Volver A Boedo: la pasión en su mejor forma. El film documental de Diego Criscolo es apto para todo aquel que quiere enterarse de como se llevó a cabo esta lucha por la historia de San Lorenzo. Yo creo que todos, nos guste el fútbol o no, hemos escuchado que llamen a la cancha de San Lorenzo “El Nuevo Gasómetro”. Personalmente, esto llevó a que le pregunte a mi papá (hincha de San Lorenzo) porqué; aunque no creo ser la única que, de una forma u otra, se enteró de que la cancha del azul-grana no siempre estuvo donde está ahora. Pero la historia va más allá de la venta de una cancha. Va más allá del por qué de esa venta y del abrupto cambio que representó para el barrio de Boedo. Parte, como toda buena historia, desde los orígenes del club hoy conocido como Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Más de una vez me he cruzado con quien me ha dicho “¿Un documental? No, gracias.” Y, mal que me pese admitirlo, he caído entre esa gente yo también. O, considerando la temática, pensarán “Es sobre San Lorenzo. No, gracias, soy de …“. Dejen que mi primera recomendación sea dejar esos prejuicios de lado. ¿Es un documental? Sí. ¿Habla de San Lorenzo? Sí. ¿Es aburrido? No. ¿Sólo habla de fútbol? No. Vayamos paso a paso. Uno de sus principales atributos es la variedad de tanto hechos como personas que aparecen. Ya sea que hablemos de la fundación de “Los Forzosos de Almagro”, y sus humildes inicios, o de todos los testimonios incluidos a lo largo del film, es un documental que mezcla todos los aspectos que la partida de la cancha implicó. Porque no fue solo una cancha. Fue hogar de encuentros culturales, de niños, de deportistas de varias disciplinas. Punto de reunión de familia y amigos que un día, por fuerzas más grandes que ellos, no estuvo más. La emotividad es un plato fuerte en esta película. Y no es forzosa, como puede llegar a pasar cuando un proyecto busca lograr ese efecto a modo de objetivo principal. Además, viene de a poco y de la mano de gente que vivió la presencia de El Gasómetro en Boedo allá en sus últimos tiempos. Se evoca, de modo constante, la lucha por algo que se les sacó injustamente y se explica el por qué de esa injusticia, que a veces pasa desapercibida o directamente se desconoce. La narrativa teje, a base de imágenes de archivo y material propio filmado para el proyecto, todas las instancias de la pelea que los hinchas llevaron a cabo para lograr que, tanto el gobierno como Carrefour, les devuelva el predio. Por último, la historia – 100% basada en hechos reales – va y viene entre todos los ámbitos que tocó al club y esto incluye testimonios muy variados; por ejemplo, vemos el reencuentro y la experiencia de los jugadores que representaron a San Lorenzo en su último partido allí, o a los fans que recuerdan con tristeza el día que el estadio no fue más. Con tango, literatura y, obviamente, fútbol y pasión, Sergio Driscolo trae a la vida una obra que vence los prejuicios del fanatismo futbolero y logra atraer a espectadores de todo tipo, incluyendo los incultos del fútbol como quien escribe, porque acá lo importante no es quien le ganó a quién. Acá, lo importante, es como un grupo de fans decidieron hacer algo y lo llevaron a cabo durante doce años de trabajo y por los medios necesarios para lograr su objetivo con todas las de la ley.
El Grinch: Un clásico renovado para chicos. El Grinch vuelve con una historia clásica y atemporal al cine para que una nueva generación de chicos lo disfrute. Ahora 100% animada, El Grinch llega una vez más a la pantalla grande. Pero la historia no ha cambiado demasiado porque, después de todo, el cuento de Dr. Seuss tiene algo de atemporal. Las cosas no han cambiado demasiado, decimos, prque el grinch sigue odiando a todos, le molesta la navidad y decide que la forma de lograr que a todos le molesta tanto como a él es robársela. Pero tanto en film como en la vida, las cosas nunca son tan simples. De por sí, y como punto de partida, el hecho de que el film sea animado lo hace mucho más relajado. Sin contar que tiene una animación espectacular, la cual hasta se ocupa de detalles pequeños como el reflejo del sol en la montaña nevada o la forma en que los pelos de nuestro amargado verde favorito se mueven. En general, el tono de la película, a pesar de melancólico y triste de a momentos, es mucho más ligero que la original versión de 2000 con Jim Carrey en la piel de nuestro verde amigo. Y la verdad es que es un film netamente para chicos. Colorido, alegre y con buen ritmo, el Grinch cuenta la historia de un ser que odia la navidad y su razón para hacerlo pero sin la oscuridad que caracterizó a la versión live-action. Nada de habitantes de Villa Quien con narices dudosas y dobles sentidos. Con alguna nota más adulta aquí y allá, como cuando el Grinch se pregunta a dónde se fue la comida y lo vemos deglutiendo todo a su alcance por culpa de un bajón depresivo o como cuando vemos a Cindy Lou preocupada por todo lo que trabaja su mamá soltera, esta vez el tono del film es más infantil y familiar y mucho más agradable de ver en varios sentidos. En esta ocasión remite bastante a sus orígenes, como una historia del Dr. Seuss. Esto es particularmente obvio con la narración, de a momentos hecha por los personajes, que narran en rima al mejor estilo de la historia original. Esto, sumado al nuevo diseño de personajes (tanto visual como a nivel personalidad) hacen a todos los personajes de villa quien mucho más amenos… aún cuando son 10 veces más alegres que cualquier persona que te puedas cruzar en la vida. Este cambio de personalidad es clarísimo en la pequeña Cindy Lou. ¿A qué me refiero? A que es una niña y actúa como tal. No tiene un gran plan para detener o ayudar al grinch ni nada de eso. Es una niña con una misión para navidad: hablar con Papá Noel (o Santa Claus, como prefieran) para que su mamá no trabaje tanto y sea más feliz. Que su inocencia de paso ayude al Grinch a comprender mejor el sentido de la navidad y que lo que hizo no ayuda a nadie (ni a sí mismo) en el proceso es un efecto residual. Su plan es atrapar a Papá Noel para hablar con él. Es inocente y enternecedora a la vez. Es de este mismo modo que todos los otros personajes del film son mucho más agradables y a la vez nos hacen sentirnos representados: la mamá soltera que trabaja de noche y cuida a sus hijos de día; el Grinch que está solo pero no quiere estarlo y, a la vez, no sabe que no quiere estar solo; el pueblo en modo navidad 100% que a veces son desquiciantes y demás. Lejos en el tiempo quedó el Grinch oscuro y casi tétrico, con varios doble sentidos y personajes poco relacionables. Este es un film 100% para chicos que ayuda a entender que lo más importante de la navidad no son los regalos, sino la familia. Que lo importante es estar ahí para los que queremos, quien recibe más. Y que a veces, el que más solo está es quien más necesita un amigo. P.D: igual, lo mejor es Max, el perro.
Sin Dejar Huellas: Un thriller policíaco al 100%. El director Erick Zonca nos trae un film en uno de los clásicos géneros si los hay, el policial negro francés. La duda es los que mantiene en movimientos ciertos géneros en el cine y la literatura. ¿Quién lo hizo? ¿A dónde fue? ¿Por qué pasó? Esas son algunas de las preguntas que ponen en movimiento una historia. Pero quizá lo más importante es barajar estas incógnitas y sus respuestas de una forma atractiva, que mantenga a la audiencia enganchada sin complicar la situación tanto que no sabrían donde están parados. Es una línea muy delgada, narrativamente hablando, encontrar el punto medio entre entretenido, complicado y ridículo. Después de todo, el espectador quiere ir adivinando, ver si con las pistas quizá llega a una conclusión propia. Pero tampoco puede ser demasiado simple ni demasiado complicado. Como ya mencioné, el equilibrio es clave y ese es el caso de Sin Dejar Huellas (Fleuve Noir). En este caso, la escena inicial nos presenta a una madre (que aún no conocemos) rogándole al detective François Visconti (Vincent Cassel) que lo busque porque “es un buen chico y nunca desaparecería sin decirle a su madre”. Pero como en toda película donde alguien desaparece, no ha pasado el tiempo suficiente para que la policía lo haga. La escena es interrumpida con una llamada al celular del detective que lo pone de mal humor y lo lleva terminar la entrevista con la recomendación de que vuelva mañana si el hijo no apareció para entonces. Con el cambio de escena, se nos presenta un poco más a François y su trasfondo, que incluye un hijo dealer, una adicción al alcohol y una vida familiar deshecha. La atmósfera que se genera en el film es, desde el minuto 0, una llena de desesperación. Ya sea que hablemos de François con su alcoholismo y su hijo traficante, de Solange Arnault (Sandrine Kiberlain) y su hija discapacitada, o de el centro de la historia, Dany Arnault, el chico perdido, es muy claro que no va a ser una historia con final feliz. Y eso es una maravilla, porque que un film sepa que tipo de historia va a contar es algo que últimamente parece un lujo. Además de una identidad bien clara, otro de los grandes méritos es la omisión total del uso de flashbacks. Aunque es un recurso más que válido y, bien usado, muy útil a la hora de contar historias, es interesante ver que no se lo necesita para pintarnos el panorama más claro de la historia. Sumado a la no inclusión de flashbacks, otro mérito es que nunca vemos a Dany. Como espectador, es algo que te deja enganchado. Esto se debe a que la mayoría de los films de este género, uno espera ver “tangiblemente” el centro de atención de todos. Pero no. Aquí esperas y esperas, pero el personaje nunca aparece como tal. Y esto genera un extra de suspenso. Así, la lista de personajes se concentra en el detective alcohólico, la madre desesperada y la tercera pata de esta historia: el conocido que sabe demasiado. Como en toda buena historia sobre crímenes, siempre hay un personaje que clama ser el que realmente conocía a la víctima. En este caso, el profesor Yann Bellaile (Romain Duris) cumple esa función. Con demasiado que decir y muchas más preguntas que la policía, el profesor sabe generar inquietud como pocos y es instigante al máximo. Aunque se presenta como un maestro más, de a poco nos damos cuenta de que, a pesar de tener familia y una vida, de normal no tiene mucho. Aunque no es lo que uno espera en lo absoluto. El objetivo de un buen policial/suspense es que no sabes que va a pasar y, a pesar del hecho de que, de a momentos, se puede volver un poco lenta, Sin Dejar Huellas logra ese objetivo sin problema alguna. Tiene en su mayoría un buen ritmo que logra compensar el largo del film. Lo sobresaliente es que uno se va formando una idea sobre quien es quien, que puede esperar de cada uno y qué no. Y casi ninguna de esas expectativas se mantiene el pie llegado el final.
Animales Fantásticos – Los Crímenes de Grindelwald: Es hora de elegir. El mundo de Harry Potter vive a través de Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald. Todo fanático de Harry Potter le ha estado diciendo adiós a ese mundo por años. Primero a los libros, luego a las películas. Pero parece que ese universo fantástico aún tiene mucho para dar y, ya sea que nos haya gustado o no, siempre nos emociona ver llegar algo más. Esta vez, lo que se presenta es la secuela de Animales Fantásticos. Cambiando el foco de la primera por uno más oscuro; en esta ocasión el mundo mágico se prepara para batallar entre los suyos. Y es que siempre va a haber distintas ideas en el mundo. Es quizás la temática más antigua de la historia: aceptar a los que son diferentes. Luego de mostrarnos como Gellert Grindelwald (Johnny Depp) logra escabullirse de sus captores, se nos presenta a un Newt Scamander (Eddie Redmayne) que intenta no ser arrastrado dentro de las garras del ministerio (desde su punto de vista). Pero es difícil ser imparcial cuando el mismísimo Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore (Jude Law) te pide que te involucres para salvar la vida de un inocente. Y más aún cuando tus amigos y familia están en juego. Pero ese es solo el punto de partida. Porque esto es una montaña rusa. Una hermosa montaña rusa que, a través de la fantasía, nos mostrará lo fácil que es que cualquier idea parezca atractiva. Y lo mucho que las personas a veces están desesperadas por pertenecer o que sus relaciones sean aceptadas. Refleja de forma indirecta varias de las dolencias que la sociedad actual presenta, todo esto envuelto en una vorágine constante de magia y aventura. Pero la historia es el centro y trae más de una sorpresa consigo. Entre ellas, la enigmatica Leta Lestrange (Zoë Kravitz) que deja de ser una foto en la valija de Newt para convertirse en un personaje lleno de contradicciones y de remordimientos que la vuelven muy interesante y misteriosa a la vez. Por otro lado, Grindelwald es interpretado de principio a fin por Johnny Depp y es algo distinto dentro del mundo mágico. A muchos les va a gustar porque es Johnny Depp, pero parece un toque brusco en comparación a la calma general que parece rodear a los otros personajes. Aunque logra ser atrapante cuando empieza a promover su agenda y a atraer cada vez más seguidores a su bando. Porque si hay algo que los verdaderos villanos logran es ser carismáticos y apelar a los puntos débiles de quienes quieren atraer. Y luego tenemos a uno de los personajes que más amor y odio genera en los seguidores de la saga: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore (Jude Law), porque si su nombre no es lo suficientemente complicado, es lo suficientemente poderoso. Y Law logra que con sus manerismos lo identifiquemos con el mago de barba que genera en todos sentimientos encontrados. Porque aquí lo tenemos, una vez más, jugando ajedrez detrás de escena. Pero con una elegancia que es innegable. De todas formas, el corazón del film son Newt, Jacob Kowalski (Dan Fogler), Queenie Goldstein (Alison Sudol) y Tina Goldstein (Katherine Waterston). Personajes que quieren salvar al mundo, ser entendidos y no tener nada que ver en el desastre que se le avecina al mundo mágico. Pero aquí están y es hora de elegir bandos. ¿Qué depara el futuro para Queenie, enamorada de un no-maj con quien no puede casarse porque es ilegal? ¿Para Tina, que fue ascendida a Auror y tiene la orden de cazar y matar a Credence a pesar que no esté de acuerdo con ese accionar? Como dijo Dumbledore alguna vez: “Muy pronto tendrán que elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil”. Y para nuestros personajes, ese momento es ahora. Decisiones son muchas las que trazan la historia de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald. Entre ellas también encontramos a Nagini (Claudia Kim) y a Credence (Ezra Miller). La primera condenada a convertirse en serpiente permanentemente con el paso del tiempo. El segundo perdido y decidido a descubrir quien es, pero lidiando con los intereses que el mundo tiene sobre él. Aunque mucho queda por descubrir sobre el joven mago… (y no digo más porque como se viene diciendo en redes, tenemos que #ProtectTheSecrets). Como es de esperarse cuando la magia está de por medio, el film es colorido y oscuro a la vez. No para un segundo pero es imposible perderse de algo. Y visualmente es hermoso como trajeron a la vida a Inglaterra y París en los años 20. Sin contar que visitamos una vez más Hogwarts y eso, mis amigos, no tiene precio. Aunque no voy a negar que alguna que otra escena puede llegar a marear si no estás preparado. Y como es de esperarse, con Newt de por medio, los animales fantásticos con moneda corriente y ninguno quedará sin salvar o proteger. No mientras Newt “me llevo mejor con los animales que con las personas” Scamander esté cerca. Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald logró lo que contados libros, series y films ha logrado en los últimos años: dejarme con ganas de quedarme sentada en el asiento hasta el año que viene porque no es posible que nos dejen pagando así. Pero lo logró. Y a pesar de que podemos llegar a diferir en el nivel de amor que nos genera el film, es lindo saber que la magia vive. P.D: Va a ser interesante ver la reacción del mundo una vez que se estrene. Ya verán…
El Cascanueces y los Cuatro Reinos: Solo otro bonito film de Disney. Disney reimaginó otro clásico y lo trajo a la pantalla grande para las nuevas generaciones. Todos nos hemos cruzado, en nuestras vidas, con alguna versión de la historia del Cascanueces. Ya sea que hablemos del ballet de Piotr Ilich Chaikovsk o de la novela original de E. T. A. Hoffman, todos hemos escuchado del príncipe convertido en cascanueces por un hechizo. En esta nueva adaptación de Disney, esa historia no aparece por ningún lado. Seguro, la historia tiene magia y mundos fantásticos. Pero del clásico que todos conocemos, no queda mucho. En realidad, casi que lo único en común es el título. Pero eso sería lo de menos si la historia fuera interesante o atrapante, lo cual no ocurre. La escena inicial es intrigante: dos chicos, una adolescente y un chico de unos diez años, que juegan en el ático con una suerte de trampa. Quieren atrapar a un ratón. Y con esto empieza la historia, que nos presenta una familia de cuatro que acaba de perder a la madre y aún no han terminado el duelo. Y, obviamente, el padre y una de las hijas, nuestra protagonista, no se entienden. Ella, Clara Stalhbaum (Mackenzie Foy), es la chica creativa de la trampa para ratones. Que durante una fiesta en la casa de su padrino, Drosselmeyer (Morgan Freeman), descubre otro mundo a través de un portal desconocido por todos. Es en este punto que comenzamos a tener un dejavù. Ya que clara no solo encuentra en un lugar recóndito de la casa un peculiar viejo un pasaje a otro mundo. No. Además, el mundo es un bosque navideño. Que la lleva a una tierra en guerra. Donde ella tiene el título de princesa. En el hay cuatro regentes. Y ella es la única que puede acabar la guerra. ¿Les suena familiar? Dejando de lado que Las Crónicas de Narnia es bastante más profunda y bastante más oscura (especialmente cuando consideramos la escena del sacrificio de Aslan), el film tiene más semejanzas de las que me gustan personalmente. Y no para bien. Sin contar que para esta historia recurren a la tropa cliché “le crees a un personaje pero la historia es al revés“. ¿A qué me refiero? A que le creemos a Sugar Plum su versión de porqué un reino va contra los otros 3 cuando, en realidad, ella es la que alejo a ese reino para que no la arruine. Keira Knightly como Sugar Plum, la reina de la tierra de los dulces, es la interpretación perfecta. Logra que nos empalaguemos solo de escucharla y luego que queramos estrangularla. Ambas cosas son buenas, ya que ese es el objetivo del personaje. Morgan Freeman, por su parte, es Morgan Freeman. ¿Hace falta decir más? Su personaje tiene el simple objetivo de encarrilar a Clara en el camino correcto. Y Clara misma tiene sus momentos, aunque no logra ser un personaje atrapante al 100%. Como verán, no hablé del Cascanueces. En este film, tiene el rol de guardia del puente que da al cuarto reino y su nombre es Capitán Phillip Hoffman (en honor al escritor de la historia que inspiró el ballet). Lo interpreta Jayden Fowora-Knight. Pero hasta ahí llega su participación. La ayuda a Clara a llegar al castillo y a huir de la celda. Eso es casi todo. El cascanueces casi que sólo aparece para que el nombre le quede al film. Ahora, si hablamos netamente del film como film, es simplemente hermoso. Los trajes, a pesar de exagerados, hacen gran honor a lo que se usaría en un Ballet. Y los guiños al ballet son varios: principalmente a través de la obra que los habitantes del reino ponen en escena para Clara (donde la historia cuenta como la madre de Clara, Marie, descubrió los reinos). El ballet lo lleva a cabo Misry Copeland y es simplemente extraordinaria. El castillo es digno de un cuento de hadas, pero con toques mecánicos que acentúan la inventiva que destaca a los personajes (Drosselmeyes, Marie, Clara). Es colorida sin ser abrumadora, con toques de barroco en el estilo y torres que están, obviamente, inspiradas en la Catedral de Moscú. Esto último no es de sorprender, considerando los orígenes del ballet. Dentro de toda, un película entretenida, ya que tiene buen ritmo y mucho que ver, pero no con mucha historia que contar. La trama tiene sentido pero se siente como ver una película que ya hemos visto varias veces y no está ni siquiera en su mejor versión. Es un intento débil de reimaginar un clásico atemporal.
Christopher Robin: Miel y risas para todos. Lo nuevo de Disney nos lleva a re descubrir al osito más goloso del Bosque de los 100 Acres y a todos sus amigos. Winnie The Pooh es uno de los personajes más queridos por los más chicos desde hace varias generaciones. En esta ocasión, el osito tiene una misión muy importante que cumplir: recordarle a Christopher Robin que mucho trabajo y nada de juego nunca es bueno. Esa es la premisa de este nuevo film, que llega a nosotros con ese Título: Christopher Robin – Un Reencuentro Inolvidable. Que nos lleva desde el momento en que Christopher le dice adiós a sus amigos del bosque hasta la actualidad, donde una versión adulta del chico que merodeaba en aventuras junto a sus amigos de peluche, necesita recordar que hay cosas más allá del trabajo. Christopher Robin (Ewan McGregor) es un personaje que se nos puede hacer a todos muy familiar. La vida fue guiando su camino y sus decisiones lo pusieron en una situación muy buena para mantener a su familia. Pero con esto también llegaron responsabilidades que lo llevaron a olvidar que, por más importante que el trabajo sea, no lo puede ser más que la familia o la salud. McGregor se mete en la piel de esta versión adulta del mejor amigo de Winnie Pooh con mucha naturalidad. El cambio de amargado, obsesionado y estresado se da gradualmente y con naturalidad. No es un momento de claridad que genera un cambio abrupto. Es un viaje que te lleva por la emociones de Robin y McGregor sabe traerlas a la vida con la misma calidad que el actor da a la mayoría de sus proyectos. El momento clave es cuando Christopher debe defender a sus amigos de los peligrosos efelantes y para ello (y para convencerlos de que es en verdad Christopher) deberá jugar como lo hacía a los diez años. El film se centra tanto en la actuación de McGregor que bien podría ser un unipersonal. La mayor parte de su tiempo en pantalla, su compañía principal es la de Pooh o alguno de los otros habitantes del bosque de los 100 acres pero eso no quita mérito a ninguno de sus compañeros de elenco. El foco lo comparte luego con su esposa y su hija. Hayley Atwell es Evelyn, la media naranja del adulto Christopher. Ellos empezaron con el meet-cute más clásico y su historia es de amor y compañerismo. Pero ella ve lo que Robin no: se obsesionó con el trabajo y no disfruta ni de la compañía de su familia. La otra co-estrella es Madeline Robin, Bronte Carmichael trae a la vida a la hija de 11 años de Christopher. Es educada, inteligente y extraña a su padre, y que va en camino a convertirse en una adicta al trabajo y es ahí cuando su madre interfiere y la manda a jugar. Lo cómico es que la niña responde que jugará como la mejor, en lugar de ir simplemente a divertirse. El último nombre destacable del elenco es Mark Gatiss como el jefe de Robin, Giles Winslow. El hombre es un heredero con todas las de la ley, en un puesto de mando sin haber hecho nunca algún tipo de trabajo y quien tiene éxito al utilizar el trabajo de Christopher como propio, insistiendo que lo hacen en equipo (lo cuál no es así en lo absoluto). Gatiss logra ser ese ser odioso que todos nos hemos cruzado en algún punto de nuestra vida y que nos irrita a más no poder por el simple hecho de ser él. La belleza visual de la película recae en buena parte en lo minimalista de la misma. Sí, una parte importante ocurre en Londres luego de la guerra. Pero otra muy importante se lleva a cabo en el Bosque de los 100 Acres y es alucinante en su simpleza, realzada con cosas como el clima (soleado, neblinoso, tormentoso). El bosque es casi un personaje más y lo lleva a Robin a descubrir a su niño olvidado mientras lo recorre en busca de sus viejos amigos. El diseño de Winnie y sus compañeros es ideal y no 100% acertado a la vez. Ideal porque parecen de verdad peluches de la época en cuestión. No acertados porque, por ejemplo, Tigger es casi blanco y los colores (excepto por el rojo de Pooh) se pierden un poco y no son tan vivos como uno esperaría. Pero los personajes son tal cual los esperarías y te encariñas con ellos de una. Personalmente, mi favorito es Igor: depresivo con un toque de sarcástico, el burrito se ganó mi corazón. Christopher Robin es un film que se presenta como emotivo y te sorprende con una dulzura y comedia para toda la familia sin desestimar el viaje madurativo que atraviesa su protagonista y sus amigos.
[REVIEW] Mi ex es un espía: Acción y ridiculez. Lo nuevo de Mila Kunis tiene mucho de acción y poco de seriedad… Las películas de espías se han ganado el título de serias en los últimos años. Luego de films como los que pertenecen a la saga de Bourne o las últimas entregas de James Bond, los espías perdieron una cierta magia que había en la hipérbole que las caracterizaba: el villano extra y egocéntrico, el héroe con gadgets inesperados y los autos. En contraposición, recientemente ha surgido una seguidilla de películas que buscan sacarle un poco la seriedad y devolverle esa cualidad de cuasi fantasía que poseían en sus inicios. En este caso, tenemos una mezcla de acción con comedia, más tirando para el lado de la comedia. En este film nos encontramos con Audrey (Mila Kunis), quien básicamente está desencantada con su vida y a quien la acaba de dejar el novio, Drew (Justin Theroux), por mensaje de texto un día antes de su cumpleaños. Es aquí donde entra Morgan (Kate McKinnon), su mejor amiga, que insiste que incendie todas las cosas de su ex y le mensajea a este lo que harán. Una explosión en Europa, una llamada internacional y una fogata después, Audrey se encuntra en una camioneta de la CIA escuchando como su novio era en realidad un espía. Entre idas y venidas, Drew aparece en su departamento, le muestrra algo que ocultó allí y le dice que lo lleve a Viena si el muere (lo que ocurre en la escena siguiente). El resto es historia: una persona sin idea de lo que se necesita para sobrevivir en un mundo de espías, entrando de cabeza en el mismo y no sabiendo en quien confiar más allá de su mejor amiga. La trama clásica de espías se cruza con una comedia sobre amistad y lealtad. Y, como toda comedia de Hollywood, a veces raya en lo ridículo. Pero se mantiene entretenida de principio a fin y sabe burlarse de ellos mismos de a momentos (como cuando a la asesina a sueldo le dicen que su blanco son dos norteamericanas tontas, una rubia y otra morocha, que deberían apareces en su rango de visión y, al buscarlas con la mira de su rifle, se cruza con por lo menos 3 pares que lucen igual, todas haciendo alguna estupidez). Audrey es un personaje con el cual, en sus momentos más normales, es imposible no relacionarse: está indignada por el rompimiento por mensaje de texto, cumple 30 y siente que no logró nada y vive lidiando con las locuras de su mejor amiga. Morgan, por su parte, parece saber exactamente donde está y qué es lo que quiere, incluso en medio de un escape a lo largo de Europa mientras asesinos entrenados intentan matarlas. El complemento a este dúo imparable de amigas lo provee principalmente Sebastian, interpretado por Sam Heughan. Como en toda película donde la frase “no confíes en nadie” se hace presente, Sebastian te deja dudando de sus intenciones una buena parte del film. Pero se vuelve alguien de quien te podés reír y encariñar a medida que se desarrolla la historia. No las opaca y no las menosprecia. No estarán entrenadas, pero le han probado que pueden estar a la altura (si la cantidad de cadáveres que dejaron atrás es un buen indicativo). Por su parte, Drew te genera dudas de principio a fin. Toda la situación es sospechosa y no es hasta el final que podés ver su verdadera cara. Lo cuál lo envuelve en cierto velo de suspenso que es interesante de ver. Y la villana está a la altura de las ridiculeces de nuestras heroínas. Un poco un cliché, Nadedja (Ivanna Sakhno) es la encargada de asesinar a nuestras chicas y lo intenta con mucho estilo y un toque de psicopatía que le queda muy bien. Dejando de lado las actuaciones, las locaciones son espectaculares y nos dan una vista hermosa de Europa a medida que se mueven por ciudades como Viena, Berlín y mucho más. Y no caen en lo básico: un espía en un hotel de lujo. Están huyendo y eso implica pasar desapercibido. Lo que resulta en ellos tres (Audrey, Morgan y Sebastian) compartiendo una habitación en un hostal barato con un viajante europeo gordo, barbudo y buena onda. Lo mismo aplica al vestuario: considerando que son dos actrices que normalmente destacan por su look en pantalla, especialmente Mila, esta vez son dos mujeres huyendo y no se la pasan cambiando de un fashionista outfit a otro, ni están maquilladas a la perfección de principio a fin. Están huyendo y lucen como tal. Mi Ex es un Espía es una comedia un tanto tirada de los pelos pero con bastante humor, que se centra en dos amigas y un ex que deja bastante que desear pero logra su cometido: llevar a las chicas a su próxima gran aventura.
[REVIEW] ¿Quién mató a los Puppets?: Ridiculez absoluta o crítica social. Lo nuevo de Melissa McCarthy tiene una premisa que te deja dudando: ¿La mitad de la sociedad está compuesta de Puppets? Hay veces que nos presentan un film con una idea tan descabellada que es inevitable pensar “¿Están locos? ¿Cómo esto llegó a los cines? ¿Cómo pasó más allá de la etapa de desarrollo?” Ahora, el éxito de esos films depende de que les demos una oportunidad. He visto a más de una persona ir a ver un largometraje que les parecía insólito o ridículo sólo para hacerle la gamba a alguien que pensó ¿Qué es lo peor que puede pasar? Los he visto arrepentirse a más no poder. Y también los he visto llevarse una grata sorpresa. Yo me incluía entre los escépticos. Es imposible que un film que tiene marionetas como miembro del elenco no sea una ridiculez absoluta. Pero como suele suceder con los films donde algún tipo de animación y el formato live action se unen, el éxito depende de la historia. Ahora, vamos un paso a la vez y dejemos un par de puntos en claro. Primero y principal, la historia no es algo nunca antes visto. Por el contrario, retrotrae a las bases de las películas de detectives: un investigador privado, con un pasado truncado en la policía, recibe como cliente a una dama despampanante y luego todo se va al demonio. Sólo que en este caso, el investigador fue el primer puppet policía y luego de que lo despidieran, se creo una política por la cual ninguna marioneta podía ser policía a partir de ese momento. Además de que la femme fatale que le trae el caso con más muertes que él haya visto, es también una puppet a la cual están chantajeando por, acorde con ella, “su voraz apetito sexual“. Estos son dos de nuestro personajes principales, Phil Phillips (Bill Barretta) y Sandra White (Dorien Davies). La historia se desarrolla en su mejor estilo serio. Los personajes, ya sean Phil Phillips o la detective Connie Edwards (Melissa McCarthy), se toman a sí mismos muy en serio. Lo cual va perfecto con el estilo del film, considerando la comedia inherente en el simple hecho de que la mitad de la sociedad está constituida por marionetas. Pero no es para niños. No son los puppets, y no lo es la película, que aprovecha del hecho de que su personaje principal no es humano para ponerlo en situaciones que son, como mínimo, comprometedoras. Escenas que, de ser personajes humanos, no serían ni por asomo tan explicitas como lo son en este film, ya sea que hablemos de la primera escena del crimen, el hecho de que se drogan con azúcar o dulces, o de la escena de sexo en la oficina de Phillips. Lo que me lleva a la pregunta inicial es qué, detrás de toda la broma (en algunos casos barata) y la hilaridad misma que las marionetas presentan, hay una cierta critica a la discriminación en general. Se ve en la forma en que algunos puppets son maltratados, en como se los discrimina en cuestión de trabajos o simplemente en el hecho de que un error creo una política para impedirles ser policías. Aún así, la ridiculez llega a tal nivel que es imponible dudar que es una comedia. El elenco acierta con una Melissa McCarthy seria y elocuente al mismo tiempo, con una buena dosis de hilarante y decidida a logra que, a pesar de todo, te encariñes con su personaje. Por otro lado, tenemos a Maya Rudolph, que interpreta a Bubbles, la vivaz secretaria de Phillips. Ella le organiza la vida y el trabajo, además de ser leal a más no poder. No es difícil darse cuenta de que ya ha visto todo y nada la sorprende. Por último, entra las damas del elenco, tenemos a Elizabeth Banks, la actriz devenida en stripper luego de que el show que la lanzó al estrellato cayera en el olvido y la cuál es ex de Phil. Su rol es poco expresivo y no logra ser un personaje interesante pero está ahí por una razón y logra ese objetivo. Entre los hombres, destaca el agente Campbell, interpretado por Joel McHale. Él llega para arrestar a Phil porque, en su cabeza, no cabe duda que el cometió los homicidios (que incluyen a Larry, el hermano de Phillips) y que no busca otro culpable porque, ¿para qué? Una marioneta lo hizo. McHale logra ser alguien que te da ganas de golpear con mucha naturalidad. Con las ventajas de que el sexo explicito y las depravaciones son expuestas por muñecos, logra poner en pantalla grande algunos temas dudosos. Busca lograr la originalidad, pero termina siendo un poco cliché. En una mezcla bizarra entre un policial y una comedia. ¿Quién mató a los puppets? está lejos de ser una joya, pero logra su cometido: hacerte reír un rato.
Casa Propia: Una película bien cordobesa. Lo nuevo del director Rosendo Ruiz trata el dilema de seguir viviendo en casa a los 40. Cada vez permanecemos más en la casa familiar. Algunos por comodidad, otros por practicidad y otros simplemente por imposibilidad financiera. Esa es la realidad. Los psicólogos incluso le han puesto un nombre a este fenómeno: Síndrome de Nido Lleno. En esta ocasión, el tema se trata desde el punto de vista del hijo, el cuál ya pasó del punto de comodidad y se siente agobiado por su situación actual, a la vez que no puede él mismo decidirse a romper este ciclo. La historia sigue a Alejandro, profesor e secundaria que ama su trabajo, tiene una novia con un hijo que no lo reconoce como pareja y vive en la casa de la familia con su madre, enferma de cáncer de pulmón que sigue fumando. La historia se concentra en esa relación principalmente. Destaca como para Alejandro (Gustavo Almada), la situación es incómoda como mínimo. No es un tipo inculto ni pobre, pero es una persona de clase media y el concepto de irse de la casa lo incomoda económicamente, ya que es él quien se hace cargo del alquiler de la madre. Lo interesante es como lidia él con cada situación en la que se encuentra. No es particularmente apto en su vida social y, fuera de la escuela, se lo ve cansado y casi deprimido. La madre lo hace sentir culpable cuando tiene que ir a trabajar, la hermana -que ayuda- no quiere la responsabilidad de cuidarla a tiempo completo, la novia que no quiere “etiquetar” su relación y que frente a su hijo, con quien él intenta desarrollar una relación sin sobrepasar sus límites, lo trata de amigo. El desarrollo de la trama nos lleva a través de todas sus relaciones mientras busca un departamento propio, lo cual se le dificulta económicamente, como ya hemos mencionado. Visualmente, esos momentos en el departamento contrastan mucho con todos aquellos en casa de su madre o de su novia. Son lugares limpios, vacíos, pintados de blanco. Es imposible no compararlos con nuevos inicios. Mientras que todos los espacios en su casa están abarrotados, ya sea por muebles, papeles, libros. Visualmente, hacen sentir al espectador abrumado. Dan la sensación de que es mucho y no se puede respirar. Por otro lado, tenemos al personaje de Marta (Irene Gonet). A Marta la conocemos mejor como la madre. Y sabe meterse en la piel del personaje. De a momentos es inevitable pensar: “pobre mujer”. Se ve cansada, abatida y solitaria y es imposible no sentir empatía con ella cuando el doctor la diagnostica. Pero luego, la vemos pidiéndole a él que no vaya a trabajar, que prefiere que la cuide él y no la hija, que la hija tiene su propia familia y él no, y te sentís frustrado con ella. Después de todo, eso te hace sentir que lo que el hijo ha logrado en su vida no vale y ella lo desvaloriza constantemente. Narrativamente, es una película bien desarrollada. Rítmicamente, no tanto. No logra ser atrapante y es una lástima, ya que la temática es interesante y actualizada pero de a momentos se torna aburrida. Rosendo Ruiz busca hacer un análisis de por qué Alejandro es como es y lo logra. Lo que no logra es hacerlo de una forma entretenida. No digo que deba ser una comedia, pero los dramas se basan en el desarrollo de la emoción, y aquí fallan en ese objetivo. Lo que siente el protagonista no se transmite y termina quitándole vida al film. Una pena.
El Amor Menos Pensado: las vueltas que da la vida. La nueva película de Ricardo Darín y Mercedes Morán nos invita a compartir este momento tan particular de las relaciones de pareja. El matrimonio, ese mítico contrato social que nos une a otra persona por el resto de nuestra vida. En teoría, entramos a él felices y enamorados. ¿Estar juntos por costumbre y cariño o buscar el enamoramiento otra vez? ¿Tedio o cariño? En El Amor Menos Pensado tenemos a Marcos (Ricardo Darín) y Ana (Mercedes Morán), cuyo hijo Luciano (Andrés Gil) acaba de irse a vivir y estudiar a España y los ha dejado solos por primera vez en 20 años. La trama se desarrolla a través de una pregunta que se hacen ambos: ¿seguís enamorado/a de mí? Cuando la respuesta es no, las cosas cambian. Después de todo, todavía están a tiempo de enamorarse otra vez, ¿no? El punto es que ellos en ningún momento se pelean. El típico divorcio lleno de veneno por dicha o cual razón acá no existe. Simplemente la aceptación de que el enamoramiento pasó y quizá deban buscarlo en otro lado. Estuvieron 25 años juntos pero el tedio hace mella en su relación y se separan. La trama parte de la crisis que surge del nido vacío. Comienza con Ana preguntándose ¿y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente gran momento de nuestras vidas? Es irónico de a momentos porque, cuando los vas comparando con toda la gente a su alrededor, son los más centrados y estables. Pero quizá ese es el problema: el tedio, la rutina. Así que, en un momento de honestidad, ponen las cartas y la mesa y tomas una decisión: separarse. Eso es lo que vemos: como llegan a esa es punto, cómo los afecta y qué decisiones van guiando su accionar. Es interesante y te genera una sensación de empatía, porque entendés la motivación detrás de cada acción. Y la narración se completa con los amigos, que tienen sus mambos y los vas viviendo desde el punto de vista de un amigo. El mejor amigo de él, interpretado por Luis Rubio, engaña a la esposa hace años y el personaje de Darín no entiende porqué simplemente no cortar con una y estar con la otra. Por este lado, se nos presenta un personaje que quiere las dos caras de la moneda, según sus propias palabras: la constancia que tiene con Lili (Claudia Fontán) y la relación netamente carnal que tiene con Anabela (la amante que nunca vemos). Eventualmente, todo explota y los que recogen los pedazos son Marcos y Ana. Lili, interpretada por Claudia Fontán, es la amiga indiscutible de Ana, que la escucha, la alienta e, incluso, no la entiende a veces. Y en el momento de su propia separación, es tan cruda como real. El elenco, cada uno en su punto de vista (que a vecen se sienten un poco extra pero sin ser demasiado), logran complementarse en la narración. Ninguna historia se siente forzada o demás. Cada pedacito que vamos viendo ayuda a ir armando el panorama completo y, cuando llegamos al final, se siente como lo correcto. Juan Minujín como el seductor pretencioso está impecable: es arrogante, señorial y exhibicionista, una combinación bastante particular pero hilarante. Algo similar ocurre con el papel de Andrea Politti, la primera cita por Tinder de Marcos, que es altamente sexual y confiada, además de un toque rara, y que genera una situación emocionante que termina antes de empezar con más de una carcajada. Pero el centro, que nunca se pierde son ellos: ellos y su relación, ellos y su separación, ellos y su hijo, ello y sus nuevas parejas, ellos y sus revelaciones de sí mismos. Darín y Morán le dan forma a esta película y lo hacen con el estilo y el talento que los destaca. Llevan el film a cuestas, ya que sus personajes son los que hilan la historia y no fallan.