James Wan = gran capo del cine de terror. Si, sí, están Wes Craven, John Carpenter, M. Night Shyamalan en sus buenas épocas, algún hito fugaz como El Proyecto Blair Witch o la saga de Actividad Paranormal... pero Wan los sobrepasa a todos en cuanto a eficiencia narrativa. El tipo te hace pegar unos saltos de aquellos y sabe cómo asustar. Por eso despreció la ponchada de millones de dólares que le ofrecieron para dirigir la próxima de Rapido y Furioso; porque sabe que el horror es lo suyo. Es una lástima que se haya divorciado de su socio creativo Leigh Whannell, ya que ambos sabían construir escenarios espeluznantes. Ahora cuenta con otro equipo de guionistas que le elaboran un esqueleto de historia y dejan que Wan llene los blancos: "y los protagonistas llegan a una habitación oscura y... - improvisa Wan -". El Conjuro 2 está repleta de interminables situaciones tensas, y puedo asegurar que me la pasé al borde de la butaca la mayor parte del filme. Y si bien hay sustos por doquier, le encontré algo menos shockeante que El Conjuro o Insidious, las que considero las obras máximas de Wan (junto con Saw, pero ésa entra en otra categoría). Será que, cuando el clima de suspenso es permanente, uno termina esperando cualquier cosa impresionante y por eso la sorpresa es menor. Por ejemplo, no encontré ninguna secuencia de shock parecida a aquella del original en donde Lili Taylor se sentaba a descansar en la escalera del sótano con una vela y un par de manos invisibles le apagaba la candela de un aplauso. Para el impacto se precisan respiros y momentos de tranquilidad, y El Conjuro 2 no da ninguno en su última hora de desarrollo; prefiere el clima ominoso permanente y agotador antes que el shock aislado. En la ocasión anterior debatí sobre la cuestión de la veracidad de las investigaciones de los Warren - aquí, aún mas puesta en duda ya que se encuentran involucrados en un punto en el caso Amityville, el cual años mas tarde los mismos responsables reconocieron que se trataba de un engaño armado para llenarse los bolsillos -. Ahora, francamente, me importa un comino. Elaborar una ficción histórica y poner a los Warren como una especie de Mulder y Scully de los años 70, no me parece un sacrilegio. Si los casos fueron farsas o no - el caso de Endfield, Inglaterra está plagado de sospechas, con los niños haciendo ventriloquía y/o conspirando para mover los muebles en las horas mas inusitadas de la noche -, no me interesa. Estoy acá por el show que me ha preparado Wan y, guau, es tal como lo esperaba. Intenso, siniestro, sorprendente. ofertas software para estudios contables No sé si importa hablar de los detalles, ya que se trata de un filme para ir virgen y experimentarlo. Quizás haya detalles cuestionables - uno precisa ponerse una vacuna antitetánica antes de entrar a la casa de los Hodgson (¿cómo pueden vivir en semejante mugre?, ¿acaso no conocen el jabón Bao?); el sótano inundado, las paredes que rezuman humedad y empapelado podrido, pisos de madera apolillados y, lo peor, utilizan el agrietado y mugriento mobilario del dueño anterior, ya fallecido y convertido en el fantasma que aterroriza a todos -, pero el show despega de gran forma cuando los Warren llegan a Inglaterra. El siempre desabrido Patrick Wilson despierta valentía y honestidad y posee una quimica formidable con Vera Farmiga. La inglesita Madison Wolfe destila tortura y crueldad, en el rol de victima poseída por una entidad feroz y brutal. Las secuencias - especialmente con el "Hombre Torcido", personaje de una canción infantil bastante torturante - te hacen clavar las uñas en el asiento del sillón. Es Wan en su salsa: creando ambientes plagados de penumbras en donde moran seres horripilantes, jugando con la banda de sonido y poniendo ruidos inquietantes, utilizando planos borrosos para ver cómo algo horrendo se mueve en segundo plano detrás de la protagonista... Oh, sí, El Conjuro 2 vale cada peso del valor de la entrada. Quizás el final sea algo exagerado, los colaboradores ingleses algo escépitcos de más, y quizás de la idea del demonio persiguiendo a la espiritista de un continente a otro sea traída de los pelos pero, rayos, es un filme de terror de James Wan y los tremendos sobresaltos compensan cualquier pifia de lógica.
Nunca me entusiasmaron demasiado los X-Men. Digo, he visto los dibujos animados y me han parecido una maravilla, pero los filmes de Bryan Singer son culebrones densos y excesivamente conversados. Le di gracias al cielo cuando trajeron a Matthew Vaughn - un tipo que sabe cómo hacer cosas cool - en First Class, y hasta parecía que Singer había aprendido la lección dando algo tan potable como Dias del Futuro Pasado... pero X-Men: Apocalipsis es un serio error de criterio. Lo poco que funciona se debe a un puñado de viejos conocidos - Fassbender, MacAvoy, el cameo de Hugh Jackman, el eterno ladrón de escenas Evan Peters - porque todo el elenco nuevo es descartable. Es un puñado de pendex sin carisma, elegidos por sus looks mas que por su capacidad de llenar la pantalla. La nueva Storm es una pordiosera punk sin carácter, Cíclope es un palurdo y hasta Jean Grey parece una pendex emberretinada en vez de ese animal sexual que era Famke Janssen. La nueva generación - versión joven de los X-Men tradicionales que conocimos en el 2000 - se ven como impostores y aportan tan poco que se ve como un relleno demasiado recalentado. X-Men: Apocalipsis tiene dos estados: aburrido y banal o sobrecargado de efectos especiales hasta el paroxismo. El villano es genérico y sólo sabe gritar, a Magneto sólo le pasan desgracias - es tan absurda la escena en donde pierde a su familia (¿en serio lo atrapan con un juego infantil de arco y flecha?) que termina dando gracia - y por eso se vuelve malo, aparecen demasiados personajes poco interesantes (¿a quién le interesa los dramas familiares de Ciclope o Jean Grey?), y algunos caracteres tradicionales se ven desdibujados - de dónde salió que Raven es una lider nata para conducir masas y salvar a la humanidad de su ominoso destino -. Encima el final es tan estirado y absurdo que parece salido de una pelicula fantástica japonesa, ésas en donde todos gritan como histéricos, sacan recursos de la galera y los buenos no terminan de morir nunca. X-Men: Apocalipsis es una pelicula fastidiosa. Los personajes toman decisiones arbitrarias - por qué Quicksilver no le revela a Magneto que es su hijo, si para eso se tomo la molestia de hacer semejante viaje -, y la derrota del villano es tremendamente arbitraria. Da la impresión de que los responsables de esto están aburridos de la franquicia y la cocinaron como se les dió la gana, dejando que la lógica saliera volando por la ventana. Hay demasiados personajes banales cuando lo mejor hubiera sido restringir todo a 5 o 6 - sobre todo los mas interesantes - y desarrollarlos con la profundidad que se merecían. Siendo cinico, diría que X-Men: Apocalipsis es un filme capaz de destruir la franquicia X-Men. Aburre y satura, y no tiene el enganche de las entregas anteriores. Es momento de que Singer se vaya de la franquicia y que el que venga, vuele a la mitad del cast ya que parece salido de Crepúsculo. Ni uno de los recien llegados vale la pena y da la impresión que el director de casting se pasó de copas, ya que terminó por reclutar a cualquiera... afectando la prestancia de alguno de los personajes mas importantes de la tira, los cuales se transforman en pálidas copias de los originales.
Melodrama comiquero y fan service. Así se podría definir a Capitán América: Civil War. Amenaza mas de lo que cumple, y es menos dañina de lo que uno piensa. Si éste es un filme de la saga Capitán América (y no Los Vengadores 2.5) es porque no hay enemigos interestelares o masivos con los cuales pelear. Acá los oponentes son ellos mismos, sea por rencillas viejas, malentendidos o puntos de vistas encontrados. No deja de tener su sabor - a final de cuentas, uno lo que disfruta es el cast y las salidas del libreto - pero no tiene tanta substancia como debiera. Capitán América: Civil War se siente mas como una de las secuelas de Ocean's Eleven, las cuales tenían una trama menos inspirada, algo chota y rebuscada, pero que uno igual la disfrutaba porque era la excusa culpable para pasar otro rato con un grupo de tipos queribles. Si la DC se pasó de mambo al demoler media Metrópolis en El Hombre de Acero, al menos en la Marvel han acusado el punto y lo han utilizado como punto de partida para la trama de este filme. Cada vez que los Vengadores salvan el mundo, cientos de vidas inocentes se pierden en la movida. Quizás se trate de un pequeño sacrificio (mueren unos pocos para salvar a muchos), o quizás se trate de la desmesura y la impericia de un grupo de tipos con superpoderes. Como sea, el gobierno quiere limitarlos y es por ello que caemos en el enésimo escenario simil Watchmen (abusado por la DC y la Marvel en quichicientas versiones de sus equipos de superhéroes), en donde los héroes deben estar registrados y deben acatar las órdenes de las autoridades de turno, so pena de ser perseguidos como criminales y quedar encerrados bajo cuatro llaves. Tony Stark lo ve como un mal necesario pero, para el capitán América, es un inmenso estorbo para su necesaria libertad de acción. No sólo allí comienzan los roces sino que se suma a la partida Bucky Barnes, el "Soldado de Invierno", el cual es considerado por Stark como un asesino sin remedio (y peor para cuando termine de enterarse de un par de cosillas que el capitán América le oculta). Y cuando el estofado se pone espeso por culpa de un tercero dotado de su propia agenda de venganza (Daniel Bruhl) el choque es irremediable. Es menos forzado de lo que uno podría anticipar, aunque - la verdad - la necedad del Capi (y su necesidad de ser pristino e intrasigente) es lo que termina por incendiar las cosas. Honestamente, Capitán América: Civil War no deja de ser un drama cargado con balas de salva. Los diálogos son interesantes, estos tipos son geniales, y hasta el trasfondo de la historia tiene sus cosillas, pero aquí no termina de pasar nada demasiado grave o insalvable. Ok, hay alguno que otro que sale mas machucado que el resto, pero no pasa nada que altere profundamente el universo Marvel. En todo caso se restringe a un duelo entre el genio cretino y el necio chapado a la antigua, el cual tiene algunos puntos argumentales cuestionables. La necesidad ciega de defender a Bucky Barnes - aún a costa de desmembrar al equipo - me parece profundamente discutible, una decisión que lo lleva a sacrificar varios peones en su diatriba con Stark. Como tenemos una discusión y hay gente de vacaciones (léase Thor, Hulk y Nick Fury), los chicos de Marvel no tuvieron mejor idea que nutrir sus filas con un par de nuevos valores, los cuales están insertados con calzador en el contexto de la trama. El primero es el de Black Panther, el cual resulta ser un diplomático con superpoderes, portando un traje indestructible de guerrero y teniendo tanto dinero y tecnología como Tony Stark (increíble, teniendo en cuenta que proviene de un empobrecido país africano). El otro calzado con vaselina es Spiderman, el cual tiene un cameo de 15 minutos y no es indispensable para la trama. La novedad que trae el Spiderman made by Marvel es que ahora tía May no es una geronte chota sino una Milf (Marisa Tomei) que está mas que apetitosa. Honestamente que vos seas un adolescente de menos de 18 años y tengas una tía de cuarenta y tantos me parece super razonable (especialmente si uno considera que se trata de la hermana - siquiera política - de tu padre y debería tener una edad parecida a la de tu progenitor). El punto es que la tira ha vuelto un canon el hecho de que tía May debe tener sesenta y pico largos (a lo Rosemary Harris), lo cual lo vuelve mas una abuela que una tía, e indicaría que Peter Parker fue un hijo de la vejez concebido cerca de los 50 años de edad. Es un interesante cambio de perspectiva, aún a riesgo de sonar como un hereje. Por otra parte Tom Holland debuta con el personaje de arañita. El pibe se defiende bastante bien considerando que lo largaron al ruedo cinco minutos antes de rodar el filme, y teniendo que hacerle pecho frente a un set saturado de leyendas. Bromea, hace acrobacias y su participación es por lejos lo mas festejado de la película (junto con los latiguillos de Paul Rudd, el otro encargado de las bromas). El otro dato curioso es ver como Marvel ha alterado la mitología del superhéroe arácnido. Ya no es un prodigio de la costura y la electrónica sino un adolescente peleando contra el mal en sus ratos libres, y dotado de un traje mediocre y un par de aparatos lanzaredes improvisados. Ingresa Stark en su vida, le mejora los aparatos y le provee el uniforme que todos adoramos, el cual tiene una tremenda onda vintage. ¿Si Holland será un gran spidey?. Habrá que ver su película dentro de uno o dos años. La venganza salpica cada una de las viñetas de Capitán América: Civil War: las acciones tienen consecuencias, y los despliegues masivos generan daños colaterales. El pasado persigue a nuestros héroes y condiciona sus acciones en el presente. Aún cuando la historia esté cargada de balas de fogueo (y no pase nada demasiado tremendo), Capitán América: Civil War es mas sólida y entretenida que La Era de Ultrón y eso es gracias al talento de los hermanos Russo (tomen nota, gente de DC, sobre cómo hacer un filme inteligente, masivo y atractivo). Los tipos han recuperado la magia de Marvel después del traspié creativo del último filme de Whedon, generando un culebrón de proporciones épicas que - a pesar de su poca substancia - sigue dejando un sabor delicioso en la boca.
Hardcore Henry viene de la factoría de Timur Bekmambetov, el capo detrás de Guardianes de la Noche y Wanted - Se Busca. Al ruso le encanta experimentar con lo visual y lograr lo imposible, y esa clase de delirios está presente en Hardcore Henry. Imaginen una versión hiperadrenalinizada de El Hombre Nuclear rodada en primnera persona, desbordante de gore y humor negro, y matizada con unas cuantas gotas del videojuego de culto Duke Nukem 3D (incluyendo un sangriento tiroteo en medio de un club de strip tease). La gracia de la anécdota es que todo está rodado en primera persona, con lo cual el espectador es el protagonista. La gente te habla, te mira, te golpea y sentis prácticamente en carne propia cuando corres, saltás o te caes de un avión (!). Es ciertamente un enfoque audaz y que debe haber demandado una logística infernal - un ejército de corredores de parkour dotados de cámaras GoPro montadas en sus cascos, miles de viñetas de storyboard para poder ir empardando una escena tras otra (como, por ejemplo, la escena en donde se cae de un avión, se recupera, pelea, sale corriendo, lo tiran de un puente de autopista al otro, etc, etc) - ya que la acción nunca se detiene y está rodada de manera hiperkinética. Si uno se quejaba de la cámara movediza y vomitiva de Cloverfield, esperen a ver lo que les ofrece Hardcore Henry. oferta software de sueldos Ciertamente la trama es un delirio que sirve de excusa para rodar de esta manera el filme - no es el primera pelicula que rueda con la cámara como protagonista; La Dama del Lago (una adaptación de 1947 de una novela policial de Raymond Chandler protagonizada por el detective Philip Marlowe) habia usado dicho enfoque, pero nunca de la manera maniaca que lo hace Hardcore Henry -. Hay huecos argumentales por todos lados, problemas de continuidad (a veces el protagonista aparece en sitios que uno ni imaginaba 10 segundos antes; el personaje de Sharlto Copley es omnisciente y le da servido en bandeja al protagonista qué es lo que tiene que hacer y dónde tiene que presentarse) y la película no es tan excitante como debiera (al menos en video, que pierde esa sensación de inmersión). El enfoque novedoso pasa a ser confuso y hay momentos en el filme en que uno no tiene idea de lo que está ocurriendo en pantalla. Si la trama es complicada y el método de cámara en primera persona resulta mareante, al menos el filme entretiene por su energía desbordante. En muchas secuencias se siente como una sesión grabada de un videojuego en primera persona - en especial cuando dispara con pistolas; falta que aparezca la barra de energía en la parte inferior de la pantalla - , lo cual sería aburrido y frustrante si no fuera porque el director Ilya Naishuller vomita disparates uno tras otro - el tipo piensa que está en una clinica, abre una puerta, y descubre que es un avión; salta del mismo y abre el paracaídas a ultimo momento; se saca un ojo biónico y lo usa para estrangular a alguien; vemos como salta de un piso a otro o como se desliza por el costado de un rascacielos; y todo esto sin contar al delirante personaje de Sharlto Copley, al que siempre matan y vuelve a reaparecer en la escena siguiente para darle armas e informacion al protagonista -. Aún con todo ello, Hardcore Henry no terminó de impresionarme demasiado: me parece recontranovedosa y divertida, pero es mas lo que me mareé que lo que me entretuve, y nunca terminé de comprar la historia. En todo caso es un experimento bastante divertido, cuyo enfoque delirante termina por atentar contra la efectividad del filme como aventura.
Este es otro producto de la factoría Bad Robot, propiedad del meister J.J. Abrams - el rey de la fruta congelada -. A la gente de Bad Robot les encanta hacerse los bananas, inventando giros argumentales que son mas cool que lógicos, estirando las historias con intrigas pasadas de cocción y, en general, copiando estilos de directores mucho mas talentosos y conocidos. Eso no quita que el éxito no les resulte esquivo ya que, por lo general, terminan siendo buenos demagogos y le dan al público lo que ellos quieren - vean sino la recepción que han tenido sus versiones de Star Trek y la reciente La Guerra de las Galaxias: El Despertar de la Fuerza -. Aquí se han despachado con una seudo secuela de Cloverfield, la cual no trae de regreso al monstruo de marras pero pinta un escenario apocalíptico bastante parecido (y posiblemente emparentado). Ello no quita que todo esto no resulte decepcionante a los fans del original, quienes compraron la lata pensando que se trataba de caviar y terminaron topándose con un relleno de pollo recalentado. En sus propios términos 10 Cloverfield Lane es una buena película. Hay que abandonar las expectativas producidas por el original - nada de monstruos gigantes, devastación urbana o cámaras en primera persona -. En realidad el 90% del filme funciona como un drama de cabina y se desempeña de manera sólida gracias a la calidad de las perfomances. John Goodman irradia candidez y simpatía... hasta que se calla y te queda mirando fijo, produciendo incómodos (y peligrosos) silencios. Lo de Goodman es magnífico como siempre - no sabés si el tipo es un granjero bruto, un paranoico simpático, una figura paternal severa, o un loco capaz de tomar las decisiones mas brutales en cuestión de segundos -, igual que lo de Mary Elizabeth Winstead - la cual había demostrado inteligencia y convicción en la precuela de The Thing y aquí reafirma sus aspiraciones de convertirse en una gran heroína del cine de terror -. Es un thriller sicológico plagado de sospechas, y en donde los disconformes pergueñan (como pueden) desesperados planes de escape para huir de las garras del desquiciado de turno. oferta software de sueldos El problema con todo esto es que la cosa es un chicle estirado durante 90 minutos en los cuales solo vemos a tres tipos encerrados deambulando por tres habitaciones. Hay muchos diálogos, algunas cosas traídas de los pelos - un conducto ultra estrecho que sólo puede entrar Winstead y que da justo a un cuarto plagado de comida (!) (en serio; ¿cómo pensaban sacar todas esas latas? ¿por el conducto de 30 cm que apenas pudo utilizar la muchacha?; ¿para qué diantres dejaron una segunda puerta en el bunker, la cual no da a ninguna de las habitaciones internas?) -, y las cosas recién se condimentan en los 15 minutos finales, en donde muestra su forzada relación genética con Cloverfield. No está mal, pero tampoco me parece la película mas emocionante del mundo. Es posible que la probable secuela sea mas excitante que este capítulo inicial. 10 Cloverfield Lane está ok, es un buen drama de encierro, pero tiene cierto tufo a engaño publicitario que no me gusta. Sirve para pasar el rato pero, honestamente, podía haber pensado algo mas excitante a la hora de idear algo relacionado con Cloverfield.
No soy fanático de los filmes Disney, en especial de los animados - los cuales tiendo a evitarlos debido a su exceso de melodramatismo -. El Libro de la Selva (1967) fue una de las aventuras animadas del estudio, y una de las últimas cintas supervisadas por don Walt antes de su muerte en 1966. Desde ya era una pelicula liviana y ni por asomo estaba a la altura de los títulos de oro del estudio - como Cenicienta, Blanca Nieves y los Siete Enanitos, Fantasía... y la lista sigue; habria que esperar a La Sirenita (1989) para que la Disney resucitara y obtuviera una segunda época de oro en cuanto a sus aventuras animadas -. Como era una película pasable y recordada, la idea de una remake no le vendría nada mal. No es un clásico y tiene mucho margen para expandir y profundizar. Ya antes la Disney se despachó con secuelas animadas y hasta una versión live en 1994. Pero esta versión 2016 está hecha a todo trapo, con escenarios realzados digitalmente y con una troupe de animales CGI que desborda realismo. Entre la simpatía del protagonista, la densidad de la historia y el carisma del elenco animado, me animaría a decir que El Libro de la Selva 2016 es una de las mejores versiones de la obra de Rudyard Kipling, si no la mejor. La gracia es Jon Favreau. Favreau es dispar como director - a veces la yerra como Cowboys vs Aliens, y otras la emboca en gran forma como Zathura e Iron Man - pero acá está en su mejor forma. Favreau crea escenarios que desbordan de riqueza visual, consigue un cast de ensueño, y se apropia de un libreto inteligente, el cual no escatima en momentos dramáticos, oscuros y hasta violentos - ciertamente es mas una película PG13 que una apta para todo público, especialmente en la escena en donde la seductora boa gigante (Scarlett Johansson) seduce a Mowgli y se encuentra a punto de devorárselo de un bocado -. El drama está servido con altura, especialmente por el soberbio Shere Khan (Idris Elba), el cual es malvado, inteligente y expeditivo. El tipo masacra animales sin aviso, o provee situaciones terriblemente incómodas - como cuando arrulla al cachorro de lobo frente a la mirada aterrada de su madre -. ofertas de software Mientras que el niño Neel Sethi, Idris Elba y el paternal Ben Kingsley (como la pantera Bagherra) están formidables, hay otras decisiones de casting que son mas discutibles. Bill Murray como el oso Baloo tiene sus momentos de pedantería, y Christopher Walken como el Rey Louie (un orangután grande como King Kong) tiene un par de momentos bizarros (perceptibles sólo por los cinéfilos) en donde el tipo canaliza al coronel Kurtz que hacía Marlon Brando en Apocalipsis Now - hablando en la oscuridad, acariciándose la cabeza, disparando divagues -. Aún con ello Walken sobresale porque termina de irradiar brutalidad, dando lugar a una de las mejores escenas de la pelicula. El Libro de la Jungla 2016 es un excelente filme. Tiene aventura, emoción, humor, y hasta un par de canciones extractadas de la versión animada de 2016. El villano es formidable, el héroe es inventivo y valiente, y los secundarios son divertidos. Quizás es algo violenta de mas para los mas pequeños, pero chicos de 10 años en mas y adultos la disfrutarán de par en par, ya que tiene una trama apasionante y perfomances (aunque sean digitales) formidables.
Seamos claros: Batman vs Superman: El Origen de la Justicia no es el peor filme de superhéroes que uno haya visto, pero seguramente es uno de los mas solemnes y pretenciosos que haya presenciado. No transmite emoción, es simplemente un espectáculo frío, de desarrollo medianamente rebuscado y bastante entretenido en la medición final. Es marginalmente superior a El Hombre de Acero ya que no bastardea los orígenes clásicos de ningún personaje, y la historia es medianamente atrapante durante el 75% de su duración. El problema es que, en un punto, los personajes se chiflan, olvidan sus profundas motivaciones emocionales, y se hacen compinches así de la nada. Oh, sí, se les viene encima una amenaza superior y hay que vencerla - en medio de una orgía de efectos especiales - pero esos minutos son tan exagerados, entreverados y escasamente creíbles que terminan por diluir la efectividad que había logrado el buen desarrollo previo. Honestamente el principal problema que tiene Batman vs Superman: El Origen de la Justicia es que tiene que justificar la orgía de destrucción del climax de El Hombre de Acero y, para ello, se adentra en terrenos dramáticos pantanosos. El escenario de destrucción es demasiado parecido al de la tragedia de las Torres Gemelas - vean sino a Bruce Wayne corriendo por las calles de Metrópolis, cubierto de polvo y esquivando rascacielos que se desploman a su alrededor -, lo que imagino que habrá indignado a los círculos intelectuales norteamericanos (léase la prensa yanqui), los cuales salieron a castigar sin piedad al filme. Ciertamente Batman vs Superman: El Origen de la Justicia no es la primera película que toca un escenario semejante, pero los otros - desde Terremoto, La Falla de San Andrés hasta 2012 - al menos tuvieron el tino de hacerlo ridículamente exagerado y pochoclero. Acá, en cambio, los libretistas deciden enterrarse con todo en el lodazal, sea con monumentos recordatorios, funerales masivos, marchas de protestas - lo cual es demasiado similar a lo que ocurrió en USA en los meses siguientes a los atentados de Setiembre 2001 -, lo cual tiene algo de indignante si uno considera que todo eso no es mas que carga dramática barata para desplegar, en cuestión de minutos, a otra andanada de caos masivo protagonizado por un puñado de tipos disfrazados. Bastardearon un drama real para usarlo simplemente como escenario "interesante" para una película pasatista de superhéroes. Mientras que el detalle debe haber herido unas cuantas sensibilidades yanquis, desde aquí - y a la distancia - el desarrollo se ve bastante potable. El filme plantea temas muy interesantes - si un alien como Superman es realmente una figura mesiánica (capaz de generar nuevos cultos y alterar religiones establecidas), o simplemente es un amoral que sigue sus propios intereses y al cual no le interesa el sacrificio de miles de vidas; o el debate de si se justificaba semejante genocidio con tal de salvar al resto de la humanidad - y amaga con explorarlos pero, por otro lado, se enreda en la burocráticas pesquisas de Bruce Wayne, el cual sigue una pista salida quién sabe de dónde, y la cual lo lleva a ubicar un cargamento de kriptonita, material necesario para detener al extraterrestre todopoderoso en caso de que a éste un día se le chifle el moño. A su vez la investigación lo lleva al descubrimiento de metahumanos - una info provista por los archivos de Luthor, el cual los ha estado monitoreando desde hace rato -, ell cual es un detalle metido con calzador para justificar la existencia de la inminente pelicula de la Liga de la Justicia. Por otra parte Luthor tiene sus propios planes para detener al superextraterrestre, sea a través de la misma kriptonita o, bien, fabricándose algunos juguetitos alternativos. El por qué Luthor realmente quiere detener a Superman no queda muy claro: el quía lo vende como un posible dictador a nivel mundial, situación para la cual conviene tener a mano algo que sirva para matarlo. Mientras tanto Luthor hace negocios turbios de todo tipo, sea presionando al gobierno para que le de mas fondos para el desarrollo de armas, vendiendo armas en el mercado negro, y negociando alianzas non sanctas con terroristas de todo tipo y color. El segundo problema que tiene el filme es que es excesivamente burocrático. Hay demasiadas subtramas, los personajes no tienen todo el desarrollo que debieran, las motivaciones quedan omitidas, y a veces el exceso de verborragia termina por empantanarlo. Bruce Wayne vive demasiado enojado, Alfred es demasiado cínico, Clark Kent es demasiado idealista, y Luthor es demasiado charlatán. Ciertamente el desempeño de Eisenberg es mucho mejor que el esperado (y uno esperaba cero o una perfomance apocalíptica), y hay veces en que logra canalizar a Heath Ledger, siquiera como una version light del Joker. Lástima que a veces desbarranca con salidas atroces y pasos de comedia de comicidad dudosa. software de facturacion para restaurantes SistemaIsis Pero aquí el tema no son los actores (Affleck sorprende y es sólido como Batman / Bruce Wayne, aunque éste último parece una versión gótica de James Bond con sus smokings, su galantería y su Aston Martin vintage; Cavill sigue siendo adecuado y simpático; Jeremy Irons es un Alfred tan corrosivo que resulta molesto; y Gal Gadot destila sensualidad y presencia pero su tiempo en pantalla es bastante limitado) sino el libreto dispar, el cual a veces mete el pie en el acelerador cuando no corresponde y termina generando situaciones bizarras. (alerta spoilers) Si Batman vs Superman: El Origen de la Justicia era pasable durante el 75% de su duración, el filme se clava de nariz cuando Supie dispara la frase "Salva a Marta". Esas tres palabras funcionan como un lavado de cerebro para Batman y, de pronto, todo su odio visceral, todo su rencor acumulado, todos sus años de motivaciones oscuras se van por el drenaje. Ups, ahora somos amigos. A falta de un desarrollo dramático natural los libretistas han apelado a la magia, y han cambiado el humor y la mentalidad de todos estos disfrazados mediante un absurdo truco narrativo. Todo lo que sigue - que es la media hora final - viene super traído de los pelos: Luthor hubiera ganado si no hubiera secuestrado a la madre de Clark o si no hubiera construido a Doomsday; Clark tiene un absurdo doble entierro (y el cuerpo, ¿dónde está?); Eisenberg se chifla y dice que hizo llamar a inteligencias de otro planeta (¿para qué, por Dios santo?); y el otrora solitario y furioso Batffleck se vuelve noble y patriota, deseando armar una liga con un montón de tipos superpoderosos a los cuales no conoce y a quienes quizás ni les interese pelear por el resto de la humanidad. Es como si se hubieran tomado una sobredosis de bebidas energizantes para cocinar las cosas pendientes, como sea y a cualquier costo, en la última media hora. Honestamente no creo que la culpa sea de Zack Snyder sino de la codiciosa Warner Brothers, la que está haciendo su universo de superhéroes a las corridas. En ese sentido yo compararía al contraste de Marvel / Disney con DC / Warner como una suerte de Apple vs IBM: en una predominan los artistas, la visión y la libertad creativa, y la otra es una burocracia infernal dominada por ejecutivos portadores de cientos de estudios de mercado en sus manos. Sus proyectos son armatostes estructurados y almidonados que funcionan y dan resultados, pero son incapaces de generar la misma alegría loca que produce su competencia mas descontracturada (fin spoilers).
13 Horas: los Soldados Secretos de Bengasi es un filme basado en un evento real ocurrido en setiembre de 2012, cuando un video viral - que criticaba a la nación islámica y se burlaba de Mahoma - se filtró en Internet y encendió los sentimientos anti norteamericanos en todo medio Oriente. El resultado final fue el surgimiento de una turba que atacó durante 13 horas las instalaciones diplomáticos que Estados Unidos mantenia en el norte de Libia, un enfrentamiento armado que generó decenas de muertos y disparó una fuerte crisis política dentro del gobierno norteamericano. El por qué no se autorizó la incursión furtiva de un transporte aéreo a territorio libio para evacuar al personal - o, siquiera, proveer apoyo aéreo eficaz para reforzar la resistencia contra el asedio - es inexplicable; por contra, el gobierno se enredó en la ineficiente burocracia libia, intentando obtener los permisos de salida por derecha mientras su personal era masacrado de manera imparable por una masa de milicianos enfurecidos. La curiosidad de 13 Horas: los Soldados Secretos de Bengasi es que viene dirigida por Michael Bay. Bay hace rato que viene en onda experimental, saliendo del espectaculo pochoclero y probando que - sin explosiones - es un buen cineasta. Mientras que Pain & Gain era una deliciosa comedia subversiva (que satirizaba la superficialidad de la cultura basada en la estética y el fisicoculturismo), acá Bay se mete en terrenos propios de Kathryn Bigelow y Ridley Scott con otro grupo de operativos norteamericanos extraviado en territorio hostil y forzado a resistir como pueda el asedio del enemigo hasta el amanecer. Ya la vena militarista de Bay había quedado patente en la saga Transformers (y ni hablar con Pearl Harbor), y aquí termina por salir a luz en un argumento mucho mas realista. Lamentablemente Bay no es Kathryn Bigelow, no hace incómodas interrogantes a la política norteamericana - a final de cuentas todo esto trata del ataque a un centro secreto de la CIA apostado en Libia precisamente para espiarlos; como si fueran la policía del mundo, su misión era frenar la sangría de armas de los saqueados depósitos militares de Kaddafi pero, ¿quién les dijo que tenían autoridad para hacer semejante cosa? - y, por el contrario, termina cayendo en el viejo discurso patriota propio de las películas de John Wayne de la postguerra. Estos militares son héroes... sin importar si lo que estaban haciendo era ilegal. Mientras que hay un componente heroico en la resistencia - en muchos sentidos 13 Horas: los Soldados Secretos de Bengasi se emparenta con La Caída del Halcón Negro e, incluso, hasta con Zulú; esa resistencia contra la agresión en un escenario de gigantesca desventaja numérica y donde la esperanza parece haber salido volando por la ventana -, la ilegalidad de su premisa termina por bastardear su honorabilidad. Un ladrón también es valiente si resiste a tiros a la policía, pero ello no lo hace honorable. Si en ese sentido el filme no es justo o equilibrado, tampoco lo es en el aspecto dramático. El único intento de tridimensionalizar los personajes es ponerlos a hablar de sus hijos, pero los tipos jamás se cuestionan la legalidad de sus acciones. Incluso es absurdo que estos tipos masacren a decenas de personas pero se pongan a llorar cuando pierden a un compañero. Es la desvalorización de la vida humana, donde sí vale la de mi amigo pero no la de mi enemigo. Viendo esto, 13 Horas: los Soldados Secretos de Bengasi termina funcionando como un filme de acción basado en una anécdota histórica. No hay análisis, no hay trasfondo, solo tipos hablando y disparando. No deja de ser un filme entretenido pero, desde ya, no está a la altura de La Noche Mas Oscura o The Hurt Locker, cintas que intentaban ir mas allá de la anecdota, desarrollaban sus personajes, y analizaban el origen de la situación. Acá hay mucho de panfleto y poco de drama, quedando en un filme ok que entretiene pero tampoco desafia a la neurona.
Si hay un imperio acostumbrado a resurgir de sus cenizas, ése sin dudas es Disney. Llevados a la gloria por su creador, caídos en desgracia tras la desaparición física de éste, rehabilitándose con una nueva camada de creativos que le dió una segunda época de oro al estudio y ahora, que se han convertido en la fuerza de entretenimiento mas masiva, innovadora y exitosa del planeta - además de su apartado animación tienen a Pixar, Marvel y la franquicia de La Guerra de las Galaxias -, no existe nadie en el mundo del espectáculo que siquiera se les pueda asemejar. Zootopia es la última entrega de su departamento de animación; y mientras que su socia Pixar parece haber caído en el estancamiento creativo y la secuelitis, la Disney - ahora con Zootopia y antes con Wreck-it Ralph y Big Hero 6 - parece haber tomado la posta y haber entrado en una etapa de esplendor y originalidad imposible de frenar. Si este año el mundo del espectáculo se puso denso con el tema de la diversidad racial - especialmente a la hora de las nominaciones al Oscar -, esperen a ver lo que Disney ha preparado con Zootopia. En este mundo utópico los animales no sólo hablan sino que han evolucionado hasta ser capaces de crear una sociedad cosmopolita. Como fruto de dicha evolución los depredadores perdieron sus instintos de ataque y hoy conviven con quienes fueran sus presas en el pasado. Aún con ello, la sociedad de Zootopia está lejos de ser perfecta o armónica: la fortaleza y el tamaño priman como factor de discriminación, eso sin contar con la mala fama que algunas razas se han ganado de acuerdo a su naturaleza traicionera. En ese contexto aparece nuestra protagonista, cuyo empecinamiento en ser oficial del orden le ha hecho ganarse un puesto en el cuerpo de policía - un lugar reservado para animales mas fuertes y corpulentos, y en donde su ingreso no es para nada bien visto -. Como la conejita es inquieta - y pelea para hacerse valer por mérito propio - decide tomar por su cuenta un caso - en el cual han desaparecido misteriosamente varios depredadores a lo largo de toda la ciudad -, y para ello termina utilizando los servicios de un zorro, un estafador callejero de poca monta que parece estar al tanto de las últimas novedades en el mundo del crimen. oferta software de sueldos La investigación es la excusa para que el guión ilustre - de mil maneras diferentes y creativas - todos los puntos de vista posibles sobre el tema de la discriminación. Sea por razas - los zorros siempre son considerados criminales o mentirosos compulsivos -, por el lugar de nacimiento - los granjeros no pueden policías o tener un empleo letrado -, por puesto - las ovejas solo sirven para secretarias, y los depredadores son aptos para los puestos políticos -, todo esto matizado por una investigación policial que, aunque rutinaria y cargada de clichés, no deja de bastante densa para el público infantil al que apunta. Para compensar esto el libreto dispara gags (el de los perezosos es mortal!) y - sobre todo - persecuciones, las cuales están coreografiadas con gran altura. Si hay algo que impresiona, es el preciosismo visual que exhibe. Zootopia es una ciudad viva, plagada de acción y plena de detalles. Mientras los protagonistas hablan en primer plano, uno puede ver en el fondo decenas de detalles - animales renegando con sus autos, yendo de compras, peleándose en un embotellamiento de tránsito, yendo con sus cachorros a la escuela, etc -, lo que lo hace un filme tan rico en lo visual que requiere por lo menos una segunda visión para poder apreciar todos sus pormenores. Los efectos de luces, los decorados, la expresividad de los personajes es abrumadora y, si no fuera por los créditos técnicos, Zootopia podría haber pasado perfectamente por una típica película de Pixar. Zootopia es un gran filme para toda la familia. Lo calificaría como uno de los mejores títulos que ha dado a luz la Disney en la última década. Es una excelente parábola sobre la discriminación disfrazada de entretenimiento familiar, la cual me parece de visión obligatoria para nuestros pequeños, dándoles a entender sobre la existencia de esas diferencias - mas mentales que reales - que establecemos los humanos entre nosotros mismos, intentando sentirnos superiores con aquellos que no se ven, piensan o sienten como nosotros.
Iconoclasta. Subversivo. Amoral. Delirante. Ese es el perfil de Deadpool, la última entrega del género de superheroes y el filme que está en boca de todos. No sólo Ryan Reynolds ha logrado redimirse de sus anteriores entradas en el mundo del comic, sino que se ha disparado hacia el superestrellato, liderando un filme que rompe récords de taquilla como ningún otro y que excede por lejos hasta la mas optimista de las expectativas de los ejecutivos de Hollywood. Imaginen una de Wolverine pero dirigida por los hermanos Farrelly y con una onda autorreferencial similar a Scream. Esa sería una breve, incompleta y hasta opaca definición de lo que tiene para ofrecer Deadpool. El personaje es una figura secundaria del panteón Marvel, el cual nació en 1991 de la mano de Rob Liefeld y Fabian Nicieza. Al principio era un villano mas - creado como una especie de parodia de Deathstroke, un sicario de las filas de la DC Comics y del cual toma su apellido civil y parte de su apariencia - y el personaje hubiera perecido en las arenas del olvido de no ser por el revamp hecho por Joe Kelly y Ed McGuinness en 1997, quienes se encargaron de convertirlo en un antihéroe autorreferencial al momento de relanzarlo con su propia revista de historietas. La cuestión es que la Marvel no le tenía mucha fe al personaje y, ante la amenaza constante de cancelación de la publicación, Kelly y McGuinness se volcaron a ser tan experimentales como fuera posible, saltándose todos los protocolos y convirtiendo a Deadpool en un anarquista capaz de alterar la línea de tiempo de otros personajes conocidos, meterse en otras historietas, o hablar directamente al lector y demostrarle que estaba consciente de que se trataba de un personaje de comic. Semejante actitud desfachatada comenzó a generarle una corriente de fans que lo transformó en objeto de culto y aseguró la supervivencia de la publicación hasta el presente. Esta versión de Deadpool comenzó a gestarse en el 2004, cuando la gente de la Fox comenzó a buscar la manera de multiplicar la presencia en las pantallas de los personajes Marvel sobre los cuales poseía derechos cinematográficos. La aparición en el 2008 de Iron Man - montada directamente por la Marvel y anunciada como el puntapie inicial de un elaborado Universo Cinemático, el cual podía ser un fracaso gigantesco o una inagotable fuente de ingresos (como la historia ha terminado de demostrar) - apuró los papeles y la Fox comenzó a desdoblar personajes de la saga X-Men, planeando posibles spinoffs de Wolverine y Magneto. X-Men Origenes: Wolverine (2009) vino a funcionar como una especie de semillero de posibles personajes y franquicias apareciendo (entre otros) Gambito y Deadpool, y quedando éste en una versión desdoblada: con Ryan Reynolds, normal y a cara lavada (haciendo de Wade Wilson), y como el deforme Arma X, fruto de experimentos de laboratorio y la gran amenaza final contra la que se enfrentan Hugh Jackman y Liev Schreiber en el climax. El problema es que la manufactura de X-Men Origenes: Wolverine terminó siendo tan mediocre que nadie se entusiasmó demasiado y todos los proyectos posibles terminaron cajoneados. La Fox se dedicó a reciclar el spinoff de Magneto convirtiéndolo en X-Men: First Class (2011) mientras que el resto de los planes quedaron durmiendo a la espera de una bocanada de inspiración e ideas frescas. Desde que apareció la edición impresa de Deadpool & Cable en 2004 (en donde el deforme mercenario se comparaba a sí mismo como una mezcla de Ryan Reynolds con un Shar-Pei), Reynolds había quedado prendado con la idea de llevar al personaje a la pantalla y comenzó una importante campaña para convencer a los ejecutivos de la Fox de la idea. Pero, para salir de su estado estático, habría que esperar hasta el 2010 cuando un borrador del libreto del filme se filtró en Internet y produjo un revuelo enorme. Sorprendidos por la reacción, la gente de la Fox encargó un corto de prueba - el de la dichosa persecución inicial que figura en el filme, hecha mayormente en CGI y con Reynolds poniendo la voz al personaje - y lo publicó en la web, deviniendo en un fenómeno viral. Como la cantidad de pruebas se caía por su propio peso, el estudio decidió dar luz verde al filme pero no sin antes dejar en claro las reticencias que tenía respecto al proyecto: a final de cuentas no se trataba simplemente de otro superhéroe encapuchado más sino de uno extremadamente zarpado y políticamente incorrecto, el cual masacraba gente de la manera mas sangrienta posible y vomitaba groserías suficientes como para obtener de una la calificación R (exclusiva para adultos), un detalle que muchos consideran el beso de la muerte en la taquilla ya que lo aleja del público masivo (adolescentes y niños), amén de coartar la mayoría de operaciones previstas de merchandising. Es por eso que la Fox le dió un presupuesto modesto - 58 millones de dólares - y puso al mando a un ignoto especialista en efectos especiales cosa que, si la cinta fracasaba, las pérdidas al menos resultarían soportables. oferta software de sueldos Desde ya el estreno de Deadpool sorprendió a propios y extraños, rompiendo una impresionante cantidad de récords en el fin de semana de su estreno. Desde ya muchos hablan del shock del rating R y, tal como ha pasado con otros filmes evento - George Lucas y su nueva saga de La Guerra de las Galaxias, que puso de moda a las precuelas; Avatar, que popularizó el 3D; los filmes basados en literatura para Jovenes Adultos (desde Crepúsculo hasta Harry Potter) que impusieron la moda de desdoblar el capítulo final en dos filmes para recaudar el doble -, ahora todos hablan de producir filmes de superhéroes desbordantes de sangre, sexo y violencia: la misma Fox anunció planes para que la próxima Wolverine sea R, y la Warner está considerando seriamente retocar Suicide Squad para que entre en dicha calificación. En sí, Deadpool no es un gran filme de superhéroes. Los villanos son sosos y la trama se resume en una línea - al tipo le arruinaron la vida y ahora regresa en misión de venganza -, la cual no difiere en nada de cualquier típica película de Schwarzenegger de los años 80. No hay tramas floridas, rebuscadas o inspiradas como los filmes de X-Men u otros superhéroes Marvel (léase, conspiraciones para dominar el mundo o alianzas con malvados seres de otros planetas). Lo que hace al filme es la travesía, la cual desborda de humor políticamente incorrecto y la que se relame con ser tan iconoclasta como sea posible. Deadpool le habla directo a la cámara, hace bromas sobre los X-Men (sacándole el cuero a Wolverine y haciendo referencia a los actores que han hecho del profesor X), sobre el mismo Reynolds (en una de las tomas aparece flotando la cubierta de la revista People en donde Reynolds aparece catalogado como el hombre mas sexy del planeta; o disparos por elevación a su desastrosa participación en Linterna Verde - "si me convierten en superhéroe, por favor no me pongan trajes verdes ni los hagan animados!" -) o disparándole incluso al mismo equipo técnico responsable del filme - los títulos de crédito figura el director como un "obrero sobrepagado", los productores son unos "imbéciles con sombrero" y el protagonista es un "idiota de rostro perfecto" -, eso sin contar de que el protagonista le dice al público que la película tiene un presupuesto de dos mangos, razón por la cual sólo pueden contar con la mísera participación de 2 X-Men (eso resulta patente cuando visitan la mansión del profesor Xavier, la cual está patéticamente vacía). ofertas de software Hay momentos en que Deadpool se siente una de superhéroes escrita por los hermanos Farrelly. No solo por la cantidad abrumadora de chistes zarpados y bizarros - hay uno (sobre el posible uso de una manito tipo bebé que le está saliendo al protagonista después de haberse cercenado la anterior) que es repulsivo - sino porque el romance irreverente entre Reynolds y la hermosa Morena Baccarin funciona y estos dos rebosan química (Reynolds saca de su trasero el anillo para proponerle casamiento, lo cual es tan grosero como simpático). Yo creo que uno de los grandes aciertos del filme es tener un romance que conmueve (aún dentro de toda la locura de la trama), ya que humaniza al protagonista, lo vincula con el público y le da un motivo válido para vitorearlo a la hora que pega el salto para defenderla. A final de cuentas la causa de Deadpool no es el heroismo o la revancha sino el deseo ferviente de volver a estar con el amor de su vida, algo imposible de concretar debido a lo espantoso de su deformidad. Si Deadpool triunfa es gracias a Ryan Reynolds. El tipo empapa al personaje con su humor y lo hace suyo; son sus improvisaciones, su impronta, su imprevisibilidad. También esta la sociedad con Tim Miller, el cual maneja el entorno y el resto del cast de gran forma: la acción se puede seguir y está plagada de deliciosos detalles secundarios, el timing cómico es excelente y el clima de desenfado está logrado. Quizás Reynolds bordea el límite de la saturación - no todos los chistes hacen blanco - pero tiene la simpatía y el carisma que lo hace llevadero y que a uno le da paciencia para esperar el siguiente chascarrillo. No sé si realmente es un filme para los que odian las cintas de superhéroes, o si revolucionará el rubro importando cambios mucho mas adultos como el humor y el destripaje en primer plano; yo creo que es lo mismo de siempre con mucho mas picante, el cual sacude tus sentidos y te despierta después de ver tanta rutina prolija y políticamente correcta, una bocanada de aire fresco que sirve para que el género no decaiga y siga en actividad unos cuantos años más.