No hay nada mas subjetivo que valorar cine, y ello me resulta particularmente patente en el caso de Gone Girl. Es un filme intenso, inteligente y brillante pero, en sus últimos cinco minutos, se despacha con una resolución anticlimática. No hay restauración del equilibrio o castigo a los culpables, o siquiera una amarga reflexión sobre todo lo que ha sucedido. Sin dudas habrá mucha gente a la cual le parecerá satisfactorio este final, pero a mí me dejó con la boca abierta. Después de dos horas y media, ¿así es como termina?. Es imposible reseñar Perdida sin develar secretos, así que bajaremos el cono del silencio y activaremos el cartel de (alerta: spoilers). Para el resto de la gente, simplemente les diré lo siguiente: vayan a verla; es un gran thriller y uno escrito con mucha astucia, plagado de buenas actuaciones y grandes sorpresas. (alerta: spoilers). En más de un sentido Gone Girl se emparenta con Mi Secreto me Condena y, mas concretamente, con Se Presume Inocente. Tenemos otro marido infiel y torpe que resulta menos el asesino y más la víctima de una conspiración. Hay otro abogado brillante (Raul Juliá en el filme de Harrison Ford; Tyler Perry en el caso presente, demostrando que puede actuar muy bien sin necesidad de disfrazarse de jubilada mal hablada) que viene a sacarle las papas del fuego, y hay una horda de ricachones pedantes y social / emocionalmente inertes que ven todo esto con una frialdad estremecedora. La primera hora es pesada, principalmente porque esta gente - adinerada, famosa, culta y soberbia - habla de manera pintoresca y snob. Se van en pirotecnia verbal y el romance de origen entre Ben Affleck y Rosamund Pike es tan rebuscado que uno no termina simpatizando con ninguno de ellos. El Acto I muestra cómo se conocieron estos tipos - ella, adinerada y heredera de una millonaria franquicia de libros infantiles; él un periodista deportivo sin demasiado talento -, los cuales se casan y afianzan vínculos cuando la madre de él se enferma gravemente de cáncer y se ven obligados a mudarse para cuidarla. Ello los lleva a un pueblo ignoto en donde ella se dedica al ocio y él regentea un bar que su esposa ha solventado con dinero de su patrimonio, amén de dar nominalmente una cátedra de literatura en la escuela secundaria local. Como el ocio es el padre de todos los vicios, no pasa mucho tiempo antes de que Affleck se enrede con una de sus alumnas, y la Pike lo descubra, tras lo cual el filme hace un corte y salta al momento de la desaparición. De hecho la narración va y viene entre la investigación policíaca y las reseñas escritas por la Pike en su diario personal, el cual es hallado por los detectives y les brinda abundantes pruebas de una vida desordenada y de un matrimonio en crisis, en el cual la violencia no resulta ajena. El problema es que la versión del diario no se condice con la de Affleck, quien a su vez tampoco coopera como debería y se muestra demasiado frío y distante en un contexto plagado de nerviosismos, falsas pistas y prontas sospechas. ¿Acaso el tipo es responsable de la desaparición y por eso se muestra tan relajado en los interrogatorios policiales y las ruedas de prensa, o es simplemente un sociópata carente de emociones que ha terminado por quitarse una piedra del zapato?. (siguen los spoilers). Si hasta ahí todo parecía ser una cuestión de procedimientos - tipos buscando ADN, elaborando hipótesis, pruebas que aparecen de la nada -, de pronto el filme pega un vuelco y se vuelve tan sorpresivo como interesante. Es al momento de descubrir que la Pike se ha fugado y que ha elaborado un truculento esquema para acusar a su infiel marido de su supuesta muerte. En ese momento la víctima termina resultando una temible sociópata, una mujer dominante regida por su propio esquema de valores. Lo peor de todo es que Affleck ha descubierto la verdad, pero no tiene manera de probarlo... a menos de que localice a la Pike y la traiga de los pelos. Mientras tanto la mujercita, en la mejor onda hitchcockiana, ha fraguado tanto su muerte como su cambio de identidad y su fuga y - siguiendo con su razonamiento extremadamente enfermizo - ha llegado incluso a planear su suicidio con tal de atormentar de por vida a su desleal esposo, amén de darle un boleto seguro a la cámara de gas. (siguen los spoilers) Es en esa segunda hora en donde los personajes se desacartonan y se vuelven poderosamente interesantes. Primero es la investigación de Affleck - hacia los antiguos novios de la Pike -, en donde descubre los escalofriantes rastros de una sicótica manipuladora, capaz de amenazar y/o fraguar golpizas y violaciones con tal de sacarse de encima a los novios mas rebeldes y molestos. Segundo, en la fuga de la Pike, en donde - gracias a Dios - entra a jugar la Ley de Murphy y las cosas no salen como lo planeado. En esa necesidad de improvisar, la sociópata deberá meterse en la boca del lobo - un antiguo novio perturbadoramente obsesionado con ella - para obtener refugio mientras elabora un plan alternativo. (fin spoilers) Gone Girl juega bazas fuertes en muchas áreas. Es un thriller intenso e inteligente; pero también es una visión descarnada de la voracidad de los medios. El acusado es desmembrado por las redes sociales y la prensa amarilla, partiendo del análisis superficial de gestos y actitudes, y relamiéndose cuando las pruebas reales - la sangre de la cocina, la infidelidad, las enormes deudas de tarjeta de crédito - salen a la luz. Incluso Affleck se da el lujo de montarse en lo alto de la ola y cabalgarla, cuando sale al ruedo de un show amarillista y muestra una versión compasiva y edulcorada de sí mismo, armada entre él y su abogado estrella. A final de cuentas, el público se regocija con las miserias ajenas y se compadece de Affleck cuando se ve obligado a asumirlas en público. Y, como los medios en norteamerica funcionan como una maquinaria de (morbosas) celebridades, Affleck se convierte en una nueva estrella del firmamento periodístico con un potencial millonario. Como le dice Tyler Perry en un momento: "ahora tienes material para una película, un libro y hasta la concesión de la franquicia de tu bar. ¡Felicidades! ¡Eres millonario!". (alerta: más spoilers!) Hay muchisimas cosas efectivas y sorprendentes en Perdida; pero creo que la mejor de todas es la perfomance de Rosamund Pike. Es glacial, distante y manipuladora, una criatura de pura lógica que obedece a su partícular sistema de reglas morales. Elevada como un ente por encima del resto de los mortales, su particular razonamiento incluye a su suicidio como uno de los factores posibles de la tortuosa ecuación que ha elaborado para castigar la infidelidad de su marido. Resulta fascinante considerar la existencia de una criatura semejante, la cual vive exclusivamente del reflejo que provocan sus reacciones en los demás. Su odio no es venal - ella no piensa destrozar (por mano propia) a Affleck; sólo quiere verlo envuelto en una larguísima espiral de sufrimiento producida por terceros -, lo cual la transforma en una especie de robot enviciada por estímulos de placer y dolor. Si Affleck no le ha dado lo que quería - gozo, un hijo, un buen matrimonio - por los buenos términos, entonces será su tortura y perdición los que actuarán como compensación. En muchos sentidos la Pike es una criatura obsesionada con su propia imagen, la cual ve reflejada en el amor (u odio) que despierta en los demás. Cuando la Pike recibe el estímulo adecuado, su odio se archiva automáticamente - ha recompuesto la antigua imagen - y empieza a despedazar obstáculos para volver a recuperar el status quo. Es cierto que el tramo final del filme es sorprendente - conspiradora nata, elabora una nueva red de mentiras y la consuma con la masacre de su ex novio, un sacrificio necesario para que su golpeado matrimonio resurja de las cenizas -, ya que no deja de ser el triunfo del sociópata sobre el resto de los mortales, seres comunes sedientos de justicia. El verdugo ha doblegado a la víctima y la ha obligado a vivir como su siervo; se ha metido dentro de su cabeza y ha pulverizado su rechazo y sus últimos valores morales, generando una situación tan perversa como atípica, en donde el chiflado se ha apoderado del manicomio y ahora es quien dicta las reglas (fin spoilers) Gone Girl es un filme para vivir y después comentar. Disiento con el final, y quizás de acá a un tiempo me arrepienta de ello, pero creo que le faltaba una vuelta de tuerca más para terminar de abrochar todo como corresponde. De todos modos es un filme de David Fincher, un tipo acostumbrado a narrar historias oscuras de manera tan inteligente como apasionante, el cual se ha lucido aquí con uno de los mejores títulos del presente año. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/gone-girl.html#sthash.dalLy8jK.dpuf
Los americanos tienen una expresión que se llama "bad rap". Para mí, el cine catástrofe es bad rap; es charlatanería mediocre, un montón de relleno mientras uno espera las demoradas - y a veces demasiado breves - secuencias de destrucción masiva. Como un filme porno sobreproducido, a uno le importa la acción y no los diálogos y, lo que es peor, éstos ni siquiera inducen a algún tipo de fantasía erótica. Si en los setentas había parejitas de viejitos abordando aviones que se iban a caer o edificios que se iban a desplomar, después llegaron los galanes y actores de carácter en decadencia, asumiendo los roles de líderes incorruptibles y ecologistas de primera linea que venía a alertar sobre una catástrofe que los políticos sucios de turno se negaban a prevenir (y mucho menos, a frenar). En el Tornado es otro de esos bodrios que abundan en el cine cacástrofe (sí, está bien escrito), sólo que con mejores efectos y una catarata de marketing que intenta venderla como si fuera una buena película. En realidad En el Tornado se siente como una versión mediocre de Twister, con chispa cero y revisionada por la onda de rodaje en primera persona, estilo puesto de moda por El Proyecto Blair Witch, Cloverfield, y dos toneladas de títulos de distintos géneros. Mientras esas obras tenían al menos artesanos competentes - y se sentían frescas en su momento -, ahora el género de found footage se siente agotado y aburrido, y es mas molesto que efectivo. Acá el guión intenta camuflar el estilo en la onda de que hay unos documentalistas rodando todo - los cuales son unos frustrados cazadores de tornados -, mientras que los hijos del protagonista son unos maníacos que graban cualquier cosa en sus celulares y cam recorders para armar una especie de cápsula del tiempo, la cual piensan abrir de aquí a 25 años en el futuro. Como puede verse, la historia viene floja desde el vamos - al menos en excusas para ver a gente aferrada a muerte a sus camcorders, aún cuando una tromba del tamaño del dedo de Dios esté a punto de succionarte para aplastarte como un higo podrido en medio del aire - y, lo que es peor, las perfomances no acompañan. Toda esta gente es aburrida y descartable, con un nivel dramático y actoral similar a una sitcom del Disney Channel, y son incapaces de comportarse como seres humanos normales y reales. Ni siquiera el equipo de documentalistas tiene algo interesante para decir - siquiera un bocadillo científico -, ya que viven recriminándose la falta de efectividad para hallar un tornado que filmar y ofrecer a la cadena televisiva que los tiene contratados. Otra razón mas para tirar este video a la basura y desenterrar la siempre venerada copia de Twister que tenemos guardada debajo de la cama. Las cosas se condimentan un poco cuando llegan los efectos especiales. Hay escenas interesantes, algunas de las cuales resultan tan descolgadas como estúpidas - ¿cómo un pueblito miserable tiene un gigantesco aeropuerto lleno de Jumbos 747?; ¿por qué esta gente - que vive en una zona de tornados - insiste en llevar adelante la graduación si viene un F5 en camino directo hacia la escuela? -, pero la espectacularidad de la destrucción termina amenizando bastante las cosas. Es particularmente interesante la secuencia en donde el vehículo blindado que ha construido el jefe de los documentalistas queda dentro el vórtice ... el cual termina sufriendo un destino tan inesperado como bizarro. Es difícil recomendar En el Tornado. Hay demasiados personajes mediocres y poco interesantes. Una de las mayores decepciones es Richard Armitage - el rey enano de El Hobbit -, el cual prueba ser un actor demasiado chato y sin carisma (y eso que lo postulaba como próximo candidato a 007); y, sobre el resto, le va en saga. Honestamente no creo que ver media hora de FX espectaculares compense la obligación de devorarse una hora de mal cine; digo: si los efectos especiales (y el dinero) no suponen un problema, ¿tanto costaba hacer un desarrollo dramático interesante?. Y a menos que haga un furioso fast forward hasta el final, le sugiero que vuelva a ver con cariño el título clásico de Jan de Bont, el cual es muchisimo mas inteligente y excitante que esta bobada sobreproducida. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/en-tornado.html#sthash.EDyfHpuj.dpuf
A esta altura estoy harto de todas esas utopías de cuarta que saturan el género de literatura para jovenes adultos - o novelitas de aventuras y romance para adolescentes cachondas -, las cuales se cuentan por decenas y son demasiado parecidas entre sí. Esos mundos desbordados de reglas ridículas en donde los adultos son malévolos y es necesario el surgimiento de un joven rebelde y de cabellos lacios al viento, el cual acabará con el régimen de tiranía de turno. Ok, hay excepciones - como Los Juegos del Hambre -, en donde los componentes están mejor cocinados y son mas interesantes que la previsible historia; pero en otros casos - como Divergente o El Dador de Recuerdos - las coincidencias (y la chatura) de la trama son tantas que, a los cinco minutos de comenzada la proyección, uno empieza a bostezar de manera interminable. The Maze Runner (título textual: El Corredor del Laberinto) tiene el mérito de ser diferente. En el fondo esconde otra de esas utopías, pero al menos parte de una premisa apasionante y, durante el 99% del tiempo, se dedica a desemarañar el misterio que ha planteado, sumando nuevas preguntas a lo largo del relato. No es un filme perfecto - el final no resuelve todas las incógnitas y se siente como una película partida al medio - pero, a medida que transcurre, es apasionante y está construida como los dioses. En el fondo The Maze Runner no es mas que el clásico El Señor de las Moscas, mezclado con gotas de Dark City. Chicos dejados a su albedrío, los cuales forman una sociedad munida de reglas propias, y lo que deviene en criterios y comportamientos no siempre encuadrados dentro de lo que uno entiende como normal. Al fin y al cabo son supervivientes que carecen de la supervisión de un adulto, con lo cual tienen que criarse solos. Como el libreto les da la excusa de una amnesia temporal, son mucho mas civilizados de lo que aparentan - vienen ya re educados -, aunque hablan su propio slang y poseen su propio sistema de reglas y leyes. Está el fortachón, el racional, el líder, el sentimental... y el héroe, el cual está espectacularmente encarnado por Dylan O'Brien. El chico combina osadía con fragilidad, destila inteligencia y posee carisma como para llevar adelante el relato. La gran virtud del héroe es que cuestiona todo y, aunque se orine encima por el miedo, sabe que hay que correr riesgos para poder salir de semejante situación. Es sagaz e inconformista pero, a su vez, un individuo que se complementa muy bien con la fortaleza del resto de los miembros - los que conocen de armas, los que investigaron el laberinto, etc -. Hay una chica - inevitable para darle en algún momento un trasfondo romántico - la que por suerte es mas activa y práctica de lo que uno podría esperar, y se transforma en una compañera de gran valía para el protagonista. Y si el escenario es fascinante, la gracia reside en tener personajes bien construidos e interesantes. No hay demasiado melodrama sino decisiones de pura lógica, empujadas por la desesperación mas que por la valentía. Como Dark City, la película se monta sobre un misterio: ¿quién construyó el laberinto y para qué sirve todo esto?. Es un mundo artificial, creado por mentes superiores que desean experimentar con los chicos pero, ¿con qué propósito?. Al final el filme elabora algunas respuestas - mas tortuosas que satisfactorias -, presagiando que los chicos terminarán en un escenario similar y mas complicado. (alerta spoilers) A mi se me antoja que esto no es una rebuscada prueba de entrenamiento para un grupo de guerreros (inmunes al virus que ha arrasado la Tierra y ha provocado innumerables mutaciones como los Penitentes), los cuales serán enviados a algún escenario apocaliptico plagado de peligros y donde deberán rescatar algún tipo de cura milagrosa para toda la humanidad; dicho esto sin haber investigado en la Wikipedia la naturaleza de los libros de James Dashner (fin spoilers). Aun con ello, The Maze Runner me ha resultado tan intensa y satisfactoria que termino obviando su tosco final, quedando a la espera de una nueva entrega que comience a resolver las incógnitas de una historia tan apasionante. Oh, si, es un filme diferente y bien hecho, y uno de los mejores titulos que hemos visto en los ultimos tiempos, lo cual lo hace ampliamente recomendable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/maze-runner.html#sthash.QJ0ax0c3.dpuf
Fumada. Absurda. Tonta. Pero tan exagerada que resulta compulsivamente mirable. A veces los directores logran sacar a flote libretos ridículos pero, en este caso - cuando el cineasta y el libretista son la misma persona -, uno deduce que la trama ha sido concebida así desde el vamos, y que se trata de un esfuerzo adrede. Si uno tuviera que definirla, podría decir que Lucy es una especie de versión no oficial de Akira, con menos formalidad y mas disparate y tetas, la cual termina saliendo a flote gracias a la impresionante energía que logra inyectarle Luc Besson en cada uno de sus fotogramas. El comienzo es glorioso y tarantinesco. Dos extranjeros enredados en Taiwan, de los cuales el muchacho convence a la chica que le cumpla un encargo aparentemente sin importancia. Cuando las cosas se ponen espesas, uno se da cuenta que la trivial encomienda resulta ser una tarea tremendamente peligrosa... especialmente cuando al chico lo masacran en las afueras del hotel y frente a los ojos de la protagonista. En medio de toda esa escena tenemos un montón de cortes rápidos e intercalados con la trama principal, los cuales muestran una secuencia paralela en donde un montón de leopardos se aprestan a cazar un venado desprevenido en medio de la sabana africana. Las interrupciones de la cacería de los leopardos da el tono justo para el filme - que es cómico, inesperado y que súbitamente se pone sangriento -, porque todo lo que empieza a padecer la muchacha dista de ser bonito. Golpizas, asesinatos frente a su vista, llanto, tortura, demasiada sangre. El jefe de la mafia china (Min-sik Choi, el mismo de Oldboy) volándole la cabeza a un drogadicto frente a los ojos desorbitados de una desesperada Scarlett Johansson, como para que entienda que sus intenciones van en serio. La chica siendo raptada y forzada a portar, en su abdomen, una bolsa enorme de una droga azul, tan peligrosa como experimental. Y un montón de maltrato físico en la celda en donde espera el momento de ser despachada de vuelta a su casa en Norteamérica - oficiando como mula para pasar la droga por la aduana -, el cual accidentalmente rompe la bolsa y desparrama la droga azul en su corriente sanguínea... convirtiéndola en algo que no es de este mundo. Mientras que la premisa pareciera terminar en una de superhéroes - la Johansson pateando traseros y usando sus superpoderes mentales para vengarse -, el filme intenta ir mas allá y explicar que la chica se ha convertido en una entidad tan hiperpoderosa y sobrehumana que es capaz de absorber todo el conocimiento humano, reelaborarlo y borrar de un plumazo todas las teorías científicas creadas por la civilización en los últimos 500 años. El problema es que, para ello, se precisa un clima de asombro - un escenario de seriedad científica como el de Transcendence, en donde las explicaciones suenen racionales y originales -, el cual es canibalizado por las balaceras y los tremendos poderes mentales de la Johansson. Toda la explicación científica inspirada del final - que las matemáticas no son el lenguaje común del universo sino de que se trata del tiempo - perece sepultada ante la batalla campal que mantienen los mafiosos con las fuerzas policiales en el corredor contiguo. Son como dos películas pegadas y contrapuestas: Lucy castigando a los malos, y Lucy convirtiendose en un semidios capaz de cambiar la historia de la humanidad. Y Besson dirige con mayor entusiasmo la primera que la última. Desde ya, todo está plagado de absurdos y errores científicos. Como que todos los humanos sólo usamos el 10% del cerebro y que la Johansson, a causa de la droga, empieza a usar la capacidad remanente hasta alcanzar el 100% sobre el climax del filme. En ese sentido, Lucy es como Limitless pero recargado de testosterona: en vez de los pavos devaneos de Bradley Cooper para demostrar su superinteligencia, Scarlett Johansson parece Carrie en medio de su período menstrual, aniquilando gente con la mirada y siendo capaz de realizar proezas físicas imposibles. La chica blandengue y lloricona se ha convertido en una especie de robot rebosante de lógica pura, capaz de conectarse con los aparatos electrónicos, leer todo tipo de telecomunicaciones sin necesidad de dispositivos, apagar los cerebros de sus perseguidores mediante un chasquido, mover cosas gigantescas a la distancia, e incluso moverse en el tiempo y el espacio cuando su mente gana mayor potencia debido a las sobredosis de la droga azul que la chica sigue inyectándose para mantener el ritmo y la integridad de su hiperactivo cerebro. Lo que evita que Lucy caiga en el ridículo es el nivel continuo de sorpresas que nos reserva Besson en cada una de las escenas, en donde nada es imposible. Son esos delirios los que mantienen vivo al filme, ya que los dos conflictos principales - la deidad en que se está transformando la chica (lo cual jamás está explicado de manera profunda), y la batalla con los criminales (la cual no deja de ser una pelea entre humanos y gusanos - parafraseando a Tim Robbins en La Guerra de los Mundos -, ya que Lucy es tan superpoderosa que resolta imposible creer que esté en algún momento en serio peligro) - no son resueltos de manera satisfactoria. En todo caso, uno debe tomar a Lucy como una especie de road movie metafísica. Es mas interesante el viaje que el destino, y los delirios que se le han ocurrido a Besson para entretenernos durante la travesía. Es posible que el enfoque exagerado del francés sea el mejor para encarar semejante historia, ya que la formalidad hubiera hecho crujir la credibilidad de la trama; aquí, en cambio, Besson decide volar la credibilidad por los aires y se dedica a bombardear los sentidos con un monton de truculencias, las cuales son tan disparatadas qe resultan inmensamente entretenidas. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/lucy.html#sthash.aZdBLBo0.dpuf
Yo he leído muchos policiales negros - esos protagonizados por detectives privados enfundados en sendas gabardinas, los cuales siempre arreglaban los líos provocados por las femmes fatales de turno y se la pasaban mascando un monólogo entre los dientes -, los cuales han formado parte importante de mi vida. Fundamentalmente Raymond Chandler - padre de Phillip Marlowe - y Dashiell Hammett, quien me deleitaba con las aventuras de su agente de la Continental. Es por ello que, cuando apareció Sin City en 2005, me terminó desagradando profundamente. Eran las mismas historias que Chandler y Hammett habían relatado décadas antes, sólo que sin el reconocimiento de su autoría, y con el agravante de que a Frank Miller lo consideraban un genio por ello. No había una maldita novedad en toda la rutina, sino que se trataba de un regurgitado salvaje. Ok, visualmente era impresionante pero - si estas mismas historias hubieran sido rodadas de manera convencional - uno terminaría por darse cuenta de la mediocridad de la trama. Porque el gran problema de la obra de Miller no es copiar el estilo de Chandler, ni tomar sus historias y reciclarlas, sino que la reelabora saturándola de exageraciones y Deus Ex Machina, quitándoles toda la gracia, arruinándolas y siendo incapaz de aportar algo fresco al género. Es como si Miller fuera incapaz de comprender qué es lo que hacía funcionar a las historias de Chandler - los grandes personajes, los diálogos inspirados, el choque entre personalidades totalmente contrapuestas -, e hiciera una imitación de mala calidad, enviciándose con los tonos y las sombras. La serie negra precisa tragedia, clima y redención, y en cambio lo que obtenemos son puras poses adornadas de preciosismo visual. Aún con todo ello, el público y la crítica premiaron a Sin City y quedó en deuda una secuela, la cual se demoró 9 años en salir a la luz. El grueso del cast original regresa, a excepción de Clive Owen y Devon Aoki (ausentes con aviso), y Michael Clarke Duncan y Brittany Murphy, los cuales fallecieron imprevistamente a lo largo de la década pasada. Siendo honesto, Sin City 2: Una Dama Para Matar o Morir resulta superior al original. Las historias siguen sin ser buenas o, siquiera, satisfactorias - como es el caso de la trama con Joseph Gordon-Levitt: una victoria tan pírrica como estúpida -, pero el aspecto visual ha sido realzado hasta el punto de ser glorioso. Todo el mundo virtual de Sin City - generado íntegramente por computadora - se ve pristino e hiperdetallado y, lo mejor, Robert Rodriguez lo maneja con un instinto artístico de alto vuelo, sea Mickey Rourke intentando recordar la persecución en que estuvo involucrado - con autitos chocando alrededor de su cabeza -, o las formidables escenas con Eva Green zambulléndose desnuda en la piscina, en una secuencia plagada de reflejos y contrastes en donde su silueta explota en una nube de gotas de agua. Con mayor presupuesto y los adelantos tecnológicos realizados en estos 9 años desde el rodaje del original, Rodriguez se ha vuelto mucho mas ducho y logra obtener imágenes realmente formidables. El otro apartado que funciona mejor en esta secuela es el de las perfomances. Mickey Rourke está mucho mas aceitado como Marv y, al estar mas tiempo en pantalla, resulta una delicia; James Brolin es una elección años luz mejor que el blandengue de Clive Owen; Powers Boothe rezuma maldad por todos sus poros; y Eva Green, la cual es una devoradora compulsiva de escenas y aquí hace su enésima femme fatale, la cual está todo el tiempo en traje de Eva (valga la redundancia). Y mientras que lo visual y las perfomances son muy buenas, las historias siguen dejando que desear. Esta gente monologa demasiado, hace poco, y es rebuscada para actuar; desde el inicio de las historias uno ve para donde apuntan, pero no hay nada original o sorpresivo en el medio, sino un enviciamiento con el estilo y las exageraciones (gente haciendo proezas fisicas imposibles, recibiendo armas en el aire o generando matanzas después de recibir 500 balas en el cuerpo). Repito lo que dije antes: si lo hubieran rodado en ambientes naturales y con todos los colores, se darían cuenta de lo flojas que son las historias. Sin City 2: Una Dama Para Matar o Morir es recomendable sólo para quienes amaron el primer filme. A mí me gustó un poco más, pero igual sigue siendo una película que no volvería a ver. Estéticamente es una pasada, pero es lo mismo que una comida de apariencia deliciosa y que termina siendo sosa aún después de pegarle el último bocado, la cual promete algo que nunca termina por cumplir. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/sin-city2.html#sthash.UWeWdzSU.dpuf
A veces se le escapa la tortuga a los productores de Hollywood y ese es el caso de The Expendables 3. Es probable que hayan preparado la presentación del filme a nivel internacional y que, al mandar una copia al mercado asiático, ésta se deslizó hacia las manos de los piratas de turno, los cuales la publicaron en Internet en cuestión de horas y con calidad HD. Si bien el gigantesco mercado chino es tentador, también es cierto que están pegados al lado del mayor negocio de piratería de películas, juegos y musica que exista en el mundo, los cuales manotean cosas frescas todo el tiempo. Algo así como intentar poner un negocio legal al lado de una sucursal de La Salada. Como la copia se encuentra circulando libremente por la web, resulta imposible no verla - aún con un mes de anterioridad a su estreno en cines -. No es el borrador con efectos especiales sin pulir al estilo de X-Men: Origenes: Wolverine, sino que se trata de un filme terminado, hecho y derecho. Ciertamente esta entrega de Los Industructibles está bastante mas prolija, aunque los libretos siguen dejando bastante que desear. Toda la historia se resume en 3 puntos: 1) los Indestructibles ejecutan una operación, descubren al maloso de Mel Gibson detrás de la operación (un antiguo fundador del equipo, y un tipo mas malo que pisar estiercol descalzo), y éste les propina una paliza de campeonato; 2) Stallone jubila a los viejos, arman un equipo suicida lleno de talentos jóvenes, y se va a capturar infructuosamente a Gibson; 3) como le vuelven a dar la biaba, no le queda otra que llamar a los viejitos, los cuales son implacables y - si hubieran ido de movida - la película se hubiera terminado en menos de media hora. En lo técnico, Los Indestructibles 3 está filmada con mucho mas brío que las entregas anteriores. La secuencia inicial, que involucra el complicado rescate de Wesley Snipes - quien va prisionero a bordo de un tren blindado - es excitante, y está rodado como los dioses. Acto seguido, Snipes se burla de sí mismo - dice que el dictador de turno lo puso preso "por evadir impuestos" (cuando Snipes se pasó 3 años en chirona en la vida real, precisamente por evasión impositiva!) - y las cosas pintan bárbaro... hasta que comienza la exposición de la historia de turno, y el asunto empieza a empantanarse. No es que la trama sea un galimatías, pero el melodrama de estos musculosos aburre. Cuando Stallone fleta a los veteranos, arma un equipo de pibes con todas estrellas frescas - artistas marciales, fisicoculturistas, chicos lindos en buen estado -, y el grueso del filme lo pasamos en la tarea de reclutamiento y entrenamiento. Lo que sigue es un capricho - ir con un grupo de amateurs a enfrentarse al genocida Gibson y sun banda de tipos malos -, con lo cual le pegan otra paliza. Para rescatar a los benjamines, Stallone vuelve a llamar a los jubilados, a los que se suman Harrison Ford, Schwarzenegger y Jet Li, el cual pasaba por la puerta del estudio, vió luz y subió. Las batallas y las peleas están realmente muy buenas; el problema es que el 70% del cast se ven horrendamiente viejo. El peor ofensor de los sentidos es Harrison Ford (ocupando el lugar de Bruce Willis, el que pedía una obscenidad de dinero para rodar su papel en tan sólo 3 días), el que se ve como un bisabuelo escapado del geriátrico. Ford se saca chispas con Arnold, quien sigue con su racha de espantosos teñidos - le quedaba mucho mejor un canoso o un grisado como en Escape Imposible -; y hasta Stallone luce el cogote de una momia, eso sin contar que el resto parece achicharrado en salmuera. El otro punto es que algunos papeles resultan superfluos - el de Arnold es tan genérico que su interacción con Stallone se ve forzada y sus escenas bien podrían haber quedado en el piso del cuarto de edición; Ford tiene cinco minutos de disparos; lo de Jet Li no es mas que un cameo silente - y el filme decide dedicarle demasiado tiempo a los novatos, los cuales son bastante troncosos... aún al lado de Stallone. Y el otro que descolla es Antonio Banderas, no necesariamente por buenas razones: su carácter es tan charlatán que resulta irritante y anodino. El día que decidan contratar a un libretista como la gente, la saga de The Expendables podrá generar una película destacable. Tienen una horda de tipos con carisma, y a veces - como ésta - la pegan con un director con talento para filmar balaceras de manera diferente; lástima que los scripts son tan genéricos y huecos que no terminan de generar algo memorable, algo que deberían concretar en algún momento en vista de todo el talento involucrado. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/expendables-3.html#sthash.Thpq2rgW.dpuf
La Historia Oficial (1985) es un hito de la cinematografía argentina. No sólo fue la primera película nacional que se alzara con un Oscar, sino que marcó el inicio de lo que se conoce como Nuevo Cine Argentino, una movida que terminaría propiciando el surgimiento de una camada (constante y numerosa) de directores jóvenes dotados de una visión artística completamente renovadora. Si hasta la década del 70 el cine argentino era tan masivo como mediocre - y las obras de mayor transcendencia estaban restringidas a un círculo de intelectuales empalagados con el snobismo -, el Nuevo Cine Argentino disminuiría la producción pero elevaría notablemente la calidad y, fundamentalmente, comenzaría a desarrollar títulos con los pies bien plantados en la tierra. No deja de ser una generación de cinéfilos, los cuales mamaron hasta la saciedad todas las influencias que pudieron captar gracias a la popularización del VHS (y más tarde, con el advenimiento del DVD e Internet), y quienes de pronto se encontraron con la posibilidad de tener al alcance de su mano cuanto titulo de la cinematografía mundial se le plazca. Hasta ese entonces, si uno quería revisar la obra de Fellini, tenía que chequear el calendario de alguna de las escasas (y selectas) cinematecas que prosperaban en la ciudad. Si bien no soy muy fanático del cine argentino - creo que les cuesta desprenderse de algunos vicios, como esa tendencia innata a la formalidad en los diálogos, la creencia errónea de que el humor criollo se basa exclusivamente en las puteadas, y el acartonamiento de ciertos intérpretes que no logran sacudirse de encima sus raíces teatrales -, he visto algunas de sus obras recientes y debo reconocer que la diferencia con los títulos antiguos es abismal. Y, de entre todos ellos, el que mas me gusta es Damián Szifrón. Quizás sea un concheto de barrio Norte - a juzgar por sus polémicas declaraciones televisivas - pero el tipo es muy bueno en lo suyo y sabe muy bien lo que hace. Se nota que es un gran fanático del cine de género y le ha encontrado la vuelta para transplantarlo a la usanza criolla sin que pierda su sabor. Desde la comedia de compañeros hasta el género de detectives privados, Szifrón ha sido muy exitoso en lo suyo y nos ha dado Los Simuladores, Hermanos y Detectives, Tiempo de Valientes y, ahora, Relatos Salvajes. En este caso Szifrón parece sintonizar a Quentin Tarantino y Matthew Vaughn (entre otros), cultores maestros de la comedia negra en situaciones tan violentas como incómodas. No hablo del Tarantino plagado de tipos vestidos de negro, camisas blancas y un par de pistolas en cada mano, sino del Tarantino que podía convertir a una masacre en un extenso gag embadurnado de sangre (¿se acuerdan de la secuencia del señor Lobo en Pulp Fiction?). Ese sentido de irreverencia inunda cada una de las historias que componen los Relatos Salvajes - algunos con mayor inspiración que otros, pero todos efectivos a la hora de sorprender al espectador con su gracia -. Como pasa con las antologías, no todos los relatos tienen el mismo nivel. La historia inicial - Pasternak - comienza como un levante casual de Darío Grandinetti (quien ve a una pasajera que está buena y empieza a tirarle los galgos), hasta que de pronto empieza a descubrir (casi por accidente) que todos los pasajeros del vuelo han conocido al mismo tipo. Oh, sí, los diálogos de Grandinetti arrancan con esa pomposidad característica del cine argentino... hasta que Szifrón lo tira por la borda y rompe la formalidad con un par de puteadas, tras lo cual la empatía con los personajes se dispara notablemente. Sumado a la excelente edición (y el brillante remate), el timing cómico es impecable. El segundo relato - Las Ratas - es algo menos satisfactorio. Empieza como un ejercicio hitchcockiano - la mesera de un bar nocturno emplazado en medio de la ruta descubre que el tipo que arruinó la vida de su familia es el único cliente del local; y la cocinera (una expeditiva Rita Cortese) decide que debe envenenarlo y cobrarse venganza, situación que se dispara cuando le manda veneno de ratas al aceite con el cual le ha cocinado las papas fritas que le acaban de servir -, en donde la protagonista se debate entre su moral y su deseo de revancha... hasta que aparecen mas participantes al juego y pronto las cosas se salen de madre. ¿Debe interceder y salvarle la vida a toda esta gente, o debe dejar que mueran, ya que todos están vinculados con este tipo despreciable?. La macana es que el final es algo abrupto y deja demasiadas cuestiones en el aire, en especial sobre el destino de las conspiradoras. El tercer relato - El Mas Fuerte - es uno de los mejores de la antología. Un duelo en la ruta entre un adinerado y un laburante de caracter algo violento. Ver para creer, hay momentos en que el capitulo parece una versión negra de un sketch de los Looney Tunes (como cuando Walter Donado quiere apagar un fuego que acaba de encender con su soplido y, tal como Willie E. Coyote. sólo consigue avivarlo). Imposible anticipar algo sin arruinar su magia. Recomendadísimo. El cuarto relato - Bombita - es previsible y le falta efectividad. Ricardo Darín está a cargo y, aunque Darín es un intérprete consumado, me parece que no era el tipo adecuado para el rol. Es basicamente el racconto de un tipo de clase media atrapado en la burocracia gubernamental, el cual estalla al estilo de Un Dia de Furia; pero los diálogos son demasiado formales, y Darín no logra acertar con la chispa de descontrol que requería el personaje. El quinto relato - La Propuesta - creo que es el mejor de la antología por lejos. Es sumamente elaborado, comenzando con un tono profundamente dramático - el hijo de un adinerado mata a una embarazada con el auto de la familia, y el padre empieza a arreglar todo con dinero para que la culpa la asuma el jardinero -, y donde todo después se va al carajo, cuando cada uno de los participantes del juego se vuelve extremadamente ambicioso y comienza a intentar comerle el bolsillo al potentado. Es tan delicioso como amargo. El sexto relato - Hasta que la Muerte nos Separe - es el mas largo y bizarro. La novia se entera que su flamante marido (¡están en plena fiesta de casamiento!) le ha metido los cuernos, y de pronto da un vuelco sicótico, transformando la celebración en un auténtico infierno. Hay momentos en que Erica Rivas sintoniza demasiado a su personaje de Elenita en la versión argenta de Casado con Hijos (y lo que le quita efectividad a su arranque de furia), pero la potencia del script camufla semejantes detalles, deviniendo en una historia negrísima y bien retorcida. Ese si que es un casamiento inolvidable. Imposible perderse Relatos Salvajes. Es diferente, retorcida, genial, graciosísima. No sé si era la mejor candidata al Oscar - generalmente uno busca temas mas profundos y dramáticos para ofrecer a la Academia -, pero sin lugar a dudas es un ejemplar que deja una impresión profunda y duradera a cada espectador que ha tenido la gracia de verla. En todo caso es un triunfo memorable de gracia y estilo, en donde Damian Szifrón eleva el nivel de la comedia hasta niveles artísticos, y convierte a una serie de dramas humanos en una rutina de gags negrísimos, tan impagables como inolvidables.
Bastan los cinco primeros minutos de Guardianes de la Galaxia para que el público se enganche (y se enamore) del filme. Como un uno / dos del boxeo, el director James Gunn te embebe en el mas triste y poderoso de los melodramas - un niño contemplando la pérdida de su madre a raíz de una devastadora enfermedad - y, de pronto, te da un baño de humor e irreverencia, al mostrar a ese chico crecido, convertido en aventurero galáctico, y escuchando en un viejo walkman a cassette los mas selectos oldies de los años 70. Dos golpes directos a la mandibula que te sacuden, redimen tus sentimientos y te hacen sonreir... presagiando que estás frente a una de las mejores aventuras de tu vida. Guardianes de la Galaxia no es la nueva La Guerra de las Galaxias. No tiene esa originalidad que destrozó la Tierra en 1977 y generó legiones de fans y miles de imitadores; llega en un momento en que la ciencia ficción ha salido del gueto y se ha vuelto moneda corriente en cada verano estadounidense pleno de estrenos con intenciones de arrasar en la taquilla, pero al menos recupera ese sabor de cine de matineé que existía en los setentas (y que el filme de George Lucas destilaba), ése que mezclaba épica, aventuras y espectáculo en dosis iguales, y servía tanto para divertir como para emocionar. En todo caso, es Star Wars revisionada por Tarantino, ya que le quita toda la contractura del género, le agrega montones de referencias pop y humor autorreferencial, y le da toda la cuerda creativa posible para que ésta space opera poblada de personajes altamente improbables sea entretenida en un 110%. Ciertamente los primeros pasos de la historia resultan confusos. Hay muchos personajes mostrados de manera muy rápida, y las motivaciones del por qué de sus acciones se quedan algo escasas - en especial las del villano que compone Lee Pace -. Llegado el momento, uno abandona la trama y se queda con los protagonistas, los cuales son re-simpáticos y destilan carisma. No es que la historia sea criptica, pero recién termina de desanudarse sobre la marcha y, mientras tanto, pasamos un tiempo de re-conocimiento con esta troupe de torpes aventureros. Sabemos que todos van tras el Orbe - una esfera de metal de poderes desconocidos -, que se matan por él, y que la bolita cambia de mano a cada rato. En todo caso, uno asume que ésta es una versión intergaláctica de It`s a Mad, Mad, Mad, Mad World (1963) en donde Spencer Tracy y una troupe de incompetentes se peleaban por un botín y pasaban mil y una desventuras cómicas. Tal como ocurre como las películas de ensambles - tipo La Gran Estafa -, los personajes son el fuerte y la historia es la excusa para verlos en acción. Comenzando por el mapache cohetero, el cual es un engendro demente amante de las armas - y que bien podría ser la mascota oficial de la Asociación Nacional del Rifle -. Como una versión animal de Martillo Hammer, el pibe se la pasa mejorando sus armas, diseñando bombas y escupiendo latiguillos a lo Clint Eastwood. El mapache viene en dupla con un arbol parlante llamado Groot, el cual es pura inocencia y fuerza (además de ser un ladrón cumpulsivo de escenas), y que tan sólo dice tres palabras - increíblemente, con una expresividad asombrosa -; y haciendo la gran Chewbacca (o como pasaba con el chino de La Gran Estafa) todo el mundo le da una interpretación recontraelaborada a sus únicas tres palabras. Con ellos está Dave Bautista como Drax el Destructor, un alienígena musculoso que toma las cosas de manera literal (dando pie a algunos de los mejores gags del filme), y que va tras el villano de la historia ya que éste masacró a su familia; le sigue la sensual Gamora, una extraterrestre de piel verde que destila letalidad; y por último el bonachón de Peter Quill - el unico humano del grupo -, el cual es mas caradura que valiente. Es una especie de Jack Sparrow con corazón noble y espíritu adolescente. Este grupo - que rebosa quimica y deslumbra en casi todas las escenas - es el que lleva adelante el filme enteramente sobre sus hombros. El resto de los personajes son excusas que pone el libreto para que éste grupo interactúe, y se luzcan en cada una de sus ocurrencias. Considerando que se trata de un filme que, a priori, parte de una premisa tremendamente estúpida - ya cuando uno veía al mapache cohetero en los anticipos, preveía una película completamente bizarra y ajena al pulido universo poblado de superhéroes que estaba engendrando la Marvel -, Guardianes de la Galaxia representa un enorme triunfo comercial y creativo, y eso no hubiera sido posible de no ser por James Gunn. El tipo tomó un comic ignoto para la mayoría, una aventura que parecía insalvable / invendible desde el vamos, y en apenas un par de horas elaboró un ensamble igual o tan efectivo (en cuanto a química y diversión) que los mismos Vengadores. Es cierto que la nueva etapa Marvel - a la que le seguirá la adaptación de Ant-Man - parece signada por la comedia y la irreverencia, pero aquí Gunn no se decantó en parodiar o demoler estos personajes, sino en crearles un universo en donde resulten creíbles y, sobre todo, que sean agradables para el gran público. Ok, es gente canchereando frente a cámara y los villanos están diluidos pero, ¿qué importa?. Los tiroteos son excitantes, los diálogos son graciosos, la banda de sonido es genial, y hay momentos emotivos en donde uno se congracia profundamente con los personajes. He allí la magia de Gunn, un tipo inteligente y talentoso, un artesano que ya dió muchisimas muestras de sus virtudes en el pasado - sea con los libretos de la remake de El Amanecer de los Muertos y Scooby-Doo, y esas joyitas que resultaron Slither y Super -, y que aquí se encuentra en el apogeo de sus dones. Guardianes de la Galaxia no es una obra maestra ni un prodigio de originalidad, pero si es un espectáculo sólido, memorable, entretenido y emotivo, un show de los que vemos pocas veces en el año. Y desde ya, un aplauso para la gente de la Marvel, ya que parecen haber encontrado el secreto para combinar calidad y popularidad, construyendo una máquina de generar éxitos que - hasta ahora - no ha dado señales de agotamiento. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/guardianes-galaxia.html#sthash.wpeRoMl2.dpuf
El Amanecer del Planeta de los Simios es la secuela de la exitosa reimaginación de la saga iniciada por El Origen del Planeta de los Simios en el 2011. Haciendo honor a la tradición que ha caracterizado a la franquicia las nuevas entregas destilan imaginación e inteligencia e, incluso, uno podría calificarlas como superiores - en numerosos sentidos - a sus predecesoras iniciadas en 1968. Uno de los aspectos mas fascinantes de El Planeta de los Simios siempre ha sido su capacidad para evolucionar, dando enormes saltos narrativos y detallando historias separadas por decenas - sino centenares - de años de diferencia, dándole una increíble perspectiva épica a la trama. En la entrega que ahora nos ocupa, los márgenes de calidad se han mantenido e incluso superado, y uno podría afirmar que este capítulo representa la cúspide de toda la franquicia, debido a la inteligencia y riqueza de sus contenidos... un detalle nada despreciable considerando que ha sido concebido en una época en donde los guionistas de Hollywood se han enviciado con la superficialidad y el efectismo barato. Como suele caracterizar a los filmes de la saga, El Amanecer del Planeta de los Simios es otra entrega con tintes alegóricos. Quizás en capítulos anteriores el tono estaba mas marcado - la situación simia no difería demasiado de las injusticias padecidas por los afroamericanos en la racista y violenta sociedad estadounidense de finales de los años 60, generando un estado de tensión caracterizado por revueltas y la lucha por derechos igualitarios -, pero aquí también hay lecturas posibles. A final de cuentas aquí tenemos dos civilizaciones muy diferentes, las cuales se han visto forzadas a establecer lazos - siquiera temporalmente - y en donde pronto brotan situaciones de conflicto. Si uno traza paralelos, no es difícil leer el argumento de El Amanecer del Planeta de los Simios como un choque de culturas; y cuando uno establece los pros y contras de cada raza / cultura, pronto queda en situación de marcar su (relativa) superioridad racial. En ese sentido, el filme termina pareciéndose a Cruzada de Ridley Scott, en donde musulmanes y cruzados se veían obligados a convivir debido a la guerra, reconociéndose a sí mismos como individuos racionales y profundamente creyentes de sus convicciones, pero marcados tan a fuego por las diferencias establecidas por las mismas que la co-existencia definitiva jamás sería posible. Aquí tanto humanos como simios tienen su cuota de razón, y su desconfianza es válida; y, por otra parte, la tensión provocada por el roce implica que el conflicto esté a flor de piel y no tarde en nacer. Todo este escenario - que no deja de ser un ingenioso reciclado de Batalla por el Planeta de los Simios, el cual ha suprimido la presencia de los mutantes para subrayar el conflicto entre simios y humanos - está marcado por el prejuicio y la injusticia. Unos ven a los otros como los poseedores de la tecnología (y capaces del aniquilamiento masivo), pero se trata de una raza en extinción, un grupo de seres a los cuales la evolución les ha marcado el tiempo de retirada y que, en su minoría, se han vuelto tan desesperados como peligrosos. Los otros han sido despreciados por ser animales y no se les reconoce derechos ni paridad con los humanos - amén de que se les acusa de haber asesinado a la raza humana con el veneno que portaban en su sangre, como si ése fuera un detalle generado de manera adrede por la raza simia para castigar a sus brutales apropiadores humanos -... pero son superiores en número y fuerza. Es una situación realmente explosiva marcada por el resentimiento y la desesperación, por la necesidad de buscar enemigos (o culpables de la situación actual; recordemos que el grueso de los supervivientes ha perdido a la mayoría - o la totalidad - de sus familias gracias al virus dispersado por la sangfre simia), y en donde es difícil actuar con la cabeza fría. Es un mundo en donde no existe el perdón, en donde todo está marcado por el odio y el resentimiento, y en donde el genocidio está al alcance de la mano. ¿Cómo evitar la oportunidad de castigar al diferente, al cual culpo por mi actual situación de desgracia?. ¿Por qué no masacrar a la minoría, la cual parece querer aplastarme para asegurar su propia superviviencia?. Y debido a que cada individuo en este conflicto posee su pequeña parte de razón (y también de injusticia), todo ello genera una nutrida galería de personajes grises, tan coherentes en su pensamiento como brutal en su accionar. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/amanecer-simios.html#sthash.ZwDWzlpX.dpuf
Exceso. Esa única palabra sirve para definir todo lo que ocurre en Transformers: La Era de la Extinción. Hay demasiada acción, demasiados malos diálogos, la película dura demasiado tiempo, hay demasiados villanos, y hay demasiadas subhistorias traídas de los pelos. Por contra, lo único rescatable del filme son las coreografías de destrucción del mismo Michael Bay, el cual ha transformado lo suyo en un arte. Pero después de la vigésima batalla masiva, hasta el mas fanático a ultranza del cine de acción comienza a mirar la hora de su reloj. Casi tres horas de robots disparando salvas y haciendo pomada ciudades enteras es excesivo, y llega un punto en que uno clama a gritos que la película se decida a terminar. Negándose a dejar "extinguir" una franquicia millonaria, Michael Bay decidió secuelizar / rebootear la saga, poniendo nuevos protagonistas en un drama ya conocido por todos. Es lo que pasó con El Hombre Araña o con Los Hombres X; hasta que la gente no se transforme en una horda munida de antorchas y vaya a prenderle fuego a los cines, los estudios seguirán vomitando reboots y secuelas, mientras hayan personajes que sigan dejando réditos en taquilla. El punto es que Transformers: La Era de la Extinción no ofrece nada demasiado diferente a lo ya visto en las entregas anteriores. Quizás tampoco sea ese el punto - a veces los fans sólo quieren que sus ídolos repitan las mismas rutinas una y otra vez; después de todo la saga de James Bond funciona de esa manera -; pero al menos, entre batalla y batalla (formidables, coloridas, brillantes), los personajes parlantes (humanos o no) podrían decir cosas más interesantes. Cuando los robots abren la boca, dicen idioteces increíbles - salvo Optimus Prime, quien parece sintonizar a Aragorn (de El Señor de los Anillos) todo el tiempo, y se manda unas parrafadas épicas loables -; cuando está Mark Wahlberg en pantalla, uno se pregunta cómo este tipo blandengue y sin carisma se volvió un actor cotizado; y cuando figura Nicola Peltz en escena (que hace de rubia hueca / irritante / hija del insípido Wahlberg), uno pide a gritos que algún robot gigante la aplaste y nos quite la tortura de soportar sus chillidos y caprichos. Al menos Kelsey Grammer hace un villano humano digno, T.J. Miller es efectivo como el secuaz de turno, y Stanley Tucci condimenta las cosas con su gracia habitual. Ninguno de ellos ganará un Oscar, pero al menos intentan hacer algo con sus personajes mal escritos y, en la mayoría de los casos, lo logran. La historia es estirada y algo rebuscada; incluso diría que hay material como para dos o tres películas, sólo que aquí decidieron pegar todo con saliva y despacharse con un engendro monstruoso de tres horas de duración. Hay una agencia del gobierno - dirigida por el mesiánico Kelsey Grammer - empeñada en perseguir y exterminar a los Autobots remanentes. Para ello cuenta con la ayuda de Lockdown, un renegado Transformer que sólo quiere el cuerpo de Optimus Prime y un dispositivo conocido como "la Semilla" - capaz de convertir a una ciudad en una orbe robótica al estilo de la morada de origen de los Transformers -. Lockdown lidera un ejército de robots mutantes creados artificialmente a partir de los genes (si se lo puede llamar de alguna manera) obtenidos de otros Transformers apresados, asesinados y desguasados. El punto es que el modelo original que tomaron era el cadáver de Megatron (el villano del primer filme), el cual contagia el ADN robótico como si fuera un virus de computadora, y hace que el maloso de metal reviva en una de las nuevas figuras - Galvatron - y comande al resto. El mismo Galvatron / Megatron también trae su agenda y planea quedarse con una de las semillas, todas las cuales proceden de una nave alienígena hallada en el Polo Norte, la cual se estrelló hace millones de años y que había venido a la Tierra con la misión de terrarreformar el planeta. Como la semilla de turno no pudo operar a toda su capacidad, sólo alcanzó a asimilar una pequeña parte del paisaje, incluyendo a algunos dinosaurios que pasaban por allí y a los que convirtió en una especie de MechaTiranosaurios (wtf?!), los cuales quedaron congelados durante la Era de Hielo. Oh, sí, la acción es soberbia. Mark Walhberg salta de un piso al otro por los balcones de un condominio chino mientras el asesino de turno arranca y le lanza por la cabeza acondicionadores de aire; o cuando media Hong Kong es absorbida por un iman gigante... y luego lanzada con fuerza contra el piso (¿se acuerdan de la nave del general Zod en El Hombre de Acero?). Las batallas tienen momentos geniales en cámara lenta, en donde pasan muchas cosas a la vez y los protagonistas se salvan raspando por un pelo. El problema es que hay demasiadas batallas - yo creo que aquí hay mas acción que en 5 películas juntas de Los Vengadores, eso sin contar de que los chicos de Marvel se han inspirado y han tomado toneladas de cosas de los filmes de Michael Bay (como el finale de Transformers 3) -, y el grueso de los personajes habla sandeces, cuando no, ocurren cosas reñidas con la lógica simplemente porque sirven de excusa para montar una secuencia espectacular. Por ejemplo, que la nave monumental encontrada en el polo se aparezca en medio de Hong Kong para hacer el intercambio de la "semilla" entre humanos y robots (algo que podrían haber hecho con menos alharaca en medio de un desierto; pero si no tiran abajo 10 o 20 rascacielos en una zona densamente habitada, ésta no sería una película de Michael Bay); que no aparezca un maldito caza para intentar derribar la nave alienígena; o que los deus ex machina abunden - como que dos minúsculos humanos puedan lidiar con un robot gigante usando unas armas que parecen de juguete; o la súbita aparición de los dinosaurios robots en el momento menos pensado del filme -. Digo: hay muchos momentos en los cuales uno cruje los dientes por las bobadas que se le ocurren al libreto, las cuales se podrían haber mejorado enormemente con una segunda rescritura para darles un poquito mas de logica o ponerle algo mas de entusiasmo. Honestamente, no sé si Transformers: La Era de la Extinción es recomendable. En todo caso es un show tan sobrecargado de espectacularidad que, al final, termina por aburrir. Las refriegas son inspiradas, no le quepa la menor duda, pero me da la impresión que los filmes anteriores estaban un poco mejor escritos - al menos, los pasos de comedia tenían sus momentos -, y que aquí todo pasa por una sobredosis pornográfica de CGI, los cuales deberían complementar a una buena historia en vez de transformarse en el centro de la misma, y en su única razón de existir. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/transformers-4.html#sthash.sd2hSmqE.dpuf