Ya está, lo hicieron, llegó por fin Endgame, las cosas se terminan y al mismo tiempo los cambios – radicales en su gran mayoría – establecen un futuro incierto en este universo creador por Marvel. El regreso no es fácil ya que la última película sobre este grupo de heroes comiqueros puso un número de bajas considerable al llegar los créditos finales. En Endgame la situación retoma con un tono gris de desesperanza que trasciende los 5 años de los hechos acontecidos en Infinity War (2018) (y sí, en esos 5 años pasaron muchas cosas); el destello de esperanza que transmitía cada héroe se desvaneció por completo (pero claro, siempre está America…). Los Avengers originales regresan pero cada uno con su buena dosis de fracaso; cada uno lleva su carga y cada uno aún sufre por la derrota monumental de su última batalla. Endgame funciona como un eco constante de perdida para cada héroe en el primer acto de la película y todo esto funciona de manera asombrosa gracias a un ingenioso y dedicado trabajo realizado por los hermanos Russo; si Infinity War se trató de Thanos, Avengers: Endgame se trata de cada uno de los héroes. Tenemos muerte pero al mismo tiempo tenemos resoluciones que satisfacen al espectador de forma abrumadora. Hay que aclarar que a pesar de que la parca llega de manera definitiva para alguna de estas grandes figuras no todo desenlace resulta triste. La campaña de publicidad comunicaba un mensaje de «whatever it takes» (lo que sea necesario) y ese mismo whatever it takes culmina de forma sublime la realización de 11 años de gestación. Por mi parte defiendo ese minuto final de metraje (que es definitivo, sin post creditos) el cuál muestra una emotiva imagen final. Ironman, Hulk, Capitán América, Black Widow, Hawkeye y Thor defienden el título de «Vengadores Originales» cómodamente y todos ellos están muy bien acompañados de los talentos secundarios que Marvel fue dejando – cual migajas – a lo largo de los años; Rocket Racoon y Nebula acompañan bien pero el show es de los originales. A destacar: Hulk (Mark Ruffalo), Hawkeye (Jeremy Renner en lo que probablemente sea el mejor parado de todos a nivel actoral) y Thor ( Chris Hemsworth, que sigue sorprendiendo con su lado cómico). Para no ondear en la trama y adentrarse en el terreno de los spoilers Avengers Endgame utiliza un mecanismo complejo al atar cabos sueltos; esto podría ser un desastre pero el trabajo en papel realizado por Christopher Markus y Stephen Mcfeely se muestra épico, contundente y sí, con huevos. Avengers Endgame es la película definitiva del MCU. Los caminos futuros son prometedores, muchos llegan a su fin y otros pueden continuar sobre todo cuando el misticismo se apodera de esta saga de películas. Tal vez por primera vez el MCU se encuentra liberado, con numerosas posibilidades a futuro, y eso genera una grata incertidumbre en el espectador. Es seguro decir que la presencia de Thanos (Josh Brolin) fue definitiva para la saga. Avengers Endgame es un espectaculo complejo, entretenido y poderoso. La película no muestra miedo en ningún momento y se la juega a todo o nada; además ofrece lo que la gente quería ver, nada más y nada menos. Prepárense para un espectáculo cumbre que vale cada minuto y se despide con elegancia y con una emotiva nota final.
En un retrato agradable Luchando con mi familia cuenta la vida de la familia Knight, para ser más preciso el camino hacia la fama de la hija menor Saraya-Jade Bevis, mejor conocida en el mundo de la lucha libre como Paige. Stephen Merchant realiza su primer trabajo como director (esta vez sin el co- de por medio) y no deja títere con cabeza plasmando un relato con una gran dosis de simpatía que funciona, saca sonrisas en el público y literalmente hace olvidar algún mal rato pasado. erchant juega con la vida de la bizarra familia Knight (autoproclamados reyes del wrestling en Norwich, inglaterra) de una manera absurdamente efectiva. Peleando con mi familia es la antítesis de The Wrestler (2008, obra maestra de Darren Aronofsky) y funciona de complemento para ver los golpes, el tocar fondo y remarla, la persecución de sueños imposibles, el fracaso sobre la gloria y el triunfo sobre un predestinado fracaso. Las dos películas se complementan narrando los sacrificios por una pasión que para muchas personas es “falsa” no obstante estos atletas dejan su salud, fortuna y en algunos casos hasta su vida por defender lo que creen y quieren. Merchant triunfa dirigiendo Luchando con mi Familia. Producida por Dwayne Johnson (y contando con cameo glorificado de The Rock) Luchando con mi Familia se defiende en todas las esquinas. En el roster actoral tenemos a Nick Frost y Lena Headey como los cabecillas de la familia Knight; Headey y Frost tienen una química asombrosa en pantalla, son un dúo salido de pelea de bares, de la destrucción de vicios y de trenes que chocaron múltiples veces y aun así, a pesar de las múltiples colisiones funcionan magníficamente. Después nos encontramos con Florence Pugh como el talento protagónico de esta película; Pugh consigue llevar la historia de estupenda manera recreando eventos de vida como si fuera su vida propia. La joven actriz lucha, sufre, ríe, llora y nos engaña… nos engaña para mostrar que no es la verdadera Paige, pero podría serlo sin problemas. Ahora bien, detrás de todo este elenco, Jack Lowden es el que da todo y no deja sobras personificado a Zak Knight (el hermano del medio de la familia Knight) Lowden da un tour de force y demuestra que su carrera acaba de despegar… recuerden el nombre de este joven actor. Y tenemos yapa: Vince Vaughn tiene un rol secundario clave que agiliza la película y la lleva por el camino correcto. Da gusto ver como una película tiene la destreza de ganarse al público rápido y fácil, esto no sucede seguido y cuando nos encontramos con estos casos, hay que celebrarlo. Vayan a ver Luchando con mi Familia.
After transporta al espectador a lo que muchos conocen como “un mundo de dolor”, no por el intento de adaptar una historia de pésima forma a la pantalla grande sino por demostrar que a veces mucho de estos reconocidos autores no merecen estar en un pedestal. Encontramos a dos protagonistas que tratan de vivir un “romance” pero éste es simplemente un capricho por falta de experiencias de vida. Tessa (Josephine Langford) es una mocosa que su único problema en toda la película es cuando su madre le dice “te cortamos el flujo de dinero”, así de simple; lo que la gente comúnmente refiere como pendejada sucede en After. Al mismo tiempo Hardin, la otra cara de la moneda, es presentado como un monstruo misogino cuando toda la cuestión es por inexperiencia en general; el galán de novela en lo simple y claro, es un simple salame con tatuajes. After de revolucionaria no tiene nada. Estamos ante una película que no presenta una historia competente que logre enganchar al público y sacuda las emociones a aquellos románticos que esperaban algo. Aquí simplemente no hay nada y las circunstancias se tornan aburridas. Para colmo y en defensa de lo indefendible: Twilight (2008) tenía vampiros que brillaban y hombres lobo – por lo menos era original y la gente sabía que se iba a encontrar con algo diferente, por más malo que sea, era diferente… – Christ, parece imposible, pero ésto es cierto!. En esa multitud de ideas posibles Anna Todd fue lista; esta joven autora creo un universo nuevo, de personas que viven, pero no lo valoran, no se arriesgan y no consiguen ver que las decisiones que toman no significan nada, simplemente son personas aburridas, egocéntricas que merecen vivir penurias – y las merecen – por el simple hecho de que aún no saben nada de la vida. Anna Todd ahora tiene dinero y fama… miren lo lista que fue al crear After. After intenta convencer a la gente de que se va a encontrar con algo inolvidable – por un lado lo logra – pero no de la manera en lo que se busca; After es inolvidable en su pésima realización, así mismo actuaciones, edición y casi todo lo que la rodea. ¿Algo positivo? Bueno, estamos ante el retorno musical de Avril Lavigne en pantalla grande, eso llama la atención, pero el resto… el resto es inolvidablemente malo y es una mancha profesional.
Una de las novelas más querídas y recordadas del gran Stephen King retorna a la pantalla grande. Sí, volvió: Cementerio de Animales. Protagonizada por Jason Clarke, John Lithgow y Amy Seimetz esta nueva adaptación del famoso libro juega un poco con el intercambio de roles, manteniendo el espíritu de la novela y al mismo tiempo tomando nuevos senderos para ubicarse después en su carretera principal respetando su obra original. Al mismo tiempo Cementerio de Animales es una de las tantas películas que sufre por numerosos trailers que revelan demasiado de su “nueva” historia; tenemos giros y tenemos sorpresas pero las de mayor impacto son reveladas mucho antes del esperado estreno. La película dirigida por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer no sólo posee un nulo factor sorpresa sino que también se siente estática al ofrecernos cosas que vimos y sabemos que van a pasar sin arriesgarse, sin poner un toque distintivo que marque esa búsqueda de sorprender varias décadas después de lo que fue esa primera adaptación en el año 1989 y su secuela – muy poco querida, pero divertida – del año 1992. Kölsch y Widmyer tratan de contar una historia de forma directa y en ese relato las situaciones suceden de forma rápida, tan rápida que el espectador no consigue disfrutar y formar parte del mundo trágico con resurrección que nos preparó King y le dio muchísimo más reconocimiento del que ya poseía. Vemos sangre, vemos muerte, vemos eventos macabros pero no lo podemos sentir como esa parte magnífica de la historia. Las situaciones escalan pero la nota se mantiene tenue a pesar de la tragedia absoluta. Cementerio de Animales es una película tibia en sus circunstancias pero su error más grande es no tener la presencia absoluta del famoso cementerio indio; el poder de imagen de la obra de King, la razón de resurrección y tragedia, el basis de la historia de la caída de la familia Creed es inexistente. Tenemos cementerio de animales pero no el verdadero “cementerio de Animales” y con esto pregunto: ¿cuál es la razón para ver una historia sin de origen latente a la vista? La respuesta es tierra y paisaje, es sólo lo que vemos, tierra y paisaje… En su favor la película se refugia en sólidas actuaciones que calzan como un guante a los actores y actrices en sus respectivos roles. Clarke y Seimetz funcionan como Louis y Rachel Creed, por otro lado Jeté Laurence es la verdadera revelación de la película personificando a Ellie Creed y dando una interpretación notable para lo que se le pide. El punto fuerte y casi obvio de todo este apartado actoral es John Lithgow; el querido actor es el que genera el verdadero interés como Jud Crandall, el solitario vecino (y abuelo postizo) de los Creed. Lithgow pone la simpatía, el misterio y la culpa en una interpretación clave para que Cementerio de Animales funcione, pero de nuevo, Kölsch y Widmyer se encargan de apurar demasiado las cosas y no se termina de disfrutar a fondo al gran John. Cementerio de Animales utiliza el cambio a su favor, funciona en pequeños detalles pero la ejecución de sus dos directores imposibilita que la película sea memorable. Valoración: Regular.
Con una entrada por la puerta grande Us es una de las películas más esperadas del año, no por su misterioso contenido sino por el retorno de su director, Jordan Peele, al género. Get Out quedó en el pasado, ahora es el momento de Nosotros. Us trata sobre una familia que busca pasar sus vacaciones en las playas de Santa Cruz, California cuando en una extraña noche aparecen sus doppelgängers (dobles exactos) en busca de venganza. Peele, teniendo en cuenta una movida marketinera explosiva gracias al éxito de Get Out aprovecha para jugar con el misticismo de posibilidades presentando un proyecto que se mantiene oculto aún en sus primeros minutos de proyección. Aprovechando fenómenos sociales de la década de los 80’s, Peele detalla (con destreza) conflictos socio-politicos y se interna de lleno en un mensaje masivo que llega pero al mismo tiempo cansa tras su reiterado uso en demasiadas películas. Protagonizada por Lupita Nyong’o, Winston Duke y Elizabeth Moss, Us cumple sobre construcción de personajes y lazos familiares. Nyong’o comanda en una versátil doble caracterización y Duke consigue ser el padre simpático (aunque los pantalones y decisiones son de Nyong’o) sin llegar a caer en clichés; Moss por su parte ofrece un papel que se estanca por su poca dimensión y sorprende al constituir un rol diferente a lo que anteriormente ofreció. En actuaciones Us cumple y satisface. Por otro lado Jordan Peele, si bien goza de un status en el negocio agrandado por las masas, en Us consigue contar una historia complicada de manera simple en sus primeros actos; no obstante en su gran final, aquel último acto que define y revela los numerosos giros – desde ya, predecibles – lo arruina con una sobre explicación innecesaria que desespera y imposibilita al público definir opciones. El final de Us muestra como toda esa construcción que resulta meticulosa e interesante en un principio se vuelve sosa tras revelar todo a los ojos y no experimentar, justamente, con nosotros. Us es un proyecto que deja a punto medio la carrera de Peele como realizador. Peele puede triunfar a futuro con otra categoría de género diferente pero al mismo tiempo existe un riesgo incierto tras la ambición al trasmitir mensajes y ser reiterativo. Valoración: Buena.
Capitana Marvel cuenta la historia de Carol Danvers (Brie Larson), piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y la obtención de sus poderes superhumanos; estos mismos poderes hacen que Danvers sea una candidata ideal de las tropas galácticas Kree y el as bajo la manga (el arma secreta) contra los Skrull. La historia es eso, algo simple que se complementa con flashbacks del misterioso pasado de la protagonista con muchos guiños y referencias de la época que transcurre toda esta historia: la década de los 90’s. En ese recorrido de búsqueda interior nos encontramos con un guión tedioso, cansino y superfluo a cargo de sus directores Anna Boden, Ryan Fleck plus Geneva Robertson-Dworet que se esfuerza demasiado en transmitir un mensaje correcto. El recurso de mezclar lo cool con estilo no funciona para nada en esta película y lamentablemente estamos ante una película que se siente como una transición forzada, el típico juego de encastrar piezas en un rompecabezas y conectar todo a la fuerza, porque sí y por placer culposo. Brie Larson (actriz ganadora del oscar que sufre del síndrome Sebastian Estevanez en todas sus expresiones) logra calzar de forma correcta un rol demasiado grande para ella. Larson se mete de lleno en un rol físico, con pocas o nulas chances de brillar en elegancia actoral. Funciona pero el personaje no se vuelve relevante a pesar de que se venda como “la más poderosa”; la campaña de marketing no engaña, sino el contenido de la propia película se muestra regular, finito, para lo que se prometía. Además la película no encuentra el equilibrio entre factor entretenimiento y espectacularidad. Samuel L. Jackson cumple (como siempre) con el rol que se le da (además se nota que se divierte haciendo de Fury) y gracias a él la película no se convierte en un bodrio taquillero. En secundarios: Ben Mendelsohn humilla como siempre y Jude Law se muestra censurado y se interna en el panteón de “grandes talentos para clichés” que la firma Marvel viene trayendo hace tiempo película tras película. SPOILER: todo gran nombre en películas Marvelianas conlleva a tener una agenda traicionera, y a estas alturas eso ya no funciona. Pero la fruta del postre es ver como gigantes del cine se arrastran en roles sin sentido que muestran majestuosidad en una exhibición falsa para celebrar aquellos “años dorados”. En Capitana Marvel es el turno de Annette Bening y señoras y señores a Bening la arrastran como nunca ofreciéndole un rol clave pero básico y vacío. Todo un clásico en repertorio de películas de Marvel. (Se sospecha que la pobre Annette tuvo que pagar los platos rotos que su esposo, Warren Beaty, dejo en una entrega de oscars pasada y la única forma de consolidar un acuerdo era actuando en Capitana Marvel) Capitana Marvel es un paso atrás en una larga serie de éxitos, es como el episodio mediocre que necesitamos ver para entender la serie. La película tiene sus momentos, pero sabemos que todo esto es para juntar plata y completar la torta de la manera que sea. Valoración: Regular.
En una fusión de cine bélico con dosis de sci-fi de principios de los años 80’s Operación Overlord desencadena un infierno adentro de los muros de una iglesia en plena linea de defensa nazi. Dirigida por Julius Avery (Son of A Gun) y creada sobre las palabras de Billy Ray (Capitán Phillips) esta película impacta sobre el espectador plasmando los experimentos nazis en la pantalla grande. Un reich de mil años… reiteradas palabras reflejadas en libros y documentales casi en lineas de taboo sobre lo que sucedía tras las cortinas cerradas de los Axis. Avery crea una película que explora planes y juega – todo sea por la gracia bendita del espectador – en un mundo oculto pero espectacular sobre misiones suicidas llevadas a cabo por estereotipos clásicos del “ser soldado”.Hablando del ser soldado y los estereotipos que se muestran en Operación Overlord, el combo clasisista heroico funciona de manera sólida y soprende – a pesar de los clichés del guión – al presentar a personajes que interesan y dejan huella en sus respectivos desarrollos. Obviando errores con respecto a temas de organización militar de época – la separación racial en las tropas – Overlord se regodea en mostrar al grupo armado aliado de una forma desinteresada y a base del puro entretenimiento cinéfilo. Wyatt Russell deja caer el manto de comedia millenial que llevaba arrastrando desde hace unos años para adentrarse en un terreno, justamente familiar, de acción sin límites (un legado impuesto décadas atrás por su padre, Kurt Russell). Russell opaca a otros individuos del cast personificando a un soldado cuyo objetivo es cumplir la misión cueste lo que cueste; Pilou Asbæk (Game Of Thrones) funciona correctamente como un antagonista sin tintes grises… solo negro y rojo. La película se distingue por marcar dos ritmos distintos en una linea de casi 120 minutos. Lo bélico reina en su introducción: los horrores de la guerra, la introducción de protagonistas y el discurso “no era lo que yo pensaba” se mantienen en extrema coordialidad pero al llegar a la marca de 60 minutos el film da un volantazo y se encamina sobre un camino de miedos ocultos. En Overlord el corte se da por el destino trágico de un personaje, siendo una victima colateral y la verdadera revelación de un plan maestro tras bambalinas. Operación Overlord es un grato encuentro entre la diversión, los horrores de la guerra y el juego con esos desafortunados misterios que han rodeado la historia nazi durante tantos años. Valoración: Muy Buena.
Lorena Muñoz (Gilda) presenta la biopic de uno de los más grandes artistas que nuestro país dio: Rodrigo Bueno. Desde sus comienzos como “El bebote” hasta su presentación máxima en el Gran Rex y un triste y prematuro final El Potro: lo mejor del amor es la película absoluta sobre la vida de “El Potro” Rodrigo. De Córdoba con amor. Muñoz supera con creces lo que fue Gilda: no me arrepiento de este amor (2016), en El Potro nos encontramos con una biopic que mantiene los pies sobre la tierra, muestra ese idolo cuartetero sin lujos de romanticismo exagerado y situaciones inverosímiles. Además en El Potro: Lo mejor del amor los shows son adrenalina pura y en conjunto con un estupendo labor de montaje las escenas posibilitan que la película sea una gran experiencia cinematográfica. Se tararea y fuerte… Corajuda al mostrar lo que muchos no se animarían el film nunca expone una vulnerabilidad en estas situaciones. Cuando empieza ese camino cuesta arriba con barrancos y pozos en todos lados la película se mantiene fiel a sí misma para seguir sorprendiendo. El potro lo mejor del amor no busca agradar, sino relatar con una mirada contundente. Rodrigo era un humano, y como todo ser humano su vida se muestra llena de victorias y grandes derrotas. Desde el comienzo de película Muñoz inicia un recorrido de metamorfosis del artista; el primer tema músical se presenta de forma casi infantil, inocente, como el juego de madre e hijo que mantenian Beatriz Olave (interpretada por Florencia Peña) y Rodrigo (Rodrigo Romero) a lo largo de toda la vida. La película no es ningún tour de force para el elenco, no obstante todos ellos (Romero y Peña, Jimena Baron, Fernán Mirás, Daniel Aráoz y Malena Sanchez) se ven cómodos y mimetizados por el relato en todo momento. El parecido de Rodrigo Romero con el potro es innegable y muchas veces no vemos al actor sino al artista homenajeado (caso contrario era en Gilda, que en todo momento observamos a una correcta Oreiro, siempre imitando pero no sobresaliendo). Estamos ante una película definitiva sobre Rodrigo Bueno. El comienzo tierno así como el descontrol de la livet deluxe van de la mano para mostrar una obra completa, que no desperdicia tiempo en mostrar el absolutismo comercial y falso del negocio. Una película personal, poderosa que cuesta asimilar pero absolutamente sincera, de las “grandes” del año.
Protagonizada por Tom Hardy, Michelle Williams y Riz Ahmed, Venom superpone un nuevo comienzo en la pantalla grande – y renacimiento – del simbiote más amado en el mundo del comic. El veneno gana… y esta película funciona como insulto a toda generación que levantó un comic y vio a ese personaje resbalar entre ductos de aire, poseer cuerpos, apresar a Spidey o simplemente disfrutando de ser malo. Ruben Fleischer dirige una película que no tiene alma y parece disfrutar de no tenerla. Lo triste es que por fin después de tanto tiempo vemos a un Venom en todo su esplendor físico pero éste está alejado del alma que se vio en comics y tv. Las bases están pero se muestran arruinadas por consecuencia de hacer plata y desechar grandes oportunidades por no tener ideas claras. La química entre Eddie Brock (Hardy) y el simbiote (Hardy en voz) es interesante pero nunca logra despegar de un experimento fallido que llega demasiado tarde para resultar aceptable. Además Brock tiene una personalidad de perdedor eterno – esto está bien – aunque también se le impone una suerte “bufonezca” para salvar un guión que es una pesadilla absurda y antítesis de lo coherente. Michelle Williams es desaprovechada llegando a un nivel de insulto y, como el villano de turno, Riz Ahmed da pena (lo único que le falta a esta película es tener un número musical al estilo Bollywood con Ahmed pataleando y tratando de bailar con elegancia). Con 112 minutos de duración Venom se siente eterna y asemeja a una auténtica prisión en cines; la película de Fleischer quiere agradar tanto al público que utiliza todo chiste ultra utilizado para que el espectador se ría de pavadas absurdas y haya un aplauso – bien seco – en una sala presa de una diversión fantasma… y la risa nunca llega. Venom cuenta con un guión escrito por cuatro guionistas – sí, cuatro! – los cuales expresan en un guión obsoleto una cierta similitud de “cómo pasé mis maravillosas vacaciones de verano” de nivel escuela primaria. Scott Rosenberg, Jeff Pinkner, Kelly Marcel y Will Beall no tienen perdón tras trabajo entre hojas que vemos en Venom, una auténtica experiencia que hace sangrar los ojos de lo pésima que está escrita esta película. Otro pecado imperdonables es la estupidez que circula en la película. Fleischer deja las cosas por sentadas y no termina de dar una resolución a nada, tenemos a un personaje carismático como Brock (completamente opuesto a su personificación de comics) y todo gira en torno a él, no importa lo que le suceda a ese “mundo” en que funciona esta película, las muertes, las acciones de personajes secundarios y resoluciones, todo queda en la nada para centrar todo en un punto de vista desinteresado y bochornoso. En Venom no queda afuera el trending comiquero de créditos extras. Uno de ellos posibilita una señal de esperanza hacia un futuro incierto presentando a un personaje amado en el mundo del comic y personificado por un GRAN actor, pero todo esto después de ver este pésimo proyecto – maldecido por años de vaivenes – no despierta interés. Es una pena… Venom es sin dudas una impensada decepción en lo que va del año; tenemos el talento, tenemos el estudio y tenemos por fin a un personaje que se muestra en todo su – incorrecto – esplendor, no obstante por una pésima ejecución la nueva incrusión del simbiote en la pantalla grandese posiciona en lo peor del año. Valoración: Mala.
En un atrapante comienzo Milla 22, cuarta colaboración entre Mark Wahlberg y Peter Berg, presenta lo que sería la “última defensa de gobiernos”: un equipo de agentes especializados – black ops – que cumplen cueste lo que cueste toda misión que se les brinda. El primer problema de Milla 22 es que este “supuesto” equipo de expertos sufre del síndrome cinematográfico “psicópata con arma”, pueden ser buenos en lo que hacen pero no resulta creíble que estos locos sean la opción 3 cuando todo está perdido. Mark Wahlberg se carga la película sobre sus hombros utilizando la combinación de “máquina de hablar armada”. Su personaje es el líder del equipo, el tiene que mantener la paz y el orden a la hora de la acción, pero su inestabilidad mental no da siquiera una posibilidad de que el espectador se crea el cuento que intenta trasmitir; Lauren Cohan cumple correctamente a la hora de acompañar la misión, la bella actriz conduce miradas internas hacia lo que es la vida personal de un soldado, funciona por un momento pero al finalizar la película el motivo de su historia queda perdido sin importancia alguna; Ronda Rousey vuelve a probar la actuación y nuevamente no llega a la altura de las circunstancias; finalmente tenemos a John Malkovich accionando como jefe de operaciones de una forma sosa y poco inspiradora. Todas estas historias sobre personajes e introducción a un mundo de espionaje quedan perdidas en una cortina de humo impenetrable. Realmente duele ver en esta película cómo la experiencia se arruina por un pésimo montaje. Resulta tan confuso y desalentador ver las escenas de acción en Milla 22 que la esperanza de disfrutar esta película – que introduce al espectador a la acción de fina manera – se ve frustrada por un aberrante uso de montaje y dirección, y sí, Berg tiene la culpa. Milla 22 llega a interesar por su premisa directa y su corta duración (95 mints) aún así falla como un producto completo e impide que el espectador mantenga el interés después de ver la primera – y penosa – coreografía de pelea (en cierta forma funciona como advertencia). Valoración: Regular.