Un film francés de ideas e ironías. De gran pirotecnia verbal que ilustra con inteligencia los manejos del poder y la política. Para el talentoso Fabrice Lucini el personaje de un viejo alcalde de la ciudad de Lyon con serias posibilidades presidencialistas, es un personaje perfecto. Más aún cuando siente que se quedó sin ideas, que prácticamente está incapacitado para pensar, que ya no lee y está rodeado de un equipo hiperprofesional que todo lo mide en frases de focus group, minutos contados para cada entrevista y mide cada paso y cada movimiento estratégico en función de la eficacia del momento. A ese mundo de feroz competencia, donde cada uno disputa sus centímetros de poder, llega una joven graduada en filosofía, acostumbrada a la lectura y los cuestionamientos, como una mosca blanca que pone todo en discusión. Esa joven encarnada por la encantadora actriz Anais Demoustier es la voz intelectual que interpela al alcalde y los fascina, porque con esta empleada para el difuso trabajo de aportar ideas nuevas, ella plantea y él se cuestiona, idearios, viejas plataformas, miradas del mundo, objetivos. Pero también ideas sobre la derecha y la izquierda con sus métodos, el progresismo, la necesidad de escuchar a los electores. Asi la joven recién llegada escala posiciones de poder y todos quieren destruirla, envidiosos de su vertiginoso ascenso en el círculo intima del poderoso. Un film fascinante de Nicolás Parisier, disfrutable del principio al fin.
En su opera prima el director Leonardo Petraglia se puso como objetivo cruzar lo cotidiano con lo artístico, como una obra en sus preparativos puede usar como materia prima la locura, la compulsión, la basura. Es el itinerario de Celia Argüello Rena, bailarina, coreógrafa dramaturga en su trabajo conjunto con el dramaturgo Juan Pablo Gómez. Ellos se embarcan en un hecho artístico, quizás el único camino posible para que Celia afronte con valor y coraje la compulsión de su madre, que padece el síndrome de Diógenes, la acumulación vehemente de basura. En esa casa que deben limpiar, los ojos del artista descubren inspiración, paisajes urbanos, un disparador de trajes y situaciones, instalaciones y danzas. El resultado es curioso, interesante y sanador.
El título alude a una diosa griega, la que guía a las brujas, pero también la que se transforma en un espíritu vengador de las mujeres heridas. Un film sensorial e inmersivo sobre la violencia machista sin límites y la fuerza que poco a poco van adquiriendo las protagonistas en un viaje por las nocturnidades del sufrimiento, en busca de un renacer, distintas y libres. La realizadora Nadia Benedicto que también escribió el guión y tuvo como colaboradoras a mujeres encabezando cada equipo técnico eligió esta road movie nocturna como un viaje metafórico de las heroínas que habitan el infierno y pueden iniciar un durísimo aprendizaje de autodescubrimiento que las empodera y reinventa definitivamente. Una manera de reflejar con la profundidad más cruda, el violento pasaje del abuso que deja inertes a su victimas, imposibilitadas de reaccionar, salvo quizás con la sororidad como única salida salvadora.
Una película distinta de Santiago Mitre (“La cordillera”, “El estudiante”, “La patota”) que abandona un cine social y político para meterse de lleno en una comedia negra muy irreverente, de un gran atractivo, con un gesto creativo de absoluta libertad. El director escribió el guión con Mariano LLinás, basado en la novela de Iosi Navillo y la realizó en Francia con un elenco internacional. Son muchos los temas que aborda. La primera crisis seria de un matrimonio joven, la relación con los hijos, que ocurre con los roles familiares, el descubrimiento de otros mundos, la incomodidad con respecto a las vocaciones, los celos, la rutina mediocre, las diferencias culturales y de origen. Pero lo que irrumpe para sorpresa del espectador es la sangre, el asesinato, la muerte en una repetición continua, con un resultado liberador y creativo. No conviene contar más sobre un argumento que sorprende, incomoda y divierte al espectador con ideas no convencionales de oscura comicidad, con detalles muy especiales de música y un desenlace particular. Cuenta con un elenco variado y talentoso: Sergio Hendler, Vimala Pons, Melvil Poupaud y Sergi Lopez.
Es una de terror muy bien logrado. Es que el director Scott Derrikson (“El exorcismo de Emily Rose”, “Dr Strange hechicero supremo”) se basa en una historia corta de Joe Hill ( hijo de Stephen King) y junto con C. Robert Cargill, arma una historia, un clima, una mirada revisionista del cine de asesinos seriales de los años setenta, con mucha pericia. Todo el film refleja el punto de vista de un niño de 13 años inmerso en un clima opresivo y terrorífico: Su madre se suicida y queda con su hermana menor a merced del abandono de su padre alcohólico. Pero además no puede escapar del círculo de violencia que sufre cada día con el bullying de sus compañeros. Y vive en una localidad alterada por el miedo creciente provocado por la desaparición de adolescentes, hasta que le toca a el mismo ser secuestrado. Ya encerrado por un personaje encarnado por Ethan Hawke, que cambia sus máscaras, a través del viejo teléfono del título, desconectado, de su hermana con sueños premonitorios y un detective especial, tendrá quizás alguna esperanza. Muy bien actuada por Mason Thames, Madeline McGrow, y un afiato elenco, el film atrapa al espectador y le brinda una calidad inusual para un género tan bastardeado. Si le gusta el terror….
Ya desde el afiche la propuesta no ofrece dudas. Además Channing Tatum debuta como director con esta película junto a Carolin Reid (Magic Mike), y son los guionistas y productores de esta ficción que se basó en un documental que también produjeron para HBO en el 2017. La propuesta es sencilla, un ex soldado que fue dado de baja por lesiones en su cabeza se encarga de recorrer casi 5000 kilómetros junto a una perra, especialmente entrenada para acciones bélicas, una pastora belga malinois. El objetivo es llegar al entierro del soldado con el que, la perra en cuestión, actuaba en Afganistán. El detalle es que “Lulú” padece de ataques de ira y stress postraumático después de la guerra. Algo parecido le sucede al buenazo de Channing, musculoso e ingenuo. El recorrido de esta “pareja” tendrá de todo un poco, personajes excéntricos, momentos de seducción, un toque de new age, un secuestro, un robo. Condimentos distintos para mantenernos entretenidos. Pero el foco estará en lograr la confianza del animal, reinsertarla en la relación con humanos y armar, con puesta de sol incluida y situaciones cómicas y de las otras, un film de “compañeros de ruta” que cambiaran para bien durante el trayecto.
Un sorprendente y creativo documental de Nicolás Zukerfeld, que es por un lado una mezcla de ficción y realidad sobre el origen de la famosa frase de un director clásico, que da título a este trabajo y a la vez una justificación para revisitar el cine de un realizador casi olvidado de supuestas firmes convicciones sobre el lenguaje cinematográfico. Convicciones y saberes que se resignifican hoy. No solo se recorren las películas de Raoul Walsh con un trabajo de investigación y montaje laborioso y formidable, donde veremos a famosos subiendo a caballos en distintas situaciones, sino personajes entrando a una escena por una puerta y otras acciones. También es un homenaje, una declaración de amor sobre sus westerns. Y en la segunda parte otra laboriosa investigación cinéfila sobre si dijo o no la frase citada por Edgardo Cozarinsky y realmente cómo y cuando fue dicha. Asi como alguna vez se le atribuyó una frase a sir Laurence Olivier sobre el laborioso raid de Dustin Hoffman para “Perdidos en la noche” (usar zapatos más chicos, cojear durante días, no bañarse, vivir con marginales). El inglés se pregunto “pero porque no actuó?…” Esta indagación también apunta no solo a lo dicho o citado, sino a una verdadera definición sobre lo esencial. En este caso del lenguaje cinematográfico. Con un resultado encantador y tan bien realizado.
La novela de Héctor Tizón y la opera de Virtú Maragno indagan sobre iguales leyendas de los pueblos originarios. La historia de un coya muerto en combate que persigue a su asesino, un soldado de rango, y lo espera en Casabindo, tiene muchos significados. Por un lado recuerda a una batalla cruenta, desigual, instrumentos de labranza contra armas, que marco el destino de muchos en el reparto de la tierra y en el exterminio que inicio la conquista. MIguel Mirra indaga con profesionales distintos puntos de vista que definen una situación que da derecho a reclamos antiguos. Desde una antropóloga que detalle como la conquista, por su sola llegada, corta los lazos de la puna con la distribución de alimentos organizado por los Incas y eso ya significa una impresionante pérdida de población. Amén de las encomiendas y otras injusticias y explotaciones. Y como esa rebelión casi termina con la posibilidad de reclamos frente al reparto latifundista. La novela famosa, la opera del mismo nombre, una obra teatral y la visión del registro de Miguel Mirra se unen en este atractivo documental.
Este documental de Nacho Garasino, muestra los itinerarios, las búsquedas y logros de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (OIANT) que es de la Universidad 3 de febrero, y el resultado es apasionante. Porque ellos investigan y reconstruyen los instrumentos de las culturas fundacionales de América Latina, los trajes rituales, los sonidos , las máscaras, y profundizan en cada cultura de la Puna, el Cuzco, México e intercambian logros, difundiéndolos, enseñando sus objetivos, transmitiendo no solo su arte sino su conocimiento. La mezcla única y fascinante de aires contemporáneas con las tradiciones antiguas. . La orquesta fue fundada en 2004 por el compositor, director, investigador y educador argentino Alejandro Iglesias Rossi y la educadora, eutonista, musicóloga, cronógrafa y directora de Artes Escénicas y Visuales Susana Ferreres. Y el realizador registro sus viajes y actuaciones en lugares fantásticos e insospechados. Participan entre otros Adolfo Pérez Esquivel, Juan Palomino y Charo Bogarín.
El reencuentro de una ex pareja después de 17 años de ausencias, en una larga noche donde transitan la ciudad de Buenos Aires, bellamente filmada, casi como una protagonista más. Recorridos por lugares que habitaron de chicos, anécdotas ancladas en la nostalgia y finalmente el tiempo de las preguntas y las confesiones. Fabio Vallarelli director y guionista cuenta con una pareja de buena química (Agustina Quinci – Andres Ciavaglia) para que se formulen tantas preguntas sin respuesta, especialmente porque entre ellos aun queda espacio para la intimidad y quizás alguna esperanza. O el deseo de alimentarla. Como les ocurre a los personajes de Linklater sienten que juntos la vida es más soportable, casi o feliz, pero sus caminos parecen tener senderos que bifurcan. Entre la cantante indie que reside en Barcelona con un éxito que se afianza y el dibujante devenido arquitecto, existe ese encuentro de corazones solitarios, un poco desencantados, que quieren y no pueden, como tanta veces ocurre en la vida misma. Un guion muy bien construido, con buenas actuaciones, un film sin pretensiones pero realizado con sapiencia.