce años, termina sus días internada en una institución psiquiátrica, donde sus autoridades la fotografiaron desnuda, antes de su muerte por tuberculosis, continuando con los análisis raciales que llevaban a cabo los investigadores. Luego de más de cien años, otro antropólogo identifica sus restos en el museo, aunque comprueba que falta su cabeza. Alejandro Fernández Mouján viajó con su cámara a la selva paraguaya, y allí, en largas conversaciones con descendientes de su etnia, hilvanan juntos su historia e intentan darle sepultura en la tierra de sus ancestros, aunque para ello deben recuperar su cabeza. hallada finalmente en el hospital Charité de Berlín. Una impecable fotografía, un excelente montaje y una música que va pautando con suaves acordes la historia hacen de este film un sincero homenaje a Damiana y su breve y trágica vida, devolviéndole la dignidad y la humanidad perdidas.
Un pasado desconocido que se revela Tras años de un buen matrimonio, Juan y Juana deciden separarse, aunque la adaptación a la nueva vida no les resulta fácil, ya que todavía quedan retazos de amor, especialmente en él, un escritor taciturno e introvertido que muere poco después. Juana no puede reprimir su dolor y se ampara en la soledad de su casa, donde están los manuscritos de Juan, para una futura novela, a través de los cuales descubre una zona insospechada del pasado de él. El film ahonda en esos sentimientos, contradictorios muchas veces, que se descubren al mirar al otro desde una perspectiva diferente y hasta encontrando puntos de atracción desconocidos. El replanteo de todo lo vivido es lo que se halla en el trasfondo de esta historia. El director cordobés Franco Verdoia y el bonaerense Pablo Bardauil lograron construir ese clima tenso y por momentos violento en el que se mueven estos personajes. María Onetto logra penetrar en esa mujer que descubre lo que nunca había pensado de su marido, mientras que Carlos Belloso, alejado de sus habituales tipos, compone con calidez a ese escritor envuelto en el misterio.