LA JODA HIPERTROFIADA LOS INDESTRUCTIBLES 2 (THE EXPENDABLES 2) es festiva, autoconsciente y por momentos autoparódica, hasta el punto de contar con varias escenas totalmente absurdas. Puede decirse que la segunda parte es más explosiva, más brutal, más violenta, más graciosa y más entretenida que la original, pero sacrifica verosimilitud. Se trata de una película de acción hipertrofiada, que lleva hasta el extremo todas las características del género. Quizás lo más importante aquí sea lo que este film representa: esa reunión de veteranos compinches que se niegan a vivir sólo de recuerdos y que quieren seguir de joda. Y la verdad, se lo merecen. La historia empieza cuando Barney Ross (Sylvester Stallone) y sus mercenarios emprenden una misión para saldar una deuda con el misterioso y soberbio Church (Bruce Willis). En colaboración con la china Maggie Chang (Nan Yu), deberán recuperar una misteriosa caja de los restos de un avión estrellado en Europa del Este. Lo que en un principio parecía un trabajo sencillo se complica cuando se cruzan en el camino del malvado Jean Vilain (Jean Claude Van Damme) y su agrupación terrorista: uno de los Indestructibles es asesinado y sus compañeros buscarán vengarse, aunque para ello necesitarán toda la ayuda con la que puedan contar. Esta continuación supera dos de los problemas que tenía la anterior: por un lado, cuenta con un villano más carismático. Jean Claude Van Damme compone a un Jean Vilain cruel y caricaturesco, que no desentona con el espíritu de la película. Es una pena que su participación no haya sido mayor, aunque la pelea final lo compensa todo. Por otro lado, el guión de esta secuela se siente menos errático que el de la primera entrega. El argumento es más concentrado: la trama de venganza -aunque trillada- hace que las motivaciones de los personajes estén mejor definidas, por lo menos hasta que llega la hora de salvar el mundo. Sin embargo, el guión tiene varios de esos momentos delirantes (porque si fuera uno solo está todo bien), por ejemplo, cuando aparecen personajes de la nada para salvar a nuestros héroes. Así, muchas de las situaciones se resuelven de un modo sencillo, sin complicaciones, algo que no cierra ni siquiera como parte de las convenciones del género. La película logra una buena combinación entre la acción brutal y los momentos humorísticos, muchos de los cuales son aportados por un genial Dolph Lundgren. También resulta valiosa la incorporación de Maggie, que permite que se genere una dinámica de relaciones distinta a lo que veníamos viendo: al tratarse de la nueva, y encima mujer, se producen divertidos intercambios con los demás personajes. Con respecto a otra de las nuevas caras, es muy pobre la participación de Liam Hemsworth como Billy “The Kid”. El joven actor no logra sacarle el jugo a sus escenas. Por ejemplo, cuando cuenta su dura historia en el ejército no transmite ninguna emoción. Comparen eso con el monólogo de Mickey Rourke en la primera parte y después hablamos. LOS INDESTRUCTIBLES 2 es como un fisicoculturista pasado de esteroides, que se mira a sí mismo en el espejo del gimnasio, disfrutando con la forma en que sus gigantescos músculos se contraen y se relajan, una y otra vez, mientras levanta kilos y kilos de pesas: él no se da cuenta de lo deformado que está su cuerpo; por el contrario, está enamorado de sí mismo. Pero es feliz y no molesta a nadie. Así, puede verse a la película como algo más que una simple película: lo que Arnold, Sylvester, Bruce y compañía nos han dado todos estos años es maravilloso y verlos divirtiéndose es algo que emociona. Es que cuando ellos la pasan bien, la pasamos bien todos. En el film, los guiños cómplices, las referencias y los chistes vuelan como balas. Las bombas estallan y la fiesta sigue. Esperemos que esos músculos sigan aguantando.
RADIOINACTIVA ¿Vieron cuando llegan unos parientes de un crucero o de algún viaje por tierras lejanas y uno tiene que sentarse con ellos a escuchar sus anécdotas y mirar tooooodas las aburridas fotos que sacaron con la camarita digital? Bueno, esa es una linda forma de representar la experiencia de ver TERROR EN CHERNOBYL (CHERNOBYL DIAIRES), un film escrito y producido por Oren Peli, el creador de la franquicia ACTIVIDAD PARANORMAL. La película cuenta la historia de un grupo de amigos yanquis que deciden hacer un poco de “turismo extremo” y contratan un tour por una ciudad abandonada que queda cerca de la planta de energía nuclear de Chernobyl, en la que 25 años atrás hubo un terrible accidente. Al principio, todo es joda y diversión (y hay que reconocer que el punto de partida es atractivo), pero después descubrirán los peligros de la radioactividad. O, mejor dicho, de la radioinactividad, porque nunca pasa nada interesante. Es curiosa la forma en la que está filmada la película: los avances parecían adelantar que veríamos oootro bodrio con formato de falso documental, pero no. Si bien TERROR EN CHERNOBYL está rodada cámara en mano, en realidad no hay un personaje que sostenga la filmadora (los personajes tampoco interactúan con la cámara porque para ellos no hay una cámara allí). Este formato nos hace sentir parte de la excursión, aunque sin la necesidad de tener que justificar al nabo que filma todo el tiempo. El abuso de este recurso no convence y termina por darle a la película un aire amateur y berreta, cuando lo que se buscaba era provocar una sensación de realismo. Las actuaciones son bastante flojas y encima hay varios planos secuencia (por la forma elegida para contar el relato) que los actores lamentablemente no logran resolver con eficacia. Por otra parte, TERROR EN CHERNOBYL cae en el lamentable recurso de utilizar los sonidos fuertes y sorpresivos para asustar, como golpes o gritos, en vez de tratar de generar miedo de otra manera. Quizás lo único que se pueda rescatar de esta producción es la impresionante locación, la fantasmal ciudad de Pripya, con sus edificios grises, su mugre añeja, su chatarra herrumbrada y ese silencio ubicuo y ominoso. Una pena que no se haya podido aprovechar más el paisaje. Lo único que queda es esa filmación aburrida que seguramente nadie querrá volver a ver.
CANSAFANTASMAS Después de la saga ACTIVIDAD PARANORMAL, de EL ÚLTIMO EXORCISMO (THE LAST EXORCISM, 2010), de CON EL DIABLO ADENTRO (THE DEVIL INSIDE, 2012) y de toooodas las películas filmadas cámara en mano que vimos, no parece que quede mucho por hacer o decir con este formato de falso documental. Y DONDE HABITA EL DIABLO (EMERGO – APARTMENT 143) lo confirma. La película no es más que un rejunte de cosas ya vistas y ni siquiera los momentos de “grandes sustos” (que deben ser tres o cuatro a lo largo de los 80 minutos de duración del film) son tan terroríficos. La historia sigue a un grupo de investigadores que llegan al hogar de un hombre viudo y sus dos hijos para estudiar una serie de sucesos paranormales. Primero, la entidad se manifiesta tímidamente, haciendo ruidos extraños, moviendo una pava de lugar (se ve que tenía ganas de tomar mate) o dando vuelta un cuadro. Después, los sucesos irán creciendo en intensidad y en violencia para llegar a cubrir todas los lugares comunes de las películas de terror: hay espectros en fotos (con el pelo largo y desarreglado, obvio), médiums, escenas de posesión (con voz grave, of cors), nenas que flotan en camisón y el resto de secuencias ya vistas hasta el hartazgo en otras producciones. Ante tanto cliché, seguramente nadie se va a dar cuenta de que yo voy a usar otro: a veces, más es menos. Y aquí metieron demasiado. La historia va de acá para allá, sin rumbo, y no despierta ni el más mínimo interés hasta llegar a un lamentable clímax. Por otra parte, las actuaciones son mediocres, incluso la del espíritu (¿?), del que ni siquiera se preocuparon en darle un aspecto terrorífico. Sinceramente, resulta llamativo que el guionista y productor de DONDE HABITA EL DIABLO sea Rodrigo Cortés, director de la genial ENTERRADO (BURIED, 2010). Se ve que allá, bajo tierra, quedaron todas sus ideas originales.
LA TELARAÑA SE REGENERA La saga de Spider-Man del director Sam Raimi no daba para más: la telaraña se había cortado en pleno salto y el héroe se había estrellado contra el duro pavimento del ridículo. Era necesario volver a empezar, devolverle a la saga la frescura adolescente del comienzo, ya mítico, de este personaje. Con EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (THE AMAZING SPIDER-MAN), el nuevo director, Marc Webb, logra eso y un poco más: la saga se regenera, cual cola de lagartija cortada, con algo de oscuridad y misterio, al mismo tiempo que desarrolla de forma adecuada y profunda la relación entre Peter Parker (Andrew Garfield) y su novia Gwen Stacy (Emma Stone). No faltan los asombrosos efectos especiales, las peleas intensas, el humor ni las reflexiones sobre el heroísmo. Ojo, tampoco hay que exagerar: la película funciona bien como reinicio, pero el hecho de ya conocer la historia, que necesariamente repite algunos conceptos de la película de 2002, la hace, por momentos, poco sorprendente. El guión incorpora un puñado de nuevos elementos a la historia de Peter Parker: principalmente, se le da mayor importancia a la misteriosa muerte de sus padres, algo que lo ha afectado y lo ha convertido en un adolescente solitario. El joven vive con sus tíos, Ben (Michael Sheen) y May (una desaprovechada Sally Field), y un día descubre nuevas pistas sobre el trabajo que hacía su papá antes de morir. Su investigación lo lleva a la corporación Oscorp, en donde conoce al Dr. Curt Connors (Rhys Ifans), un científico que investiga sobre la regeneración celular. Luego de ser picado por una araña modificada genéticamente, Peter adquiere poderes y se convierte en Spider-Man, casi al mismo tiempo que Connors se transforma en un violento Lagarto humanoide después de un experimento fallido. En el medio de todo ese quilombo, nacerá el amor entre Peter y Gwen, su compañera de escuela. Desde que Peter adquiere sus poderes, somos testigos de una seguidilla de sucesos algo similares a los ya vistos en la primera película, aquella con Tobey Maguire: los divertidos momentos en los que Peter no puede controlar sus recientemente adquiridas habilidades; la muerte del tío Ben (a esta altura eso ya no es spoiler); las acusaciones hacia Spider-Man (que para muchos es una amenaza y no un héroe); los momentos forzadamente emotivos en los que la gente común decide ayudar a Spidey. En fin, quizás haya cosas que no se las puede contar de otra manera, aunque se cambien los escenarios en las que suceden. Sin embargo, y como decíamos al principio, la película sí innova en cuanto a aportar algo de oscuridad (hay muchas tragedias en el film) y en que se le otorga mayor personalidad al protagonista. Por ejemplo, es genial que Spider-Man vuelva a ser el molesto tira-chistes despreocupado, igual que en la historieta. Resultó acertada la decisión de filmar muchas de las escenas de Spider-Man con dobles de riesgo en vez de usar la computadora: esto le otorga a la película una mayor sensación de realismo, de tangibilidad. Spider-Man está ahí, no es un muñeco hecho en Paint como en SPIDER-MAN 2 (2004). También es genial la manera en que se incorporaron los movimientos de las arañas (Ejemplos: la escena en la que teje una telaraña en las alcantarillas o aquella en la que envuelve al Lagarto) e incluso cómo el héroe usa mucho sus telarañas para luchar (por ejemplo, lanzándosela a la cara a sus enemigos), algo que no hacía tanto en la trilogía de Raimi pero sí en los cómics. Hay, además, un buen uso del 3D, que suma bastante a la experiencia. Es para destacar lo bien que están desarrollados los personajes de Peter y Gwen. Mucho tienen que ver las excelentes (y muy naturales) actuaciones de Garfield y Stone, y la buena química entre ambos actores. Ifans brinda una buena composición como Connors, aunque no resulta tan natural como la parejita. Por otra parte, El Lagarto no convence como villano: su ridículo aspecto y su escaso y superficial tratamiento hacen que el monstruo esté destinado a quedar en el olvido. Sheen tiene pocas escenas como Ben, aunque su interpretación es buena (sólo hay que mirar cómo es capaz de pasar de los gestos paternales al enojo, todo plasmado con solvencia): la escena de su muerte pasa rápido y no resulta lo suficientemente impactante, pero todos ya tenemos incorporado ese momento gracias a los films anteriores y a los cómics. Lo mismo sucede con otras partes del relato, como la creación del traje. La incapacidad de alejarse del mito de Spider-Man (algo prácticamente imposible) es lo que más afecta a la película: a veces para bien (como cuando algunos puntos importantes de la historia pueden pasarse de forma veloz sin que esto influya de forma grave), pero casi siempre para mal. Sin embargo, cuando EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA se balancea hacia esos momentos pequeños, hacia esas miradas entre Peter y Gwen, ahí, justo ahí es cuando la película mejor funciona.
EN EL ESPACIO, NADIE PUEDE ESCUCHAR TUS PREGUNTAS ¿De dónde venimos? ¿Para qué estamos en el mundo? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Existe (un) Dios? ¿Quién creó a nuestro creador? Si hay algo para destacar en PROMETEO (PROMETHEUS) es la forma en la que contagia a los espectadores la misma sed de conocimiento que tienen los protagonistas. Actualmente, no son muchos los films que te dejan pensando una vez que terminan de pasar los créditos y eso es digno de mención. El problema es que un montón de buenas dudas no son suficientes para hacer una buena película: aquí hay un débil desarrollo de los personajes y una falta de suspenso (especialmente en la segunda parte). Esto último resulta curioso si tenemos en cuenta que PROMETEO es una precuela de ALIEN (1979), que si hay algo que la caracterizaba era el bueno uso del “no mostrar demasiado”. PROMETEO muestra demasiado en ciertos aspectos (por ejemplo, su contundente inicio, que no deja lugar a las dudas del espectador y resta sorpresa a la historia), pero no dice todo: eso no está mal, a menos que se haga en exceso. Es que, además de que el guión presenta demasiadas ambigüedades, sólo hemos visto la mitad de la historia: tanto el director Ridley Scott como el guionista Damon Lindelof han confesado que la idea, desde el principio, era hacer un relato en dos partes y ese final, demasiado abierto, lo confirma. Así, muchas de las preguntas que se plantean en el film sólo llevan a más preguntas. Es el año 2093 y la tripulación de la nave Prometeo despierta luego de más de dos años de sueño inducido. Entonces, se les informa el objetivo del viaje: deberán descender en la luna LV-223 para tratar de encontrar a los Ingenieros, unos aliens que serían los responsables de haber creado a la raza humana, según las investigaciones de los arqueólogos Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall-Green). Entre los tripulantes se encuentran el resolutivo androide David (Michael Fassbender) y la arrogante Meredith Vickers (Charlize Theron), quien está a cargo de la misión. Hay en PROMETEO un puñado de buenas actuaciones: Fassbender logra otorgarle todo el carácter de artificialidad que requiere David, el personaje más interesante de la película: nunca podemos saber en que está pensando el androide y eso, sumado a las intrigantes frases que expresa, a veces da más miedo que cualquier criatura alienígena. Theron, por su parte, cumple en el rol de hacerse odiar como la soberbia Vickers. Rapace no es la nueva Ripley, aunque tampoco parece que se haya buscado eso desde el comienzo: Shaw se muestra más indefensa que la protagonista de ALIEN, por lo menos hasta el tramo final, pero la actuación de Rapace no es lo suficientemente intensa. PROMETEO plantea el interesante debate de la ciencia contra la fe (algo que también estaba presente en “Lost”, serie de TV co-creada por Lindelof), aunque a veces las reflexiones y las referencias religiosas parecen algo forzadas y, en ocasiones, pretenciosas. Las preguntas planteadas (las filosóficas y las relacionadas con el guión de la película) acompañarán al espectador al salir del cine, como si hubiera sido infectado por el virus de la duda: hay quienes disfrutarán eso, pero no todos. Además, los fanáticos de ALIEN podrán entender algunas cosas sobre el misterioso Space Jockey y tendrán nuevas piezas para añadir al rompecabezas de la saga. Sin embargo, todavía faltan cosas por decir. La película cuenta con atractivos diseños de la maquinaria, de los paisajes extraterrestres y de las grotescas criaturas: es en estos tres aspectos donde se notan algunas de las referencias visuales a ALIEN. A eso se le puede sumar el buen uso del 3D (especialmente cuando se desata una feroz tormenta) y una acertada puesta de cámara del director. En PROMETEO lo que no convence del todo es el guión, que no dejará satisfechos a la mayoría de los espectadores. Antes, el guionista Damon Lindelof ya había querido demostrar con “Lost” que no siempre tendremos todas las respuestas. Y en la oscuridad del espacio no parece haber nadie a quien preguntarle.
¡EN LA CARA NO! Escribir sobre LA TRAICIÓN (HAYWIRE) es como pelear contra alguien que no parece un luchador. Es como si al ring se subiera un tipo vestido con traje y zapatos caros. Lo primero que uno siente es incertidumbre. Es que se trata de una película demasiado cool para la premisa de una mercenaria que busca venganza a base de piñas, tiros y patadas. El director Steven Soderbergh logra un film atractivo desde lo visual, y la mezcla entre elegancia y brutalidad clase B no deja de ser interesante, pero no convence. El principal inconveniente está en un argumento insustancial y con pocos atractivos: se trata de una producción más preocupada por la forma que por el contenido. Para decirlo en otras palabras, el hecho de que una pelicula este filmada con mucha personalidad no alcanza. Hay, además, un elenco con varios nombres importantes, la mayoría desperdiciados. Anoten: Ewan McGregor, Antonio Banderas, Michael Douglas, Michael Fassbender, Bill Paxton. Pasa que la protagonista exclusiva es ella, Gina Carano, la luchadora de Artes Marciales Mixtas, en su debut cinematográfico. La atleta se defiende y reparte golpes de lo lindo. El problema es que todo se ve demasiado limpio, demasiado elegante, demasiado fifí: las peleas son violentas y realistas, pero se notan coreografiadas, preparadas, maquilladas, encorsetadas. No fluyen. Carano interpreta a Mallory Kane, una especie de mercenaria rápida y furiosa que es sub-contratada por gobiernos para realizar operaciones encubiertas de esas bien difíciles y/o sucias. Es buena en lo que hace. Muy buena. Pero así y todo, le tienden una trampa: luego de sobrevivir a un intento de asesinato, Mallory se pondrá a buscar uno por uno a quienes la traicionaron. El argumento se va armando, pieza por pieza, a partir de flashbacks. Es la misma protagonista quien cuenta su historia a un joven que tomó de rehén: un recurso medio nabo, la verdad. Después, el relato confluye con el presente y avanza hasta un pobre desenlace. Merecen ser destacadas la edición y la genial banda sonora compuesta por David Holmes, un habitual colaborador de Soderbergh. La música del film (que recuerda a la de LA GRAN ESTAFA) es muy cool, pero no pega con lo que vemos en la pantalla. Del mismo modo, el director no logra conjugar satisfactoriamente su estilo canchero con el guión (que, de por sí, es bastante pobre). Es que las piñas no se llevan bien con la elegancia: la película pedía a gritos sangre y sudor y le dieron perfume (de los caros). No me malinterpreten: Carano se la banca y hubiera aguantado más. No es culpa de ella. Acá hubo un director que se jugó y no le salió tan bien. Así, lo que queda es un producto que se ve lindo (está bien filmado y hay algunas “caras bonitas” de Hollywood), pero que no tiene mucho para ofrecer. El tipo de traje y zapatos caros que se subió al ring al comienzo de este texto no tiene idea de pelear (obviamente). En el piso, cubriéndose el rostro, lo único que puede hacer es suplicar: “¡En la cara no, en la cara no!”. Que pase el que sigue.
CONTRA LA ESCORIA DEL PASADO Nadie espera que un alien se le aparezca en el jardín. Es decir, para muchos es posible que haya vida en otros planetas, pero es tan difícil que pase algo así que nadie lo está esperando realmente. Del mismo modo, hay secuelas que nadie aguarda, continuaciones que nadie pidió: pasa con esas franquicias que casi habíamos olvidado que existían, como si alguien nos las hubiera borrado de la cabeza con un neuralizador. Y con la saga de los Hombres de Negro es casi una suerte que haya pasado: después de la flojísima segunda parte, ya ni siquiera pensábamos en la posibilidad de una tercera. Pero HOMBRES DE NEGRO 3 (MEN IN BLACK 3) llegó. Vino en son de paz, dispuesta a corregir los errores y a limpiar la escoria del pasado. El hecho de que nadie esperara (mucho de) este tercer film es un buen punto de partida: con esta película, que recupera el espíritu de los inicios de la saga, nos sorprendemos de lo bien que la pasamos. HOMBRES DE NEGRO 3 repite algunas cosas ya vistas (no se anima a dar un gran salto), pero divierte con su buena mezcla de humor, acción y ciencia ficción. La historia comienza cuando Boris, un criminal extraterrestre bastante jodido, escapa de una prisión de máxima seguridad y viaja en el tiempo, hasta 1969, para matar a la versión joven del agente K (Tomy Lee Jones), responsable de su encarcelamiento. J (Will Smith) regresa al pasado para intentar salvar a su compañero y así evitar una invasión alienígena. Todo está listo para que otra vez seamos testigos del buen trabajo en equipo de la dupla. Sin embargo, K es otro, pero en realidad es el mismo. Me explico: Tomy Lee Jones es reemplazado por el actor Josh Brolin, quien interpreta a K con varios años menos. Esta nueva incorporación al elenco le hace bien a la saga: otorga frescura pero sin que las cosas cambien mucho ¿Cómo es eso? Bueno, es notorio que Brolin, que tiene buena química con Smith, estudió la actuación de Tomy y logra componer de forma sólida al juvenil K con gestos imitados a la perfección. Will Smith es puro carisma. Con sus monólogos post-neuralizador, expresados con mucha soltura, el actor demuestra que sigue en forma para hacer comedia. Además, su variado repertorio de muecas, sonrisas y miradas también aportan bastante al humor presente en todo el film. Con respecto a las demás actuaciones, no hay mucho para decir: Emma Thompson y Alice Eve (ambas hacen de la agente O con diferentes edades) están poco tiempo en pantalla. Aunque Smith y Brolin son el centro de la gravedad del film, Michael Stuhlbarg aparece y sorprende, como un satélite inesperado, con su buena composición del alien Griffin, personaje que resulta ser más importante de lo que parecía en un principio: Stuhlbarg/Griffin habla de futuros posibles y nos encandila con su verborrea y con ese brillo de otro mundo en sus ojos. En HOMBRES DE NEGRO 3 hay algunos elementos de la fórmula que se repiten: la investigación del caso, la forma agresiva con la que interrogan a los aliens (hilando demasiado fino es curioso que nos sigamos riendo de una metodología que casi podría decirse que hace apología de la violencia policial y de las torturas), los tiroteos (que no representan demasiada amenaza para nuestros protagonistas: sus armas son demasiado poderosas) y el uso del neuralizador son todas secuencias bien realizadas pero que no dejan de ser muy similares a lo ya visto en las películas anteriores. Hay, sí, dos momentos para destacar: el viaje en el tiempo (una de las pocas escenas donde el formato 3D se aprovecha) y la batalla final, que se desarrolla en un impresionante escenario. Pero la novedad viene más por el lado visual: hay un buen trabajo de ambientación cuando J vuelve a 1969 y también se destaca el diseño de los aliens (uno de los fuertes de la saga), especialmente cuando J se encuentra en el pasado y vemos que los extraterrestres se parecen bastante a la manera en que eran representados por la cultura popular en esa época (un genial homenaje). El guión es simple, sin demasiadas complicaciones, y tiene algunas fallas. A las ya mencionadas, puede añadirse que el villano es bastante chato, sin mucho desarrollo, a pesar de visualmente es muy atractivo con esas garras en todas partes y el chobi que le sale de la palma de la mano. En el argumento también hay elementos algo forzados, pero resulta interesante que se haya decidido profundizar más en la relación de la pareja de agentes. En definitiva, aunque se pueden hacer algunas pequeñas objeciones, HOMBRES DE NEGRO 3 es una película graciosa y entretenida. Es que, como dicen en el planeta Xjsdfblon 4, “wijgosdwer aselxp cbsjduepaldjfn jdka cxxkmdoerdkfvzv klllocsql”.
BALAS VIEJAS Hay tiros. Hay persecuciones. Hay asesinos rusos. Pero MISIÓN SECRETA (THE DOUBLE) no es una gran película. Sin la presencia de Richard Gere, quizás hubiera salido directo a DVD: aunque por momentos entretiene y tiene buen ritmo, se trata de un film de suspenso con pocos atractivos, demasiados lugares comunes y giros argumentales forzados. Es una producción correcta desde lo formal y el personaje principal posee una dualidad interesante, pero no hay mucho más para resaltar en la historia de Paul Shepherdson (Gere), un agente de la CIA retirado que debe volver a la acción para intentar atrapar a Cassius, un asesino de la Guerra Fría. Así, unirá fuerzas con Ben Geary (Topher Grace), un inexperto agente del FBI. Los clichés no demorarán en aparecer: el viejo es un cínico que se las sabe todas y que no se aguanta demasiado al joven, un nerd que idealiza a su compañero. MISIÓN SECRETA no aporta nada al género e incluso hay aspectos que suponen un retroceso de varias décadas (el patriotismo; los rusos como villanos). Así, lo mejor que el film puede ofrecer está –o debería estar– en el guión: la primera sorpresa de la trama llega a la media hora y, es cierto, desconcierta un poco (a los que no vieron el trailer, claro). Pero ese giro argumental, al igual que el que sucede cerca del final, es demasiado forzado y encima las interpretaciones no ayudan (especialmente la de Grace, porque Gere por lo menos se impone con su presencia). El film incluye unos flashbacks vacíos de contenido y totalmente prescindibles, como así también una colección de personajes insípidos (los asesinos rusos) y otros que no pasaron del boceto pero son funcionales a la trama de todos modos (como la esposa de Geary). Esta ópera prima del director Michael Brandt (co-guionista de SE BUSCA y EL TREN DE LAS 3:10 A YUMA) se trata, en definitiva, de una película que se deja ver, pero que carece de personalidad, de chispa, de eso que podría hacerla memorable. Es que las balas viejas no sirven para pelear en guerras nuevas.
UNA HISTORIA SOBRE LA VIOLENCIA Breve y silenciosa, por momentos intencionadamente abstracta, y también dura. Así es ESSENTIAL KILLING, la película dirigida por el polaco Jerzy Skolimowski y protagonizada por Vincent Gallo. El film, que tiene más de drama que de película de acción, cuenta la historia de Mohammed, un talibán que es capturado por el ejército de Estados Unidos en Afganistán y después torturado en una prisión. Durante un traslado, el vehículo en el que es llevado el cautivo sufre un accidente: el protagonista queda libre y debe huir por bosques nevados. Allí, mientras es perseguido por los militares, descubrirá de todo lo que es capaz con tal de sobrevivir. Esta no es sólo una historia violenta, también es una historia sobre la violencia. Además de la obvia crítica política, ESSENTIAL KILLING trata otros temas, como la invasión como concepto, es decir, la existencia de un elemento en un medio que le es extraño y el resultado que esto tiene desde dos puntos de vista diferentes: por un lado, el ejército de Estados Unidos como una fuerza invasora y avasalladora en Afganistán; por el otro, el personaje principal, obligado a sobrevivir en medio de la crudeza de lo salvaje, rodeado por un ambiente totalmente desconocido para él. Así, el talibán se verá forzado por sus perseguidores a degradarse, a bajar escalones evolutivos y a actuar sin tener en cuenta las consecuencias morales de lo que hace. Otro gran protagonista del film es el escenario donde se desarrolla la historia: nieve, viento, frío, montañas, ríos de agua helada, árboles y más árboles. La naturaleza simplemente está allí, sosegada, no expulsa a Mohammed ni busca dañarlo, algo que se evidencia con las muchas escenas en las que vemos a diferentes animales contemplando pasivamente al protagonista. La naturaleza no responde a las agresiones (por ejemplo, se ve cómo los leñadores cortan árboles): los únicos que atacan son los seres humanos. También hay una escena con una trampa para animales que muestra cómo la humanidad daña incluso sin estar presente. La raza humana es presentada como una entidad agresiva, que penetra con violencia, que interviene, que modifica: que haya ciertos gobiernos que actúan de esa misma manera no es pura coincidencia. Si bien la película plantea ideas interesantes, la forma de presentarlas no es demasiado atractiva. Aunque es bastante corta (no llega a la hora y media), ESSENTIAL KILLING puede resultar algo lenta y su estructura es bastante lineal (aunque hay algunos flashbacks y también atractivas secuencias de alucinaciones): se muestran sucesivamente los momentos en los que Mohammed va perdiendo su humanidad, cada vez con mayor intensidad, como si el personaje fuera un palo que se va afilando hasta convertirse en una lanza. Algunos puntos a favor del film son una bella fotografía, la actuación de Gallo (que logra transmitir la desesperación de su personaje a base de silencios y miradas) y un final desolador. Pero nada de esto alcanza para redondear la película. Lo que ESSENTIAL KILLING busca es mostrar que la violencia sin sentido es un producto exclusivo del género humano. El hombre tiene en su esencia algo que lo diferencia del resto de los animales: sólo nosotros somos capaces de responder a la violencia con más violencia, en un espiral infinito y absurdo. La naturaleza (inmóvil, inmutable, majestuosa) contempla, sin entender, cómo la raza humana se sigue desangrando a sí misma.
REBELDE WAY En un momento de COMANDO ESPECIAL (21 JUMP STREET), el capitán de la Policía dice en referencia al regreso de un programa de operaciones encubiertas: "Los tipos a cargo de esto carecen de creatividad y están completamente sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que nosotros no lo notemos". Esta frase, un clarísimo palo a la fiebre de remakes y adaptaciones que padece Hollywood, es clave para entender el espíritu festivo y autoconsciente de esta película. Los directores Phil Lord y Christopher Miller, inteligentemente, eligieron encarar esta adaptación de una serie de TV de los años 80’ sin tomársela muy en serio. En la secundaria, Schmidt (Jonah Hill) era el clásico loser y Jenko (Channing Tatum), el popular y abusador. Pero el tiempo pasa, se hacen amigos y entran juntos a la Policía. Durante su primer patrullaje, intentan arrestar a una banda de motoqueros y todo sale mal. A modo de castigo son enviados a participar de una operación encubierta para detener el tráfico de una nueva droga en una escuela secundaria. Los policías deberán hacerse pasar por adolescentes para tratar de resolver el caso desde adentro. Lo destacable es la manera en la que el film juega con los lugares comunes: no cae en los estereotipos, sino que los subraya para eludirlos y también para burlarse de ellos. COMANDO ESPECIAL se ríe de los clichés de las películas de acción y del sub-género de las buddy-movies, aunque cede ante el esperable cambio de roles -el loser se vuelve popular-, algo ya visto en JAMÁS BESADA (NEVER BEEN KISSED, 1999), en la que una periodista era la infiltrada. La presencia de un genial Jonah Hill y el estilo del humor (zarpado y en ocasiones hasta escatológico), sumado a los temas tratados (principalmente la amistad entre varones y las consecuencias de crecer), inscriben a COMANDO ESPECIAL dentro de la nueva comedia americana, corriente que cuenta entre sus principales exponentes a Judd Apatow y a Todd Phillips (¿QUÉ PASÓ AYER?). Si les gusta algo de ese humor, COMANDO ESPECIAL resultará tan entretenida como una buena fiesta entre amigos. COMANDO ESPECIAL tiene una pareja de protagonistas con buena química, varios chistes que funcionan, divertidos momentos de humor físico y muy absurdo (como cuando los policías infiltrados sufren los efectos de la droga que investigan), y algunas sorpresas destinadas a los seguidores de la serie de TV. El film entretiene con buen ritmo, aunque las mejores ideas están en la primera mitad: en la segunda, y sobre todo en el desenlace, cae en fórmulas ya conocidas. Sin embargo, nunca pierde el tono burlón: hay algo de despreocupación y desenfado adolescente en esta película, que se ríe de todos e incluso de sí misma. Así, nadie puede quedarse afuera de las carcajadas.