Alguna vez en nuestras vidas llegamos a un momento que queremos escapar, huir y perdernos de lo que suponemos es un caos interminable sin salida, La Música de mi vida (Blinded by the light) de Gurinder Chadha pone todo esto al ritmo de The Boss, el enorme Bruce Springsteen. Blinded by the Light expone los turbulentos años de juventud de Javed Khan (Viveik Kalra en una gran actuación), un joven pakistaní acorralado por sus costumbres, su timidez y su padre. Javed prácticamente es un ente alrededor de toda la gente de la pequeña ciudad de Luton, Inglaterra, en los años 80’s; afortunadamente en el primer día de escuela Javed conoce por accidente a Roops – otro chico extranjero Sij interpretado por Aaron Phagura – y gracias a él, se enlaza un puente accidental hacia la pasión por Springsteen. La idea de La Música de mi Vida es entender como por medio de una pasión se puede salir adelante y encontrar estados de realización por parte de las cosas que queremos y defendemos. Es una pegada que hayan buscado la historia de Sarfraz Manzoor (periodista y co-guionista de la película y sí, también fanático a muerte de Bruce) y exprimido cada situación para que por medio de la música de aquel chico de New Jersey la película sea como una explosión de descubrimiento. Toda canción se encuentra en un momento justo para desarrollar efectivamente las escenas y cada una de ellas lleva un mensaje (clásico de Springsteen) que va y despierta interés por lo que está sucediendo; para el que no conoce a Springsteen sus obras musicales retratan la vida y costumbre – al igual que lucha – de la clase trabajadora y La Música de mi Vida se regodea cómodamente en ello. Fanatismo a un lado el film realizado por Chadha logra identificar a cada uno de los espectadores con situaciones de adolescencia que invocan nostalgias personales sea cual sea su origen y género. Es una de las feel-good movies del año sin llegar a deslumbrar (y esto se debe a los constantes clichés de este tipo de películas). Puede ser que La Música de mi Vida no encuentre su público en salas de cine, pero atentos, tarde o temprano va triunfar en plataformas digitales y además si son fanáticos de The Boss – como quien les escribe – es una gran oportunidad para disfrutar del frontman de The E Street Band en pantalla grande y si no, es ideal para descubrir a un legendario artista. Valoración: Muy Buena.
Es el final de la década de los 60’s y Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y su mejor amigo – y doble de riesgo – Cliff Booth (Brad Pitt) buscan la manera de mantenerse a flote en la industria del cine. Entre el calor de la ciudad, el interior de salas de cine, los sets de filmacion, fiestas y entre casas de famosos nos encontramos con la novena película de Quentin Tarantino,Once Upon a Time… In Hollywood. Estamos ante la película más personal de Tarantino, aquella que se nota que está escrita por amor a lo que hace, no solo para complacer al público. Cada fotograma se contempla con cariño al ver los pequeños detalles de una época en que el cine daba lo mejor y estaba formando – o ya presentaba – a los actores más grandes de toda la historia del cine… Dos hombres y un destino … Y después está Rick Dalton, un alcohólico que lucha por mantenerse a flote en un mundo que poco a poco le suelta la mano. Dalton no quiere estar en primera plana, no busca ganar premios ni tampoco quiere pertenecer a la créme de la créme de la industria, él solo quiere ser reconocido por sus pares y vivir tranquilo, en resumen: Dalton es un superviviente. Por el otro lado de la moneda se encuentra Cliff Booth, un veterano de la segunda guerra mundial, que lleva un estilo de vida relajado – zen – y que siempre encuentra el lado positivo de las cosas, pero a no engañarse: Booth lleva un aura de misterio a cada lugar que va por que se sospecha que asesinó a su esposa y plus: es uno de los hombres más mortíferos en la tierra. El personaje de Pitt es un lobo alpha cool entre corderos. Tarantino pone a estos dos personajes en cada dirección de esta película ellos dos conducen la acción en cada escenario y Once Upon a Time…In Hollywood se encarga de hacernos saber que estos dos individuos son los personajes principales indiscutidos en esta odisea de tres días por aquel brillante – por afuera – distrito de Los Angeles. Ah sí, Rick Dalton es el vecino de director más convocado de aquella época Roman Polanski (Rafal Zawierucha) y de su preciosa esposa – también actriz – Sharon Tate (Margot Robbie). Todo esto es simplemente un dato menor… pero tenemos el año, el mes y el día. El celebrado director crea una historia dentro de un ambiente íconico rodeado de secretos legendarios, de historias que van de boca en boca y no terminan nunca de confirmarse, pero más allá de eso vemos una película realizada con extremo cuidado en detalles que confirman que estamos ante un director perfeccionista – no es ninguna novedad en Quentin – que ama sus historias, ama las calles y ama el cine. La película es un viaje para acompañar a Dalton y Booth, y es imposible no querer a estos dos protagonistas. En cada momento estamos atentos a lo que puede llegar a pasar – Dalton está al borde del abismo y Booth se mueve con una furia interior secreta que se ve minimamente oculta bajo una superficie de autocontrol – todo esto acompañado de temones musicales que quedan grabados por sonar en el momento exacto, en el lugar exacto. El timing de Once Upon a Time… In Hollywood es perfecto. Además también la película cuenta con personajes ficticios y otros que alguna vez estuvieron dando vueltas por las calles de Hollywood. A destacar (en una de esas joyitas minuteras que nos ofrece esta genialidad) se encuentra Steve McQueen (Damian Lewis) dando vueltas por la mansión de Playboy chismeando sobre como Jay Sebring (estilista y amigo de Sharon Tate, interpretado por Emile Hirsch) espera que Polanski la pifie para quedarse con Tate. Todo esto es una genialidad de varios minutos que introducen la vida y el ambiente que estamos viviendo en estos deslumbrantes 160 minutos. Quentin se permite explorar géneros diversos en escenas críticas posiblemente la que más se destaca tiene que ver con el personaje de Booth ingresando a una colonia hippie y donde simplemente la tensión se apodera de cada uno de nosotros y nadie sabe donde va a parar todo, ahora bien, en ese momento estamos ya acostumbrados al estilo del personaje de Pitt y cada minutos en el Rancho Spahn es una locura espectacular que merece ser vista en la pantalla de cine más grande que se disponga. Once Upon a Time… in Hollywood es una experiencia; es de aquellas películas que necesitan tener un lugar especial en nuestra memoria, también es una película larga y para los acostumbrados al cine «Tarantinesco» no es episodica; es una película que relata a gente agraciada por las circunstancias al igual que gente dañada por las mismas. Es una película que muestra días extraordinarios en una época – y también situaciones – decisivos para la cultura; pero por sobretodo es una película que merece ser vista en cines, no los va a defraudar. Valoración: Excelente.
Luke Hobbs y Deckard Shaw (Dwayne «The Rock» Johnson y Jason Statham) dejan atrás sus diferencias para intentar salvar al mundo de un virus letal mientras son perseguidos por un mercenario superhumano (Idris Elba). Desde hace rato la saga de Fast & Furious pasó de largo sus origines de autos ploteados, velocidad y carreras; ahora estamos en un terreno inverosímil cuyas situaciones bizarras bordean el camino de lo absurdo a niveles de Asylum Production. Hobbs y Shaw es una película en esteroídes; tiene todo lo que un fan de la saga furious quiere pero aumentado (tarde o temprano van a llegar al espacio). La química entre Johnson y Statham funciona a la perfección sobre lo que se busca y los mejores momentos de la película se divisan en el intercambio de palabras (o palos) entre los dos protagonistas. Para complementar la situación Vanessa Kirby demuestra que tiene lo suficiente para seguir sorprendiendo en roles que conllevan mucho trabajo físico al igual que buen manejo de expresiones. Kirby es joven, es bella y tiene un gran futuro por delante (hay que considerar que se encuentra ahora en dos grandes sagas de acción: Fast and Furious y Mission:Imposible). De plus: nos encontramos con cameos que a pesar de sentirse algo fuera de lugar del hilo narrativo y sean pura y exclusivamente marketineros, caen simpáticos. Hobbs y Shaw recae en la comedia; este spin-off da un punto de apoyo en un terreno que viene seduciendo a la saga furious desde hace ya tiempo. Ahora bien, al adentrarse en este «pantano» vemos como las situaciones dejan de tener un shock emotivo y los personajes se vuelven caricaturescos. Antes Decks Shaw era un asesino perfecto, ahora es uno más de la lista y el personaje de Hobbs por más que hable del maná, su enemistad familiar y del poder de su tierra, y de las circunstancias de la vida y bla bla bla… sinceramente a nadie le importa nada y sí, aburre. Además, la película tiene una duración de 135 minutos que son difícil de llevar. A pesar de que las situaciones se vean vacías, y predispuestas al éxito del cliché, la película tiene ciertos momentos de brillo; todos son en parte a la vida cotidiana y la forma de ser de Hobbs y Shaw, el resto es un show de pantalla grande que deja mucho que desear al igual que su villano Brixton (Idris Elba). Puede ser que de antemano Elba – gran actor – nos advirtió sobre su personaje como la «más grande amenaza que la saga tuvo»… por un lado tiene razón, pero por otro y a fin de cuentas su personaje termina siendo un artefacto cibernetico de un misterioso bien mayor que en algún futuro veremos. Hobbs y Shaw es una película que merecía ser hecha pero el resultado no llega a imponer el entretenimiento y calidad de prometía. Con desafortunados villanos, historia olvidable y demasiados errores de edición la primer spin-off de rápido y furioso llega a media marcha. Valoración: Regular.
Otro live action de Disney,.. nada más y nada menos que El Rey León. Nos encontramos nuevamente con la majestuosa historia de Simba (o al menos eso queremos creer). Protagonizada por Donald Glover, Chiwetel Ejiofor, Beyoncé, James Earl Jones, Seth Rogan, John Oliver, John Kani y Alfre Woodard está adaptación dirigida por John Favreau es puro brillo y poca alma. Estamos en una época de transición en la empresa del ratón, nuevas adaptaciones pasaron y otras vienen a montones, al parecer los jefes quieren revolver la olla mágica para ver lo que encuentran en el fondo pero con El Rey León agarraron un cucharón mucho más grande de lo que pensaban. Una película que a nivel técnico es impecable, encontramos en ella animales CGI que son tan perfectos que causa escalofríos ver la pantalla y ver a estos mismo hablar, con líneas exactas, recitando El Rey León nuevamente al pie de la letra. El problema es que con todo ese realismo que vemos, esa maravilla técnica que ofrece Fraveau y compañía queda separada del encanto animado de lo que vimos en 1994; los números «Hakuna Matata» o «I Just Can’t Wait to be King» realzan el motivo de que el alma del Rey León quedó en lo animado, en esta adaptación vemos a un León, una suricata y un jabalí cantando con el encanto que puede tener un trupe de verdaderos animales cantando; se siente demasiado artificial, sintético y no logra conectar con el espectador. ¿Se acuerdan a Simba asumiendo ese modo feliz de vida que conlleva el Hakuna Matata? Bueno, acá simplemente es un león con poca expresión cantando. Ojo, el cast funciona casi en su integridad en sus respectivos roles. Rogen y Ejiofor logran ofrecer lo mejor de lo mejor en cuestión de voces, Pumba y Skar elevan el ambiente con sus escenas, no obstante si bien el trabajo es positivo volvemos a encontrarnos sin el alma o al menos algo que impacte más allá de lo visual. Por otro lado Donald Glover es la pifiada de selección de casting y su intento por darle vida a la voz de Simba resulta hilarante en todo sentido. No tenemos a Elton John (por lo menos hasta los créditos), no tenemos el alma majestuosa de esa obra maestra de 1994 y tampoco tenemos la diversión que ofrecía la extensión de la original. A veces más no quiere decir que sea mejor y con El Rey León encontramos el ejemplo perfecto a todo esto, esta nueva live action a una verdadera lástima y una de las decepciones del año. Valoración: Regular.
Es Spider-man: Lejos de Casa la mejor película del universo cinematográfico de Marvel? no, simple y claro, pero Lejos de Casa es una de las experiencias más divertidas de este afromencionado universo. Protagonizada por Tom Holland, Jake Gyllenhaal, Samuel L. Jackson y Zendaya la película número 23 del MCU es flor de rato positivo para disfrutar en pantalla grande. La historia continúa el desenlace de Endgame centrado sus primeros minutos en el regreso y los posibles traumas que dejó el «blip» sobre las personas alrededor del mundo. Esto presenta un comienzo que no da en la tecla en los primeros segundos (por un pésimo uso de notikids escolar) no obstante cuando el humor entra en escena lo hace sutilmente y si se detiene es por una cuestión de mantener el buen timing en la película. Eso sí, es indispensable ver Endgame antes de Spider-man: Lejos de Casa ya que la película gira en torno, y en todas direcciones, a ese «juego final». Holland nuevamente demuestra ser capaz de llevar los poderes arácnidos y claramente estamos viendo como Peter Parker/Spider-man se va convirtiendo en un adulto… Todavía falta un tiempo, pero el asunto se va encaminando; a Peter todavía le cuesta tomar decisiones (¿a quién no?) y en toda esa incertidumbre del que hacer con su vida amorosa o como ser un héroe encontramos a un adolescente en formación con problemas típicos de gente común y sin poderes arácnidos. Hablando un poco de los nuevos reclutas en esta película nos encontramos con Jake Gyllenhaal dando un show teatral que encaja justo con su papel. Mysterio es un personaje carismático y su estilo metódico de éxito conlleva a realizar actos que ponen en duda su moralidad. Gyllenhaal es un actorazo y sin entrar en spoilers su personaje era necesario para incluir algo heroico, teatral y extravagante a la saga del aracnido. Quentin Beck es una muy buena adición al rooster marveleano. Spider-man: Homecoming lucía el manto del querido John Hughes, ahora Lejos de Casa regresa a eso pero más que nada apoderándose de National Lampoon’s Vacaciones Europeas (esta película es una previa perfecta para ver antes de Lejos de Casa), estamos ante un viaje escolar por Europa – quién pudiera…- y vamos a ir desde Italia, pasando por Praga, Holanda y Londres. Todo este recorrido vale la pena ya que presentan escenas críticas y no funcionan como un deleite visual vacío. Cada parada es necesaria para llegar, nuevamente, a casa. Obviamente encontramos créditos extras y en este caso lo valen, no solo por que hay una sorpresa muy agradable escondida sino también por que expanden el futuro de la saga; en Lejos de Casa por fin dejaron de afanar con 15 segundos de nada o incitar una risa falsa en la audiencia. Spider-man: Lejos de Casa es diversión pura de principio a fin, hay que estar listos para ver otro tipo de enfoque no familiar del personaje en un ambiente fuera de costumbre (Europa al parecer es más extraño que el espacio). Vayan a verla al cine, no se van a arrepentir. Valoración: Muy Buena.
7 años después de Men in Black 3 (2012) llega Men in Black: International, una nueva película sobre esta rama del gobierno secreta especializada en la vida extraterrestre. Sin Will Smith o Tommy Lee Jones esta nueva película es un comienzo de bastas ideas con notables pros y contras. El cambiazo empieza por el elenco y las cosas se ponen a tono al incluir a Chris Hemsworth y Tessa Thompson (aliados en el MCU desde Thor Ragnarok) en la piel de los agentes H y M respectivamente. Sin la complicidad de Jones y Smith como agentes principales, Hemsworth y Thompson funcionan gracias a la química iniciada en la saga de Disney; obviamente las cosas no marchan como un reloj pero Hemsworth y Thompson hacen que esta película funcione, ellos dos hacen que esta nueva Hombres de Negro entretenga sin llegar a ser algo memorable. El guión es un fastidio, una cosa agarrada a los tirones que no sabe para dònde ir hasta tocar el tercer y último acto de la película. A cargo del lápiz y papel están Matt Holloway y Art Marcum (guionistas de ese pequeño resurgir de Robert Downey Jr. llamado Iron Man), este dúo de guionistas plasman una historia densa, confusa (aún para los estándares de Hombres de Negro) que resulta cómoda por su linealidad pero obsoleta en todo los demás. Encontramos clichés y situaciones predecibles a lo largo y a lo ancho de la pantalla grande en esta película de casi dos horas, y esas dos horas, a pesar del esfuerzo de una dupla actoral sumamente eficiente, pesan y mucho. Liam Neeson, Emma Thompson, Rebecca Ferguson, Kumail Nanjani y Rafe Spall agregan algo de experiencia a este nuevo capítulo pero son criminalmente desaprovechados o sobre expuestos. El caso más serio es el de Ferguson que con lo poco que tiene y la nada que realiza es algo desalentador para la actriz; punto aparte, Neeson queda puesto como un simple medio para llevar a un resultado que se ve desde kilómetros. Desde ya los efectos especiales están a la orden del día y cumplen en lo que ofrecen además de sumar a ello una efectiva química entre sus dos protagonistas que funciona para revitalizar esta saga, no obstante con todo esto Men In Black: International se queda como el comienzo de una anécdota que no se sabe hacia donde va a llegar. Valoración: Regular.
Volvamos al año 2014… la gente estaba eufórica por el resurgir de uno de los monstruos más queridos e icónicos de la pantalla grande. Lejos de las producciones asiáticas -Toho- Warner se puso la camiseta y dejó la primera película de una saga de monstruos gigantescos para que el público pudiera ver con lujo de detalles la majestuosidad de lo que se venía. Pero las cosas no fueron positivas: Godzilla (2014) dirigida por Garreth Edwards fue una de las más grandes decepciones de aquel año y la gente, que quería ver a Godzilla rompiendo todo, se tuvo que contentar con meros minutos de destrucción con un guión pobre y un desperdicio de talento actoral. Ahora estamos en el año 2019 y tenemos la secuela (además de una spin off con King Kong) dirigida por Michael Dougherty. En Godzilla King of The Monsters esperamos que nos ofrezcan todo aquello que nos prometían: peleas de monstruos gigantes y destrucción a gran escala, ahora bien, las cosas no salen del todo bien. Hay peleas aseguradas y tenemos sobredosis de monstruos no obstante todo esto se siente desconcertante por los fallos de guion, actuaciones y sí, de los monstruos en si. Punto a favor: la película se esfuerza por expandir este universo de monstruos monumentales de una forma única, vemos un cierto renacer de estos titanes ancestrales. Estos seres se muestran con una belleza deslumbrante – en el caso de Mothra – y también, como una amenaza latente – Ghidorah -. Tenemos conseguidas presentaciones de todos los monstruos pero a la hora de mostrar su evolución, su desarrollo y objetivos solamente son bolsas de arena con órganos. Vera Farmiga, Kyle Chadler, Sally Hawkins, Charles Dance y Ken Watanabe se esfuerzan para dar un toque de humanidad a una historia que se siente completamente artificial; todos ellos a pesar del esfuerzo fracasan en sus roles y ofrecen hilarantes situaciones en momentos que no tendrían que serlo. Duele ver a Watanabe y Farmiga expresando sus respectivas líneas de forma penosa pero lo peor de todo este embrollo actoral es: Millie Bobby Brown. Esta joven actriz merece un retiro prematuro al terminar su serie Stranger Things ya que no pega absolutamente una sola línea. Nos harían un favor y se ahorrarían unos cuantos dólares sacando a Brown de la industria. Si lo que desean es ver una película que muestre a monstruos gigantescos dándose sopapos y reventando todo Godzilla King of The Monsters cumple aunque no llega a demostrar el verdadero poder que podría tener esta franquicia. Segundo round y las cosas no se ven para nada bien. Valoración: Regular.
Disney y sus live action pueden no ser perfectos pero hacen sentir al espectador un poco más cerca de aquellos clásicos que alguna vez lograron emocionar a chicos y grandes por igual, una cosa es segura… lo siguen haciendo. Más allá de toda reacción previa a su lanzamiento el live action de Aladdin deja en claro una cosa: el mundo de Agrabah está más vivo que nunca. Mena Massoud y Naomi Scott tienen una buena química personificando a Aladdin y Jazmin. La joven pareja funciona y el juego del romance se encuentra presente; eso sí, la gran sorpresa de la película es Will Smith. Smith ofrece un nuevo aire como el querido personaje todopoderoso. El pasado príncipe del rap se divierte como nunca en la piel que alguna vez perteneció a Robin Williams. Con un toque diferente y no tan improvisado que encuentra la tirada de pelos fácil a la hora de poner referencias actuales, el personaje de El Genio se la banca gracias a Will Smith. Si Aladdin es buena es porque la maquinaria la pone en marcha «el gran azul». Ahora sí, los villanos de la película fracasan completamente en presentar una verdadera amenaza. Iago (voz de Alan Tudyk) es un simple loro entrenado que no tiene la presencia necesaria para ser ese personaje memorable en lápiz y papel y para el broche de oro de la infamia lo tenemos a Marwan Kenzari como Jafar. Kenzari fracasa en todo los aspectos y se pone en ridículo al intentar imponerse frente a todos los amados personajes como el maquiavélico Visir – uno de los mejores villanos que la gran firma del ratón creó-, Kenzari no tiene la presencia, ni el carisma y hasta produce inadvertidamente escenas hilarantes que en realidad no buscan serlo, la selección de este actor es un completo fracaso encontrado por el departamento de casting, es la antítesis de lo que Will Smith logra ser en este film. A todo esto Guy Richie vuelve a realizar un film competente después de fracasar con Rey Arturo y la menospreciada Man from U.N.C.L.E (esta nueva versión merece más reconocimiento). Richie es el diseñador y su estilo – con algunos desacierto cuestionables – se reconoce fácilmente por el uso de trademarks -sellos de autor- propios. Obviamente todo este proceso y trabajo terminado es acompañado por la mirada atenta del ratón taquillero. Con grandes números musicales (a destacar Arabian Nights interpretada por Smith) hay un alma consiente en esta película que tal vez no sea ideal en su perfección como lo fue aquel clásico animado de 1992, pero en algo no falla y no hay cuestionamiento alguno: Aladdin es ideal para disfrutarla en familia. Valoración: Buena.
En el capítulo uno conocimos su mundo, en el segundo John Wick (Keanu Reeves) mostró el profesionalismo y “sacrificio” de su trabajo y en John Wick: Parabellum las cosas se desatan, los reinos se caen y nuevos jugadores entran en escena. Dirigida por Chad Stahelski (reconocido doble de riesgo y ahora sin duda un director competente de género), este tercer capítulo es una fiesta de armas, balas, cuchillos, perros y hasta caballos. La saga John Wick se agranda y está mejor que nunca. Tras los sucesos acontecidos en el segundo capítulo la vida de John Wick pende de un hilo que pesa 14 millones de dólares y va en aumento. Al violar el terreno protegido y derramar sangre en The Continental (una suerte de terreno sagrado para asesinos) el legendario asesino corre por su vida acompañado de su perro para recuperar su honor y matar a todo aquel que se ponga en su camino… y cuanto más largo es el camino de John, más cuerpos se acumulan. La acción no tiene frenos en los 131 minutos de duración. Hay enfrentamientos con todo tipo de armas de principio a fin, incluyendo una pelea de cuchillos que no sólo pone tensión sino que también no se lamenta en buscar la risa en el público. Parabellum no tiene nada de que lamentarse, ninguna acción pasa desapercibida en la película y cada nueva escena que se ofrece es una nueva forma de jugar con el estilo autoconsciente que plantea Stahelski en un mundo cuya historia trasciende – si se quiere – la pantalla grande. Keanu Reeves nuevamente deja todo de sí en este proyecto, pero en esta serie la palabra «todo» se queda corta porque en cada nueva entrega el actor junto a todo el equipo técnico rompen la barrera de la sorpresa y demuestran que pueden innovar y sostener sus ideas, moldearlas en la forma que quieran y dejar un producto finalizado que sólo ofrece buenas cosas para todos los seguidores. Reeves comandando y sus coestrellas acompañando cambian su estilo de juego sin traicionar los inicios y códigos del mundo. A destacar: Lance Reddick nuevamente en acción y Halle Berry en un rol sumamente correcto pero breve (ella simplemente es una página de un gran capitulo). ¿Todavía no están convencidos? Hablamos de un personaje que mata a gente con un lápiz, apunta a cabezas con la pata de un caballo y remata victimas con extrema puntería. No hay que extrañarse de que toda esta serie de películas se considere una de las mejores en el género de acción ya que busca lo mejor del género en los años 80’s, lo fusiona con el estilo de los 90’s en un ambiente actual con una exquisita coreografía a cargo de Jonathan Eusebio. Estamos en una década que tiene miedo al experimentar con la acción pero no se divierte en el intento… pero Stahelski, Reeves y compañía lo hacen y transforman todo en una fiesta que el espectador no quiere que llegue a su fin. Valoración: Muy buena (y bien presente en mi lista de lo mejor del año).
Antes de crear el famoso universo literario que rodea «la tierra media» John Ronald Reuel Tolkien – J.R.R. Tolkien – era un joven huérfano apasionado por los diferentes lenguajes y con una historia propia para contar el basis de la creación de sus obras literarias. Esta película, dirigida por Dome Karukoski hace lo que puede con el poco material que tiene – por inconvenientes con los derechos – y trata de interesar sin llegar a ser groundbreaking. Nicholas Hoult pone la piel para caracterizar al famoso escritor de una forma correcta con sutiles toques de reserva, esto es porque en parte la película titubea demasiado a la hora de mostrar los hechos fundamentales en la vida de Tolkien. Escenas largas que rozan una monotonía abismal se adueñan de gran parte de la duración de la película y no consiguen dejar mella en el espectador; así mismo la química entre Hoult y Lilly Collins (interpretando a la futura esposa de Tolkien) se siente sintética y ese romance, que supuestamente tiene que sentirse eterno, comienza y termina como una simple llama. Las obras de Tolkien tratan sobre la amistad, el amor, la religión, el sufrimiento y el triunfo del bien sobre el mal y aquí se presenta, en la otra cara de la moneda, un prontuario fugaz de todas estas cosas que no coinciden por el pésimo manejo de tiempos y el interés de mostrar imágenes más poderosas que las palabras. Sí, Karukoski consigue mostrar los lazos de amistad entre jóvenes que grandes esperanzas de ser maestros de las artes pero fracasa completamente en mostrar el catalizador de hechos que llevan a Tolkien, mediante sufrimiento y terror, a ser el legendario escritor que terminó siendo; se preguntan ¿cuál es ese catalizador? muy fácil: es la primera guerra mundial, el principal escenario de todo este relato en pantalla grande. Tolkien es otra obra sintética que ofrece el séptimo arte; no deja huellas, no se siente como triunfo y no consigue un enfoque apropiado para interesar al público. Es una película que posee actores y actrices con un porte excelente pero dejan un suspiro por una incompetencia invisible tras la cámara, se ve bien, explora sentimientos, pero no llega a cumplir con su misión. Valoración: Regular.