Federico J. Palma es cineasta, docente, investigador y el autor de Exilio de Malvinas, una película que cuenta el desarraigo de tres ciudadanos malvinenses que se vieron obligados a dejar las islas por diferencias irreconciliables con el poder británico. Palma habló con Proyector Fantasma sobre la experiencia de filmar en las islas y de su interés por hacer una película sobre Malvinas que se estrenó este jueves en cines. Mientras Federico Palma filmaba Piratas, Pastores, Inversores (2011), una serie documental sobre la presencia británica en la Patagonia -que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine Político 2012- se intensificó aún más su pasión por la Patagonia y las Islas Malvinas se revelaron como un nuevo desafío a desentrañar. Ahí había historias que despertaban su interés. Historias con las que Federico se había vinculado en algún momento de su vida y creyó que merecían ser contadas. “Me habían quedado las ganas de hacer algo más puntual sobre Malvinas, y más específicamente sobre los “kelpers””, cuenta este director, docente e investigador nacido en Buenos Aires, pero barilochense por elección, que entrecomilla el término -Kelper- porque entiende que hablar de malvinenses o Kelpers no es sino la continuación de lucha política en el plano del discurso. Luego de varios proyectos donde la temática de la identidad subyace como un eje fundamental, Escondidos al Oeste del Pichi Leufu(2010), Piratas, Pastores, Inversores (2011), Exilio de Malvinas- estrenada esta semana- narra la historia de vida de tres hombres que no temieron en levantar la voz para dar a conocer su posición frente al poder imperante y forjaron su propio destino luego de verse obligados a dejar las Islas para reivindicar lo que ellos creen en cada caso: la conciencia de la historia, la lucha por la identidad y la conservación de la naturaleza. Filmada íntegramente en las Islas, el documental cuenta con rigor y emotividad testimonios de desarraigo de ciudadanos que tomaron la dura decisión del exilio y se radicaron en Argentina. Lo hace problematizando el concepto de ciudadanía, indagando en los matices pluriculturales de las islas y en los vestigios de la historia que dejó una lucha que continua hasta hoy. “De todas las películas posibles, fueron surgiendo con fuerza estas historias y al ponerlas juntas ofrecían una verdadera composición de miradas y experiencias sobre un mismo fenómeno: la vida bajo el colonialismo británico en las Islas Malvinas”, afirma Palma, egresado de la Carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA que se centró en las historias de vida de Alejandro Betts, James Peck y Mike Bingham, ejemplos de coraje y valentía por ser fiel a las convicciones y no renunciar a ellas más allá del contexto político, social y familiar que implicó el desapego de lo que hasta ese momento era su lugar. “En los tres casos aparece algo que para mí es central y me identifica: el asunto de las convicciones y la lucha contra el poder establecido” afirmó el director de Exilio de Malvinas. En dialogo con Proyector Fantasma, Federico J. Palma habló sobre las motivaciones personales que lo llevaron a hacer esta película, la experiencia de filmar en las Islas y su identificación con las historias de vida que ahonda Exilio de Malvinas. PF:¿Cómo fue la elección de los tres testimonios? ¿Qué te interesó de la historia de cada uno? FP: Alejandro Betts me ofrecía la mirada más profunda hacia el mundo de los kelpers antes de los años ’70, con el trasfondo de la presencia e influencia histórica de los argentinos en las islas, y en lo personal, era una historia muy potente sobre cómo el conocimiento de la historia conduce a una toma de conciencia, y cómo se puede desafiar un status quo social y político y continuar haciéndolo sin cejar durante toda la vida. El caso de James Peck también traía con mucha fuerza la historia de los “kelpers” en el momento de la desarticulación final de su mundo luego de la guerra de 1982. La pelea de James es por la identidad, la defensa de una cultura “anglosudamericana” presente en el extremo austral que es básicamente parte de lo que podríamos llamar pampeano-patagónica: un mundo de indios, gauchos y gringos, de las grandes extensiones de tierra virgen y su incorporación violenta al mercado internacional de productos primarios. Y finalmente el de Mike Bingham, apareció sumando dos perspectivas más que completaron el cuadro. Primero, su propia historia personal, como un ciudadano inglés que se instala en las islas para trabajar en la conservación de la Naturaleza y termina transformándose en un estorbo justamente por querer hacer su trabajo. Nos sirve para entender que lo que pasa en Malvinas es tan objetable para un argentino como para un inglés, como lo es para muchos malvinenses nativos. Y luego está la historia de su propio descubrimiento como científico que terminó de brindarnos un símbolo muy fuerte que atraviesa toda la película: la destrucción de la población de pingüinos en las Malvinas por la sobrepesca, que conduce a que miles de estas aves marinas terminen emigrando a zonas protegidas de la pesca en Argentina y Chile. exiliodemalvinas PF:¿Cómo fue la experiencia de filmar en Malvinas? ¿Tuvieron algún impedimento durante el rodaje? FP: En su momento hicimos una acreditación de prensa normal a través de la Embajada Británica en Buenos Aires. No tuvimos que hacer ningún otro trámite, excepto tener una reunión a la que fuimos “urgidos” por el gobierno colonial, con tres de las figuras del Concejo colonial. Una experiencia muy divertida, porque ellos estaban muy serios y querían bajarnos línea. Nosotros, por el contrario, estábamos muy relajados. Mi compañero de aventuras, que es hijo de ingleses, hasta se dio el gusto de hacerles una broma que no les hizo ninguna gracia. Mas allá de ese encuentro, que nos dejó una serie de frases con las que nos entretuvimos toda la semana que estuvimos allá, la experiencia fue muy buena en todo sentido. Yo me enamoré perdidamente de las Islas. No tuvimos ningún inconveniente de ningún tipo, al contrario, charlamos con la gente en todos lados.Sé que otros colegas no han tenido la misma suerte. Depende mucho del clima político que haya de fondo en cada momento supongo, y del perfil que tengas. Nosotros siendo solo dos fuimos bastante bajo perfil. Supongo que la próxima vez que viaje a las islas no van a estar tan contentos de verme después de estrenar esta película. PF: ¿Qué te interesó problematizar con Exilio de Malvinas? FP: Malvinas es un tema muy denso y con muchísimas aristas. Me identifiqué con estas personas (los tres testimonios de la película) porque en medio de un escenario muy opresivo pueden plantarse y defender sus ideas y convicciones, aún al precio de perder todo Malvinas es en alguna forma un verdadero experimento sociológico, donde se pueden ver claramente las costuras del imperialismo clásico con el neoliberalismo posmoderno. Los “kelpers” de la actualidad son netamente un producto de ese proceso. Pongo el entrecomillado porque realmente el término kelper está muy manoseado, y cuando en los medios de prensa oímos o leemos que “los kelpers dicen” tal cosa o tal otra es importante tomar nota que el emisor de ese discurso oficial no es el conjunto de una comunidad idílica sino la voz del poder colonial en el territorio, conformado por el Gobernador designado por la Corona Británico y un puñado de figuras siempre repetidas que controlan la explotación ilegítima de recursos naturales en la región. Después está el tema que me es más caro, que es lo cultural, y especialmente el tema de la identidad. Ya lo venía trabajando desde otros proyectos anteriores, siempre desde la perspectiva de mi pasión por la Patagonia, y espero estar haciendo algún tipo de aporte para entender mejor nuestra identidad -como argentinos, como americanos, como occidentales- desde la noción de pluriculturalidad que creo nos hace falta abrazar para crecer como sociedad. PF: Después de hacer esta película, ¿cuánto se modificó tu posición acerca del concepto de ciudadanía? FP: De alguna forma, creo que me sirvió para reafirmarme en mis convicciones personales, y no sólo en términos políticos. De cómo se puede llegar a la realización personal sin necesidad de agachar la cerviz ante el poder. Pero también estuvo atada a un proceso muy duro en mi vida personal, en el cual las historias de los protagonistas también tuvieron su influencia. Mucho de ese proceso está en la película misma y todavía me queda mucho por reflexionar. PF:¿Cuáles son tus expectativas con esta película? FP: Soy de la idea de que el trabajo lo completa el público, y no sólo mientras está frente a la pantalla, sino cuando continua reflexionando, comentando con otros y finalmente mirando los temas tratados con una nueva perspectiva. Porque estos son temas siempre abiertos, siempre en desarrollo, son ámbitos de disputa ideológica y material, lo que necesitamos es tener un mejor conocimiento de la realidad y la historia, y tener mejores elementos para entenderla con herramientas para transformarla. Ojalá sirva también para visibilizar mi proyecto anterior (Piratas, Pastores, Inversores) que es una especie de “pre-cuela” muy rica en contenidos e imágenes para quienes les interese entender la historia patagónica, y particularmente la influencia del imperialismo británico en la Patagonia y en Argentina en general. Mi sueño es que Exilio de Malvinas llegue a su público, que se que está en muchos rincones del país y el mundo.
Nuevo despertar Cuando todo parecía al fin encaminarse, los hijos ya crecidos, el trabajo estable, la casa soñada en algún rincón de las sierras cordobesas, a Adriana -protagonista de Soleada- comienzan a hacerle ruido aspectos de su vida con los que ya no se siente a gusto. En este nuevo espacio familiar, aparecerán nuevos estados de ánimos, sentimientos y sensaciones que le harán replantearse si es realmente feliz con la vida que lleva. En su opera prima, la directora cordobesa Gabriela Trettel cuenta la historia de Adriana y su marido, un matrimonio que acaba de mudarse con sus dos hijos adolescentes a su nueva casa en Córdoba. Lo que parecía ser el espacio indicado para el comienzo de una nueva etapa de relax, cambia cuando el marido debe volver a la ciudad por cuestiones de trabajo y Adriana queda sola con sus hijos y conoce a un nuevo hombre en el bar del pueblo. Trettel describe con imágenes el dilema emocional de una mujer de unos 40 años que atraviesas una crisis. Sin embargo la directora elige no centrarse tanto en ese incipiente nuevo vínculo- que tampoco vemos a ver desarrollarse en la película- sino más bien en las preguntas que le genera y en consecuencia, las seguridades que tambalea esa nueva persona en su vida. De alguna manera, plasmará la búsqueda de libertad, y aires nuevos de personajes que se sienten extraños, que aún no se encuentran a sí mismos en este nuevo hábitat e irán adaptándose a su nueva vida. Porque no sólo Adriana transita cambios, también lo hacen sus hijos. Y la directora se encargará de mostrar cómo también ellos se apropian de este nuevo lugar, el mismo que al principio se presentaba como un espacio aburrido sin demasiada razón de ser. Protagonizada por Laura Ortíz, Juan Crocce, Valentina Ayen, Andrés Rivrola, Santiago Argüello y Víctor Acosta, Soleada además cuenta con una participación especial del cantante Raly Barrionuevo quien compuso un tema para el film y se da el lujo de participar en una escena interpretando el tema “Luna Cautiva”, imprimiendo un dejo de ensoñación y belleza al film que de alguna manera, acompañan este nuevo despertar de la protagonista. Trettel logra un film intimista y sensible que habla sobre la soledad, el paso del tiempo, la madurez, pero también sobre el deseo y el desamor y lo hace con planos que sugieren más de lo que muestran, con miradas y silencios que dicen más que cualquier dialogo. Al fin y al cabo, Soleada no es más que una pequeña historia que tiene la grandeza de transmitir con sutileza e intensidad la crisis interna de una mujer común.
Se hace camino al andar La opera prima de Francisco Varone, Camino a La Paz cuenta el viaje que emprenden Sebastián (Rodrigo de La Serna) y Jalil (Ernesto Suarez) desde Buenos Aires a la ciudad boliviana cuando sus vidas se cruzan azarosamente. A lo largo de los más de 3000 kms recorridos, esta road movie relatará los tropiezos y aprendizajes que el camino les deparará a estos dos desconocidos. La vida de Sebastián oscila entre el cuidado obsesivo de su Peugeot 505 y la música de Vox Dei. Luego de recibir varias llamados que confunden el teléfono de su casa con una remisería, resuelve comenzar a darle otro uso al auto heredado de su padre y comienza a trabajar como remis para llegar a fin de mes. Al mismo tiempo, su novia (Elisa Carricajo) se queda sin trabajo, por lo que su repentina ocupación se convierte en el puntapié para sacar a su hogar a flote. Un buen día, Jalil, un anciano y asiduo cliente de religión musulmán radicado en Mendoza, lo contrata para realizar un viaje a la ciudad de La Paz, en Bolivia, donde debe encontrarse con su hermano. Sebastián duda pero termina por aceptar dado que la paga le resulta muy tentadora. Es así como emprende camino junto a este anciano inquieto por llegar a destino. A lo largo de distintos pasajes que suceden mientras que atraviesan el centro y norte del país,-desde el encuentro con otra religión y hasta circunstancias más disimiles como un robo en el medio de la nada- todas y cada una de las situaciones confluyen sacando a los protagonistas de su mundo conocido y confortable. A su vez, cuanto Sebastián más se interioriza en la vida del misterioso anciano que quiere cumplir una meta personal, más aumenta su anhelo de que llegue a destino cueste lo que cueste. La propuesta de Varone no es la excepción a la típica estructura de una road movie que va la mano de las peripecias que generalmente los personajes atraviesan en el trayecto, pero también es una película fresca, llevadera y sensible sobre la soledad, el paso del tiempo, la búsqueda de un lugar en el mundo y las segundas oportunidades. Camino a la Paz no es otra cosa que el encuentro entre dos culturas diferentes, dos seres extraños que inician una experiencia reveladora que enriquecerá la percepción de sus vidas y, al mismo tiempo, deja entrever que la mayoría de la veces los viajes que emprendemos no son solo geográficos, sino también al interior de cada uno. Por lo demás, aunque Camino a la Paz haga uso de formulas ya conocidas, todo eso armoniosamente articulado dan cuenta de un film logrado con emotividad y belleza.
Por amor al tango Un tango más es un documental sobre la historia de amor de Juan Carlos Copes (83) y María Nieves (81), dos iconos del tango que compartieron más de 40 años arriba de los escenarios. El film dirigido por Germán Kral profundiza en la carrera artística de esta pareja de bailarines, y al mismo tiempo, ahonda en su vínculo amoroso a partir de los testimonios de sus protagonistas, que además de bailar en importantes pistas del mundo, compartieron casi medio siglo de vida juntos. A lo largo del relato, el director de Música Cubana (2004) y El último aplauso (2009) reconstruye los puntos más sobresalientes de la carrera artística de esta legendaria pareja de bailarines que supo cautivar a los escenarios de todo el mundo, el reconocimiento de la mano de un éxito internacional que obtuvieron en sus años dorados, pero también aborda los vaivenes de la relación y su final separación. En ese sentido, narra los sucesos que marcaron la relación, desde el momento en que se conocieron, su carrera profesional, la separación amorosa y luego artística, hasta llegar la relación distante que mantienen en la actualidad. En ese transcurrir, dos parejas de bailarines recrean momentos de su vida en común, lo que imprime una suerte de marca de ficción al film otorgándole dinamismo y destreza artística al son del 2×4. La propuesta cinematográfica de Kral profundiza en el relato de la pareja desde su perspectiva personal, aunque se prioriza el punto de vista de Nieves, al destacar la fortaleza de una mujer que se jugó todo por su amor y su pasión por el tango cuando era tan sólo una adolescente. El director se encargó de representar esa relación intensa, compleja y contradictoria de amor/odio que vive con Copes hasta estos días. Detrás de la coraza con la que Nieves se expone ante cámara, se deja entrever un ser entrañable que abrió su corazón para contar la historia de un gran amor que aún hoy la conmueve. En definitiva, Un tango más es una historia sobre el amor al tango, pero también sobre el desamor y los desencuentros. Porque, en cada uno de los hechos y recuerdos convocados a lo largo del film, se rememora un pedazo de historia en común marcada por la dedicación, el reconocimiento y también la adversidad. Al fin y al cabo, se trata de una película vivaz y sensible sobre una mítica pareja que sigue cautivando por su talento y destreza más allá del paso del tiempo.
El fervor de los ideales Los del suelo narra la historia de amor y lucha de una pareja de militantes de las ligas agrarias que defendieron los derechos de los campesinos en la selva chaqueña durante la última dictadura cívico militar. Si bien el cine argentino ha abordado innumerables veces los acontecimientos ocurridos bajo este oscuro periodo histórico, la propuesta de Juan Baldana resulta valiosa porque elige contarlo desde la óptica de la resistencia popular campesina. Inspirada en la novela Monte Madre de Jorge Miceli, la película describe la persecución que protagonizan Irmina Klenery (Maria Canale) y Remo Vénica (Lautaro Delgado) dos líderes sociales del Movimiento Rural de Acción Católica, una agrupación campesina vinculada a las luchas agrarias quienes, fieles a sus convicciones y alejados de la civilización, deberán esconderse de la feroz dictadura que los persigue en el interior del monte chaqueño. En ese contexto disímil, deberán sobrevivir en condiciones infrahumanas, desde el nacimiento de sus hijos en medio de la selva, hasta atravesar el dilema moral de dejar a uno de ellos al cuidado de una familia campesina para continuar su lucha en el exilio. Lautaro-Delgado-en-Los-del-suelo Las actuaciones de la dupla protagónica logran transmitir el desamparo pero también las esperanzas por un futuro mejor de militantes que enfrentaron las lógicas monopólicas e imperialistas que presionaban a los sectores rurales de la década del 70´. El elenco que los acompaña conformado por Juan Palomino y Luis Ziembrowski, sintetizan la crueldad de un régimen sin escrúpulos, y por último, la colaboración de Julieta Cardinali aporta una lograda cuota dramática hacia el final del film. La atmósfera creada a partir del uso de la fotografía y los planos asfixiantes acentúan el escenario de acecho y miedo, latentes a lo largo del film, dejando atrás la eventual meseta en la que ingresa la película por momentos cuando los largos diálogos parecerían adormecer un poco el relato. En definitiva, Los del suelo es una película sensible, cautivante y necesaria sobre resistencia popular en el noroeste argentino que rescata el coraje y la valentía de una lucha colectiva frente a un poder opresor que destruyó mucho a su paso, pero no el fervor de los ideales.
De mitos y leyendas La leyenda de la Salamanca es una creencia popular que vive en los rincones del noroeste argentino. Se dice que es un lugar en el monte, una cueva o caverna donde se escuchan sonidos de silbidos o lamentos, y sólo quien tiene el coraje suficiente puede convocar al supay (o diablo) para pedirle un don a cambio de su alma. Siete Salamancas de Marcos Pastor, realiza un recorrido que se propone no tanto desentrañar el origen de este mito ancestral sino detenerse, a partir de matices más bien poéticos y oníricos, en su valoración cultural e histórica. El film se ubica en el limite difuso entre el documental y la ficción, en tanto parte de una figura propia del folklore, para luego construir un relato paralelo con una lógica más bien fantástica. Lejos de un acercamiento de corte etnográfico, la cámara perseguirá cual espía los pasos de Manuel Echegaray, un poblador de esas tierras, que ira inmiscuyéndose entre los objetos sagrados, algunos rituales, y testimonios de lugareños que dicen haber tener algún tipo experiencia mística con La Salamanca. A lo largo de siete rituales entre los que se encuentran besar un sapo, sacrificar a un ser querido, abjurar del cristianismo, tener sexo con una serpiente, entre otros, el director logra plasmar una atmósfera de misterio, suspenso y por momentos de ensoñación que acompañará al personaje principal en su camino por estos pueblos recónditos de la argentina, a través de una reconstrucción poética de esta leyenda que rescata aspectos de estas culturas autóctonas. Siete Salamancas es un film intimista y atrapante cuyo relato se mete poco a poco en algunos lugares y rituales escondidos del norte del país, y logra fluir con naturalidad y belleza enalteciendo la riqueza de una cultura ancestral tradicionalmente invisibilizada de nuestro folklore.
Desidia y locura A primera vista podría pensarse que Irrational Man es una comedia romántica de enredos y paisajes deslumbrantes como la reciente Magic on the moonlight (2014) o la inolvidable Midnight in Paris (2011), pero esta vez -y enhorabuena- Woody Allen vuelve al ruedo con una película profundamente oscura, inquietante e intensa sobre un profesor universitario depresivo (Joaquín Phonix), en total desasosiego consigo y con el mundo, quien luego de tocar fondo, sacará a luz sus más íntimas miserias de una manera tan escalofriante como majestuosa, aunque esto termine costándole más caro de lo que es capaz de imaginar. Plagada de referencias intelectuales (desde Heidegger, Dostoievski hasta Freud y Sartre, entre otros), la nueva película del director neoyorquino más prolífico de todos los tiempos que está pisando los 80 años y con más de 40 películas en su haber, narra audaz e inquietantemente, la crisis existencial de Abe Lucas (Joaquín Phonix) que se ampara en el alcohol y en las aventuras amorosas que mantiene con su joven alumna, Jill (Emma Stone) y con su colega (Parker Posey) para despegarse del hastío en el que está sumergido. Luego de sus aclamadas interpretaciones en Her (2013) y The Master (2012), Phoenix demuestra que es uno de los actores más versátiles de la última década. Si en Blue Jasmine (2013) el personaje Cate Blanchett nos cautivó con su histrionismo encarnando una mujer en plena crisis, obsesionada por mantener un status social por sobre todas las cosas, en Irrational Man la relevación es, sin dudas, el gran Phoenix. Un día mientras almuerza con Jill, (Emma Stone), por casualidad escucha la conversación de una mujer recientemente divorciada que se encuentra imposibilitada de ver a sus hijos por la decisión de un juez corrupto que no le ha otorgado la custodia. Cautivado por la angustia de esta desconocida, cuando cree que ya nada puede motivarlo a seguir viviendo, Abe tiene una epifanía: la idea de matar al juez se convierte en la única razón valedera que encuentra para vivir, aunque la misma requiera traspasar algunos límites morales. Como no tiene relación alguna con el magistrado, deduce que nadie podría sospechar de él. De esa manera, además de hacerle un favor a esta mujer en pena, se encuentra frente al único motivo que realmente lo entusiasma en mucho tiempo, aunque esto signifique adentrarse por un camino arriesgado y sinuoso, pero no por eso menos liberador que lo llena de vitalidad y le hace sentir que su vida toma rumbo otra vez. Woody Allen sabe bucear en la fantasía del crimen perfecto cual pez en el agua, ya ha dado prueba de eso en Crimes and Misdemeanors (1989) Match Point (2005) y Cassandra´s Dream (2007), filmes que circundan el tema de la moral, la culpa, el azar y la muerte, en medio de la desgarradora desolación en que la que ven envueltos sus personajes, pero sobre todo, exhibiendo sus dilemas morales y la noción de límite. Porque si hay algo que Woody Allen no hace, es juzgar la moralidad de sus criaturas. Al contrario, se interesa por mostrar el lado más vulnerable y quebradizo de la condición humana, a partir de una mirada no condenatoria hacia personajes que se encuentran absortos ante la imprevisibilidad reinante en un mundo profundamente hostil. Una vez más, en la cita cinematográfica anual a la que nos tiene acostumbrados, Woody Allen demuestra que sigue sorprendiéndonos tanto o más que siempre, con una película radicalmente pesimista y turbulenta sobre el trágico destino de un hombre que no puede dejar de preguntarse por el sentido de la vida, y da cuenta finalmente que es muy débil aquello por lo que aferrarse. Detrás su tono liviano y perspicaz, Hombre Irracional es la historia de alguien que ni por y a pesar del amor puede dejar de lado sus más íntimos instintos de desidia y locura.
Lo esencial, a la vista The Little Prince (El Principito) es una película basada en la conocida obra de Antoine de Saint- Exupéry, el libro francés más leído y traducido de todos los tiempos, que logró imponerse en el imaginario colectivo como uno de esos libros que en algún momento de la vida hay que leer. En esta ocasión, el director de Kun Fu Panda y Bob Esponja, Mark Osborne, le da vida al misterioso personaje oriundo de un extraño planeta, quien a través de su inocencia y simpleza, logra hacernos pensar. A diferencia de la novela, el film tiene como protagonista a una niña que lleva una vida organizada día a día por una madre, que está obsesionada con que ingrese a la prestigiosa Academia Werth y, con ese propósito, le ha diseñado una meticulosa planificación que su hija se limita a seguir al pie de la letra. A pocos días de mudarse a su nueva casa, la niña conoce a su excéntrico vecino, un aviador aventurero quien dice haber conocido alguna vez a El Principito, cuando su nave se estrelló en un planeta lejano, y se topó con él. La historia de la niña –el mundo “real”- es presentada con la técnica de animación 3D, mientras que, todo lo que refiere al universo del principito fue realizado a través de stop motion -técnica que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas- logrando, a través de este recurso, contar una historia dentro de otra. Cuando la película hace foco en la historia personal del principito, encarnado con la voz de Riley Osborne, un joven curioso e inquieto -fácilmente identificable con un chico que promedia los 25 años- que ha sucumbido en la rutina de su trabajo y se ha olvidado de soñar, es la niña quien tratará de despertar al soñador que alguna vez habitó en él, y eso dará lugar a una serie de aventuras que tendrán que superar juntos. Osborne ofrece una propuesta visualmente atractiva, fresca y llevadera, construída con ingenuidad y sencillez, como la versión en la que está basada. El inocente personaje que habla con zorros, boas, y suele hacernos reflexionar con sutil sabiduría a través de sus atinadas preguntas, en esta oportunidad así como en el libro, también medita sobre las relaciones humanas, el amor, la amistad, la transición de la infancia a la adultez, al mismo tiempo que, deja entrever una suerte de critica a algunos vicios de la civilización moderna, como la ambición, la búsqueda de productividad constante y la acumulación capitalista. Otro acierto del film es la banda sonora producida por Hans Zimmer (el responsable de la música de películas como The Dark Knight, Gladiator, Interestellar, y animadas como The Lion King, y Madagascar), entre otras, la cual sabe acompañar oportunamente la narración, creando una atmósfera de emoción y sorpresa, que le da fluidez al relato, al mismo tiempo que entretiene y, cuando lo se lo propone, logra hacernos conmover. En definitiva, El principito supera el desafío de representar a una obra muy anclada en la cultura, otorgándole vida a un personaje entrañable de la literatura infantil -y adulta- de la mano de una renovada y moderna adaptación del clásico infantil francés, sin dejar de serle fiel en lo esencial, pero con impronta propia. Por Daniela Ciccotta
El encuentro con uno mismo La parte automática, opera prima de Ivo Aichenbaum, es un documental que relata en primera persona el viaje a Israel que realiza el protagonista, en búsqueda de repensar su lugar en el mundo y sus orígenes. Con un relato en forma de crónica audiovisual, el director emprende un camino tanto geográfico como al interior de sí mismo, hacia el reencuentro con su padre que vive en Israel desde hace más de diez años. La posibilidad de un viaje cultural gratuito junto a un grupo de jóvenes de la colectividad judía, se presenta como la excusa oportuna para visitar a su padre, exiliado luego del debacle financiero del 2001. Los puntos de unión entre la izquierda y el judaísmo, la ideología y las convicciones políticas son los tópicos que el director pone de relieve en un diario de exploración, acompañado por imágenes grises y melancólicas que intensifican el tono cuestionador y reflexivo de su relato. Ivo comienza un recorrido por las tierras de su progenitor, quien trabajó como médico en la revolución sandinista, dispuesto a la reconstrucción de ese vínculo. Es así como se adentra en estos universos, dándose el lugar para problematizarlos, ya sin percibirlos como dogmas, sino como construcciones que él necesita indagar para acercarse a su padre. El film sumerge al espectador en esa constante búsqueda de identidad que Aichenbaum aborda con inteligencia y sensibilidad. A través de una voz en off reflexiva y el uso de la cámara en mano, el director construye una atmosfera de intimidad, porque justamente lo que le interesa es salirse de la etiqueta de la comodidad, de ese lugar “automático” y dar lugar a algo más auténtico. En este documental, el director confirma que los viajes no son sólo geográficos, y que en muchas ocasiones, uno ya no es el mismo que partió tiempo atrás. La instancia de una segunda oportunidad respecto del vínculo con su padre, tiene consecuencias directas en la construcción de su propia subjetividad. Probablemente lo más valioso de La parte automática sea la gradual búsqueda de sus orígenes que necesita ser resignificada.
Cromañon, una herida abierta La lluvia es también no verte es un documental sobre la tragedia de Cromañon, el acontecimiento que implicó una de las luchas sociales más importantes de la última década. La propuesta de su directora, Mayra Bottero, intenta profundizar en las marcas imborrables que dejan las tragedias evitables en la sociedad. La pregunta que guía el recorrido de la voz en off durante todo el film pareciera ser qué implica hoy el reclamo de justicia, a 10 años del incendio del boliche de Once. La película se centra en dos aspectos: el testimonio de los familiares de las víctimas y los sobrevivientes de aquel 30 de Diciembre donde 194 personas perdieron la vida y cientos más resultaron heridos. Y por otro lado, en el tratamiento que los medios hicieron del hecho. Este enfoque, que privilegia la mirada de los damnificados posicionándolos en el centro de la escena, elige dejar por fuera el testimonio de los acusados y condenados. El punto de vista de Chabán, Fontanet e Ibarra y demás funcionarios acusados llegan al espectador sólo a través de la reconstrucción de recortes periodísticos y entrevistas. En este caso, Bottero eligió una impronta que revisa esos testimonios en lugar de buscar su palabra- que fue tan “manoseada” por los medios- y hoy a 10 años de la tragedia, hubiese sido interesante indagar (con la excepción del principal imputado, Omar Chabán, que falleció el año pasado). En ese sentido, el documental le da protagonismo a las voces de los que atravesaron el dolor: voces desoladas, indignadas, reconstruidas, tanto de los allegados a las víctimas que perdieron su vida en el recital, como de los sobrevivientes, quienes hoy transitan su presente con sosiego pero también con desilusión, con impotencia pero también con un poco de consuelo. Lejos de caer en un golpe bajo, la instancia donde familiares gritan- al unísono y a su modo personal- un reclamo de justicia grupal, es rescatable porque en ese grito pueden verse representadas cientos de familias más. La justicia, que para algunos representó ver a los responsables bajo rejas -luego de una ardua lucha que implicó un fallo y luego su revisión y condena- para otros, también significó llorar tranquilos a sus seres queridos y empezar otra vez. El documental profundiza en dos historias de revancha: la madre de una víctima y la hermana de un joven fallecido, quienes a través de la música en el primer caso, y a la posibilidad de ser madre, en el segundo, convirtieron el dolor en un motor de lucha, pero también de valor. Por eso, el concepto de justicia que construye Bottero a lo largo del film, es también simbólico, al referir, de alguna manera, a las luchas internas que ganaron a sí mismos los allegados a la tragedia y cómo eso se imprime en la forma en que proyectan la sociedad de hoy. Hacia el final, la interesante aunque pretenciosa maniobra de poner en la misma hilera a las tragedias la Amia, Lapa, Ecos, Once, entre otras, es meritoria por su intención de concientizar sobre pasadas tragedias evitables y prevenir sobre futuras, actuando como epopeya de una suerte de nunca más. Pero, si bien estos distintos significantes (Cromañón- Lapa-Ecos- Once, etc) engloban injusticias sociales, la forma de enunciación termina siendo ambiciosa, al generalizar distintos contextos, lugares y actores sociales. La lluvia es también no verte es un film que merece ser visto porque invoca a una herida social aún abierta por la negligencia y la falta de control que operó en el acontecimiento fatal que nubló el fin de año del 2004, y para siempre jamás la vida de miles de familias, jóvenes y al rock. Por lo demás, este film no es sino un intento de describir cómo reacciona la sociedad frente a lo ineludible, e indagar en la reconstrucción social del concepto de justicia en lo colectivo y también en lo individual.