A base de estructuras narrativas no lineales, fotografías estéticamente bellas, canciones que gracias a sus películas se transformaron en icónicas, diálogos estilizados acerca de hechos banales y escenas de violencia donde la sangre abunda, Quentin Tarantino se transformó en uno de los directores más importantes de los últimos años. Casi un lustro más tarde de su último largometraje (“Los ocho más odiados”, lanzada en el 2015), regresa con una propuesta que reúne las características que atraviesa su obra, las cuales son manejadas de una forma excelente. “Había una vez en Hollywood”, protagonizada por Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, es una película escrita por el mismo director, tal como lo acostumbra, creando una trama interesante. Rick Dalton (DiCaprio) es un actor estrella de televisión durante la década de los ’50, pero su carrera empieza a decaer de forma más abrupta y, en consecuencia, lo acompaña en este camino su doble de riesgo, Cliff Booth (Pitt). Entonces, ya en el año 1969, ambos buscan recuperar su fama, esta vez, en la pantalla grande en Hollywood. A su vez, se introduce la vida de Sharon Tate (Margot Robbie) en paralelo al derrotero de la dupla actoral. DiCaprio y Pitt simplemente deslumbran en sus papeles. Si bien Margot Robbie no tiene tantos minutos en cámara, su actuación se mantiene al nivel de una historia intensa, sin desentonar con el trabajo de los protagonistas del film. El elenco, además, está compuesto por personas de renombre en el mundo cinematográfico como lo son Al Pacino y Bruce Dern. Tarantino brinda una historia donde le rinde homenaje al cine a través de una trama no sólo nostálgica, sino también atrapante y oscura, pero a su vez hilarante. Tampoco decepciona con su peculiar elección de canciones para ambientar las escenas, creando así un mejor resultado en cada una de ellas, siéndole fiel a su estilo, como así también lo hace en términos de fotografía y estética. “Había una vez en Hollywood” es un film que, sin lugar a dudas, atraerá a las personas no adeptas a su estilo y complacerá a aquellas que sí lo son. A sus 56 años, Quentin Tarantino lanzó al mundo un producto que refleja su pasión por el cine y cuyos procedimientos son manejados con mucha madurez. Este es un regreso a paso firme a la altura de las circunstancias, del cual hay que disfrutar. Vale el aviso: hay escenas post-créditos, así que quedate hasta el final.
El prolífico y multifacético Luc Besson, después de dos años, regresa a la pantalla grande como director de un film con guion de su autoría. El elenco está compuesto por Sasha Luss, una modelo que empezó a incursionar en la actuación con el mismo Besson, en su película anterior, “Valerian”. A su vez, Cillian Murphy (“Peaky Blinders”), Luke Evans (“The Alienist”) y la histórica Helen Mirren completan el equipo protagonista de esta intrincada trama de espionaje internacional. Anna (Luss) se dedica a vender muñecas en un pequeño, pero bastante concurrido, mercado en Rusia. Allí es contactada para formar parte de un equipo de modelos internacionales, dada su belleza e inteligencia. Ella acepta el trabajo para poder pensar en un futuro mejor, pero es el primer paso de una serie de conflictos con el servicio de espionaje ruso. Dada esta situación y los daños causados por ella, Lenny Miller (Murphy), jefe de la CIA, la rastreará con el objetivo de desarmar a sus rivales europeos, pero es la imagen física de Anna lo que pondrá todo en una tensión recurrente. Esta cinta se destaca por su música original: Éric Serra logró complementar de una gran forma cada escena de la película donde era necesario un clima en específico, pudiendo así generar que el público experimente diversas emociones. A su vez, las actuaciones se acoplan bien a lo que la trama pide. Sasha Luss sorprende con un buen despliegue al representar su personaje, pero Helen Mirren es el pilar fuerte del equipo y aquí saca a relucir todos sus dotes actorales. Sin embargo, el punto flaco está en el trabajo de Besson. En cuanto a dirección, su labor es buena. Las escenas de acción son llevadas a cabo con soltura, quizás siendo eso lo más trabajoso de su film en este rol. Así, desvía el foco de atención a la escritura de la película: está organizado de una forma tan intrincada que, al ver cómo resolvió ese aspecto, habla de una dificultad de su parte para llevar a cabo su propio guion. No sólo es notorio aquel problema, sino también que abusa del recurso utilizado para retratar la historia. “Anna: el peligro tiene nombre” es un no tan buen regreso de Besson a la pantalla grande. Presenta una historia interesante pero deslucida por cómo se representó. Igualmente, es un buen producto para aquellas personas que disfrutan de una película de espionaje, lo que para un trabajo de una figura del cine como Besson, es poca cosa.
Disney, la gran empresa de entretenimiento que promete arrasar en el mercado, le dio al mundo múltiples historias a lo largo de todo el siglo XX que, al día de hoy, siguen vigentes. A su vez, desde hace ya varios años, decidieron sacar nuevas versiones de los films originales y, también, live-actions de las mismas. “El rey león” es una remake de la película homónima de 1994, en este caso dirigida por Jon Favreau, quien se encargó de realizar la última versión de “El libro de la selva”, donde usó una tecnología particular que fue de utilidad para este nuevo largometraje. El león Mufasa (James Earl Jones), el rey de un territorio inconmensurable, presenta a su hijo recién nacido Simba (JD McCrary). Mientras entrenaba al heredero del trono por ser su descendiente, Mufasa muere y, como Simba creyó haber sido el autor de aquel hecho, decide no regresar a sus tierras. En consecuencia, es el hermano de Mufasa, Scar (Chiwetel Ejiofor), quien se sienta en el trono. Ya tiempo más tarde, un Simba adulto (Donald Glover) vuelve a reclamar el lugar que le correspondía desde un principio. Lo más destacable del film es la utilización de la tecnología con la que se logró representar a los animales lo más real posibles. Jon Favreau la había usado previamente, y sin dudas aquí es un aspecto que resalta del producto final. A su vez, las voces en inglés de cada personaje principal fueron elegidas con miras a la faceta musical de la película: Beyoncé y el multifacético Donald Glover son cantantes y, así, logran brindar una gran versiòn del clásico “Can you feel the love tonight?”, escrita originalmente por Elton John. De esta forma, manteniendo la mayoría de las canciones y a Hans Zimmer dentro del equipo musical, la remake mantiene la mayor fidelidad posible en relación con la película de 1994. Jon Favreau se queda corto en el intento de generar emociones fuertes en el largometraje. A pesar de la excelente banda sonora que posee, los personajes carecen de profundidad y los giros argumentales son realizados con tal rapidez que se imposibilita generar cierto tipo de empatía con cada animal involucrado. Sin embargo, este film es una remake y seguramente hubiera sido una buena opción salirse de los márgenes establecidos por la película original. Igualmente, “El rey león” es un gran producto que quizás podría haber aprovechado mejor ciertos recursos, pero sin dudas mantiene la esencia del film original. La introducción de los personajes de Timón (Billy Eichner) y Pumba (Seth Rogen) le dan un aire fresco y necesario al desarrollo de una película que parecía estancarse pero que, desde ese momento, encuentra en la comedia un gran soporte. En su totalidad, ésta es una remake más que disfrutable e ideal para disfrutar un rato en familia y, también, recordar momentos de la infancia.
Que hubo un atentado en India durante el año 2008, es para algunas personas un hecho totalmente desconocido. Sin embargo, la masacre perpetuada allí causó aproximadamente 500 heridos, matando a, al menos, 180 personas. Con 12 ataques simultáneos en el mismo día, Bombay, la capital financiera del país, se vio iluminada por granadas terroristas. Dada la magnitud del evento y la falta de repercusión que tuvo en el mundo, Anthony Maras se encargó de recuperar esta historia como su debut en el rol de director dentro del mundo del cine. Como producto de esto, fue creada “Hotel Mumbai”, que es protagonizada por Dev Patel, Armie Hammer y Nazanin Boniadi. La historia se centra en uno de los hoteles de lujo que fue foco de los ataques terroristas durante el 2008: el hotel Taj. Allí se encontraba trabajando Arjun (Patel) como mozo en uno de sus restaurantes. A su vez, como huéspedes, estaba alojada la pareja de Zahra (Boniadi) y David (Hammer), mientras que Vasili (Isaacs) coincidió en ese momento con ellos. Mientras tanto, en un café se lleva a cabo uno de los primeros ataques terroristas luego del cual aquellas personas que lograron escapar, se refugiaron en el hotel y, con ellos, se infiltró una dupla terrorista empezando a desatar el caos allí adentro. Arjun y todo el staff del hotel deciden buscar la manera de rescatar a los huéspedes. La labor de Maras en dirección se basa solamente en aciertos: la decisión de no ahorrar en crudeza ni en violencia, sólo genera un mayor efecto receptivo de las imágenes y, por ende, es muy fácil sentir el dolor de los personajes. A su vez, la presentación del contexto y del conflicto dura lo necesario, para luego poder poner el foco en el hotel y la acción del grupo del cual Arjun formaba parte. Al combinarse con una buena banda sonora, sin dudas el resultado es más que positivo. El reparto, en especial Patel y Hammer, se destacan en su papel. Cada uno es presentado con su historia propia y cómo eso va influyendo en las decisiones que toman en esas situaciones de riesgo. También, el personaje de Isaacs le otorga al film esa pizca de humor negro e irónico que corta un poco con el ambiente, pero que al final es necesaria y se relaciona con el pasado de Vasili. Desde el protagonista hasta cada rol secundario observado están puestos en una consonancia tal que funcionan perfectamente como conjunto. “Hotel Mumbai” es una película más de acción que trata acerca de ataques terroristas (verídicos o no) pero que se diferencia de las demás por el hecho de que todo aquello que se observa parece real: las decisiones tomadas por los personajes no carecen de sentido, como tampoco pueden verse acciones dudosas en un evento de aquellas características. En conclusión, la cinta debut de Anthony Maras podría definirse como intensa, cruda y trágica. Es un film más que recomendable.
En momentos donde la fantasía y el medievalismo estás en ápice dada la inminente culminación de la histórica serie “Game of Thrones”, es inevitable recordar la serie de películas que marcaron un quiebre en lo que respecta a esta temática: “El Señor de los Anillos”. Es un mundo escrito por J.R.R. Tolkien, que salió a la luz en el año 1937, siendo “El Hobbit” el primer libro de muchos más. En esta oportunidad, Nicholas Hoult se pone en la piel de este extravagante e inteligente personaje en su film homónimo y biográfico, escrito por David Gleeson y Stephen Beresford. El largometraje inicia con un Tolkien joven, interpretado por Harry Gilby, quien ingresa a un colegio de alto nivel gracias a su tutor legal, el sacerdote Francis (Colm Meaney). Allí conoce a un grupo de chicos con quienes, a pesar de haber iniciado la relación con peleas, entablaron una profunda amistad basada en el arte y las ganas de cambiar el mundo a través de ella. Por otro lado, Tolkien conoce a Edith Bratt (Lily Collins), mujer de la cual se enamora profundamente y, debido a cuestiones académicas y la participación inglesa en la Primera Guerra Mundial, sus caminos se separan, aunque con la promesa de volver a encontrarse. Tironeado por estos aspectos variados, Tolkien crece con el único objetivo de dedicarse a lo que realmente le apasiona: las lenguas clásicas. La actuación de Hoult resulta sorprendente, pudiendo transmitir las emociones de su personaje hacia el público, consecuencia de una gran formación de su personaje y una sólida interpretación de este. Gilby, un chico que está iniciándose en el mundo cinematográfico, se mantiene a la altura de su compañero, brindando dos etapas biológicas del mismo hombre, generando credibilidad en su personaje. Por su parte, Lily Collins crea a una Edith Bratt de la cual no se sabe mucho, pero le alcanzan pocos minutos en pantalla para interpretar de una forma más que aprobada a la pareja de Tolkien. Ella, junto con el grupo de amigos del cual el escritor formaba parte, generan un gran soporte del largometraje y su trama. El director, Dome Karukoski, logra fundir de una excelente manera la historia de Tolkien y su fascinación por la filología clásica, además de cómo concibió el mundo donde se desarrollan sus historias. Sin dudas, éste es un punto más que a favor, además de la reconstrucción de la época de la Primera Guerra Mundial, contexto en el cual la película se lleva a cabo. “Tolkien” es un producto fiel al origen del mundo fantástico del autor, en el cual se puede conocer el entorno donde él vivió y cómo influyó eso en sus novelas. Sin dudas éste es un gran trabajo donde puede verse la importancia de cada arista que compone a la cinta y que no sólo generará satisfacción en cada amante de sus historias, sino que será una caricia para su corazón.
Pocas actrices lograron tal renombre como Catherine Deneuve, multipremiada y reconocida por actuaciones en películas de directores como Roman Polanski (formando parte del elenco de “Repulsión”) y Luis Buñuel (participando en “Tristana”). Bajo la dirección de Julie Bertucelli, Deneuve se une a su hija Chiara Mastroianni para brindarnos un film más que interesante y perturbador, apoyándose en una novela llamada “Faith Bass Darling’s last garaje sale”, de la estadounidense Lynda Rutledge. Claire Darling (Deneuve) es una señora grande que decide vender todos los objetos de su lujosa casa en un pequeño pueblo en Francia. Para ello, en un acto de dudosa racionalidad, decide realizar una venta de garaje con motivos misteriosos, ya que se encuentra desvariando por momentos y desconectada de la realidad en la que vive. Ante esta situación, vecinos llaman a Marie (Mastroianni) para que cuide de su madre, de la cual se había separado hace ya muchos años por motivos familiares. Es así como, viendo las cosas exhibidas en el patio de su casa, Marie se encuentra con objetos que reactivan recuerdos que son el sustento de un pasado como familia más que perturbador. El guion tiene sus peculiaridades, ya que maneja largas retrospectivas que, a veces, se extienden mucho. También, al realizarse en cantidad, se dificulta la comprensión de la historia ya que algunos cambios temporales (hechos de forma interesante) son instantáneos. A pesar de esto, el movimiento argumental es fluido y, al acompañarse de una buena banda sonora ejecutada en los momentos necesarios, genera el toque de dramatismo necesario para este film. Las actuaciones de Deneuve y Mastroianni son excelentes. Madre e hija en la ficción, madre e hija en la realidad: qué se puede esperar de aquella combinación. Ambas se acoplan muy bien en una relación de idas y vueltas donde, mientras de un lado una se encuentra sufriendo, por el otro se genera una disputa interna entre el perdón o el rencor. En conclusión, “La última locura de Claire Darling” es un film crudo, doloroso y dramático, pero también algo dificultoso de entender dada la fragilidad del manejo del tiempo. A pesar de eso, la dupla protagonista y la buena adaptación y realización por parte de Bertucelli, generan una película que busca un halo de reconciliación y felicidad entre tanto dolor posible de encontrar en cualquier familia.
Stephen King es un escritor prolífico dentro del género de terror. Tal es su éxito que, hoy en día, muchos de sus libros han sido adaptados tanto a la pantalla chica en formato de serie, como también al mundo del cine. En este caso, “Cementerio de animales” fue publicado en 1983 y fue la directora Mary Lambert quien se encargó de realizar el primer film basado en aquel libro, seis años después. La mención a aquella película estrenada hace tres décadas no es innecesaria, ya que se observa a esta versión como un remake. Sin embargo, antes de ser eso, este largometraje es una adaptación de la novela homónima de King. En todo caso, el análisis debería girar en torno a si cada una respeta el libro y si esa fidelidad significa efectividad. Kevin Kolsch y Dennis Widmyer fueron, en esta ocasión, quienes se embarcaron en la misión de adaptar al gran maestro literario del terror con su versión propia de “Cementerio de animales” Louis Creed (Jason Clarke) y Rachel (Amy Seimetz) se mudan con sus hijos Gage (Hugo Lavoie) y Ellie (Jeté Laurence) a una zona rural. Allí, las mujeres de la familia ven cómo un grupo de nenes llevaban a cabo un ritual para despedir a una mascota en un cementerio de animales detrás de su nueva casa. Ante este evento, la pareja decide consultarle a su vecino Jud (John Litgow) el significado de aquel territorio. Entonces, él le cuenta historias en relación con el cementerio de animales y con otra zona que era usada con la misma finalidad por los indios que habitaban ese lugar en el pasado. El hecho de haber conocido estos dos cementerios representará un cambio en la vida de la familia Creed. El largometraje tiene algunos aspectos que hacen tambalear el muy buen clima de suspenso que logra generar. El desarrollo de la historia es más que fluido y ese es un punto a favor, pero quizás hay cuestiones que no ayudan a la misma: fallan algunos efectos especiales y hay ciertos cabos en la trama que terminan sueltos. Como producto final, el resultado del guion escrito por Matt Greenberg y Jeff Buhler está aprobado, pero prevalece la idea de que, sin embargo, pudo haber sido mejor. Igualmente, debe ser reconocida la modificación hecha a la historia original ya que es interesante en cuanto a las relaciones intrafamiliares: para evitar spoilers, recomiendo buscar cuál fue este cambio una vez vista la película. La dirección de la dupla Kolsch – Widmyer se destaca, ya que pudieron llevar a cabo escenas frágiles en términos de terror, donde es fácil caer en lo bizarro. Ellos logran mantenerse en un terreno más que interesante evitando el abuso de la típica “fórmula del susto”, donde también pudieron mostrar con creces el derrumbe psicológico de los personajes. “Cementerio de animales” es una película de terror más que interesante, donde el riesgo corrido por los escritores al modificar la historia original fue una gran decisión que, en consecuencia, forma la identidad del largometraje. A su vez, logra mantenerte al borde del asiento gracias al clima perturbador creado por su buena realización audiovisual, la correcta elección de la banda sonora y una muy buena performance de todo el elenco, particularmente de la joven Jeté Laurence, cuya imagen produce un deja vú a las gemelas de “El Resplandor”.
El racismo dentro de los Estados Unidos, a lo largo del tiempo, resulta ser algo recurrente y, en materia cinematográfica, esas épocas fueron utilizadas numerosas veces para la creación de historias. En este caso, quizás pueda considerarse como un leve giro de tuerca lo que propuso Peter Farrelly en la dirección de este largometraje escrito por él, Nick Vallelonga y Brian Currie. Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen) es un estadounidense con raíces italianas, quien tiene que buscar trabajo luego de que el restaurante donde se encarga de la seguridad cerrara por refacciones. Es por ese motivo que su camino se cruza con el de Don Shirley (Mahershala Ali), un virtuoso pianista afroamericano, quien necesita de un asistente que no sólo sea el chofer de su gira a través de todo el sur estadounidense, sino que solucione complicaciones a lo largo del camino. Las actuaciones de Mortensen y de Ali son majestuosas. Calificativo en aparencia exagerado, pero útil para que cada persona confirme por su cuenta si está bien aplicado o no. Viggo Mortensen subió veinte kilos para ponerse en la piel de este individuo insaciable de comida. A su vez, logra representar muy bien la complejidad de su personaje que trabajó en cualquier lugar por la necesidad de llevar alimento a su casa, habiendo desarrollado una excelente capacidad de persuasión en su trayecto, pero careciendo de una buena alfabetización. También, a pesar de sus raíces inmigrantes, Vallelonga tiene actitudes racistas pero que, al conocer a Don Shirley, se modifican por completo. En cuanto a Mahershala Ali, recreó a un personaje diametralmente opuesto. Don Shirley es alguien sumamente culto, quien habla varios idiomas y triunfó en el mundo de la música. Sin embargo, durante la década del ’60, el racismo tuvo un ápice de violencia y él siempre fue una víctima de la misma. Por ejemplo: él toca música contemporánea porque se vio obligado a eso, ya que los blancos no querían ver a alguien con su color de piel tocando música clásica, género que Shirley estudió desde los tres años. A lo largo de la película se mostrarán diversos aspectos de su historia de vida que no sólo no se condice con la de Vallelonga, sino que tampoco con la de la gente afroamericana dentro de Estados Unidos. La dirección también se mantiene a la altura de las circunstancias. El manejo de la cámara es el adecuado, pero lo que se destaca son los vestuarios de cada personaje, además de la ambientación de los años ’60. Mientras que el personaje de Mortensen no se preocupa por la vestimenta, el de Ali se viste con camisas de colores exóticos que siempre se destacan en cada escena, marcando así la oposición de cada uno. Por su parte, el guion es brillante. Cuando quiere buscar emoción, lo logra. Cuando quiere hacer reír, también cumple en situaciones que se mantienen a tono con la historia, sin recurrir a diálogos aburridos ni estúpidos. Sin dudas, éste es un aspecto fuerte de la película. “Green Book” es un film que quedará para el recuerdo por muchos años. Pone sobre el tapete una historia de racismo que apunta a cambiar la mentalidad de cada persona que mire la película, ya que se sitúa en el otro extremo de la violencia. A su vez, la dupla Mortensen – Ali se desenvuelve con tal química que es más que fácil identificarse con alguno de sus personajes. En definitiva, las nominaciones cosechadas por este largometraje son más que merecidas.
Cuando se trata de remakes, la vara suele estar elevada y aún más si la película original es de primera calidad. Este es el caso del film francés “Amigos Intocables”, lanzado en 2011, que ya tuvo su versión argentina titulada “Inseparables” en el 2016. En cuanto a “Amigos por siempre”, Neil Burger nos trae una visión sumamente hollywoodense de aquel producto europeo, con un cast de alto vuelo: Bryan Cranston, Nicole Kidman y Kevin Hart. A su vez, fue escrito por John Hartmere. Phillip (Cranston) es un hombre de negocios multimillonario que sufrió un accidente al andar en parapente. Como consecuencia, quedó cuadripléjico, pudiendo sólo mover desde el cuello para arriba. Entonces, con ayuda de su asistente personal Yvonne (Kidman), buscan contratar a un auxiliar médico que lo ayudase al hombre en sus tareas cotidianas. Así es como llegan a conocer a Dell (Hart), una persona antagónica en relación con el nivel de vida que mantiene Phillip y su entorno. Al conocer la cinta original, es difícil evaluar sus remakes, ya que está lograda con tal nivel que alcanzarlo suena como una misión imposible. Ahí es donde falla esta película: si bien tiene partes nuevas en la trama, quizás no consigue el mismo efecto que genera la primera. A su vez, da la sensación de que la historia está apurada porque no se detiene para desarrollar ninguna relación periférica a la de Phillip y Dell, aspecto bien atacado en la francesa. Sin embargo, un punto a favor es la modernización de la escenografía, pero no se podía esperar menos. Las actuaciones hacen que este film valga la pena. Aunque la química generada entre Cranston y Hart es notoria, no logra cautivar como la dupla original. A pesar de esto, ambos se desempeñan muy bien en sus roles, siendo Hart el que nos da los momentos de comedia (y qué esperar de un actor con trayectoria humorística, ¿no?). Es Nicole Kidman quien descolla, pero no alcanza. Su personaje serio y anticuado crece y evoluciona a medida que la película avanza. “Amigos por siempre” es un buen film de Neil Burger y no pasa de eso. Hay cuestiones en la trama que, en comparación con la película original, no convencen, pero no sólo las actuaciones están aprobadas, sino que la dirección de Burger también. Sin embargo, el intento de modernización de la idea francesa es el error que comete porque, sin dudas, eso le trajo más complicaciones que aciertos. Este es un remake que no está a la altura de las circunstancias.
La mera noción del hecho de que el director y productor de la saga de “El señor de los anillos”, Peter Jackson, haya participado en la adaptación cinematográfica (que tendrá varias partes) de un libro llamado “Máquinas mortales” de Phillip Reeves, se puede traducir en una suposición: veremos batallas épicas. Efectivamente, habrá guerra y el elenco protagonista estará compuesto por Hera Hilmar, Robert Sheehan y Hugo Weaving. Si bien no hay una referencia temporal clara, se establece que la trama se desarrolla en el año 3000 aproximadamente, en un mundo post-apocalíptico. La sociedad moderna se vio destruida por el uso de armas nucleares, y a pesar del avance cronológico, no aparenta en absoluto ser un ambiente futurista: ya lo adelantó Einstein cuando dijo que no sabía cómo sería la tercera guerra mundial, pero que la cuarta sería con palos y piedras. En cierto punto, aquella frase se ajusta a este mundo, donde las ciudades funcionan sobre máquinas y se alimentan unas de otras para subsistir. Thaddeus Valentine (Hugo Weaving), líder de Londres, busca llevar a cabo un ataque conspirativo, mientras que Hester Shaw (Hera Hilmar) y Tom Natsworthy (Robert Sheehan) intentarán frenarlo al darse cuenta de los planes que el líder tiene. Las actuaciones en este film dejan mucho que desear. Salvo Weaving, de trayectoria intachable, el resto no se encuentra a la altura de lo que prometía ser una gran película. Hay diálogos que quieren ser inteligentes, pero se quedan en un intento aburrido y hasta básico. A su vez, la dirección de esta película no acompaña: hay planos innecesarios e imágenes que alimentan el cliché de lo bélico, que ya quedó fechado y es hasta infantil su uso. En cuanto a la idea de la historia, era un material para generar un producto mucho mejor. La inclusión de Peter Jackson para escribir el guion y participar en la producción, apuntaba a la búsqueda de batallas épicas y esta película lo logra. Hay escenas muy bien armadas e interesantes en cuanto a los efectos visuales. Sin embargo, la trama queda enmarcada dentro del inicio de una saga. Falta desarrollo, no sólo de personajes como el de Weaving, sino de conflictos. “Máquinas mortales” fue un intento de belicosidad que, en ese aspecto, surte efecto dada su mega producción. No es así en cuanto a su trama ni a las actuaciones. Quizás, ésta fue una adaptación hasta infantil de un libro que quedará para el análisis hasta qué punto fue representado fielmente. Habrá que ver si tendremos una segunda parte, porque en caso contrario, esta película será un fracaso.