Octavio Revol Molina con la colaboración de Nicolas Abello dirigen esta película filmada en las yungas de Metan y en Córdoba,. El argumento se mete con una leyenda del norte argentino, una criatura mentada en relatos, fogones y testimonios, que forman parte del bagaje cultural mítico de nuestro país. Ese humanoide peludo que puede ser confundido, por los que no son de la región, como un ejemplar del único oso existente en Sudamérica. Según la superstición, la criatura ataca para alimentarse y perpetuar la especie. Con una buena fotografía, y un relato alimentado de flashbacks crea una intriga que enfrenta la incredulidad científica con la convicción popular. El tema de la realización es floja, el vestuario, el pasado incaico y ciertos efectos especiales que es mejor olvidar para sugerir más que mostrar. Un intento esforzado de cine de género.
Una ficción de la directora Carla Simón que se muestra como un documental, con actores no profesionales. Es el retrato veraniego y final de un estilo de vida condenado a cambiar. En la población del título un núcleo familiar se enfrenta a un destino desgarrador: durante tres generaciones han cultivado la tierra que solo les pertenece por un acuerdo de palabra nunca llevado al documento. Los herederos del lugar quieren terminar con esa agricultura artesanal que el mundo industrial no respeta y lo piensan arrasar con la tecnología de paneles de energía solar. En esa casa que si les pertenece, donde conviven los abuelos, los hijos ya casados, los nietos de distintas edades, con un estilo de vida encantador, con sus trabajos y sus días, la noticia del final tan temido no provoca una conmoción inmediata. Pero las reacciones particulares no se hacen esperar, revelando secretos y angustias. Pero a la vez, el ritmo de la vida en familia se sostiene, hay conversaciones sobre recetas, chismes de pueblo, injusticias entre hermanos, y la seducción innegable de una forma de vivir de intensidad bucólica, de una convivencia campestre por momentos idílica y envidiable. Todo el detalle de los juegos infantiles, de las vergüenzas preadolescentes, de los bailes en las discotecas, las siestas, la comunicación con una naturaleza pródiga, rezuman naturalidad y vitalidad.
Un film muy curioso que tiene como tema central la ruptura de una amistad entre dos hombres, que compartieron casi toda una vida. La decisión de dejar esa relación por uno de ellos sume en la desesperación al otro, que no entiende que sucede. Los dos son habitantes de una isla imaginaria a comienzos de siglo XX, en una comunidad donde todo se sabe de inmediato. Un mundo que escucha un enfrentamiento bélico a lo lejos, por eso también la película puede leerse como una metáfora de las guerras civiles de la historia de Irlanda. Pero esa determinación del hombre mayor, a dejar de estar con su amigo porque es aburrido y porque desea dejar un legado musical y se sumerge en ese tema, hace que el otro experimente como nunca la desolación, el desconcierto, la obligación de interrogarse a si mismo con sus limitaciones. Una situación que desencadena violencia, apuestas cada vez más sangrientas, que emerjan secretos ocultos de un policía abusador, que las “almas en pena” de la isla (su título original) no se apiaden de esos humanos que transitan el borde de la locura, la tozudez y hasta el humor más negro. Pero que son profundamente conmovedores. Las actuaciones de Colin Farrell y Brendan Gleeson como del resto del elenco son muy buenas. El autor y director Martin Mc Donagh, el mismo de “Tres anuncios para un crimen” y “Escondidos en Brujas”, nos brinda un film singular, dotado de una fuerza emocional sorprendente, en un marco natural bellísimo, con una subyugante fotografía y muy buen dirección de arte. Esta película tiene nueve merecidas nominaciones al Oscar.
Es una coproducción italiana-argentina, dirigida por Mattia Temponi que cuando imaginó la película, pensó en un cruce entre una de muertos vivos, confinamiento, un cine de género y de metáfora, lejos de una realidad contagiosa que llegó después y modificó ligeramente el proyecto que se realizó en plena pandemia. Una chica de 18 años, nacida en Italia pero habitante de un país latinoamericano es mordida en plena invasión zombie y despierta, encerrada en un bunker de cuatro habitaciones pero con todo lo necesario para sobrevivir, con un cuidador de mediana edad. Allí comienza una relación primero de sospecha y luego un poco más entrañable, que pasa por matices tóxicos, confesiones de momentos terribles, que se matizan con temas sobre migrantes, culpables, terrorismo, matrimonio igualitario. Es interesante como están delineados los personajes entre la rebeldía de la joven, sus sospechas, su confesión en relación a su padre. Un personaje a cargo de la talentosa Blu Yoshimi. Luciano Cáceres hace una muy buena composición que se debate entre la mesura de un burócrata y los brotes de hombre violento que al segundo pide disculpas. Esta muy bien logrado el clima claustrofóbico y la cámara se mueve con soltura en ese espacio reducido. Un interesante planteo de ansias de libertad, locura, confinamiento y humanidad, con un final sorprendente.
Un thriller violento, perturbador por momentos por lo explicito, que se basa en un hecho real. Un asesino serial de prostitutas en Mashhad, La tercera ciudad más grande de Irán, con un santuario que la transforma en el principal lugar de peregrinación islámica. Pero la película también tiene una crítica certera al sistema judicial teocrático y a una sociedad donde la mujeres son siempre las culpables, aún cuando son asesinadas. En este inquietante escenario la historia del ex combatiente que se conoce como “el asesino de arañas”, que mató 16 veces, es visto y hasta se auto convence, que lleva a cabo una misión, limpiar a Irán de sus vicios. Y hasta es considerado un superhéroe. Es que en los márgenes de esa ciudad sagrada están los despreciados, los que no tienen nada, las prostitutas, los mendigos. Una mujer periodista pondrá en riesgo su vida para lograr apresar al culpable, pero lo que sufre en su trabajo es tremendo. No solo se enfrenta al asesino serial sino al acoso de un policía en una escena impresionante. El director Ali Abbasi pone al descubierto una cultura de la hipocresía y el fanatismo religioso que sacude. El escribió el guión con Afshin Kamaran Bahrami, y realizó la película en Jordania., por obvias razones. Un clima tenso, fotografiado en la nocturnidad del mundo marginal, un suspenso por momentos casi insoportable, pero con una claridad de denuncia que estremece.
La ultima y premiada (Golden Globes) película de Steven Spielberg, con 7 nominaciones para los Oscar, incluida mejor film y mejor director, es una realización donde cuenta su propia vida, con mucho amor y nada de nostalgia. Alimentando, con sinceridad y sin juzgar a su familia, su propia leyenda. Comienza con el niño que ve por primera vez una película, una situación impensable en nuestra época poblada de medios y plataformas visuales que acompañan cada momento de nuestro existencia, y se deslumbra, se asusta y se obsesiona por reproducir lo que vio y termina con sus primeros pasos en un mundo profesional, con una entrevista sorprendente con alguien a quien idolatra. Es admirable como Spielberg cuenta la maravilla del lenguaje que se apropio de su cabeza para siempre, cuando descubre que la cámara ve lo que nosotros dejamos pasar, o construye significados con ángulos de filmación o edición, o los primeros trucos que inventó. La relación con sus padres, en especial con madre, la separación que marcó su vida, que muestra con rigurosa verdad, el dolor que le produce la calificación de “pasatiempo” que utiliza su padre para su obsesión, y el sacudón de un tío que lo insta a ser fiel a su arte por encima de todo. Pero también el humor, el antisemitismo que sufrió, las primeras pulsiones sexuales, los reconocimientos tempranos . Se apropia de monstruos y temas bélicos, de momias y terrores, de westerns y catástrofes. Eligio actores maravillosos, como Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen, Gabriel Labelle. La película es un verdadero deleite del principio al fin. No se la pierda.
Hubo un fenómeno en nuestro país que protagonizó un personaje llamado “Tangalanga” que baso su humor en las cargadas telefónicas, en una conversación seria que siempre derivaba en la puteada y el insulto certero. Bromas que se registraban en cassettes que corrían de mano en mano cimentado una fama y una leyenda únicas. El film de Matero Bendesky es una aproximación y un homenaje a los orígenes de este personaje tan singular. Es la historia de un empleado de cargo importante en una empresa que tiene horror a hablar en público y timidez brutal con las mujeres. Corre el año 1962 y Jorge Rizzi, asi se llama el personaje de ficción, luego de muchas anécdotas desopilantes con sus problemas, logra, gracias a un extravagante hipnotizador, sacar a su propio Mister Hyde afuera. Y eso lo usa para vengarse, para entretener a su amigo enfermo. Y, sin los insultos, conquistar a la mujer que lo enamora. El humor se transforma en su súper poder. Toda la ambientación, el tono, la fotografía nos lleva a ese cine de las comedia románticas clásicas argentinas, con un precioso cuidado de todos los magníficos rubros técnicos. El guión de Sergio Dubcovsky, Nicolas Schujman y el propio director tiene la redondez de un libro muy trabajado. Y los intérpretes son una gloria: Martin Piroyansky deslumbra con su creación, ya no podríamos imaginar a otro para este rol, Julieta Zylberberg da en la tecla de esta mujer romántica y poderosa, Alan Sabbah es el amigo clave y Silvio Soldán sorprende. Es una comedia con aires del pasado pero inteligentemente actual que usa el humor, uno tan argentino por cierto, como instrumento para derribar inhibiciones y encontrar nada más ni nada menos que la felicidad. Un disfrute imperdible.
La diferencia con otros muñecos extremadamente peligrosos como Chuky o Anabelle, esta creación y su derrotero no dependen de un ente endemoniado, sino de la evolución de la inteligencia artificial con la que fue creada. Porque en esta creación de James Wan que tuvo la idea con el guión escrito por Akela Cooper, y la dirección de Gerard Johnstone, flota una crítica a las adicciones a los dispositivos electrónicos, y a la evolución feroz pero lógica de un androide fabricado para ser la mejor amiga de su dueña. No falta ni el humor negro, la acción y algunas escenas de terror en un producto bien pensado para el entretenimiento con mas suspenso que carnicería, con la suficiente ferocidad para gustar a un público bien determinado. La muñeca tiene el cuerpo de la niña actriz Ammie Donald, mas muchos animatronicas, mas una máscara utilizada con distintas técnicas para expresiones y sincronización de labios, mas titiriteros. El tono se anuncia desde un comienzo donde un aviso publicitario marca las ventajas de un humanoide sobre un perro, que no muere ni hace sufrir a un niño con esa tragedia. A partir de ahí, la ambición por los negocios y la importancia hacia la tecnología se unen en una danza macabra.
Una mirada desmesurada, delirante, deslumbrante y directa sobre la transición de Hollywood del cine mudo al cine sonoro y el destino de las estrellas que llegaron rápidamente al ocaso. Damián Chazelle que tantos elogios y premios tuvo con sus anteriores películas se embarca en un proyecto ambicioso, largo, caótico que produce atracción y rechazo al mismo tiempo. Pero también es una crónica de cómo la depravación moral de leyendas de la época y todos sus excesos fueron rechazados por una ola de moralismo que incrementó la censura y la hipocresía. La primera media hora es una apertura extravagante donde se recrea una fiesta de sexo, drogas, abusos, con cientos de extras no digitales, basada en una realidad nunca olvidada. Derroche de situaciones, recuerdos vagos de figuras de la vida real, impunidad total con cuerpos usados y tirados. No hay sutilezas ni compasión para sus criaturas. Sobresalen el personaje de Margot Robbie, su rápido ascenso al estrellato y la mirada que Diego Calva le otorga a su rol, todo lo vemos a través de sus ojos. El elenco reúne a Brad Pitt que le saca provecho a su galán que no puede superar el pase al cine sonoro y recibe una lección de lo efímero de la fama de parte de una periodista encarnada por Jean Smart. Margot Robbie se exige al máximo y su entrega es total con una heroína a la que Chazelle no supo darle profundidad ni corazón. Porque el film parece una sucesión de viñetas, incluida una visita al inframundo totalmente gratuita y puesta para que trabaje Tobey Maguire. Pero el film imperfecto es también arrollador en su tres horas y 9 minutos. Es la posición de un creador apasionado que se juega por sus ideas, que irremediablemente nos seduce con lo desaforado de su ambición.
Si sos fanático del “slasher movie” esta es tu opción 138 minutos de duración donde las muertes, los desmembramientos, la lentitud para destruir literalmente a sus víctimas es solo para fanáticos no impresionables. El mérito de Damien Leone, es haber creado a este personaje, a un clown, Art, con el típico maquillaje blanco ( mucho no le dura inevitablemente lo salpica la sangre) que no necesita hablar, solo sonreír, comunicarse con señas y ejecutar. No tiene motivaciones psicológicas para su furia asesina, de la familia de Freddy Kruger, Michael Myers y Jason Voorhees, está habitado por un ente maligno, asi solo sabe hacer una cosa serruchar, arrancar, hundir, deleitarse con reducir a deformes trozos a sus víctimas. Por algo resucito en la morgue y no tiene tiempo que perder, justo es Halloween y nadie le llama la atención su disfraz. Esta segunda película se hizo con un pequeño presupuesto, 250.000 dólares y recaudó millones. Como la primera se transformó en un fenómeno, que rinde homenaje al género de o los 80. Y como mejor publicidad tuvo el lanzamientos de rumores de espectadores que vomitaron de impresión en las salas y huyeron por no poder soportar tanta carnicería.