PERO EL AMOR ES MÁS FUERTE Resulta interesante el planteo de pensar que existe un destino escrito para todos los mortales y que, al margen de creer que tenemos decisiones propias, nuestra vida ya fue determinada previamente y el destino se antepone a la voluntad. David Norris es un congresista y durante la noche de su mayor derrota política conoce a Elise, una joven bailarina, que levanta el ánimo del alicaído político. Es un encuentro muy casual, inusual, en el que se enamoran a primera vista; y, aunque el destino sólo preveía ese único encuentro entre ellos, vuelven a cruzarse casualmente unos días después en un autobús, lo que hace que continúen su primer acercamiento. Es por ello que, habiendo desafiado a la suerte, los oficiales del bureau de ajustes (los agentes del destino del título local, con sobrios trajes grises e infaltable sombrero años 50s) están facultados para encauzar la vida de David, en la que se supone que la pareja no prolongue su relación. Estos agentes están acreditados para recorrer el mundo y, si alguien se sale del plan que tiene trazado, se encargan de ajustarlo para encaminar su destino. Reavivando una relación que no debería existir, David se enfrenta a estos agentes, que intentarán por los medios necesarios, alejarlo de Elise. Durante los siguientes años, el político tratará de ser más listo que este grupo de hombres que manipulan el destino, arriesgando su vida y el destino de la bailarina. Es uno de los mayores retos sentimentales para Matt Damon y Emily Blunt, y todo gira en torno al romance entre ellos. Pero lamentablemente no es cuantiosa (como debería) la química que se genera entre ambos, y eso descuenta puntos para lograr algo de identificación con la historia. Si bien comparten diálogos algo ingeniosos y chispeantes, no se ven tan amalgamados como nos gustaría. "Los agentes del destino" fue escrita para la pantalla y dirigida por George Nolfi (guionista de “La Nueva Gran Estafa”, co-guionista de “Bourne: El Ultimátum”) y está basada en el cuento corto Adjustment Team de Philip Dick (El Vengador del Futuro, Sentencia Previa, Blade Runner). Hay gran presencia de escenarios naturales de la ciudad de Nueva York: la azotea del 30 Rockefeller Centre; la Biblioteca Pública de Nueva York; el histórico Edificio de Aduanes en Manhattan; el Hotel Waldorf Astoria; el campo del Yankee Stadium; entre otros tantos. Con buenas secuencias de acción e interesante uso de los FX (especialmente el uso del chroma key) el filme no es de lo más redondo, pero plantea un tema interesante, mezclando acción, romance y un poquito de reflexión sobre desafiar el camino que, supuestamente, tenemos trazado de por vida.
UN PUENTE QUE DIFÍCILMENTE PUEDA CONSTRUIRSE "Aguas turbulentas” sitúa adecuadamente dos historias intensas acerca de personas que perdieron todo e intentan aceptar el pasado y su propio destino. Culpabilidad e inocencia, bien y mal, amor y odio, indulto y venganza: todos sentimientos que se mezclan de manera turbadora, controlando las emociones de los personajes y sus acciones. Tras cumplir su condena por haber sido acusado del asesinato de un niño, Thomas sale en libertad y comienza una nueva vida tocando el órgano en una iglesia. Allí se gana el respeto de sus superiores, que le dan casa y un sueldo, y conoce a la eclesiástica del lugar, que vive sola con su pequeño hijito. Todo parece estar en orden en la vida del joven músico, desconociendo que su apacible presente será alcanzado por su oscuro pasado. Agnes, una maestra, llega a la iglesia en una visita escolar y reconoce al organista como el joven que fue condenado por el asesinato de su hijo… Uno de los aspectos más interesantes del filme, además de las intensas actuaciones (considerando la “frialdad” de los noruegos), es el montaje, que elige contar la misma historia desde dos perspectivas fundamentalmente diferentes, viviendo y reviviendo las circunstancias de ambos personajes principales. En vez de verlas en montaje alternado, vemos primero el presente del joven y luego el de la mujer. Si bien tiene algunas situaciones algo forzadas en el guión, para generar más drama y cierto suspenso (la secuencia final en el arroyo turbulento), el filme no pierde intensidad y sostiene su ritmo. No sería raro ver una remake estadounidense (país acostumbrado a reversionar filmes), porque la historia y los sentimientos expresados son universales. “De Usynlige” (su tíulo original) data de 2008 y es la tercera película de la trilogía de Erik Poppe, que comenzó con “Schpaaa”, una historia sobre una banda de chicos, y continuó con la candidata de Noruega al Oscar, “Hawaii, Oslo” . Gran labor actoral de Trine Dyrholm y del joven Pål Hagen Valheim Sverre. El tema musical de Simon y Garfunkel “Bridge Over Troubled Water” (Puente sobre aguas turbulentas) suena en el órgano de la iglesia, y podría ser una metáfora de la relación entre el asesino y la mujer que perdió a su hijito en manos de éste… Es difícil que el dolor por la enorme pérdida pueda convertirse en un puente de comprensión entre ambos... O tal vez sí…
CRUDO RETRATO DE UN MATRIMONIO EN BAJA Cuando una pareja que se ama e intercambia anillos frente a un cura, cree que el matrimonio durará para siempre; que hay un compromiso total; que se logrará la felicidad, seguridad y confort; que se tendrá responsabilidad, atención y fidelidad, y además consideración por el compañero; que nunca jamás se volverán a sentir solos; que se podrán entender gradualmente, sin trances ni reyertas; que las relaciones sexuales serán inmejorables y que el buen sexo resolverá todos los problemas… Los motivos por los que un matrimonio decide poner fin a su unión pueden ser de cualquier índole, pero tienen en común la falta de respeto al otro miembro de la pareja en la gran mayoría de los casos y también la falta de entendimiento a la hora de comunicarse. Dean y Cindy (Ryan Gosling y Michelle Williams) llevan seis años de casados, en los cuales han tenido una increíble historia de amor y una adorable hijita de 5 años. Con el paso del tiempo, el amor por su esposo ya no es lo que era en un principio; Cindy ha perdido el interés por la relación. Él, en un intento por salvar la pareja, propone pasar la noche en un hotel temático, donde eligen (paradójicamente) la llamada "habitación del futuro". Desde allí volverán a ver cómo se conocieron, cómo se fue forjando su amor y cómo, irremediablemente, su relación empieza a deteriorarse, demostrando que los idilios más esperanzadores pueden llegar a hundirse y marcar la vida de las personas, para que éstas no vuelvan a ser las mismas. Este agudo drama de Derek Cianfrance sobre un matrimonio joven en su peor momento, retrata el vacío presente de la pareja, y expone el pasado sobre cómo se conocieron y qué los llevó a estar juntos. En un montaje paralelo, vemos avanzar el pasado y el presente de ambos, agudizando la diferencia de lo que fue el ayer y el hoy de los dos. Con una vida casi sin pretensiones pero también (a primera vista) carente de logros, estos dos jóvenes ven expirar su relación sin miras de un esperanzador happy end. Con una entrega actoral como no es tan usual ver, Williams (nominada al Oscar) y Gosling (olvidado por la Academia) dan todo por dotar a sus personajes del realismo necesario, y como espectadores sucumbimos junto a ellos. Su aspecto físico no solamente muestra el paso de los años; la forma de mirarse e interactuar es realista y totalmente creíble, según sean los sentimientos (de enorme pasión o enorme frustración) que tienen en los dos períodos trascendentales que se presentan en pantalla, radicalmente opuestos. Incluyendo escenas tan sensibles como otras inexorablemente fatales, “Blue Valentine” azota sin miramientos y manifiesta que el amor puede proponerse existir para siempre, pero también puede extinguirse, por más que en un tocadiscos suene incansablemente el “You and me” (Tú y yo) de Penny & the Quarters.
Mickey Haller es un joven abogado criminalista que dirige su profesión desde el asiento trasero de su coche Lincoln, con el que recorre las calles de Los Ángeles. Entre sus clientes hay gente de todo tipo, desde motociclistas hasta artistas, pasando por conductores borrachos o dealers. Todo se complica cuando Haller es contactado por un playboy de Beverly Hills arrestado por atacar a una prostituta. Lo que al principio parece un caso sencillo, termina por convertirse en un verdadero infierno para Haller en su búsqueda de la verdad. Interesante thriller de abogados, con una trama inteligente e intrincada. Conteniendo algunos clichés, el filme se presenta muy atrayente y capta la atención del espectador que se involucre con el caso que se está desarrollando. Matthew McCounaghey se calza su personaje con mucha dignidad y lleva adelante el relato, hasta un sorpresivo final (medio tirado de los pelos, pero...). El tratamiento es bastante clásico, y tiene el aroma de las películas de fines de los 70´s que, tranquilamente, podría haber protagonizado un joven Al Pacino. Gran lista de reconocidos actores aportan su profesionalismo en roles de reparto: Ryan Phillipe, Marisa Tomei, William H. Macy, Frances Fisher, Michael Paré, John Leguizamo, Michael Peña, Bob Gunton y Josh Lucas.
DRAMA, INTRIGA Y DENSIDAD EN UN THRILLER ESPAÑOL “Los ojos de Julia” es un entretenimiento sin demasiadas ínfulas, más que hacer pasar un buen (y escalofriante) rato, que cumple sobradamente con su cometido. Una buena muestra de suspenso terrorífico, con una historia bien armada y bien contada y una factura visual de lo más acabada. Guillermo Del Toro, coproductor también de "El orfanato" de J. A. Bayona, puso mucho de sí en este proyecto, y se nota, dado que la cinta tiene considerables elementos de la estética del filme de 2007. Esto es cine de género, uno de los marcos más propicios para contar cosas interesantes. Aquí, una mujer, Julia, sobrelleva un padecimiento degenerativo de la vista y está perdiendo visión progresivamente. Cuando su hermana gemela, ciega a causa de la misma enfermedad, aparece ahorcada en su casa, Julia decide investigar por su cuenta, ya que vislumbra que se trata de un asesinato. A medida que va develando la escalofriante verdad sobre los últimos días de vida de su hermana, ingresa cada vez más en un mundo de oscuridad, hasta que una serie de enigmáticas muertes y desapariciones atraviesan su camino, poniendo en riesgo su propia vida. Uno de los aspectos más notorios del filme es la fotografía de Óscar Faura. Dada la temática de la ceguera del personaje principal, hay que iluminar la oscuridad. Los encuadres son bellamente compuestos, y todos ellos aportan desde lo dramático. La dirección de arte de Balter Gallart es impecable. Al estar su personaje principal vendado en gran parte del metraje, todo es prácticamente oscuro en el filme, con poca saturación, donde el único rojo lo aporta la sangre; lo demás es verde, azul y gris. Por momentos la pantalla negra, sólo con audio, lo inunda todo, y vivimos lo mismo que su heroína protagónista. Belén Rueda es ya una experta en este tipo de roles y resulta creíble en su papel de Julia: una mujer normal metida en una situación insólita para ella, para intentar encontrar a un hombre invisible y combatirlo. Un viaje desde la calma y el control hacia un desbarajuste por el cual debe reinventarse. Ella se sumerge en un mundo de oscuridad, con el peligro de quedar atrapada en él. Rueda, al igual que en “El orfanato”, dota de gran humanidad a su Julia, no resulta como esos personajes sin dimensión de los típicos filmes de terror norteamericanos. Todas las angulaciones, todos los tamaños de planos, todos los movimientos de cámara se hacen presentes, dotando de una estética bellísima al filme, que es muy oscuro dado su tratamiento. Apagones, velas, linternas, flashes y relámpagos son las principales fuentes de luz (y penumbra); el cielo siempre se ve nublado, siempre llueve. Dramatismo, intriga y densidad son la clave para iluminar y sonorizar este guión, que su joven director Guillem Morales presenta como una historia de amor, melodrama y suspenso, mezclando géneros y articulándolos perfectamente. La dosificación de la información va sumando y complejizando la historia a medida que avanza, haciéndola crecer, aunque, tal vez, en otras instancias, el guión se desvíe un poco con la resolución del enigma y la figura algo exagerada del asesino lunático y su psiquis, así como también el tufillo de querer repetir el impresionante éxito comercial de “El orfanato”. Pero todo lo demás es tan bueno y se notan las ganas de querer contar un cuento de miedo, que da gusto vivir la experiencia inquietante de esta cinta española.
LA MEJOR COMEDIA DE ALLEN DE LA ÚLTIMA DÉCADA Luego de una exitosa experiencia en Europa donde, supuestamente, Woody Allen es más respetado, querido y mejor criticado que en su USA natal (Inglaterra, España, Francia fueron sedes de sus últimos rodajes), éste vuelve a su amada New York para retratar la existencia de un ser peculiar, muy similar a los protagonistas de muchas de sus obras. Su alter ego es Boris Yellnikoff, interpretado por Larry David, creador de la serie “Seinfeld”, uno de los shows más exitosos en la historia de la televisión, muy bien elegido para este rol. Este hombre que rezuma antipatía general hacia la especie humana, es un fallido suicida que conoce por casualidad (o por destino) a una joven del sur que vaga por las calles (cándidamente interpretada por Evan Rachel Wood) con la que comienza, contra todo pronóstico, un romance de lo más particular, a pesar de las trabas que ponen a la relación los ausentes padres de ella (Ed Begley y la exquisita Patricia Clarkson). Yellnikoff sufre constantes ataques de pánico, se considera un genio por haber estado cerca de ganar el Premio Nobel por sus trabajos sobre física cuántica, tiene un alto concepto de sí mismo y denosta a todo ser humano que no sea él mismo, incluyendo a su flamante y joven pareja, que lo ama por lo que es y por sentirse protegida. Los diferentes personajes principales y secundarios empezarán a modificarse, a encontrarse a sí mismos, a ser fieles a sus verdaderos sentimientos, a encontrar el amor, cualquiera sea su forma: heterosexual, homosexual, de a dos o de a tres, no importa cómo se es feliz… mientras la cosa funcione. Con los diálogos como base, Woody salpica los mismos con graciosos chistes y réplicas inteligentes, tanto en lo que dice el protagonista, así como también los roles secundarios. Además, elige un recurso previamente utilizado en su filmografía: la de hacer participar al público, esto es, que Boris nos hable directamente a nosotros, a los espectadores sentados en la sala, convirtiéndonos en cómplices de sus rabietas, sus miedos, pero también de sus más esperanzadoras reflexiones. Con acompañamientos musicales como las Sinfonías Nro. 5 y 9 de Beethoven, o la romántica Butterfly by de Heinz Kiessling, la jazzística Salty Bubble de Ray Ronnei, o la trompeta de Jackie Gleason, Allen vuelve a un estilo de otras épocas (no por nada el guión original del presente filme data de 1977); nos regala uno de sus viejos guiones, salpicado de cinismo, picardía, comicidad y la eterna lucha entre optimismo y pesimismo. Una de sus mejores comedias de la última década.
DE GOBIERNOS CORRUPTOS Y ESPÍAS DESCUBIERTOS Con un mejor título local que el original (“Fair game”, que podría traducirse como “Juego limpio”), “Poder que mata” presenta una historia verídica, bastante reciente, ocurrida en los EEUU post 11-S. Valerie Plame era una agente encubierta de la CIA cuya identidad fue filtrada a los medios por personal del gobierno norteamericano, en el mismo momento que estaba indagando sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Además, su marido, Joe Wilson, era un diplomático muy crítico con la política exterior de George W. Bush, por lo que se podría sospechar que había intenciones de venganza por parte del gobierno, en el hecho de delatar a Valerie. Por ello, el jefe de personal del vicepresidente, Dick Cheney, fue acusado de perjurio y obstrucción de la justicia. Basándose en el libro autobiográfico ‘Fair Game: My Life as a Spy, My Betrayal by the White House’ (Juego limpio: Mi vida como espía y la traición de la Casa Blanca), Doug Liman, director de "Jumper", "Señor y Señora Smith" e "Identidad desconocida", se puso al frente de este biopic sobre esta mujer y su esposo, aunque tiene un tratamiento más similar a los thrillers de acción. Sin embargo, el director se permite alternar este enfoque mezclando situaciones de la vida cotidiana del matrimonio protagonista: con sus hijos, con sus amigos, en la intimidad y, más especialmente, en la desdicha que les provoca la situación en la que están inmersos. La química entre la siempre excelente Naomi Watts y el siempre impecable (no tanto esta vez) Sean Penn, sigue intacta desde “21 gramos”: ambos se entregan incondicionalmente para contar una historia políticamente espinosa. Una gran escena, protagonizada por Penn, expresa unas cuantas verdades que muchos ciudadanos de un país sienten, y dice lo siguiente: La responsabilidad de un país no está en manos de unos pocos privilegiados. Estaremos libres de la tiranía mientras cada uno de nosotros recuerde su deber como ciudadano; ya sea para denunciar un bache en la calle o mentiras en el discurso ante el Congreso. Exijan la verdad, democracia no es clientelismo. Aquí es donde vivimos y donde lo harán nuestros hijos. Lo más interesante del filme (además de su veracidad) es justamente la alternancia de mostrar la doble vida de estas personas: la humanización de los personajes dentro de su casa y en su intimidad, por un lado; y la coraza que deben llevar puesta al enfrentarse a su trabajo diario. Sin embargo, el hecho verídico (y vergonzoso) en el que se basa el filme y que desnuda la manipulación de un gobierno por encima de su pueblo, tiene el peso suficiente para darle una oportunidad a esta película, siempre y cuando sirva, además de como entretenimiento, como vehículo para la reflexión acerca de la malversación del poder.
PENOSA COMEDIA CON GARRAFALES (Y SORPRENDENTES) CARENCIAS Ed Wood fue un director de cine norteamericano que quedó definido, a partir de su muerte en 1978, como el peor director de todos los tiempos, por su dirección desastrosa de Plan 9 del espacio sideral. Actualmente es valorado por algunos aficionados como director de culto, pasando a la Historia para siempre. Habrá que ver si Diego Rafecas se convertirá, con el tiempo, en el Wood argentino. En su última “obra” presenta la historia del reencuentro de dos sexagenarias hermanas (Moria Casán y Nacha Guevara) en el entierro de su padre (Enrique Pinti), titular y socio fundador de un mega holding de medios. La primera es la hija legítima y titular de la empresa familiar; la otra, no: es “La Reina de la Bailanta de González Catán”. Pertenecientes a mundos distintos, ambas se enfrentarán por la fortuna heredada, y por algo más. A grandes rasgos, esto es lo que se entiende del filme, dado que está poblado de largas escenas habladas (con diálogos algo absurdos, incoherentes, que poco suman); todas ellas editadas en montaje paralelo con situaciones pasadas, como para “aligerar” el ritmo del filme con la alternancia de flashbacks, lo que aturde aún más. Probablemente sea una de las peores películas (vistas por mí) de los últimos tiempos. Un filme con una enorme falencia de guión, actuaciones y montaje, tres de los grandes pilares de una obra audiovisual; pero, indefectiblemente, la ausencia de dirección o, mejor dicho, la presencia de una pésima dirección, lleva a “Cruzadas” al fracaso artístico y comercial que está teniendo. Resulta totalmente justificado que ésta resulte un chasco de película, cuyo director no puede comprender su fatal desacierto; y es lógico: resulta muy difícil para un autor ver cómo despedazan sin piedad la obra que, seguramente, le ha llevado enorme tiempo y esfuerzo durante años. Pero no es lo único que hay que poner para hacer cine; el talento juega un papel preponderante y, tal vez, Rafecas, en esta película al menos, demuestra una carencia radical, tajante. Ni los actores se salvan, incluso algunos de ellos muy buenos en otros espacios no cinematográficos, y otros (a mi modo de ver) con poquísimos aciertos artísticos: Tomás Fonzi, Willy Lemos, Alejandra Majluf, Chachi Telesco, Claudio Rissi, Gonzalo Suárez, Sebastián Cantoni, Carlos Belloso, Claudia Arbertario, Hernán Caire, ´Cabito´Massa Alcántara. El cineasta argentino, enojadísimo con la recepción crítica de su obra, acaba de proponer que llevará al Congreso una Ley para “abolir la crítica cinematográfica”. Explica, en un texto publicado en la red social más famosa, que la crítica de cine es una acción parasitaria, hecha por gente que no tiene idea alguna del cine, “que jamás hicieron un corto”, que es un “trabajo engañoso, impune y cobarde”. Cuando esa crítica de la que él se queja es prácticamente universal en contra de su filme, es extraño que esa unanimidad ni siquiera haga recapacitar al cineasta acerca de lo que ha hecho, levantando un manto de necedad y ceguera, sin un pequeño resquicio de autocrítica. Quien escribe no ha visto ningún filme (completo) de Rafecas, hasta hoy, con “Cruzadas”. La anterior, “Paco”, tuve que interrumpirla a poco de iniciada su reproducción (15 minutos aproximadamente) dado el “tratamiento televisivo” de los encuadres, las actuaciones y la edición de esos escasos primeros momentos. No he podido reseñarla (dado que no la he visto); sólo lo incluyo a modo de comentario, dado que me disponía a ver un producto cinematográfico (en DVD hogareño, lógicamente) y sentía estar vivenciando un capítulo del unitario televisivo “Sin condena”. Así y todo, con ese background, le di la posibilidad a “Cruzadas” (en el cine, pagando mi entrada) y no hizo más que confirmar lo más temido: la sensación de estar viendo una mala telecomedia. Y esto lo firma alguien que sí ha dirigido, producido y hasta actuado en cortometrajes. Digo… como para quedar afuera de la fauna inservible acusada por el director…
“Una esposa de mentira”, traducción incorrecta del título original “Just go with it”, es una comedia de enredos devenida en romántica, que parte de un guión teatral y que reúne a Adam Sandler y Jennifer Aniston en la usual trama de embrollos y complicaciones que aquí dirige el actor y realizador de “Zohan”, Dennis Dugan. Danny (Sandler) es un cirujano plástico y un mujeriego que conquista mujeres simulando ser un hombre casado. Pero sus mentiras casi son descubiertas por su joven novia, una maestra de escuela veinteañera, Palmer (Brooklyn Decker), que busca un verdadero compromiso y que Danny no quiere perder. Por ello, recurre a su asistente Katherine (Aniston), rogándole que finja ser su ex-mujer, con el objetivo de conseguir la reconciliación con Palmer. Por los embrollos del guión, terminarán todos haciendo un viaje de fin de semana a Hawaii, y pronto la mentira empieza a convertirse en una gran bola de nieve en la que se ven involucrados los hijos de Katherine y de la que Danny difícilmente podrá salir. Sandler nuevamente se embarca en el tipo de comedias que, supuestamente, mejor le salen. Resulta, a esta altura, algo poco creíble que un casi cincuentón actúe roles con características cuasi-adolescentes. Es cierto que la comedia admite concesiones para lograr la risa; pero Sandler ya está madurito para ciertos roles y es poco verosímil que una despampanante bomba que podría estar en la tapa de la Sports Illustrated sucumba a primera vista ante los encantos (?) de Adam… Ya no da… Salvando eso y algunos toques entre guarangos y escatológicos (muy de moda en la comedia norteamericana) el filme resulta bastante entretenido y las apariciones de los niños actores son graciosas, así como también la presencia de una gran estrella en un personaje secundario: nada menos que Nicole Kidman, como una amiga de la infancia del personaje de Aniston, que protagoniza junto a ella un par de simpáticas escenas.
CUANDO EL GATO NO ESTÁ... La referencia inmediata e inevitable para cualquier director que quiera hacer una película de género es la de Alfred Hitchcock, el llamado “Maestro del suspenso”. Es loable que Carlos Sorín, en su séptima película, haya abordado un guión de estas características. Los filmes argentinos le son algo esquivos al cine de género, incluyendo al propio Sorín, por lo que es para festejar que la cartelera local se vea engalanada por “El gato desaparece”. Si bien la historia es algo escueta, es meritorio que el suspenso crezca y se sostenga a lo largo de la cinta. Luis es un profesor universitario que es dado de alta de un instituto neuropsiquiátrico, al que fue a parar por una reacción violenta que tuvo contra un colega. Vuelve a su casa, con la medicación indispensablemente prescripta, para recobrar su matrimonio con Beatriz, y su contacto con su hija, con sus alumnos, y con Donatello, su gato negro, el único que no lo recibe bien. La relación con su esposa es fría y distante, pero no por lo que pueda estar pasándole a él, sino que, a raíz de la desaparición del gato, ella comenzará a transitar un período invadido por desconfianzas y pesadillas, que acrecientan su desvelo día a día y, especialmente, noche a noche. El gato es el que acentúa lo que ella cree que ocurre, y en ello va la historia hasta concluir en lo insospechado. En este breve resumen está la clave para descifrar el destino de los personajes, y Sorín, astutamente, se encarga de poner pistas y trampas, hasta arribar a un final impensado; un final que un cartel al inicio del filme se encarga de advertirle al espectador de tener cautela de no develarlo (recurso comercial que le dicen). Toda la puesta en escena está al servicio de este misterioso filme: la fotografía en scope (sistema de filmación caracterizado por el uso de imágenes amplias en el rodaje) de Julián Apezteguía, la música de Nicolás Sorín (hijo del director), la dirección de arte de Margarita Jusid y el sonido de José Luis Díaz; todos ellos aportan su talento para brindar una obra infrecuente en nuestro cine. Sus dos figuras medulares y casi excluyentes son un excelentemente medido y misterioso Luis Luque y una nerviosa y enorme Beatriz Spelzini, ésta última constituida como protagonista dominante del conflicto del guión, dueña de un rostro (con todas las arrugas no operadas de una mujer de 50) y una poderosa expresividad, lamentablemente desaprovechadas por la pantalla local. Sorín se encarga de sacarle todo el jugo para brindar un producto más que aceptable, esperando que no sea un único ejemplo en su filmografía, sino el comienzo del abordaje de otros nuevos caminos.