La nueva incursión de Peter Jackson en la Tierra Media ha terminado. Después de tres películas pasables, se cierra otra trilogía. Una que no hará historia ni marcará generaciones futuras - como lo hizo El Señor de los Anillos a principios del nuevo milenio -, pero que sirvió como un buen aperitivo para aquellos que nos enamoramos de Tolkien en el 2001 (y para que Jackson volviera a forrar sus bolsillos de dólares otra vez). Ciertamente la trilogía basada en El Hobbit es una bolsa de gatos. Hay grandes momentos y excelentes personajes pero, en sí, la historia de fondo se siente hueca. Ya no es el bien contra el mal peleando por la supervivencia de su raza sobre la faz de la Tierra, sino un grupo de gente caprichosa peleándose entre sí por un montón de oro. Hasta la historia épica de fondo - de que los enanos iban a recuperar su reino arrebatado por la fuerza por el dragón Smaug - se ha diluído. Igual los personajes están escritos con intensidad - el sacrificado Bardo, que se redime matando al dragón y se vuelve el líder de su pueblo; Bilbo, que es puro coraje y sentido común; el romance imposible entre la elfa Tauriel y el enano Kili; incluso el rey Thorin, envenenado por la codicia, que va y vuelve según sus estados de ánimo, y logra redimirse sobre el final con una gran dosis de valentía y tragedia - y todos tienen sus momentos; pero, por contra, hay algunas escenas demasiado estiradas / exageradas que bordean la parodia - como el combate entre Legolas y el orco asesino -, y algún que otro personaje molesto, mal escrito como comic relief, como es el caso de Alfrid, el anodino asistente del burgomaestre de la Ciudad del Lago. He aquí el Jar Jar Binks de la Tierra Media. El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos es menos un filme evento y mas una película pochoclera. Hay muchos efectos especiales, hay montones de batallas, hay proezas físicas imposibles y hay criaturas espeluznantes. Lo que le falta a esto es una razón de ser, mas allá de ser un filme reunión de personajes ultraconocidos de la Trilogía del Anillo (y darle una excusa a los fans para reencontrarse con sus ídolos). Si uno despoja al filme de sus impresionantes CGI y se centra en el texto del libreto, verá que la historia es banal y carece de fuerza dramática. El problema es la ausencia de grandes temas, que es lo que hacen a un filme épico: la lucha contra fuerzas opresoras que superan en un número abrumador, y el descubrimiento de la valentía - que es lo que hace a los héroes - en un momento desesperado. Es mucho mas emocionante el dispar duelo entre Bardo y Smaug en los minutos iniciales del filme, que los 45 minutos finales saturados de ejércitos computarizados masacrándose entre ellos. Incluso la resolución tiene algo de insatisfactorio - ¿y la suerte del Bardo? ¿y la de Tauriel? ¿Bilbo se va así como así? ¿y la nación enana, qué va a hacer con la fortuna y la ciudad de Erebor? -, porque no da la impresión que se haya restaurado algún tipo de equilibrio. Siendo fan de la Trilogía del Anillo, debo reconocer que la Trilogía del Hobbit me resulta indiferente. Veo los filmes, los disfruto, pero no he salido corriendo a comprar su banda sonora, o a alquilarlos, o a reverlos en una copia remasterizada de alta definición. Desde ya, no los siento un aborto como La Amenaza Fantasma y la trilogía de precuelas de George Lucas - Peter Jackson aún se mantiene en forma, e incluso en un mal día puede dar un par de escenas impresionantes -, pero no terminan de llamarme la atención. Y si tuviera que concluir algo sobre El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos, diría que es una linda película para alquilar un fin de semana, pero no deja de ser un espectáculo emocionalmente inerte, a menos - claro - de un puñado de escenas en donde los actores triunfan forjando a su medida sus personajes y logrando hacer algo emocionante por encima de lo mecánico del libreto. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/hobbit-3.html#sthash.LFBEeF2b.dpuf
Si Hollywood ha depredado durante décadas temas importantes de la Biblia - y no hablamos sólo de la historia de Jesús o Noe, sino de los ángeles, los demonios, el Apocalipsis, la llegada del Anticristo y un largo etcétera - sólo para distorsionarlos, masificarlos y hacer buen dinero con ellos... ¿por qué no pueden abordarlos los tipos especializados en el tema?. Ese es el caso de la ficción fantástica cristiana, la cual toca temas sobrenaturales bibilicos y los refactura en un tono mas moderno y popular. Es una buena forma de propaganda religiosa y es una manera inteligente de llegar a un público joven y fresco, el cual nunca abriría una Biblia ni a palos. Left Behind pertenece a esa categoría de ficción: es una versión novelada de El Rapto - el momento previo al Apocalipsis en donde Dios se lleva a los justos al paraíso y deja a los impuros en el planeta, a la espera de la llegada del Anticristo y el padecimiento de siete años de dolor y muerte antes de la venida final de nuestro Cristo - escrito en la onda de La Dimensión Desconocida. El libro causó furor en Estados Unidos y disparó una saga con 16 secuelas, amén de fomentar toda una industria basada en ficción cristiana. Left Behind (Dejado Atrás) ya había tenido una primera (y vomitiva) versión en el año 2000, patrocinada por una iglesia y protagonizada por el insoportable Kirk Cameron - el cual se ha convertido en un pastor evangélico en la vida real -. El problema con la primera Left Behind es que era densa en su carga cristiana - ninguno de los personajes parecía una persona real sino que se la pasaban dando elaborados sermones sobre la importancia de Dios y la aceptación del destino divino -, lo cual la alejaba del espectador común. Los autores se pelearon con los productores, adujeron que era un filme muy berreta y querían una versión de gran presupuesto. Tras una amenaza de irse a juicio - especialmente porque los tipos produjeron dos secuelas no autorizadas -, llegaron a un arreglo, consiguieron mas plata y reclutaron a Nicolas Cage, el cual es una estrella de clase A... aunque venida a menos. Ciertamente la versión 2015 de Left Behind se ve mas solvente, es mas sólida y es menos densa con el mensaje cristiano, lástima que no termina de ser una historia redonda sino un capítulo cortado al medio cuya resolución habrá que esperar en una futura secuela (la cual dificilmente se concrete ya que casi nadie fue a verla al cine). Ciertamente los primeros 15 minutos de la cinta son fatales. Aparece un reportero estrella - Chad Michael Murray, a años luz del estoicismo de Kirk Cameron en el primer filme - el cual recién llega de cubrir el paso de un Tsunami en el Pacífico sur. Al toque se le cruza una fanática cristiana durante su conferencia de prensa, increpándolo por su falta de fe y por no aceptar al desastre como una prueba de Dios - es curioso ver que, tratándose de una película cristiana decidida a difundir valores religiosos, la "creyente" de turno tenga la apariencia de una chiflada recién salida del siquiátrico -. Por otro lado está Nick Cage como un piloto de aerolínea con romance intercontinental, el cual es descubierto por su hija. La frutilla del postre es la esposa de Cage, Lea Thompson, otra cristiana enardecida que usa hasta sábanas grabadas con versos de la Biblia, y la cual ha montado altares a lo largo de toda su casa (!). En serio: ¿los responsables de esto piensan reclutar cristianos pintando a los creyentes como tipos a los cuales les faltan varios caramelos del frasco?. Pasado el horrendo setup inicial, la película gana sus propios pies. Definitivamente no es una cinta para cualquiera, pero al menos se deja ver como si fuera una de cine catastrofe rodada para la TV - onda The Asylum -. Todo es medio barato y abundan los actores de relleno, los FX apenas zafan y algunos diálogos te hacen chillar los dientes. Al menos desnataron el grueso del discurso religioso y hay un par de pasos dramáticos / de humor que funcionan. Incluso ponen una situación de choque en el aire que le da un dramatismo inesperado y la hace ver como una copia de segunda de la saga Aeropuerto (las cuales tampoco eran muy buenas que digamos). software para estudios contables No me ensañaría demasiado con Left Behind 2015. Es mejor que la versión 2000, tiene mejores actuaciones - Cage se luce, y eso que labura aquí por el pancho y la coca -, está algo mas inspirada y es menos densa. El tema es que, descifrado que se trata de El Rapto bíblico, la cosa se frena y queda stand by a la espera de una secuela... y dudo mucho que los espectadores queden contentos con eso. Habrá que ver si los productores ponen el pecho y el bolsillo, consideran esto que es la gran causa cristiana, y deciden financiar los capitulos que faltan aunque la saga sea un fracaso - en la misma onda que Atlas Shrugged -... secuelas cuya existencia (o falta de ella) difícilmente me quiten el sueño.
Big Hero 6 es la versión Disney de un comic menor de la Marvel publicado en 1998. Desde ya, es una versión experimental hecha para estudiar cómo coexisten ambos universos - la Disney adquirió la Marvel en el 2009, y ha hecho un trabajo magnifico en respetar la independencia y personalidad de cada uno de los superheroes adaptados a la pantalla grande... aunque, por lo bajo, han comenzado a aparecer hibridos de naturaleza dudosa (como la versión pequeña de Los Avengers, o la aparición del team de superhéroes en episodios de Phineas y Ferb, por ejemplo), pensados para vender mas productos de la franquicia a un público infantil que no cala en el target habitual de los productos Marvel -, razón por la cual la gente de la Disney ha tomado numerosas libertades creativas. El resultado final es mas un filme genérico de superhéroes que un producto adulto de la Marvel o un dibujito cute de la Disney, transitando por un camino intermedio que resulta pasable pero no memorable. Hay bastantes cambios en la adaptación. El comic original parece un manga del estilo de Dragon Ball Z, en donde un montón de chicos poseían superpoderes y armaban un equipo de superhéroes. Hasta el robot protagonista - que antes parecía un reptil musculoso - se ha sanitizado y ahora es una especie de muñeco Michelin plagado de bondad. Ciertamente lo mejor de la versión Disney es el rediseño de Baymax, el cual es tan minimalista como adorable y, llegado el caso, puede transformarse en un auténtico bad ass. Por el resto la trama es bastante previsible: chico genio inventa algo espectacular, hay un terrible incidente en donde se pierde el invento, después resulta que el incidente era para ocultar el robo del invento y, como en el incidente murió el hermano del protagonista (lo cual es algo inédito para una película Disney - siempre y cuando uno se olvide de ese tortuoso engendro que fue el asesinato de la mamá ciervo en Bambi -), lo que sigue es una misión de venganza. Como el chico es un genio, inventa adefesios robóticos para sus amigos y los seis se mandan a pelear contra el villano de turno. Está el momento emotivo de turno, el darse cuenta de la inutilidad de la venganza sobre la hora, y un vasto etcétera etcétera. Hay dos cosas que sacan a Big Hero 6 de la rutina de la receta reciclada, y es la gracia de Baymax y el espectacular diseño visual del filme. La animación es, por muy lejos, de lo mejor que he visto en los últimos tiempos - tiene un grado de detalle y realismo impresionante y, si no fuera por el diseño exagerado de personajes, autos, carteles, edificios, etc uno diría que se trata de un filme rodado en vivo -. Por otro lado la imperturbable calma de Baymax y sus salidas ocurrentes - todo lo interpreta en términos de asistencia médica, ya que ése ha sido el propósito principal de su creación y existencia - lo convierten en un delicioso pez fuera del agua, eso sin contar con los gags ejecutados a costa de su aparente obesidad y torpeza. Grandes Héroes es entretenimiento sólido para la familia; un gran espectáculo visual que posee sus intensos momentos de acción; pero si uno saca los adornos, los FX y reduce la historia a papel, verá que no surca ningún camino nuevo (ni le interesa hacerlo). En todo caso es rutina hecha con talento, en donde la gracia se ve en los detalles menores que la adornan.
Paddington es un oso parlante protagonista de una larga serie de libros infantiles escritos por el inglés Michael Bond, los cuales comenzaron a publicarse desde 1958. Debido a su gran repercusión, Paddington terminó por convertirse en una franquicia, generando tres series animadas producidas entre los años 90 y el nuevo milenio, amén de toneladas de merchandising y subproductos derivados. Pronto quedó en evidencia que era material óptimo para la pantalla grande, especialmente en estos momentos en donde los cuentos infantiles se han puesto de moda - ya sea en versiones ingenuas, adultas, oscuras o como desconstrucciones / reconstrucciones al estilo de Maléfica, y las series televisivas Once Upon a Time y Grimm - y han probado ser extremadamente redituables. Ciertamente Paddington no entra en el terreno de la fantasía sino que hace las veces de alegoría edulcorada, muy en la onda de Babe, el Chanchito Valiente y, especialmente, Stuart Little. Es precisamente con Stuart Little con quien tiene mas puntos en común. Paddington es un oso parlante pero su presencia no sorprende a nadie, incluso en la ultraurbanizada Londres del siglo XXI. Uno podría asumir que se trata de la sicosis e indiferencia propia de las grandes ciudades - tipo Nueva York, en donde a nadie le importa nada (salvo su propia rutina) y cualquiera puede andar por la calle vestido de cualquier cosa sin que llame la atención de alguien -, pero pronto queda en evidencia que la imagen del oso parlante tiene otro sentido. Si en Stuart Little el ratoncito era la alegoría de adoptar a un diferente - un chico discapacitado o con algún retraso, o alguien de otra raza -, Paddington es la versión metafórica del inmigrante del tercer mundo. Es distinto al inglés promedio, igual de civilizado y, sobre todo, es un ingenuo que se sorprende con las maravillas del mundo moderno. La actitud de Sally Hawkins no difiere demasiado de la de Sandra Bullock en The Blind Side: ella es una protectora nata e inmediatamente guarece a este individuo desvalido con el cual se ha cruzado en una estación de tren. Posee una familia amorosa aunque ligeramente disfuncional, y pronto la interacción con el oso terminará por convertirlos en mejores personas. Uno de los mejores aspectos de Paddington es su emotividad. Los textos de Michael Bond están plagados de matices autobiográficos y que apelan a la memoria emocional inglesa - esa de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial en donde la gente era solidaria, y en donde una multitud de extraños (viviendo en pueblos alejados del epicentro de los bombardeos nazis) se ofrecía a cuidar y a proteger a los niños de las familias de las grandes ciudades -. Paddington utiliza el mismo método - un niño en una estación de tren con una etiqueta de cartón en el cuello conteniendo sus datos; la cita de la tía Lucy "esta nación ha sabido cuidar a los suyos en momentos difíciles y no creo que se hayan olvidado de ayudar a uno de los suyos cuando lo precisa" - y el destino termina por recompensarlo. Tal como Forrest Gump, los inocentes tienen un angel aparte y Paddington pronto se topa con una familia compuesta por deliciosos personajes - madre caritativa, padre gruñón pero querible, hija tímida e inteligente, hijo nerd -, los cuales empiezan su propio proceso de sanitización ante la presencia de la criatura. Lo mejor de todo es que, en vez de ser un coro de fondo, cada uno de ellos tiene un momento de lucimiento orquestado de manera brillante - y si bien todos son formidables, quien se destaca por lejos es Hugh Bonneville (Downton Abbey), quien irradia bondad pura mientras demuestra tener un timing comico impecable -, cortando el edulcoramiento natural del relato con gags realmente logrados. Hasta la desabrida Nicole Kidman tiene su cuota de maldades festejables. La gracia de Paddington es ver a un tipo querible suelto en un mundo desconocido, y repleto de personas con buena voluntad que quieren ayudarlo. En el medio hay bastante comedia slapstick - como para inyectarle algo de acción - que, sorprendentemente, resultan ser efectiva. La historia no es demasiado compleja y en realidad es un pretexto para conocer estos caracteres y dejar que interactúen entre ellos. Y lo que al principio parece excéntrico después se vuelve adorable por un buen manejo de tonos, sumado al virtuosismo visual del director Paul King, quien crea secuencias realmente inspiradas - como convertir mágicamente a la casa de muñecas de la chica Brown en una versión miniaturizada de la propia casa, pudiendo seguir la acción de cada uno de los integrantes de la familia en cada cuarto como si fueran viñetas de un comic; o la conversión de un tren de juguete en un flashback que remonta al pasado de uno de los protagonistas, a los duros tiempos de la guerra -. Todo esto convierte a un filme de apariencia desnatada en una experiencia deliciosa, sorprendente y mucho mas inteligente que lo que uno podría esperar, desbordando de ángel en cada una de las líneas de un libreto realmente inspirado. Ojalá hagan una segunda parte porque esa sí sería una secuela esperada y una que vería con muchísimo gusto.
Había un parlamento en Copycat en donde el personaje de Sigourney Weaver calificaba a los asesinos seriales como tumores producidos por un cuerpo social enfermo. La sociedad moderna no es mejor que la que existía hace 5 o 10 siglos; simplemente es diferente y sofisticadamente retorcida. En la proliferación de conductas sociales desviadas - surgidas a partir de la difusión de valores morales alterados, de la apatía de una sociedad tan sobrepoblada como egoista - es que los individuos anómalos aparecen y, lo que es peor, su tasa de surgimiento tiende a crecer de manera exponencial. Ya no hablamos de hechos aislados sino de un fenómeno crónico, lo que indica que somos una sociedad cada vez mas imperfecta y enferma. Nightcrawler: Primicia Mortal es una visión tan cínica como brillante de esa sociedad enferma en donde los valores morales están distorsionados. El protagonista no es un asesino serial, pero es un sociópata peligroso y - lo que es peor - es uno socialmente aceptado y hasta útil y exitoso en lo suyo. Si hay algo que espanta en el filme no es el personaje de Jake Gyllenhaal - el cual tiene una chifladura sofisticada y evidente -, sino el de la amoral jefa de noticias que compone Rene Russo. Ella es una persona cuerda, culto y absolutamente civilizada, la cual ha dejado de lado - y de manera voluntaria - todo tipo de tabúes y limites morales con tal de asegurar su éxito personal. Mientras que Louis Bloom es un individuo motivado por sus necesidades - y que posee una visión tan enferma como egoista del mundo -, Nina Romina es una persona que ha decidido pasarse al lado oscuro por propia voluntad. Ella piensa en su sobrevivencia laboral, en su éxito individual y, para ello, ha terminado por valuar a los otros - a los cadáveres, a los heridos, a las familias devastadas por una tragedia - en cosas. Ya no son seres humanos dotados de sentimientos sino objetos con los cuales debe lidiar, maquillar y acomodar de acuerdo a sus necesidades diarias de shock y horror, las cuales terminan construyendo el rating del noticiero. No es dificil ver a Nightcrawler: Primicia Mortal como una sátira oscura y amarga de los medios. Tal como ocurría en Poder que Mata (1976), el shock y la polémica priman sobre la calidad de los contenidos; la gente quiere que la estremezcan y los mas hábiles en la materia serán los mas exitosos. Pero la sociedad ha cambiado mucho - y para peor - desde aquel discurso idealista que vomitaba el pastor televisivo encarnado por Peter Finch en el clásico de Sidney Lumet. Hoy en día la sociedad - y fundamentalmente la norteamericana - glorifica a los amorales, criminales y sicópatas; luego del escándalo viene el best seller y, luego, el jugoso contrato de Hollywood. Quizás se trate de una sociedad adormecida cuyos sentidos entumecidos precisan el shock para diferenciarse de la estrella escandalosa del momento - y con ello sentirse complacido con su propia existencia -, o quizás sea que el sentido del morbo ha pasado de ser una desviación reservada a una minoría y se ha extendido como una enfermedad social que afecta a todos en mayor o menor grado. No precisamos ser estadounidenses para ver nuestros diarios locales, los cuales - en su versión on line - publican los videos de las atroces ejecuciones que comete Estado Islámico. El ver un individuo aplastado por un tanque o decapitado en primerísimo plano no enriquece la noticia - eso mismo se podría haber comunicado en un par de frases y con el mismo efecto aterrador -, pero satisface la necesidad retorcida de aquellos que quieren ver para creer. Nos hemos vuelto voyeurs del horror y la locura. Tampoco es un fenómeno aislado o excesivamente moderno; en el documental Salvaje Mondo Cane - que data de 1962 - ya veíamos gente devorada por leones, o toros ferozmente masacrados por los matadores de turno. Y semejante filme no quedó en el olvido o la ignominia, sino que recaudó paladas de dinero en todo el mundo, disparó secuelas e imitadores, y dejó al desnudo una veta tan bizarra como perversa que yacía durmiendo bajo la piel de millones de personas "civilizadas" diseminadas a lo largo del planeta, las cuales demostraron disfrutar semejante espectáculo. No importa si las imágenes de Mondo Cane son auténticas o simuladas; hay gente que ha leído el resumen del filme, quiere verlo y, lo que es peor, después desea consumir productos similares. Y desde ya la oleada de competidores ha abordado retos cada vez mas extremos como la saga de Rostros de la Muerte - focalizada exclusivamente en la exhibición gráfica de ejecuciones, accidentes mortales, asesinatos y muertes de todo tipo y color -, la cual es inusualmente popular en Japón pero que posee seguidores en todo el mundo. oferta software de sueldos Si la amoralidad de alguien civilizado y culto como Rene Russo es inquietante, el otro factor de shock que trae el filme es la retorcida - pero completamente lógica - compatibilidad de la cultura americana de los negocios con la bizarra actividad que desarrolla Jake Gyllenhaal. El se ve a sí mismo como emprendedor exitoso y, en ultima instancia, como un orquestador de espectáculos sangrientos que sólo satisface las necesidades de la audiencia. Ya no es un monstruo urbano sino un showman, un entrepreneur del horror cuya amoralidad es su mayor talento ya que es capaz de captar imágenes que le revolverían el estomago a cualquiera, lo que da por resultado esperpentos sangrientos y morbosos que él considera sus obras maestras. El sicópata sabio es el éxito del momento, y ha entendido el viejo postulado empírico de que, cuando uno observa demasiado un fenómeno natural, deja de ser testigo y pasa a formar parte del mismo. En este caso ha tomado el paso siguiente, convirtiéndose en un catalizador de sucesos horribles - maneja las variables, define los lugares y los tiempos, enciende la mecha del drama -, los cuales cotizan como oro para las voraces cadenas televisivas de turno. Nightcrawler es un gran filme. Tiene un gran clima, diálogos geniales, una estremecedora perfomance de Jake Gyllenhaal, y un desarrollo envidiable. Quizás el final sea algo flojo y artificial pero sirve para probar la tesis del director / escritor Dan Gilroy, de que la amoralidad no sólo sobrevive sino que también triunfa y se expande. Los chiflados tienen éxito, y cosechan pecado podrido que devoramos con fruición todos los días. Y, lo peor de todo esto, es que al amparo de semejante indiferencia se están formando las generaciones futuras, una camada de individuos bombardeados por una profusión de imágenes tan amorales como violentas y los cuales habrán perdido la capacidad de shock frente a la muerte y la locura.
Para mediados de los 70 había aparecido Carrie (1976), la cual había puesto de moda a los sicópatas con poderes telekinéticos. Surgieron montones de clones - ninguno de demasiada calidad - y, entre los pocos destacados del pelotón, figuraba una modesta producción australiana. Patrick (1978) estaba escrita por el prócer del cine fantástico australiano Everett De Roche - autor de títulos como Link, Razorback (Destructor), Arlequín, y la notable Fin de Semana Salvaje -, estaba dirigida con cierto nervio y al menos tenía una vuelta de tuerca novedosa al tema - un sicópata en estado de coma, el cual había desarrollado super poderes telekinéticos -. 25 años después llega esta remake, mucho mas prolija en lo técnico, pero mucho mas rutinaria en términos narrativos. Los efectos especiales serán mejores pero se ha perdido el sentido de clima, con lo cual la versión 2013 de Patrick carece de personalidad y termina siendo una película de terror común y silvestre, una más del gigantesco montón que atestan las estanterías de los videoclubes todos los años. Nunca ví el filme original, así que terminé wikipediándome sobre el tema. Al parecer la fidelidad es bastante notable y los cambios que le han hecho a la nueva versión consisten en trasladar al Patrick del título, de un hospital común a una clínica aislada en algún lugar remoto de Australia - la cual se ve excesivamente tétrica y parece salida de algún capítulo de Silent Hill, con paredes oscuras y plagadas de tintes rojizos, lo que la hace ver como si estuvieran bañadas en sangre -, hacer que el muchacho sea producto de una serie de pruebas con una droga experimental, y mutar al doctor principal en una especie de científico loco obsesionado con "despertar" a pacientes comatosos a cualquier precio - incluso utilizando métodos ilegales -. El cast es bastante bueno: está el delicioso Charles Dance, el cual puede componer villanos hasta en sueños; Rachel Griffith, la que sigue estando tan estirada como en El Sueño de Walt Disney (¿acaso no tiene otra expresión posible?), y la sorpresa es Sharni Vinson, una chica de ojazos enormes y profundos, carentes de pupila y que pareciera salida de un manga japonés. La Vinson se defiende muy bien en el papel, siendo éste su primer protagónico de importancia. El problema con Patrick es la dirección, la cual parece enviciada con todos los lugares comunes del cine de terror. Gente que aparece en cámara súbitamente, personajes siniestros insertados ridículamente en la trama (como el chiflado con el cuerpo quemado, cuyo único propósito es hacer de Deus Ex Machina durante el climax del filme), miradas sospechosas, teléfonos que suenan de repente, ruidos inesperados... es una galería de sustos baratos que terminan arruinando las posibilidades de la obra. No es que Patrick tuviera que ser una maravilla, pero en manos de otro director hubiera resultado menos obvia. Tan sólo en la secuencia pre créditos nos damos cuenta de lo rutinario que va a ir todo esto. Esos cinco minutos - que deberían ser espeluznantes - sólo se basan en tomas torcidas de cámara, efectos de la banda de sonido, y decorados artificialmente creados para parecer siniestros. El horror no surge como algo natural y cercano sino que es pre fabricado y artificial, y el fuerte tufillo a Silent Hill - enfermeras encerradas en un lugar siniestro - resulta distrayente. La progresión del relato tampoco ayuda. A medida que se acerca al final, el filme va perdiendo su escasa credibilidad en haras del efectismo - Charles Dance devorando sapos vivos, gente achicharrándose contra instalaciones eléctricas de alta tensión, o tipos que hacen clavados desde un precipicio... junto con sus autos -, y nunca termina de asustar. Todo es tan rebuscado que resulta mas bizarro que shockeante. Resulta difícil recomendar la versión 2013 de Patrick; yo creo que era una buena oportunidad para hacer un thriller común y pasable, pero el filme se va en poses y exageraciones, y el director nunca demuestra tener talento como para crear shocks novedosos. En todo caso es un serie B carente de inspiración, el cual lastima el prestigio del filme original al hacer cosas rutinarias y enviciarse con el estilo. Es una macana, ya que los ingredientes que aquí figuran eran buenos, lástima que el cocinero terminó por arruinarlos al mezclarlos sin la mas mínima gracia. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/patrick.html#sthash.tPbg5fEX.dpuf
Jennifer Lawrence. Wow, qué mujer. Con sólo 24 años ya tiene un Oscar y es el factor de éxito de un par de franquicias millonarias, amén de desenvolverse como los dioses en peliculas independientes, de menor presupuesto pero mayor calidad dramática. Quizás la saga de Los Juegos del Hambre no hubiera llegado a ser el taquillazo que es si el papel principal hubiera quedado en manos de otra actriz. Un intérprete de calidad eleva el nivel de una obra y, si esta está decentemente escrita, se pueden obtener resultados fascinantes. En el último capítulo de la saga - particionado en dos, como para satisfacer la avaricia de los estudios que la producen -, la Lawrence es el factor clave del éxito del filme. Es una entrega menos movida y mas cerebral, pero sigue siendo compulsivamente mirable gracias a ella. No se trata de su figura o su belleza - que sin dudas acompañan -; sino de su carisma, ese manejo de emociones a flor de piel, esa profunda aura de honestidad y valentía. Las cualidades que la Rebelión ve en Katniss Everdeen son las mismas que el público ve en la perfomance de Jennifer Lawrence, y es por ello que la saga resulta tan emocionante. Para salir de la rutina, aquí no hay competencia a muerte entre una multitud de adolescentes musculosos y de aspecto bonito. Katniss ha salido del circuito y, al convertirse de manera inadvertida en el símbolo del rechazo al sangriento régimen autocrático que domina Panem, se ha vuelto una enemiga del estado. Los distritos han tomado su abrupta partida de los juegos como la chispa inicial de una incipiente revolución y se han declarado en rebeldía, a sabiendas que el sanguinario presidente Snow terminará castigándolos con la persecución, la tortura y el genocidio. Katniss sólo es una chica valiente, no una mente conspiradora como Plutarch Heavensbee o Haymitch Abernathy; lo que ocurre a su alrededor escapa a su control, a su entendimiento y, de pronto, ella ha pasado a convertirse en la figura hot del marketing revolucionario. Tal como pasaba con el francotirador estrella apadrinado por los nazis en Bastardos Sin Gloria - o como la heroína de Verdún en Al Filo del Mañana -, ella es una figura mediatica destinada incentivar a los revolucionarios en su lucha contra el régimen de turno. Y como su sinceridad es su mejor arma, Katniss no sirve para leer discursos marketineros con convicción. Ella debe vivir lo real para hablar frente a cámaras directamente con el corazón. En muchos sentidos Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte I es una evolución de la sátira mediática que comenzara con el filme original. Es realmente interesante ver cómo manipulan el fenómeno mediático de Katniss para darle personalidad (y un empujón) a la revolución. Los razonamientos de Philip Seymour Hoffman son apasionantes - es un individuo de pura lógica y extremo pragmatismo -, los que llevan a inducir a Katniss a la situación deseada para que vomite el discurso que la revolución desea... pero por su propia voluntad. Aún siendo un engranaje mas de la maquinaria, Katniss se da maña para resaltar, expresar lo que siente e incluso cometer un par de actos de heroismo. Eso sin contar con el delicioso duelo mediático que mantiene con Donald Sutherland (el cual brilla como nunca en su papel de villano, tan amoral como sagaz), el cual manipula a su antojo a Peta y sabe cómo lastimar a sus enemigos. Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte I es una entrega oscura, amarga, intensa e inteligente. Ok, es mas estática, pero creo que a esta altura del partido los fans de la saga sabrán apreciar las bondades de una historia bien escrita, que en este estamento prefiere crear momentum y transitar por caminos mas dramáticos y cerebrales. Desde ya, funcionaría mejor como un filme de 3 horas, autoconclusivo y que terminara por poner el broche a la franquicia de una buena vez - en cambio, ahora debemos esperar otro año (y comprar otro ticket) para ver como se cierra la historia -, pero asi como está es muy bueno en sus propios términos, con lo cual sus virtudes logran apañar las molestias causadas por un caso de codicia extrema. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/juegos-hambre3.html#sthash.xjSRkZaC.dpuf
El amor, en tiempos de la Teoría de la Relatividad. Interestelar es la última incursión en el cine fantástico de Christopher Nolan, un tipo que a esta altura ya se ha hecho un merecido lugar entre los directores mas grandes de la historia. Desde Memento hasta El Origen - sin olvidar esa joya que fue Batman: El Caballero de la Noche, y toda la trilogía del encapotado -, Nolan ha dado muestras de sobra de ser un tipo inteligente y talentoso, creando obras originales e innovadoras. Ahora es el turno de Nolan de imitar a Kubrick, creando su propio propio 2001, Odisea del Espacio - un fetichismo que ha obsesionado (y han querido emular) tipos del calibre de Danny Boyle, Darren Aronofsky e, incluso, Steven Soderbergh -, generando una obra de ciencia ficción pensante y con aspiraciones metafísicas. El problema es que, después de un buen comienzo y un gran desarrollo, Interestelar termina metiéndose en un terreno tremendamente extraño en el tercer acto, el cual podrá ser aplaudido por la comunidad científica - después de todo, Nolan es un entusiasta del ensayo científico y sus obras están construídas con el asesoramiento de un ejército de especialistas - pero, para la plebe, tiene el sabor de un Deus Ex Machina tremendamente traído de los pelos. El inicio del filme tiene su cuota de desprolijidades narrativas. A cuentagotas vamos descubriendo lo que pasó, pero uno nunca termina de entender el todo. Al parecer los recursos se agotaron, los gobiernos entraron en crisis, los ejércitos se disolvieron (¿cómo?; si se trata de una crisis terminal, ¿cómo van a mantener el control de las masas, devenidas en un seguro caos?; si el hambre prospera, ¿por qué no iniciar invasiones y genocidios para apoderarse de los terrenos mas prósperos?). En esa carestía de recursos y energía, Matthew McConaughey maneja una Ford F100 con un motor enorme, y opera un ejército de cosechadoras guiadas por GPS. El tipo cultiva maíz - aunque era un astronauta! - y lo debe vender en algún mercado local, el cual no ha sido arrasado por las turbas hambrientas de milagro. La frutilla del postre es el funcionamiento de las escuelas a nivel nacional, las cuales van a sacar libros de historia corregidos diciendo que nunca llegaron a la Luna y que todo fue una operación publicitaria montada en los medios para combatir a los malditos comunistas de la Unión Soviética - otra que "el relato" - , una barrabasada urdida para desalentar a la gente a ser cientificos y formarse como granjeros. Es un futuro plagado de inconsistencias y cosas traídas de los pelos, demasiado prolijo para ser un escenario pre-apocaliptico. Las cosas no mejoran con la aparición de una serie de fenómenos en la casa de McConaughey, en donde los libros de la biblioteca se caen al piso y, al ver los huecos dejados en los anaqueles, uno - con demasiado tiempo libre - puede percibir una especie de mensaje en código binario. Las cosas se ponen mas absurdas cuando la tierra del piso forma una serie de rayas, las cuales presuponen ser la latitud y la longitud de una locación a la cual - esta fuerza sobrenatural que mueve libros - quiere que McConaughey vaya. El tipo se encarama a su pickup devoradora de combustible junto con su avispada hija y termina en una base oculta del gobierno en donde yace los restos de la NASA. Ahi se topa con un antiguo amigo y su apetecible hija, y se entera de que están preparando una misión interestelar para salvar la humanidad... y quieren que él la pilotee. ¿No era mas fácil llamar por teléfono? ¿Nadie sabía donde vivía McConaughey?. Si McConaughey no aparecía,¿la humanidad estaba condenada a la extinción, simplemente porque no encontraron un maldito piloto para comandar la nave?. Las cosas se ponen mucho mejor en el Acto II, cuando la historia se mete en la exploración espacial y en el terreno de la teoría científica. Entre los trajes, los efectos visuales y la temática, hay momentos en donde Interestelar se aproxima a la visión de la ciencia ficción rusa de los años 50 y 60, ésa en donde los astronautas eran émulos de Cristobal Colón y formaban un puñado de temerarios adentrándose en lo desconocido, un terreno tan vasto como aterrador. Las cosas salen mal porque las naves no son mas que latitas de gaseosa algo mas sofisticadas, y sometidas a gigantescas presiones producidas por el vacío, las ráfagas gravitacionales y las presencia de todo tipo de amenazas subyacentes en el cosmos. Como dicen un personaje en un momento: "es estremecedor pensar que solo un par de milimetros de aluminio me separan de morir en el gélido vacío del espacio". Ciertamente los temas que toca el Acto II son fascinantes. La idea del arca de Noé embrionaria - llevar esperatozoides y óvulos para montar una colonia en algún lugar remoto del Universo, pensando en la superviviencia de la especie mas que en la supervivencia de los humanos actuales - es formidable (aunque, pregunto: ¿quien es la mujer que se quiere ofrecer como voluntaria para actuar como incubadora serial de colonizadores?). El tránsito por el agujero de gusano es estremecedor - una versión aggiornada del viaje estelar del climax de 2001, Odisea del Espacio -, lo mismo que la aventura alrededor del masivo agujero negro. Es como una versión de la serie Cosmos de Carl Sagan pero con actores de primera categoría. Y desde ya está el drama humano, con la hija que se niega a aceptar el abandono de su padre por una causa mucho mas heroica y humanitaria, como es adentrarse en el espacio para hallar el nuevo refugio que precisa nuestra especie. Mientras que el Acto II está plagado de momentos brillantes - el planeta de las mareas gigantes; el gélido paraíso donde mora Matt Damon; el rescate de la nave interestelar a último momento de incinerarse en el reingreso a la atmósfera -, donde Interestelar mete la pata es en el Acto III. (alerta spoilers) Lo que uno asumía como angeles guardianes - seres extraterrestres que mandaban mensajes y pistas para que la humanidad encuentre una vía de salida -, se transforma en una solución tan absurda como insatisfactoria. Ok, el espacio se puede doblar, y puede que uno entre en una dimensión en donde pueda materializar sus pensamientos, e incluso viajar en el tiempo / espacio pero... ¿mandar mensajes tirando libros y esperando que alguien los descifre?. ¿Mandar un código Morse mediante el segundero loco de un reloj pulsera archivado desde hace décadas?. Es un momento en donde Nolan exige demasiado a la audiencia, un salto de fe que mi juicio, no lo amerita. Incluso el tema de recopilar información mediante el robot parlanchin, pensando en mandarla afuera... ¿cómo?. ¿Cómo pensaban mandar a a Tierra esos datos si no sale información mas allá del agujero de gusano (y mucho menos, de un agujero negro)?. Es como que el agujero negro es una gigantesca caja de Pandora que Nolan utiliza para atar el nudo a las diversas tramas argumentales, pero no deja de ser un recurso tremendamente rebuscado. Después le sigue el tema de recoger al sobreviviente en el espacio, el cual es llevado a bordo de una masiva nave interestellar que, en vez de llevar mas gente a bordo, prefiere gastar inútiles (y masivas) cantidades de espacio recreando granjas - museo o estadios de baseball. Es un climax estirado e insatisfactorio. Era mejor que los alienígenas existieran (después de todo la aparición del agujero de gusano es inexplicable), y que los héroes murieran mandando la data en vez de una retorcida reconciliacion en la recta final del filme (fin spoilers). No creo que Interestelar sea la obra maestra de Nolan que todos proclaman. Es una pelicula épica, inteligente e intensa, pero tiene su cuota de cosas atadas con alambre que no me terminan de cerrar. Olviden el espectáculo visual, dejen de lado las excelentes actuaciones, vean la lógica de la trama. Yo creo que Inception, aún con todos sus defectos, es superior a Interestelar y, en especial, su final era mucho mas mistico y satisfactorio. Como suele pasarle a los genios, a veces su inteligencia los acerca tanto al Sol que el procedimiento termina por incendiarle las alas... y aquí algo de ello ocurre, en donde hubiera sido preferible modelar otro final menos excéntrico para culminar con éxito lo que debería haber sido una segura obra maestra.
Hablemos de héroes de acción gerontes; jubilados con pancita y dientes postizos que, en vez de hacer la cola del banco para cobrar su pensión, prefieren andar a tortazo limpio con los villanos de turno. Como dice James Berardinelli, el género de acción tiene lugar para todo y para todos y, en el caso de los veteranos, hay unos cuantos casos en donde los canosos han sabido salir bien parados. Sylvester Stallone no entra en la ecuación, simplemente porque es un tipo que - casi a los 70 años - sigue teniendo un cuerpo escultural; pero en otros casos - como Sean Connery en La Liga Extraordinaria o Liam Neeson en Taken y sus incontables secuelas y clones - han probado que se puede ser creíble a la hora de las trompadas y los balazos, y sin tener un físico cuidado (Connery tenía 73 en el caso de LXG). Lo mismo no puede decirse de Denzel Washington en The Equalizer. El tipo le pone toda la intensidad y toda la oscuridad al papel, pero termina siendo torpedeado por la burda edición del filme, el cual lo muestra torpe y lento a la hora de las refriegas. Aún en su primera pelea - que es muy a lo Jason Bourne, con el tipo masacrando gente con lo que tenga a mano, sean sacacorchos, vasitos de ginebra o pisapapeles de vidrio - Denzel no convence y eso empieza a tirar abajo la credibilidad del personaje, a lo cual se suman otras pifias con las cuales se despacha el libreto en la última media hora, todo lo cual termina empantanando la efectividad de la cinta. El Ecualizador (o El Igualador, o El Justiciero, como quieran) se basa en la serie del mismo nombre, que data de mediados de los años 80 y estaba protagonizada por Edward Woodward. Era un justiciero a domicilio, que resolvía tanto venganzas como situaciones menores, y que venía a ser una versión pasteurizada del Charles Bronson de El Vengador Anónimo. Me acuerdo haber visto un par de capítulos y haberme aburrido de manera soberana, porque era pura cháchara y no pasaba nada; para colmo Woodward se veía como mi abuelito y no me resulta creíble como héroe de acción. El por qué resucitaron semejante serie ignota - la cual, definitivamente, no era un título de culto - es un misterio. Acá Denzel Washington no es inglés ni blanco ni maneja un lujoso Jaguar, sino que es un cincuentón aburrido que labura en Home Depot y padece de desorden obsesivo - compulsivo. Ese es un detalle con cierto potencial - al ser tan minucioso, calcula en demasía y opera como una auténtica computadora de pura lógica al planificar sus combates -, pero el libreto se encarga de abandonar el punto sobre la última media hora. De hecho, el guión termina pasándose tanto de rosca sobre esos 30 minutos finales - con exceso de explosiones y cámaras lentas - que el filme bordea la autoparodia (en especial cuando Denzel vuela un barco de los villanos, el cual tiene una onda expansiva tan poderosa que casi le arranca los pantalones... pero el tipo sigue caminando muy cool en cámara lenta y con la columna de fuego detrás... la cual amenaza tostarle el trasero). Como sea, el geronte dependiente que vive como una monja en un departamento desprovisto de lujos y elementos personales termina siendo una versión morena de Terminator, sólo que ha preferido el anonimato para dejar atrás un pasado teñido por la violencia. A final de cuentas era un operativo del recontraespionaje capaz de matar a una persona de 130 maneras diferentes con su dedo pulgar (131 si no se cortaba las uñas esa semana), y que ahora prefiere despachar maderas en un Home Depot, el cual termina actuando como una especie de arsenal encubierto ya que - cuando las cosas se pongan agrias -, el veterano Washington usará todo lo que encuentre en el Mall para detener a los malos. El filme arranca lento. Muuuy lento. Washington le pone ganas y es intenso, y eso hace tolerable el tránsito demorado de la primera media hora, la que sirve para crear momentum. El tipo decide salir de su retiro cuando ve que a Chloe Grace Moretz la muelen a palos. La Moretz está de adorno aquí, solo aparece un ratito al principio y después resucita dos minutos antes de los titulos finales; hace de prostituta menor de edad, la que le toca atender los clientes mas violentos que le mandan sus chulos de la mafia rusa. Cuando la Moretz termina en el hospital, Washington se activa y va a verlo a los gangsters. Y cuando los tipos se burlan de él y lo amenazan, el obsesivo compulsivo se encierra con ellos y los convierte en puré de carne. El Justiciero es un filme muy violento y sangriento; el problema es que la edición es un fracaso mayúsculo y le saca todo el impacto a la carnicería. Washington se ve demasiado lento y poco creíble haciendo maldades o tirando piñas y, cuando llegan los excesos - como sacarle el ojito a alguien -, los cortes eclipsan el shock. En vez de entusiasmar, las peleas del filme decepcionan. Por suerte el estado de ánimo cambia cuando entra Marton Csokas a escena. Nunca me ha parecido un gran actor, pero acá el tipo se relame y destila maldad por todos sus poros. Es inteligente, amoral, discursivo, cruel. No sé si es un gran villano pero al menos repunta la flácida puntería del filme después de los fallidos momentos de acción. Es una lástima que Fuqua decida mantener un enfrentamiento a distancia entre los antagonistas, en vez de poner en un mano a mano a Washington contra Csokas. Es como que el final es demasiado expeditivo, eso sin contar al fugaz enfrentamiento (si se lo puede llamar tal) del héroe con el gran capo de toda la mafia rusa. El Justiciero no me terminó de convencer. Será que Denzel Washington se ve demasiado viejo, gordito y prolijo como para resultarme convincente como despiadado héroe de acción - al menos Liam Neeson es gigante y se ve amenazador -; o será que el libreto derrapa en excesos sobre el final... como sea, el punto mas destacable del filme es el villano de Csokas; y si en una cinta el malo es mas interesante que el heroe, eso significa que estamos en serios problemas de balance. Habrá que ver si, en la inevitable secuela, esos problemas se corrigen y logran que Washington luzca como el jubilado badass que pedía a gritos el público para esta entrega. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/equalizer.html#sthash.dF2bInII.dpuf
La culpa la tiene la Marvel. Estos comiqueros del alma tomaron un puñado de superhéroes, los pusieron en manos de auténticos entusiastas, visionaron un universo compartido por dichos personajes, y buscaron a los actores mas carismáticos del momento para encarnarlos. Crearon un movimiento formidable, admirado por la crítica y el público, el cual se transformó en una máquina imparable de hacer millones. Al toque los estudios restantes comenzaron desesperadamente a buscar la manera de hacer algo semejante, sea la Fox - poseedora de los derechos remanentes de Marvel sobre otros personajes como Spiderman, los Hombres X, etc. -, la DC Comics - acostumbrada a trabajar a paso de tortuga, y ahora viéndose obligada a disparar una tonelada de vaporware (grandes anuncios y largas sagas proyectadas), cuando apenas rodaron titulos de éxito para un par de personajes (Batman y Superman), y habiendo fracasado de manera miserable en otros intentos como Linterna Verde o Jonah Hex -; y la Universal, el último estudio en subirse a la la movida con la extraña idea de hacerse un universo compartido con su panteón de monstruos clásicos (o una versión expandida y pulida del concepto subyacente en ese bizarro proyecto que terminó resultando Van Helsing). Dracula Untold es el primer paso de la Universal en tal sentido, esperándose nuevas versiones de la Momia, el Hombre Lobo y Frankenstein (y alguien por ahí dijo el Monstruo de la Laguna Negra?) en próximos años y algún mash up con todos ellos presentes, muy a la onda de Los Vengadores en un futuro cercano. En tal sentido, Dracula Untold hace las veces de Dracula Begins. Para gente que recién nos lee (y ha vivido en otro planeta hasta hace un rato), diremos que Drácula es la creación literaria de Bram Stoker, surgida de su pluma en 1897. No es el primer chupasangre de la historia - Sheridan LeFanu lo antecede con sus crónicas de Carmilla en 1871 -, pero sin lugar a dudas estableció el modelo prototípico de vampiro - una criatura sexual y sedienta de sangre, un noble de antigua estirpe y oscuro pasado, un ser temeroso a los símbolos religiosos, la plata, el sol, etc, etc -, el cual sería copiado hasta la saciedad. Y si bien Drácula no es el primer villano de la literatura de ficción, por lejos debe de ser el más popular ya que su tragedia ha sido objeto de innumerables versiones, revisiones y copias, fruto de la fascinación que el personaje ejerce sobre las multitudes. Yo soy un particular enemigo de las adaptaciones de Drácula. No entiendo la idea de adaptar una historia ultraconocida hasta el hartazgo, mas allá de la marketinera explicación de que se trata de un nombre popular disponible en el dominio público (y por lo cual no hay que pagar un céntimo por derechos de autor). Hay un puñado de versiones memorables, sea Nosferatu, la de Bela Lugosi, la de Christopher Lee, la de Frank Langella (que a mi juicio es la mejor y mas equilibrada) y la de Francis Ford Coppola... y el resto va de lo descartable a lo fallido y lo soberanamente aburrido. Dracula Untold toma un par de ideas de la versión de Coppola - la armadura roja, la visión romántica / trágica del protagonista (un héroe envuelto en el desencanto y convertido en un ser maldito por culpa de haber perdido a su gran amor en una circunstancia desgraciada) -y se dedica a elaborar una historia de origen. Es curioso notar que, de los miles de adaptaciones que hay de la historia de Dracula, ninguna se ha dedicado a explorar las causas que lo convirtieron en un vampiro (partiendo de las referencias que hace Stoker en la novela y que lo vinculan con Vlad Tepes, un tirano genocida que vivió en el reino de Wallachia - o Valaquia - en el siglo XV, y que asesinó a mas de 100.000 hombres, mujeres y niños mediante el empalamiento, convirtiendo a su reino en un espectáculo dantesco que aterrorizaba a sus enemigos). Digo: era un ser cruel cuyo vampirismo terminaba siendo la evolución natural de su ferocidad y su maldad - y que, como precuela, debería resultar tan fascinante como la historia narrada en la novela de Stoker -. El dato anecdótico es que Stoker no hizo una gran investigación de campo respecto al personaje sino que pasó un tiempo en una biblioteca, vió que este tipo había sido muy cruel, y optó por Tepes porque su sobrenombre - Dracula, que viene a ser "hijo del dragón" y que era el mote dado a los miembros de una orden de cruzados que combatían a los impíos infieles musulmanes - le parecía cool. No busquen explicaciones profundas, ni intenten razonar las contradicciones que existen entre la realidad histórica y la novela de Stoker; la verdad es mucho mas superficial. Hasta Stoker cometió el error de reubicar a Tepes en Transilvania en vez de Valaquia, algo que todas las adaptaciones (incluso ésta) insistieron en mantener por una cuestión de fidelidad con el original literario. Y mientras las discrepancias se acumulan ya desde el mismísimo origen novelesco del personaje, ¿por qué pedirle fidelidad a una nueva versión que, para colmo, intenta transitar un camino nuevo e inexplorado?. A mi juicio, tan sólo por el hecho de animarse a contar la historia de origen de Drácula este filme merece una medalla desde el arranque. Resta ver hacia dónde apunta, y si lo hace con mayor o menor tino. Ciertamente Dracula Untold es una falacia de enormes proporciones... pero la historia de Dracula narrada por Stoker también lo es, y no entiendo el por qué la necesidad de rasgarse las vestiduras. En todo caso, uno tiene que tomar las cosas en sus propios términos y darle tiempo para ver como se entronca con los pre-conceptos que todos tenemos sobre el personaje. Ciertamente la versión de Dracula: La Leyenda Jamás Contada es mas parecida a un comic de la Marvel que a la historia de Stoker. En vez de ser un bestial genocida sediento de poder - como te dice la Wikipedia -, este Vlad Tepes es un héroe atormentado que hace las cosas mas brutales con tal de defender a su pueblo. Para él, el empalamiento no es un hobby sino una estrategia de marketing para asustar a sus enemigos. Terminado el trabajo a las seis de la tarde, cuelga el sayo de empalador y se transforma en un saludable hombre de familia. Ciertamente es una versión que bordea lo absurdo, al menos si uno la analiza en términos sicológicos - semejante personaje debería ser como minimo un sociopata, de manera de carecer de culpa por matar a miles de tipos de semejante manera y continuar su vida con normalidad sin necesidad siquiera de tomarse un Valium a la noche; ¿cómo hace alguien para tener compartimientos estancos en su conciencia? -. Yo no tengo problemas en aceptar a Dracula como héroe legendario e incluso a Dracula como super héroe... pero es dificil empalmar esas visiones con la de Dracula empalador. ¿Primero los mataba y después los trinchaba como una brochette, lo que lo hacia mas humanitario? ¿O los empalaba vivos, demostrando un sadismo inmensurable?. Como es un lider dedicado en cuerpo y alma a su pueblo, este Vlad Tepes decide aliarse con el demonio - el vampiro maestro que mora en la montaña y el cual le otorga sus poderes a cambio de una maldición eterna - para evitar la masacre de sus connacionales. En esos momentos - si uno se despega de la imagen clásica de Dracula y le da oxigeno al libreto para ver hacia donde va - Dracula: La Leyenda Jamás Contada obtiene un puñado de buenas escenas. Quienes se cargan sobre sus hombros el filme son Luke Evans y Charles Dance, los cuales destilan carisma y se relamen con sus parlamentos. A mi no me interesa que este tipo sea demasiado bueno y honorable como para después termine convirtiéndose en un tipo de smoking y capa roja que deprede virgenes en Inglaterra 4 siglos después; en todo caso cuatro siglos es tiempo suficiente como para armarle un capitulo intermedio que muestre la evolución de héroe trágico a figura oscura corrompida por el mal. En ese sentido esta génesis de Dracula está mucho mas lograda que la de, por ejemplo, Anakin Skywalker a Darth Vader. La versión de George Lucas de cómo un niño bobo que corría carreras en Tatooine evolucionó en el supremo asesino de la galaxia es, como minimo, lamentable y traída de los pelos, y eso que se tomaron el trabajo de rodar 3 peliculas para contarlo. Aquí las cosas tienen un justificativo y resultan creíbles, al menos en sus propios términos. Dracula: La Leyenda Jamás Contada tiene buenas escenas. Este Dracula superhéroe se transforma en una bandada de vampiros, tiene visión térmica y ecodoppler incorporado, sana al instante, es alérgico a la plata y a los simbolos sagrados... Mientras que semejante frase hace parecer que todo esto es una verdadera idiotez (tal como suena), los resultados en la práctica son mucho mejores que lo esperado. El director Gary Shore obtiene escenas de formidable impacto visual - como Dracula en solitario enfrentándose al ejército turco en medio de una noche de tormenta, en donde las nubes iluminadas por los rayos semejan demonios flotando en el cielo -, hay buenas actuaciones, hay buenos diálogos y hay un trasfondo trágico que resulta bastante efectivo. Luke Evans es un notable actor y eleva con su perfomance la calidad del material; y si bien el filme tiene inconsistencias - mas que nada en el tono respecto del personaje, y le cuesta encastrarlo dentro de la mitología que ya conocemos de Dracula -, la historia es valida y entretenida si uno la ve con un espíritu alto y una mente abierta. No es ni por asomo el desastre que toda la critica clama y, en todo caso, éste pasa a ser otro ejemplo de un filme premiado por la asistencia del público, el cual lo valora como un entretenimiento válido sin centrarse demasiado en sus defectos de construcción. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/dracula-untold.html#sthash.wZtEcm6i.dpuf