Un drama que llega al corazón de los espectadores Dan Fogelman, el creador de la serie de culto "This is us" redobla la apuesta melodramática en este largometraje cargado de sentimiento Will (Oscar Isaac) y Mary (Olivia Wilde) se conocen en una fiesta universitaria y rápidamente se enamoran. A partir de ahí, comenzará una historia de amor multigeneracional que se desarrolla en diferentes décadas y varios continentes. Este segundo largometraje de Dan Fogelman como director tiene varios puntos en común con su serie más famosa, This Is us, un drama sobre el amor y las relaciones con varios aciertos, y porque no, algún golpecito bajo. La película, episódica, está narrada a partir de un guion laberíntico que puede confundir en un principio al espectador, pero que a medida que avanza el metraje va tomando coherencia y sentido hasta desembocar en la intimidad más profunda de los protagonistas. Cuando se lograr armar el rompecabezas argumental, el filme resulta sumamente efectivo. Play La utilización de flashbacks y recursos narrativos que permiten descubrir el pasado de los personajes conviven con la actuación naturalista de todos los intérpretes, un dream team actoral al servicio del filme. Es verdad que pasan demasiadas cosas en la película, y que por momentos parece que Fogelman ha querido comprimir en 2 horas los conflictos de toda una temporada de una hipotética serie. Pero también es veraz que los giros dramáticos sorprenden, y que la tragedia por momentos artificial, digna de culebrón, logra calar hondo y hacer que la empatía con los protagonistas sea instantánea. Un filme lacrimógeno, sin sutilezas, para ver con un pañuelo al alcance de la mano.
Lisbeth Salander está de regreso En el filme reaparece "La chica del dragón tatuado" en un intenso policial plagado de acción, suspenso, erotismo hardcore y varios giros inesperados La joven hacker Lisbeth Salander (Claire Foy) vuelve a unir fuerzas con el periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) para hacer frente a una compleja red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios corruptos del gobierno, además de reencontrarse con su oscuro pasado que regresa en la forma de su hermana menor, Camilla. Basado en el libro Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte, escrito por el autor original Stieg Larsson, esta seudo/secuela del filme de David Fincher, está dirigida por el uruguayo Fede Álvarez (No respires), quien logra un gran trabajo visual y de montaje, dotando al filme de mucho ritmo e imágenes de alto impacto. Sin embargo, a diferencia de la trilogía fílmica sueca, y de la anterior entrega, esta se aleja del aspecto oscuro y más retorcido de la trama, aquel que ahondaba tanto en el policial y misterio como en las perversiones sexuales de algunos de los protagonistas. Aquí, todo es más light, publicitario y sobre todo, más hollywoodense. Claire Foy en la piel de la gótica hacker bisexual logra lucir creíble y temible. Es, a su manera, una James Bond femenina, una mujer de armas tomar a la que nunca le tiembla el pulso. La que fuera La Reina en la serie de Netflix está a la altura del papel, incluso por encima de la recordada performance de Rooney Mara, pero se extraña la presencia de Daniel Craig en el rol de Blomkvist. De todas formas aquí, el periodista de Millenium es menos importante, casi un actor de reparto, y Sverrir Gudnason tampoco hace mucho por sobresalir. Los baches que posee el guión se suplen con algunas vueltas de tuerca efectivas (aunque poco creíbles) y con un sinnúmero de secuencias extremas en las que la heroína punk hace su magia. Entretenido, este reinicio de la saga, funciona como un evento fílmico pochoclero sin más motivación que la de entretener. ¡No es poca cosa!
Los crímenes de Grindelwald": un filme atractivo, pensado para los fans de Harry Potter La segunda entrega de la saga creada por J.K. Rowling es una historia con tintes tenebrosos y atmósfera más gótica, que se aleja del clima festivo de la anterior película Después de asistir a la captura del poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald en el final de la primera Animales fantásticos, el villano encarnado por Johnny Depp cumple su amenaza y huye dispuesto a reunir a su legión de seguidores para concretar su plan de gobernar a los seres no mágicos. Albus Dumbledore pretende desbaratar los planes de Grindelwald; así, convoca a Newt Scamander, su antiguo estudiante, quien acepta ayudarlo, sin saber los peligros que lo esperan. David Yates, especialista en trasladar el Universo de Rowling a la pantalla grande, hace su magia en este filme que da un giro de 180 grados con respecto a la entrega anterior, dejando de lado el humor físico y los climas coloridos para darle paso a una historia con tintes tenebrosos, una paleta de colores fríos y atmósfera más gótica. Depp es un Grindelwald fantástico, su presencia mete miedo, impone respeto y coloca al actor en un nivel interpretativo que parecía perdido en las aguas profundas y sobreactuadas de Jack Sparrow. Jude Law como un joven Dumbledore logra empatizar, en una composición que lo pinta a medio camino entre el docente ilustre y el investigador policial. Es sin dudas un personaje con muchísimos matices que todavía se reserva para las próximas entregas varios momentos de impacto. Eddie Redmayne vuelve al papel de Newt Scamander, y lo hace con ese carisma que lo vuelve irresistible. Noble, por momento dejando al descubierto cierta fragilidad emocional, valiente, apasionado, es sin dudas el alma de la historia. Junto a Katherine Waterstone, conforman una pareja cargada de química. Callum Turner (como el hermano de Newt), Dan Fogler, Zoë Kravitz, Ezra Miller (Credence es un personaje que seguro tendrá mucho más para dar) y el elenco en general acompañan al reparto principal en distintas secuencias en las que las bestias fantásticas también dirán presente, eliminando las limitaciones de los efectos digitales y logrando credibilidad y asombro. J. K. Rowling, autora del guion, indudablemente ha pensado en los fans del universo por ella creado, y ha plagado al filme de referencias, datos, nombres y hechizos que remiten a Harry Potter y la saga original. Los seguidores incondicionales disfrutarán de un plus que "Los Muggles" ignoramos. Una película mágica que hechizará a los espectadores desde el inicio hasta el último fundido a negro.
Un homenaje al terror de los ochenta Durante la noche de Halloween, un asesino escondido debajo de una inquietante máscara causa el terror en un parque de diversiones. Mientras, un grupo de amigos tratarán de sobrevivir a la sed de sangre del psicópata, el resto de los ingenuos asistentes pensarán que todo forma parte de un show. Gregory Plotkin dirige esta película protagonizada por Amy Forsyth, Reign Edwards y Bex Taylor-Klaus que contiene todos los tópicos de las películas con "asesinos enmascarados" que hicieron las delicias de los amantes del género en los ochenta y que recuerda por momentos a la obra de culto Carnaval de Terror del maestro del género Tobe Hopper. Emulando las Halloween Horror Nights de Universal, el director recrea un evento de noche de brujas en un parque cargado de iconografía del género, una locación ideal para generar sustos y sobresaltos. No hay una historia muy elaborada, ni siquiera se ahonda en las motivaciones detrás del psicópata principal (aunque sobre el final del metraje hay una revelación muy inquietante y lograda); pero el filme funciona porque tiene buen ritmo, un acertado manejo del suspenso, y una sucesión de elaboradas y sangrientas muertes. Además se reserva la presencia en un pequeño pero escalofriante papel de Tony Todd el recordado actor de Candyman. Las atracciones del parque de por sí solas generan cierto escalofrío, cuando el realizador le adosa al serial killer, la adrenalina se dispara, generando un excitante combo de horror adolescente. Sin ser una maravilla, ni rebosar originalidad, Hell Fest: Juegos diabólicos funciona, entretiene y hará sobresaltar a más de un desprevenido espectador.
Javier Barden es Pablo Escobar Esta nueva versión fílmica sobre la vida del narcotraficante más famoso de todos los tiempos está contada desde la visión de su amante, una periodista encarnada por Penélope Cruz El ascenso y la caída del fundador y líder del Cartel de Medellín vuelve a ser el centro de una adaptación cinematográfica. En este caso, además de los crímenes y el negocio de la droga, el guión se detiene en la apasionada y tormentosa aventura amorosa que Pablo Escobar Gaviria mantuvo con Virginia Vallejo, la periodista colombiana más famosa del momento. Pablo Escobar: la traición está narrada con un formato de thriller biográfico y tiene como base el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por la propia Virginia Vallejo. Fernando León de Aranoa es quien se puso detrás de cámaras para llevar adelante la adaptación, en una lograda producción en la que se destacan la reconstrucción de época, las escenas de acción y el manejo de la tensión y el suspenso. Quizás el problema mayor que tenga el filme es que habiendo ya tantas versiones sobre la misma historia, (muchas muy recientes) por momento resulte reiterativa y poco sorprendente. Hay secuencias que ya hemos visto en películas y series, y que por lo tanto pierden efectividad (sin ir más lejos, el final sangriento del protagonista). Físicamente, Javier Bardem logra mimetizarse con Escobar Gaviria, pero cuando le toca decir sus parlamentos, suena artificial y demasiado teatral, alejándose de la naturalidad de la puesta. Otro tanto ocurre con Penélope Cruz, que compone una Virginia casi de caricatura que parece salida de una comedia kitsch de Pedro Almodóvar. La elección de rodar la película en inglés tampoco ayuda y resulta muy extraño ver a dos intérpretes ibéricos haciendo de colombianos hablando el idioma de Shakespeare. Si es interesante la pintura que se hace del criminal, bajándolo del pedestal de "antihéroe" y presentándolo como un monstruo, un psicópata con el que no se puede empatizar. En épocas en que se suele retratar una versión glamorosa de la vida narco, nunca está de más, una producción que ubique a alguien como Gaviria en el casillero que le corresponde: el de un ser despreciable, asesino despiadado muy alejado de cualquier signo de humanidad.
Un reality de horror Desde Corea del Sur llega otra gema del cine de terror moderno. Un filme que evoca el estilo de "Blair Witch Project", apoyado en la oscura leyenda de un psiquiátrico abandonado El hospital para dementes de Gonjiam existe, es un edificio muy lúgubre, escenario de crímenes, desapariciones y hasta un suicidio masivo, que tiene récords de avistamientos de fantasmas, espectros y entes. Un lugar que, gracias a la leyenda urbana que lo rodea, se ha transformado en un destino turístico para los amantes de lo oculto y las emociones fuertes. El director Jeong Beom-sik toma el folclore alrededor de la locación, y le agrega tópicos actuales, comenzando por el protagonista, un youtuber que en busca de ampliar el número de seguidores y facturar un poco de dinero, se adentra en los oscuros pasillos de Gonjiam junto a tres hombres y tres mujeres, todos muñidos de cámaras y arneses, listos para registrar cualquier actividad paranormal. Como muchas de los filmes de metraje encontrado o falsos documentales, Gonjiam: hospital maldito se desarrolla en un ámbito oscuro, con una fotografía que apela al night vision o que luce con excesivo grano, generando una clara atmósfera sórdida e inquietante. El espectador recorre junto a los protagonistas los tétricos decorados y es testigo de lo que ellos ven. Un buen uso de la cámara subjetiva hace que los sobresaltos sean mas efectivos. Plagada de humor negro, con momentos que son claras parodias a los influencers y su público, el filme sabe combinar momentos extremos con otros más livianos, pero sin dudas funciona mejor cuando sugiere que cuando muestra. En el último acto, con una carnicería un tanto explícita, pierde la gracia y frescura del resto del filme. De todas maneras, pese a este detalle final, Gonjiam: hospital maldito resulta una divertida propuesta para asustarse y gritar en la oscuridad de una sala.
La historia de Freddie Mercury": una película atrapante, hipnótica, emocionante sobre el ídolo pop El director Bryan Singer ha combinado en sus películas buenas y malas producciones. Entre las primeras podemos mencionar títulos fundamentales como Los sospechosos de siempre y Operación Valquiria. Sin embargo, Bohemian Rhapsody, su último biopic detrás de cámaras, se posiciona por encima de otros filmes. La historia de Freddie Mercury y de la agrupación Queen resulta atrapante, hipnótica, emocionante. Una obra maestra plagada de buenos momentos, canciones clásicas y personajes memorables. La trama repasa los inicios de la banda, sus primeros shows, sus grabaciones osadas y experimentales, la relación de camaradería entre ellos, el éxito, la popularidad y también las peleas internas. El centro del relato enmarca a Mercury como el alma de la agrupación. Así, somos testigos de su vida familiar, su romance/amistad con Mary (su musa inspiradora) su experimentación sexual, los excesos, las caídas y redenciones. Hay una lograda reconstrucción de época, la movida londinense de los setenta genera una atmósfera repleta de colores, luces y ambientes lisérgicos. Los decorados y vestuarios van mutando a medida que avanza la trama y los años, y la banda va encontrando nuevos estilos. El elenco hace un trabajo notable. Obviamente Rami Malek como Freddie se luce por sobre el resto logrando los gestos, movimientos y recreando el espíritu del cantante sin caer nunca en la imitación. El actor no canta, ya que sería una blasfemia suplantar la voz del líder de la banda. Apenas arranca el filme resulta raro oír la voz original saliendo de los labios del intérprete, pero luego se torna natural y no molesta. Malek se aleja del karaoke, viviendo cada tema musical en cuerpo y alma. Por su parte, Gwilym Lee es un clon de Brian May, se mueve y ejecuta la guitarra como el músico de enrulada cabellera. Los demás intérpretes, Joe Mazzello y Ben Hardy, también lo hacen bien. Un párrafo aparte merece Mike Myers, en un rol que resulta un guiño a aquella mítica escena de El Mundo según Wayne en la que sonaba "Rapsodia Bohemia". El director recrea casi por completo el "Live Aid", un recital fundamental en la carrera de Queen, 20 minutos de metraje que son puro deleite y que funciona como un viaje en el tiempo al Estadio Wembley en los 80. El filme es un ejercicio fílmico nostálgico y emocionante que los fans de la banda disfrutaran de principio a fin. Un respetuoso homenaje a un ícono, un emocional recorrido por las canciones que han marcado la vida de varias generaciones. Bohemian Rhapsody, al igual que la canción así titulada, toca las fibras más íntimas de los espectadores. Vale llorar durante varias secuencias del filme. "Dios salve a la Reina".
Nada es lo que parece La película de Paul Feig, basada en un popular best seller, es un divertido y logrado thriller que explora la amistad entre mujeres, la lealtad y la venganza Un pequeño favor narra la historia de Stephanie (Anna Kendrick) es una joven viuda, madre bloguera, que vive en una pequeña ciudad, en la que también reside su mejor amiga, Emily (Blake Lively). La vida de ambas mujeres da un giro cuando Stephanie le pide que recoja a su hijo de la escuela, y desaparece sin dejar rastro. Comenzará una búsqueda que sacará a la luz una trama de traiciones, secretos y revelaciones. Esta original película tienen varios puntos altos. Primero, logra fusionar estilos disimiles como el humor ácido con el policial negro, y lo hace en un ámbito colorido y alejado de los estereotipos. No se trata de un filme de suspenso con toques de comedia, sino que entrelaza inteligentemente ambos géneros. Anna Kendrick y Blake Lively logran papeles sublimes, cada una con características disimiles, pero ambas creíbles y empáticas. El dúo de amigas se luce disparando diálogos mordaces, bebiendo martinis y protagonizando secuencias tan extravagantes como subversivas. Tras un primer acto que hará que los espectadores se coman las uñas, la trama va mutando, gracias a una serie de giros dramáticos que derivarán en un final sorpresivo (quizás un tanto inverosímil), pero muy explosivo.
Sublime actuación de Lady Gaga La película que marca el debut como director de Bradley Cooper es sencillamente conmovedora. Jackson Maine (Bradley Cooper) es un músico veterano cuya carrera se encuentra en decadencia. Al borde del abismo personal descubre a una talentosa cantante llamada Ally (Lady Gaga), una joven de hermosa voz que sueña con triunfar en el apasionante mundo del espectáculo. Mientras el primero decide convertirse en mentor de la muchacha, entre ambos nacerá una apasionada relación que se verá corrompida por el carácter autodestructivo de Maine. Cooper ha elegido para hacer su ópera prima una historia ya recreada en varias oportunidades para la pantalla grande. Sin embargo, esta versión luce fresca, original y apasionada, superando ampliamente las adaptaciones anteriores. El filme es una metáfora sobre "el precio de la fama" en el mundo del espectáculo, pero a la vez es una intensa historia de amor. Un argumento que se sostiene en la increíble performance de Lady Gaga, alejada de la imagen extravagante que la ha convertido en un icono, quien durante el metraje no solo nos regala su voz de ensueño, sino que además nos logra conmover gracias a una interpretación en la que se muestra tímida, vulnerable, frágil, una actuación para El Oscar (tiene que ganarlo). La Banda de sonido, que nos descubre también a un más que entonado Cooper es "la frutilla de la torta", en una película donde no hay un solo punto bajo. Doble mérito del interprete/director que no contento con conseguir una cinta impecable, también nos ofrece su mejor actuación de su ya muy interesante carrera. Sin dudas, ha aprendido del veterano Clint Eastwood con quien compartió El Francotirador, cómo hacer ambas cosas de manera excelente. Ha nacido una Estrella, merece todos los premios y el aplauso del público. El largometraje que nos marca que también "Ha nacido un director". Ovación de pie.
Un reencuentro inolvidable" para volver a ser niño Christopher Robin (Ewan McGregor), el chico al que conocimos aventurándose en el "Bosque de los Cien Acres" con su pandilla de queribles animales de peluche, ha crecido, se ha convertido en padre de familia y en un hombre de negocios, pero ha perdido la felicidad y la ilusión. Algo que cambiará cuando reciba la inesperada visita de Pooh, y descubra que ese niño que alguna vez fue aún existe en su interior. Esta mágica aventura dirigida por Marc Foster, está cargada de melancolía, y resulta reconfortante y conmovedora. La excelente técnica de animación que permite que los peluches compartan escenas con los actores de carne y hueso, están aprovechadas al máximo. Texturas, pelajes y expresiones que logran traer a la vida de manera natural al tierno Pooh, el carismático Tigger, el pequeñín Piglet y el depresivo pero muy "achuchable" Igor. Ewan McGregor se mueve cómodamente entre sus compañeros animados, representando un papel con el que muchos que añoran sus épocas de juegos infantiles podrán empatizar. Quizás los más de 100 minutos de metraje sean demasiado extensos para una trama y un conflicto argumental muy simples. Pese a eso, el filme funciona, pero más para el publico adulto que creció viendo las películas animados que para las nuevas generaciones de espectadores que pueden encontrar la historia con un aspecto demasiado nostálgico.