La dinámica del vuelo Sin lugar a dudas resulta más que admirable el ímpetu del realizador Carlos Saldanha: gracias al éxito rotundo a nivel internacional de la trilogía de La Era de Hielo, el carioca acumuló el poder suficiente como para convencer a Blue Sky Studios y a la Twentieth Century Fox de que le den vía libre a su proyecto personal, una suerte de oda a su tierra de origen. Rio (2011) es una propuesta exuberante que si bien posee varios puntos de contacto con sus predecesoras, definitivamente amplía el abanico en lo que respecta al mensaje ecologista, las posibilidades cromáticas y la riqueza intrínseca de todos los protagonistas. En esta ocasión la aventura animada sigue el clásico derrotero de las “parejas desparejas”, en donde uno de los involucrados es un nativo experto en la simpática fauna local y el otro un pobre turista que se siente demasiado perdido. Por supuesto que el contexto de este “descubrimiento mutuo” lo aporta la ciudad del título: Blu, un guacamayo secuestrado por humanos y llevado a un pueblito de Minnesota, es encontrado y criado por Linda, una joven que lo adopta. Pero un día llega Tulio, un científico loco brasileño, quien les comunica que Blu es el último macho de su especie y debe viajar para conocer a Jewel, la última hembra. Mientras que la señorita sólo ansía la libertad, él de inmediato se frustra debido a que no puede volar, triste consecuencia de la domesticación. Sin embargo el dúo no cuenta con mucho tiempo para lamentarse: rápidamente son enjaulados por traficantes de animales y recluidos bajo la custodia del malévolo Nigel, una cacatúa australiana. A pesar de todo consiguen escapar y así comienza una “fuga en cadenas” en la que se toparán con el canario Nico, el cardenal Pedro, el tucán Rafael y hasta con un bulldog llamado Luiz (Nigel por su parte recluta a un infame ejército de monos tití especializados nada menos que en capoeira). Aquí el director decidió privilegiar la música a conciencia como un rasgo identitario de los héroes y como el principal elemento unificador en lo que hace a los vaivenes del relato. Superando la presencia específica del componente en la “franquicia helada”, ahora la banda sonora y los segmentos explícitamente musicales sustentan numerosas situaciones de la trama, apuntalan la coyuntura general y dan sentido a algunos remates. Una característica que merece ser destacada es la fluidez narrativa que una vez más impone el carioca, por suerte recuperando aquel espíritu lúdico de la maravillosa La Era de Hielo (Ice Age, 2002). Si uno tuviese que elegir un exponente ejemplar de la estructura centrada en el “viaje iniciático”, un eterno baluarte dentro de los films infantiles, el que hoy nos ocupa sería el candidato perfecto. Las escenas de acción son muy vertiginosas, el desarrollo de personajes extremadamente lúcido y las intervenciones formales de Saldanha corrigen cualquier falencia del guión. Rio construye un arco iris encantador a pura convicción y destreza: con la favela durante el carnaval de fondo, esta pequeña epopeya de un ave que aprende a volar corre pareja a la denuncia de los que no respetan la vida, siempre encerrándola bajo llave…
Anexo de crítica: El Mecánico (The Mechanic, 2011) es una remake fallida del clásico de culto de 1972 dirigido por Michael Winner y protagonizado por el mítico Charles Bronson. Banalizando cada uno de los detalles del original y reduciéndolos a un esqueleto inerte, el torpe Simon West no se decide entre el thriller retro y la súper acción pochoclera. Jason Statham y Ben Foster hacen lo que pueden pero el guión se cae a pedazos desde el inicio, así lo más interesante por lejos es la reaparición en pantalla grande del extraordinario Donald Sutherland…
Anexo de crítica: Luego de la desastrosa Terror en la Antártida (Whiteout, 2009), Dominic Sena apenas si levanta el nivel general con Cacería de Brujas (Season of the Witch, 2011), otra de esas experiencias “clase B con presupuesto” a las que nos tiene acostumbrados el imponderable Nicolas Cage. Sin duda alguna la presencia de Ron Perlman le suma mucho a un convite lleno de lugares comunes aunque relativamente entretenido…
Anexo de crítica: La tercera película de Mark Romanek es una prodigiosa anomalía sustentada en un espíritu desolador a la Stanley Kubrick: hablamos de un melodrama de ciencia ficción, tan minimalista como profundo, que pone en cuestión los rasgos más hipócritas y despiadados del ser humano. Nunca me abandones (Never Let Me Go, 2010) construye un balance casi perfecto entre la pequeña anécdota central y ese contexto pesadillesco que el trío protagónico asume a veces con resignación, a veces con esperanza. Más allá de la bella fotografía de Adam Kimmel y el muy ajustado guión de Alex Garland a partir de una novela de Kazuo Ishiguro, el que se luce es el propio realizador al imponer un pulso narrativo cautivante, de una exquisitez absoluta…
Consecuencias del vivir No es precisamente una casualidad que Alejandro Amenábar oficie de productor en la correcta El Mal Ajeno (2010), una propuesta que comparte con Mar Adentro (2004) tanto la temática relacionada con los pacientes terminales como el tono expositivo entre apasionado y humanista. Más allá de las similitudes a nivel general, resulta conveniente aclarar que la mayor diferencia pasa por una pequeña vuelta de tuerca sobrenatural que recuerda a la serie televisiva La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone) y convierte al film en un melodrama fantástico con un pulso bastante lúgubre, de marcadas resonancias mortuorias. La historia se centra en Diego (Eduardo Noriega), un médico especialista en paliar el sufrimiento de hombres y mujeres cuyas enfermedades prácticamente no presentan posibilidades de cura. Insensibilizado ante el dolor cotidiano luego de años de profesión y con un matrimonio que marcha cuesta abajo, la pareja de una de sus pacientes le dispara porque lo considera responsable del intento de suicidio de Sara (Angie Cepeda). Al despertar no sólo descubre que el difunto atacante en realidad estaba casado con Isabel (Belén Rueda), sino que ha regresado con un don de sanación portador de una doble faz… Retomando el antiquísimo leitmotiv “poder especial, bendición y/ o condena”, la película saca provecho del contexto del relato, el hospital donde trabaja Diego y su esposa enfermera Pilar (Cristina Plazas), al tiempo que desarrolla varias vertientes narrativas en forma simultánea, aunque lamentablemente no todas con el mismo éxito: por momentos el guión de Daniel Sánchez Arévalo peca de ambicioso y no llega a cumplir sus promesas. En términos concretos la trama arranca con fuerza y -si bien mantiene el interés- de a poco se va desinflando a raíz de algunos estereotipos, un par de escenas melosas y cierta vacilación. A pesar de ello, la opera prima de Oskar Santos ofrece una progresión verosímil y el realizador en particular demuestra gran inteligencia en lo que respecta a la dirección de actores. De hecho, la labor del elenco es lo más destacable del convite: todos los intérpretes colaboran con talento pero Noriega vuelve a llevarse las palmas en una suerte de soliloquio camuflado y para nada egoísta (está casi siempre en pantalla acompañado de excelentes colegas). Dejando de lado la ausencia de originalidad y el desgaste del subgénero, El Mal Ajeno es una obra prolija y movilizadora acerca de las consecuencias fortuitas del vivir…
Anexo de crítica: Si bien en el apartado visual Marte Necesita Mamás (Mars Needs Moms, 2011) supera a las últimas obras en motion capture de Robert Zemeckis, resulta evidente que una historia rutinaria y unos personajes unidimensionales le terminan jugando muy en contra. Para colmo el desempeño del director Simon Wells no va más allá de una aceptable prolijidad…
Anexo de crítica: En su última realización el extraordinario Neil Jordan regresa a una estructura narrativa emparentada con los cuentos de hadas macabros símil En Compañía de Lobos (The Company of Wolves, 1984), El Niño Carnicero (The Butcher Boy, 1997) y Sueños de un Asesino (In Dreams, 1999). Las ninfas marinas, el alcoholismo y la soledad se entremezclan en un relato bellamente filmado en el que debemos destacar el desempeño del trío protagónico (Alicja Bachleda, Colin Farrell y Alison Barry) y la infaltable participación del gran Stephen Rea. Amor sin Límites (Ondine, 2009) es un melodrama tan honesto como sutil, conducido por una mano maestra que deja el corazón en cada fotograma...
Buscar y destruir A esta altura podríamos afirmar que uno de los rasgos característicos del inefable Zack Snyder es su perseverancia en cuanto a la estructuración meticulosa de sus opus y en lo que respecta a la capacidad de incluir casi cualquier componente del orden del contenido, detalles temáticos que al señor definitivamente tienen sin cuidado. Si bien El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004) continúa siendo su mejor película hasta la fecha, hoy debemos señalar que la simpática Sucker Punch- Mundo Surreal (Sucker Punch, 2011) llega un tanto rezagada para ganar el segundo puesto: más que una mixtura de Alicia en el País de las Maravillas y el cine de Quentin Tarantino, promociones mediante, la obra es otra de esas “clase B con presupuesto” similar a las producidas por el gran Roger Corman. La narración pendular del film presenta una sucesión de escenas seudo dramáticas y rimbombantes secuencias de acción, las primeras desde ya funcionando como excusas para las segundas. Respetando la dialéctica “realidad/ fantasía”, la historia comienza en el apartado terrenal cuando Baby Doll (Emily Browning), a poco tiempo de la muerte de su madre, mata accidentalmente a su pequeña hermana al defenderse de su padrastro y de inmediato es enviada a una institución mental bastante peculiar, especializada en el “negocio del placer”: con la amenaza de una lobotomía pendiendo sobre su cabeza y obligada a trabajar en el burdel del lugar, la joven decide construir un universo imaginario como coraza de protección mientras va recolectando distintos ítems para una futura fuga. Si la propuesta se centrase exclusivamente en las penurias de las internas pronto caería en el tedio y la ridiculez debido a que el elenco nada puede hacer frente a los paupérrimos diálogos que pululan en el guión de Steve Shibuya y el propio director. Por fortuna la falta de desarrollo general está compensada a través de las escapadas etéreas de la protagonista, en las cuales siempre contamos con la inestimable participación de Scott Glenn como una suerte de “maestro de ceremonias” y de un seleccionado de bellas señoritas brindando apoyo durante cada una de las “misiones” (Abbie Cornish, Jena Malone, Vanessa Hudgens y Jamie Chung completan el equipo). Por el lado de los villanos están Blue Jones (Oscar Isaac) y Madam Gorski (la gloriosa Carla Gugino), los encargados de los suplicios de turno. De hecho, son los pasajes oníricos los que mantienen el interés del espectador y a la larga acercan el convite hacia una entretenida colección de enfrentamientos grandilocuentes basados en CGI de última generación y elaboradas coreografías. Snyder supera sus trabajos anteriores a nivel visual combinando una estética de video juego retro, motivos varios extraídos de los comics y una macro edición publicitaria: se destacan particularmente la fotografía de Larry Fong y esas tomas extensas que ahora sí poseen una cadencia en sintonía con el resto del “paquete interactivo” (otra vez lamentamos la ausencia de un bonito joystick pegado a la butaca). Así, en un contexto donde poco importan el tiempo y el espacio, lucharemos contra samuráis gigantes, nazis desfigurados, dragones y hasta robots. Un ingrediente que no podemos pasar por alto es la banda sonora, no tanto porque establece el ritmo de las escaramuzas sino en función del buen gusto de la antología (aunque no en sus versiones originales, tenemos canciones de The Beatles, Queen, Jefferson Airplane, The Stooges, Roxy Music, Eurythmics, Pixies, Björk y The Smiths). El cineasta da forma a un nuevo recipiente colorido que llegando el desenlace pretende llenar con algo de manual de autoayuda y una vuelta de tuerca a la La Isla Siniestra (Shutter Island, 2010): lejos de la fallida La Leyenda de los Guardianes (Legend of the Guardians: The Owls of Ga´Hoole, 2010), en esta ocasión retoma los ralentís de 300 (2006) y el tono dark de Watchmen (2009) con vistas a materializar “en plan descafeinado” aquello que cantaba Iggy Pop en 1973…
¿Nunca te miró una vaca de frente? Parece que de un tiempo a esta parte el cine argentino por fin aprendió la lección y está produciendo obras de calidad pensando en el público local y no en la sonsera eterna de esos festivales internacionales que no le importan a nadie. Si bien todavía sobrevive el negocio de cobrar el subsidio del INCAA y echarse a dormir, resulta innegable que de a poco va surgiendo un número cada vez mayor de películas de género orientadas a ganarse el apoyo popular. Precisamente dentro de este contexto hoy llega Un Cuento Chino (2011), una nueva realización con perspectiva mainstream escrita y dirigida por Sebastián Borensztein. En esencia estamos frente a una típica comedia dramática con toques sutiles de índole costumbrista que adopta el formato de “pareja despareja”, en donde el foco narrativo está puesto en la incomunicación y los choques culturales entre dos protagonistas de distintos orígenes. Por un lado tenemos a Roberto (Ricardo Darín), un ferretero huraño y obsesivo que evita -siempre que puede- el contacto con otras personas. En el extremo opuesto del mundo nos encontramos con Jun (Ignacio Huang), un chino que durante una excursión en bote se queda sin casamiento cuando una vaca voladora cae encima de su futura esposa. La excusa para la convivencia forzada pasa por el arribo a Buenos Aires de Jun en busca de su tío: luego de ser asaltado por un par de taxistas, se topa con Roberto, quien termina llevándoselo a su hogar ante la negativa de ayuda por parte de las autoridades responsables (destaquemos para el caso las escenas en la comisaría y la embajada, por cierto situaciones totalmente plausibles en la coyuntura de nuestro país). La propuesta combina sin apuro lo que podríamos llamar “apuntes porteños” –algo de cinismo, honestidad brutal y disgustos- con mucha sensibilidad a flor de piel, portadora de una tristeza arrastrada desde muy lejos. Borensztein se muestra fundamentalista en su intención de no agregar ni un elemento por fuera del canon establecido: a pesar de los estereotipos y la falta de originalidad, Un Cuento Chino se sostiene por su tono entre noble y melancólico, su eficacia en el planteo general y la gran labor del elenco. Mientras que Darín ofrece todo su carisma y vuelve a confirmar porqué es el mejor actor argentino contemporáneo, Huang sorprende como un partenaire a la altura del desafío. Con diálogos planeados al dedillo y un humanismo encantador, aquí los rumiantes pueden ser ese destino que nos atormenta y/ o aquello que deseamos evadir…
Anexo de crítica: La correcta Sanctum 3D (2011) cuenta con la producción de James Cameron y este “detalle” se percibe en el ánimo explorador que enmarca el relato, hoy decididamente centrado en otra de esas “expediciones perdidas en un contexto hostil”. Si bien falta desarrollo de personajes y el guión deja mucho que desear, la propuesta funciona como film de aventuras y de seguro agradará a los fans del canadiense...