HERMANOS HUMANOS Desde la antigüedad, son reiterados los sucesos y fábulas de pugnas y desavenencias entre hermanos; celos, traición y hasta muerte forman parte de estas leyendas, y uno se pregunta: ¿Cómo puede ser que dos personas de la misma sangre, del mismo hogar, puedan llegar a eso? Juan (Guillermo Francella) y Luis (Arturo Puig) son hermanos y están testarudamente peleados hace años. Delfina (Rita Cortese), la tercera hermana, junto con la esposa de Luis, Nena (Mercedes Morán), intentan mediar en vano. La presencia de Juan en Buenos Aires, por cuestiones de salud, y en los días próximos al cumpleaños de su hija, exigirá a los hermanos a reunirse. Y no hay mucho más para contar, lamentablemente… Es destacado que Ana Katz se haya rodeado de cuatro grandes figuras de nuestro espectáculo (todos ellos con gran experiencia en teatro y TV); sin embargo, no alcanza para lograr un filme sumamente interesante, dada la ausencia de un conflicto que se desprenda de la propia acción. Los conflictos los tiene cada uno de los intérpretes, pero los acarrean desde la construcción misma de su perfil; no hay una situación conflictiva que haya que resolver, más que intentar componer la mala relación entre los dos hermanos (que nunca se explicita demasiado, basta con saber que la cuestión viene por uno o varios préstamos de dinero). Por lo que se logra ver, el rol de Francella es el del inconfundible laburante de clase media venida a menos, golpeado por la vida, que intenta subsistir; el de Puig es el de la contrafigura: aquélla que ha sorteado los embates de la economía argentina y tiene un buen pasar, vive en un country y juega al golf. Cortese es la hermana conciliadora, el puente entre ambos, que intenta ayudar a que ambos varones vuelvan a hablarse. La excusa perfecta es el atisbo de una enfermedad aparentemente degenerativa que tiene Francella, que servirá de móvil para lograr reunirlos. “Los Marziano” resulta ser una película de personajes, no de acción. Esto no quiere decir que sea mala, ya que resulta entretenida, tiene situaciones de la idiosincrasia argentina, que permite el reconocimiento y la empatía con los personajes en ciertas situaciones (como la escena con Daniel Hendler, como un médico que “maltrata”; o la del barman que prepara jugos con durazno en vez de con mango). No interesa tanto la trama de la historia, como sí el perfil del cuarteto protagonista. Resulta desventurado que la dirección de Katz, su puesta en escena y las creíbles actuaciones (tampoco superlativas) no logren completar una obra del todo atractiva; son personajes interesantes, pero insertos en un filme “sin historia”. Eso, en el cine, tiene costo. Al margen, toda la secuencia del cumpleaños, con la expectativa del encuentro entre hermanos en la escena final, consigue levantar un poco la baja puntería que el filme alcanza.
Hondo drama en el que un grupo familiar debe lidiar con la repentina pérdida de uno de sus miembros. En este caso, la muerte se le cruza al joven Bennet (Aaron Johnson), adolescente hijo mayor de una familia de cuatro, dejando solos a sus padres y hermano menor. Habiéndose enamorado de Rose, una chica de su escuela, decidió declararle su amor en medio de la ruta, dentro del auto que sería su tumba, luego de ser embestidos irremediablemente por una camioneta. La chica (la ascendente Carey Mulligan, revelación de "Enseñanza de vida" y la recientemente estrenada "Nunca me abandones"), se salva y, luego del entierro de su novio, se acercará a la destruída familia para anunciarles su embarazo, debiendo enfrentarse a diversas reacciones, tanto de su joven cuñado, como de sus devastados suegros. Cercano a un enfoque televisivo, el filme de Shana Feste logra conmover, más que nada por los grandes actores que dan vida a los roles protagónicos. Pierce Brosnan se muestra como nunca en un papel contenido, como el padre que debe soportar la pérdida y ser el sostén de su inestable esposa (Susan Sarandon); y ella, lo único que quiere, es que el hombre que atropelló a su hijo despierte del coma para preguntarle cómo fueron los últimos minutos de vida del joven (lograda escena de la gran actriz). Mulligan aporta su ternura y bello rostro a su delicada Rose que, prácticamente sola, se pone al hombro su destino como madre soltera, y lo afronta con determinación. Con algunos lugares comunes, inevitables en este tipo de tramas que describen el descalabro emocional de una familia por la pérdida de un hijo (así como lo hicieran filmes como "En el dormitorio" o, mucho antes, "Gente como uno"), la directora suma algunos flashbacks que describen la dulce pequeña historia de los jóvenes amantes, y agrega (sin aportar demasiado) un personaje que podría ser la amante del padre de familia, pero sólo aparece en un par de escenas que no modifican el curso de la historia. Filme de personajes, con interesantes actuaciones, "Prueba de amor" podría haber resultado como su título original (The greatest - El mejor), pero al menos entretiene y emociona.
UN MUY LINDO CUENTO ARGENTINO Una guerra constituye un hecho traumático para la sociedad en general; es un suceso que siempre deja secuelas, daños irreversibles físicos, psíquicos y sociales, principalmente en las personas que luchan directamente en el campo de batalla. La vida de los jóvenes sobrevivientes de la Guerra de Malvinas, que Argentina sostuvo con Gran Bretaña en 1982, tuvo una correlación en un antes y después de la guerra en la salud y en su inserción social. Con la pérdida de la guerra, ya no se los consideraba héroes, sino que eran condenados simbólicamente por la sociedad, dándoles la espalda y evitando hablar sobre este lamentable hecho. Roberto es uno de esos sobrevivientes (sólo que lo sabemos promediando el filme), un cincuentón solitario y obsesivo que tiene una ferretería de barrio y colecciona noticias del diario que le llaman su atención por lo paradójicas e increíbles, como aquélla en la que una vaca cayó desde un avión, matando a una jovencita. Un día, su repetida cotidianeidad se ve alterada por la aparición de un joven chino recién llegado a Buenos Aires, que no habla castellano y necesita encontrar a un familiar. Ante la poca colaboración de la policía y las embajadas, decide acogerlo por una semana hasta hallar una solución. En ese poco tiempo la hostil relación se irá modificando, llevando a Roberto a un necesario replanteo. Moviéndose muy cómodamente entre la comedia y el drama, Sebastián Borensztein (guionista y director) entrega una obra simple, directa, apta para todo tipo de público, sin segundas lecturas ni altamente reflexiva, pero muy argentina (a pesar del título). Sí se permite algunas “bajadas de línea” respecto a los gobiernos dictatoriales y a las fuerzas policiales. En el primer caso rememora la desdichada guerra de Malvinas a través de un flashback narrado por el protagonista (uno de los momentos más dramáticos de la cinta), que explica un poco (bastante) el accionar del personaje y su personalidad huraña, antipática, al borde de lo desagradable. En el segundo caso, incluye un personaje secundario de un policía que apela a su uniforme para degradar o tratar mal al protagonista, pero a su vez, ya sin atuendo policial, se lo muestra con comportamientos dignos de cualquier delincuente vengativo y prepotente, que pretende hacer justicia con revólver en mano y con golpes. Ricardo Darín es, indiscutiblemente, la “estrella” del cine nacional contemporáneo; su sólo nombre cautiva al espectador argentino que se entrega para verlo en todo tipo de roles, aunque en todos esos haya muchas cosas similares o repetitivas. La puteada porteña siempre es efectiva en el público argentino, y nos hace reconocer(nos), evidenciando nuestra idiosincrasia. Es por ello que nos reímos con los exabruptos de su Roberto, pero también nos emocionamos con su doliente pasado. Muriel Santa Ana y, muy sustancialmente, Ignacio Huang aportan su sensibilidad y carisma: la primera con su sinceridad y frescura; el segundo con sus gestos y miradas (no dice una sola palabra en castellano en todo el filme). Estamos ante una historia no necesariamente de amistad, pero sí de solidaridad, de amor al prójimo, del amparo frente al desamparo y, lógicamente, de la transformación interna de un hombre común. La metáfora más evidente de ese cambio se da en el que se produce en el patio de la casa de Roberto: un espacio desolado, arrumbado, lleno de porquerías del pasado que ocupan lugar sin sentido que, de a poco, es vaciado y puesto a nuevo, con una pared blanca recién pintada, con la caricatura de una vaca exuberante y colmada de vida. Una vaca que, en el pasado, en la vida del chino, fue sinónimo de pérdida desgraciada; pero, en la vida de Roberto, equivale al futuro y al amor en pareja que, en la última imagen del personaje de Muriel Santa Ana al lado de una vaca recién ordeñada, sintetiza el bello mensaje del filme.
La última obra cinematográfica de Paul Haggis (la oscarizada "Crash", "In the valley of Ellah") pone el foco en una familia, en un filme que comienza como un drama y deriva en un thriller con enorme suspenso e importantes dosis de acción. La película trata la historia de un matrimonio perfectamente normal (Russell Crowe y Elizabeth Banks), que de golpe ven cómo su serena cotidianeidad se vuelve patas para arriba: ella es incriminada por homicidio y condenada a 20 años de cárcel. A partir de aquí su marido agota, sin suerte, todos los medios legales para demostrar su inocencia, por lo que decide tomar cartas en el asunto por cuenta propia y liberar del encierro a su inocente mujer. Si estuviésemos hablando de un filme de los 90´s, hubiese sido un rol perfecto para Harrison Ford: aquél del hombre común que debe enfrentarse a un submundo criminal que le es ajeno, logrando su objetivo con creces, por supuesto. Sin perder de vista el género dramático, estamos ante una historia de perseverancia y amor. Indefectiblemente, en este tipo de películas, hay que ser, como espectadores, bastante concesivos, porque hay que creer que un profesor de literatura tiene una gran sagacidad y un poder de discernimiento formidables, como para despistar a todo un raid policial que los busca. Salvando eso (que seguramente para algunos no es poco) la historia se disfruta muchísimo y resulta muy entretenida a lo largo de sus más de 2 horas de metraje. A pesar de haber trabajado más como guionista, Haggis (que tiene en su haber los guiones de “Million dollar baby”, “Cartas desde Iwo Jima”, “Casino Royale” y hasta algunos capítulos de la vieja sitcom “Blanco y negro”) elige una historia que no le es propia: se trata de una remake de la cinta francesa de 2008 “Pour Elle”, escrita y dirigida por Fred Cavayé. Con participaciones especiales de Liam Neeson, Brian Dennehy, Olivia Wilde y Daniel Stern, la cinta de Haggis entretiene de principio a fin, aunque puede alejar a los que buscan situaciones 100% creíbles.
COMEDIA ROMÁNTICA DEVENIDA EN INTENSO DRAMA El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores. (Woody Allen). Pensar en sexo sin amor, hoy en nuestros días, ya no suena tan absurdo como quizá hace algunas décadas, sobre todo para las mujeres. Y ni hablar de los hombres... Soberbio, oportunista y, especialmente, mujeriego… Así es Jamie (Jake Gyllenhaal), un visitador médico de una importante mega empresa farmacéutica, que quiere triunfar a toda costa para armarse un futuro más que exitoso. Pero todo cambia cuando conoce a Maggie (Anne Hathaway), independiente y agraciada muchacha que tiene mucho en común con él: su entusiasmo al sexo sin ataduras; sólo que el formidable affaire que mantienen pronto va a mutar en otra cosa, trayendo los consabidos problemas de pareja, además de un tema espinoso que ella, en realidad, no esconde (pero este crítico no develará), que tiene mucho que ver con esa afición al no compromiso por parte de ella. Hay situaciones cuestionables, que acercan al filme al tratamiento clásico hollywoodense de comedias románticas, especialmente que, en un momento del desarrollo, el joven persiga con su auto el micro donde ella va, lo hace detener, se sube y todos los pasajeros expectantes por lo que él tenga que decir… El filme no se regodea en el hondo drama que trata; se sube a la acidez e ironía del personaje femenino, y regala diálogos sarcásticos, atractivos, fluidos y, también se permite los románticos. Por ello hay una mezcla de géneros a los que se les echa mano, incluyendo el romance, el drama, la comedia y hasta la denuncia. Edward Zwick (“Leyendas de pasión”, “El último Samurai”, “Diamante de sangre”) aprovecha para sugerir, indirectamente, una crítica a la poderosa industria farmacéutica, más centrada en agasajar a los médicos con cheques, muestras gratis y merchandising, que en cumplir con su (supuesto) objetivo sanador. La química entre ambos protagonistas es innegable. La mirada de Hatthaway expresa todo lo que su personaje quiere, desea, siente, busca… Emociona con sus ojos, y con sus lágrimas también. De igual modo, Gyllenhall tiene oportunidad de lucirse en este registro dramático, y lo logra también, humanizando a su personaje. Juntos trascienden la pantalla (además de verse muy sexys en varias escenas desnudos) y comprometen al espectador con una historia de amor… Una más, aunque no es poco.
Inspirada en hechos verdaderos, “The fighter” describe la dura pero a la vez humorística historia del regreso de un héroe del boxeo, Micky Ward, y de su hermanastro, Dicky Eklund, quienes se enfrentaron como contrincantes en la vida, para luego unirse y luchar para ganar un importante campeonato, y así vigorizar sus lazos familiares. Si bien el guión de “El ganador” recorre varios lugares comunes, harto vistos en este tipo de dramas (el campeón caído, el hermano desequilibrado, la madre controladora, la chica linda que se enamora del protagonista), se ve con mucho agrado por la empatía con sus personajes tan bien construidos. Lo mejor del filme tiene que ver con el casting. Todos los personajes (protagónicos o no) están perfectamente retratados, haciendo creíbles sus actitudes, sus formas de vestirse y de hablar, llenando de vida a Lowell, el pueblo donde todos se conocen. Christian Bale es, sin dudas, “el ganador” de esta película; compone su rol con una meticulosidad apabullante, con gran cantidad de kilos menos de lo que se lo suele ver, poniéndole todo el humor (y el drama al mismo tiempo) a su Dicky. Y, dado que tiene características algo alocadas y afectadas en su forma de hablar, uno puede pensar que, tal vez, ha exagerado en la composición. Sin embargo, los créditos de cierre son acompañados con un video en donde vemos a los verdaderos Dicky y Micky, y allí comprobamos que Bale es un grande, sin dudas. Lo lamentable es que se lo considere en los premios Oscar para actor de reparto, cuando el peso de su personaje es vital en la trama y lleva adelante una importante línea de acción junto al de Mark Wahlberg. Melissa Leo también se entrega a su rol de madre dura y firme, de ésas de temer, que vive con su segundo marido, un debilucho que la sigue a sol y sombra, y una gran cantidad de hijas adultas que actúan como niñas (y casi al unísono). La atinada fotografía se destaca principalmente por jugar con distintos formatos y texturas, subrayando las virtudes de una gran dirección artística.
GENIALES ACTUACIONES EN UN FILME SOBRE LA SUPERACIÓN Basada en la verdadera historia del Rey Jorge VI (padre de la actual reina de Inglaterra) el filme se concentra en la necesidad de un monarca de encontrar su propia voz. Luego de la muerte de su padre y habiendo abdicado su hermano al trono, Bertie (Colin Firth), que arrastra un problema en el habla y se le dificulta comunicarse, se ve inesperadamente coronado como Jorge VI de Inglaterra. El joven rey tartamudo, que no puede hilar una frase completa sin trastabillar, no logra superar su padecimiento; su incapacidad mina toda posibilidad de hacer prevalecer su voz ante su pueblo. Con un país a punto de entrar en guerra, es necesario que un líder fuerte se ponga al frente de una nación. Es por eso que la esposa del rey (Helena Bonham Carter) decide interceder y contacta a un actor australiano frustrado devenido en terapeuta del lenguaje (Geoffrey Rush), que con sus métodos poco ortodoxos intentará ayudar a Su Majestad en su pesar. Rodada en locaciones naturales de Londres y otros puntos del Reino Unido como South y West Yorkshire y Berkshire, entre otros, El discurso del Rey ha recibido hasta el momento excelentes comentarios. Candidato al Oscar al Mejor Actor en 2010 por “Sólo un hombre”, la ópera prima del diseñador Tom Ford, y candidato este 2011 por este filme (que seguramente recaerá en sus manos) Colin Firth entrega una gran interpretación como el atribulado rey que se auto flagela por no poder superarse. Compone difíciles diálogos entrecortados (por su tartamudez) con su contraparte, el gran Geoffrey Rush, un “oponente” de lujo, éste último intentando encontrar el hueco para hacer que Su Alteza se encuentre a sí mismo. Bellísimo filme sobre la autosuperación y la amistad entre seres dispares, casi opuestos. Un luminoso y talentoso elenco de mayoría de actores ingleses de raza secunda al trío protagónico: Michael Gambon (irlandés, pero adoptado por el cine inglés) como el viejo rey que muere y da paso a sus herederos; Timothy Spall, como un simpático Winston Churchill; Guy Pearce (el de Memento), como el inmaduro hermano del rey; y Derek Jacobi, como el arzobispo. El director londinense Tom Hooper (con experiencia en series televisivas) da muestra de un gran talento, entregando una obra exquisita, que reposa muy especialmente en la labor actoral, sin dejar de lado una cuidada fotografía a cargo de Danny Cohen, que utiliza especialmente poderosas lentes gran angulares que deforman las imágenes, para mostrar en su totalidad los bellos escenarios, pero también dando cuenta de las amargas sensaciones del rey. Seria candidata a llevarse importantes premios Oscar (¿se lo arrebatará a la favorita “The social network”?) esta “The king´s speech” da cuenta de que una pequeña historia excelentemente actuada y ambientada, puede ser una gran triunfadora.
AGRIDULCE RELATO DE VENGANZA Y PERSEVERANCIA El western es uno de los géneros cinematográficos más populares del cine estadounidense, es un género que les es propio y, por lo tanto, siempre es muy valorado por el público y la crítica especializada de ese país. Estas “películas del oeste” o “de vaqueros”, siempre han estado ambientadas en territorios inexplorados o en ciudades sin ley en las que los bandidos dominaban a sus anchas, pero el género se fue enfocando hacia la confrontación de los diversos personajes, adquiriendo un carácter cada vez más psicológico. "True Grit" es un western hecho y derecho, escrito y dirigido por los hermanos Coen y protagonizado por la jovencita Hailee Steinfeld, el maduro y consagrado Jeff Bridges, la participación breve pero crucial de Josh Brolin y un aporte secundario significativo de Matt Damon. El filme es una adaptación de la novela escrita por Charles Portis, la cual también fue adaptada al cine en 1969. Bridges interpreta a “Rooster” Cogburn, (representado en la original por John Wayne). Con 10 nominaciones a los premios Oscar, incluyendo una nominación como mejor película, la última de los hermanitos es seria candidata. Mattie Ross, una chica de 14 años, emprende una búsqueda para vengar la muerte de su padre a manos de un vagabundo llamado Tom Chaney (Brolin). Mattie convence a un oficial de policía, alcohólico y con sobrepeso (Bridges) para que se le una en su búsqueda. A su vez, un agente especial de Texas (Damon) los ayudará, pues también anda tras los pasos del maleante. La película es una road movie del lejano oeste (pero sin road = sin carretera), pues todo se centra en la travesía que implica ir en busca del asesino, el principal objetivo del personaje de la niña. Aquí los actantes están bien marcados: el sujeto protagonista es la jovencita, cuyo objetivo es encontrar y matar a Chaney; ésta le ordena al sheriff (mediante un pago de 100 dólares) ayudarla a encontrarlo, y ambos, junto a la ayuda del sheriff texano interpretado por Damon, intentarán darle cacería, no sin antes enfrentarse a muchos escollos, asesinos sin contemplaciones y al mismo entorno geográfico, con su peliagudo clima y sus amenazadoras alimañas. Uno de los grandes aciertos es “preparar” al espectador en la primera media hora de metraje, exhibiendo las características principales de los protagonistas, para estar al tanto de sus perfiles, sus necesidades, sus formas de ser y actuar. Eso demora la acción principal del guión, que es la travesía que estos protagonizan. Sin embargo eso se agradecerá más adelante, durante el desarrollo y, muy especialmente, sobre el final, amargo, áspero, desencantado, para nada condescendiente con los personajes ni con el espectador. Carter Burwell es el responsable de la música, autor de la magnífica banda sonora que, aunque no ha conseguido encontrarse entre los nominados a mejor canción o mejor música original de los Oscar, está recibiendo buenas valoraciones de aquéllos que ya han adquirido el álbum. Su música hace lucir los grandes planos generales del paisaje, así como también las instancias de acción y suspenso, donde sus notas se mezclan con los múltiples disparos de humeantes pistolas. El piano solo, en cambio, subraya aquellos momentos más desventurados, que dejan una sensación agridulce cuando una madura Mattie se aleja de cámara, sola, hacia el horizonte…
Basada en el libro Multimillonarios por accidente, de Ben Mezrich, “Red social” narra la historia de la conocida red Facebook. La adaptación del guion, realizada por Aaron Sorkin, desnuda los entretelones de la creación de la conocida organización, fundada por jovencitos de 20 años, pertenecientes a la glorificada Universidad de Harvard. Los papeles protagónicos tienen a Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake encabezando el elenco, quienes interpretan a Mark Zuckerberg, Eduardo Saverin y Sean Parker respectivamente (los dos primeros, creadores de Facebook, y el último, fundador de Napster, quien en 2004 se unió a la presidencia de Facebook). Para desarrollar la red, Zuckerberg contó con el apoyo de sus compañeros de habitación de Harvard, pero el filme describe también la relación de Zuckerberg con los gemelos Winklevoss, miembros del equipo de remo de Harvard, quienes explican a Mark acerca de su idea de un nuevo sitio web: Harvard Connection. Mark decide ayudarlos, pero luego se abre solo y los mellizos lo acusan de robo de idea. Con la técnica de flashback vamos descubriendo paso a paso cómo se gestó la gran empresa, a manos de estos jóvenes siglo 21, que parecen estar de vuelta de todo. El presente tiene que ver con el careo entre el personaje de Eissenberg y Garfield, junto a sus abogados, para llegar a un arreglo económico, tras la pelea por las acciones de la mega empresa Facebook. No resultan tan creíbles los diálogos filosos, punzantes, con acelerado ritmo, en boca de jovencitos de entre 18 y 20 años. Todos saben qué decir, con un timing perfecto, con la frase justa, impecable... Pareciera que se deja entrever el libreto, la voz de los adultos en boca de los adolescentes. Posiblemente, un documental de Michael Moore sobre el tema hubiera sido más efectivo, más que esta “ficción” que lo único que hace es hacer hablar a sus personajes todo el tiempo. Las debilidades de un chico de 20 apenas están esbozadas (aunque, respecto a esto, lo que sí resulta verosímil es, en el final, ver a Mark, luego de haber testificado ante las demandas judiciales, presionando la tecla “Actualizar” una y otra vez sobre la página Facebook de su amada imposible, para ver si lo acepta: eso sí es de un veintañero!!!). Pareciera que, para el mundo, David Fincher ha alcanzado el tope con ésta, su última obra. Sin embargo, para este humilde crítico, cualquier otra película de su filmografía resulta más interesante, léase: Seven, The Game, Fight Club, Panic room, Zodiac, The curious case of Benjamin Button. Tal vez Hollywood lo premie con un Oscar a Mejor director, pero no resultaría justo que "The social network" gane el premio máximo. Cualquiera de sus 9 competidoras está por encima de ella.
IMPONENTE FILME CON UNA DESCOMUNAL NATALIE PORTMAN La esquizofrenia es un trastorno fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento. Los que la padecen tienen el sentimiento de estar controlados por fuerzas extrañas, poseen ideas delirantes que pueden ser extravagantes, con alteración de la percepción y autismo entendido como aislamiento. Nina (Natalie Portman) es una brillante bailarina; forma parte de una compañía de ballet de Nueva York y vive completamente absorbida por la danza. Al verla relacionarse con el resto de la gente y, especialmente, con su manipuladora madre (Barbara Hershey), es posible que padezca un malestar de estas características. Se la ve temerosa, amedrentada por todo la que la rodea. Es brillante en lo suyo y seguramente será elegida por el estricto director de la compañía (Vincent Cassel) para protagonizar el ballet “El lago de los cisnes” de Chaikovski, tema que la tiene muy tensa y estresada, porque está reemplazando a la veterana cabeza de compañía (Winona Ryder). La llegada de una nueva compañera, Lily (Mila Kunis), y la lógica rivalidad con ella se irá agudizando extraordinariamente a medida que se acerca el gran día del estreno. La puesta en escena del ballet necesita de una única bailarina que pueda representar dos roles: el del cisne blanco y el del cisne negro, muy opuestos entre sí, y a Nina se le hace difícil mostrarse sensual y voluptuosa como el cisne negro. En cambio, a Lily, parece no costarle el desafío, y esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión mental que la incapacitan para distinguir entre realidad y ficción. Los pensamientos desorganizados, los delirios, las alucinaciones, van haciendo estragos en la psiquis de la joven bailarina. Sabemos que estamos ante un tipo de personalidad esquizoide; sin embargo, al existir realmente el personaje de Lily, es difícil para el espectador separar qué es realidad y qué no, porque Lily la acosa constantemente intentando ser su amiga. Pero ese comportamiento viene cargado de una ambigüedad difícil de desentrañar. Aunque, tal vez, todo sea producto de la mente de Nina. Se juega mucho con los espejos de los salones de baile, de los camarines, de los baños o de la casa de la protagonista, creando falsos reflejos que aportan un dramatismo extraordinario al relato. Esto mismo sucede con el sonido, que desde el movimiento del subte, hasta los pequeños roces de los brazos y giros en los ensayos, tienen el característico sonido de los aleteos de las aves. La cámara, en continuo seguimiento de su protagonista en planos cercanos (ya sea de frente como por detrás) resulta opresiva, molesta, tanto como el sentimiento del personaje, en constante desequilibrio. Sobrellevamos su realidad a través de su percepción, y resistimos junto a ella los avatares de su entorno. Darren Aronofsky logra impactar con la mutación física que va sufriendo el personaje; nos duelen las plumas y los huesos de cisne que van poblando el cuerpo de Nina, lógicamente, dentro de su realidad. La película es un asfixiante viaje mental. El retrato de Portman de una artista bajo asedio resulta inolvidable, es imposible apartar los ojos de ella, y compone una de sus mejores actuaciones. Aronofsky cuenta esta temible historia con poderoso sentido visual, con suspenso y desasosiego. Con una calidad técnica prodigiosa, con actuaciones espléndidas del elenco y una música que acompaña y exalta los sentimientos de los personajes, "El cisne negro" es una celebración para el cine, llena de exquisitez y de talento. Una de las mejores películas del año que, seguramente, quedará en el recuerdo como un poderoso drama psicológico que estremece al espectador.