En su vuelta a la ficción para la pantalla grande, el director de "El secreto de sus ojos" eligió hacer una remake de un filme de José Martínez Suárez Una estrella de la época dorada del cine argentino (magistral Graciela Borges) comparte una mansión venida a menos con su esposo (un actor que ha vivido a la sombra de su mujer), un guionista y un director que han sido sus fetiches en sus años más productivos. La llegada de dos jóvenes y la posibilidad de una venta de la locación pondrán de cabeza los planes de los tres hombres. Los muchachos de antes no usaban arsénico, un filme de finales de los setenta, no solo es una de las mejores producciones de José Martínez Suárez, sino que además es una verdadera joya del cine vernáculo. Una comedia de humor negro y corrosivo con un elenco de antología encabezado por Mecha Ortiz, Arturo García Buhr, Mario Soficci, Narciso Ibáñez Menta y Bárbara Mujica, considerada una pieza de culto. Por eso, la idea de una nueva versión era muy arriesgada, sin embargo Juan José Campanella no solo aceptó el desafío, sino que logró darle una vuelta de tuerca a la trama para modernizarla y que pese a esto no pierda la esencia principal. Play Tráiler de "El cuento de las comadrejas" El primer gran acierto es el dream team de intérpretes que ha conseguido, con Graciela Borges en un papel escrito a su medida para desplegar su talento, carisma y halo de diva absoluta de la cinematografía nacional. Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock conforman un trío con mucha química, afilado en las interacciones, en el que cada línea de diálogo repercute con fuerza en el funcionamiento del guión. Nicolás Francella y la española Clara Lago (con sorprendente dominio del acento argentino) aportan juventud, frescura y malicia, en dosis exactas. El segundo elemento interesante y beneficioso son los giros argumentales que transforman a El cuento de las comadrejas en una película distinta a su inspiradora, cambios que buscan sorprender a quienes tienen fresca la cinta realizada por Josecito. Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock Tercero y no menos importante, toda la puesta teatral aporta climas intimistas bien aprovechados por un argumento en el que se dan la mano la comicidad más mordaz con los homenajes a la industria fílmica y al mundillo de las estrellas del séptimo arte. La exquisita dirección de arte que se beneficia de escenarios naturales e interiores recargados, también se luce en los momentos de reconstrucción de los sets y filmes que en flashbacks o proyecciones caseras apoyan el relato. Hay elementos que recuerdan a Sunset Boulevard y también a la locura ¿Qué pasó con Baby Jane?, escenas que harán las delicias de los espectadores más cinéfilos y eruditos, pero también del público neófito que podrá disfrutar casi como un voyeur, lo que significa el "ocaso de una estrella". Quizás esta versión no sea tan oscura y pesimista como la de 1979, pero igual no se priva de hacer una crítica al lugar de las personas mayores en la sociedad actual y a lo efímero que puede resultar el éxito. El cuento de las comadrejas es un filme para el público adulto que busque humor inteligente, una puesta atractiva y actuaciones sólidas. La oportunidad de aplaudir al talento nacional en su máxima expresión.
Un "giallo" argentino Los hermanos Onetti estrenan una novela policíaca de estética y climas exquisitos que remiten al cine de Dario Argento y Mario Bava El Gran Dante, un prestigioso mago, muere accidentalmente durante una performance en la que intenta llevar a cabo un arriesgado truco. Treinta y cinco años después su hijo Lorenzo, también ilusionista, presenta un show en uno de los teatros más importantes de la ciudad, mientras una serie de violentos crímenes lo colocan en una situación comprometida. Luciano y Nicolás Onetti ya habían incursionado en el giallo (género netamente italiano que fusiona el policial con el horror, utilizando grandes dosis de sangre) en anteriores trabajos fílmicos como Sonno Profondo o Francesca. En esta oportunidad, agregan a la experiencia de tensión y sordidez, una estética setentosa, bien visible desde la dirección de arte, la fotografía y los encuadres, logrando una atmósfera cautivante y efectiva. Play (Tráiler de Abrakadabra) Esta carta de amor al cine de Dario Argento es además una producción que recrea a la perfección todos los clichés del subgénero: colores saturados, sonidos chirriantes, un asesino que no se deja ver, crímenes súper elaborados, zooms imposibles, pantallas divididas, efectos ópticos, banda de sonido heredera de Goblin y una resolución rebuscada y retorcida. Seguramente los cultores de este tipo de historias, aquellos que crecieron disfrutando de Fulci, Bava y Martino apreciarán mucho mejor los homenajes. Pero para quienes sean neófitos, el lisérgico largometraje de los hermanos Onetti puede servir como puntapié inicial para adentrarse en un universo fílmico color rojo profundo. Está claro desde los psicodélicos títulos que inician el largometraje que no estamos ante una superproducción. Sin embargo eso no es un inconveniente. La película hace del bajo presupuesto una virtud, aprovechando el juego de luces y sombras para mostrar solo lo necesario y dotar a las secuencias de un clima de clase B que le sienta muy bien. Es sin dudas una producción que crece en intensidad a medida que avanza el metraje y que destaca de la media del cine nacional. La transformación de una ciudad argentina en un decorado europeo, sumado al doblaje en italiano, hacen del visionado del filme una experiencia surrealista e hipnótica. Un viaje en el tiempo a la época del cine de barrio en continuado y las trasnoches macabras. Germán Baudino tiene una presencia, un rostro y un tono ideal para este tipo de trama, logrando con su papel, hacer dudar al espectador sobre su real inocencia y verdaderas intenciones. Abrakadabra es una perlita a descubrir en la cartelera vernácula, la muestra de que con pasión y talento es posible hacer un cine distinto y atractivo.
Un poderoso drama con Julia Roberts Ben Burns (Lucas Hedges) es un adolescente con problemas de adicciones que vuelve a casa por sorpresa la víspera de Navidad. Su madre (Julia Roberts) que ha formado una nueva familia es la única que lo recibe con los brazos abiertos. La estadía del joven se convierte en una difícil prueba para todos los habitantes del hogar mientras antiguos fantasmas dirán presentes en forma de tentaciones, viejos rencores y malas influencias, un peligroso cóctel que puede derivar en una tragedia. Peter Hedges dirige este drama con toques de thriller y le entrega a su hijo Lucas la responsabilidad de un papel con muchos matices, del que sale muy bien parado. El joven actor que ya había brillado en Tres anuncios por un crimen y Manchester junto al mar logra conmover y generar empatía gracias a sus dotes y también por contar con una compañera de elenco increíble como es Julia Roberts. La actriz de Mujer Bonita encuentra en esta madraza sobreprotectora y amorosa un personaje que le permite desplegar una veta dramática poco explotada en su carrera. La película podría funcionar como un complemento de la recientemente estrenada Beautiful Boy, solo que además de la cuestión intimista de la interacción entre padres e hijos, aquí se le agrega un aditamento que es el suspenso y cierto aire de policial, en una mezcla de géneros que no resulta forzada y que ayuda a sacar a la historia del lugar común de los melodramas familiares típicos. Julia Roberts y Lucas Hedges protagonizan el filme Julia Roberts y Lucas Hedges protagonizan el filme El realizador no pretende nunca ahondar en una trama en la que abundan los golpes bajos, un recurso bastante utilizado en este tipo de filmes, por el contrario se preocupa por profundizar en las emociones de los personajes, acercándonos de esta manera a un conflicto real, sin artificios, ni diálogos impostados, naturalismo en su máxima expresión. Tampoco hay momentos edulcorados, de hecho algunas secuencias lucen bastante sórdidas y ciertas escenas amargas logran conmover. Sin dudas, Regresa a mí es una película adulta, efectiva y honesta. La enésima prueba del talento de Roberts y la confirmación de que Lucas Hedges es uno de los mejores intérpretes de su joven generación. Vale la pena enjugar una lágrima en la oscuridad de la sala.
Un thriller psicológico de calidad protagonizado por Joaquín Furriel Es la historia de un pintor que se ve inmerso en una pesadilla personal cuando descubre que su pareja no es quien parece Lorenzo, un pintor tan talentoso como bohemio, vive con su nueva pareja, una noruega con la que esperan un ansiado bebé. Durante el embarazo, ella se obsesiona con el cuidado de su primogénito y decide tenerlo en su propia casa con una partera y alejada de cualquier tipo de medicina convencional. El carácter estricto y hermético de la madre se acentúa cuando nace el niño. Pronto, el artista descubrirá la zona más oscura de su concubina, y un secreto que lo obligará a tomar acciones drásticas. Sebastián Schindel, responsable de El Patrón: radiografía de un crimen, vuelve a contar con el talento de Joaquín Furriel en este su segundo largometraje como director, para narrar una historia opresiva y de inquietante atmósfera. Play (Tráiler de "El hijo") Un filme que se vale de los climas, para incomodar al espectador, a la vez que construye el relato a través de un montaje que va y viene hacia el pasado reciente de los personajes, recurso que permite reconstruir poco a poco la verdad detrás de los hechos reflejados. Martina Gusmán y Luciano Cáceres como la pareja amiga del pintor, acompañan como contenedores de una vida que se desmorona y que intenta comprender qué hay detrás de las actitudes de una mujer tan fría como el clima de su país de origen. Más allá del género, de navegar dentro del suspenso psicológico, y coquetear con el terror, el relato incursiona en los miedos de los padres primerizos y en las diferencias culturales de las personas que provienen de mundos opuestos. Heidi Toini, protagonista de la excelente serie Nobel, logra trasmitir misterio detrás de su gélida mirada. Junto a Regina Lamm (la partera e institutriz que la acompaña en la crianza del hijo) forman un dúo poderoso, una pareja de temer que impone respeto con su sola presencia. Desde la dirección de arte y la puesta en escena, hay un interesante manejo de la cuestión pictórica, aprovechando la profesión del personaje principal, con cuadros que sirven de metáforas o intensos metamensajes de la trama principal. La luz, con fuertes contrastes y el acertado diseño de sonido, agudizan la experiencia onírica de ciertas secuencias. La utilización del fuera de campo, al igual que ciertos datos que el director deja sin explicitar permiten que cada persona pueda y deba sacar ciertas conclusiones desde el patio de butacas. En ese sentido algunos momentos del metraje y el sorpresivo final quedarán rondando en la mente de quienes la vean, un largo rato después de que la proyección haya acabado.
La película de superhéroes más esperada El filme marca el final de una etapa que cambió para siempre la forma de ver y hacer el cine de superhéroes Tras varias películas individuales de héroes míticos como El Capitán América, Thor, Iron Man y otros menos famosos como Ant-Man o Pantera Negra, de reuniones y fusiones de los personajes Marvel y crear un atlas fílmico en donde todas las historias están conectadas entre sí, llega el capítulo final, la película de superhéroes más esperada del milenio, el final del juego. Avengers: Endgame es más que tres horas de diversión fílmica, es una declaración de principios de la factoría Marvel, un testamento hecho película, la frutilla de un pastel que cambió las reglas de la industria del entretenimiento y puso a los superhombres surgidos de las viñetas en lo más alto de la cadena alimenticia de la jungla cinematográfica. Play (Tráiler de la película) Y así como el universo cinematográfico de Marvel tiene sus reglas, sus propios tiempos argumentales y tópicos, este final (que dará paso a un nuevo comienzo) se vale de estos trucos para darle vida a un metraje extenso, pero atrapante y un argumento que tras las sorpresas de Infinity War parecía imposible de remontar. El largometraje presenta a los sobrevivientes del chasquido de Thanos intentando sobrellevar sus pérdidas personales y a la vez entender cómo funciona este nuevo mundo desolado y falto de esperanza. Los miembros del team de héroes principales tienen a lo largo del filme su momento de lucimiento, en algunos casos de manera individual y en otros formando equipo con uno o varios colegas. En esto hay un gran acierto de los hermanos Russo, que utilizaron toda su sapiencia como narradores para contar historias personales de los personajes, darles su momento de valentía y de redención y que todas las piezas de este enorme rompecabezas formen una fotografía perfecta. Los miembros del elenco de la película de Marvel Studios ‘Avengers: Endgame’ posan durante una ceremonia en la que plasmaron las huellas de sus manos en el Teatro Chino de Hollywood en Los Ángeles (EFE/Nina Prommer) Los miembros del elenco de la película de Marvel Studios ‘Avengers: Endgame’ posan durante una ceremonia en la que plasmaron las huellas de sus manos en el Teatro Chino de Hollywood en Los Ángeles (EFE/Nina Prommer) Visualmente es tan imponente como su predecesora, los efectos no lucen excesivos ni artificiales (un mal de muchas películas de ficción actuales) y el diseño de arte tiene varios puntos altos, como los nuevos trajes ya vistos en el tráiler, que respetan la paleta de colores, pero le dan un aire de sofisticación a sus portadores. Los Avengers más veteranos lógicamente, y por tratarse del epílogo de una larga familia de largometrajes, tienen especial trato y presencia, participando de todos los subgéneros que la historia transita: aventura, suspenso, acción, comedia y sí… drama. Párrafo aparte para la poderosa presencia de los personajes femeninos, con la recién llegada Capitana Marvel liderando una punta de lanza emocionante y rupturista. Particularmente existe una secuencia (el espectador la descubrirá fácilmente) que es un fresco y funciona como metáfora del lugar de importancia que ocupan las mujeres en este nuevo mundo que transitamos y particularmente en los cómics llevados al celuloide. Con pocos puntos bajos, particularmente, algo que puede distraer (sobre todo al público más neófito o no tan pasional) es que a pesar que la tensión no decae nunca, el conflicto argumental podría haberse resulto en una duración más razonable. Y también hay que decir que algunas secuencias melodramáticas abusan de golpes bajos buscando la lágrima fácil. Más allá de estos detalles, hay sin dudas un especial interés por parte de Marvel en que la película funcione como un fan service y vaya que lo hace. Paradójicamente Endgame no es el final del juego, las semillas sembradas a lo largo de la última década han germinado, los superhéroes y sus cultores, tan vilipendiados en el pasado, se terminan de egresar con este filme, como figuras esenciales ya no solo de la "cultura pop", sino también, del séptimo arte en general. Algo que han logrado y mantendrán "cuesto lo que cueste".
Amor y traición en tiempos de guerra La película presenta un triángulo amoroso de ribetes trágicos en la Alemania de la posguerra El coronel inglés Lewis Morgan se encuentra en Hamburgo a pocos meses de terminada la Segunda Guerra Mundial. Tiene por misión supervisar la reconstrucción de la derruida ciudad, y es por eso que su esposa se traslada a su lado. La casa de un arquitecto viudo y su hija se convertirá en el hogar de la pareja británica. En medio de una convivencia cargada de tensiones y rencores, surgirá la pasión y un amor prohibido con inesperadas consecuencias. El realizador James Kent logra una acertada reconstrucción de la Alemania del cuarenta y hace gala de un magistral diseño de arte, en el que abundan los decorados grises y tristes que lucen a tono con el espíritu de los personajes principales. Keira Knightley (pasional y soberbia actuación) como la esposa atormentada que carga en su interior con un profundo dolor; Jason Clarke como el militar del bando ganador que sin embargo no puede evitar sentir culpa por las atrocidades que le ha tocado ejecutar; y Alexander Skarsgard como el alemán al que los golpes de la guerra no pueden quebrar, conforman un trío efectivo, creíble y empático. Cada uno de ellos tienen su momento de lucimiento en el metraje, pero cuando comparten escenas es donde sacan lo mejor de sí. Pese a contar con un marco pocas veces explotado dentro del género bélico (como es la reconstrucción tras la caída de Hitler), el realizador prefiere centrarse más en los conflictos personales que en el entramado histórico general. Así por momentos la trama se acerca al melodrama, dejando de lado cuestiones como el revanchismo del ejército ganador o la apesadumbrada vida de los derrotados. Es un drama romántico de época y es por eso que en algunos momentos la historia bordea lugares comunes, en otros se presenta maniquea y ciertamente apela a distintos clichés. Pese a esto, el manejo de la tensión sexual, así como la utilización de las miradas para decir más que lo que rezan las palabras, están bien manejadas por un director que a la hora de rodar ha sabido combinar buen gusto con pericia técnica. Viviendo con el enemigo quizás no sobreviva en la memoria de los espectadores como otras exponentes del género. Sin embargo, logra hacer suya una fórmula que a pesar de haber impregnado mucho celuloide a lo largo de los años aún sigue funcionando y conmoviendo.
Un filme osado y candente protagonizado por Peter Lanzani La película de Mariano Cohn es un thriller de tintes claustrofóbicos, que esconde debajo del género un mensaje sobre el rol de la sociedad ante la delincuencia y los excluidos Peter Lanzani es Ciro, un ladrón oportunista que decide robar el estéreo de una camioneta 4×4 estacionada en una calle de Buenos Aires. Lo que en un principio parece el golpe perfecto, deriva en una situación desesperante cuando descubre que se ha quedado encerrado en el interior del vehículo, y que este funciona como una fortaleza de la que es imposible escapar. Detrás de esta trampa, hay un hombre, un médico harto de sufrir toda clase de asaltos, un "vengador anónimo" que se dispone a darle al delincuente el castigo que la justicia parece dejar pasar. Las películas de "personajes encerrados" es un subgénero del thriller varias veces transitado por distintos realizadores. Es imposible no pensar en filmes como Llamada mortal (con Colin Farrell atrapado en una cabina telefónica a merced de un francotirador) o Enterrado (con Ryan Reynolds intentando escapar de un ataúd en el desierto de Irak). Play (Tráiler de 4×4) El largometraje 4×4 bebe de ese tipo de cine, al menos en la primera parte de la trama, y lo hace con una técnica que permite que el espectador sufra y sienta el encierro, el calor, la sed, el hambre, la desesperación y las penurias del protagonista, un extraordinario Peter Lanzani que logra ponerse la película al hombro. La atmósfera de claustrofobia se acentúa cada vez que se oye la voz "afable", pero inquietante del dueño de la camioneta, interpretado por Dady Brieva en un rol desparejo, que funciona mejor cuando no da la cara. Mientras que la música de Dante Spinetta agudiza la experiencia traumática y tanto la fotografía, como el montaje y el sonido son pilares fundamentales para que la sensación de inmersión sea efectiva. En el filme, hay un momento de quiebre, una situación que traslada la acción hacia el exterior, y ahí es donde se hace presente más explícitamente el discurso que hay detrás de la ficción, un relato cercano e incómodo, en el que el espectador debe elegir con quien empatizar: con el ladrón que tiene un frondoso prontuario o con la víctima/victimario decidido a hacer justicia por mano propia. Este dilema es el que hace de 4×4, un filme osado y candente. Un guión que despierta el debate y que si bien no elige pararse en ninguna vereda, deja bien en claro que la línea entre justicia y venganza a veces es demasiado delgada.
La nueva remake del clásico de Stephen King Kevin Kölsch y Dennis Widmyer recrean el horror en esta película protagonizada por Jason Clarke y Amy Seimetz El Dr. Louis Creed (Jason Clarke) se muda con su esposa Rachel (Amy Seimetz) y sus dos hijos pequeños de Boston al Maine rural. Cerca de su nueva casa, los Creed descubren un misterioso cementerio de mascotas, un lugar que esconde un oscuro secreto. Cuando la tragedia golpee a la familia, Louis descubrirá que "a veces, la muerte es mejor". Esta adaptación de la novela Cementerio de animales (1983) de Stephen King está dirigida por la dupla formada por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, y funciona como un moderno relato de horror que si bien toma los puntos principales del material literario, se atreve a cambios que sorprenden por originales y efectivos. Play (Tráiler de Cementerio de animales) La primera adaptación audiovisual del libro, una película de 1989 dirigida por Mary Lambert, es un clásico de culto que ha envejecido dignamente y que aún hoy sigue resultando terrorífica, por eso, como se mantiene presente entre los cultores de King, es que esta versión debía tener una vuelta de tuerca para sorprender. ¡Y vaya que lo hace! Al principio el filme parece calcado a aquella película, con diálogos y situaciones recreadas modernamente pero fieles al largometraje de Lambert. Cuando avanzado el metraje parece que los cineastas y guionistas no tomarían riesgos, la trama presenta una situación radicalmente opuesta al material de Stephen King y entonces la historia toma caminos distintos que respetan la idea, pero que generan secuencias de alto impacto emocional. Para que Cementerio de animales funcione y resulte tan inquietante son fundamentales las labores actorales de todo el elenco, la dirección de arte (con máscaras de un siniestro carnaval en una danza macabra) y el montaje que apabulla con algunas de sus logradas imágenes. Una pesadilla fílmica, sobre la muerte, el duelo, el amor incondicional de padres hacia los hijos y el miedo a lo desconocido. Tan angustiante como sombría, logra un lugar en el reducido espacio de las buenas adaptaciones de Stephen King. No es poco.
Las desventuras de un superhéroe con alma de niño, abre una nueva etapa en el universo DC, alejándose de la oscuridad, las tramas depresivas y de redención Hubo una época en la que las historias de superhéroes y villanos eran coloridas y destinadas a un público familiar con especial impacto en los más niños. Batman corría enfundado en una malla de lycra, Superman sonreía cada vez que terminaba de salvar a alguien y Los Gemelos Fantásticos unían sus anillos para convertirse en una "canastilla de hielo" o un halcón. Pero, pasaron cosas: llegó Nolan con su trilogía del Caballero de la noche y la idea de que Bruce Wayne renegaba de ser Batman y luego Zac Snyder y su Superman triste y con cara de pocos amigos. Play Mientras tanto en la vereda de enfrente, los de Marvel entendieron todo y adosaron a la espectacularidad de héroes no tan populares, el humor y la aventura que las viñetas destilan desde las páginas de los cómics. DC retrocedió unos casilleros e insinuó un cambio con Aquaman, y ahora con el estreno de ¡Shazam!, decreta el saludable final de la era sombría. ¡Shazam! es un filme de aventuras a la vieja usanza, a medio camino entre Quisiera ser grande y El último héroe de acción, una fantasía que recrea los juegos infantiles en los que cada niño se imagina como Superman, Batman o el personaje súper poderoso de turno. Billy Batson (Asher Angel) es un joven huérfano de 14 años elegido por un hechicero que habita otra dimensión para que lleve sus poderes a la Tierra y enfrente al mal representado en los 7 pecados capitales. Así cada vez que el chico grita la palabra '¡Shazam!' se convierte en un superhéroe adulto casi invencible. Zachary Levi es quien se pone en la piel del musculoso personaje vestido de rojo, con capa blanca, y lo hace sin olvidar que en su interior sigue siendo un adolescente que debe lidiar con la vergüenza, la aprobación de los demás y sus propias hormonas. Por eso funciona, genera empatía y logra conquistar a la audiencia con todos clase de chistes, ironías y secuencias de enredos. El protagonista está muy bien acompañado por un elenco de jóvenes actores que interpretan a su variopinta familia de adopción y por Mark Strang como el malvado de turno. Musicalizada con mucha onda, con una buena dirección de arte que referencia a los clásicos del género, quizás el único punto bajo sea la duración de más de dos horas de metraje que hacen sobre el final que la película se sienta estirada y redundante. Más allá de ese detalle, se disfruta, divierte y se aleja de las pretensiones que suele tener las películas de autor. Una invitación a sentarse en la oscuridad, volver a ser niño y gritar la palabra mágica: ¡Shazam!
Una pesadilla hecha película El director de la genial "¡Huye!" redobla la apuesta en este, su segundo filme, logrando una historia que combina horror, suspenso, humor corrosivo y un fuerte mensaje político Una pareja y sus dos hijos deciden pasar unas vacaciones en la casa de la playa. La tranquilidad familiar se verá afectada cuando comiencen a ser acosados por cuatro personas que inexplicablemente lucen físicamente iguales a ellos. Este thriller de terror que escribe y dirige Jordan Peele no funciona como una metáfora sobre el racismo como su primera película ¡Huye!, sino que esconde un mensaje sobre el control que los gobiernos hacen de la sociedad y el lado oscuro y maligno de las personas. El filme arranca con un prólogo que nos cuenta la experiencia traumática de Adelaide en su niñez, cuando en una salida familiar a un parque de diversiones termina extraviada en un laberinto de espejos. Este hecho cobrará vital importancia en el desarrollo y desenlace de una historia que nunca decae. Play (Video: Tráiler de "Nosotros") A medida que avanza el metraje, vamos descubriendo junto a los protagonistas el mundo de pesadilla que les toca vivir. Peele vuelve a apelar al humor más oscuro y lo fusiona con escenas de extrema violencia, generando secuencias de gran tensión y suspenso. Lupita Nyong'o se luce en su doble papel principal, mostrándose indefensa y frágil a la vez que resulta terrorífica y animal cuando le toca en suerte componer a su doble maligna. No es la única, todos los intérpretes son creíbles e inquietantes (sobre todo los niños), en un largometraje que se sostiene más en los personajes y la historia que en los efectos. Nosotros es una película que se aleja del estilo de BlumHouse, su estudio productor, evadiendo los clichés del horror para adolescentes y centrándose en un argumento con muchas capas y lecturas, sin olvidar por eso las bases del género (por momentos tomando ideas del cine de Michael Haneke u homenajeando los climas que remiten al Giallo italiano), algo que el director conoce y maneja a la perfección. Nosotros y ¡Huye! podrían ser parte de un doble programa, dos filmes herederos de La dimensión desconocida (Jordan Peele está detrás de la remake de la clásica serie), pero en versión bestial y con mucho gore. Son películas complementarias que no se pisan, que atrapan y se disfrutan desde el primer fotograma hasta el último fundido a negro. Eso sí, no esperen súper explicaciones, ni que todo lo que ocurre en pantalla tenga un fundamento redondo, hay mucho que queda para la consideración del espectador. A pesar de que el filme cuenta con más de un final, la pesadilla fílmica funciona, justamente, por este juego que permite imaginar y suponer mucho más de lo que se muestra. Una caja de sorpresas… como nosotros mismos…