Valentín DIment vuelve a dar un paso adelante dentro de su auspiciosa carrera como director, logrando construir un sólido y aterrador melodrama noir donde el morbo, la venganza, el humor negro y la violencia se hacen presente.
En sintonía con el cine social contemporáneo de los hermanos Dardenne, 36 horas es un film que se distingue por su realismo y su hondo contenido humanista.
Una banda sonora de lujo con una selección musical que abarca canciones de Joni Mitchell, Marvin Gaye, Etta James hasta The Clash y los musicales de la protagonista con su partenaire. Sumado a los momentos divertidos de la vida íntima de la familia Rossi y otros más duros, relacionados con las dificultades de interactuar con el mundo exterior, hacen de CODA: Señales de Corazón una película con un mucho sentido del humor, momentos muy emotivos y una estructura narrativa endulzada pero atractiva hasta el final.
Por momentos parece que estamos viendo una película slasher, en otros el proceso de decadencia obsesiva del artista/científico símil The Fly; en algunos un comentario sobre el consumo del arte, al estilo Velvet Buzzsaw de Dan Gilroy; e incluso con algunas influencias de The Babadook en las aterradoras formas de contar las historias pasadas a través de sombras chinescas.
“Ema” de Pablo Larraín. Crítica. Al ritmo del reggaeton. Presentada en el Festival de Venecia, la nueva película del director chileno, realizador de “No”, “El Club” y “Neruda” ya se encuentra disponible en plataformas VoD. Ema (Mariana DiGirolamo) es una joven bailarina de reggaeton que decide separarse de su pareja, Gastón (Gael García Bernal), luego de abandonar a Polo, su hijo adoptivo. El pequeño de solo 7 años roció con alcohol a su tía en la cara y luego la prendió fuego. La gravedad del incidente hace que la pareja se deshaga del niño. Pero Ema no puede con su culpa, extraña al niño y junto a un grupo de compañeras de baile llevará adelante un plan para recuperarlo. Antes de seguir escribiendo, quiero aclarar que no me gusta el reggaeton, quizás sea un prejuicio sobre la raíz de sus letras y cierto contenido misógino. Es algo similar a lo que le ocurre a Gastón, pareja de Ema y líder del cuerpo de baile al que ella pertenece. La mirada que muchos tenemos sobre el ritmo latino se ve resumida en las palabras de él, en medio de una discusión con Ema, el reaggaeton es “una cultura de la violencia, donde las mujeres se convierten el objetos sexuales y el hombre es un puto macho que está todo el tiempo metiéndole el puño en el culo a las mujeres”. Teniendo en cuenta esa mirada elitista, Larrain propone una reivindicación del ritmo, utilizándolo como herramienta liberadora de los cuerpos. Ema es la abanderada de esa liberación, con ese fuego que lleva adentro y hace erupción por las noches, cuando sale con un lanzallamas a quemar objetos. Pero no cualquiera; semáforos (símbolo del orden establecido), calesitas y hamacas (símbolos de la niñez perdida) y autos (Símbolo del materialismo) son víctimas de su fuego. Pero no solo es el lanzallama su arma de liberación, también existe su cuerpo: para enfrentar a lo institucional representado en la abogada, a quien seduce con una intención manifiesta, llevándola a explorar terrenos del goce y el placer que no conocía. Y también la voz, para seducir a la directora de la escuela donde se presenta a trabajar, con su discurso sobre la libertad de los cuerpos y las formas de expresarse, sobre lo positivo de rebelarse contra el autoritarismo, aunque la docente deba aclarar que, por su posición dentro de la escuela, debe imponer disciplina con los estudiantes. Pero también hay otro fuego interno dentro de Ema, que va más allá del deseo de recuperar a Polo, es el deseo del hijo propio. Ese que no le pudo dar Gastón por su infertilidad, lo que los llevó a optar por la adopción. Cuando Ema encuentra quien pueda satisfacer ese deseo, Larraín explora los bajos instintos con metáforas que rozan lo vulgar, como un seductor bombero cargando una potente manguera junto a Ema, seguido con una escena sexual entre ambos, emulando a la escena del acto sexual entre los caballos en “Fiebre” de Armando Bo. La belleza de Valparaiso es el telón de fondo perfecto para cada plano en exteriores. La nocturnidad de la ciudad se conjugan con las luces encendidas y los colores vivos, que hacen tono con el fuego que irradia Ema y que va esparciendo por la ciudad, con sus bailes y con su lanzallama. Pero todo lo que sucede en la película tiene un fin, y al momento que el plan de Ema se lleve a cabo, la realidad de todos habrá cambiado, todos se habrán sacado los prejuicios de encima, salir de la normativa social y alcanzar algo distinto. En “Ema”, Larraín reinvindica el reggaeton, lo saca del prejuicio elitista, nos deleita con un trabajo visual y sensorial impecable, con el género musical como herramienta narrativa útil para contar una explosiva historia de liberación. Puntaje: 90/100.
“La Vuelta al Campo” de Juan Pablo Lepore. Crítica En un contexto neoliberal en la era macrista marcado por la pobreza y la exclusión, la redistribución de tierras junto con la producción de alimentos forman parte de la vuelta al campo. Los campesinos que fueron desalojados por el avance de la frontera agropecuaria vuelven a la ruralidad construyendo una alternativa frente a tanta desigualdad El documental muestra la lucha de organizaciones sociales rurales que trabajan la tierra, pequeños productores que luchan porque se le reconozca como propietarios de tierras que no eran trabajadas. También registra experiencias con el Movimiento sin Tierra de Brasil, con los trabajadores rurales en Mendoza y con la Unión de Trabajadores de la Tierra, la cual viene marcando una agenda a partir de las acciones que llevan adelante como los verdurazos. Una lucha de trabajadores rurales que ha tomado relevancia en el marco de la crisis provocada por el gobierno de Macri El film es importante para mostrar mostrar la lucha por la tierra y la reforma agraria, herramientas históricas de luchas de clases y la que genera la posibilidad de pensar que puede existir un futuro distintos para poder ganarle a agronegocio que han traído tantos problemas a las poblaciones de Latinoamérica. En momentos álgidos, donde se debate las retenciones a las exportaciones agrarias y el hambre ha vuelto pegar duro en la Argentina, el documental “La Vuelta al Campo” resulta una luz de esperanza en la lucha por lograr la soberanía alimenticia. Una muestra de las disputas territoriales y de la necesidad de repensar que modelo alimenticio queremos promover, el industrial o el mercado de la agroindustria familiar, que venden productos sanos y creados a partir de trabajo digno. Puntaje: 90
“Un Crimen Común” de Francisco Márquez. Crítica La culpa y el remordimiento. Bruno Calabrese 24 noviembre, 2020 0 40 El otro estreno de la Competencia Argentina del día de hoy del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es la nueva película del director de La Larga Noche de Francisco Sanctis. Por Bruno Calabrese. Cecilia es profesora de sociología y vive sola con su hijo pequeño. Una noche lluviosa, Kevin, el hijo adolescente de su empleada doméstica, llama insistentemente a la puerta. La soledad y el miedo la llevan a no dejar entrar a Kevin, pero al día siguiente el cuerpo del joven es encontrado en un río. Las sospechas de la parte más pobre de la ciudad recaen sobre las fuerzas de seguridad, a quien acusan de haber asesinado a Kevin. Pero el drama del film no gira en torno al crimen, sino alrededor de la atormentada conciencia de Cecilia, perseguida por los fantasmas y la culpa de no haber ayudado al joven. Con un lenguaje cinematográfico notable, Francisco Márquez nos introduce en el claustrofóbico mundo de la culpa. Así como Gus Van Sant se metía a explorar ese mismo universo de los fantasmas del remordimiento de un adolescente en Paranoid Park, el director argentino lo hace en la mente de una mujer grande. En el film ganador de la Palma de Oro de Cannes en 2007, la culpa del joven skater por la muerte de un guardia de seguridad, funciona como un camino de redención y de búsqueda de la identidad. Esta vez, el camino es inverso, quien tiene que cargar es una mujer marcada por el trabajo social. Pero los miedos pueden más y con ello su identidad queda en disputa, las dudas aparecen y el remordimiento luego del crimen común serán mayúsculos. Pero conseguir meternos en la piel de la protagonista, no solo es necesario destacar la labor de la dirección, el sonido y la fotografía; Elisa Carricajo se luce en el papel de Cecilia. Desde nuestra posición privilegiada de espectador conseguiremos desentrañar la mayor parte de los secretos que destila su mirada limpia pero velada. Seguiremos sus pasos por pasillos y calles de la ciudad, oiremos los ruidos de la casa que se cuelan en su memoria como una letanía que la acompaña, veremos las cosas con un filtro en ocasiones opaco, en ocasiones traslúcido, en ocasiones turbio, pero rara vez, con un filtro transparente y diáfano. En “Un Crimen Común”, Francisco Márquez demuestra que a veces no hace falta rellenar todos los espacios para que una obra sea completa. El director deja una libertad absoluta a la mente del espectador y lo sumerge en una paranoia cinematográfica que nos interpela. Un film que despertará debates internos sobre nuestros miedos y nuestros prejuicios, pero sobre todo sobre nuestra mirada del otro. Puntaje: 95/100.
Implosión de Javier Van Der Couter. Crítica. Pasajeros de una pesadilla Bruno Calabrese Hace 1 semana 0 39 Dentro de la Competencia Argentina se estrena el film sobre dos sobrevivientes reales de la Masacre de Patagones. Por Bruno Calabrese. Septiembre del año 2004, todo un país convulsionado, desde una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires llega la noticia de que un joven estudiante de secundaria ingresó con un arma a la escuela, ingresó al aula y vació el cargador hacia sus compañeros de cursos. El hecho cobró notoriedad no solo por el acto de violencia que se llevó la vida de tres estudiantes e hirió a otros cinco, sino por ser la primera masacre escolar (realizada por un solo individuo con un arma de fuego) en América Latina. Según el victimario, Rafael Solich, las razones que condujeron a cometer semejante acto de violencia fueron que estaba cansado de las burlas de sus compañeros, quienes lo apodaban “Pantriste”. Por el hecho fue confinado a un centro de internación para jóvenes delincuentes en el partido de Ensenada mientras esperaba el juicio. Luego de ser declarado inimputable, la jueza que llevó el caso, se hizo cargo de su tutela y lo internó en un centro psiquiátrico juvenil en la localidad de San Miguel. A dieciséis años del trágico suceso, dos sobrevivientes reales de la masacre escolar viajan en busca de Rafael, por aquel entonces un adolescente como ellos. Pablo Saldías Kloster fue uno de los heridos y, al igual que su amigo Rodrigo Torres, sobrevivió de milagro a la masacre. Ambos se dedican a dar Jornadas de Reflexión en las escuelas. Pero la herida parece no poder cerrarse, por eso deciden viajar a la Ciudad de La Plata en busca del responsable. Una vez en el lugar y luego de recorrer hospitales psiquiátricos donde habría estado internado Rafael, conocerán a dos chicas de Ensenada, que no solo ayudarán en la búsqueda aportando datos, sino que, entre fiestas de alcohol y drogas, los indagarán sobre su pasado y los obligarán a hacer a rememorar el momento. Apoyado en un seguimiento de Pablo y Rodrigo por su pueblo y por las calles de la ciudad, film nos introduce en un ejercicio de reflexión sobre un hecho impactante. Pero no solo para recordar el trágico suceso, sino como una demostración de como impactó en la comunidad. Un estudiantado desinteresado por las jornadas de reflexión, prácticas rituales donde la cargada y la burla hacia el otro es moneda corriente, la presencia de las armas; nada parece haber cambiado y todo converge para que las heridas de Pablo y Rodrigo no cierren. Pero, como en una especie de road movie provinciana, la pareja protagonista tomará distancia del pueblo y encontrarán un contexto diferente, donde conocerán a dos jóvenes amigas que funcionarán como espacio de contención que ayudará a los jóvenes a salir adelante. Implosión no es solo una herramienta catártica, es un austero filme con una visión narrativa analítica sobre la terrible masacre en la escuela de Carmen de Patagones. El director toma distancia del morbo alrededor del suceso, por eso elige explicarlo en pocos testimonios en el inicio y nada más. No quiere mostrar lo que pasó, por eso opta alejarse de emociones y las preguntas para abocarse en las consecuencias que dejaron en Pablo y Rodrigo, porque entre su cámara y los personajes de esta obra sólo hay aire, pura realidad que escupe a la conciencia del espectador que piensa. Puntaje: 80/100. Función 1: Martes 23 de marzo | 18 h. | Espacio INCAA Cine Gaumont | Reservá tu entrada Función 2: Jueves 25 de marzo | 18 h. | Espacio Cultural Carlos Gardel | Reservá tu entrada Función online: Martes 23 de marzo | 18 h. | Disponible por 72 hs. | Regístrate por única vez y accedé a las películas online para verlas a partir de su fecha de estreno. * Actuación
López de Ulises Rosell. Crítica. El universo íntimo del artista. Dentro de la Competencia Argentina del BAFICI 2021, se estrena el retrato íntimo de Marcos López, director de cine, artista plástico y uno de los referentes de la fotografía latinoamericana contemporánea. Por Bruno Calabrese. Artista multidisciplinar, fundamentalmente conocido por una obra de marcada estética teatral, casi publicitaria, que lo ha encumbrado como un estandarte del pop latino, centra ahora su quehacer en la fotografía vernácula. Marcos López se destaca por rescatar el valor poético de la fotografía cotidiana, enmarcadas dentro de imágenes que rememoran los años cuarenta y cincuenta, similares a las encontradas en mercados y anticuarios. Arte conceptual, en el sentido que de redefinir el hecho fotográfico, un acto de apropiación de una obra supuestamente anónima en la que expreso el conflicto entre la pintura y la fotografía. A punto de cumplir 60 años, el documental rescata su figura con un retrato íntimo de esa misma cotidianidad que retrata en sus fotografías. Marcos López visita a su dentista y al acupunturista, lleva a su viejo perro al veterinario y, de esa manera, el día a día describe la forma en la que los oficios se despliegan frente a él, a su sensibilidad, una rutina común a cualquier ser humano, pero que, bajo la mirada él, encuentran un sentido artístico único e invaluable, donde el arte pop se mezcla con lo mundano criollo, en una explosión de colores fresca e hipnótica en contraposición con el nostálgico blanco y negro. Ulises logra captar toda la esencia del genio en su proceso de creación, pero también en sus miedos a la “desestructuralización” familiar con el crecimiento de sus hijos y sus planes de mudarse a otro país. Somos testigos de su autoexigencia, de sus caprichos y su inmadurez, de la enseñanza artística que va dejando en el camino hacia quienes lo rodean. Pero lo más importante que transmite el documental es experimentar como Marcos López con la cámara de su teléfono celular va sintiendo la vibración constante de estar ante un hecho creativo, algo viviente, mirando los objetos y las acciones de la gente: sea una mujer barrendera, un hombre con su perro en una sala de espera veterinaria o una concurrida pileta comunitaria de una ciudad turística. Porque más allá de ser el apellido del artista, en el título del documental se encuentra la razón de reconocer la base popular de la creación de Marcos. Para quienes conocen a Marcos López, el documental lleva al espectador en un recorrido por su intimidad que sirve para entender mucho mejor su obra. Los relatos sobre su pasado, la relación con su padre, el día a día con sus hijos, la relación con su madre y el paso de los años, sirven para releer y reinterpretar toda su obra. Pero para quienes no lo conocen López se transformará en una experiencia doblemente disfrutable, ya que no solo se van asombrar con un artista en pleno proceso creativo, sino que se van a encontrar con alguien que encuentra en la artesanía popular su fuente principal de inspiración. Puntaje: 80/100. FUNCIONES:
“La Muerte de un Perro” de Matías Ganz. Crítica. Una mirada irónica sobre la paranoia y la inseguridad. Bruno Calabrese Hace 2 días 0 13 Este jueves en CineAr TV y a partir del viernes en su plataforma streaming CineAr Play se estrena la coproducción uruguaya-argentina. Por Bruno Calabrese. El perro es una forma de conjurar el angustiante aislamiento vital de las ciudades globales. Ofrece compañía y cariño a cambio de casi nada: su manutención es relativamente económica y su demanda afectiva, limitada. El perro lo da todo y al mismo tiempo mantiene su umbral de exigencia en niveles tranquilizadoramente controlados. Pero todo ese control que pensamos tener sobre el perro no es tal si lo miramos desde afuera. Jerry Seinfeld cuenta en un célebre monólogo que “Juntar la caca de los perros es lo más bajo que puede hacer un ser humano. Si los extraterrestres un día ven eso a través de un telescopio, pensarán que los perros son los líderes de la Tierra. Si ven a dos seres, uno de ellos hace caca, y el otro la recoge y se la lleva, ¿quién pensarán que manda?”. Lo mismo sucede con el control sobre nuestras acciones. La paranoia, la sensación de inseguridad, la desconfianza son sensaciones que silenciosamente se van retroalimentando mayormente por factores externos, pero que no nos damos cuenta si no es por la mirada del otro. Esas sensaciones son las que afectan a la pareja protagonista de La Muerte de un perro. Desde sus primeras escenas con unos perros corriendo y jugando en un campo con la música clásica de fondo nos trasladan a lo que puede denominarse una vida armoniosa. Ese tipo de vida parece ser la de nuestra anciana pareja protagonista, Mario (Guillermo Arengo) y Sylvia (Pelusa Vidal), pero no es tan así. Ella está jubilada, pero pasa mucho tiempo en casa, temiendo que la empleada doméstica, Guadalupe (Ruth Sandoval), le robe o que los mendigos vuelvan a la puerta de su casa. En cambio, Mario es un veterinario distraído que comete un error en una operación rutinaria al perro del título. El problema comienza cuando intenta encubrir este error profesional sugiriendo la opción de la cremación a la dueña del perro (Ana Katz), que acepta en un principio, pero luego cambia de opinión, dando lugar a una serie de protestas tanto en Facebook como en la puerta de la clínica de Mario. Para colmo de males, la casa de Mario y Sylvia, situada en las afueras de Montevideo, sufre un robo y es saqueada en su ausencia, mientras visitaban a su hija (Soledad Gilmet) y su familia. La pareja se muda temporalmente a la casa de su hija, pero la paranoia de Sylvia también empieza a afectar a Mario y se descontrola, animando a la pareja a considerar extrañas teorías conspiratorias sobre los acontecimientos recientes que involucran a Guadalupe, la empleada doméstica. Con un ritmo parsimonioso (propio de la edad de los protagonistas), el film nos sumerge en un espiral incontrolable de angustia y paranoia. Haciendo gala de una notable sapiencia para el uso del humor rápido e irónico, Ganz logra construir un relata atractivo y universal, que cruza a cualquier sociedad pequeñaburguesa. El director demuestra gran habilidad para la narración y le imprime una mirada muy precisa sobre la paranoia relacionada con la clase social y a la vejez, pero también sobre el bombardeo mediático al que estamos sujetos (de fondo se escuchan las noticias sobre delitos). Siempre con un suspenso constante, gracias al uso de la música como medio para crear la atmósfera de la película. Pero quienes se llevan todos los aplausos son la dupla protagonista. Arengo y Vidal logran configurar dos personajes torpes y complejos, que se irán degradando poco a poco, a medida que sus instintos paranoicos y su falta de control empiece a hacer mella en su psiquis. Coqueteando con el cine de los hermanos Coen, La Muerte de un perro no tiene violencia explícita pero sorprende al espectador con sus vueltas de tuercas plenas de salvajismo. Un austero y eficaz relato sobre los miedos, los prejuicios y la inseguridad, pero también una mirada irónica e interpelativa hacia una sociedad donde la vida de un ser humano tiene menos valor que la de un perro.