¿PAPÁ ES UN ÍDOLO? Un padre abandónico, el conflicto con ETA y la relación entre inmigrantes argentinos y españoles son las principales temáticas que aborda Cuando dejes de quererme, film en el cual se cuenta la historia de Laura, quien de pequeña viaja con su madre desde España para instalarse en el país, luego de que padre/esposo las abandonara. Ya adulta, un día recibe un llamado donde le informan que han encontrado muerto a su padre en un bosque y que al parecer murió hace 30 años de un disparo en la nuca. Ella irá junto a su padrastro a España para investigar el misterioso asesinato. El film desde su inicio pretende tener un tono de misterio, sombrío y oscuro, circunstancia que logra medianamente, ya que no posee la potencia narrativa necesaria para lograr un clímax de tensión necesario. Sin embargo, la historia no aburre y permite seguir la trama policial de forma atractiva. La producción posee una destacada fotografía y una buena elección de las locaciones, como también una relevante tarea de Flor Torrente, que se pone al hombro el rol protagónico con gran solvencia, sin estridencias o gestos ampulosos, cumpliendo un rol vital para la trama. En tanto, Eduardo Blanco vuelve a interpretar a ese personaje insoportable que resulta funcional en esta trama, ya que logra romper instantes que quizás serían demasiado solemnes con tonterías que alivian el relato. En otro aspecto, la película aborda cuestiones históricas del país ibérico pero solo como contexto o como un elemento que sirve a la narración, sin buscar adentrarse en ellas o hacer algún tipo de análisis sobre determinadas circunstancias ocurridas. Para concluir, Cuando dejes de quererme posee resoluciones que quizás no terminan de encajar completamente o se resuelven de forma muy simple. Sin embargo, resulta un trabajo correcto, cuidado y con una intriga bien llevada, haciendo de este film un aceptable drama policial.
AMIGOS SON LOS AMIGOS Paula Markovitch, directora y escritora de Cuadros en la oscuridad, expresa que se inspiró en la vida de su padre, Armando Markovitch, quien vivió y creó su obra plástica en medio de una absoluta marginalidad política y económica. “A pesar de ser un artista apasionado, de quien conservo más de mil cuadros, él nunca expuso su obra en vida y trabajó hasta los 58 años en una gasolinera”. Pero además ingresa en esta historia la madre de la directora: “también me inspira la enseñanza de mi madre: Genoveva Edelstein. Ella fue dibujante y grabadora y daba clases de arte a los niños del barrio marginal donde vivíamos. Ella consideraba que en cada ser humano hay un artista y sólo es necesario despertarlo”. Teniendo en cuenta lo expuesto, no sorprende la trama de este film, donde el protagonista es Marcos, un artista de 65 años que nunca ha podido exhibir sus pinturas: trabaja en una gasolinera y tiene pensamientos amargos acerca del destino. Un día, un joven ladrón de 13 años llamado Luis, entra en su casa creyéndola deshabitada. Luis es el único testigo de la obra de Marcos. Entre ambos surge una extraña amistad que les da nuevas respuestas acerca del arte y la vida. Este drama intimista utiliza la imagen como principal vehículo para narrar, dejando a los diálogos en un segundo plano, solo usándolos para aportar algún dato sobre los protagonistas que sirve para darle un mayor contexto a lo que se muestra. Esta elección de la directora provoca que el espectador solo perciba sensaciones de los actores mediante sus gestos y reacciones, dejando cierto hilo caótico, ya que quien observa puede interpretar una situación determinada de diferente manera. A su vez, resulta vital lo expuesto al inicio en palabras de la directora, aportando un elemento extra para comprender aún más esta historia que quizás la gran mayoría de los observadores no posee. Esto le juega en contra, generando que se pierda gran parte de la valía del relato, provocando que el film nunca termine de crecer y su historia finalice siendo una mera anécdota. La elección de priorizar la imagen sobre el diálogo le permite hacer un interesante retrato sobre la marginalidad y la pobreza, pero este acierto se queda a mitad de camino, ya que nunca llega a profundizar estás temáticas. No obstante, la soledad y el abandono son brillantemente exhibidos en esta producción que, a pesar de no ser de excelencia, pretende ser original y hablar sobre la tristeza del ser de una forma distinta, más allá de la historia familiar de la directora.
ESCALERA A LA FAMA Algunas circunstancias traumáticas pueden provocar que una persona tome valor y decida encarar aspectos trascendentales de su vida que antes de ese momento no se animaba a transitar. Quizás esta sea la “piedra fundamental” de Los miembros de la familia, film en el cual Lucas y Gilda viajan a un pequeño pueblo costero para intentar cumplir la última voluntad de su madre recientemente fallecida: depositar sus restos en el mar. Listos para volver a casa, un paro nacional de transporte los deja varados en el pueblo. Lucas, obsesionado con el fisicoculturismo y las peleas de contacto, encuentra en la costa tierra fértil para explorar su sexualidad y los límites de su cuerpo. Gilda, aún afectada por su reciente estadía en un centro de rehabilitación y obsesionada con su “mala energía”, pone a prueba innumerables terapias y métodos de adivinación para intentar encontrar algún sentido en el mundo que la rodea. Este contexto sombrío y apesadumbrado, de luto y duelo, es la atmósfera constante de la película, que se centra más en mostrar lo que siente y le pasa a Lucas que a su hermana, que termina relegada a un rol secundario, casi de acompañamiento del joven. Esto implica que el film se vuelva desparejo, ya que se conoce más la personalidad de uno por sobre el otro, quedando Gilda muy desdibujada y casi sin un valor cierto para el relato. Más allá de este desbalance, las confusiones y dudas de Lucas se encuentra bien planteadas, principalmente por una sólida tarea actoral de Tomás Wicz que resulta ser el punto más alto de esta producción. Sin embargo, a pesar de este acierto al mostrar el conflicto interno del personaje, el resto de la trama resulta confusa y extraña. Nunca se llega a dilucidar la muerte de la madre de estos hermanos; hay personajes que son nombrados pero nunca se aclara su vínculo o mención; y se presentan determinadas situaciones paranormales que nunca terminan de expresar alguna conjetura cierta. Es decir, el film posee un montón de elementos que supuestamente intentan enriquecer la historia pero lo único que hacen es confundir, convirtiendo al relato en un producto raro e incierto. En definitiva, Los miembros de la familia es una producción trunca, que nunca logra posicionarse como un film sólido, ya que navega a la deriva transitando diferentes aspectos y que sólo es sostenido por la labor de su protagonista.
ESCALERA A LA FAMA Si nos referimos a films que hablan sobre cantantes, se nos viene a la mente la más reciente, la aceptable Nace una estrella, donde se ve el surgimiento y desarrollo de una artista, quizás desde un punto de vista más romántico que artístico. En cambio, Vox Lux pretende contar una trama semejante pero desde otro punto de vista. Aquí se narra la historia de Celeste, una chica que logra ser una estrella internacional de la música pop gracias a inusuales circunstancias. Luego de muchos años de carrera, debe confrontar su legado en las horas previas a un gran concierto. El film se inicia a principios del 2000, a través del hecho que llevará a la joven a ser circunstancialmente famosa. Una tragedia envuelve al colegio al que concurre y de la cual ella logra salir ilesa. A partir de esto, la película se centrará en mostrar los primeros pasos de esta carrera musical, la que resulta una etapa de conocimiento y descubrimiento. Durante estos instantes, la producción apunta a exhibir cada situación de manera real, cruda y oscura; no contándolo como un cuento de hadas sino como un trayecto conflictivo y laborioso. Luego de transitada la mitad de Vox Lux, esta da un cambio temporal a la actualidad, donde Celeste ya es una artista de larga trayectoria y pretende volver a sus mejores momentos. Aquí, el tono del film se transforma para volverse más frío, discursivo y distante. Y en este tipo de terreno, una actriz que sabe manejarse de manera solvente es Natalie Portman. Ella será el motor de esta segunda mitad de la película, que no resulta tan atractiva como la primera, pero sirve como un buen cierre de la historia. Quizás lo más destacado del film sea su estética, buscando alejarse constantemente de lo establecido, buscando nuevas formas y resultando atractiva desde lo visual. Vox Lux contiene una sólida primera parte que se vuelve extrañamente compleja en su apogeo. Quizás si se hubiera mantenido ese derrotero crudo y oscuro sobre el ámbito musical, en vez de cambiarse a una sucesión de discursos metafísicos y motivacionales, la película hubiera tenido otra valía.
VOLVER AL CIRCO Lamentablemente, el circo ha perdido ese lugar de preponderancia que supo tener en tiempos pasados. El hecho de concurrir a ver una función en una carpa gigante representaba uno de los momentos más importantes de la infancia, algo muy difícil de olvidar y que quedaba en nuestra memoria por mucho tiempo. Tratando de evocar aquellos años maravillosos y de exhibir la vida de la principal atracción circense, el payaso, el documental brasileño Pagliacci muestra cómo un hombre tímido fuera de los escenarios se transforma cuando asume la personalidad del payaso. Desde el fallecimiento del amigo y socio Domingos Montagner, en 2016, Fernando lleva adelante una versión teatróloga y circense de la ópera homónima, por primera vez sin la presencia física de Montagner pero con nuevos socios surgidos sobre la especialidad. Mediante entrevistas, imágenes de archivo y recreaciones la película realiza un recorrido prolijo sobre la vida circense en general y sobre los payasos en particular. Allí se verán los tiempos pasados, donde las carpas era inmensas y las plateas se abarrotaban de gente, hasta llegar a esta época de circos más pequeños con mucha menor concurrencia. En referencia a los “clowns”, se exhibe cómo surgió el interés de cada uno por la actividad, qué les provocó el hecho de acercarse al circo y cómo se fue desarrollando su amor por lo que hacen. Esta descripción esquemática resulta fría, pero es la base por donde el documental transita para presentar el verdadero valor del film. En cada relato o reflexión que se muestra se transmite un amor y una pasión por el ámbito circense que trasciende la pantalla, resultando muy difícil de ignorar para quien observa. La película es tan perfecta en exhibir la dedicación de los protagonistas a lo que aman, que el espectador sólo puede creerles, compartir ese sentimiento y dejarse llevar por lo que narran. A este amor y pasión por el circo, también se le suma un dejo de nostalgia, de aquellos tiempos gloriosos pero entendiendo que se debe mantener viva la tradición para que nunca se acabe. En definitiva, Pagliacci es una destaca producción, no sólo por su delicada y precisa factura, sino también por lograr que a través de los relatos presentados, quien observa vuelva a sentir esa sensación de ser un niño que va por primera vez a una carpa gigante a ver las aventuras de payasos, malabaristas y trapecistas; esa sensación de volver al circo.
NI EL TIRO DEL FINAL Para la industria cinematográfica local, el género policial es uno de los más difíciles de desarrollar. Son pocos los ejemplos en los cuales las producciones han cumplido medianamente con las expectativas. Tratando de sumar un nuevo elemento a este conjunto, el film nacional Lobos es la crónica de una familia y su acto desesperado por mantener su forma de vida. Los Nieto son victimarios pero pronto serán víctimas de un poder que los empuja a un destino irreversible por aquellos… para quienes en el crimen no hay error ni inocentes. La película posiciona su historia en el delictivo Gran Buenos Aires, donde la Bonaerense es partícipe de cada asalto que ocurre. Este ámbito será el contexto en el cual se desarrolle la mayor parte de la historia, donde se intenta narrar un policial con estilo local pero con poco rigor ya que todo lo que sucede es demasiado cansino y pausado, quitándole potencia y vértigo a un relato que de por sí debería tenerlo. Cada situación parece ser contada en cámara lenta, nunca llega a haber tensión en la historia ni a explotar narrativamente, sólo hay meros intentos que se agotan apenas comenzada la película. En estos pasajes se destaca la tarea de Fanego y Bordón, que parecen ser los únicos que entienden el pulso que debe tener el film. Más allá de la pobre factura de los efectos especiales, lo cual es perdonable entendiendo el costo que conlleva su realización, cada escena de acción resulta mal trabajada, con poca ambición y sin alcanzar nunca impacto por lo que se muestra. Sin embargo, la última fracción de la historia resulta aún más pobre, ya que pretende abandonar la cuestión policial para volverse más “dramática” y existencialista, pero sin una transición correcta entre una situación y otra. En estos minutos finales, la historia se vuelve confusa, algo extraña, para terminar con una búsqueda sentimental que nunca fue sustanciada durante el desarrollo. Lobos tiene el valor de intentar hacer un policial con ritmo local, pero nunca llega a armar un relato potente y entretenido como para que el espectador resulte impactado por lo que se ve en pantalla, quedándose en un mero intento fallido.
LLAMADA DE AUXILIO Intentando reflexionar sobre las relaciones humanas y diferentes aspectos de la vida, el film nacional Callcenter presenta cómo es la rutina en un lugar donde trabajan muchas personas, pero que resulta ser la labor más solitaria de todas. Dante y sus compañeros trabajan en un callcenter en el turno noche, pero un problema técnico los obliga a conocerse, no sólo entre ellos sino también con los demás. Desde el comienzo, la película busca ser dinámica y fresca, pero su estructura demasiado esquemática le juega en contra en ese objetivo. Además, los personajes son muy estereotipados, sin aportar algún elemento que salga de esa forma, y a su vez los diálogos entre ellos resultan excesivamente guionados quitándole fluidez al relato. Tampoco ayuda la tarea actoral que no puede liberarse del esquemático relato y realiza pobres caracterizaciones de roles que podrían tener otro vuelo o más contrastes en su personalidad. Las situaciones que se muestran pretenden contar acontecimientos vividos o dar opinión sobre alguna circunstancia en particular, pero en todo momento esos relatos parecen estar cargados de mucha moralina y de querer dejar una moraleja a cada instante. A todo esto se suma que Callcenter fue realizada en 2014, lo que le juega negativamente, ya que muchos diálogos quedan atrasados. No obstante, la complejidad de estrenar una película nacional en la gran pantalla es algo con lo que esta producción no contaba. No es su culpa que se estrene cinco años después de su factura. En definitiva, Callcenter es un intento fallido sobre una probable buena premisa, que para funcionar debía ser muy precisa e inteligente. Aquí, todo se desmorona a los pocos minutos y nunca logra remontar de esa caída.
NO SE CALLAN MÁS En tiempos de empoderamiento femenino y de lucha por igualdad de derechos, no pareciera que este film sea de 2016, sino una producción de hace pocos meses, ya que representa al efecto las diferentes problemáticas que buscan enfrentar las mujeres por estos días. Es que en La boda se cuenta la historia de Zahira, una joven belga-paquistaní de 18 años, cuyos vínculos familiares comienzan a resquebrajarse cuando sus padres le piden que siga la tradición para elegir un marido. Y si bien Zahira buscará rebelarse contra ese sistema, la situación no será para nada fácil. La película, desde su inicio, aborda la temática de la rebeldía femenina ante las imposiciones machistas sin dobles mensajes ni una sesgada opinión, siendo clara y concreta en lo que exhibe. Sólo coloca los sucesos “sobre la mesa” dándole originalidad y credibilidad a una narración que pretende ser abierta y lo más real posible. En estos términos, se tocarán temas como el aborto, el casamiento por conveniencia, las tradiciones arcaicas y la violencia. Todos sin darle un tono solemne o pretencioso, sino que a través de situaciones que resultan cotidianas en el contexto donde se desarrollan. A su vez, la historia posee un guión simple pero sólido, que permite darle la potencia necesaria para que lo se cuenta impacte en el espectador por su naturalidad y crudeza al mismo tiempo. Esto también se edifica con la solidez de las actuaciones, que transmiten perfectamente cada sensación que tienen los personajes en determinadas circunstancias. Quizás su punto más flojo esté en la resolución, ya que se vuelve algo previsible, no obstante resulta ser el cierre preciso para La boda, un film que adapta libremente (como dice la leyenda en su inicio) el drama de un mujer que lamentablemente se repite día a día y por el cual el movimiento femenino lucha por erradicar. Un trabajo que muestra una historia particular, pero que en ella se ve reflejada el flagelo de miles de mujeres que hasta hoy siguen padeciendo el atropello de la violencia machista.
EL RITUAL DE LA MONOTONÍA Muchos habitantes de nuestro país (entre los que me incluyo) conocen poco y nada del mito del Gauchito Gil. Quizás han visto pequeños santuarios o su imagen en algún lugar, pero no conocen realmente quién fue ni qué hizo. Tratando de ahondar en lo que genera este “santo” en sus devotos, el documental Antonio Gil es la narración de la festividad anual en su homenaje que se realiza en el interior de la provincia de Corrientes a través de convertir en ritual un procedimiento cinematográfico: el travelling. El registro abarca varios años y, según indica la sinopsis oficial, estos ciclos “aluden metonímicamente a las capas geológicas que sedimentan al mito”. Como se ha dicho, la película tiene como principal elemento al travelling para exhibir de esta particular manera lo que sucede en los alrededores del santuario del Gauchito Gil. Es como si quien observa fuera parte de una procesión y ese tipo de plano transmite perfectamente esa sensación. A su vez, se va presentando lo que ocurre dentro del lugar y cómo los devotos reaccionan en ese momento; prenden velas, tocan la cruz conmemorativa con sus pañuelos, entre otras cosas, para finalizar con una gran fiesta de música y fuegos artificiales. Los ángulos con los cuales se van mostrando lo que ocurre durante los distintos años registrados se repiten, pero con un sentido estético, y se les agregan voces en off que narran diferentes vivencias o historias sobre este personaje. Esta característica repercute en que la película avance pausadamente, ya que el objetivo es exhibir la atmósfera que se crea en este ambiente. Sin embargo, el problema es que con el desarrollo el virtuosismo visual termina agobiando y los relatos se vuelven tan impersonales que terminan sin aportar mucho, generando una falta de interés progresiva. El solo registro de lo que sucede sirve para un primer tramo, pero su repetición y el hecho de ser un personaje del cual gran parte de la sociedad conoce poco, y que el documental no se tome el trabajo de describir -lo poco que se transmite es a través de los relatos, que son bastante imprecisos-, repercute en que el film se vaya degradando en su desarrollo para finalizar siendo una mera anécdota. En definitiva, Antonio Gil es en principio un atractivo documental para conocer una movilización de fieles magnífica y poco difundida, pero el trabajo cinematográfico, que en un comienzo resultaba atractivo, con el pasar del tiempo se va deshaciendo para concluir de forman monótona y sin atractivo.
LA ACEPTACIÓN Resulta inimaginable poder superar la muerte de un hijo. Debe ser uno de los hechos más traumáticos que le puede suceder a cualquier ser humano. Y reflejar cinematográficamente esta circunstancia tan paradigmática debe ser un desafío bastante alto, ya que la gran cantidad de sentimientos que deben involucrarse a esta situación implican un arduo trabajo a representar. Asumiendo este riesgo, el director Savi Gabizon presenta Descubriendo a mi hijo, film de origen israelí en el cual un hombre adinerado sin hijos se encuentra con su novia de la Universidad. Allí descubre que, cuando rompieron, veinte años atrás, ella estaba embarazada. La segunda cosa que descubre en ese encuentro cambiará su vida para siempre: su hijo falleció hace pocos días. De ritmo cansino y de mucha reflexión, la película va transitando la aceptación de este hombre sobre su paternidad y la aún más complicada desaparición física de su “sucesor”. Se verá cómo poco a poco comenzará a frecuentar lugares, conocer amigos, visitar escuela. Todo aquello que pertenecía al mundo de su hijo. Este devenir de “conocimiento” provocará que cada concepción que tenga sobre determinadas circunstancias se vea trastocada o movilizada por hechos realizados por el joven, lo cual le hará replantearse cada pensamiento. En este marco, Descubriendo a mi hijo tiene características particulares aportadas por la cultura de su país de origen, las cuales son muy diferentes a las de estas tierras. Y si bien podemos tenerlas en cuesta, no impide observar que en varios pasajes resulta errante, como no sin saber bien para dónde dirigirse, tropezando en algunos momentos y contradiciéndose en otros. Sin embargo, si se analiza la circunstancia puntual de la historia, un hombre que después de 20 años se entera que es padre y que en el mismo momento le dicen que su hijo murió hace muy poco tiempo, ¿no sería lógico que su comportamiento sea errante? ¿Que sea confuso y contradictorio? Esta es la sensación que deja Descubriendo a mi hijo, una producción que busca reflejar la mayor pérdida que puede tener un padre o una madre, de una manera introspectiva, complicada y desordenada. Depende de quién observe, estamos ante una obra maestra o un trabajo fallido.