Diferente y dispar. Así se siente Birdman, el último experimento del cineasta mexicano Alejandro Gonzalez Iñárritu. Lo que parece anticipar una sátira al género de los superhéroes - a final de cuentas la trama guarda demasiados puntos de contacto con la vida real de Michael Keaton, su protagonista -, es en realidad una comedia experimental que dispara dardos a medio mundo - desde la cultura pop y las redes sociales hasta el hermético mundo teatral de Broadway (prohibitivo para aquellas estrellas devaluadas y surgidas de un medio tan superficial como el cine) - y termina acertando en su mayoría. El punto es que provee una conclusión mas vaga que satisfactoria, con lo cual resulta mas interesante la travesía que la llegada. Aún así, hace un montón de cosas novedosas, lo cual termina resultando atractivo por lo inesperado de su enfoque y de su propuesta. Ya las cosas empiezan extrañas cuando vemos a Michael Keaton meditando en su camerino y flotando en el aire. Hace 20 años el protagonista encabezaba una exitosísima franquicia basada en el superhéroe del título, lo cual le daba fama y fortuna pero no terminaba por satisfacerlo profesionalmente. Habiendo renunciado al papel, el siguiente par de décadas se desarrollaron en un declive constante, siendo el actual momento el mas bajo de su vida. Ahora el tipo precisa meter un éxito para generar un comeback y, de paso, sentir que ha hecho algo de valor con su profesión. Y mientras el tipo reflexiona esto, mueve cosas con la mente o se manda a volar cuando está aburrido. Uno no sabe si el tipo está pirado o, - como un clásico sketch de Saturday Night Live, ése en donde Christopher Reeve iba a una audición para Superman y todos testeaban si podían parar balas con el cuerpo o quemar papeles a la distancia con su visión de rayos laser -, el tipo realmente tiene superpoderes. Y mientras que las referencias al género se multiplican por doquier - la vida de Riggan Thomson es tremendamente similar a lo que pasó Michael Keaton en los ultimos 20 años cuando abandonó la saga de Batman; están Edward Norton y Emma Stone, protagonistas de sendas franquicias de la Marvel como fue Hulk y El Increíble Hombre Araña; Keaton bromea sobre George Clooney y Robert Downey Jr; e incluso hay un cameo de Spiderman -, el filme no se engolosina sólo con eso. Es como que ese toque cómico y autorreferencial (que por momentos me hace acordar al tono de JCVD, ese extraño experimento en donde Jean Claude Van Damme hacía una versión no demasiado ficticia de sí mismo) fuera el punto de partida, el primero de una larga lista de temas que Alejandro Gonzalez Iñárritu quiere tratar en el camino. Está el mundo del teatro, lleno de prejuicios y egos; está los insufribles actores de método - como Edward Norton, el cual quiere emborracharse y fornicar en escena para empapar en realismo a su personaje (!) -; está la paternidad castrada por la obsesión por la carrera, lo cual ha provocado todo tipo de daños en los hijos; está la burla a las redes sociales, una entidad superficial marcada por seguidores y likes, y en donde uno debe tener una cuenta para poder "existir" en el mundo real; y está la tragedia de los actores en desgracia, los cuales necesitan mantener su dignidad por cualquier medio posible. Y mientras tanto, todo este licuado está narrado cinematográficamente en una toma única (tal como pasaba con La Soga de Alfred Hitchcock), lo cual le da un toque tremendamente surrealista al generar un flujo espacio - tiempo único, continuo y abreviado. Keaton toma la audición a Norton, se va a su camarín y habla con sí mismo, va por el pasillo y le deja una propina al percusionista que está haciendo un solo de tambor en la cocina (y que casualmente es el ritmo real de la banda sonora), y regresa al escenario en donde el teatro está lleno y el elenco está enroscado en medio de una escena, con lo cual los tiempos narrativos están abreviados en la mente del protagonista. Birdman es diferente e interesante. Como la estructura es inusual, uno no sabe muy bien para qué lado va a terminar disparando todo esto. ¿Acaso Keaton terminará matando a Norton por una cuestión de choque de egos?. ¿Es Keaton un suicida que dar el golpe de gracia a su carrera, matándose en el escenario?. ¿Existe todo esto realmente, o sólo pasa en la mente de Keaton?. Lo que uno siente es que la historia no tiene una conclusión limpia y quizás por eso el libreto prefiere embarullar un poco las cosas para dar un final criptico. En Desde el Jardín Peter Sellers podía caminar sobre el agua, y ello implicaba el caracter celestial de su personaje. Aquí Keaton vuela, pero la lectura es mucho mas compleja, ya que su personaje no tiene nada de inocente como para tener semejante don angelical. Lo más probable es que su mente asocie que, los únicos momentos en donde fue feliz y se sintió realizado, fué al interpretar / apoderarse de ese superhéroe que tanto odió, y que le hizo ser quien es. Quizás el quid de la cuestión sea el proceso de reconciliación entre el actor y el personaje que lo encasilló; resaltar los cojones que precisó para encarnar un papel enfundado en un traje ridiculo y volverlo creíble para millones de fans, con lo cual hay un verdadero talento dramático escondido en su cuerpo... el cual precisa despertar para asumir un rol mas jugado, dramático y convencional como es el de la obra de Raymond Carver. Birdman no es una sátira sobre el género de los superhéroes, sino una comedia dramática salpicada de detalles autorreferenciales, y que trata sobre la tragedia de un actor en el ocaso de su carrera. Las perfomances son muy buenas - Keaton comienza como Keaton, maniático y chispeante, pero a mitad de camino se transforma y termina brindando una interpretación de gran altura; Emma Stone posee una enorme intensidad (especialmente en el discurso en donde le reclama a Keaton su indiferencia como padre); Norton es Norton, camaleónico como siempre; y si bien el resto del elenco es muy bueno, el que mas me sorprendió es Zack Galifianakis, yendo contra natura (y con gran efectividad) en el rol de sufrido manager y amigo personal del protagonista. Definitivamente Birdman no es para todos los gustos, ni probablemente satisfacerá todas las expectativas. Es rara e inusual, pero está bien construída y es inteligente. En el fondo se podrían haber omitido las referencias pop al mundo de los superhéroes y hubiera quedado como otra de esas obras sobre la decadencia de los artistas - como El Vestidor o Sunset Boulevard -; pero esas adiciones le dan cierto condimento paladeable para las masas, razón por la cual la hemos incluido en este portal.
Si los nerds fuéramos mayoría, las películas de culto serían taquilleras. Ese podría ser el estigma que cargan los hermanos Wachowski, los cuales se anotaron un par de porotos con titulazos como Matrix y V de Vendetta, y después se dedicaron a generar disparates superproducidos que recaudaban dos dólares en el box office. Yo no creo que los tipos hayan perdido ni un ápice su talento creativo, pero sí creo que han extraviado su sentido de equilibrio y control de calidad. Es como si obtuvieran un presupuesto millonario, y se pasaran una noche de desvelo e intoxicación diseñando un libreto demencial para quemarlo. El resultado usual de los Wachowski es una orgía visual que rompe todos los esquemas, pero libretos rebuscados (o excesivamente sofisticados, según cómo se lo mire) e historias desequilibradas. Nadie les niega que son la mar de creativos; el problema es que dejaron de ser comerciales y la prueba está en El Destino de Jupiter, una space opera que - visualmente - haría orinarse en sus pantalones a George Lucas. Y aunque la primera hora arranca interesante, después se mete en un berenjenal del cual le resulta imposible salir. Pareciera que los Wachowski hubieran metido en una licuadora todas las películas de ciencia ficción que les gustan, generando un pastiche colorido y no siempre coherente. Aquí hay intrigas políticas y familiares a lo Duna; hay chicas terrestres devenidas heroínas espaciales como Barbarella (con la misma cuota de sofisticados vestidos); hay puchos aquí y allá de Flash Gordon (incluyendo razas hibridas de humanos con animales, y una boda con un alienígena), e incluso hay toda una larga y descolgada secuencia que parece extraída de La Guía del Autoestopista Intergaláctico. Hay una enorme cantidad de explicaciones apasionantes (como el por qué desaparecieron los dinosaurios), y grandes secuencias de acción; pero, cuando la historia se traslada al espacio, se clava de punta como el Titanic. Se complica al santo cohete, y arruina todo el esfuerzo inicial metiendose en un berenjenal que bordea lo literario. La cosa pinta mas o menos así: Mila Kunis es una inmigrante rusa radicada en Chicago, la cual se la pasan fregando inodoros. Un día las cosas se salen de control cuando descubre que la mitad de los alienígenas que existen en la galaxia están tras de ella, sea para atraparla, protegerla o matarla. Surge un guardián (Channing Tatum), el cual ha sido enviado por una de las facciones para capturarla. Resulta ser que la Kunis es la reencarnación de una antigua reina galáctica, cuya combinación genética es única y le garantiza ciertos poderes. Al ser una reencarnada tiene la posibilidad de reclamar su propia herencia (wtf?) - dispuesta en un testamento escrito cuando la reina estaba en vida -, la cual consta de varios planetas de la Via Láctea, entre los cuales figura la Tierra. Mientras tanto, existen tres hijos de la reina original que están tras su pasos y desean apoderarse de dichos planetas. Es que en ellos hay humanos, los cuales han sido"sembrados" hace miles de años y, cuando la población alcance varios billones, serán capturados, absorbidos y procesados (como si fuera ganado) para producir un suero de la eterna juventud que mantiene a los alienígenas vivitos, coleando y en un estado de semi inmortalidad. Mientras que hasta allí la cosa iba digerible, la historia empieza a enredarse cuando la Kunis está en el espacio y las facciones la van secuestrando por turnos. Por un lado hay uno de los regentes que tiene cierta fijación incestuosa con ella (es su madre reencarnada y quiere casarse con ella!), hay otra chica que no le da mucha bolilla, y después está el mas retorcido de todos (Eddie Redmayne) que quiere sacarle a las trompadas la firma de donación de los bienes y después asesinarla. Eso sin contar que el pibe quiere convertir en estofado a toda la humanidad de acá al viernes que viene. El Destino de Jupiter está llena de aciertos y cosas irritantes. La primera es Mila Kunis, la cual parece padecer el síndrome de Jennifer Lopez - hizo un par de peliculas famosas, mostró que actuaba como los dioses, y después se transformó en una tronca inmutable que se enrosca en cualquier cosa que le de un grueso cheque; ¿se acuerdan cómo arruinó la Kunis Oz, el Poderoso? -, y se comporta como si estuviera en una sitcom de mala muerte. Manda chistes malos o desubicados, putea cuando no debe, y carece de química con su co-protagonista. Después está Eddie Redmayne, el cual puede ir devolviendo el Oscar que ganó si va a sobreactuar así el resto de su carrera. Las secuencias en la Tierra con la familia de la Kunis parecen un episodio de Los Cosby en versión rusa; y aunque es divertido, resulta chocante contrastar todo eso con toda la formalidad de la intriga espacial. Hay un diálogo horrendo en donde Channing Tatum le dice que su romance no puede prosperar ya que él es un hibrido con lobo, y que se siente la mayor parte del tiempo como un perro... y la Kunis le contesta que a ella le encantan los perros (!), en uno de los peores diálogos de la historia del cine. La intriga espacial bordea lo intragable; parte del problema es que explican demasiado, y las cosas se vuelven repetitvas. A mi juicio al filme le sobra uno de los hermanos Abrasax, ya que la pelicula arma dos momentos cumbre casi iguales (la Kunis está con uno de los Abrasax y Tatum viene pitando para rescatarla) con diferencia de minutos, y sin que los mismos aporten algo más que confusión. Digo: con menos personajes, se podría haber usado esa media hora extra para darle oxígeno a la rebuscada historia y contarla de manera mas didáctica y creíble; pero el libreto de los Wachowski se va en explosiones, en odios familiares, en visiones cósmicas de negocios (los Abrasax han hecho fortuna vendiendo ese polvito de juventud eterna obtenido a partir de los humanos... tal como la especia melange de Dune), y en malos pasos de comedia. Por otra parte los FX son impecables, las secuencias de acción son algo nunca antes visto, Channing Tatum rezuma carisma y sale adelante con un personaje que podría haber sido ridículo, y el eternamente confiable Sean Bean demuestra que, cuando le dan la pelota y tiene la oportunidad de hacer jueguito, puede brillar en un secundario sin que nadie le clave una daga a traición. El Destino de Jupiter es una bolsa de gatos que sólo podrá tolerar el público nerd al cual le gustan los galimatías y las mitologías rebuscadas. Para el resto, es una película excesiva que tiene momentos que bordea lo ridículo. Yo creo que aquí hay una historia inteligente pero desequilibrada, la cual precisaba un severo control de calidad; pero los Wachowski son tan importantes (o creen serlo) que han perdido el sentido común, especialmente cuando se envician con el desarrollo creativo... generando algo lleno de potencial pero arruinado por sus propios excesos. Una lástima considerando que aquí había buenas ideas como para generar una franquicia de óptima calidad.
Yo veo dibujos animados. Me importa tres pitos si me consideran un geronte desubicado, pero a mi me gustan los cartoons. Hay algunos que no trago - cuando tienen una mitología muy rebuscada, o cuando son extremadamente aniñados -, pero el 90% de las animaciones que veo las disfruto. Veo los Looney Tunes, Ren & Stimpy, la Pantera Rosa, la serie animada de Batman, incluso me parece formidable la nueva versión de Mickey Mouse, la cual es mucho mas salvaje y tremendamente menos insípida que el grueso de los tradicionales productos infantiles Disney. Miro Phineas & Ferb, Gravity Falls... y la lista sigue. Y esto es, desde mucho antes que llegara nuestra niña a nuestro hogar. Muchos de esos dibujos están guionados de manera inteligente, tienen referencias cinéfilas y su humor funciona de manera subliminal para los adultos. Y aunque lo odiaba en un principio, terminé acostumbrándome a Bob Esponja. Me pareció un personaje tremendamente idiota y cuasi intragable, hasta que empecé a notar que lo suyo era una onda casi alucinógena. Funciona en el nivel mas bajo del cerebro, ese que se divierte con el bombardeo de bobadas, hasta que empezás a descubrir que hay ocurrencias inspiradas. Esa química se repite en el filme que ahora nos ocupa, el cual tendrá un argumento tremendamente imbécil, pero sirve de excusa para ver una catarata imparable de ridiculeces, la mayoría de las cuales hace blanco. La historia es lo de menos; lo importante es el histrionismo de los personajes y los extremos a los que se llega cuando se exagera todo. Aquí la sociedad submarina de Fondo de Bikini se mantiene en un estado civilizado gracias a que todos viven de su rutina, la cual incluye el consumo compulsivo de las grasosas (pero super deliciosas) cangre-buguers que prepara todos los días Bob Esponja en el local de comidas rápidas donde trabaja. El envidioso Plankton - un megavillano de tamaño no mayor a una pulga y que se relame con la elaboración de retorcidos (y tremendamente falibles) planes para apropiarse de la fórmula secreta de las hamburguesas - ha lanzado un ataque final contra el local de Bob Esponja. En la revuelta la fórmula se pierde y, como parece que nadie sabe cómo cacso preparar las hamburguesas sin la receta (y eso que las hacen miles de veces todos los días), las cangreburguer dejan de cocinarse... con lo cual Fondo de Bikini se sume en la mas profunda de las anarquías - algo así como una versión de Mad Max pero hecha con Sea Monkeys -. Todos se llenan de tachas, tatuajes y raros peinados nuevos, las casas son prendidas fuego (sin importar si están bajo del agua), y las turbas se lanzan a las calles a linchar a Esponja y Plankton, los cuales deben huir desesperadamente y formar una impensada alianza para recuperar la receta desaparecida. Como estos son los tipos mas idiotas e incompetentes del universo, se dan maña para construir una máquina del tiempo pero terminan en cualquier parte - dando lugar a uno de los momentos mas lisérgicos del filme, en donde se topan con una raza de delfines alienígenas hiperinteligentes superpoderosos, los cuales monitorean el cosmos preservando el orden universal - y, de casualidad, descubren que la fórmula ha sido robada por un pirata que tiene un puesto de hamburguesas en la playa. Como al libreto lo que menos le importa es la coherencia (cosa que, por otra parte, es su mayor gracia) aparecen de la nada los super delfines, convierten a Esponja y sus amigos en una suerte de Avengers del lecho marino (es mortal ver a Plankton con el cuerpo del Increíble Hulk... preservando su cabeza diminuta en semejante mole de músculos), y salen fuera del agua a luchar contra el pirata, el cual dispone de un arsenal ilimitado de armas en su modesto puesto playero. Las partes mas graciosas pertenecen al fondo marino, en donde el filme usa animación tradicional. Los tipos que escribieron esto estaban muy fumados cuando se inspiraron, y realmente la historia desborda disparate por los cuatro costados. En cambio, cuando los personajes salen al mundo real - convirtiéndose en una versión 3D superpotenciada de ellos mismos - la cosa pierde energía. No es un problema de Antonio Banderas - quien no brilla como debiera en semejante entorno - sino que el libreto se hace mas standard y predecible. El final se ve largo y forzado, enredado con los efectos especiales en vez de poner el acento en la gracia de las situaciones creadas por el libreto. Como ocurre con la serie de TV, Bob Esponja: un Héroe Fuera del Agua no es para cualquiera. Desde ya que es divertida y es apta para toda la familia pero, si usted está en sintonía con el humor fumón del personaje, la disfrutará mucho mas. Hay mucha locura y mucho ritmo y poca coherencia, lo cual resulta sumamente disfrutable si pone en off el switch del cerebro y se deja llevar por la experiencia... la cual termina siendo inesperadamente placentera. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/bob-esponja-2015.html#sthash.e1ol6vaX.dpuf
Taken 3 es otro claro ejemplo de película cuya existencia sólo se ve justificada porque la anterior entrega recaudó una cantidad obscena de dinero. En el 2009 la primera Taken era fresca y digna de aplauso, y convirtió al geronte de Liam Neeson en una sólida estrella de acción a la increíble edad de 57 años. Desde ese entonces todos los veranos norteamericanos ameritan una película de balazos y piñas del irlandés, el cual ha demostrado ser mucho mas fiable en la taquilla que Jason Statham. Pero la saga Taken ha ido descarrilándose de a poco, y éste es el necesario capítulo final de una franquicia agotada. Buena parte de la culpa le corresponde al director Olivier Megaton (Transporter 3, Taken 2), quien ha dirigido algunas de las películas mas flojas que ha dado a luz la factoría de Luc Besson. El problema con Búsqueda Implacable 3 es que la anécdota es rebuscada y estirada. A Neeson le matan la mujer y se la pasa una hora esquivando la policía hasta que encuentra una pista válida. Lo que sigue es rastrear a los culpables y darles su merecido, lo cual ocurre hasta que descubre cosas sospechosas que demuestran que nada es lo que parece. Hay mucha charla y, cuando las cosas aburren, el libreto mete con calzador alguna persecución o balacera. La macana es que la acción va de lo aburrido a lo mareante, principalmente porque Megaton es horrendo a la hora de manejar la tijera en el cuarto de edición: el tipo mete un millón de cortes - de no mas de un segundo - en escenas rodadas con cámaras en movimiento, lo cual asesina la tensión y lo convierte en una experiencia vomitiva. Todo es demasiado mareante y confuso, y parte del problema de la edición frenética es que Megaton debe camuflar que Neeson está demasiado lento para las peleas y las corridas. El irlandés gigante se defiende bárbaro en cosas mas estáticas como Non-Stop, pero acá debe correr, trepar techos y cargarse a cinco tipos a la vez con las manos desnudas; y cuando la cámara lo toma mas de dos segundos, se nota que está fuera de estado. No es Stallone - un geronte con un físico envidiable - sino un jubilado con pancita que apenas tiene piernas para correr una cuadra; ni que hablar de atravesar a pata la mitad de Los Angeles con todo el cuerpo policial detrás de sus talones. Aún con todo el rebusque y la edición caótica, Taken 3 es un poco mejor que la entrega anterior. Quizás pase porque Neeson es simpático, o porque el personaje de Forest Whitaker no come vidrio y es bastante despierto, o porque hay un par de persecuciones pasables. No es gran cine, pero es un pasatiempo bastante potable, y uno no termina enojándose con él. Ciertamente los agujeros de lógica abundan y, en algunos casos son enormes - el cómo la policia deja libre a Neeson después de cargarse a la mitad de la población rusa de Los Angeles (al final del filme) es inexplicable -, pero el balance da ok. Prefiero una pelicula mediocre de Neeson antes que una mediocre de Stallone, ya que hay mejores perfomances y menos latiguillos. Dificil recomendar Taken 3, porque califica con lo justo. Mas vale, espere un tiempo y véala de rebote en cable, salvo que lo agarre un fin de semana en pleno estado de desesperación y aburrimiento y tenga que salir corriendo al videoclub a buscar algo de piña / patada / disparo que no resulte muy insultante. Neeson es bueno en su oficio, el problema son los responsables de los productos, los cuales a veces se limitan a la rutina y no le ponen ganas a las cosas como para inyectarle un poco de originalidad. Por lo demás es típica comida de fast food, sólo que los condimentos franceses han camuflado un poco - pero sólo un poco - su habitual sabor a comida chatarra.
Al contrario de lo que han hecho todos, estoy dispuesto a romper una lanza por Johnny Depp, afirmando que su carrera está muy lejos de terminarse. Ok, el tipo viene con cinco barcos hundidos en línea y Mortdecai es el último de los flops que le ha tocado estelarizar, pero sería injusto recargar todas las tintas sobre Depp. Su interpretación es buena, y se da maña para ser excéntrico - y manejar un tortuoso acento británico - todo el tiempo y de manera impecable; el problema es que el libreto de Mortdecai es una lápida de granito imposible de remontar. Es chato, lento, sin gracia y excesivamente británico. Saquen a las estrellas, pongan a figuras menos conocidas, y verán que se trata de una película que nunca debería haber salido mas allá de su Inglaterra natal. Es posible que Depp esté sufriendo del síndrome Peter Sellers; ése en donde un bufo histriónico habituado a los personajes extravagantes termina enviciándose con ellos, y culmina aceptando papeles raros en cuanto filme se los ofrezca, sin analizar siquiera si los mismos vienen con un libreto potable. A Sellers la vida lo rehabilitó con interminables secuelas de La Pantera Rosa, y es probable que la nueva trilogía de Los Piratas del Caribe haga lo mismo por Depp; en todo caso, lo que debería plantearse el actor, es meterse en algunos roles mas serios y despegarse un poco de la comedia. A final de cuentas el proceso natural de los comediantes es terminar haciendo papeles dramáticos - tipo Robin Williams o algunos momentos de Jim Carrey -, porque la calidad de los dramas es mas estable, y porque la gente deja de seguir a los comediantes (o su humor pasa de moda). Quienes insisten con ello - como Eddie Murphy o Steve Martn - terminan protagonizando engendros de aquellos y dándose la cabeza contra la pared de manera regular. En sí, Mortdecai no es ni por asomo uno de los peores filmes del 2015 - como dicen esa horda de idiotas sin carácter a los cuales les encanta apedrear las carreras de tipos que, en una tarde, ganan un millón de veces mas que ellos -. El filme desborda de pirotecnia verbal, sólo que la misma es muy british, rebuscada y carente de gracia. Depp hace su mejor imitación de Terry Thomas y, aún con ello, no logra lidiar con un libreto que se va en diálogos y le da poca bola a la historia. Depp es un corrupto anticuario, casado con una deliciosa rubia (a la cual le quiere tirar los galgos el inspector de policía que lo presiona), y que se ve obligado a aceptar un caso: alguien ha asesinado a una restauradora de arte y las pistas apuntan a que estaba arreglando lo que sería un costosísimo Goya que se creía perdido. Pero, mas que la pintura, lo que importa son los números detrás del cuadro, los cuales tienen santo y seña de una cuenta suiza ultrasecreta que tenían los nazis en la Segunda Guerra, y en donde está durmiendo una monumental fortuna desde hace décadas. Mientras que Mortdecai es un charlatán experto en casi todo (menos en tratar a la gente), se hace acompañar por su indoliente y servicial mayordomo (Paul Bettany), el cual es tan letal como libidinoso. Es Bettany el que le saca las papas del fuego a Depp mientras éste se la pasa espetando sandeces en medio de una balacera. Es obvio que la historia toma un montón de influencias de todos lados, en especial de El Hombre Flaco de Dashiell Hammett - el cual investigaba los casos con su mujer, hablaba boberas todo el tiempo, y se preocupaba de detalles triviales -. Es posible que ese estilo funcionara mejor en el papel que en el celuloide, ya que acá las palabras sobran pero el avance de la historia deja mucho que desear. Al menos Hammett construía misterios y los adornaba con humor, mientras que acá la historia se envicia con los parlamentos y emparcha como puede el enigma. Decir que las cosas van forzadas y no son muy satisfactorias que digamos (o que no siguen la lógica que deberían) sería un halago; en todo caso, las comedias de misterio suelen hacer hincapié en el humor y no en la intriga.... salvo que aquí el humor aparece con cuentagotas. En si Mortdecai no es un filme excesivamente mortificante. Mientras todos hacen morisquetas frente a cámara, el único que roba escenas (y a lo loco) es Paul Bettany (el menos pensado!), el cual es amoral, servicial, eficiente, expeditivo y se da maña para acostarse con cualquier ser viviente que pertenezca al sexo femenino. Es Bettany quien saca las mayores carcajadas del filme, apareciendo Depp muy relegado en tal campo debido a estar engolosinado con su acento británico. Desde ya, un puñado de chistes efectivos no redime a Mortdecai, pero al menos lo acerca al límite de lo potable. Es extraño que un tipo tan talentoso como David Koepp - que no será un gran director pero si un excelente guionista - no se haya dado cuenta de lo espeso que era el guión, y hubiera decidido filtrarlo de algún modo. En todo caso Mortdecai es un plomo sobreproducido, el cual tiene algunos momentos logrados, pero la suma de todos ellos no alcanza para justificar el precio de la entrada.
Secuelas, precuelas, remakes, reboots... Ahora la nueva es crear franquicias a partir de personajes secundarios de sagas ultraconocidas. Pasó con El Gato con Botas, pasa con Marvel´s Agents of SHIELD y pasa con Los Pingüinos de Madagascar. A esta altura las aves antárticas han participado en roles secundarios en numerosas peliculas, han tenido su propia serie animada y han aparecido en varios spin offs directos a videos. La pregunta del millón es : ¿han agotado su vida util?. La respuesta es un rotundo No y la prueba fehaciente de ello es este filme en solitario para la pantalla grande, el cual tiene mas ritmo y gracia que la última docena de películas animadas que haya visto en los últimos tiempos. La realidad es ésta: el filme no tiene muchos pies ni cabeza, ni es tampoco una maravilla de la originalidad. La animación es muy buena pero tampoco nada del otro mundo. Lo que ocurre es que, a esta altura del partido, las rutinas practicadas por los pingüinos han alcanzado tal grado de perfeccionamiento que se aproximan a un arte en sí mismo. Como un comediante de stand up, que hace siempre lo mismo pero refina su acto hasta convertirlo en un mecanismo de relojería, lo mismo ocurre con estos personajes. Es que la mecánica de origen es muy buena, y es muy fácil engancharse con ella de entrada: un grupo de pingüinos - cuyos nombres parecen salidos de alguna secuela de Los Doce del Patibulo, y que operan como una tropa de élite propia de la fuerza de Misión Imposible - resuelven situaciones improbables apelando al disparate y al ingenio. Como los retos son en realidad la fachada de una amenaza superior - generalmente algún villano sobredimensionado -, les corresponde la titánica tarea de resolverlo como sea y darle el merecido al maníaco de turno. Es posible que uno pueda reducir todo el libreto de Los Pingüinos de Madagascar a un par de hojas, ya que no hay tanto de trama como sí, espacios enormes en donde el director de animación puede improvisar a su antojo. Es como un ejercicio de creatividad en donde los libretistas generan oportunidades para una galería interminable de persecuciones, caidas y explosiones, haciendo pausas de vez en cuando para tomar aire, tirar algunas palabras para hacer avanzar la historia, y volver a la rutina de la acción excitante e inacabable. Ciertamente la mayoría de las ocurrencias del guión son graciosísimas - el agente secreto inescrutable que compone un deshinibido Benedict Clumberbatch; el perverso y delicioso pulpo maniaco que encarna (cuando no!) John Malkovich -, pero llega un momento en que tanta locura, comedia slapstick y adrenalina sobrecargada aturden, y ello llega sobre el final, cuando Los Pingüinos de Madagascar pierden envión y originalidad. Es un punto en donde el público simplemente desea que el filme acabe de una buena vez. Los Pingüinos de Madagascar es pura diversión. Los personajes son deliciosos, el ritmo es frenético, las ocurrencias desbordan de gracia. Quizás no tenga mucha substancia y quizás carezca de originalidad, pero desborda de energía y, con la adrenalina al 120% y un timing cómico probado y aceitado, las cosas no terminan de salir para nada mal.
A veces un puñado de grandes escenas no hacen a una gran película, y ése es el caso de Fury, una tank opera dirigida por David Ayer (Sabotage). En el cine bélico las tank opera escasean, principalmente porque se tratan de películas costosas - hay pocos filmes con grandes despliegues de tanques, sea Patton, la excelente La Batalla de las Ardenas (que, además, es mi filme de guerra favorito), o los masivos enfrentamientos épicos del cine soviético como Liberación, en donde las cintas actuaban menos como drama que como carísimos vehiculos propagandísticos del régimen comunista -, y uno extraña el género, más ahora que los CGI permiten tener ejércitos virtuales y multitudinarios al alcance de la mano y con mínimos recursos de producción. Fury es una sólida tank opera con buenos mecanismos dramáticos pero le falta la grandeza de los clásicos, fundamentalmente porque no encuentra ningún giro nuevo a los clichés del cine bélico y sólo termina por regurgitarlos con algo mas de clase. Ciertamente el modelo de Fury es Rescatando al Soldado Ryan. Como en el clásico de Spielberg, la carnicería no escatima detalles en cuanto a la brutalidad - gente partida al medio por las metralletas alemanas, cadáveres que han perdido la cara, o tipos serruchados en pedacitos por las explosiones -. La diferencia estriba aquí en que los soldados no son bonachones, tipos emotivos, o heroicos gritones, sino que están mas cerca de ser una horda de pacientes siquiatricos. Están quemados y marcados por las cicatrices, sólo piensan en masacrar enemigos - aún los que se han rendido, o los de apariencia inofensiva (como los niños reclutas de la ultima ofensiva nazi), ya que sólo pueden esperar de ellos el resentimiento y la traición a último momento -, y su expectativa de vida consiste en llegar respirando hasta la noche del día presente. Sus relaciones son violentas - quizás el único lenguaje que conocen y que han practicado hasta la saciedad a lo largo de la guerra - y la humanidad no tiene lugar en sus vidas. Es ciertamente un enfoque mucho mas realista pero tambien mas apático: es dificil que el público termine por relacionarse afectivamente con algún integrante de un grupo así. Al rato aparece Logan Lerman (Percy Jackson) como el novato de turno, y vemos como padece todo el proceso que ha madurado a estos hombres y los ha llevado a semejante estado. Hay ejecuciones, cachetazos, reclamos, gritos, valentía en los momentos desesperados, ganancia del respeto, inmersión en el mismo cuadro de locura del grupo... es previsible y aunque está ok (y hay algún que otro momento inspirado), no me termina de impresionar. Quizás el problema sea la apatía del grupo: uno extraña que, entre semejantes criaturas, no haya un Tom Hanks que aporte algo de simpatía, humanidad o un poco de reflexión; ni siquiera Lerman logra mantener la neutralidad, terminando por mimetizarse con el lenguaje violento de los dirigidos por Brad Pitt. Hay dos cosas en donde Fury se destaca: las perfomances son muy buenas - y el que me sorprende es Shia LaBeouf, el cual hace muchas sutilezas con un papelito secundario, y se lo ve mucho mas maduro como actor -, y los combates son novedosos. Como usan balas trazadoras en las refriegas, las batallas parecen salidas de La Guerra de las Galaxias - mas que artilleria parecen lasers -, y hay violencia por doquier. Ciertamente las batallas de blindados están plagadas de falacias - los Sherman norteamericanos eran auténticos ataúdes rodantes, tanques medianos algo veloces pero flojos de blindaje y artillería, e incapaces de hacerle frente al poderío de los Tigers alemanes que aparecieron sobre el final de la contienda; no sólo no podían voltearlos (como muestra el filme) sino que los Sherman se deshacían al primer disparo (en vez de "rebotar" accidentalmente contra el frente inclinado reforzado del blindado norteamericano); en todo caso, la única variante de Sherman que podía enfrentarse a un Tiger era el Firefly, un modelo modificado por los ingleses que tenía mejor munición y cañón, el cual podía perforar con éxito el blindaje de los tanques pesados alemanes... pero el mismo no es el que aparece en el filme -, pero tienen su brío y están filmadas de manera excitante. Es en esos momentos en donde Fury sobresale de la media. Corazones de Hierro es un sólido filme de guerra con algunos momentos sobresalientes; pero ello no lo hace un clásico. El punto es que no recorre ningún camino nuevo - no es otra Apocalipsis Now ni otra Rescatando al Soldado Ryan -; hace cosas conocidas, las hace bien, y les agrega un punto de vista algo mas violento. En todo caso, el gran mérito de Fury es revivir el cine de la segunda guerra en toda su gloria, adornado por la parafernalia de los efectos especiales, los cuales deslumbran y nos dan un pantallazo mucho mas espectacular de lo que habría sido el auténtico conflicto. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/fury.html#sthash.JU1QsgvB.dpuf
Uno se da cuenta de que el mundo se ha ido literalmente al carajo cuando hablamos - como escenario altamente probable - de un posible estado de guerra entre dos potencias nucleares a partir de una comedia fumona de Seth Rogen. ¿Lo qué?. Y no hablamos de una ácida sátira política kubrickiana - de esas recargadas de veneno, destinadas a quemarte la cabeza y darte una nuevo punto de vista del mundo -, sino de una comedia pedorra en donde dos drogones intercambian chistes malos con un dictador tercermundista que llora cada vez que escucha un tema de Katy Perry. Pero si la realidad es absurda - la posibilidad de considerar seriamente a Seth Rogen como el líder de una troupe de capitalistas conspiradores obsesionados con voltear el régimen comunista norcoreano -, también es cierto que los acontecimientos posteriores han desatado una espiral de locura que va mucho mas lejos de todo lo imaginable. The Interview será una película mediocre pero, por Dios, el libro (y la película) que puedan generar sobre esto será mucho mas fascinante que la insulsa comedia diseñada por Rogen y sus socios. El tema de fondo con el escándalo es la paranoia que tienen los dictadores respecto a su imagen. Ellos se ven a sí mismos como los Padres de la Patria, los líderes fundadores de un nuevo régimen destinado a llevar a su país a la grandeza, y gastan enormes fortunas en el culto a su nombre. Crean obras tan costosas y monumentales como inútiles, y desarrollan toda una cultura masturbatoria basada en su persona. Todo esto los hace ver imprescindibles, eternos, etéreos, autoritarios, intimidantes, paternalistas... un montón de basura preparada por los marketineros de turno, creada para vender una versión falsa del mundo. ¿Qué dictadura - o aspirante a mandamás eterno - no se ha engolosinado con el culto a la persona?. Desde Hitler hasta los pichones fascistas que tuvimos en Argentina, desde Khadafi hasta el mas ignoto autócrata africano... todos ellos gustan de verse en el mármol y, mejor aún, estando en vida. No esperan el juicio de la posteridad, la valoración de su obra, sino que quieren sentirse personas importantes mientras aún respiran. Y, entre toda esa tanda de tipos de gatillo fácil, poca moral y baja auto estima, quien sobresale es Kim Jong-un, líder de la volátil Corea del Norte. El tipo es un dictador de tercera generación - su familia domina el pais con mano de hierro desde finales de los años 40 -, lo que significa que hereda toda una cultura del disparate engendrada y practicada desde hace 70 años. Mantiene a su país en un estricto aislamiento tecnológico e informativo, ha desarrollado todo un sistema cultural falaz - tergiversando los detalles esenciales de su historia nacional -, se ha embadurnado con montañas de títulos ridículos (para ensalzar su fama de superhombre) y ha llevado el culto de su persona a niveles disparatados, con decenas de miles de estatuas suyas diseminadas por todo el país, eso sin contar las cientos de leyendas que rondan alrededor de su persona, como que su nacimiento produjo una serie de eclipses, o de que posee el poder de parar la lluvia en cualquier parte del mundo. Curiosamente los dictadores suelen elegir ignorar a sus enemigos externos - o a quienes consideran que los son -, ya que tienen dos dedos de frente y saben que la confrontación sólo sirve para enaltecer a su opositor. Hitler no le declaró la guerra a Estados Unidos cuando Chaplin parodió su persona con El Gran Dictador (1940); ni siquiera los norcoreanos hicieron algún escándalo cuando se estrenó en el 2004 Team America: World Police, la cual despellejaba literalmente al papá de Kim Jong-un; pero a este pibe le faltó temple y, cuando escuchó el rumor de que habían rodado una película que lo satirizaba, se le soltó la chaveta. Primero comenzó con las amenazas diplomáticas; después mandó en silencio a un grupo de hackers a reventar los servers de la Sony - como si nadie pudiera sospechar de dónde venía el ataque -; después vino la advertencia de los mismos "hackers" de que iba a correr un río de sangre en los cines en donde estrenaran la cinta (referenciando al 11 de Setiembre de 2001) y, cuando Corea del Norte se estaba lavando las manos del saqueo informático (que incluyó robo de libretos de filmes a punto de rodar, peliculas aún no estrenadas, e incluso escandalosos mails internos en donde los CEOs de la corporación puteaban en todos los idiomas a las caprichosas - y costosas - estrellas del estudio), saltó a amenazar de manera directa a los Estados Unidos diciéndoles que debían aceptar si o sí su oferta de ayuda, so pena de desatar un conflicto armado por el desaire cometido. Al toque salieron los yanquis a contraatacar - primero, con un contraataque informático en la frágil Intranet norcoreana; después Barack Obama, quien salió a enardecer el espíritu nacional y terminó por calificar a la gente de Sony de "cobarde" debido al congelamiento indefinido del estreno del filme decidido por el estudio (y sin que mediara una consulta previa a las agencias de seguridad nacional); y por último los encendidos discursos de la mayoría de los integrantes de la comunidad artistica norteamericana, los cuales vendieron a The Interview como un auténtico símbolo de la libertad de expresión y una herramienta de reprobación a la tiranía norcoreana -, lo cual convirtió a todo esto en un circo de proporciones impensadas. Todos se volvieron mesianicos fundamentalistas, y la comedia drogona de Rogen & Goldberg pasó a transformarse en una martir caída en la sempiterna lucha del mundo occidental librepensante contra la descomunal tiranía comunista, ... poniéndole un sayo tan gigantesco como ridículo a una película pochoclera y puramente comercial, hecha con un dedo de frente y sin la mas mínima intención de trascender en algún sentido. Ciertamente The Interview es una película zarpada. No se engolosina con Kim Jong-un pero definitivamente no lo deja bien parado. Es, entre otras cosas, un gordito de peinado simpático, un loquito dueño de una tonelada de misiles, un drogón que carece de orificios para evacuar sus deshechos corporales, un mujeriego que ama en secreto la decadente cultura norteamericana, y un inmaduro que llora cada vez que le ponen un tema de Katy Perry. Pero el filme no se obsesiona con él, simplemente es un elemento mas de la historia. El quid de fondo son las desventuras de estos dos torpes, reclutados a la fuerza por la CIA para que asesine al lider norcoreano en lo que parece ser una oportunidad tan única como imperdible. El prólogo y el desarrollo están bastante bien. No hay mucha lógica en todo - como pasa en las comedias de Rogen, los protagonistas toman decisiones en base a su líbido y a la cantidad de droga que llevan en el organismo, y aquí no es muy diferente: este par de ineptos termina enrolados en una alta y peligrosa misión de la CIA, simplemente porque la espía que les hace la propuesta "está buena" -, pero uno se entretiene bastante. Rogen va bien como tipo sufrido víctima de las circunstancias, mientras que Franco sobreactúa mal como la estrella egocéntrica del show periodistico, y el resto acompaña con cierta gracia. Si hay alguien más que se destaca, esa es Diana Bang como la secretaria del dictador norcoreano, la cual tiene una espectacular cara de mala... hasta que larga prenda y empieza a portarse como una loca. Comparada con Team America, The Interview es una comedia infantil. Carece de veneno, no es una sátira, y sólo se dedica a hacer chistes groseros sobre el régimen norcoreano y su particular líder eterno. Y si el Acto I y II zafan, en donde el filme se clava de punta es en el Acto III, en donde queda en evidencia que los guionistas no tienen la más minima idea de cómo terminar lo que empezaron con cierto decoro. Las incoherencias se acumulan de manera descomunal - considerando que éste es un régimen extremadamente paranoico y altamente militarizado, estos extranjeros se desenvuelven con total libertad para recibir paquetes aéreos secretos de la CIA a plena medianoche, e incluso disparar una catarata de preguntas incómodas al supremo lider durante la transmisión en vivo a nivel mundial... cuando cualquier cameraman podía apretar un botón y cancelar la emisión al toque - y todo es tan estúpido como forzado. Es cierto que a Sony metió mano desde mucho antes de que la hackearan, intentando suavizar el tono de todo, pero aún así es peor el emparche de lo que debió haber sido el final original. Una Loca Entrevista es una comedia mediocre que merecería el anonimato si no fuera por la disparatada anécdota que rodeó a su estreno. Sería apasionante que un grupo de tipos afilados para la sátira - como los que escribieron In the Loop, la cual era una comedia política realmente inteligente - tomara esta premisa y la desarrollaran como corresponde, ya que el escándalo daría lugar a una película mucho mejor que esta berretada sobreproducida. Ese si es un filme que me encantaría ver y recomendar, ya que el original del escándalo dista mucho de ser un filme pasable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/interview.html#sthash.LGNwAGUB.dpuf
Por la plata baila el mono, y eso es lo que podría decirse de Una Noche en el Museo 3. Es el capitulo final de una innecesaria trilogía, la cual se transformó en tal simplemente porque recaudó dinero, siguió recaudando dinero y terminó recaudando dinero. Nadie pensó en que la historia era mala, o que carecía de vuelo para estirarla tanto, o de que ninguno de los involucrados tenía entusiasmo en seguir con ella - a excepción de un jugoso cheque que los obligara a reincidir en esta cosa insulsa que transformaron en franquicia -. Los decorados costosos abundan, los carisimos efectos especiales inundan la pantalla, y las estrellas - tanto del show como las invitadas - han pasado sus generosas facturas, con lo cual el dinero abunda... pero lo mas barato de todo - lo que es gratuito y lo provee la naturaleza -, que es talento, gracia y originalidad para poner en papel algunas ideas y chistes efectivos... eso, brilla por su ausencia. Una cosa que me resulta inexplicable es que estos filmes sean tan malos considerando la distancia que separa uno del otro (3 años para la segunda entrega; 5 años en el caso de este tercer - y final - capítulo de la saga). Si uno se demora en generar algo que supone un trabajo intelectual, es de creer que el mismo se ha tomado su tiempo para madurar, crecer y pulir, dando un resultado mas o menos decente; pero las instancias de Una Noche en el Museo parecen haber haber sido escritas dos semanas antes del rodaje, y ser mas bien una serie de sketches que el director y los actores cómicos de turno (con su gracia natural) intentarán mejorar con algo de improvisación en el set al momento de filmar. Lamentablemente aquí todos parecen aburridos o cansados - el peor es el querido Robin Williams, el cual parece sumamente empastillado todo el tiempo y es incapaz de pestañear en cada una de sus escenas - y operan en piloto automático. Ben Kingsley apura el tranco para decir sus líneas sin sonrojarse y cobrar rápido el cheque, Ricky Gervais se ve visiblemente incómodo con el deslucido rol que le han asignado, y ni siquiera el líder del show, Ben Stiller, parece ponerle algo de ganas al asunto. Tampoco la dirección es una maravilla: yo creo que Shawn Levy es un horrendo director de comedias (vean sino el reboot de La Pantera Rosa), pero al menos mostraba cierto talento al apartarse del género e incursionar en cosas mas serias como Real Steel y Hasta Que la Muerte los Juntó (2014). Esto es una seria regresión, sólo disculpable si este bodrio recauda millones ya que en Hollywood importa mas la efectividad que el talento. La historia es bien boba: la tabla mágica - que da vida a todas las cosas exhibidas en el museo de ciencias naturales que custodiaba Ben Stiller - se está deteriorando, y la única manera de resolverlo es irse a Londres para ver al faraón que mandó fabricar el objeto. Esto es la excusa para cambiar de país y museo, y ver a un montón de actores ingleses haciendo el ridículo. Hay nuevos bichos, nuevos esqueletos andantes, nuevas esculturas amenazantes, y el villano de turno - que no deja de ser un bonachón malintencionado -, encarnado por Dan Stevens (el cual se ha convertido en el sabor de moda; ¿próximo James Bond?). La gente corre detrás del flaco mientras éste, portando la tabla, le da vida a un montón de esculturas famosas de la capital inglesa. Al menos la correría da lugar a la escena mas graciosa del filme, que es cuando se meten en medio de una función del musical Camelot, y Hugh Jackman y Alice Eve se la pasan cantando. Las caras de Jackman (y su intentona de convertirse sin éxito en Wolverine) salvan fugazmente al filme del anonimato total. Dificil recomendar algo que carece de gracia. Todo está muy forzado y estirado como para intentar camuflar que la anécdota es demasiado chiquita para un largometraje. Hay demasiados efectos especiales, demasiada exageración y demasiados chistes sin gracia - la peor ofensora de los sentidos es Rebel Wilson, pero ésa ya es como su marca de fábrica -. Es triste ver tanta gracia desperdiciada y es triste ver a un amigo como Williams en los estadíos menos agraciados de una enfermedad bastarda, la cual te quita toda tu lucidez y diluye tu personalidad. El mejor favor que podría habernos hecho Una Noche en el Museo 3: El Secreto de la Tumba hubiera sido permanecer en los anaqueles de un sótano, juntando polvo mientras se posponía su estreno para toda la eternidad, ya que de ese modo no sólo escondería en las arenas del olvido su falta de gracia sino tambien la triste imagen final de un cómico épico y a quien todos quisimos como si fuera de la familia.
Por Dios, cómo esperaba una película como ésta. John Wick es intensa, visceral y deliciosamente absurda. Mientras que la historia es un cliché y resulta totalmente previsible, el placer (culpable) se encuentra en los detalles, que están plagados de excentricidad y están jugados como Dios manda. No romperá ningún molde pero, por favor, es diversión garantizada en un 120%. En mas de un sentido la historia de fondo de John Wick es ridícula. Me hace acordar al estúpido trailer falso que aparecía en El Ultimo Gran Héroe - mataron a su primo segundo... y ahora está enojado! -. Keanu Reeves es un tipo retirado, el cual viene pasando un momento terrible después de perder a su mujer tras una larga enfermedad. La frutilla del postre es una entrega a domicilio - acordada por su esposa desde meses antes a su inevitable desenlace -, la que implica la llegada de una hermosa cachorrita Beagle. Como suele pasar en el cine, cuando uno se encariña demasiado con los personajes es que los mismos van a ser boleteados en el corto plazo, y eso es lo que le pasa a la Beagle. La perrita se roba todas sus escenas con su rabito alegre y su cara de fiesta, hasta que alguien le aplasta el cráneo con un bate de baseball. Ups, mal día para matarle la mascota a Neo, quien mete el programa de Terminator en la diskettera y sale a full a exterminar gente. Todo porque unos rusos idiotas - hijos de algunos capo mafia instalados en la ciudad, y tipos realmente jodidos para ofender - quisieron quedarse con el Mustang Boss de Neo. Lo que desconocen estos palurdos es que el flaco es el asesino mas letal que existe en la Tierra después de la epidemia de la Peste Negra de 1347, y ahora los ha puesto en su mira. No, no se trata de un autito y de un perrito, sino de los fetiches de un asesino a sueldo retirado, elementos que le daban un viso de normalidad a su vida y que - ahora que han desaparecido - le han quitado todo tipo de cable a un tipo que a duras penas se mantenía cuerdo. Una vez concluido el Acto I, John Wick se mete en un territorio extraño, el cual - por momentos - roza la excentricidad comiquera propia de Wanted - Se Busca. Ahora vemos que el tipo tiene un cargamento de monedas de oro enterrado en el sótano, y que las mismas son la moneda de cambio para un submundo secreto y oscuro compuesto por asesinos de élite, los cuales tienen garitos exclusivos escondidos en las cloacas de la ciudad, y/o que usan un peculiar hotel céntrico como una especie de zona desmilitarizada - allí nadie puede matar a nadie, ni negociar contratos con nadie, e incluso el servicio de lavandería del hotel se hace cargo de hacer suturas, conseguir municiones y desaparecer cuerpos si fuera necesario -. Como Wick ha comenzado su vendetta personal contra media mafia rusa, a estos tipos no les importa demasiado los reglamentos de la profesión sino bajar a Reeves de un hondazo antes que llegue a su objetivo. Es por ello que las balaceras proliferan en el hotel, y pronto todo esto se transforma en un todos contra todos. Si hay algo que sobresale de John Wick, es que colma las expectativas sobre el protagonista (e incluso las supera). Durante media hora vemos a todo el mundo diciendo "Uy, Dios... ofendiste a John Wick!. Ese tipo es un asesino legendario!" y, después de semejante autobombo, el filme termina concretando el delicioso postre que todos estábamos anticipando. No es como el geronte de Denzel Washington peleando a 2 kilómetros por hora en The Equalizer; Reeves es expeditivo y brutal, y usa las pistolas para pelear y matar de maneras novedosas - es como si aplicara una versión 2.0 (y mucho mas copada) del Gunkata de Equilibrium, aunque con menos dosis de idiotez en el libreto -. Es frecuente que le pegue tres tiros en la cabeza a cada oponente, o que salte encima y se enrosque sobre su cuello para entrangularlo con una pierna o con su corbata. No será tan impactante como La Identidad Bourne, pero igual no deja de ser muy bueno. Mientras que Reeves es muy bueno en lo suyo - taciturno, cínico y expeditivo -, el cast que lo acompaña es notable. El que se destaca es Michael Nyqvist (Millennium), que hace de mafioso ruso y vendria a ser el padre del idiota que robó el Mustang a Reeves. Nyqvist le aporta urbanidad y racionalidad - es un tipo que sabe que su hijo metió la pata y, llegado el momento, comprende que debe dejarlo a su suerte debido a haber ofendido al Diablo en persona -, y lo vuelve un personaje tremendamente disfrutable. La otra muy buena es Adrianne Palicki (Mujer Maravilla), que destila maldad y sensualidad, y va obteniendo los roles que su carisma precisa. John Wick es una gozada de principio a fin. Los personajes no se andan con vueltas, el ritmo es imparable, la acción está coreografiada con excelencia y la historia - aún cuando sea remanida - está contada con talento. No existe ni un solo personaje - en toda la trama - que no tenga el curriculum manchado con sangre; es por ello que esta guerra entre asesinos y antiheroes resulta tan disfrutable, simplemente porque todos son tan inteligentes y despiadados en lo suyo. Desde ya, una pelicula gloriosa y altamente recomendable, y un anticipo de lo que puede ser una franquicia realmente deliciosa.