Es un film que aborda de manera refinada, conmovedora y profunda las relaciones de los adultos y los niños. El guionista Mike Mills, asegura que se inspiro en sus padres y que tuvo la necesidad de abordar este tema cuando nació su hijo. Lo cierto es que elaboró un delicado guión donde un niño excepcional, criado para expresar claramente sus sentimientos y curiosidades entabla una relación especial con su tío. Un pedido de auxilio de parte de la madre del chico, moviliza a su hermano, luego se sabrá que por distintas circunstancias, en situaciones límites, estaban distanciados. El papa de ese niño sufre de bipolaridad y aunque estén separados su ex esposa siente que debe viajar para ayudarlo. Por eso llama a su único familiar para que cuide al chico en cuestión. A partir de ahí, entre ese adulto embrollado en su propio laberinto de soledad, y ese pequeño crecerá una relación cada vez mas enriquecedora, fuera de los lugares comunes, del melodrama, cerca de la profundidad. El realizador, en un blanco y negro perfecto, con algunas notas de color, construye peldaño a peldaño un vínculo inesperado. Muchas veces recurre a textos ajenos muy interesantes, que luego se detallan en los títulos finales, para enriquecer diálogos y situaciones. El trabajo de Joaquín Phoenix, luego de su exaltado y premiado Guasón, es minucioso, con capas de entendimiento, contenido, deslumbrante. El niño está encarnado por Woody Norman que tiene la mezcla exacta de fragilidad, inocencia e intensión directa. Una combinación que transforma a esta pequeña película en un hallazgo disfrutable, distinto e imperdible.
Los inmigrantes africanos pueblan las calles de Buenos Aires y otras capitales argentinas, están incorporados a nuestro paisaje urbano, pero muy poco sabemos de ellos. Conocen la indiferencia de los argentinos, o la relación con la policía que a veces les decomisa su mercadería o los detiene, aunque la mayoría de las veces los corre de sus lugares. Andrés Guerberoff , en su opera prima, realiza un conmovedor documental donde sigue las vivencia de los senegaleses, en particular de Mountakha, un hombre que sueña con ser chofer, como su trabajo en Dakar, donde quedó su familia, que ya estuvo en Córdoba y que se gana la vida vendiendo relojes en la calle. Esta reconstrucción de su devenir en nuestro país nos trae retazos de su extrañeza y adaptación a la gran ciudad, a nuestras costumbres, su extrema religiosidad, a sus sueños de participar en el cine o en comerciales como un medio de vida muy atractivo. En la película también hay espacio para la ternura, para la relación con la familia lejano, a quien en parte podemos conocer, y por sobre todo los interrogantes hacia un futuro incierto, al mundo migrante siempre difícil e inestable.
Para el director y guionista Ryusuke Hamaguchi estas tres historias de mujeres contemporáneas que transcurren en Tokyo son de “coincidencia e imaginación (…) una manera de considerar lo excepcional como la esencia del mundo”. Es lo que declaró cuando ganó el Oso de Plata en Berlín. Son historias donde lo imprevisto, la moneda que puede caer de un lado o del otro como imagino Woody Allen, construye una relación intensa, fundamental en la vida de las protagonistas. Quizás porque asimilar lo fortuito como entendimiento de la naturaleza humana es posible en sus manos, para construir con paciencia y calma momentos cruciales en esas existencias pobladas de angustia, egoísmo, complejidad de caracteres. Y el resultado puede ser deliciosamente cálido y comprensivo, desastroso por circunstancias inesperadas o gozosas aunque nazca de la confusión. Según los tres movimientos en que divide esta película el resultado para el espectador es entrañable y siempre lúcido. Un triángulo amoroso insospechado de tiempos presentes y pasados que se resuelve de manera dual, con una apelación a un mínimo de generosidad que los humanos pueden ejercer, ocupa la primera parte. La segunda es una trampa de seducción, ejercitada por una mujer presionada para que su joven amante tenga una venganza. Aquí el erotismo, la emoción que emanan las palabras pueden más que las malas intenciones, pero el destino final resulta más destructivo que cualquier plan. Y por último una historia de reconocimiento y duplicaciones que deriva en un fuerte sentimiento de reparación. Mujeres contemporáneas inmersas en sus mundos de conflictos y amores, deseos y alivios existenciales. Una película resuelta con maestría y mano segura en la comprensión de cada personaje, de cada movimiento, de cada situación, con un resultado delicado, sorprendente y por momentos fascinante.
Elegir a Jared Leto para darle vida a un antihéroe tan especial como Morbius, es un acierto, el sabe de matices, de darle una dimensión trágica a un personaje que se mueve con algunos problemas en el argumento. La historia de una persona que sufre una enfermedad en su sangre y se convierte en brillante científico para ayudar a quienes sufren como él toma elementos de mito de Drácula y demasiadas imágenes que se asocia a Batman con revuelo de murciélagos. La primer parte del filme está bien resuelta con los niños enfermos que se transforman en amigos entrañables y los esfuerzos del protagonista para encontrar la solución a sus problemas usando su propio cuerpo para experimentar. Pero cuando llega la transformación en un oscuro vampiro el guión de Matt Sazama y Burk Sharples se apura, o en la mesa de edición decidieron que la película solo debía durar una hora cuarenta. Hay demasiados saltos y situaciones que se resuelven como en un resumen y ahí el esfuerzo de Leto se diluye. Mejor luce su compañero y luego oponente Matt Smith que le pone pasión y fuerza de villano a sus intervenciones. Con los efectos especiales ocurre que entre tantas luces y vapores se contribuye a la confusión en la acción, aunque el clima nocturnal y ominoso esté logrado. Se completa bien el elenco con Jared Harris y Adriá Arjona. Para esta historia que toma el modelo de un vampiro con muchos dientes que tiene destino de antihéroe y por los adelantos post final un camino de villano, cuando se integre al mundo de Spiderman. Un entretenimiento intenso pero módico.
El gran mérito que tiene que este documental sobre la vida de Rodolfo Jorge Walsh, realizado por Fermín Rivera es descubrir a un escritor desde su infancia hasta la cristalización de un estilo literario y también periodístico que por gusto personal siempre abrazó el clima del policial. Ese hurgar en los comienzos, con sus orígenes, la estancia forzada en el colegio irlandés para necesitados, sus cartas, sus primeras experiencias con la literatura, descubren muchos datos desconocidos. Algunos aportados por sus escritos, otros por los entrevistados: su hija Patricia Walsh, Juan José Delaney, Silvia Adoue, Roberto Baschetti, Juan Forn y Jorge Lafforgue. El cambio de su ideología, la influencia de su esposa Elina Tejerina, su admiración a Jorge Luis Borges. Datos de un primer Walsh que tuvo su punto de inflección con “Operación Masacre” y ese dato susurrado en un bar “hay un muerto que vive…” Con la construcción de un archivo que muchas veces no existe y la admiración de quien construyó este mundo.
Es un ensayo documental de Alejandro Fernandez Moujan y su estreno será acompañado con una retrospectivas del realizador con sus films “Las Palmas: Chaco», «Espejo para cuando me pruebe el smoking» , «Pulqui, un instante en la patria de la felicidad» , «Los resistentes» y «Damiana Kryygi» Bellas imágenes, poderosas y seductoras, muchas veces realizadas con cámara fija, en una captura hipnótica del devenir de un río que nos pertenece porque vivimos a su orilla o como reflexiona el director somos ese río que no se repite, que se muestra calmo o violento, que tiene recuerdos de un pasado que lo engloba todo. Dejarse llevar por esa fascinación de pertenecer a una naturaleza que muchas veces nos cobija y otras nos pone en peligro. Algunas voces lejanas se cuela en la realización para revelar la presencia humana y otras veces un texto que la cámara reinventa y nos obliga a interpretar.
Es una película sorprendente y fascinante. Su realizar el director suizo Andreas Fontana escribió también el guión con Mariano Llinás, utiliza los ecos lejanos de una historia familiar que no es literal pero que despertó sus ansias creativas y de investigación. Lo que muestra el film es a nuestro país en pleno año 1980, con los ecos del mundial todavía vigentes y un terrorismo de estado en plena acción que se evidencia desde el principio. Pero el mundo que se muestra es otro, porque el protagonista es un banquero suizo que viene a reemplazar a otro enviado de la entidad que desapareció en raras circunstancias. Y ese hombre que trata con las clases poderosas argentinas, incluidos representantes de la curia, militares, funcionarios, empresarios, viene a hacer negocios, a proteger dineros y bienes, con la discreción y prolijidad que todos identifican con los banqueros suizos. Negocios con dinero de dudosa y sangrienta procedencia, donde el enviado suizo comprende que no solo es un agente necesario sino parte de un juego siniestro y perverso en un clima cada vez más oscuro y ominoso. Con el aire de un thriller político logrado con creciente tensión, donde un destino individual, una personalidad, entre mandatos y necesidades urgentes se revela y se hermana con un país.
Para los que aman el animé un plato fuerte, desde la historia y desde lo estético. La película es una precuela al mundo imaginado por Gege Akutami, creador de la serie manga de tanto éxito. Es la historia de Yuta Okkosoto, un adolescente que debe superar una maldición mortal. Para el mundo que plantea la historia, la humanidad está plagada de espíritus malditos. Estos seres monstruosos nacen de las emociones negativas acumuladas y crean criaturas salvajes y depredadoras. En el caso de Yuta, esa entidad esta adosado a él por una terrible experiencia traumática. Por eso es llevado por una comunidad, Jujutsu Scorcerer, formada por guerreros de elite que se encargan de exorcizar a esos espíritus malditos. Pero un guerrero caído en desgracia quiere apoderarse de esa entidad que porta el adolescente, y otras creaciones poderosas para cambiar el orden mundial y favorecer sus ambiciones de poder. Todo el planteo necesario para desplegar acción y arte al servicio de luchas y tensiones y peligros. Se supone que es una producción que servirá de introducción para novatos pero que será el deleite de los fans. Una franquicia que promete muchas entregas.
Es un film curioso sobre la ciencia ficción, que tiene un poco de todo. Comienza con el aterrizaje accidentado de una nave en la tierra, una parea de astronautas quiere investigar que ocurrió con el planeta madre, del cual huyeron los poderosos y ricos, cuando se hizo inhabitable por las inundaciones. Los que abandonaron la tierra no tienen posibilidad de tener hijos, y los abandonados sin ley, en el límite de la supervivencia si pueden reproducirse. La historia que presenta varios giros, un encuentro de padre e hija, el intento prácticamente nazi de criar nuevos seres humanos y una rebelión en marcha donde la gran amenaza son los humanos que quieren regresar. En este film de Tim Fehlbaum se mezclan y agitan temas de otras películas de ciencia ficción y buena parte del film transcurre a puertas cerradas y muy charlado. Lo más interesante sigue siendo la mirada crítica y la cualidad depredadora de la raza humana, capaz también de gestos de grandeza.
Es fácil entender porque Jessica Chastain es la productora de esta película que le permite en su papel protagónico un enorme lucimiento como actriz, con una profundidad digna de elogio que dota a su personaje de una pátina cándida, de una apabullante frivolidad pero a su vez es vulnerable y trágica. Y aunque la actriz en muchos tramos del film debe luchar contra un maquillaje de agregados y sobrecargas (el rubro igual que los peinados, está nominado al Oscar igual que Jessica) siempre logra trasmitir la dimensión de fragilidad de una mujer, transitando tres décadas de su vida. Menos conocida en nuestro medio, tremendamente popular en Estados Unidos, Tammy Faye y su marido fueron pastores evangélicos con una fama digna de estrellas rockeras. Si bien el guión en que se basa el film es el famoso documental de Fenton Baily y Randy Barbato, con Abe Sylvia se ve fragmentado y apunta en muchas direcciones sin dejar algunas en claro, igual es un entretenimiento vistoso que permite una mirada crítica hacia el evangelismo de extrema derecha de EEUU. La historia de Tammy y Jim Baker es curiosa, única, y a la vez extrañamente fascinante para nuestra cultura. Una pareja de predicadores que se encuentran desde la facultad cristiana donde estudian, que llevan adelante una piedad ferviente que aplaude un materialismo vulgar sin culpas, que se transforman en una pareja exitosa, con satélite propio que les permite una audiencia diaria de veinte millones de personas que los siguen con fervor. Ese matrimonio y muchos empresarios construyen desde hoteles cristianos a una disneyworld para creyentes con parques temáticos alusivos y viven un nivel de lujo ansiático y festejado. Pero las locuras de Jim, acusaciones de violaciones sexuales, estafas y envidias de otros sectores evangélicos lo llevan a la cárcel y Tammy otrora famosa, es satirizada sin piedad con sus maquillajes tatuados. Sin embargo fue una mujer que defendió los derechos de la comunidad LGBT en contra de los valores usualmente radicales de los otros pastores. El film muestra el ascenso, el desastre y la reinvención de una mujer que paso por todo con un halo de ingenuidad, con una intuición poderosa, y destino de desprecios y amores. El desempeño de Chastain es admirable y muy bueno el de Andrew Gardfield y el resto del poderoso elenco.