Hasta ahora todo marchó bien. Con muchos más y pocos menos, Pablo y Lucía llegaron a los cinco años de convivencia y como Lucia, con un trabajo publicitario bien remunerado, ve con buenos ojos el deseo de ser madre se dispone, como hizo siempre, a cumplir sus objetivos. Pero a Pablo los tiempos le juegan en contra, parece no estar todavía dispuesto a asumir más responsabilidades. Con un viaje a Brasil espera distraer a Lucía por un tiempo, pero justamente su mejor proyecto laboral, ése en el que puso un montón de expectativas, se va al diablo. Y el viaje all inlcusive no se puede cancelar. Pablo no le cuenta el despido a su novia esperando que el viaje le solucione algunos de sus problemas. Pero la ida a Brasil va a traer más complicaciones que beneficios, especialmente por algunos personajes que comienzan a patear el tablero. DESOPILANTE Comedia romántica que sólo busca entretener, "All Inclusive" se vale del humor paródico para diseñar el mundo que observa, ese de las vacaciones y sus excéntricos personajes al que la buena educación impide evitar. Así, la recreación de hechos y personajes pasa por la actitud burlesca hacia "imposibles" como el guía de la excursión (estupendo Mike Amigorena en una desopilante creación), típico incalificable que se cree destinado a brillar todo el tiempo y encandilar a las pobres víctimas de sus artificios, y algunos otros referentes que suelen aparecer en todo viaje programado. Alan Sabbagh con su particular personalidad escénica, que conjuga malhumor y desasosiego, junto a la siempre sólida Julieta Zylberberg, intentan reflexionar sobre los avatares de parejas adultas y algunas actitudes infantiles con un marco de humor absurdo que bien saben diseñar los hermanos Levy, creadores de aquella joyita llamada "Novias, madrinas, 15 años".
Hace tiempo que no aparecía una comedia romántica tan disfrutable como ésta. Claro, se dio la constelación ideal, intérpretes con química absoluta, una historia con la que cualquiera se puede identificar y una banda original que con sólo empezar a escucharse, agita los pies y piernas y despeja la mente. Annie es una agradable chica inglesa que hace quince años vegeta con su novio Duncan, un muchacho como cualquier otro, pero que tiene como distintivo su admiración por un exitoso rockero de mediados de los "60 (Tucker Crowe), que súbitamente desapareció dejando ese tipo de admiradores que forman club y coleccionan todo lo que pasó por las manos del ídolo. Por supuesto, el rito incluye la adoración por vinilos incunables de esos que, como los primeros libros, se encadenaban a la biblioteca para siempre. Así, Annie soporta una inusual condición: está en pareja con Duncan y con Tucker Crowe a la vez, como si fueran gemelos idénticos. Porque Duncan habla de él todo el tiempo, escucha su música y vive con ese ser que nadie ha vuelto a ver. Pero los fantasmas del rock siempre vuelven y "Amor de vinilo" los evoca con su mundo a cuestas, que arrastra sonidos de los Beatles, los Bee Gees y toda la moda que alguna vez envolvió adolescentes de entonces, veteranos de ahora. CLASICOS ANTIHEROES Fresca y espontánea en su contenido, la película de Jesse Peretz sabe mucho de música, de viejos éxitos, exitosos baladista y ""paranoias rockeras"". No por nada este director fue uno de los creadores de una popular banda de rock alternativo (The Lemmonheads) antes de incursionar por el mundo del cine. Y también estaba relacionado con la música el escritor Nick Hornby, autor de la novela "Juliet, desnuda", en que se inspira la película, el mismo de "Alta fidelidad", otra novela suya que interpretó John Cusack, también con derroche de vinilos. Filme de planteos sencillos y adultos, y los clásicos antihéroes que se ganan el cariño de todos. Capaz de asegurarnos que lo imposible es posible y que los arrepentimientos pueden ser el inicio de otra gran oportunidad. Aun en esa ciudad costera tan lejana. Comedia romántica impecable con dos actores que roban audiencia: Ethan Hawke, también él amante de la música, y una encantadora Rose Byrne, la actriz australiana de "Sunshine". Personaje sin vueltas, capaz de asumir errores con una sonrisa y apostar nuevamente a la felicidad.
Sergei Dovlatov fue un periodista y escritor, disidente con el régimen soviético. No pudo publicar su obra literaria en vida y sólo salieron a la luz algunos de sus artículos en revistas literarias. Tuvo que irse a Nueva York con su esposa y su hija por cuestiones políticas, y murió a los 48 años sin haber visto publicados sus escritos. Paradójicamente, sus libros son leídos actualmente y se lo considera uno de los mejores escritores rusos de la historia. Este filme narra seis días en su vida, durante el año 1971, en una particular bohemia donde comparte sus problemas con pintores y escritores que disfrutan del jazz, la literatura, el alcohol, los cuadros y la amistad, mientras se piden dinero entre ellos para solventar su dura vida y cuentan sus sueños divagando sobre la posibilidad de partir a un mejor destino. De esa bohemia habla el filme, de la rigidez de las normas durante el gobierno soviético, de la aceptación de un solo tipo de literatura basada en la realidad y en el pueblo. TIEMPO DE SOVIETS Con pocas pinceladas el director cuenta la vida del poeta, que se está separando de su mujer y al que se lo sigue acompañado de su hija de diez años. Nombres como Dostoyevski, Remarque, Steinbeck, Solyenitzin, Nabokov, Chejov y especialmente Joseph Brodsky, el gran poeta ruso que por aquellos años debió exiliarse en Nueva York por sugerencia de las autoridades soviéticas, circulan entre poetas y escritores. Es evidente en ellos esa necesidad de protesta frente a autoridades burocráticas que se inclinan por una literatura simple, con héroes del pueblo. El mundo de las revistas literarias, del mercado negro de objetos culturales, de hombres que sólo piensan en su arte y se unen en charlas y divagaciones contando sus sueños y aspiraciones, aparecen en este filme original en cuanto a la temática, tradicional en su factura de cronología sencilla, y de cuidada y bella fotografía. Película de la disidencia, donde las utopías pugnan por ser reales pero fracasan una y otra vez frente a la burocracia. Buenas actuaciones de un elenco homogéneo y cierta morosidad en el ritmo.
Marcela perdió a su hermana. Y su vida cambia. Cosas que antes no observaba, ahora se le presentan nítidas. Palabras, recuerdos, anécdotas. Memoria de lo que fueron las dos, de lo que vivieron, de los recuerdos comunes, de la memoria familiar. Mientras Marcela deshace la casa de Rina y reparte sus cosas es como que va viviendo una existencia paralela. Sus hijos adolescentes, su marido ausente una y otra vez, parecen no ser ya lo mismo para Marcela. Y surgen nuevos personajes en su vida como Nacho, amigo de su hija, con el que parece tener algo especial. El mundo, sus pensamientos cambiaron y presencias del pasado parecen surgir como formando parte de esta nueva realidad. RELATO INTERIOR Singular ópera prima de María Alche, la recordada Amalia de "La niña santa" de Lucrecia Martel. La que deseaba salvar el alma del doctor Jano. Con una trayectoria como cortometrajista, egresada de la Universidad del Cine, la joven directora se revela como una singular buceadora del tema de la memoria y lo hace en una atmósfera extraña, casi onírica, donde vivos y muertos tienen una imagen similar y se entremezclan en una carrera por el recuerdo y el olvido. Con Helene Louvart, una notable directora de fotografía y de cámara, el filme adquiere un tono casi espectral que se suma a la impecable puesta en escena, en algún momento casi teatral (escenas de silencio con predominio de lo onírico) con recurrencia a objetos simbólicos de significación libre (seres o volúmenes recubiertos de telas vaporosas). Un elenco homogéneo rodea la notable interpretación de Mercedes Morán, capaz, con mínimos recursos interpretativos de transmitir la inasible transformación que va apoderándose de su personaje.
Marcos vuelve de su estadía en el colegio. Adolescente, su vida al lado de sus padres, caseros rurales, será una sucesión de trabajos que no parecen satisfacerlo. Pasear vacas, ordeñarlas, ayudar a vender los productos de granja o en las batidas tras los ladrones de ganado que parecen ser una constante en la zona. Quién sabe si no le gusta más lo que hace Olga, esa madre dura que parece relajarse un poco cuando acciona la máquina de coser de la que salen las simples prendas que alguna vecina le compra. El mismo, cuando la madre no está, maneja la máquina mejor que un coche, si hasta ayuda muy bien a atender alguna clienta y disponer alfileres a lo largo de esos ruedos de tan difícil caída. Marcos, ese chico callado, está descubriendo que el sexo parece no coincidir con su vestimenta ni con su nombre. Lo que viene será la transformación paulatina y la imposibilidad de convivir en armonía con padres que no comprenden al diferente. Un camino de discriminación y estigma que lo obligará a mutar en carnaval con el antifaz que él mismo se cosió al ritmo de alguna cumbia que lo bautiza Marilyn. REVELACION JUVENIL Radiografía impecable de un chico que descubre su sexualidad, la ópera prima de Martín Rodríguez Redondo llama la atención por la verosimilitud, la fuerza y la solidez de plantar a su protagonista en un ambiente hostil y desarrollarlo en un viaje a su identidad. Filme sin concesiones, casi sin palabras, con rostros y cuerpos expresivos (la madre, el chico en la estupenda pista de baile de un carnaval pueblerino). Austero en la forma, delicado en escenas que lo requieren Rodríguez Redondo es un más que interesante nuevo director en un filme polémico. El debutante Walter Rodríguez, un hallazgo, mezcla de ingenuidad, curiosidad y encanto sólo en el momento en que da permiso a Marilyn para aparecer (baile de carnaval). La chilena Catalina Saavedra da una sólida y pétrea personificación de una madre que no puede comprender la realidad, a su lado Germán de Silva es el padre. Un grupo de adolescentes acompaña con buen desempeño este filme provocativo y que ayuda a comprender situaciones de violencia ante realidades que no siempre el individuo es capaz de comprender. El filme está basado en hechos reales y su protagonista, al que se agradece en los carteles finales, haber aceptado la difusión de la trágica historia, aún permanece tras las rejas en una cárcel de la ciudad.
Filme de acción real donde conviven actores como Ewan McGregor (el Jedi Kenobi de "Star Wars") con imágenes tridimensionales, "Christopher Robin" es el famoso niño que con su osito de peluche Winnie the Pooh se ganó a los chicos del mundo con sus aventuras. La película lo presenta ya adulto, casado y padre de una pequeña, con un empleo de jefe de personal al que se le presenta el drama de tener que prescindir de parte del personal con el que ha hecho lazos de amistad durante largos años. Las preocupaciones lo encuentran absorbido por el trabajo, en conflicto con su esposa y necesitado de la ayuda de algún amigo que lo acompañe. Y como por arte de magia, su compañero de la infancia, Winnie the Pooh, se le aparece en una plaza de Londres, porque también él parece haber perdido a sus amigos, animalitos del popular Bosque de los 100 Acres. El encuentro de ambos, con necesidades mutuas, los conduce al lugar de la infancia de Christopher Robin. LOCACIONES ORIGINALES El director del clásico "Descubriendo el País del Nunca Jamás", Marc Forster, retoma con calidez uno de los personajes más queridos por los chicos a través de los libros y las películas desde su nacimiento en 1926. El fotógrafo Matthias Konigswieser filmó con cámaras portátiles tradicionales y posteriormente se recurrió a la animación computada para dar mayor credibilidad a los movimientos de los animalitos. El efecto es sorprendente porque tanto el célebre osito como sus amigos, el entusiasta felino Tigger, el cerdito asustadizo Piglet y el adorable Igor, un burro buenazo y sarcástico, parecen tan actores como Mc Gregor y Hayley Atwell. Un tanto lenta, salvo la media hora final, que está llena de acontecimientos, persecuciones y movimiento, "Christopher Robin" presenta un pequeño problema: es bastante triste en su desarrollo y los más pequeños, que se fascinarán con la pandilla de animales, quizás no comprendan demasiado los desánimos del protagonista. Más allá de algunos engolosinamientos en la melancolía general y ciertos golpes bajos a la emocionalidad del relato (la música es su mayor cómplice), la película es formalmente perfecta, sus animalitos atrapan (especialmente el burro Igor con sus dichos) y el Bosque de los 100 Acres está filmado en la locación original del libro, el bosque de Ashdown, en Sussex, y también en el gran parque del Castillo de Windsor.
Ali Ungar llega a Viena con un propósito, matar a un ex oficial de las SS que asesinó a sus padres durante la guerra en Eslovaquia. Traductor de ya 80 años, un material literario del militar le revela la verdad. Pero la persona que abre la puerta de la casa de Gruber le dice cáusticamente que el hombre murió y que sus víctimas fueron cientos. Ungar sabrá después que quien le abrió la puerta es el hijo del ex oficial nazi, un profesor retirado que no lo conoció demasiado. La llegada del profesor a Bratislava y la invitación que hace al traductor para recorrer lugares de Eslovaquia en los que actuó el militar llaman la atención de Ungar, que es contratado como intérprete en ese extraño viaje a lo desconocido. Lo que se inicia como una decepción ante la imposibilidad de venganza, se convierte, ante una propuesta un tanto inverosímil, en una road movie donde se juntan dos personalidades antagónicas, pero que confluyen en un sufrimiento común. Aunque Georg disimule con su exaltación por la vida y las mujeres la angustia que oculta, la memoria doliente de hijos de víctimas y victimario tienen una raíz común. DESPAREJO DESARROLLO "El intérprete" se convierte, luego de los primeros minutos, en una historia que se desarrolla, en su primera parte, en una línea convencional, donde se apela al humor para contrarrestar el drama latente. La poca fuerza del guion impide una necesaria profundización y la aparición de las masajistas en la ruta o la solitaria señorita del hotel son lugares comunes que derivan la intriga hacia lugares ya conocidos. La segunda parte se compromete más y enfrenta figuras que vivieron parte del pasado en Eslovaquia oficiando de testigos, a los que el dolor y el tiempo los obliga a rodearse de un conveniente silencio. La estupenda actuación de los protagonistas Robert Simonischek ("Toni Erdmann") y Jiri Menzel, y el director checo de brillante trayectoria (premiado con el Oscar por "Trenes rigurosamente vigilados") salvan la película, que amenaza con desbarrancarse con un recurso casi guiñolesco poco antes del final.
Ana nunca imaginó que se iba a enamorar de Leo. Es que Leo es la pareja de su mejor amiga Dolo. Alguna vez quiso explicarlo, pero no se atrevió y la cosa quedó así. Tan así como los ruidos infames de ese vecino insoportable que su vecina Beba no tolera. Todo esto piensa Ana cuando de un día para otro se le instala Dolo en su casa. Precisamente Dolo ha tenido un encuentro con el vecino ruidoso del que hablan todos. Vecino con el que se emborrachó y ahora lo lleva como invitado a su nuevo alojamiento, la casa de Ana, con gran disgusto de ella. Pero como Ana es buena amiga, lo acepta hasta que se produce un incidente y se da cuenta que va a tener que ayudar a Dolo, no sólo por los remordimientos que le causa su relación con Leo, sino porque hay un cadáver en su casa y tanto ella como Dolo no son ajenas a la situación. HUMOR NEGRO Comedia loca donde los enredos se entrelazan uno con otros, los personajes se mezclan en una cadena de vecinos, policías y novios desubicados llegando a todo tipo de extremos con gracia y buen humor. El absurdo es una constante y la exageración un estilo a la manera de "Pendeja, payasa y gorda", otra de las películas de Matías Tapia. Divertida, con toques de humor negro y un elenco de actores jóvenes muy bien elegidos, sobre todo Sofía Bortolotto ("Diarios de motocicleta") y Coral Gavaglio, bien acompañadas por Mirta Wons en el papel de Beba, Azul Fernández como Rosy, la discípula de Ana, Ramiro Vayo y Hernán Statuto. Una comedia de buenos diálogos, vertiginoso ritmo y toques de suspenso.
Rodrigo Bueno fue un ídolo cuartetero nacido en la provincia de Córdoba. Conocido como El Potro y aún antes como El Bebote Cordobés, impuso un género con las raíces de su provincia, heredero directo de la fusión de la música traída por italianos y españoles a nuestro país, como la tarantela y el pasodoble, influidos por géneros tropicales sudamericanos. Como en el caso de Gilda, otro fenómeno popular, nacido en la provincia, pero de Entre Ríos, en pocos años alcanzó el éxito musical, se convirtió en ídolo y falleció en un accidente automovilístico. Rodrigo tenía 27 años, Gilda, 35. La directora Lorena Muñoz, que tuvo un verdadero éxito cinematográfico con la película que recordaba la figura de Gilda (interpretada por Natalia Oreiro), elige otro ídolo popular, Rodrigo, y luego de un comienzo no cronológico lo sigue en su ascenso en el mundo de la música hasta la muerte en plena juventud. INTIMIDAD Las primeras escenas de la película describen ya a Rodrigo en su consagración en el Luna Park y luego en su cita con la muerte en una ruta del Gran Buenos Aires, la madrugada del 24 de junio de 2000. Lo que sigue es la típica escalada de un muchacho de carisma y singular energía, con un papá productor musical y una mamá enamorada de ese hijo mayor, al que fue modelando a la medida de sus esperanzas, en un hogar sencillo donde la música era una costumbre. Vida de un ídolo popular entre admiradoras fervorosas, en shows naif de pequeñas localidades provincianas, hasta excéntricos recitales en el Palacio del Boxeo (Luna Park) con el ring como escenario, Rodrigo marcó un momento y popularizó un género. Secuencias con distintos puntos de vista, la madre, la novia, testimonian situaciones íntimas, choques de la realidad de un muchacho simple con el sofisticado y a veces oscuro mundo en que compases musicales se mezclan con la droga y las ganas de no pensar en siete actuaciones por noche. El filme de Lorena Muñoz visibiliza la intimidad de un fenómeno irrepetible. LOS RECITALES El mayor de sus logros está en la puesta en escena de los shows, desde los iniciales hasta los últimos. Romances, excesos, enfrentamientos y momentos que iluminan como los de ese manager muy nuestro, estupendamente interpretado por Fernán Mirás, o los padres, que uno imagina fueron los del ídolo, a cargo de Florencia Peña y un destacado Daniel Aráoz. El parecido del actor elegido, Rodrigo Romero, con El Potro es asombroso y le otorga la suficiente energía como para acercarse dignamente al original. Como curiosidad se puede observar la participación del hijo de Rodrigo como uno de los guitarristas y, en la escena final, los músicos que integraron la banda original del artista. Esto, sumado a canciones exitosas del ídolo contribuyen al fervor de sus seguidoras.
Pura ciencia ficción venida del universo Marvel, "Venom" es la historia de Eddie Brock, un periodista apasionado por la verdad y que por esa razón no es siempre bien recibido por sus patrones editoriales. Ahora, en uno de sus buenos momentos, trabaja para una publicación importante, tiene una linda novia abogada y vive tranquilo. Pero un reportaje al factótum de la Fundación Vida lo manda todo al diablo. Es que se habla de experimentos ilegales en la polémica Fundación y como su novia trabaja allí, en uno de los descuidos de la chica, como curioso periodista que es se mete en su notebook y saca información confidencial de la empresa. La cosa se complica cuando una médica harta de tanta barbaridad se comunica con él y lo mete en el laboratorio de la Fundación para que vea lo que hacen. Por supuesto que son experimentos ilegales, porque luego de financiar viajes interestelares para buscar seres de otro mundo, el magnate trata de provocar simbiosis entre organismos terrestres y extraterrestres para obtener un hombre mejor para poblar el espacio exterior. Y no tiene mejor idea que aprovecharse de los pobres que por unos dólares, sin saber la realidad, exponen su humanidad. Un moderno Mengele dispuesto a todo por la ciencia. El caso es que el pobre Peter Brock, cuando ve los experimentos con conejillos de la India humanos expuestos a esas masas gelatinosas de otras galaxias que los van comiendo en vida, decide hacer algo por ellos. Pero no puede impedir que una de esas gelatinas negras se apodere de él y lo vaya transformando a su modo. Increíblemente, la simbiosis ideal que el magnate de Fundación Vida buscaba se hace realidad con él. En síntesis, Eddie Brock sufre el proceso de Mr. Hyde y Dr. Jeckyll, porque estos simbiontes necesitan un humano para sobrevivir y, ya ubicados, los van transformando en superpoderosos. Brock, que ya estaba separado de su novia, porque de alguna manera provocó su despido al apoderarse del informe de la Fundación Vida, comienza a convivir dolorosamente con el simbionte y a enfrentarse con todos los enemigos de la organización que lo persiguen para estudiarlo. DEL COMIC AL CINE Hay distintas maneras de aproximarse a este mundo. Uno es haber leído las historietas y saber quién es este Venom extragaláctico, enemigo del Hombre Araña, con el que convivió antes de Brock. Y otra, la de quien escribe la crítica, que no frecuenta demasiado ese mundo tan personal. Lo que para los conocedores puede ser una mezcla de situaciones no demasiado aceptadas en el universo cartoon, para quien no sigue tanto a los superhéroes ésta es una divertida historia entre un hombre invadido por otra personalidad y sometido a situaciones en las que el intruso le da poderes para enfrentarlas, pero una y otra vez intenta acomodarlo a su modalidad violenta de corta cabezas y devorador de lo que venga. Así, Brock no puede evitar el hambre feroz y preferir seres vivos a muertos, siempre eligiendo animales, porque su ética le impide el impune canibalismo de quien lo habita (divertida escena en el restaurant de mariscos con la vitrina en que viven las langostas). "Venom" ofrece un entretenimiento sencillo, un tanto excéntrico, porque sigue las aventuras de un periodista poseído en busca de la liberación y la justicia. GRANDES EFECTOS El filme tiene buenos efectos especiales, atrapantes huídas de los del bando del magnate de Fundación Vida, y absurdos diálogos entre el huésped gelatinoso, de lengua impactante y el periodista. Cómo progrese esta ocupación será historia de innegables próximas aventuras, porque lo que parece intolerable al comienzo cuando Venon, el gelatinoso se apodera de Brock, con el correr de los minutos se vuelve hasta simpático y remeda una situación de amigos de gusto opuesto que en algún momento parecen compartir novia (Michelle Williams retorna a su viejo amor). Un filme estridente, con bastante acción y ciertos personajes que quedan a la deriva durante el relato (la mujer malaya, la nena rubia, el caniche escandaloso) y que en este caso, siempre tratando de ser parte del mundo Marvel, incorpora un supervillano distinto, que Tom Hardy (Eddie Brock), sorprendentemente, parecer aceptar.