Mamma Mia! 2: Música y nostalgia. Luego de 10 años de espera, llega la secuela del film más cantado por todos. Diez años atrás, nos quedamos todos reviviendo las canciones de Abba. Con esas canciones, reconocidas a través de generaciones, y que nos contaba una historia que traspasó el teatro y llegó a la pantalla grande. Ahora, la música está de vuelta. Y el elenco también. Con el mismo ritmo y sentimiento que la película anterior, esta vez nos adentramos en la historia que quedó sin contar en la primera vez: ¿cómo se conocieron Donna, Sam, Bill y Harry? La narración parte de un punto de vista nostálgico, ya que – SPOILER – Donna falleció hace un año y todos están aún procesando lo sucedido. Principalmente, los más afectados son Sophie (Amanda Seyfried) y Sam (Pierce Brosnam). La primera lleva un año remodelando el hotel para cumplir el sueño de su madre, mientras que el segundo parece tener dificultades en aceptar su nueva realidad, a pesar de que no haya dejado de intentarlo. Así comienza este film, que tiene tanta música como el primero. A pesar de la tristeza inherente del punto de partida, la película no es, bajo ningun concepto, triste. Apela a las relaciones de ellos para hacernos sentir bien y lo hace sin repetir canciones (casi – Mamma Mia!, Waterloo y Super Trooper hacen una aparición en escena). Cómo se podrán imaginar, la historia cuenta una buena parte de la misma en el pasado, ya que el foco está puesto en una joven Donna y compañía. El papel fue a Lily James (La Cenicienta, Baby: Aprendiz de del Crimen). Junto a ella, conocemos el lado no contado de la vida de Donna y como conoció a los tres padres de su hija. James logra captar la esencia del personaje creado por Meryl Streep de manera excepcional. Alegre, atrevida y dinámica pero sin el cansancio que, por obvias razones, la versión de Streep posee en la original. Y nos presenta un poco más a la Donna antes del bebé, que hasta el momento es casi una criatura mítica. Junto a Donna conocemos a las Dinamo jóvenes y te hacen dudar si no están relacionadas a las adultas: Jessica Keenan Wynn hace de Tanya, el personaje de Christine Baranski, y Alexa Davies (Down the Caravan) es Rosie, antes interpretado por Julie Walters. No obtenemos tantas novedades de ellas, pero como en el caso de James, es imposible dudar que son las Dinamo. El foco recae, más que en las chicas, en los chicos. Para estos papeles, los actores elegidos fueron Josh Dylan (Allied) en el rol de Bill, Hugh Skinner (Les Miserables) como Harry y Jeremy Irvine (Billionaire Boys Club) es Sam. Junto a ellos, al fin vemos como los chicos llegaron a la vida de Donna y responden una pregunta crucial: ¿en qué orden entraron en la vida de ella y que rol jugaron? De una u otra forma, nos terminan de contar la historia de como la joven Sophie terminó con tres posibles papás. Como con las chicas, nos ayudan a completar nuestra imagen de sus personajes y a entender mejor sus motivaciones. Esto es crucial en el caso de Sam y su viaje a casa (para los que no recuerdan, para cancelar su compromiso). Así como estos actores aportan a la historia, hay otros que no tanto. Ese es el caso de los de Cher y Andy García. La primera tiene el papel de Ruby, la misteriosa madre de Donna, ese ente legendario que mejor ni nombrar según las Dinamo. El segundo, por su parte, se llama Fernando Cienfuegos y es el nuevo manager del hotel. Además, el mundo es muy pequeño en este film y él resultará ser – SPOILER – el amor perdido de Ruby (sí, es el padre de Donna). Desde un punto de vista emocional para los personajes, su aparición completa el retrato familiar de Sophie hacía el final de la película. Esto es importante porque es el exacto opuesto del inicio de la original: de solo una madre vs. toda una gran familia (sans madre). Por el contrario, desde un punto de vista narrativo, su presencia en la historia se siente forzada de a momentos, pero no afecta el ritmo ni el desarrollo historia. Pero incluso con estas consideraciones en mente, es un película para disfrutar, ya sea que nos enfoquemos en los hermosos paisajes de Grecia, la impecable fotografía, la música o la historia. Sólo te advierto: las risas y las lagrimas estarán a la orden del día.
¿Qué sucede con los más chicos cuando los adultos se pelean? En Ónix, la familia está dividida. Por un lado la tenemos a Ana y a su hija Martina (Nai Awada), quien por una disputa que tuvo con sus hermanas, no ve al resto de la familia hace unos diez años. Por el otro lado, tenemos a las hermanas de Ana y a sus hijos. Pero la historia no es sobre Ana, Laura y el resto de la familia adulta. El foco de la historia gira alrededor de Martina y sus primos: Juan (Camilo Cuello Vitale), Anahí (Ailín Salas), Rocío (Macarena Insegna) y el novio de Rocío, Felipe (Nicolás Condito). Estos cinco chicos se reencuentran como resultado de la muerte de su abuelo. Y entre peleas y disputas adultas, ellos empiezan a reencontrarse y a darse cuenta lo que de verdad les importa a ellos. Filmada en Villa Mercedes y La Toma, la película resalta la belleza de los pueblos argentinos. En esta película supieron utilizar las ventajas de estos pueblos en pos de la narración y los mezclaron con una interesante mezcla de personajes. Los primos buscan descubrir quiénes son ellos dentro de la familia y cómo va a ser la relación entre sí. Después de todo, el verdadero conflicto se desarrolla en torno de ellos y sus decisiones a venir. De Martina y los demás depende decidir si van a dejar que los problemas de otro los separen o van a surgir del conflicto y unir a la familia a partir de su generación. Es una historia simple y que todo el mundo puede relacionarse. Los personajes son complejos y reconocibles, son personas que cualquiera se ha cruzado en algún punto de su vida. Básicamente, son muy humanos y la historia se desarrolla a un paso continuo y dinámico. En su totalidad, es una película completa y muy entretenida, que lleva el drama familiar a la pantalla de una forma que nos habla a todos, a un nivel u otro.
Arrástrame al infierno Primero lo primero. Hay dos películas distintas de las cuales hablar: la de los que NO leyeron el libro y la de los que Sí. Para los que NO: es una montaña rusa que empieza con la caída más empinada que se puede. Y el viaje no para desde que comienza hasta que termina. Como toda obra de Dan Brown, la intriga en Inferno es el hilo conductor de la historia y la gran pregunta es ¿logrará descifrar los mensajes a tiempo? Como siempre, Tom Hanks recrea su rol de Langdon con una naturalidad y familiaridad poco vistos. De vuelta en la piel de uno de sus personajes más representativos, nos lleva a recorrer la bella Florencia, en Italia, y algunos parajes de Estambul, Turquía, en su intento por recordar cómo se involucró en una posible crisis mundial y casi incluso el fin del mundo como lo conocemos. Es una película que atrapa al espectador y le da una seguidilla de actores de alta gama para apreciar en unas actuaciones excepcionales. Quizá un poco muy comprimida, la magia de Langdon resolviendo acertijos casi que queda un poco de lado para priorizar un narrativa más ágil que logre atrapar a quien busca una película de intriga y acción. Para los que SI: olvídense de la Sienna Brooks de los libros. No existe en esta película. Dejando de lado los obvios cambios físicos (inocuos a la totalidad de la historia), la genio con ganas de salvar el mundo, incluso del hombre que ama, no aparece por ningún lado. En cambio, tenemos a una chica que busca destruirlo porque está enamorada de un hombre que murió al intentar hacerlo. Lo mismo aplica a Bertrand Zobrist. El genio que intenta, al final cuando se descubren sus intenciones, salvar a la humanidad de sí misma a través de la genética (dejemos la ética de sus acciones de lado por un momento) pasa a ser un genio incomprendido que decide que la única forma de salvar al mundo es matar a la mitad de la población de un plumazo. Desde un primer momento sabemos que los que persiguen a Langdon son en realidad de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Así sin más, la mística de la persecución, del por qué lo persiguen se pierde. Es incluso confusa la forma en que Langdon y Sienna se relacionan en el departamento. Incluso el virus cambia. Igual que su creador, el virus pasa a ser una simple arma biológica en lugar de un avanzado virus genético que está diseñado para reducir la natalidad de la raza humana aleatoriamente. Toda la connotación ética básicamente se deja de lado. Básicamente: véase bajo su propio riesgo.
Todos somos Julio ¿Alguna vez tuviste un día en el que todo pareciera salirte mal? ¿Y que las cosas malas se acumularan una atrás de la otra? ¿Esos días que simplemente quisieras olvidar? En esta ocasión, nos ponemos en los zapatos de Julio (Javier Lombardo), un actor desempleado pasando una mala racha. Julio empieza su día celebrando su cumpleaños con un ultimatum de su mujer y la noticia de que es su responsabilidad ir a buscar las cenizas de su difunto hermano. Entre idas y venidas, mala suerte combinada de mala leche, Julio va a atravesando el día intentando simplemente sobrevivir. En una hora y cuarto, nos identificamos con Julio más allá de lo que uno esperaría. De a poco, nos reímos con las desventuras del pobre actor que va pasando por un accidentado recorrido emocional a lo largo del cumpleaños 50 más infame de la vida. Con una actuación atrapante y un guion relajado y poco forzado, es fácil verse reflejado con un personaje real y accesible que pasa todos los problemas del día a día - el auto que no arranca, el banco que lo acosa por las deudas, la mujer que no quiere nada más con él - todo mientras empieza a hacer las paces con su hermano fallecido y sus problemas antes de que este falleciera. Además, nos lleva a recorrer la Buenos Aires más de barrio, la que todos conocemos y amamos (y a veces odiamos, como Julio la odia cuando, como a tantos, se le escapa el colectivo). Con un ritmo agradable y una calidad general impecable, encontramos acá una historia simpática y entrañable, que nos hace reflexionar sobre nuestra propia felicidad y sobre como, a pesar de todo, siempre se puede salir adelante.
Pueblo chico... Como toda película independiente, Los ausentes se caracteriza por un relato escaso de acción. Con escenas largas e interminables, la película busca lograr una atmósfera llena de drama e intriga, tanto en el tempo de la historia como en su escenografía y vestuario. Desafortunadamente, la narrativa está delimitada por una iluminación pobre y poco atractiva. Oscura en la mayoría de sus escenas, busca exacerbar lo dramático de la historia. Contrariamente, esto únicamente logra generar que las escenas y locaciones sean difíciles de distinguir y apreciar. Esta iluminación, mezclada con un uso incesante de escenas tomadas a través de distintos tipos de aberturas (ya sean ventanas o puertas), no incitan dudas e intrigas. Más bien genera en el espectador un sentimiento de molestia, dado que el uso de ese tipo de tomas se vuelve repetitivo a lo largo de la historia. En una hora y 35 minutos, se nos presentan a cuatro personajes, de los cuales dos nunca se nos dice el nombre. Se mueven a lo largo de la historia, interactuando entre sí pero casi sin emitir palabra. Como resultado, ciertas escenas llenas de dramatismo pierden impacto por su falta de interacción (tomemos por ejemplo la escena luego del hospital). La falta de diálogo, que puede ser una gran fuente de drama y tensión, simplemente genera letargo y poco interés. Además, nos movemos a lo largo de la historia esperando entender qué hacen esos personajes en ese pueblo y solo conseguimos quedarnos con las dudas. De este mismo modo, nos quedamos con más dudas que certezas sobre la relación de la gringa y su primo. Más allá del hecho de que son primos y están involucrados románticamente, una vez llegado el final no sabemos mucho más. Básicamente, una película que busco un estilo personal y profundo, con poca historia y muchas dudas sin resolver.