Brian Helgeland (LA Confidential, Corazón de caballero), se propone, no sin varios traspiés, trazar una suerte de simetría o metáfora épica en la figura de los gemelos Krays , como si se tratase de los Rómulo y Remo del hampa Londinense, en una historia de vida adornada como una espiral descendente respecto de la tragedia y la caída de los Krays. Aunque los Krays eran gemelos -ambos magistralmente interpretados por Tom Hardy – sus personalidades eran muy diferentes, ambos fueron ascendentes figuras del crimen organizado en el East End londinense hasta finales de los años 60, momento en que el relato de Brian Helgeland decide poner el foco y énfasis en el romance de Reggie Kray con Frances Shea (Emily Browning) . En la película, Ron Krays es retratado como psicótico inestable, todo un caso psiquiátrico, que esta fuera de las instituciones mentales mediante intimidaciones y contactos del bajo mundo con el poder político que supo forjar su hermano. Como los opuestos se atraen, Reggie Krays en principio se muestra extremadamente encantador y refinado, pero oculta una bomba de tiempo a punto de detonar, más aun en todo lo que respecta a la tensa relación de amor-odio-culpa con su hermano Ron Krays. Como ocurrió con películas como Black Mass (2015), cada vez son mas las adaptaciones que pretenden inspirarse en novelas biográficas, en el caso de Leyenda: La profesión de la violencia, basada en la novela The profession of violence: The rise and fall of the Kray twins de John Pearson, las producciones se distancian respecto a aquella realidad de la que pretenden inspirarse, para terminar encasilladas en la caricatura anecdótica de célebres personalidades del mundo del crimen organizado. 12606730_10208603523069368_861955666_n Desde su secuencia inicial, Leyenda: La profesión de la violencia, se defiende al anunciarse inspirada en hechos reales, pero todo rudimento de veracidad decanta por la falta de perspicacia que lleva al relato a abusar del caldo de cultivo autoreferencial de buena parte de la representación cinematográfica de la mafia. Dicha figura ya no es transgresora, menos aún desde una apuesta narrativa que se aleja de la historia concreta que pretende contar, optando por esforzarse en parecerse a otras películas del género. Queda en evidencia una distorsión del manual de estilo de Martin Scorsese ante tantas referencias a Buenos Muchachos (1990), o a historias de amores imposibles ante sentimientos y lealtades contrariadas claramente influenciada por el Michael Corleone de El Padrino (1972) de Coppola. Los gángsters retratados en Leyenda son un modelo para armar según lo que ya tantas veces nos contó Scorsese: hombres adustos que pasaron de ascendentes matones a comerciantes exitosos pero colmados de vacíos existenciales, que urgen por desviarse nuevamente hacia el submundo fuera de la ley. Además de Tom Hardy, Emily Browning completa el elenco principal, marcando una vez más su distancia y carencia emocional ante los roles que interpreta. Curioso caso el de esta muchacha, que con su tez de porcelana y no muchos atributos más, está confinada a la perpetuidad de la damisela expuesta al deseo de los “monstruos” de turno, se trate de la gótica soñadora de Sucker Punch (2011), o el narcolepso objeto deseo de Spleeping beauty (2011). Leyenda: La profesión de la violencia, no es mucho más que la descomunal labor de Tom Hardy, un actor dotado con carisma innegable y un magnetismo fuera de lo común, muy propio de un Marlon Brando contemporáneo. Hardy se carga sobre sus hombros este fallido ejercicio de policial gansteril/relato de la mafia, logrando que resulte -en parte- un placer disfrutar de su trabajo plagando de matices a sus contrariados personajes. Leyenda: La profesión de la violencia es la evidencia concreta que las películas de la mafia hoy son autoreferenciales, y por ello prima la necesidad de encontrar vueltas de tuerca o recursos narrativos idóneos para el género.
Un chico y su perro, la vida según Charlie Brown Ya sea por la emotividad, simpleza y belleza de sus viñetas en tira, la creación de Charles Schulz resulta ser una obra que disuelve la frontera entre la niñez y la edad adulta. A propósito de “Peanuts”- título original de la tira o comic strip- el célebre filósofo italiano Umberto Eco se refirió a la fascinante capacidad de Charles Schulz para escenificar desde el mundo de los niños un amplio catálogo de neurosis, incertidumbres y cuestionamientos propios de la madurez. Es allí donde reside la fuerza de la cómica y reflexiva tira de historietas que por mas de medio siglo cautivo a varias generaciones de lectores, hijos dilectos del psicoanálisis a temprana edad. El personaje principal de “Peanuts” es Charlie Brown, que acaso sea para muchos una canción de Coldplay, pero desde hace muchísimo tiempo se trata de un niño simple y tímido que vive en las viñetas con sus amigotes y su perro Snoopy. El personaje no es otra cosa que el otro extremo del trazo de grafito y tinta china donde su creador Charles M. Schulz se retrataba a la hora de recrear las vivencias de su infancia en viñetas en virtud de su modo de decir el mundo. Charlie Brown carga desde temprana edad la notoriedad de echar a perder todo aquello que emprende, ya se trate de remontar un barrilete, jugar al hockey sobre hielo o volar un barrilete, cualquiera sea la actividad que se ponga como meta concluirá en un desastre. Pero acaso sea la rúbrica distintiva del personaje su inagotable capacidad para jamás bajar los brazos, intento tras intento, Charlie Brown contara con su fiel compañero el perro Snoopy, sus queridos amigos y la siempre terrible Lucy. Ellos, su público habitual presto para arengarlo a continuar aunque se la pase trastabillando una y otras en su itinerario. Snoopy & Charlie Brown es una emocionante aventura que celebra con encanto y poesía la determinación ante la adversidad, la amistad y aceptación de las diferencias. Lejos de las viñetas o los especiales de TV (CBS, 1965), llega una tan ansiada como postergada adaptación a la pantalla grande, donde el mundo de Charlie Brown se pondrá una vez mas de cabeza cuando una niña pelirroja llegue a su clase robándose toda la atención y las miradas. Charlie Brown arremeterá contra todo tipo de peripecias, en una película con ritmo constante que no se olvida de enfatizar los gags pertinentes a obstáculos varios y la propia torpeza del muchachito para ganarse la admiración de la nueva chica del aula. Al menos por una vez la fortuna parece estar del lado del buen Charlie cuando se asignen trabajos prácticos en el aula escolar y nuestro héroe sea convocado a trabajar con la niña pelirroja. Finalmente los dados parecen haber salido a su favor, pero ésta no sería una aventura de “Peanuts” si no se tratase de una exquisita oda a los perdedores. Fidelidad al espíritu creativo de Charles M. Schulz “Peanuts” es la obra que prácticamente acompaño toda la vida profesional de Charles M. Schulz (1922-2000), quien se inspiró en sus vivencia en Minnesota para crear “Li’l Folks“ en 1947 para las ediciones de St. Paul Pioneer Press y posteriormente en Saturday Evening Post donde la tira sería (re)bautizada como “Peanuts”. Las aventuras de Snoopy, Charlie Brown y su pandilla han aparecido ininterrumpidamente en los periódicos estadounidenses y más de 75 países, desde 1950 hasta la muerte de su creador, Charles M. Schulz, en el año 2000. Datos del Museo Schulz en California registran que han habido 17.987 tiras publicadas en más de 2.600 periódicos en 75 países, además, Peanuts se ha traducido oficialmente a más 21 idiomas. En tanto que Snoopy la mascota de Charlie Brown, todo un icono de la cultura pop, acompaña las desventuras de su dueño a la distancia, dado que este peculiar canino se desprende de la trama principal de la película dando rienda suelta y alto vuelo a su imaginario: siendo el protagonista de sus propias aventuras piloteando su cucha voladora como el adversario del temible “barón rojo” quien aterrorizo los cielos de Europa durante la primera guerra mundial. Su adaptación a la pantalla grande celebra aquella conquista de Charles Schulz que explora la siguiente idea: los padres y los profesores se expresan con el sonido de trombón, al que los personajes de Peanuts, no escuchan o se desentienden de un lenguaje que no es el propio. Una referencia directa a los especiales de TV “A Charlie Brown Christmas”, realizados por Schultz para la cadena CBS en 1965, galardonados con varios premios EMMY, entonces como en la actualidad las voces de Charlie Brown, Sally Brown, Peppermint Patty, Lucy van Pelt, Linus van Pelt, fueron y son interpretadas por niños reales. El obstáculo decisivo de Snoopy & Charlie Brown es, sin duda, pasar de la forma breve, fragmentaria y autoconclusiva de la tira diaria a sostener la continuidad y peso argumental de un relato cinematográfico. Desafío que bajo la dirección de Steve Martino (Dr. Seuss’ Horton Hears a Who!, Ice Age 4), se resuelve hábilmente sin perder un ápice del encanto logrado por “Peanuts” desde hace 65 años, de modo que tanto las clásicas viñetas como la actual película resultan un alegre derrotero de ansiedades cotidianas compartidas por niños y adultos.
La primera trilogía, aquella iniciada en 1977, supo demostrar osados relatos que sabiamente conjugaron la acción, el humor, la tragedia y el suspenso con revolucionarias y artesanales manofacturas de recursos visuales para su puesta en escena que hicieron de Star Wars un pináculo del séptimo arte. A finales de la década del 90 la segunda trilogía de precuelas, acaso engolosinada y atiborrada por una parafernalia digital generada por el gigantesco imperio cimentado por George Lucas, había perdido el rumbo de respecto de sus antecesoras a la hora de contar la trágica caída de Anakin Skywalker hace el lado oscuro. Ahora es el turno de JJ Abrams y Lawrence Kasdan al frente de Star Wars: EL DESPERTAR DE LA FUERZA oficiando como la apertura de una nueva trilogía que tiene como finalidad enaltecer la grandeza de aquella clásica trilogía, corriendo el eje del cine de industria contemporáneo hacia la audacia de aquellas superproducciones de Hollywood de los años 70 y 80. STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA se suscribe como la continuación directa de “El Retorno del Jedi”, evidenciando lo lejos que estuvo dicho universo de los mentados finales felices, donde la caída del imperio tan solo ha sido una tregua temporal en la guerra constante de la galaxia. Vale destacar que la profunda identidad de STAR WARS : EL DESPERTAR DE LA FUERZA reside en la afinidad de sus co-escritores: JJ Abrams y Lawrence Kasdan. Uno nació bajo el signo de una generación determinada por Star Wars como referente cultural, el otro es uno de los legendarios autores que dieron rienda suelta a un frondoso imaginario para la elaboración de un guion y una mitología arraigada a la cultura popular desde hace decadas. De modo que EL DESPERTAR DE LA FUERZA tiene un carácter simbólico donde conviven lo moderno y lo clásico. 12404815_10208361614461804_894807821_o JJ Abrams, quien llega como una brisa de frescura a la franquicia cinematográfica, junto a Lawrence Kasdan afrontaron el desafío de idear un nuevo episodio de la saga en pos de redescubrir la emoción de antaño. El objetivo era concreto, hacer de EL DESPERTAR DE LA FUERZA una declaración de intenciones que oficiase como una reinterpretación del primer componente de la épica espacial “Star Wars: una nueva esperanza”, respecto a su estructura narrativa y detonantes dramáticos. Una apuesta por demás arriesgada con un resultado que elude elegantemente caer en la repetición. Esta nueva superproducción continúa 30 años después de los acontecimientos de “Star Wars: El regreso del Jedi” (1983), asegurando de parte de JJ Abrams una gran reverencia por el material original, que hace de EL DESPERTAR DE LA FUERZA una superproducción dotada de una atemporalidad y universalidad sostenida mediante una estructura narrativa con el atrevimiento necesario para romper los códigos narrativos inherentes a la mitología de Star Wars para apropiarse de ellos y recrearlos desde incuestionables simetrías con la saga original. En EL DESPERTAR DE LA FUERZA personajes diferentes generaciones se entremezclan, en virtud de pasarse un legado colmado de conocimientos y emociones desde un relato oportunamente condescendiente al material original. Esta loable transición es mérito propio de Lawrence Kasdan, quien haciendo gala de su sentido tan teatral de una dramaturgia clásica, franca y clara, niega todo espectáculo de virtuosismo y trampas narrativas tan comunes y recurrentes por estos tiempos, sumado a su usual impronta temeraria y un (muy) irónico sentido del humor. 12394834_10208361614381802_132457609_o Definitivamente JJ Abrams se corona como el referente de la cultura nerd que conquisto la industria de Hollywood, afianzándose paso a paso en una carrera que inició con ingeniosas propuestas televisivas como Lost, Alias y Frige que le valieron el salto a la realización integral de superproducciones cinematográficas meticulosamente elaboradas, desde una truncada y cancelada revitalización de “Superman” en 2002 (Superman flyby), la fabulosa saga de “Misión Imposible”, la revitalización de “Star Trek” otra gran Space-Opera, o la discreta “Super-8” unaincuestionable carta de amor al cine de los 80 de Spielberg, Zemeckis, Landis y Joe Dante. JJ Abrams en alude a la pericia necesaria para “mitificar” la mayoría de sus escenas sin forzar el relato o restringir entretenimiento por solemnidad y viceversa, aportando frescura a una franquicia cinematográfica de la cual Abrams posee total comprensión de las reglas del juego y su potencial evocador. Prestando la atención debida a la trilogía original y el justo homenaje a la trilogía de precuelas, la historia de EL DESPERTAR DE LA FUERZA coincide con la sensación de estructura narrativa cíclica que es una marca registrada de la saga, determinando lo que STAR WARS realmente es: Una historia acerca de las familias y la tragedia de héroes, que aunque lo intenten, jamás podrán alejarse de su viaje y su destino.
La idea de un nuevo Bond lleno de conflictos morales, menos sarcástico, realista e implacable resulto una idónea renovación para un personaje y una franquicia que denotaba cierta fatiga durante el periodo de Pierce Brosnan al frente del personaje. La actual encarnación de Bond con Daniel Craig al servicio de su majestad y de realizadores como Martin Campbell, Marc Foster y en especial Sam Mendes renovó y consolido el interés general de la franquicia. Con SPECTRE llega el final para una exitosa era de Bond, donde guionistas John Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth conectan en SPECTRE todos y cada uno de los sucesos anteriores (casino royale, Quantum of Solace, Skyfall), para conceder al relato una impronta conspirativa a partir de una grabación entregada a Bond luego de la muerte de "M" (Judi Dench), quien le confiesa al agente secreto, que todos los antiguos villanos a los que se ha enfrentado formaban parte de una misma organización. Una instancia que llevara a nuestro (Anti) héroe a participar de un juego del gato (angora por tradición) y el ratón por diversas regiones del mundo ante el misterioso Franz Oberhauser , interpretado por Christop Waltz. Villanos de turno y tradición Bond siempre tuvo villanos icónicos y en este Magnus Opus final es el turno de Franz Oberhause para salir a escena, interpretado ahora por Christoph Waltz (Inglorious Basterds, Django Unchained), quien corona su composición de un personaje omnipresente en la historia de 007 desde 'You Only Live Twice' (1967). Waltz hace su versión sin encasillarse en los modismos del personaje, y subiendo la apuesta de todo amaneramiento propio de un genio criminal y supervillano de turno Si, incluso con un pulcro gato angora. Grabs-from-the-new-trailer-for-latest-James-Bond-film-called-Spectre También se da cita el descomunal y letal Hinx. interpretado por el ex luchador de la WWF, Dave Bautista (Guardianes de la Galaxia) , inspirado por la tradición de gigantescos personajes de la franquicia de 007, como Jaws, personificado por el actor Red Grant cuyas características físicas denotaban unas mandíbulas de acero, o el propio Sandor, interpretado por Milo Reid. Ambos personajes hicieron su primera aparición en la película “The Spy Who Loved Me” de 1977. Como era de esperar la realización resulta ejemplar de principio a fin, permitiendo al espectador a entender exactamente lo que está sucediendo, aun ante la compleja construcción de las diversas secuencias de acción, lo que habla por sí mismo del oficio narrativo de Sam Mendes. El James Bond de los últimos tiempos encontró en Sam Mendes la exquisitez de un realizador que aporto la vehemencia de una impronta narrativa con notable pulso para el suspenso, en mixtura con la orquestada espectacularidad de escenas de acción que hacen del agrado y beneplácito del público, una combinación que hace a la plusvalía que una película de Bond requiere. Daniel Craig aporto desde su debut en Casino Royale (2006), la composición de un James Bond mas atormentado que “afectado” por su carisma. El Bond de Craig es aún más arrogante que la icónica representación de Connery, algo que de algún modo resulto como un revés de la trama para las usuales fórmulas de la franquicia. En SPECTRE se recurre al punto débil de esta encarnación de Craig / Bond, mediante el amor y la tragedia que representa la perdida de Vesper Lynn (Eva Green), acaso la más recordada chica Bond de los últimos tiempos, y el talón de Aquiles del agente secreto. El fin de una era Skyfall (2012) aporto la exploración mas exhaustiva que se haya realizado para con el personaje, una producción que ofició a modo de un controvertido "cambio en la continuidad" de la franquicia, pero apenas reformulando -cual signo de los tiempos- y dejando en su lugar cada uno de los elementos simbólicos pertinentes a la tradición cinematográfica del personaje. Con SPECTRE, la era de Bond que llega a su fin, ha logrando constituir idóneamente un ambiente realista influenciado por paranoias contemporáneas como el terrorismo, las guerras virales, o el terror corporativo sobre naciones emergentes, que la vincula con demás sagas y superproducciones, caso de Jason Bourne de Paul Greengrass o incluso el Batman de Christopher Nolan. SPECTRE llega a los cines con el semblante de una despedida, cuestionando el lugar que le corresponde a los super-espías, hoy considerados como anticuados recursos ante los continuos avances tecnológicos de un mundo donde el poder está en la intervención del flujo de datos digitales y no en la posesión de secretos de estado. En definitiva, SPECTRE pone de manifiesto toda la tradición y la esencia misma del personaje en una producción dotada de la osadía y grandilocuencia necesaria para representar el broche de oro que signa el fin de una era para 007.
Mucho se puede decir acerca de PERDIDA, siendo una película profunda, compleja y de una escalofriante precisión quirúrgica. Probablemente el tiempo dirá si Fincher ha filmado una obra maestra, lo concreto es que Perdida es la película más importante del año, capaz de echar por tierra los prejuicios de todos aquellos empecinados en poner en duda la pericia, formalidad y sutileza de David Fincher como (un gran) cineasta. Aquí todo esta orquestado de modo progresivo, a modo de una descarnada cruenta y afilada observación, donde espectador queda a merced de un relato planteado, en apariencia, como la pesadilla de una pareja moderna perdida en su propia neurosis. PERDIDA/Gone Girl es la adaptación del libro escrito por Gillian Flynn , autor que también oficia como guionista de la película de David Fincher. Un caso sumamente singular ya que es común encontrar a los autores de las obras desempeñándose como productores ejecutivos o tal vez como consultores, pero es poco habitual hallarlos haciéndose cargo de la adaptación cinematográfica de sus propios libros. En PERDIDA, David Fincher se vale de la intriga implícita en la peculiar intimidad de esta pareja, para revelar a la mitad de la película que ha utilizado con sobrada pericia todos los tópicos recurrentes del género del suspenso, y entonces emprender un camino que resinifique la totalidad relato, desafiando las empatías, fundamentos y juicios de valores realizados por el espectador hasta entonces. Nick Dunne (Affleck), es un escritor en un frustrado derrotero sin poder concretar o posicionar su trabajo, casado con Amy Dunne(Pike), una chica ejemplar , sustentada y amparada en una considerable fortuna familiar. En el quinto aniversario de casados, Amy desaparece, dejando confusos signos y evidencias en el lugar de los hechos, planteando así un gran interrogante. Poco a poco la policía y el entorno local comenzaran a sospechar de Nick como responsable de la desaparición de Amy – una conjetura que se intensifica en el espectador, dado el comportamiento informal de Nick ante las graves circunstancias que debe sobrellevar. Fincher , ha dirigido películas como Seven/Pecados capitales, Fight Club y The Game, ejemplos característicos de obras donde ya esbozaba la idea tomarse el atrevimiento de trastocar la percepción de los espectadores, obligándolos a ir a contrapelo de todo aquello que daban por seguro en el relato. PERDIDA es el tipo de película elaborada para sorprender al más astuto de los espectadores, donde siempre hay espacio para un giro argumental que oficie como un logrado revés de la trama en la peculiar historia de esta pareja interpretada por Ben Affleck y Rosemund Pike. Apelando al cuidado entre el tenso ritmo de una película de suspenso y la necesidad de desarrollar cuidadosamente la historia, Fincher y Gillian Flynn desarrollan elocuentes contrastes individuales, para los puntos de vista de los principales acontecimientos del relato: Ya sea desde el modo objetivo y vivencial de Nick, en tiempo presente, confrontando con los flashbacks o entradas al diario personal de Amy, los cuales que potencian aun mas el misterio. Resulta por demás interesante como PERDIDA se permite el espacio necesario para tamizar una crítica muy pertinente de la sociedad moderna, donde el común de los individuos esta dispuesto a difuminar todo limite moral en virtud de conseguir lo que desea, a como de lugar, en situaciones que rayan la absoluta psicopatía. Otra de las críticas que Fincher pone de manifiesto, apunta a la voracidad y la explotación de los medios de comunicación, mediante el modo sensacionalista con el que se retratan a diario los diversos casos policiales, sin ningún tipo de cataduras y trasgrediendo cuanto planteamiento moral se ponga en su camino. Destaca un elenco encabezado por Rosamund Pike, en plan de una atemporal blonda que haría estremecer al mismísimo Alfred Hitchcock, en tanto Ben Affleck se desempeña de forma excelente en un protagónico ejemplar, personificando a un individuo imperfecto, plagado de matices y extremadamente racional, aunque involucrado en situaciones que requieren estrategias desesperadas, en las que deberá agudizar su sagacidad a como de lugar. Affleck y Pike componen una de las mas acertadas duplas cinematográficas de los últimos tiempos, mientras que Neil Patrick Harris, Kim Dickens, Carrie Coon, Patrick Fugit y un sobresaliente Scoot McNairy explotan al máximo sus papeles secundarios.
Scarlett Johansson ha pasado por un variopinto de personajes durante este 2014, primero aportando su disfonica voz para humanizar al encantador Sistema Operativo del que se enamoraba Joaquin Phoenix en HER de Spike Jonze. Prácticamente fue la co-protagonista de Chris Evans en Capitán América y el Soldado de Invierno, en tanto que recientemente en Under the Skin de Jonathan Glazer fue una sensual alienígena, presurosa por desatar su libido ante la raza humana. En el caso de LUCY , Scarlett Johansson , va por el camino inverso, ya que en esta oportunidad compone a un personaje al que la humanidad se le escapa, adquiriendo minuto a minuto una mayor capacidad cerebral que la encamina hacia una inexorable “transhumanidad”, quedando desprovista de cualquier rasgo emocional. Luc Besson, autor de obras maestras como Nikita y The Professional/El perfecto asesino, viene ejerciendo a través de los años un cine que pone de manifiesto poder de la figura femenina, que esto no se interprete como un discurso demagogo, sino que resulta el común denominador de personajes como Juana de Arco, Nikita, Matilda y Leeloo, capaces de sobreponerse ante la adversidad, para redescubrirse extasiadas en superar límites propios o impuestos. Lucy ( Scarlett Johansson ) es una joven ingenua, forzada a toparse con un grupo de mafiosos, que la forzaran a ser una suerte de “camello” para el transporte de una droga sintética experimental que revolucionara el mercado. Sera entonces que un accidente con la mencionada sustancia prototipo, hará que los químicos tomen contacto con el organismo de Lucy, desarrollando la totalidad de su capacidad cerebral, pudiendo controlar absolutamente todo a su alrededor. Lucy es una historia de venganza, su protagonista no es motivada por el altruismo de pretender librar al mundo del tráfico de drogas, o de las mafias internacionales, simplemente ejerce una venganza por razones puramente personales. Besson se permite un mínimo espacio en la primera escena de la película para ejercitar la sutileza, mediante un “montaje ideológico” que trabaja como subtexto de una mujer todavía frágil (Lucy), aplicando imágenes de un ciervo que esta a punto de caer como presa de de una manada de leones, referencias simples y directas que refuerzan esta alegoría, enfatizando la entrada del personaje a un escenario dominado por sus enemigos. Lucy es la promesa implícita en toda película de Besson, un subidón de adrenalina, del que jamás hubiésemos imaginado que nos depararía un relato tamizado por una mixtura de filosofía pseudo- existencialista y cultura Pop , que actúa en favor del entretenimiento y transita exento de imposturas pretensiosas, como el simple ejercicio de etilo narrativo y visual de una apuesta artística sorpresiva y por demás vertiginosa. Lucy es una película sin pretensión alguna, pero absolutamente delirante, que se pasea cómodamente entre el genero de acción y la ciencia ficción.