LA DICTADURA, ENTRE LOS MUROS La historia narra el mundo del Colegio Nacional de Buenos Aires durante los días previos a la guerra de Malvinas en 1982, desde el punto de vista de una preceptora de secundaria. La mirada invisible es aquélla que la celadora debía poner en práctica para descubrir a los subversivos al sistema dictatorial reinante. Y es lo que le ordena su superior, el jefe de preceptores, el Sr. Biasutto: le solicita que mire sin ser vista, que custodie en silencio que las reglas se cumplan, desde no traicionar al color azul que debía llevarse en las medias, hasta que los botones de las camisas estén todos prendidos. A partir de allí, María Teresa (o Marita) pone en práctica la orden recibida y, en el afán de descubrir a alumnos fumadores, comienza a esconderse en los baños de los varones para sorprenderlos y llevarlos ante el prefecto, y poco a poco hace de ello un hábito oscuramente excitante, que la enfrenta con sus placeres más ocultos. Basada en la novela “Ciencias Morales”, de Martín Kohan, y rodada en tres colegios diferentes y en el Congreso Nacional (ante la negativa del verdadero colegio Nacional Buenos Aires de filmar allí), la tercera película de Diego Lerman es más descriptiva que narrativa y, si bien de puede tildar como “pecado” el hecho de que un filme se preocupe más por describir que por narrar, la historia resulta de lo más impactante. A través de una trama muy sencilla y singular aparece en toda su dimensión el sistema autoritario de la época. Todo lo referente a la represión, la militancia, las desapariciones están fuera de campo; la realidad se circunscribe, en un altísimo porcentaje, dentro de las paredes de la escuela: en sus pasillos, sus aulas, su sala de preceptores, sus baños. El guión gira alrededor de su protagonista, en torno a su vida, a su trabajo y a sus deseos íntimos. Como la pianista de “La profesora de piano” de Haneke (en la que veíamos al personaje protagónico cumpliendo sus clandestinos deseos sexuales, cercanos a la perversión), Marita merodea los baños de varones, se oculta en uno de los lockers y hace pis o se masturba en silencio en el preciso momento en que alguien entra y se para en el mingitorio para hacer sus necesidades. Es un personaje muy reprimido, en el sentido de que no puede sacar afuera nada de lo que siente, lo que le pasa hormonalmente. En su afán por cumplir con esas reglas y esa obsesión, aflora algo que no controla. La labor de Julieta Zylberberg es lo más destacado: le suministra a su personaje la perfecta ambigüedad de ser victimaria (por el rol vigilador que desarrolla constantemente) y víctima (por encontrarse muy sola en un mundo al que parece no pertenecer). El plano-secuencia de la violación en el baño es el momento de mayor tensión y le permite (finalmente) explotar y tomar una decisión propia, de ella. Osmar Nuñez, como su jefe, la secunda excelentemente, dotando a su Sr. Biasutto de cinismo y violencia. También resulta atrayente la inclusión del papel de la abuela de Marita, a cargo de la gran Marta Lubos, poniendo un poco de blandura a tanta rigidez que exuda el guión. El último plano del filme, una panorámica del patio del colegio irrumpida lentamente por un sonido de disturbios callejeros lejanos (el pueblo argentino vitoreando al Presidente Galtieri), es el cierre perfecto para coronar “La mirada invisible”. A propósito: Diego Lerman nació en Buenos Aires el exacto día en que el golpe militar derrocaba al gobierno nacional: el 24 de Marzo de 1976. Curioso…
Ben es un egocéntrico que sólo le importa vivir su vida, sin afectarle demasiado lo que sienta su presente novia, su ex mujer, su única hija o su pequeño nieto. Sexagenario, se comporta como un adolescente con la testosterona por los aires, intentando seducir a jovencitas para llevarlas a la cama y demostrar que aún está vivo, que le queda un gran futuro por vivir. Pero no todo se vería igual si, al comienzo del filme, no se mostrara la escena en la que su médico de cabecera le recomienda a Ben cuidar su corazón, porque algo no anda bien. No es gratuita esta escena y es determinante para ¿comprender? la actitud de Ben. Ansiando recomponer su magro presente económico y laboral, intentará también restaurar su vida afectiva, pero Ben es Ben, y los cambios no son tan viables . Filme en donde lo que más interesa de la trama es a quién le pasa, y no precisamente qué pasa. La película de Brian Koppelman se coloca enfocada claramente al personaje central. Personaje e historia van de la mano, pero es el primero el que gana protagonismo en este guión. Michael Douglas permite mostrarse como antihéroe, luego de haberlo visto por décadas como el superhombre que le hacía frente a maléficos antagonistas, perversos de turno y asesinas sexys. Completan el elenco Danny De Vito, Susan Sarandon, Jenna Fischer, Mary-Louise Parker, Jesse Eisenberg, Imogen Poots y Ben Shenkman. Lo mejor, obviamente, es Douglas y su creíble personificación. Y el último plano del filme; en el que la suerte, el destino o el futuro del personaje se está por definir, resulta uno de los puntos más interesantes, dado que le queda al espectador armar la escena siguiente. Aunque, si conocimos algo a Ben durante 90 minutos, sabemos qué camino tomará... ¿o no?
Ashton Kutcher parece haber encontrado la fórmula para sentirse cómodo en determinado tipo de películas y, a pesar de haber incursionado alguna vez en un terreno más dramático (Guardianes de alta mar, Efectos personales) siempre vuelve a lo que (supuestamente) mejor sabe hacer. Lo que sucede es que elige pésimos guiones y, si bien las producciones de las que participa son importantes (por elenco, por locaciones, por puesta en escena), cuando no hay una buena historia bien contada, ningún efecto especial puede salvar ninguna película. En este caso su protagonismo está mano a mano con Katherine Heigl (Grey´s anatomy, 27 bodas); ella es una informática que viaja con sus padres a la Costa Azul tras una disolución de pareja. Allí conoce a un sexy hombre, un espía del gobierno que le oculta su verdadera identidad. Pocos años más tarde se casan y empiezan una nueva vida en un barrio suburbano. Alejado de su arriesgado trabajo, al joven no tardará en venírsele en contra, y deberá huir de sus enemigos, involucrando a su flamante mujer. Sin aportar nada nuevo al subgénero que mezcla acción-romance y comedia, más que trepidantes escenas de persecuciones y sex appeal (ya lo había hecho mejor James Cameron con su “Mentiras verdaderas”), la pretendida comicidad se centra en la incompetencia de la mujer para enfrentar los peligros. El joven director Robert Luketic, responsable de "Legalmente rubia", "Una suegra de cuidado", "21, blackjack" y "La cruda verdad", también parece haber encontrado una línea de dirección en la que se siente mejor... Tom Selleck y Catherine O’Hara aportan desde un rol secundario sin salvar del bodrio a esta repetitiva historia.
PAPÁ, POR SIEMPRE... Así como en 1979 Dustin Hoffman debía hacerle frente a la separación de su esposa en "Kramer Vs. Kramer", y quedarse solo con su pequeño hijo, haciendo de padre y madre a la vez, nuestro protagonista pasa por algo parecido, aunque peor. Joe se enfrenta a lo impensable: quedarse viudo de repente y aceptar el reto del destino de tener que criar solo a Artie, su pequeño hijo de 6 años. Estamos en Australia, en una bella casa ubicada en las afueras de la ciudad, cercana a una playa, y Joe, importante periodista deportivo, deberá lidiar con su nueva vida, intentando equilibrar su trabajo y su enorme responsabilidad como padre. Tras la muerte de su mujer, decide reenfocar la vida familiar desde otra perspectiva. Tiene la ayuda de sus suegros, de una madre del colegio de su hijo, de su mejor amigo, y hasta de Harry, su adolescente hijo mayor (de un matrimonio anterior) que viene a visitarlo; sin embargo siente que colapsa, sin encontrar salida. Por momentos, su difunta esposa se le aparece para aconsejarlo, para acompañarlo, para paliar su soledad; y Joe sigue con su vida, pretendiendo lo mejor para sus hijos y para sí mismo. A pesar de que las cosas van mejorando de a poco, siempre está presente la falta de su otra mitad. Coproducción inglesa-australiana, “De vuelta a la vida”, basada en la obra autobiográfica "The Boys are Back In Town" de Simon Carr, resulta una bella película, de ésas que tienen momentos para emocionarse, pero por suerte no abusa de ellos y sale airosa del melodrama lacrimógeno que pudo haber sido. Si bien la locación agreste y natural elegida para insertar la casa del protagonista (una península en una playa australiana, rodeada de preciosos viñedos, hermosos atardeceres y olas rompiendo en las rocas) puede parecer algo manipulador para generar ser más vibrante, el filme se permite cierta poesía y deja fluir una emoción auténtica, dada la golpeada realidad de los protagonistas ante la pérdida. Pero Scott Hicks, director de la recordada "Shine", sabe fusionar también cierta complacencia esperanzadora para con ellos, y el resultado es efectivo, mostrándonos cómo puede ser la vida de un padre soltero que debe educar a dos hijos en un ambiente familiar masculino. La mirada de Hicks no resulta simplona o desabrida, sino inteligente y madura. El nombre detrás de la partitura musical para la película es Hal Lindes, ex guitarrista de una de las mejores bandas de rock de los 80: Dire Straits. Y es por ello que se escucha una guitarra eléctrica y acústica, con algún refuerzo de cuerdas y electrónica. En ese sentido, la partitura se mantiene en un tono sencillo y simple que se adapta magníficamente a la historia intimista que se cuenta. Clive Owen, a pesar de haberse mostrado rudo en muchos de sus anteriores roles, se deja revelar con una sensible interpretación, sincera, noble, en un filme en el que se destaca en las intensas escenas dialogadas con ambos hijos. El joven actor George MacKay le aporta a su Harry la sensación de encanto de alguien que fue herido al alejarse de su padre cuando era niño, pero que puede recuperarlo siendo ahora más grande. Y el más pequeño, Nicholas MacAnulty, da todo su auténtico encanto y alborotada personalidad, en un indispensable rol dentro del guión como lo es su inquieto y salvaje Artie. Los tres componen a una familia genuina hecha de jirones que Joe había desparramado a lo largo de su vida, donde los dos hermanastros empiezan a unir lazos y así Joe puede entender la importancia de unir a su familia nuevamente, en la estela de la pérdida de su esposa. Comenta Hicks a propósito de su obra: "No es un concepto muy elevado, ni una trama rebuscada. Es una historia personal e íntima sobre gente que intenta retomar el contacto y todas las cosas de las que se compone la vida: el amor, el dolor, el humor… Los ingredientes que se combinan para formar nuestro día a día". Mejor resumido, imposible.
Ida Irene Dalser fue una mujer italiana, amante y (aparentemente) primera esposa del dictador fascista Benito Mussolini, con quien, además, tuvo un hijo no reconocido por éste: Benito Albino. Los comprobantes de la unión matrimonial nunca fueron hallados, pero Ida insistía con que su historia era verdadera. Una vez que Mussolini subió al poder, Ida y su hijo fueron vigilados por la policía que trató de destruir todos los documentos que probaban la relación. Fue internada en distintos manicomios y la alejaron de su hijo pre-adolescente. En 1937 falleció por una hemorragia cerebral a los 57 años. Su hijo fue secuestrado por las autoridades fascistas, se le dijo que su madre había muerto y fue adoptado y educado en Milán. Benito insistía que el Duce era su padre, razón por la cual también lo internaron en un asilo donde murió a los 26 años. El duro filme de Marco Bellocchio recorre estas terribles instancias y se centra en la lucha de Ida por ser considerada por el hombre que ella amaba con devoción. Giovanna Mezzogiorno cumple una labor monumental y arrasa en la pantalla con su sola presencia, no sólo mostrando la fuerza inquebrantable de Ida, sino también su vulnerabilidad, su dolor, su frustración... La actriz realiza un tour de force interpretativo, incluso comparable con aquél de Maria Falconetti en "La Pasión de Juana de Arco" de Carl Dreyer, de 1928. A pesar de tener un largo (y excesivo) metraje, en el filme resultan muy especiales y logradas algunas escenas, como la del interrogatorio con los psicólogos o en la que se emociona en el cine viendo "El pibe" de Chaplin. También son valiosos los aportes de filmes documentales de la época, que se entremezclan con el de la ficción. Digno de mención es el actor Filippo Timi, en el doble rol de Mussolini padre e hijo.
ATRACCIÓN (HOMO)FATAL Es bastante común que ciertos matrimonios bien avenidos, en algún momento (y luego de dos décadas de permanecer juntos), se sientan distanciados y comiencen a mirar "para afuera". Las crisis en el matrimonio forman parte de la convivencia, no existe alguno que no haya pasado por una crisis importante que haya hecho tambalear la pareja. Existen varios tipos de crisis pero todas ellas implican un cambio en la relación, pudiendo salir ambos fortalecidos o en camino a una ruptura definitiva. Dentro de los conflictos más graves y difíciles de superar están los causados por la infidelidad: una vez descubierto el engaño, la relación del matrimonio suele romperse. Algo similar le sucede a Catherine, ginecóloga de alta sociedad, que sospecha que su esposo David, un maduro profesor inteligente y atractivo, muy idolatrado por su alumnado, le es infiel con una de sus estudiantes. Para colmo, sus coqueteos habituales con cualquier mujer hermosa que se le cruce (piropea a la moza de un restaurante frente a su esposa) no ayudan a disipar esas sospechas. En lugar de encarar el tema de frente, y para ponerlo a prueba, la mujer encargará los servicios de Chloe, una jovencita y muy atractiva acompañante sexual, para comprobar si su esposo es de los que se dejan seducir fácilmente. Generado el primer cruce “accidental” entre la joven y el hombre, Chloe se encuentra con Catherine y le confirma que su marido se dejó llevar por la tentación, dándole precisos detalles sobre el encuentro. Los calientes cuentos de Chloe sobre sus cruces con David embarcan a Catherine en un viaje de redescubrimiento sexual y sensual, que la hace distanciarse de su objetivo principal. Nace así un vínculo que desconocían, una relación que excede el marco contractual, dejando entrever en Chloe un inusual sentimiento hacia la mujer, sumando confusión al complejo escenario. Muy lejos de “El dulce porvenir” o “Ararat”, Atom Egoyan presenta una historia más digna de gracia que de reflexión. Cercana al estilo de dirección de Adrian Lyne (responsable de “Atracción fatal”, “Propuesta indecente”, “Infidelidad”, entre otras) lo antedicho respecto de la pérdida del objetivo principal del personaje de la mujer, aplica a su director. El planteamiento dramático inicial resultaba sugestivo y generaba cierto interés, pero a medida que avanza el metraje, el filme se convierte en una mediocre readaptación de una relación obsesiva. Lo que podía haber sido una profunda mirada acerca de las relaciones matrimoniales y sus devaneos, se diluye en una especie de thriller yankee, casi pochoclero. Los muy grandes Julianne Moore y Liam Neeson conforman el matrimonio en problemas, fracturado por culpa de los celos y las infidelidades. Amanda Seyfried (“Mamma mia”, “Querido John”) da vida a la protagonista del título, animándose a desnudarse ante cámara y jugar escenas de sexo lésbico, bien alejada de sus roles anteriores. A pesar de tener una muy estética puesta en escena (la casa del matrimonio se muestra muy bellamente fotografiada, y juega mucho con la transparencia de vidrios y ventanas), el filme, basado en la película francesa “Nathalie X” (2003) dirigida por Anne Fontaine, con Fanny Ardant, Emanuelle Béart y Gérard Depardieu, no logra elevarse y se conforma con el morbo que puede provocar la enmarañada cuestión. “Chloe” se presenta como un filme interesante en el que sin lugar a dudas destacan las interpretaciones de sus grandes actores, pero la nueva contribución de Egoyan resulta, al menos, cuestionable, y “solamente” entretiene (asumiendo que no era el único propósito).
ENIGMÁTICO Y APASIONANTE THRILLER DE UN DIRECTOR PRIVILEGIADO Cada regreso de Roman Polanski al cine resulta, cuanto menos, intrigante y sugestivo. En esta oportunidad elige adaptar la novela "El poder en la sombra" ("The ghost") del autor y periodista británico Robert Harris. Un joven escritor especializado en biografías es contratado para reescribir las memorias de Adam Lang, ex primer ministro inglés. La persona que se estaba encargando de la escritura era la mano derecha del ministro, pero ha muerto en un desgraciado (y sospechoso) accidente. Para esto, el escritor tiene que trasladarse a la moderna y fría mansión que el político tiene en una alejada isla de la zona costera de los Estados Unidos, asentarse en el apartado hotelito del lugar y visitar a diario al ministro para que, en sus tiempos libres, pueda darle las entrevistas necesarias para lograr la escritura. Sin embargo, al día siguiente de su llegada, un ex secretario del gabinete británico acusa al ministro de haber autorizado la apropiación ilegal de sospechosos de terrorismo y de entregarlos a la CIA para que los torture. Es por ello que el político deberá alejarse de la isla con todo su séquito, dejando solos en la mansión a su esposa (con quien se lleva pésimo) y al escritor que, con poco por hacer dada la ausencia del ministro, comienza a descubrir pistas que vinculan la muerte del anterior asistente con un oscuro secreto. La atmósfera creada por Polanski a través de la puesta en escena es sencillamente maravillosa, destacando no sólo la escenografía y las locaciones, sino la atrapante música de Alexandre Desplat. La soledad de la isla, lo apartado de la casa y el constante clima lluvioso aportan a la incomodidad que este personaje siente a lo largo de los días. La antipatía del primer ministro y la poca colaboración que le presta para escribir sus memorias generan en el joven la sensación constante de preguntarse “¿qué hago aquí?”; un escritor sin nombre que está en el centro mismo de la historia y, al mismo tiempo, resulta un espectador de los principales eventos, que tiene frente a sí un acertijo que irá descubriendo de a poco. La figura del escritor, interpretada por Ewan McGregor, indiscutido protagonista del 100% de las escenas del filme, fue uno de los grandes desafíos brillantemente cumplidos (de sólo pensar que el protagonista original era Hugh Grant eriza la piel). McGregor demuestra perfectamente los cambios que va teniendo su personaje, partiendo de cierta reticencia al momento de aceptar llevar el proyecto de escritura, hasta quedar totalmente involucrado con la investigación de hechos oscuros en el pasado del ministro. Son muy interesantes las presencias de Pierce Brosnan y Kim Catrall como el ministro y su asistente, pero muy especialmente la actuación de Olivia Williams, como la esposa del político, que porta un fuerte y decidido carácter y tendrá un rol preponderante en la definición de la historia. Tom Wilkinson también tiene una participación especial, muy breve, pero clave en el guión; y el veteranísimo Eli Wallach juega el papel de un habitante de la isla que, en una sola escena, le dará una pista vital al protagonista, sin dejar de mencionar la inclusión de una secuencia en la que el GPS de un auto funciona como el mejor aliado para desenmarañar un enigma. Misterio, suspenso, secretos revelados y un clima oscuro, ominoso, sombrío y gris resultan el entorno perfecto para este thriller político Ganador del 'Oso de Plata' en el Festival Internacional de Cine de Berlín, que, sin estridencias, genera en el espectador el nervio necesario (y la sorpresa final) para degustar este Polanski auténtico.
EXPERIENCIA CINEMATOGRÁFICA PARADIGMÁTICA, ANGUSTIANTE Y FASCINANTE “El Origen” se basa en la premisa de que es posible compartir los sueños, y que éstos han sido diseñados para verse y sentirse completamente reales cuando se está en ellos. Y en ese estado subconsciente, los más profundos y más valiosos secretos de una persona están disponibles para quien los quiera. Así como “The Matrix” (1999), de los Hermanos Wachowski, o “Inland Empire” (2006) de David Lynch, o la misma “Memento” (2000) de Christopher Nolan, el presente filme tiene al sueño, los recuerdos y la virtualidad como ejes temáticos, y cada uno de ellos es paradigmático en la Historia del Cine. En el filme de los Wachowski, el mundo en el que creía vivir el protagonista no era más que una simulación virtual a la que estaba conectado, y los millones de personas que vivían conectadas a su alrededor, estaban siendo cultivadas del mismo modo. Esta especie de simulación interactiva era conocida como la matriz. En la obra de Lynch, la historia, retorcida y con tintes pesadillescos, se centra en una actriz que va a rodar una película, y el poder de sugestión del imaginario o la implicación emocional de ésta, hacen que pronto se borren las fronteras entre su persona y su personaje, desarrollando distintos niveles argumentales entremezclados, como las capas de una cebolla. En “Memento”, el protagonista sufre un trauma cerebral que le ha causado un tipo de amnesia, por lo que es incapaz de almacenar nuevos recuerdos. Aquí estamos frente a una historia de ciencia ficción, suspenso, acción, aventura y, también, con lugar para el drama. Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es un experto en extraer los secretos desde lo profundo del subconsciente durante el sueño, cuando la mente es más vulnerable. Es por eso que es siempre perseguido y vive huyendo, sin poder volver a ver a sus hijos. Un acaudalado empresario (Ken Watanabe) le ofrece su ayuda, pero la condición es que debe “plantar” una idea en la mente de un heredero de un imperio de negocios (Cillian Murphy), para lo que deberá juntar a un equipo de expertos (Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy) y penetrar en los sueños de aquél. Pero Mallorie (Marion Cotillard), la difunta esposa de Cobb, se presenta constantemente en el paisaje de ensueño de su marido, haciéndole perder el control y poniendo en peligro la misión. Por ello deberán “meterse” en un sueño dentro del sueño y, a su vez, en el sueño dentro del último, generando un montaje de sueños alterno y paralelo cuádruple, presentados al espectador todos al mismo tiempo. Filmada en 6 países de 4 continentes diferentes; escrita, producida y dirigida por Nolan y con importantes participaciones de Michael Caine y Tom Berenger, el complejo guión crea un universo único, con lenguaje propio. Es de esos filmes que hay que volver a ver para seguir comprendiéndolo, para poder cerrarlo en nuestras cabezas, a pesar de que ni el mismo filme se cierra “como debe” y proporciona un gratísimo final abierto, como no podía ser de otra manera. Las actuaciones de todo el cast resultan absolutamente empáticas y funcionan a la perfección, con una incondicional química, así como el ajustado equipo que conforman en la ficción. Es trascendental la actuación de DiCaprio, porque no sólo le pone el cuerpo a las enormes secuencias de acción, sino que aporta la imprescindible cuota de drama que su personaje requiere, con el conflicto interno que acarrea y que se manifiesta al máximo en la última escena con su esposa (potente presencia de Cotillard). La vida sentimental de su personaje es el hilo conductor de la historia y con eso él logra llevar al público a través de la compleja trama de una manera muy clara. Ellen Page es otra de las sobresalientes y necesarias presencias, como Ariadne, la arquitecta encargada de diseñar los sueños, una joven que es inteligente y se ve metida en un ambiente completamente nuevo y una situación poco usual, y a pesar de todo lidia con ello de una manera muy elocuente; es un personaje que está al mismo nivel que el espectador del filme, al que le muestran este mundo por primera vez y que está dispuesto a explorarlo. Para algunos, esta película puede pecar de contar con escenas sobre-explicadas, pero resultan justificadas para lograr que el espectador pueda seguir el hilo de las acciones, comprendiendo mejor el “funcionamiento” del complejísimo sistema de sueños. Notable por su magnificencia, el filme presenta un guión con múltiples capas que requiere un enorme esfuerzo del espectador (en el buen sentido). Pocas películas pueden hacer comprometer de esta forma a quien la está viendo, porque demanda una milimétrica atención sobre los hechos que se van sucediendo. El guión y el montaje de la película son deslumbrantes y dejan sin palabras, y el diseño de producción de Guy Hendrix Dyas, junto a la enérgica músicalización de Hans Zimmer, elevan a "El origen" a categoría de película-paradigma. "Inception" es una experiencia cinematográfica única, angustiante y fascinante a la vez, para espectadores rigurosos, que se permitan insertarse en la genial ¿fantasía? planteada por el gran Nolan, cuyo virtuosismo narrativo alcanza su nivel más alto con esta propuesta insuperable.
Lisbeth Salander (Noomi Rapace, lo mejor del filme) vuelve a protagonizar la (recontra)inflada saga de la serie Millenium. Esta vez el planteo de la historia nace con el asesinato brutal de dos colaboradores del pasquín Millennium y, por desgracia, las huellas de Lisbeth están en el arma homicida, lo que, sumado a su historial de comportamiento vengador, la colocan en el ojo de la tormenta. Es por ello que debe esconderse para no ser atrapada y hacer que la verdad se devele. Mientras, Mikael Blomkvist, editor jefe del diario, desespera por encontrarla antes de que la acorralen, por lo que se enfrentará a peligrosos criminales incluyendo a un grandulón rubio, temible y feroz asesino (de ésos que no hablan pero pegan duro), con una enfermedad que lo muestra incapaz de sentir dolor. Más allá de las bondades y calidades técnicas del producto, que las tiene y son muchas (especialmente la fotografía y la música), sigue sin convencer el papel del protagonista masculino otorgado al insípido Michael Nyqvist, con ínfulas de galán maduro (que, esta vez, tiene muchísimo menos peso y protagonismo, y queda medio diluído). Precedida por el éxito feroz de la serie completa de novelas de Stieg Larsson, convertida en el fenómeno literario del año pasado, y avalada, en cierta manera, por el capítulo 1 ya estrenado en la pantalla gigante, esta segunda parte resulta menos interesante que la anterior, en la que se incluía un enigma del pasado que resurgía en el presente. Esta vez, la historia se convierte en una pesquisa poco atrayente, con muy pocos aportes de interés.
WHAT A FEELING Influida por la cultura de los años 80, Natalia, una niña pre-adolescente que vive en esa época en Tacuarembó, un pequeño pueblo al norte de Uruguay, quiere ser famosa y, como muchas chicas de su generación, encuentra referentes en películas como "Flashdance" o programas de TV como Cristal, una famosa telenovela con Jeanette Rodriguez de la que no se pierde un capítulo. Sin embargo, a lo máximo que puede aspirar en su conservador pueblo es al título de Miss Tacuarembó, concurso de belleza local. Ya en el presente, la vida adulta de Natalia es muy diferente a la que siempre soñó. Treintañera, vive en Buenos Aires, luego de exiliarse de su pueblo para encontrar el éxito en la gran ciudad; pero la dura realidad la encuentra como animadora en Cristo Park, un parque de diversiones dedicado a Cristo. Intentando sobresalir de alguna manera, se presenta al ruidoso programa televisivo “Todo por un sueño”, un reality show que promete hacer realidad los sueños de los televidentes. Y esta vez tiene suerte y su sueño de ser cantante está a punto de ser cumplido, pero una asombrosa sorpresa la llevará nuevamente al pasado, a través de un inesperado reencuentro. Basada en el relato de Dani Umpi, la película de Martín Sastre acierta en la recreación de época, aquellos agitados años llenos de música y color, creando una obra graciosa y musical, con canciones pretenciosamente pegadizas que se intercalan en la narración. Buscada o no, la puesta en escena es la misma que en las películas musicales argentinas de los años 70 (con Palito Ortega y las Trillizas de oro), con más contras que pro, dado que la emparenta con el (¿mal?)llamado cine “berreta”. El director ha logrado reunir un elenco nutrido de reconocidos actores; esta coproducción entre Uruguay, Argentina y España tiene a Natalia Oreiro como protagonista absoluta (errando en otorgarle, además, el papel de Cándida, la malvada del pueblo, rol para nada logrado por la actriz uruguaya, a pesar del maquillaje). En manos de una actriz histriónica y con la edad acorde del personaje hubieran engrandecido algo más la película. Diego Reinhold aparece como el mejor amigo de Natalia, que la acompaña desde la infancia, cuando recreaban juntos las “coreo” de Flashdance. Reinhold repite sus últimos personajes televisivos: el gay querible y amigo del protagonista, aportando su voz y su baile, además de su carisma. Mike Amigorena representa a un Cristo corporizado, la española Rossy de Palma es la conductora diva del reality, Alejandro Tous tiene un mínimo aporte como el cura del pueblo, Graciela Borges tiene una participación especial, protagonizando un puñado de escenas, pero casi sin parlamento (tiene una sola línea de diálogo), y se suman al multitudinario elenco Melina Petriella y su hermana melliza Julieta, Mónica Villa, Ale Sergi (voz principal del grupo Miranda, autor de varias canciones del filme), el galán Boris Bakst y la mismísima Jeanette Rodriguez con su quirúrgico rostro. "Miss Tacuarembó" apunta a un público amplio y familiar, más especialmente a chicos incentivados por programas de TV que priorizan las canciones y las coreografías, pero al mismo tiempo hay cierto uso de un humor satírico y visualmente kitsch que se presenta como el modo con el que el director expone la historia. Es por ello que el tono de la misma resulta medio híbrida, sin decidirse entre un target adolescente y uno más adulto. Al margen de los expuesto, tiene escenas bien logradas, con números musicales divertidos y una gran simpatía de todos sus protagonistas.