DESPEDIDA DEL OGRO MÁS BUENO DE TODOS Felizmente casado y con tres hijos, la vida de Shrek se ha convertido en pueril y repetida (al menos para sus ojos). Asentado en el pantano con una vida hogareña que se le hace cada vez más tediosa, y añorando los días cuando se sentía como un verdadero ogro, Shrek es engañado para firmar un pacto con el astuto y malvado Rumpelstiltskin, en el que podrá pasar un día viviendo una vida diferente. Si embargo, el vil antagonista le ha tendido una trampa, y Shrek se encuentra en una versión alterna y retorcida de Un Lugar Muy Lejano, donde los ogros son perseguidos, Rumpelstiltskin es rey y Fiona es una amazona que encabeza la resistencia a la monarquía, y no sabe quién es Shrek. Tan pronto como Shrek se encuentra atascado en su nueva realidad, el aspecto, el tono y el color de la película cambian dramáticamente. Los paisajes profusos y verdosos se convierten en un páramo desértico, estéril y lóbrego, dominado por los colores dorados, verdes y grises oscuros. Todos los personajes de las anteriores películas están aquí, cada uno con un presente diferente, y con una participación especial del Flautista de Hamelin. Si bien esta vez el Burro y el Gato con Botas tienen menos protagonismo y poco peso en la historia, sigue siendo Shrek la indiscutida estrella, pero Fiona cobra bastante trascendencia en el guión. El filme, dirigido por Mike Mitchell, resulta, en su versión 3D, de una gran catarata audiovisual, más especialmente en el momento de las persecuciones y cuando las brujas voladoras hacen su aparición con bombas de humo. Con las voces de Mike Myers, Eddie Murphy, Cameron Diaz, Antonio Banderas, Julie Andrews, John Cleese y Walt Dohrn, Shrek 4 resulta de gran diversión para grandes y chicos, con algunas sutilezas sólo para los mayores, especialmente con el uso de temas musicales de los 70s. De esta manera terminan las aventuras de un ogro verde que comenzaron en 1995 cuando Jeffrey Katzenberg y su equipo de colaboradores en DreamWorks Animation comenzaron a desarrollar la parodia de los cuentos de hadas de William Steig para llevarla a la pantalla grande por primera vez. Después de cuatro películas, un Oscar como Mejor Película Animada, especiales de televisión, una obra musical para Broadway, atracciones en los parques de diversiones y numerosos premios de la industria de animación y efectos visuales, Shrek se ha convertido en un ícono mundial amado por millones. Se lo va a extrañar. Será cuestión de volver a ver una y otra vez sus inolvidables aventuras.
"Por tu culpa" bosqueja un drama doméstico que incluye acciones policiales y judiciales dentro de un marco urbano cotidiano. Anahí Berneri, su directora, autora de las anteriores “Un año sin amor” y la galardonada “Encarnación”, crea una película algo claustrofóbica, atascada, cerrada en el micromundo de una mujer en una noche cualquiera de su vida. Sólo que ésta será especial por una pequeña odisea que deberá vivir. Mientras sus hijos se preparan para ir a dormir, Julieta (treintañera mamá, como las de hoy, esas profesionales que no dejan de trabajar por ser madres) ordena como puede las cosas que Valentín y Teo, de 8 y 2 años, dejan tiradas por ahí. Y uno quiere jugar con sus autitos mientras el otro quiere ver tele. Es un domingo a la noche y ninguno de los dos quiere que el fin de semana se termine. Al rato, los chicos se divierten jugando a la lucha libre en la cama matrimonial, mientras su madre intenta terminar una entrega laboral. Los tres están solos en la casa; esa noche, su padre, aparentemente separado de Julieta, no cumplió con el trato de encargarse de ellos, pero ella debe cumplir con un trabajo; por lo tanto, debe desatenderlos inevitablemente. La escena, presentada mayormente con planos detalles que recortan todo y no muestran mucho, se extiende más de lo esperado y es entonces cuando, como espectadores, percibimos que el tono del filme será bastante especial, ya que, a más de 15 minutos de su inicio, la escena está agotada en sí misma y no aporta más nada que una realidad de todos los días, sin elipsis que hagan avanzar (o mejor dicho, comenzar) la historia. Pero (y aquí viene el pero) uno de los hijos, el más chiquito, cae al piso en un episodio confuso (que tampoco vemos y está casi fuera de campo) y Julieta decide llevarlo a la clínica para quedarse tranquila. Estando allí, y siempre comunicada por celular con su madre y su ex marido (que parecen no ayudarla demasiado) se da cuenta que, luego de revisar al niño, no la dejan ir, sospechando de maltrato familiar por parte de ella. Lo que sigue será la lucha de Julieta por poder irse de la clínica, ante la desaprobatoria mirada de médicos y personal del centro médico. Julieta no tiene un discurso que la desagravie, no protesta lo suficiente ante la acusación, y sus palabras son imprecisas, confusas, equívocas… Su inercia no permite al espectador poder tomar partido y, si bien la identificación con la protagonista del filme debería ser ineludible, la realidad es que su silencio genera poca identificación. Todo el tono de la película es algo desapacible, algo áspero, sin instancias de aparatosos clímax, con los que muchos directores podrían haberse tentado. El sonido tiene una preponderancia especial en el filme, jugando con los planos sonoros para dar protagonismo a ciertos sonidos que, usualmente, no se percibirían. La respiración profunda de Julieta abre el filme, acompañando al plano detalle de su rostro. También volvemos a escuchar su respiración al momento en que es trasladada en un patrullero, ante la denuncia que la clínica hace sobre ella. La cámara, siempre encima de su protagonista, acompañándola constantemente, describe de forma asfixiante su padecimiento. En su tercer largo, Anahí Berneri sorprende con una historia muy pequeña, casi de cortometraje, pero su dirección y la meritoria e intensa composición de Érica Rivas, mostrando a una Julieta cargada de dualidad y cierto comportamiento misterioso, hace crecer al filme a una gran altura. Con participaciones especiales de Nicasio y Zenon Galan, Marta Bianchi, Carlos Portaluppi, Osmar Núñez, Rubén Viani y Darío Levy, Berneri da muestras de buen cine, eso sí, para un público algo selecto, que disfrute de enfoques poco convencionales, incómodos, pertenecientes a un cine eminentemente de autor.
INUSUAL BELLEZA EN UN DOCUMENTAL La biología marina estudia los seres vivos que habitan los ecosistemas marinos. Los océanos cubren el 71 por ciento de la corteza terrestre, y se estima que sólo se ha investigado, hasta ahora, un 5 por ciento de la vida en los mismos. Jacques Cousteau fue un oficial naval francés, explorador e investigador que estudió el mar y varias formas de vida conocidas en el agua. Reveló la vida submarina a través de más de 115 documentales de televisión y películas para el cine, desde los años 50 en adelante. En este joven siglo 21 y con inusual belleza en este tipo de documentales, otros dos franceses también llamados Jacques, los directores Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, utilizaron 4 años de sus vidas para presentar este impecable documental sobre la vida en los océanos, y parecen hacer actuar a muchos de los protagonistas de este distinguido filme, dado que se presencian situaciones que parecen ficcionadas entre los habitantes de la fauna marina, como si los directores les indicaran qué hacer cuando la cámara se enciende. Con inmenso cuidado en la composición de encuadres, ya sea terrestres, aéreos o submarinos, nada parece librado al azar, todo parece recreado para la película: la cruenta pelea del cangrejo que le cuesta la vida; la horda de delfines surcando las olas por arriba y por debajo de la superficie; la desesperada carrera hacia el mar de las pequeñas tortuguitas recién nacidas que son alcanzadas por las gaviotas que se precipitan sobre ellas… La cámara cobra vida al igual que la fauna que retrata: fraterniza con los delfines, bailotea con las ballenas, nada con los atunes, juega con los cardúmenes… Con elementos de registro de alta generación, ya sea cámaras de alta definición especialmente diseñadas para el mundo submarino, hasta mini-helicópteros con cámaras de 35 mm o una grúa con cabeza giro-estabilizada para filmar el mar embravecido al ras de las olas, “Océanos” invita a un mundo (aparentemente) conocido por todo el público a través de cientos de documentales televisivos. Sin embargo, y como dicen sus propios autores, el filme “quiere ser una sinfonía natural donde la diversidad y los colores de la fauna salvaje aparecen en total libertad”. Indudablemente, lo cumple con creces, e invita a ser disfrutado (muchísimo más) en pantalla de cine. Casi finalizando el filme, en la galería de un museo de historia natural, los ojos de cristal de la enorme cantidad de especies marinas extintas, parecen interrogar a un anciano y a un niño (el mismo Perrin con su nieto) que los están mirando. Con un fuerte mensaje ecológico, la película resulta un regocijo para la vista y los oídos, pero también un fuerte alerta sobre la convivencia en paz entre el hombre y la enorme, vasta y bella fauna marina.
La tercera entrega de la saga Toy Story hace su aparición muchos años después de su antecesora, 11 exactamente. Y el guionista Michael Arndt no pasa esto por alto, y esos 11 años se hacen sentir en la historia de estos juguetes, ya que su dueño, el pequeño Andy de Toy Story 2, hoy es un jovencito a punto de ingresar a la universidad, y debe decidir qué hacer con sus viejos juguetes ya en desuso. Intempestivamente terminan todos en la guardería "Sunny Side" donde deben tratar de sobrevivir de descuidados niños de pre-escolar. El vaquerito Woody, especie de sheriff de trapo cuya voz era y sigue siendo la de Tom Hanks, juguete preferido de Andy, intentará salvar a sus amigos y hacerlos regresar con su dueño antes de que se vaya a la universidad, pero las cosas se complican, pues deberán enfrentarse a Lotso, un maligno oso de peluche que no les hará para nada fácil su estadía en el lugar; una especie de Padrino que lidera a todos los juguetes de allí. Para grandes y chicos, esta última (?) parte toca todos los sentidos, y todos los géneros cinematográficos, incluyendo escenas con mucha acción y peligro, con mucha diversión y con inesperados romances. Y también con Barbie & Ken como invitados muy especiales, que protagonizan uno de los momentos más cómicos de la película en un vestidor. Lógicamente están también Buzz Lightyear, el chanchito-alcancía Hamm, Rex el dinosaurio, el Sr. Y la Sra. Cara de papa, Slinky Dog el perro salchicha y elástico y la cowgirl Jezzie. Divertida, romántica, intrépida, dramática, sensible, entretenida, tierna, festiva, conmovedora, y todos los sinónimos que se ajusten a cualquiera de estos adjetivos, son factibles de calificar este bello filme, que se ha convertido en un fenómeno mundial y merece el título de clásico del cine de animación. Su increíble y emotivo final deja un pequeño nudito en la garganta que, quien lo desee, puede dejarlo fluir, permitiéndose algunas lágrimas por detrás de los anteojos 3D, mientras las luces de la sala oscura se encienden...
Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), un director de teatro, se encuentra en plena crisis en casi todos los aspectos de su vida: su mujer (Catherine Keener) se ha ido a Berlín con una amiga (Jennifer Jason Leigh) y llevándose a su hija; la posibilidad de una relación normal con una actriz que lo admira (Michelle Williams) o una cajera del teatro (Samantha Morton) resulta inconcebible; cree tener todo tipo de enfermedades, para lo cual visita a cuanto especialista médico esté disponible... Cotard decide entonces poner en escena su día a día con actores que encarnan tanto a él como a sus allegados. La obra se desarrollará dentro de un gigantesco almacén, en donde intentará recrear una réplica de la ciudad de Nueva York en tamaño natural. Lo estrambótico del planteo sólo se le puede ocurrir al genial guionista, y ahora director, Charlie Kaufman, autor de las consagradas "¿Quieres ser John Malkovich?", "Adaptation - El ladrón de orquídeas" y "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos". La primera parte del filme tiene un tratamiento medianamente convencional, pero conforme avanza la cinta, todo se vuelve cada vez más surrealista, donde la realidad del filme se confunde con la recreación de la vida del protagonista: ambas se mezclan constantemente y los personajes (del filme) se entrecruzan con sus alter ego de la obra que están ensayando... Inclusive, algunos de ellos se intercambian las identidades, generando una ensalada muy difícil de digerir. Al gran reparto se suman también grandes actrices como Dianne Wiest, Hope Davis y Emily Watson.
Aprovechando el súper éxito que fue la primera parte cinematográfica de las andanzas de Carrie y sus amigas en "Sex and the city: La película", esta secuela no podía hacerse esperar mucho más. Dos años después, la escritora más fashion de New York, ahora casada con Mr. Big (que le resultaba esquivo durante las 6 temporadas de la serie televisiva) se enfrenta a la rutina de un matrimonio que, muy entrelíneas, pide a gritos un hijo. Sin embargo, el flamante matrimonio asegura que solamente son ellos dos. Veremos si la parte 3 (si es que existe) no se apoyará en esta cuestión... En esta oportunidad, Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda (Sarah Jessica Parker, Kim Catrall, Kristin Davis y Cinthia Nixon), volarán 13 horas hacia Abu Dhabi, “Nuevo Medio Oriente”, tal como definen a los Emiratos Árabes Unidos, gracias a una invitación que recibe Samantha por su trabajo como RRPP. Es por ello que, más que Sex and the city, esto es más "Sex and the desert", dado que las 4 compinches mujeres llegarán al desierto, y lo disfrutarán, ya sea en grandes y caros automóviles, como también en camello, sin por eso perder el glamour que las caracteriza. El filme es entretenido y no pierde su ritmo, pero puede resultar algo tedioso para los que no conocen la serie de TV, ni hayan vivenciado junto a Carrie, su paso por su amada ciudad. Esta secuela pretende tocar temas como el amor después del casamiento, ser mujer y ser profesional, ser madre y lo que ello implica, la infidelidad, la menopausia, y algunos varios etcéteras. Ninguno de ellos se profundiza demasiado, ni parece ser lo que se pretende. Sí se encarga de acentuar la puesta en escena, donde su director, Michael Patrick King, se regodea con los lujosos escenarios de Oriente y con la ropa de sus protagonistas, que tienen más cambios de vestuario que una modelo. Era de imaginar: el filme sigue siendo fiel a la serie que le dio vida, y resulta atractivo para sus fans, y deplorable para los que no tienen idea de quién es Carrie Bradshaw...
John (Channing Tatum) es un soldado de las Fuerzas Especiales que durante su período de permiso va a visitar a su padre(Richard Jenkins) a Carolina del Sur. Savannah (Amanda Seyfried) es una bella e idealista estudiante universitaria de una acomodada familia sureña que está allí de vacaciones. Cuando ambos se conocen por casualidad en la playa, se sienten inmediatamente atraídos el uno por el otro; comienzan así un corto pero intensísimo romance de dos semanas, que es el tiempo que John tiene antes de volver a sus fuerzas. Antes de despedirse, prometen escribirse y, a través de una continua correspondencia, su amor florece y se profundiza a través de las cartas. Pero al cabo de un largo tiempo, las cosas cambian para ambos y, a la distancia, sus vidas dan un radical vuelco emocional que deberán afrontar, a pesar de todo el amor... La propuesta del director sueco Lasse Hallström apunta, una vez más en su filmografía, a cierto costado triste, trágico y lacrimógeno de las relaciones humanas, ya sean amorosas o familiares. Ya lo había hecho anteriormente con sus filmes más conocidos, como "Querido intruso", "¿A quién ama Gilbert Grape?", la oscarizada "Las reglas de la vida", "Atando cabos", entre otras. Basada en un libro de Nicholas Sparks (escritor de Diario de una pasión y Mensaje en una botella), esta "Querido John" tiene varios de los condimentos que hacen emocionar y lagrimear: amor a la distancia, cartas románticas, enfermedades incurables, atardeceres en la playa, canciones melancólicas y hasta imágenes de la voladura de las Torres Gemelas... La propuesta resulta atractiva y, en parte, conmovedora, aunque se vean algunos hilos argumentales algo manipuladores, pero hacia el final, esta historia de amor propone un giro emotivo que hace reflexionar y la salva de la obviedad.
Así como las sagas de Harry Potter o Crepúsculo, la trilogía policiaca "Millennium", de Stieg Larsson, se ha convertido en un colosal best-seller internacional. El primero de sus libros, "Los hombres que no amaban a las mujeres" ya se ha llevado al cine y las otras dos partes no tardarán en llegar. La trama tiene un interesante planteo: en 1966, Harriet Vanger desapareció en la mansión del poderoso clan de los Vanger. Su cuerpo nunca fue hallado pero, cuatro décadas después, su tío está convencido de que fue asesinada y que el homicida es un miembro de su propia familia. Contrata a Mikael Blomkvist, periodista caído en desgracia que dirige una publicación, "Millennium", dedicada a destapar escándalos financieros. Por una serie de azares, Mikael conoce a una extraña, huraña y marginada hacker informática, Lisbeth Salander, que lo ayudará en la investigación del caso. A lo largo de su búsqueda logran unir la desaparición de Harriet con una serie de chocantes asesinatos cometidos hace cuarenta años, desentrañando una oscura y horrible historia familiar en el seno de los Vanger. El director de la adaptación ha sido Niels Arden Oplev, que ha partido del guión de Nikolaj Arcel y Rasmus Heisterberg. Noomi Rapace interpreta el papel de la enigmática Lisbeth, mientras Michael Nyqvist da vida al protagonista. Si bien el filme tiene un buen arranque y una interesante presentación del personaje protagonista femenino, además de una brillante dirección de fotografía, la poca agraciada presencia de Nyqvist (¡¡es demasiado notoria su cabellera teñida!!) y ciertos lugares comunes ya vistos en cientos de filmes con asesinos seriales, la hunden. Lamentablemente incluye la clásica escena del protagonista atrapado por el asesino que, a punto de matarlo, le explica, mediante un caricaturesco monólogo, los motivos de su accionar. Por suerte, todo termina bien, ¡¡¡así se puede continuar con Millenium 2 y 3!!!
Michael Haneke, el reconocido director de cine austríaco, cuenta en su haber con las más altas distinciones del cine europeo y con la anuencia de la crítica mundial más cultivada. En su última película, La cinta blanca, colorea (en blanco y negro) el cuadro de una pequeña comunidad en un pueblito del norte de la Alemania inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial. Allí se suceden diversos sucesos de violencia, gestados por no se sabe quién, aunque se intuye con el rodar de la película. Esta obra intenta erigirse en una radiografía de una sociedad en la que se gestó uno de los regímenes políticos más funestos y deshonrosos de la historia de la humanidad: el nazismo. El maestro del pueblo es quien nos conduce por el relato en off, narrando en un presente (que no vemos, pero que escuchamos con su voz avejentada) los sucesos de los que fue testigo cuando tenía 31 años. Con exagerada sobriedad en la forma de relatar, Haneke vuelve a provocar (como ya lo había hecho – mucho mejor - en Funny games o La profesora de piano) con una obra algo extensa, claustrofóbica, de pretendido suspenso (logrado por lo que no se muestra) y con un ritmo aletargado, demorado. Sí resulta excelente la puesta en escena en cuanto a vestuario, maquillaje, fotografía, escenarios, acorde al tono del relato, pero sólo eso… El tratamiento de la historia y sus personajes genera tal distanciamiento del espectador que resulta imposible emocionarse o sentir empatía por algunas de sus criaturas. Quienes la vimos en el cine podemos dar cuenta de ello: compartimos una palpable sensación de inmutabilidad cuando las luces se encienden...
Lea de Lonval (Michelle Pfeiffer), una exitosa cortesana que hizo su fortuna seduciendo a los hombres con su exquisita belleza, sucumbe por primera vez al amor de un muchacho, a los 50 años. La historia está ubicada en París, durante la llamada Bella Época, ese momento de ensueño entre el siglo XIX y el XX. Stephen Frears, responsable de la popular "La reina" (2006) dirige y narra con una bella voz la historia con tono evocativo y voluptuoso. La belleza, elegancia y opulencia de los decorados son el eco perfecto en el que se desarrolla la trama. Junto a Michelle, en el reparto está Rupert Friend, el joven amor de la protagonista, y Kathy Bates como la madre del joven. “Chéri” vuelve a unir a Frears con Michelle Pfeiffer después de que trabajaran juntos hace veinte años en la genial “Relaciones peligrosas” (1988), al igual que Christopher Hampton, responsable del guión de ambas. La dirección artística es extraordinaria y recrea con precisión y perfección la era retratada. La deliciosa recreación de época fue capturada por la cámara de Darius Khondji y acompañada por la música de Alexandre Desplat. Pfeiffer demuestra una vez más que, detrás de su espectacular belleza, siempre hubo una gran solidez como actriz, además de portar sus años con dignidad y elegancia, sin operaciones estéticas a la vista.