Un kamikaze futurista Su padre hizo una canción cuando nació, "Kooks". Quién sabe si imaginó que el chico, Duncan Jones, podría convertirse en un excelente director, mientras él triunfaba en el rock británico con el nombre de David Bowie. "8 minutos antes de morir" es un relato de suspenso donde el capitán Colten es enviado en el tiempo hacia Chicago, a bordo de un tren, para impedir que éste sea volado por un atentado con explosivos. La ciencia del futuro permite congelar, en un código encriptado, los ocho minutos anteriores a la muerte de un individuo y utilizarlo con fines puntuales. O sea que Colten es un pobre kamikaze que una y otra vez es enviado al lugar donde se cometerá el "crimen", para ubicar a los culpables e impedir la tragedia. CIENCIA FICCION No hay nada nuevo en lo temático desde que Julio Verne se apropió del futuro, pero este realizador inglés sabe lo que hace. Tiene un buen proceso de síntesis, narra con excelente ritmo, maneja con cuidado los detalles que van apareciendo en las sucesivas idas hacia el pasado y arma una atmósfera de suspenso atractiva. También supo elegir los actores y los extras. Ahí está el estupendo Jake Gillenhaal, que hace de capitán con varias misiones en Afganistán, sí, el mismo actor de "Hermanos", donde Afganistás también pesa como tema, la chica Michelle Monaghan, acostumbrada al peligro con películas como "El regreso de Bourne" y "Mision Imposible III" y la gran actriz Vera Farmiga, que ya no acompaña a George Clooney (Amor sin escalas) en el aire y se dedica a hacer cumplir órdenes al pobre Capitan Colten de esta historia. El filme utiliza varios flashbacks, que ya casi en el final, se hacen un poco reiterativos. Pero logra con casi ninguna subtrama, que condensa el núcleo central de la acción, mantener la tensión y el interés del filme. "8 minutos antes de morir" es un filme disfrutable, con suspenso, un muy buen equipo de actores y un director del que, sin lugar a dudas, veremos sorpresas agradables en los próximos años.
Convivir con la violencia El filme de Spiner está basado en el cuento de uno de los mejores escritores de nuestra literatura, Antonio Di Benedetto. Aballay fue escrito en la cárcel, donde injustamente se condujo a Di Benedetto el 24 de marzo de 1976 y de donde salió hacia el exilio, diecinueve meses después, torturado y destruido. Extraña historia ésta del gaucho malo que mató a un hombre y obsesionado por la mirada del pequeño hijo del muerto, que lo vio cometer el crimen, busca aplacar la culpa aislándose del mundo en la grupa de su caballo. Aunque la mirada en el filme es la del chico, que luego adulto, busca venganza, el filme de Spiner respeta al autor, recreando el género western en una original obra, donde se tocan John Ford, Peckinpah, Demare, Fregonese y los cangaceiros de Glauber Rocha. A través del relato, el espectador es testigo de una historia que alude a la épica nacional entrelazando aventureros y héroes, caudillos y villanos, gauchos buenos y malos, que se pierden entre mitos populares, capaces de entroncar lo peor y lo mejor del argentino. CULPA Y REDENCION Filme donde la culpa genera la acción, la violencia el camino, "Aballay" es un itinerario hacia el absurdo de la muerte y la redención. Con la maravilla geográfica tucumana como fondo, la cámara disfruta de la naturaleza y los planos generales en escenas donde se juegan pasiones en primer plano o persecusiones despiadadas. Si el degüello original opera de reminiscencia de un período histórico sacudido por tonadas como "La Refalosa", la conversión del villano en Santo por la penitencia equina, observada por el pueblo es forma ingenua de la religiosidad popular. "Aballay" es un western telúrico, donde la tierra carece de leyes y en la que los hombres luchan por su casa y su cosecha. Si la perfección formal deslumbra, hay que felicitar al director de casting (Laura Berch), que encontró exactos rostros y exactos actores. El del notable Pablo Cedrón, elegido desde el comienzo por el director, la revelación del estupendo Claudio Rissi, como el gaucho malo, la sensible Moro Anghileri y el joven Nazareno Casero. Nueva aproximación al tema de la identidad nacional, Fernando Spiner ("La Sonámbula") ofrece una mirada nueva de un género olvidado, apoyado por la cuidada fotografía de Claudio Beiza, la dirección de arte de Sandra Iurcovich y la música de Gustavo Pomeranec. Spiner cuenta que Aballay se rodó en Amaicha del Valle y que el cacique y los indios de la zona celebraron la fiesta de la Pachamama con bendicionesa a la película, mientras que el mismo Spiner trajo objetos que su admirado Hugo Fregonese ("Pampa Bárbara"), usara en vida. Si estas prácticas ofician de rito mágico, algo de eso fluye en esta inspirada película argentina.
Con la música a otra parte Una historia chiquita. Hay un repartidor que toca la marimba, un rockero heavy metal que también es médico, pero que prefiere la vida bohemia, cantar heavy, formar grupos improvisados y hablar sobre religión, pasando de lo que fue una creencia satánica, hasta ahora, que practica y enseña prácticas evangélicas. Y también hay un chico de la calle, que quiere cantar y desentona y cuyo padrino es el aficionado a la marimba. El nudo del asunto es que siendo la marimba el instrumento nacional de Guatemala, está cayendo en el olvido y el repartidor, que ama la marimba está al borde de perderla, porque casi no tiene trabajo. El rock está arrasando con todo. Entonces resuelve crear una nueva forma y fusionar ritmos. HISTORIA MINIMA Uno ignora que hay cine en Guatemala. Pero ni existe una Ley de Cine, ni un Instituto y cada cual hace lo que puede. Así como tienen maravillas literarias como el Popol Vuh, un premio Nobel como Asturias, pronto se piensa que habrá sorpresas en cine, como la de este director de poco más de treinta años, familia guatemalteca, pero nacido en Estados Unidos, que construye una minimalista narración, filmada con un equipo de seis personas, amigos la mayoría, con cámaras precarias y sin guión. El resultado es una mínima historia, que casi como un documental se desarrolla en medio de la nada. Con bares míseros, gente de la calle, carteles de incitación política y muchas, muchas ganas de hacer algo diferente. Un resultado entrañable, mezcla de documental y ficción, cuyos personajes recuerdan con su humor deshumorado aquella película de Wayne Wang que se llamaba "Humo" con Harvey Keitel. Muy precaria, sí, pero con algo que la diferencia de otras, pero las une en su visión de continente olvidado. Actores no actores, locaciones "a la vuelta de la esquina". Una pequeña sorpresa, sobre todo para los que siguen un cine latinoamericano y auténtico
Basada en un hecho real Hubo varias películas que de una manera u otra centraron su acción en una fuga, desde abrumadores pero notables filmes polacos, hasta livianas películas norteamericanas de final feliz . En el caso de "El túnel de los huesos", se toma el hecho real ocurrido en la cárcel de Devoto en 1991, cuando siete presos lograron disimular un túnel que fueron cavando durante meses y por el que lograron salir, encontrando un osario, que como un interrogante se cruzó en el camino y condicionó su libertad posterior. SECCION POLICIALES La historia real fue tomada por un interesante periodista de policiales, Ricardo Ragendorfer, más que un periodista un personaje de policiales, digno de interpretar un largometraje bien lumpen y retorcido (sus incursiones en el Canal Encuentro, con reportajes a la fauna desconocida de nuestro espectro merecen verse). El director Cacho Garasino conoció la historia, luego que Ragendorfer fuera premiado con el Príncipe de Asturias por la investigación y decidió filmarlo. "El túnel de los huesos" fue rodado en la cárcel de Caseros. Más allá de la validez de la historia, el problema era, cómo lograr cierto interés, más allá del hecho de la realización de un proyecto de fuga y el final exitoso. Y, lamentablemente, el interés no puede mantenerse a lo largo de toda la historia, por, fundamentalmente, la ausencia de subtramas que permitan aliviananar la densidad de una historia claustrofóbica, en la que todo sucede en interiores carcelarios. LOS PRESIDIARIOS La película comienza por el final y la voz que cuenta vuelve a oírse en algunos momentos del relato. También como personaje aparece la figura del periodista que escribe la historia narrada por algunos de los protagonistas. Esta opera prima de Nacho Garassino, exhibe cierto ritmo que va agotándose, subiendo en el final con la presencia de uno de los verdaderos protagonistas de la historia. Hay, sin embargo una buena progresión dramática en la relación entre los presidiarios, y el clima general del grupo. Raul Taibo, aunque no tiene el "physique du rol" que uno puede imaginar para Vulcano, el hacedor de todo el plan, trata de asumir el personaje y lo logra parcialmente, el resto del equipo actoral está bien elegido y actúan en una línea de homogeneidad. Ragendorfer, autor de la historia, hace un cameo como uno de los prófugos.
Sacerdotes sui generis En la era de la globalización hasta las películas se entrecruzan y mutan en estilos y géneros. Ese es el caso de Priest, donde uno puede encontrar guiños y más que guiños a formatos y estilos de todo tipo. Desde el cine de vampiros, pasando por el de horror, el de anticipación, el específico de ciencia ficción, hasta recorrer algo del animado, digamos animé para ser modernos o mejor aún manhwa, porque Priest está basada en una de estas historietas de Corea del sur, parecida al manga japonés y el manhuachino. Así que una de las manifestaciones de la historieta, tan popular como la china o la japonesa, el manhwa se deja ver en su versión norteamericana, basada en la obra del coreano Min-woo. JOVEN RAPTADA El filme retoma el tema vampírico con una impronta pseudo-católica, en la que se convierte a sacerdotes en algo así como kamikazes antivampiros, que ganadores ante los prestigiosos chupasangres, ahora están aislados, obedecen órdenes de ortodoxos monseñores (línea Inquisición demodée) y lucen exóticos tatuajes que los acercan más a la época en que vivimos. La acción se centra en el rescate de una parienta adolescente de un Priest, a la que habrían raptado algunos vampiros que ahora están recluídos en colonias, cual míseros inmigrantes indocumentados. Unos cowboys van a ayudar al Priest protagonista y a la Priest femenina, especialista en artes orientales a las que el Priest Mayor, también es afecto. ELEGANCIA ESTETICA La película no innova, más bien refrita. Lo hace con elegancia estética. Lo mejor es el comienzo con un dibujo animado, que cuenta la derrota vampira en la historia del mundo por los Priest. También la fotografía lunar de Don Burgess ("El expreso polar") con escenario donde Priest y cowboys en amigable comunión, dotados de ancianas motos y como exóticos salidos de "Busco mi destino", recorren soledades de bellos colores. Y por supuesto la escena final del tren, símil películas de John Ford, series de Matrix y mundos de "Blade Runner". La pena es la música rimbombante, que a toda fuerza quiere meternos solemnidad, misticismo y drama. Hay buenas actuaciones como este Paul Bettany, el inefable Christopher Plummer, que puede ser tanto el barón Von Trapp de la versión de Robert Wise de "La novicia rebelde", como el Monseñor desquiciado de la historia. Para los aficionados, Priest brinda una línea de vampiros interesantes, con buena performance de salto y rostros un tanto alien en estado desesperado. Los adictos lo van a disfrutar.
Depresión norteamericana Graduada en la Universidad de Yale, inolvidable actriz niña de "Taxi driver", protagonista de un éxito comercial y popular ("El silencio de los inocentes") y excelente actriz adulta en "Acusada", Jodie Foster también dirige y no lo hace por primera vez. Sus filmes anteriores "Nell", "Pequeño gran hombre" no fueron éxito de taquilla, pero reafirmaron que no tiene nada que ver con la ideología cinematográfica hollywoodense. Y la elección de este particular guión de Kyle Killen lo demuestra. En la película, Mel Gibson interpreta a un importante ejecutivo que tiene, aparentemente, todo en la vida, la casa perfecta, la compañía líder, la esposa ideal y un hijo adolescente. Pero no es feliz. En cierto modo, esto es una suerte de consuelo para desocupados, sub empleados y profesionales en desgracia, por eso de "el dinero no hace la felicidad". Pero, lamentablemente, la depresión es "un derecho de todos" y Walter cae en ella. Pero ahí está el castor, para ayudarlo. ¿Y quién es el castor? Un animalito de peluche que forma parte de la gigantesca fábrica de juguetes de Walter, ésa que le dejó el padre y con la que acrecentó su fortuna. UN JUGUETE A partir de ese momento, Walter adopta al castor y lo convierte en su interlocutor y en él mismo porque, poco a poco, va volcando sus reacciones en el juguete y lo transforma en ese Otro con el que tiene problemas de comunicación. Filme intimista, sencillo, donde las pasiones nunca estallan, "La doble vida de Walter" muestra que la familia que lo tiene todo, puede desbaratarse, que la imagen y la realidad, la máscara y la verdadera identidad no es un don para todos y la vida es una larga construcción. Si Walter está en problemas, su hijo adolescente está casi peor, porque no quiere parecerse a él y hasta la delegación del discurso de graduación en otra persona para que se lo escriba, muestra cómo "la máscara y el rostro" están en crisis. Un tema interesante, de factura sencilla, nunca melodramático, sin sobresaltos exteriores, pero que inquieta. Bien Jodie Foster, Mel Gibson exacto en su papel, quizás una de sus mejores interpretaciones y demostrando una vez más su ductilidad. Mientras la chica Jennifer Lawrence ("Lazos de sangre") confirma ser una de las más interesantes actrices jóvenes del momento.
Una leyenda muy oscura Hablar de Carlos, llamado El Chacal es adentrarse en el mundo de de los "60, "70, años de efervescencia política internacional y donde la legitimización de las armas como forma de intervención política era una realidad, que, especialmente América latina concretó con resultados complejos y surgimiento de guerrillas rurales y urbanas. Por eso es de particular interés este filme, que tomando un personaje ambiguo, el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, el apodado Carlos, logra radiografiar un fragmento de época, donde la violencia armada tiñe la realidad social. La figura de este miembro de la OLP (Organización de la Liberación Palestina) es seguida en sus acciones terroristas de impacto como la toma de rehenes en Viena, sede oficial de la OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Figura considerada en ciertos países de Oriente, especialmente Palestina; detestada por una mayoría que cuestiona esa bifrontalidad que lo hizo balancearse entre el compromiso, el exhibicionismo y una fuerte megalomanía, que conserva aún en la cárcel francesa donde paga su condena. SOLIDO TESTIMONIO A la manera de un policial directo y realista, con un ritmo efervescente y la contundencia de personajes carismáticos Olivier Assayas construye un sólido testimonio, casi un documental por su verosimilitud. Con seres al borde de la marginalidad, circundados de una bohemia militante, donde hasta las artes emitían olor a compromiso, Carlos, con el recuerdo del Costa Gavras de "Z", desglosa un relato de pasiones ambiguas, donde se mezcla la violencia, la entrega adolescente, la traición política, camuflada de rigor conceptual y una ronda de cuerdos y delirantes, capaces de alborotar y hacer estallar el mundo. A caballo entre Oriente y Occidente, en sucuchos de Tánger y hoteles cinco estrellas en Damasco, solo o ya casado con una compañera del Ejército Rojo, Carlos (personificado por Edgar Ramírez), que nombraran el Chacal, ingresa en el mito popular, como las alemanas, que en algún momento compartieron con él la lucha armada, la madre de su hija, Magdalena Koop, ahora dedicada a la paz y los libros en Ulm y la rabiosa Gabriele Krocher Tiedemann, la anarquista que todos temían y a la que sólo la muerte joven aplacó para siempre. Y contra la que nadie declaró en el nombrado juicio de Colonia por temor a su violencia. Un filme para reflexionar y apasionarse, que muestra con inteligencia, certezas y contradicciones de grupos radicales y una ofensiva que caracterizó las décadas del "60 y el "70.
Artes marciales en digital Nuevamente la figura inconfundible de ese panda gordinflón que encantó a grandes y chicos hace casi tres años. Su éxito hizo que apareciera la segunda parte, a pesar de las muchas acusaciones que envolvieron a la anterior. Que era una invasión a la cultura oriental, que se tergiversaban códigos ancestrales. Pero a pesar de todo, la taquilla dijo sí y otra vez la bola de nieve con patas, el hijo de pato oriental, maestre de los fideos al plato, aterrizó en los cines argentinos. Po es un guerrero dragón. Se supone que está llamado a destinos superiores, mientras protege el Valle de la Paz. Lo acompañan sus amigos de siempre, los colegas y maestros del Kung Fu y sus amigos, los Cinco Furiosos, la eficiente Tigresa, el maestro Mono, la diminuta Mantis, la vivaz Serpiente y la bella Grulla. Aconsejado por su clásico maestro Shifu, el de los sutiles bigotes, Po deberá emprender con sus amigos un largo viaje para enfrentar a quien se dice terminará con los maestros de Kung Fu del mundo. Se llama Lord Shen, un bello pavo real albino, que según la tradición oriental, es símbolo de buena suerte, riqueza y honor, pero que según esta historia, utiliza sus virtudes para representar el Mal y lograr todo el Poder. EL PAVO Y LA CABRA Argumentalmente, la secuela de Kung Fu Panda carece de la originalidad de la primera y sólo aporta, más allá de la simpatía del poco amigo del trabajo Po y sus colaboradores, una parte final en que se revela el secreto origen del oso. Lo mejor del filme son los efectos visuales, las peleas de los amigos enfrentados al majestuoso y maligno Lord Shen y su arma mortal. A esto se suman las bellísimas estampas de locaciones orientales y algunos nuevos personajes, como el atractivo pavo real albino, villano de la historia y la cabra adivina, que oficia de misteriosa Casandra en la corte del plumífero Shen. Las escenas emotivas que enfrentan a Po con su identidad, se matizan con flashes que lo muestran bebé y no tan super alimentado como en la actualidad. También aparecen sus verdaderos padres en escenas que emocionan a los más sensibles. El mensaje del esfuerzo por ser lo que se debe ser y luchar por la identidad son referentes que acompañan la impactante vuelta del Oso Po, con más de doscientas cincuenta copias en las pantallas argentinas y que lo convierten en un verdadero guerrero de la cartelera cinematográfica, en 35 mm, en digital 3D o IMAX 3D. Aparentemente ningún desafío, en forma de pavo real albino, impedirá que ocupe un importante lugar en las elecciones infantiles, aunque uno extrañe la primera de la saga, menos espectacular, pero más creativa.
Amores en conflicto Dean y Cindy se están por separar. Lo que empieza con la huída de la perra de Dean, por descuido de Cindy, con algunas manifestaciones de violencia del esposo, son los detonantes que colman el vaso. Dean y Cindy varios años atrás enamorándose, prometiéndose la felicidad, el amor eterno. Pero más aún, desafiando al destino, con ese maravilloso "Seamos familia" dicho por Dean a Cindy en un momento límite de la relación. El tiempo todo lo consolida, todo lo olvida o todo lo destruye. Con una rica presentación de hechos y actitudes a lo largo de esos seis años de relación, el director Derek Cianfrance construye una dolorosa y agridulce radiografía de una pareja en crisis. PASION EFIMERA ¿Cómo modificar lo que el tiempo construye o destruye? ¿Qué es lo que hace que dos amantes apasionados y juguetones seis años antes, se conviertan en enemigo y se insulten y agredan sin piedad, sin pensar en nada más que la pasión del momento? Son misterios que se tratan de presentar en este melodrama con un muy interesante montaje que yuxtapone, sin solución de continuidad, diferentes tiempos de una relación. Si en una escena se disfruta el casamiento, en la otra se asiste a la violencia seis años después. Pero lo interesante es que la película en ningún momento confunde, todo se da armónicamente a pesar de que en un momento adolescente jugueteen con el amor y en el otro, olviden todo lo que se prometieron y rebasen cualquier límite. AUTENTICIDAD ¿Por qué se va yendo el amor? ¿Es culpa de Cindy que fijó objetivos y se propuso un destino profesional y una vida ordenada? ¿O de Dean, que de trabajos temporarios, se rescata componiendo canciones efímeras y piensa que la pareja puede recuperar el amor en un hotelucho temático deshilachado y triste? Filme intenso, rico formalmente, auténtico y que permite disfrutar de una pareja de actores de futuro asegurado, una chica de Montana, Michelle Williams, notable como Cindy y Ryan Gosling, antihéroe que parece escapado de una mitológica "Busco mi destino", con nostalgias de bosques y hippies. Una película con escenas fuertes de sexo, nostálgicas balada y que permite conocer seres de la Norteamérica profunda, los que no están en cartelera y sobreviven con dificultad, como pueden. Junto a la pareja protagónica, excelentes actores maduros como Jen Jones en la abuela y John Doman como el padre.
La revista de la realidad Se trata de una historia basada en la vida real sobre el problema de la locura. Oscilando entre la ficción y la realidad este es el relato de un taller de escritura, que funcionó en un hospital psiquiátrico y la posterior publicación de una revista hecha por los internos y especialistas, fuera del ámbito hospitalario. "Desbordar" era el titulo de la revista que llegaron a publicar con éxito y que pone en tela de juicio la manicomialización de los enfermos. Dos jóvenes estudiantes de psicología incorporan un taller de escritura en un psiquiátrico, que reúne una cantidad dispar de internos, con todo tipo de problemas. El buen resultado del emprendimiento se contradice con algunas actitudes de desconfianza por parte del director, que mantiene la política de mantener reducidos a los internos y con escaso contacto con el exterior. Los enfermos somos fantasmas desaparecidos, quieren borrarnos. Son palabras de los enfermos. EXCESOS Más allá de las buenas intenciones temáticas, hay desequilibrios en la narración, excesos explicativos en los diálogos y ciertas incongruencias, que perjudican el relato. Es valioso el concepto de aceptación de la diferencia, la intención de tratar de acercar a los enfermos a la libertad y la creación, y la conciencia de alejarlos de excesos en la internación, pero, formalmente, el resultado es discutible. La actuaciones tienen altos y bajos y hay una destacable composición del actor Miguel Dedovich como Martín, un letrado "ceremonioso y querible". En distintos momentos asistimos al abuso de poder, el descuido, la falta de respeto hacia los internos. El final reencuentra a los jóvenes estudiantes (papeles a cargo de Fernán Mirás y Manuel Callau) de medicina y psicología años después, ya alejados de esa singular experiencia, pero dedicados a la actividad profesional. Un extenso epígrafe habla de la ineficiente organización del sistema de salud, de problemas sociales, que impiden que un setenta por ciento de personas internadas con alta acordada no puedan abandonar las instituciones porque no tienen adónde ir y de la muy positiva emisión en 2010 de la Ley Nacional de Salud Mental (26657).