Jesi llega de Madrid. Aparentemente nadie está para recibirla. Se va a casa de sus amigos. Uno de ellos es Pablo, que después nos enteramos trabaja en un hospital de Córdoba. El que no está es Martin, amigo de los dos. No sabemos cómo fue la amistad pero la intuimos fuerte. Por ciertos recuerdos que aparecen, o cosas que se dicen sin decirlo. Martin se murió, pero, ¿cómo ocurrió?, ¿fue un accidente? Nada nos conduce a la verdad. La disconformidad surge en el rostro de Jesi, ¿algo que se rompió?, ¿algo que ocurrió en Madrid?, ¿qué pasó antes que ella se fuera y cómo es eso que Pablo dice ante el rostro contrariado de Jesi, "acá tampoco se consigue mucho"? La cámara divaga entre los objetos de la casa, por las habitaciones, siguiendo un rumbo que después cambia. Es una cámara subjetiva de la que surge un sentimiento de soledad y melancolía. POETA SUICIDA "Creo en fantasmas, vampiros, empleados que una mañana salieron volando de su casa", recita Jesi. Son palabras de un poeta, Andrés Caicedo, un colombiano que se suicidó muy joven. Estos muchachos, ella veintitantos, él más de 30 como el ausente, parecen haberlas compartido en algún momento y su decir habla de ese acercamiento. Sin embargo va a haber encontronazos, luego de una reunión con amigos que no termina tan bien porque parecen que ya no los une lo mismo. Filme de no decires y sombras que recorren una casa en la que habitó otro chico tan joven como ellos y que ahora parece no resignarse a abandonarla. Intentos de ellos, para dejarlo ir. La muerte es difícil de aceptar. "Instrucciones para flotar un muerto" es una película de tiempos lentos, de reflexiones mudas, de cosas que siempre permanecerán ocultas y que en algún momento como los fantasmas, los vampiros y el empleado anónimo saldrán volando por la ventana.
La acción transcurre en el Sudeste Asiático. Allí está James Silva (Mark Wahlberg, el de "El día del atentado") y sus hombres, el grupo de elite Overwatch, que se ocupa de tareas de espionaje (incluida una mujer, Alice Kerr). Son los que según lo aclara la voz en off ""realizan una forma superior de patriotismo"" y ahora están abocados a una misión de protección de un informante relacionado con un cargamento de Cesio 137, fundamental en la composición de armas nucleares. Por supuesto, el tal informante, consciente del peligro que lo acecha, representado por interesados en tan peligroso material, pide ayuda a la Embajada que decide la extradición desde Indonesia. En tanto, el grupo de elite, supervisados tecnológicamente por Bishop ("El Obispo", un John Malkovich, por ahora alejado de "La sombra del vampiro" o "El juego de Ripley") se pone en movimiento cuando la cosa se pone espesa para uno y otro bando. "Milla 22. El escape" es un tradicional filme de acción y espionaje con diálogos pomposos y elementales (""nadie entra a una guerra pensando que va a perder""), donde el ritmo es vertiginoso, las situaciones de acción con tanta persecución, disparos y tensión evitan pensamientos de cualquier tipo y el guión hace aguas por todos lados. Esta no es película para los que buscan algo más que el movimiento imparable. Eso sí, es filme para los que disfrutan del vértigo elemental entre disparos, golpes de karate y estallidos sonoros que aturden y obnubilan.
Elegida para representar a Uruguay en los premios Oscar y Goya, "La noche de 12 años", de Alvaro Brechner, visibiliza la capacidad del individuo por sobrevivir en condiciones límites. Mauricio Rosencof, José "Pepe" Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro eran líderes montoneros y de su situación de cautiverio durante la dictadura militar en Uruguay habla este duro testimonio que recuerda por su estructura formal y contenido a aquellas películas que realizadores del Este filmaban sobre el infierno del Gulag. Sin alusiones a las causas que los llevan a prisión, salvo en una escena de enfrentamiento de uno de ellos con un militar, el filme se centra en el proceso interior por el que pasan estos hombres durante doce años. La película se inicia en 1973, bajo la dictadura militar en Uruguay, cuando son apresados por una operación militar secreta que establece la necesidad de enloquecerlos en prisión ante la imposibilidad de matarlos. Cuesta entender cómo un organismo y un espíritu pueden sobrevivir a tal cadena de afrentas físicas y morales, con un constante cambio de prisiones (verdaderas cuevas) en condiciones que incluyen la pésima y escasa alimentación, el tabicamiento prolongado, la obligación del silencio y las constantes vejaciones. RELATO IMPRESIONISTA El director da un tratamiento impresionista a este proceso y es ahí donde logra su mayor acierto, con la incorporación de todo el arsenal que un hombre puede desplegar para protegerse de los peores ataques. Así, lo onírico, las fantasías mentales, la sobrestimulación de la capacidad auditiva para lograr un mayor contacto con el exterior ante la imposición de silencio forzado, sumado a la exacerbación de tacto y la imaginación, pueden constituirse en reservorio de vida. Tres actores con mayúscula logran meterse en semejantes personajes y lo hacen con intensidad, especialmente Antonio de la Torre y Alfonso Tort, acercándoseles bastante el muy joven "Chino" Darín. No menor es el papel de las mujeres, a pesar de su paso como ráfagas en el relato. Fuerte la escena de Soledad Villamil en su papel de psiquiatra y notable la talentosa Mireya Pascual ("Whisky") como Lucy Cordano, la madre de José "Pepe" Mujica. El momento de enfrentamiento con su hijo durante el encierro y el final cuando la cámara la sigue hasta el abrazo, al ser liberado, son de los más auténticos de la película. "La noche de 12 años" se inicia con la marcha "Por cuatro días locos" de Sciamarella al ritmo de murga, esa que habla de la necesidad de diversión y también de no perder las esperanzas. Los hombres de esta historia parecieron haberla oído: Mujica fue presidente de su país; Huidobro, ministro de Defensa, y Rosencof, no sólo pasó por el Ministerio de Cultura sino que fue el autor de "Memorias del calabozo", novela en que se inspira este filme.
La acción sucede en Chile y en estos tiempos. Tamara tiene 11 años y forma parte de una secta religiosa. Considerada como el hijo de "El bebé de Rosmary" o "Demian", alguien elegido para guiarlos en el nuevo mundo. Su destino está marcado: Tamara ha sido seleccionada como un ser superior y como madre de otro ser superior que deberá nacer de la unión de la niña con el líder de la secta, Miguel. Enviada a la escuela, pero a la vez criada en una suerte de sociedad libre, en contacto con la naturaleza, Tamara, casi mujer, conoce a un compañero del que se enamora. Y todo cambia. UN CASO REAL La historia ocurrió en parte y fue en Chile, en una pequeña localidad de Temuco, donde fue descubierta una niña, miembro de una familia que trabajaba en la zona rural, alejada de todos y con una formación de secta, que sin embargo iba al colegio y trataba de mejorar en sus estudios. Con estos elementos y agregando la aparición de un compañero de estudios, una interesante y nueva directora chilena, Marialy Rivas ("Joven y alocada"), ayudada por el presupuesto que asigna el Festival de Sundance a los filmes que despiertan su interés, rodó esta historia. "Princesita" tiene elementos de las fábulas y los cuentos de hadas de los hermanos Grimm, a la manera de "Blancanieves", el filme de Pablo Berger con Maribel Verdú; con elementos que lo acercan más al relato negro y sinuoso (a lo "Virgenes suicidas", de Sofía Coppola) que une facetas eróticas y una suerte de panteísmo naif exquisitamente ayudado por el tratamiento fotográfico que le da Sergio Armstrong. La contraposición entre los mundos en que se mueve la joven protagonista está lograda a pesar de ciertas limitaciones en la parte interpretativa de Sara Caballero, y lograda también la atmósfera surreal en que se mueven las ensoñaciones de Tami, tironeada por dos mundos opuestos, atmósferas a veces rotas por intervenciones sonoras. A pesar de cierta levedad en la mostración crítica de una sociedad machista y la delicadeza formal en la representación de la posibilidad de abuso, "Princesita" llama la atención por su tratamiento visual, así como su interés por el abordaje del concepto de secta en una sociedad organizada. A esto se suma la personalidad de una nueva directora latinoamericana poco convencional en la presentación de sus temas.
Hubo un comienzo de esta historia de "Depredadores". Hacia 1987 Schawarzenegger protagonizó la que inició la historia, la película de John Mc Tiernan en la que se mezclaban fuerzas de élites con la presencia de un cazador extraterrestre. Treinta y un años después, luego de varios "Depredadores" cinematográficos de distintas especies, "Aliens" incluídos, llega uno pura clase B. Los que integran la historia son un soldado de élite, Quinn Mac Kenna; su hijo en edad escolar, Rory, autista con rastros de genialidad y que inicia contactos extraterrestres por simple curiosidad; una pandilla de veteranos con problemas psiquiátricos que se incorpora al mini ejército de Mac Kenna contra los extraterrestres, y los "Depredadoros" caídos del cielo con sus clásicos colmillos de jabalí e impecables rastas. Y como si fuera poco, una bióloga (Olivia Munn) capaz de enfrentarse con los peores enemigos a sangre y fuego. El caso es que aparecen estos "Depredadores" en sus naves espaciales, que pasan de México a Georgia y buscando sus armas y parte de sus uniformes perdidos en la primera secuencia tienen que guiarse por el pequeño Rory (Jacob Tremblay, el nene de "La habitación"), que las usa en Halloween para asombro de los chicos que le hacen bullyng. Así, con una combinación de ingenuidad, absurdo y disparate, el filme se encamina hacia la acción, más precisamente a los enfrentamientos con estos bicharracos, que, según la bióloga, tienen algo humano en su ADN, lo que habla de algunas uniones de mal gusto entre ambos bandos desde hace mucho tiempo. HUMOR Y SANGRE El filme entretiene moderadamente, aporta una buena cuota de humor, especialmente con la banda de veteranos de guerra y también tiene una abundante porción de hemoglobina con pedazos de víctimas trozados por armas intergalácticas en el más salvaje estilo gore (léase, personas que caen a pedazos desde los árboles y pierden sangre a lo loco). Si la primera parte atrae más a los que se interesan por la narración y el buen humor, la segunda es una vorágine de explosiones, disparos, persecuciones, destrozos y disparates en naves espaciales que desafían la ley de gravedad. El final, muy ruidoso, con el regalo póstumo de los "Depredadores". Luego de una increíble sesión de traducción y subtítulos entre distintas especies, se preanuncia la continuidad de la saga.
Amor y anarquía en un filme sobre el romanticismo heroico Una madre arroja las cenizas de su hija al mar con lágrimas en los ojos. Es la primera secuencia del filme de Agustina Macri. Las cenizas son de una casi adolescente de 23 años, Soledad Rosas, que se convirtió en un emblema "okupa" de la rebelión. Es la historia de una chica rebelde que se fue a buscar lejos de su país un destino, hasta ese momento un tanto caótico que abarcaba un título en Turismo, un trabajo de paseadora de perros, ideal para ella por la libertad que le permitía, y algunos romances frustrados. La invitación de sus padres a Europa la hizo despegar de Buenos Aires con una amiga, aterrizar al tiempo en Turín y, por casualidad, en una pensión barata, que resultó ser una casa ocupada del Asilo de la Vía Alessandria, morada de punks y anarquistas. El tiempo haría que Soledad formara parte de esa suerte de contracultura, que mostraba su oposición al capitalismo con pequeños hechos subversivos. Una ideología que postulaba libertad y el amor por un integrante del grupo, Edoardo Massari, ayudaron a la jovencita a encontrar su lugar. Después vendría la represión policial que los asociaba con los Lobos Grises, grupo que atentaba con explosivos en el Piamonte. De ahí a los cargos de subversión y terrorismo, la cárcel y la muerte. LA ODISEA Basado en una estupenda novela de Martín Caparrós, "Amor y anarquía. La vida urgente de Soledad Rosas", el filme, primera ficción de la directora Macri, toma la figura de la joven de clase media y retoma un itinerario en que la figura de su hermana Gabriela obra de puente hacia el pasado y la odisea de la protagonista. La película tiene una narración con altibajos en la que la extensión de ciertas secuencias ralenta el ritmo del filme. Alcanza su verdadero climax en la segunda parte, cuando el drama se desencadena. A la elaboración de este climax contribuyen no sólo algunas actuaciones sino la fotografía, de logrados claroscuros que ennegrece metafóricamente todo el contexto. Mientras los personajes actúan se siente la necesidad de alguna explicación sobre motivaciones y experiencias, que en el libro original aparecen como disgresiones históricas o actuales de movimientos sociales que apuntan a los "70 en Italia con las Brigadas Rojas. La carencia de este tipo de elementos en el filme dificulta el relieve de los personajes al dejarlos desprotejidos. Sin embargo, destaca la entrega de un filme que evoca un suceso que resulta casi anacrónico en el siglo XXI: morir por la causa y por amor. Algo así como el resurgimiento de un romanticismo heroico protagonizado en 1997-1998 por una argentina y un italiano.
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Hay deudas familiares. Todos tenemos una. Y otros las tienen con nosotros. El titulo del filme, alude irónicamente a ellas, En este caso, el director Shlomo Slutzky que con Daniel Burak dirigió la película se propuso saldar algo que pasó hace mas de 40 años con gente de su familia. El primo hermano de su padre, el endocrinólogo, Samuel Slutzky, militante peronista, médico de campo de un grupo guerrillero en Taco Ralo, Tucumán, fue preso en 1968 y 1973, siendo secuestrado en 1977, torturado en el sitio denominado La Cacha y desaparecido durante el período del Proceso. Hasta aquí los hechos. Dos criaturas, hijos de Samuel, fueron testigos del secuestro, Mariano y Alejandra, la pequeña de un año y medio y el niño, alumno de la escuela primaria. Posteriormente los chicos son llevados a Holanda con su madrastra en calidad de niños refugiados siendo ayudados por Amnistia Internacional. Allí se criaron y recibieron becas para sus estudios. Los parientes de Buenos Aires, da a entender el filme, se desentendieron de ellos, más allá de algún tipo de ayuda monetaria a la que se alude en la película. Y aquí está esa "culpa" a la que remite el director de la película y que intenta saldar acompañando a aquel testigo del secuestro, ya adulto, su pariente directo, Mariano Slutzky, ahora periodista en Holanda. Shlomo, co- director del filme, con su cámara, acompaña a Mariano en el juicio a los asesinos, asiste a la noticia sobre un sospechoso de complicidad con el asesinato, refugiado en Israel y al enfrentamiento con los propios parientes de aquel chico que se consideró dejado a su suerte por los que compartían con él hasta su propia sangre. En este último punto reside la originalidad del filme. Todo lo que hace a los sucesos relacionados con juicios a represores del proceso del 76 han sido presentados en numerosas películas que aluden al tema de la memoria. Pero el enfrentamiento con parientes por culpas pendientes, que la mayoría atribuye al miedo por lo que podía ocurrirles a ellos mismos y su familia, replantea un tema tan ríspido como el de la responsabilidad de un hombre en épocas conflictivas. TIEMPO DE GRIETAS A través del filme, con una cámara inquieta, que no sólo investiga a través de expedientes, sentencias, fotos fijas, citaciones, diarios y revistas, el espectador participa de juicios y homenajes a los que ya no están (escenas en el Parque de la Memoria y en la ciudad de La Plata) y a los reencuentros familiares que pocas veces trasuntan la calidez e integración a la que el director dice aspirar. Hay desconfianza en Mariano, aquel testigo-niño de la tragedia, que trata una y otra vez de indagar más allá del abandono en tierra extraña, cómo era su padre al que no alcanzó a conocer lo suficiente. Filme que muestra que las grietas no son solamente actuales, que existen una serie de situaciones no resueltas en la vida argentina y especialmente en la vida diaria, en el seno familiar, campo de batalla virgen donde muchas cosas no fueron dichas. De muchos de esos ocultamientos, silencios y temores habla este filme.
Publicada en edición impresa.
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