Nada para ver, salvo pectorales y abdominales marcados A esta altura creo que es justo indicar que Steven Soderbergh ha sido un cineasta sobrevalorado por la crítica. Sorprendió en 1989 con un film pequeño llamado Sexo, mentiras y video que, si bien era muy interesante, basó un poco su éxito en su temática "polémica". Su cúspide como realizador tuvo lugar en al año 2000 cuando estrenó Erin Brokovich y Traffic. Ambas películas lograron reconocimiento de la crítica y cosecharon decenas de premios. Pero a la distancia hay que decir que se trata de dos filmes menores. La primera es una falsa película de denuncia, en la línea de la muy superior Una acción civil, que servía más que nada como un vehículo para que su estrella, Julia Roberts, ganase el Oscar que finalmente obtuvo. Traffic, por su parte, era una mosaico sobre el mundo de la droga que, si bien tenía aciertos a nivel de dirección, terminaba siendo una película moralista y discriminatoria. Luego Soderbergh conoció a George Clooney e inició una exitosa dupla, donde destaca la saga de Ocean's eleven, filmes entretenidos pero no mucho más. Ahora llega Magic Mike, película que desconcierta un poco dentro de la filmografía de Soderbergh, aunque sigue el bajo vuelo artístico de su obra previa. Magic Mike adentra al espectador, no de manera muy exhaustiva, en el mundo del strip tease masculino. Se inicia cuando Adam, un joven de 19 años sin rumbo en la vida, conoce a Mike (Channing Tatum), un tipo que se dedica a colocar techos. Pronto, de casualidad, descubrirá que Mike tiene otra ocupación: es stripper en un club nocturno. Y, por esas cosas de los guiones, Mike introducirá al joven en el mundo del strip masculino. Así conocemos a Dallas, el dueño del club interpretado por Matthew McConaughey. Es un rol ideal para él, que le permite mostrar su personalidad y solvencia interpretativa y, más que nunca, su cuerpo torneado. También conocemos a la troupe de strippers, aunque estén casi de decorado. Todo gira en torno de Mike, Adam y Dallas. La peli tiene un comienzo promisorio, a la Boogie Nights, que tiene el atractivo típico que se da cuando se introduce al espectador a un sub mundo desconocido y seductor. Pero el atractivo va bajando a medida que avanza la historia, que muestra cómo Mike busca abrirse de la actividad para dedicarse a un emprendimiento personal, al tiempo que el Kid se mete cada vez más en ese mundo, cayendo en un par de actividades que lo complican a él y a Mike. Simultáneamente, Mike conoce y siente atracción por Brooke, la sobreprotectora hermana mayor de Kid. La historia, aparentemente, tiene algo de fundamento en la propia vida de Tatum (ex stripper en la vida real), quien se muestra muy convincente no sólo como stripper sino en su interpretación. En conclusión, un film que arranca bien pero termina siendo una propuesta menor y que, incluso, muestra cierta moralina, no nueva en Soderbergh. Poco para ver, salvo por los muchachos en zunga.
El niño Quentin nuevamente nos invita a jugar Django unchained está lejos de lo mejor de Tarantino. En lo personal la ubico un escalón por debajo de Bastardos sin gloria, su film anterior. Habiendo dicho esto, igualmente, debo aclarar que un Quentin a media máquina sigue estando por encima de la mayoría de los realizadores actuales. Es un cineasta que sigue jugando con los géneros y las convenciones del cine. Que sigue arriesgando y filmando lo que quiere. Y que ofrece esos momentos únicos que nos hacen recordar lo genial que puede ser el cine. Que Tarantino es un fanático de los spaghetti westerns ya lo sabíamos. Su admiración por la obra de Sergio Leone y afines fue explicitada por él públicamente y luego fue plasmada en sus filmes, aplicando elementos de este sub género en Kill Bill y Bastardos sin gloria. Ahora, finalmente, Quentin se despachó con este pseudo homenaje a los spaghetti western (la conexión realmente sólo está dada por el nombre del film). En realidad lo que Quentin entrega es un western fiel a su estilo: libre en su interpretación de la historia, políticamente incorrecto, exageradamente sangriento, con grandes actuaciones, momentos brillantes y lleno de excesos y caprichos. Tarantino utiliza una vez más al genial Christoph Waltz, dándole un rol más protagónico y querible que en Bastardos... El Dr. Schultz es un caza recompensas que en pos de capturar a los hermanos Brittle, unos forajidos buscados por la ley, se vale de Django, un esclavo que los conoce físicamente, para encontrarlos. A partir de allí se formara la típica pareja despareja, un cliché del cual Tarantino se vale pero que explota en formas originales. Django, por su lado, tiene su propia agenda: reencontrarse con su esposa, una esclava de la cual fue separado tiempo atrás. Hasta ahí, los motores iniciales de la historia. El resto no lo pienso contar. El placer de las películas de Tarantino no está tanto en lo que cuenta sino en cómo lo hace. Una vez más, los diálogos son fundamentales (aunque no brillan tanto como en Bastardos). Y también las actuaciones. Además del gran Waltz se destaca Leonardo DiCaprio, con su detestable Calvin Candie, un terrateniente que compra esclavos para ganar dinero en las peleas de mandingos. Es una creación que vuelve a demostrar que DiCaprio es un actor cada vez más completo. En medio de estos poderosos personajes Foxx entrega un Django en un registro menor, tal vez demasiado por momentos. Aunque al tratarse de un esclavo oprimido desde su nacimiento el tono apocado tiene razón de ser. Por último, hay que destacar la presencia de Samuel Jackson en el tramo final del filme. Su Stephen, un esclavo racista que actúa como una especie de mayordomo y asesor personal de Candie, es el personaje más revulsivo y polémico de la película. Los cameos y apariciones están a la orden del día (el propio QT se reserva un pequeño rol que sólo sirve como innecesaria distracción). Y es justo mencionar a Don Johnson como el pintoresco Big Daddy, un típico sureño adinerado que acumula esclavas como si fuera un harén. En mi opinión el film flaquea en su parte final, extendiéndose más de la cuenta (dura 165 minutos) y perdiendo el pulso narrativo. Pero como dije, un Tarantino con fallas es mejor que la mayoría. Y nos sigue regalando momentos cinematográficos incomparables. Se trata de un director al que apelativos como transgresor, provocador y polémico no le caben como simples lugares comunes, sino como explicaciones cabales de su arte. A seguir disfrutándolo.
Pocas veces (por no decir que casi nunca) una superproducción hollywoodense ha sido capaz de incentivar nuestro intelecto y remover nuestra conciencia y nuestras creencias como lo ha hecho Christopher Nolan con su notable trilogía de Batman. Con sus personajes conflictuados (y conflictivos) y su visión pesimista de la especie humana y de las estructuras socio-políticas, hay en estas películas más elementos dramáticos, no sólo que en cualquier comic, sino que en la mayoría de los filmes actuales (al menos del mainstream). The Dark Knight Rises retoma la acción ocho años después del final de la película anterior. Bruce Wayne permanece recluido en su mansión alejado del ojo público, como una especie de Howard Hughes, luego de haber decidido que Batman se adjudicara los asesinatos cometidos por Harvey Dent. La ausencia del encapotado, un fugitivo para la ley, no es un problema para Ciudad Gótica ya que el crimen organizado fue desmembrado gracias al accionar conjunto de Dent, Batman y el comisionado Gordon. Pero, como es de esperarse, la paz nunca es duradera en el mundo de los comics (de hecho, en ningún mundo). Un nuevo villano, Bane, empieza a emerger desde la oscuridad. Una oscuridad que amenazará con acabar finalmente no sólo con Batman, sino con toda Ciudad Gótica. A la par de este personaje aparece en la vida de Wayne una misteriosa ladrona, Selina Kyle (que si bien sabemos que es Gatúbela, en el film nunca se la menciona así). Esta engañosa mujer, que capta rápidamente la atención del millonario, posee una doble moral que la convierte en un peligro permanente. Pero será Bane quien pondrá a Batman y a toda la ciudad de rodillas. Rises es una de las películas más esperadas de los últimos años. The Dark Knight tuvo un impacto tan grande y generó tantas expectativas que la posibilidad de sentir desilusión ante esta entrega es grande. Y seguramente muchos sientan que esta película esté algún escalon por debajo. Pero lo cierto es que Nolan tomó grandes riesgos en pos de ser consecuente con el universo creado en las dos entregas previas. Y en pos de mantener el tono sombrío y solemne de sus personajes. Y realmente hay que decir que la trilogía, y este film en particular, son un triunfo en muchos sentidos. El problema mayor del film, de antemano, era la ausencia de un villano a la altura del Guasón interpretado por Heath Ledger. El fallecido actor australiano logró una creación inolvidable que colocó la vara a un nivel muy alto. En este caso, el problema se acentúa porque Bane, el villano de turno, es un personaje oscuro que tiene su cara tapada permanentemente por una máscara. Así que el carisma y la atracción que generaba el Guasón ciertamente no están. Pero Nolan introduce un villano que es doblemente temible. Es un personaje con muchas variantes y matices interesantes (su existencia está íntimamente relacionada a la Liga de las Sombras). Hay que destacar la entrega física de Tom Hardy, quien ganó kilos de musculatura para dar vida a una figura brutal no sólo por su fuerza, sino por su inclemencia. Y cuyo discurso generará incomodidad en más de uno. El film, como los anteriores, es de una solemnidad férrea. Pero el peso dramático de la historia imponía que el tono sea el aquí elegido. De todas formas, hay un par de guiños y momentos levemente humorísticos (la aparición de un personaje de una entrega anterior, por ejemplo). Pero como dije esta es una película dramática disfrazada de comic. De hecho, las escenas de acción son muy escasas (al igual que en Dark Knight hay una gran secuencia al comienzo) y el personaje de Batman como tal aparece en contadas ocaciones. Es mucho más lo que vemos de Bruce Wayne que de su alter ego. En el apartado de las actuaciones el nivel es uniformemente excelente. Christian Bale ya ha demostrado que lo suyo no es el carisma. No sólo aquí sino en todas sus películas este muy buen actor genera cierta distancia, haciendo difícil a veces identificarse fácilmente con él. Igualmente, en toda la trilogía ha transmitido con aplomo la integridad, la solemnidad y el sufrimiento propios de un personaje tan conflictuado. Por parte se luce también el gran Gary Oldman, gracias a que aquí su Jim Gordon posee un rol importante y de peso. Y desde ya que Caine y Freeman, con sus pequeños aportes, no hacen más que sumar calidad. De las nuevas caras, Anne Hathaway transmite toda la sensualidad y la ambigüedad de su Selina, un personaje sexy que a la vez parece fuerte y vulnerable. Cabe destacar también a Blake, un ascendente policía interpretado por el excelente Joseph Gordon-Levitt y Miranda Tate, una integrante de Wayne Enterprises que apoya un proyecto de un generador de energía sustentable, interpretado por Marion Cotillard. En conclusión El Caballero de la Noche Asciende es un film que deja mucha tela para cortar. Es una superproducción que no tiene miedo de incomodar a su audiencia, de hacerla pensar. Los dilemas morales de varios de sus personajes y la bajada de línea contra el capitalismo son sólo algunos de los aspectos que dan para el análisis. Su ambigüedad ha llevado a que algunos tilden al film de fascista mientras que otros de lo contrario. Pero lo mejor es que cada uno descubra todo lo que la peli tiene para ofrecer. Lo fundamental es que estamos en presencia de algo casi milagroso: un tanque hollywoodense que se atreve a confiar en la inteligencia de su audiencia. En confiar en que no es necesario el 3D para llenar salas. Sólo es necesario talento. Y Christopher Nolan he terminado de demostrar que lo tiene y en dosis enormes. A disfrutarlo.
David Fincher lo hizo de nuevo. Al igual que con Fight Club una década atrás, logra nuevamente con Social Network un film que retrata fielmente a la sociedad de su momento. Un film que dentro de muchos años será de visión indispensable para quienes estudien la época que estamos atravesando. Mientras aquella oscura película cargaba sus tintas sobre la sociedad consumista norteamericana de los 90, ésta aborda la revolución tecnológica y social que está teniendo lugar a nivel mundial, y de la que aun desconocemos sus alcances definitivos. La peli muestra cómo se inició el fenómeno Facebook. Cómo su creador, Mark Zuckerberg, empezó el proyecto casi como una broma universitaria (y por despecho). Y cómo de a poco eso que fue una travesura se fue convirtiendo en uno de los fenómenos sociales y económicos más destacados de la última década. La dirección de Fincher es brillante, logrando un ritmo vertiginoso y una línea narrativa clara y comprensible, más teniendo en cuenta la complejidad de muchos de los elementos en juego. La peli se desarrolla a partir de los litigios que tienen lugar contra Zuckerberg, ya multimillonario, por parte de Eduardo Saverin, su ex mejor amigo y socio inicial (excelente Andrew Garfield); y por parte de los gemelos Wynklevoss, quienes acusaban a Zuckerberg de haber robado una idea original de ellos. A partir de allí, la peli va y viene en el tiempo. Pero lo hace con una fluidez extraordinaria, jamás confundiendo ni aturdiendo al espectador. El guión, a cargo de Aaron Sorkin, es uno de esos trabajos que parecen reunirlo todo (claridad en su premisa, personajes interesantes, diálogos brillantes, observaciones profundas, ironía). Las actuaciones son de una excelencia uniforme. Si bien lo de Jesse Eisenberg no dista mucho del joven introvertido, errático e inteligente que ha interpretado en el pasado (The Squid and the whale, Adventureland, Zombieland) en este caso encontró el papel de su vida: cada gesto y mirada retraída transmiten a la perfección la naturaleza de un personaje al cual es muy difícil querer. Porque además de ensimismado, el muchacho es arrogante. Y se esfuerza demasiado por demostrarlo. Sorprende también Justin Timberlake, muy efectivo en el papel de Sean Parker, el carismático creador de Napster que encandiló a Zuckerberg y se sumó a sus huestes. En realidad, no hay ninguna actuación en este elenco de mayormente desconocidos que no sea digna de mención. Lo más destacable del film, de todas formas, es que va mucho más allá de la anécdota en sí. La historia, por más que de antemano le pueda parecer lejana y poco interesante a muchos, es de lo más universal y accesible. Nos habla de la necesidad que tenemos de comunicarnos. De la forma que sea. De la necesidad de afecto. De como el hombre más rico del mundo puede ser también el más solitario (sin importar cuantos "amigos" tenga en Internet). Y de que, en definitiva, casi todo lo que hacemos en nuestra vida es para llamar la atención de los demás. La escena final de este brillante film da testimonio de esto.
Como gancho, en especial para aquellos que tenemos más de 30 años, la propuesta tenía un innegable valor emotivo. Más allá de lo que uno piense sobre las cualidades de Stallone como actor y realizador, el anunciado regreso de Sly a la acción que tantos réditos le había dado en los años 80 nos generaba cierta cosquilla. Sin dudas, la buena recepción (tanto de crítica como de público) que sus nuevas entregas de Rocky y Rambo obtuvieron, le dieron el empuje para encarar esta propuesta. Pero Sylvester no supo aprovechar la oportunidad, y tiró la pelota afuera. The Expendables muestra el accionar de un grupo de mercenarios norteamericanos (todos ex militares) que se dedica a misiones imposibles para cualquier mortal, salvo para ellos. Un día, les asignan una misión en una típica republiqueta centroamericana. Allí conocen a una mujer cuya fuerza de voluntad y valentía llevan al líder del grupo (Stallone) a meterse de lleno contra quienes ostentan el poder en el lugar (entre ellos, un muy malísimo norteamericano interpretado por Eric Roberts). La peli es, como era de esperarse, un compendio de lugares comunes. Pero Stallone no logró imprimirle el tono irónico necesario para que funcione. Simplemente armó un film con un guion muy básico, y un par de escenas de acción poco memorables. Así, la peli queda a mitad de camino entre el homenaje, la acción y la "buddy movie". Creo que el peor pecado de la peli es no ser divertida. Salvo un par de guiños (los cameos de Schwarzenegger y Bruce Willis; la relación entre Stallone y Jason Statham; algún chiste sobre Jet Li), el film no ofrece mucho humor. Y las escenas de acción, como dije, no aportan mucho. Con un desarrollo de los personajes muy superficial, todo queda en la pose de súper macho. Aunque tampoco se podía esperar mucho desarrollo de este elenco (a menos que alguien esperase algo de Dolph Lundgren). El único actor de real relieve, Mickey Rourke, también cae preso de la superficialidad, aunque al menos Stallone le entregó el único monólogo de la película. En fin, una oportunidad desperdiciada. Para segundas vueltas de héroes de acción de los 80, recomiendo mirar JCVD, la muy inteligente propuesta con la que Van Damme sorprendió el año pasado. The expendables la recomiendo sólo para un domingo de lluvia, y sin fútbol.
Con Inception el realizador inglés Christopher Nolan se gana un lugar entre los grandes directores de la última década. Con una filmografía más que sólida que había arrancado con Memento y llegaba hasta la excelente The Dark Knight, Nolan consigue ahora con esta película su obra más personal y original, una que sin dudas marca un punto alto no sólo dentro de la ciencia ficción sino dentro del cine en general. DiCaprio es Cobb, un especialista en penetrar en los sueños de las personas y extraerles ideas y conocimientos. En realidad, esto lo realiza mediante un artilugio tecnológico que le permite a cualquiera ingresar en la mente humana, sólo que Cobb es el mejor en lo suyo. Un día, es contratado por el empresario Saito (el excelente Ken Watanabe) para hacer lo contrario a lo que habitualmente hace: debe ingresar en los sueños de una persona, pero para insertarle una idea nueva. Se trata de Robert Fischer Jr. (Cillian Murphy) un joven empresario que está por heredar la compañía de su padre, a la cual Saíto quiere ver arruinada. Lo que sigue, es la forma en la que Cobb y su equipo de colaboradores arman y ejecutan el plan para realizar el trabajo. Inception es una gran película. Una que bucea en territorios nuevos aunque en gran parte esté planteada como una clásica película de robos (nada más que en lugar de una bóbeda aquí se acceda a la mente humana). Como toda película de ciencia ficción requiere de una condición esencial: que nos creamos todo lo que nos cuentan. Desde al vamos es una historia fantasiosa, pero si "compramos" la premisa, es todo ganancia para nosotros. Nolan (también autor del guión) nos entrega una historia que, dentro de su propia lógica, cierra por todos lados. Otra condición que debemos cumplir como espectadores es prestar debida atención a todo lo que se nos cuenta, para entender los mecanismos que impulsan la trama. Si hay que buscar un punto de comparación con otra película lo primero que aparece en mente es Matrix, con su manejo de realidades paralelas. Pero Nolan lleva su film dos, tres o cuatro pasos más allá. Sus protagonistas navegan en sueños, dentro de sueños, dentro de sueños. Cuando llega el climax del film, la forma en la que Nolan orquesta los distintos niveles de realidad (o fantasía) es una maravilla. Un prodigio de la narrativa fílmica. Con un Di Caprio que está cada vez más solvente como interprete (aquí su personaje es un fugitivo que vive un drama personal/psicológico que complica bastante su labor profesional) y un elenco sobresaliente, Nolan logra que en medio de tanta imaginación y tecnología haya lugar también para la emoción, con una historia que aborda conceptos como la pérdida, la reconciliación y la redención. Y se consagra dentro de esa reducida elite de realizadores (Kubrick, Spielberg, Cameron) que consiguen insertar ideas originales y conceptos de carácter bien personal dentro de una súperproducción. En un mundo lleno de remakes, secuelas y cine prefabricado, esto es algo que hay que festejar y disfrutar. Una película destinada a ser un clásico.
Sosa es un abogado de accidentes de tránsito; Luján es una médica que por las noches recorre la ciudad en ambulancia asistiendo a víctimas de accidentes. En medio de un ambiente sombrío, lleno de desesperanza y corrupción, inician una relación difícil y con destino incierto. Las “relaciones peligrosas” que Sosa ha sabido conseguir pondrán en riesgo no sólo su romance, sino la vida de ambos. Es saludable contar en Argentina con realizadores como Pablo Trapero, un tipo que a esta altura posee sobre sus espaldas un cuerpo de trabajo que lo ubica entre los directores más destacados y confiables de nuestro medio. Desde aquella Mundo Grúa (1999) hasta la actualidad, Trapero ha demostrado un crecimiento y una evolución permanentes, escapándose de esa generación de cineastas argentinos que basaban su propuesta en la sencillez pero que demostraban muchas veces no tener mucho para contar. Trapero logra con Carancho un film con gran nervio, valiéndose para esto de una permanente cámara en mano. Y si bien la estética termina siendo muy natural, lo cierto es que se nota un trabajo muy importante de puesta en escena. Hay largas tomas sin cortes de edición que, evidentemente, son el producto de una detallada planificación. Más allá de las diferencias entre los dos filmes, un par de tomas continuas me hicieron acordar a Niños del Hombre, tanto por el uso de la cámara en mano como por el realismo que transmiten. Darín aporta su habitual solvencia, en un papel ya característico en su carrera: el de un tipo esencialmente bueno pero al que la vida y el entorno lo han ido llevando hacia el lado oscuro. Martina Gusmán también cumple una buena labor, aunque su estilo de actuación (acorde al del director, quien es a la vez su esposo) tiene un perfil más bajo que el de Darín, por lo que a veces su figura empalidece al lado de la de él. A nivel “revelatorio” la peli no aporta mucho, ya que el submundo de las ambulancias, los accidentes y la noche han sido bastante cubiertos por variados programas de televisión en los últimos años (E24, Policías en acción, etc). Pero sí utiliza de manera eficaz ese universo al servicio de la historia de sus protagonistas. Una película muy recomendable. Eso sí, oscura y deprimente. Pero muy bien hecha, que es lo que en definitiva importa.
Hay películas a las que es injusto etiquetar o incluir dentro de un género. La sueca Let the right one in (título en inglés con el que se comercializó mundialmente) es un claro ejemplo. Porque si habláramos de ella simplemente como "una de vampiros" no sólo estaríamos dando un indicador muy vago sobre la trama, sino que estaríamos dejando de lado sus aspectos más importantes. Oskar es un chico de 12 años, solitario y retraído, blanco favorito del grupo de compañeros pendencieros del colegio. Hijo de padres separados, vive con su madre en un frío complejo de edificios. Un día (o una noche, mejor dicho) llega a su barrio Elin, una enigmática chica de la cual paulatinamente se va haciendo amigo. La niña en cuestión resulta ser un vampiro, pero su existencia no es muy diferente de la de Oskar. Ambos son seres que se sienten extraños en medio del mundo que les toca vivir. Y que sufren por ello. Así, irán formando un inusual vínculo, dándose fuerzas mutuamente para salir adelante. Como dije, sería engañoso enmarcar a este film dentro del subgénero de vampiros. Incluso sería erróneo considerarlo dentro del género de terror. Su tema central es la soledad, y la posibilidad de encontrar a alguien que nos haga sentir queridos. Que nos haga sentir "humanos", paradójicamente. No importa que sean chicos de 12 años, y que uno sea un vampiro. Eso es casi secundario. De hecho, y si bien la película tiene unos climas formidables, es difícil que el espectador sienta miedo en algún momento. Lo que predomina en la cinta es un sentimiento de melancolía y soledad. El ritmo del film es moroso. Así que aquellos que busquen algo en la línea de Crepúsculo, se van a aburrir de lo lindo. Creo que su estreno local intentó un poco subirse a la estela de Nueva Luna, aunque dada la sideral diferencia entre ambas propuestas cinematográficas, se trató de una estrategia con un basamento meramente comercial. Este film está a años luz de esos adolescentes de póster. Es una historia de personajes oscuros, sin carisma ni atractivos físicos. Pero con alma... Por suerte, hay películas para las que la palabra marketing no entra en la ecuación.
The fourth kind aborda la temática de las abducciones extraterrestres. Y si bien lo hace desde un costado interesante, que bucea en el drama vivido por aquellos que sufren estas supuestas experiencias, el estilo y la forma elegidos para contarlo no lograron en mí ningún impacto, y toda la experiencia me resultó más aburrida que aterradora. La peli cuenta lo sucedido a la dra. Tyler, una psicóloga investigadora que acaba de sufrir la muerte de su esposo (también investigador) y que descubre de a poco que algo extraño está sucediento con algunos habitantes de Nome, pequeño poblado de Alaska. Extrañas visiones nocturnas compartidas por varios pacientes le irán dando la pauta de que el tema va más allá de la mera psiquis, y también irá entendiendo que lo sucedido la involucra mucho más de lo que creía. O de lo que querría. El cuarto tipo es un film ¿de terror, de ciencia ficción, dramático, de investigación? Es una mezcla, en realidad... Es un film que se vale de ese recurso tan habitual hoy en día de usar supuestas filmaciones reales para dar veracidad a lo sucedido. La diferencia en este caso con películas como Blairwitch, Rec o Actividad paranormal es que ésta se presenta como una investigación que combina dramatizaciones sobre los sucesos (con Milla Jovovich como la protagonista) con supuestas entrevistas, filmaciones y audios reales. Por ejemplo, en varios momentos la pantalla está dividida y vemos, simultáneamente, la escena actuada y las filmaciones en video (supuestamente reales) tomadas por la investigadora. En mi caso, este estilo no funcionó. De hecho, me recordó a esos programas que dan canales como Infinito y Discovery. Sólo que durando más de una hora y media. Y el suspenso que me generó fue mínimo. Cualquier capítulo de los Expedientes X lo supera ampliamente en ese sentido. El cuarto tipo es un film ¿de terror, de ciencia ficción, dramático, de investigación? Es una mezcla, en realidad... Es un film que se vale de ese recurso tan habitual hoy en día de usar supuestas filmaciones reales para dar veracidad a lo sucedido. La diferencia en este caso con películas como Blairwitch, Rec o Actividad paranormal es que ésta se presenta como una investigación que combina dramatizaciones sobre los sucesos (con Milla Jovovich como la protagonista) con supuestas entrevistas, filmaciones y audios reales. Por ejemplo, en varios momentos la pantalla está dividida y vemos, simultáneamente, la escena actuada y las filmaciones en video (supuestamente reales) tomadas por la investigadora. En mi caso, este estilo no funcionó. De hecho, me recordó a esos programas que dan canales como Infinito y Discovery. Sólo que durando más de una hora y media. Y el suspenso que me generó fue mínimo. Cualquier capítulo de los Expedientes X lo supera ampliamente en ese sentido.
Es oportuno hablar de esta película justo después de Crazy heart, porque la comparación es más que pertinente. Mientras que aquella se destaca por su naturalidad y realismo, ésta lo hace por su historia forzada, edulcorada y poco creíble. Algo realmente irónico, pensando en que está basada en una historia real. The blind side cuenta la historia de Michael Oher, un joven negro de orígenes muy humildes que llega a un colegio privado gracias a sus capacidades deportivas. Con un físico de grandes proporciones, Michael es un chico extremadamente introvertido, con aparentes pocas luces, al que todos miran como un bicho raro. Pero todo cambia cuando Leigh Anne Tuohy, una mujer de clase acomodada y madre de dos alumnos del mismo colegio, al darse cuenta que Big Mike (tal como todos le dicen) no tiene dónde dormir, lo invita a quedarse en su casa. Lo que sigue, es la historia de cómo esta mujer tomó a este joven bajo su tutela, integrándolo a su familia y ayudándolo a progresar en su carrera deportiva. Tengo que decir que en ningún momento la historia logró atraparme. Me pareció que su desarrollo es lento y sus personajes poco interesantes. La forma en que esta mujer adoptó a este chico, y la manera en que su familia lo aceptó, me pareció muy artificial. Que todo esto esté basado en una historia real no significa que el film sea necesariamente realista... Como dije, todo me sonó muy calculado, muy prefabricado. Ahora vamos a lo más publicitado de esta película, que es la actuación de Sandra Bullock. Es cierto que como Leigh Anne, la testadura y llamativa sureña de clase alta, Bullock logra un buen trabajo que sale de su registro habitual. Pero no es más que eso: un change of pace, como dicen los yanquis. O sea, es una performance interesante y distinta para alguien como Sandra Bullock, pero no me pareció digna de un Oscar, realmente. No puedo dejar de emparentar este premio con el otorgado a Julia Roberts por Erin Brokovich, otra actuación que fue exageradamente laureada. En el caso de Blind side también ocurre que el elenco que rodea a Bullock tiene el carisma de una babosa, lo cual la hace destacarse más. Comenzando por el novato Quinton Aaron como Michael (ok, el personaje es así, pero eso no quita que no sea un embole mirarlo), y pasando por el cantante country Tim McGraw en el papel del acaudalado esposo de Leigh Anne. En fin. La verdad que no tengo mucho más que decir de esta película que, queda claro, me gusto muy poco. Está todo bien con las historia de vida y superación personal, pero cuando los hilos se ven mucho, se pierde un poco la gracia.