Ana Katz es dueña de un estilo y de una sensibilidad muy particular, con sus personajes cotidianos pero también extrañados, que hacen lo que pueden con sus vidas, arrastrados por un destino donde a veces deciden muy poco, pero siguen empecinados. La película está estructurada como viñetas, secuencias vivenciales de un personaje que en momentos especiales de su vida. Ya desde la primera secuencia la Katz nos sumerge en ese universo, donde el perro no ladre pero parece el destinatario de todas las quejas, de los vecinos, de los jefes del protagonista, de gente que proyecta sus problemas y no es capaz de entender nada. Después veremos al protagonista con distinto peso, corte de pelo diferente y momentos cruciales: al borde de la indigencia, con una familia en el momento revelador y anticipatorio del arte de la realizadora, con distintas profesiones, con familia construida y la de origen. Todo se observa en detalles reveladores, con una gran humanidad, para poner en relieve amores, egoísmo, mezquindades, y muy poca empatía con el sufrimiento ajeno. Toda una secuencia rodada antes de el COVID demuestra ese maravilloso poder anticipativo del arte, cuando humanidad de una creadora lo sabe captar. No faltan los dibujos y la animación para momentos que de tan crueles piden la piedad de ese lenguaje. Dniel Katz, hermano de la directora es el protagonista confundido apropiado, acompañado por un elenco donde encontramos a Carlos Portaluppi, Julieta Zyilberberg y Valeria Lois.
Es la opera prima de Roberto De Feo que sigue la tradición de maestros italianos del género de terror y utiliza una mansión como gran protagonista. Tiene los ingredientes necesarios para entretener y por momentos sorprender. Es un extenso relato escrito por Lucio Besana y Margherita Ferri , sobre una historia del director, que parece transcurrir en un pasado o en un mundo paralelo, un feudo inmenso manejado por mano férrea por una matriarca gélida y retorcida que invoca “un orden” para justificar sus actos. En esa mansión muy bien fotografiada, imponente y antigua suceden hechos terribles, un doctor con métodos crueles y sádicos, un niño en silla de ruedas que no cuestiona nada hasta que llega una adolescente al lugar, y una serie de enigmas que se resolverán hacia el final, en un mientras tanto un tanto alargado, pero con escenas muy bien logradas y algunos anacronismos. El suspenso se mantiene intacto para placer del espectador. Francesca Cavallin lleva adelante muy bien a esa mujer de apariencia frágil y obsesiones a flor de piel. Ginevra Francesconi y Justin Korovkin son la parejita joven que a fuerza de hormonas desatadas descubrirán verdades.
No tiene nada que ver con “La casa de papel”, aunque el titulo en español pueda llevar al engaño. En realidad Jaume Balagueró, que realizo para el elogio la sorprendente REC, se fascinó con el guion de Rowan Athale, Michel Gaztambide, Andrés Koppel, Rafa Martínez y Borja Glez Santaolall, que se basa en un asalto a un banco, el de España que se supone inexpugnable, con un bóveda jamás derrotada, pero con un gran momento histórico deportivo a favor. La historia fantasiosa explica que en esa inmensa caja fuerte está el tesoro que supo reunir el mismísimo Francias Drake, que a la vez contiene una recompensa mayor. El desafío de penetrar en esa entidad jamás robada, tiene el condimento del mundial de futbol de Sudáfrica donde el equipo español se juega la final y se palpita a las puertas del edificio en cuestión.. Por eso el equipo de este film, con un airecito a Ocean Eleven, sabe que deben realizar el asalto justo el día de la final España-Holanda. Todo el desarrollo de la acción tiene los condimentos justos para entretener con una catarata de datos incomprobables y fantasiosos, pero que encajan como un mecanismo de relojería que entretiene. Un buen elenco encabezado por el experimentado Liam Cunningham, Freddie Highmore como el ingenuo joven genio, cumple con lo que requiere la película. Un poco de amor, otro de traición y bastante suspenso para pasarla medianamente bien.
Ridley Scott vuelve al territorio de la riqueza de dinastías famosas, y al escenario italiano como lo hizo en “Todo el dinero en el mundo”, con el secuestro del joven Paul Guetty. En este caso con la familia Gucci que supo edificar un imperio de la moda y el buen gusto. Como si se tratara de una trama operística muestra el ascenso, poder, intrigas, sangre y muerte de una mujer ambiciosa que se integró a esa familia tradicional a fuerza de codicia y sed de poder. El personaje le cae como anillo al dedo a Lady Gaga que ofrece una intensa y eléctrica actuación, la mejor de todas, con su atractivo magnético. A su lado Adam Driver, en un registro calmo muy logrado, es un hombre rebelde dentro del clan, que poco quiere saber del negocio familiar, que es la presa fácil de la feroz Patricia que lo inicia en un juego de trama escalofriante, donde aprende de que se trata. Patricia es una mujer vulgar que se reinventa elegante y sabe hacer alianzas que le permiten su ascenso social, aun a costa de crueles prácticas. Un torbellino que cuando es despreciado no duda en precipitar su propio destino. Un elenco de notables donde Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto, Salma Hayek aportan lo suyo. Una exquisita ambientación, un vestuario impresionante a cargo de Janty Yates y excelencia de rubros técnicos, atemperan las dos horas y media de película que igual entretienen al espectador, con una historia de ribetes policiales muy conocidos y juegos de dominio que no tienen límites.
Es la opera prima de Luciana Gentinetta, que cuenta, como parte de esa escuela normal de Banfield, una historia de resistencia colectiva, de dolor y superación. Es que los alumnos de ese establecimiento recuerdan como se movilizaron por la desaparición de Anahi Benitez, con marchas, radios abiertas, creando cada día una acción. Y no se detuvieron ante la confirmación del femicidio. El caso aún continua impune, con la sospecha de todos de una mala actuación policial y judicial. Esos chicos se encendieron en la búsqueda, pero también el el reclamo de justicia, apoyados por los vecinos, los medios, pero muy especialmente por la comunidad educativa. En la historia de esa escuela, en los años de la dictadura militar desaparecieron 32 estudiantes. Nadie olvida. Y en ese ámbito, un segundo hogar para esos chicos luchadores, incluida la realizadora y los que participaron en el film, ellos lidiaron con el vacío y la impotencia, encontraron en el arte una respuesta vital, y en el accionar colectivo una razón. Emotivo documental sobre “una menos”, una chica de 17 años asesinada y violentada que tiene a los femicidas libres.
La talentosa directora Sandra Gugliotta investiga lo que en Francia se llamó “el genocidio de los trabajadores telefónicos” y llegó a los tribunales y lo que ocurrió en nuestro país, y quedó absolutamente impune. Con delicadeza y empatía entrevista a vecinos y familiares y víctimas para esclarecer lo que ocurrió en territorio francés con las tácticas utilizadas para reducir personal en France Telecom. Un proceso de deshumanización y maltrato que también se aplicó en nuestro país en la era Menem cuando se privatizó Entel. En Francia se multiplicaron los suicidios cuando la empresa telefónica fusionada con otros gigantes decidió aplicar uso militares y costumbres de otras compañías norteamericanas, pero con extrema dureza, nunca antes visto. En nuestro país se recurrió a las mismas tácticas pero con la etiqueta de retiros voluntarios, a veces en connivencia con delegados gremiales que les permitió deshacerse de 28.000 empleados sin ningún despido, evitando cualquier conflicto social. Un documental riguroso que inicia un proceso de investigación que continuará en otros dos films de la misma directora. Sin límites para la crueldad, el acoso psicológico, la violencia indirecta, el temor al despido a una edad del empleado muy riesgosa para reinsertarse, todas tácticas con víctimas evidentes. Un impresionante documental.
Es una conexión con la primera película que tantos fans cosechó, aquella que se estrenó en 1984 dirigida por Ivan Reitman que escribió también el guión con Dan Aykroyd, olvidándose de la no tan efectiva de 1989 ni la versión femenina. Ahora el director es el hijo de Reitman, Jason que también coescribió el guión con Gil Kenan. El film tiene muchas sorpresas que no vamos a revelar y como el mejor acierto, ahondar en los nuevos personajes, que a su vez redescubren el viejo mundo analógico sin despreciarlo y usando cada “herramienta” del pasado que permite la formación de un nuevo equipo. La gran protagonista femenina es la joven McKenna Grace, un verdadero hallazgo con mucho futuro, el conocido por Strangers Things Finn Wolfhard, a los que se suman Celeste O´Connor y Logan Kim. Del mundo adulto no vamos a hablar para evitar revelar datos que son encantadores. Los efectos especiales son vistosos, los rulos del argumento absolutamente delirantes, pero el film funciona como un emotivo y efectivo entretenimiento.
Liam Neeson filma y filma, a sus 69 años encontró el nicho rendidor de ser un hombre de acción maduro, en roles a los que él, que siempre está para más, le aporta energía y cierta calidez. Aquí dirige y escribe Jonathan Hensleigh (Armagedor, Duro de matar como guionista) que imaginó una ruta peligrosa, la que le da título a la película en inglés para transportar con un tiempo reducido un equipamiento de rescate que permitirá rescatar a un grupo de mineros atrapados. Se trata de un camino cerrado que es abierto en esta emergencia, en realidad hay que recorrer lagos congelados, en este caso con enormes camiones y equipo muy pesado. Parten tres unidades y los accidentes suceden o son provocados, con una veta de corrupción y denuncia incluidos. Lawrence Fishburne tiene un corto, fácil imaginar porque. Se rozan temas como el stress postraumático de la guerra, discriminaciones varias, y no falta un malvado que sobrevive a casi todo. Una de acción, de desarrollo previsible y entretenimiento rutinario.
Wes Anderson hace un cine tan rico y particular, tan artesanal pero al mismo tiempo se trata de una superproducción y con un elenco de estrellas. Tiene una factura tan intrincada, que homenajea al periodismo de las revistas culturales, al cine en sus comienzos, al cine francés en particular (desde Godard a Jacques Tati ), a un mundo del pasado, con personajes increíbles, momentos de animación y una fascinación melancólica, de humor corrosivo y mirada inocente al mismo tiempo. Es una celebración lúdica, en blanco y negro y color, con simetrías, telones, angulos sesgados, composiciones complicadas que hacen de cada fotograma un hallazgo. Estructurada para conocer a los especialistas de cada tema, en la redacción del obituario del dueño que será por su propia decisión la ultima revista, aparecen desde reporteros ciclista, expertas en arte de un asesino, la revisión muy particular del mayo francés, y un caso policial que involucra la contador del inframundo y el secuestro del hijo de un comisario. Los actores brillan en sus breves apariciones, como Tilda Swinton, Owen Wilson, Timothée Chalamet, Liev Screiber, Saoirse Ronan, Daniel Dafoe, Benicio del Toro, Adrien Brody, L éa Seydoux, Frances McDorman, Bill Murray y siguen los nombres estelares. Para los amantes del cine un plato para disfrutar del principio al fin.
Es una encantadora película que une la nostalgia del Londres de los años 60 con sus íconos de diversión y creatividad, sus canciones, su cine, sus actores, pero también lentamente sumerge al espectador en el horror más sangriento, que también puede interpretarse como un descenso a los infiernos de la locura, para una de las perturbadas protagonistas. Un armado brillante, lujoso, entretenido, que no da respiro y que se disfruta del principio al fin. Todos los rubros técnicos son magníficos desde el diseño de producción a cargo de Marcus Rowland, la fotografía de Chung-Hoon Chung, el vestuario, la edición. Para el director Edgar Wright el mejor elogio, el escribió el libro con Krysty Wilson-Cairns para darles a Thomasin McKenzie y a Anya Taylor-Joy la mejor manera de lucirse. Una joven de nuestro tiempo que va a Londres a estudiar diseño, entra en una especie de oscuro relato como Alicia a través del espejo y se identifica con una aspirante a cantante en la época que ella adora. Y en ese ir y venir como espectadora y protagonista comienza la excitación y después la pesadilla, la invasión, el terror. Además están tres actores icónicos de los 60, Terence Stamp, Rita Tushingham y Diana Rigg, en su último trabajo, el film fue dedicado a ella. Las vueltas de tuerca de la historia demuestran como la realidad de los hechos le quitan glamour a la nostalgia para darle un tono tan siniestro como el presente. Hay que verla.