Un drama de alto voltaje erótico Llega una historia que combina sensualidad y perversión, con las explosivas Julianne Moore y Amanda Seyfried, y Liam Neeson. ¿El foco? Una mujer contrata a una joven prostituta para seducir a su marido. Todos necesitamos escuchar alguna mentira. Todos le tememos a la soledad. Y todos intentamos maquillar esas falencias. Seguramente, a partir de “Chloe”, que se estrena mañana, el realizador canadiense Atom Egoyan empezará a ser más conocido, su nombre estará más cercano a Hollywood. Es que agregó pinceladas psicológicas y sexuales a su film, una remake del francés “Nathalie X”, de Anne Fontaine. Egoyan (“El dulce porvenir”, “El viaje de Felicia”) ofrece una historia que atrapa y seduce a partir de un triángulo amoroso, aunque no deslumbra con nada nuevo. Eso sí: se las ingenia para mantener la atención del espectador, un voyeur de lujo. De arranque, la presentación es más o menos así: primer plano a Catherine, una mujer de cincuenta, bella y sensual, profesional y exitosa, casada y con un hijo. Tiene todo. Se siente segura hasta que empieza a evidenciar síntomas de fragilidad, temores, sospechas. Y en esa barranca, entra en crisis cuando percibe que no puede ser más objeto de deseo de su marido (un profesor que suele estar rodeado de jovencitas). La monotonía y cierta indiferencia alarman a alguien como ella, acostumbrada a tener todo en sus manos. Inmersa en esa inseguridad, decide (¿jugar sucio?) contratar a una bella y lujosa “escort” (la Chloe del título), para seducir -y poner a prueba- a su esposo. Claro, no sospecha qué brotará desde su desconocido interior. “Chloe” cuenta con un elenco confiable, partiendo de la siempre cumplidora Julianne Moore (cuanto más grande, más sensual y convincente), la ascendente e infartante Amanda Seyfried (“Mamma Mia”, “Cartas a Julieta” y “Diabólica tentación”) y Liam Neeson, sobrio y creíble, en un personaje incómodo. Un párrafo aparte para Liam, que debió interrumpir la filmación en Toronto por un accidente de su mujer Natasha Richardson (esquiaba en Quebec), que finalmente perdió la vida. “Pensábamos que no regresaría, pero tras el funeral, nos sorprendió. En situaciones límite, demostró ser un gran profesional”, afirmó Egoyan. A propósito del director, se luce y va contra la lógica, porque desde el momento en que Catherine contrata a Chloe para saber si su marido se resiste -o no- a las tentaciones, el ojo de la cámara no es el sexo en cuestión, sino esa suerte de urgencia que tiene la aparente víctima para escuchar los detalles que le cuenta la joven profesional.
La pasión desenfrenada por Mussolini Luego de "El último beso", la bella italiana está considerada entre las mejores actrices de su país. En "Vincere", que llega hoy, encarna su papel más dramático: Ida Dalser, la mujer que mezcló amor y fanatismo hacia el Duce. "Tienes un hijo del hombre al que todas las mujeres del país quieren como marido o amante. Sé feliz con tu recuerdo". Es lo que le dice una monja a Ida Dalser, internada en un manicomio, según un pasaje del oscuro, dramático e intenso film "Vincere", que se estrena hoy en la cartelera de cine. La película de Marco Bellocchio hace foco en el ascenso vertiginoso del Duce Benito Mussolini y, también, en Ida Dalser, la mujer que vivió una pasión desenfrenada, que mezcló amor y fanatismo hacia la figura del hombre fuerte de la Italia fascista. Dalser le dio todo y mucho más, Mussolini se aprovechó, la utilizó y después la despreció y tildó de loca, siempre según la versión cinematográfica, la cual deja en claro que Ida tuvo un hijo con el Duce, llamado Benito Albino. Consagratorio es el papel de Giovanna Mezzogiorno, a quien los argentinos ubican por la recorada "El último beso" ("Le debo todo a esa película, gracias a ella, hoy soy quien soy", reconoce), "La ventana de enfrente" y la más reciente "El amor en los tiempos del cólera", con Javier Bardem. Romana, de 36 años, Giovanna, poseedora de un físico bien tano (por su sinuoso contorno) con ojos de color avellana que subyugan, suele caracterizarse por la intensidad de sus trabajos y por cierta osadía al entregarse en escenas de alta sensualidad, como ocurre en "Vincere". "Está perfecta, es generosa en su performance y logra transformarse en alguien que todo el tiempo nos hace llorar y enojar", elogia el propio Bellocchio, quien no dudó un instante a la hora de la elección. "Giovanna está entre las mejores actrices del momento", dijo sobre la jurado del último Festival de Cannes. "Haber vivido la experiencia de juzgar fue inolvidable, y también fue inolvidable que en 2009, aquí en Cannes, no nos lleváramos ningún premio por `Vincere’", afirmó, por entonces y con sabor agridulce, Mezzogiorno. TERMOMETRO DEL FILM La historia de Bellocchio -considerado entre los realizadores más importantes de la última década en Italia- va de menor a mayor, tironeando al espectador a no abandonar la trama, sino, más bien, a mantenerse allí, en vilo, cada vez más interesado. Y mucho tiene que ver el afán que vuelca Mezzogiorno en el rol más desgastante de su carrera. Reconoce Giovanna que leyó e investigó todo documento, informe y libros ("La esposa de Mussolini" y "El hijo secreto del Duce") vinculados con la malograda Dalser, quien, luego de estar encerrada una década en un psiquiátrico, murió en 1937, a los 57 años. A través del film, basado en hechos reales, se advirtió cómo la admiración y enamoramiento de Ida hacia Benito, muta en fanatismo y obsesión, pero también en la impotencia de no ser reconocida y querida. Ella se sintió hipnotizada por él cuando lo vio por primera vez, en Roma, a mediados de la segunda década del siglo XX. La escena seduce por su silencio inquietante: en un duelo verbal -y público- entre un joven y sindicalista Mussolini con un sacerdote, Benito pide un reloj y desafía al religioso: "Si dentro de cinco minutos no caigo fulminado, entonces Dios no existe". Ese desenfado sedujo a Dalser, una chica rica de Trento, que vendió propiedades y comercios para financiar "Popolo de Italia", un periódico fundado por el incipiente Partido Nacional Fascista, órgano de propaganda que respaldó el surgimiento del Duce. Pero su tórrido amor ponía en peligro la relación de Mussolini con la Iglesia: el Duce estaba casado con otra mujer y tenía cuatro hijos. Por ende, su affaire con Dalser molestaba, manchaba su "reputación". Tildada de loca, paranoica y obsesiva, el progresivo ascenso de Mussolini resultó proporcional al castigo que recibió el personaje de Giovanna. Llega "Vincere", que revela un secreto en la vida del Duce: una mujer y un hijo, reconocido al nacer y repudiado después, que ninguna biografía oficial admitió.
Se burlan de ellos mismos Las estrellas de Hollywood protagonizan “Encuentro explosivo”, que se estrena el jueves. Se nota que los actores disfrutaron el rodaje y se rieron al realizar las escenas más audaces e increíbles, siempre sin despeinarse. El humor y la ironía, en dosis justas e inteligentes, hacen la diferencia y aportan lo novedoso y virtuoso a “Encuentro explosivo”, una película entretenida por el plus actoral, más allá de la habitual acción sin límites de este tipo de largometrajes El film, que se estrenará el jueves en la cartelera porteña, cuenta con dos actores que se encuentran en su punto justo de maduración: Tom Cruise y Cameron Diaz, quienes tradujeron en la pantalla la buena relación que concibieron durante el intenso rodaje y que nació hace una década cuando ambos llevaron adelante el thriller “Vanilla Sky”. Tanto Cruise como Diaz supieron aportar la cuota de diversión y burla, guiños mediante, que involucrarán al espectador, sumándole puntos a una historia de asfixiantes persecuciones (por Boston, Sevilla, Viena), traiciones, escapes de último momento e identidades falsas. Claro que también hay gags y besos para gusto del público. En las escenas de mayor adrenalina (dentro de una sátira de acción, entiéndase), como aquella balacera que los tiene a los protagonistas al borde del abismo, June (Cameron), casi jadeante, le hace saber a Milner (Cruise) que está excitada, y que desea hacer el amor... en ese momento. Quizás, así explicado no tenga el efecto de la imagen, en la que ambos plasman sus años en pantalla. La fórmula es la típica de estas películas de acción: un espía + un preciado tesoro + la inocente de vida rutinaria + los villanos que quieren apoderarse del trofeo. Con el aditamento de la dirección del interesante James Mangold (“Johnny and June”, “Inocencia interrumpida” y “Copland”), quien además de las perfectas tomas, supo extraer lo mejor de estas celebrities, dos de los máximos referentes de la gran industria. Vale decir que Mangold tomó como referencia un film de Alfred Hitchcock de 1959: “North by Northwest”. Por momentos, “Encuentro explosivo” tiene lo mejor de “Mentiras verdaderas” (aquella comedia de acción con Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis) y supera con holgura a la chata “Sr. y Sra. Smith” (con Brad Pitt y Angelina Jolie). Como dijo el propio Cruise en la avant premiere, uno de los ganchos es cómo ellos van mostrando su inseguridad y vulnerabilidad, y van logrando la esperada atracción sentimental. Exponer sus defectos como hombre es lo más jugoso de esa máquina de matar que interpreta Cruise. También fue una pegada del director el haber convocado a Cameron Diaz. Es que los productores, que veían desproporcionada a la dupla, le sugerían a una figura de moda y físicamente más potente (como Eva Mendes), pero Mangold insistió por la rubia, quien a los 38 sigue siendo una bella mujer. Además, ella, con su abanico de recursos gestuales en primer plano, contribuye al lucimiento del todavía galán. “La amo, es talentosa, divertida y encantadora”, le agradeció Tom. Cuenta regresiva para este “reencuentro” que no defraudará a los seguidores de un género que, esta vez, abre el espectro con un aporte más: y a esta altura, no es poca cosa.
Cuando la vida vale la pena, según Paulo Coelho "Veronika decide morir", la exitosa y cruda novela del escritor carioca, tiene su versión en la pantalla, con una destacada labor de Sarah Michelle Gellar, que encara con creces su primera labor dramática tras una carrera irregular. "Veronika decide morir" es un título audaz, contundente y disuasivo. Además de ser conocido por los lectores y seguidores de las novelas del brasileño Paulo Coelho. Mañana llega a la pantalla grande esta adaptación que tiene todos los condimentos para atraer al público, pero también para frenarlo en el umbral, y que en la boletería lo piense dos veces... Porque cuánta gente hay que sólo va al cine en busca de una mera distracción, una historia light, sin compromisos, mensajes subliminales ni golpes al hígado. Casi doscientos mil ejemplares vendió sólo en Argentina este libro (de 1998) del escritor carioca, que tiene 18 publicados y casi 100 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Guste o no, Coelho es un referente, por lo tanto, se estima que el film de la joven Emily Young concentrará miles de adeptos. Como bien dice el título, el film arranca con una muerte, o más bien un serio intento por dejar este cruel mundo. A la veinteañera Veronika, bella, con casa propia y un sueldo anual de 75 mil dólares, vivir la vida le resulta un puñal en el estómago. Su infelicidad la arrincona contra las cuerdas. Esta realidad que sólo admite exitosos la abruma, la excluye, por lo que elige la salida más sencilla para su vacío existencial: un cóctel de pastillas... y listo. Pero no: tras un coma farmacológico de dos semanas, despierta en una clínica psiquiátrica. SALTO DE CALIDAD "¡Me encantó la película, superó mis expectativas! Qué bien está esa chica... Sarah". Las palabras corresponden al propio Coelho. Y Sarah es la cazavampiros más famosa, Sarah Michelle Gellar, la norteamericana de 33 años, conocida por trabajos más bien de poca monta: la serie televisiva "Buffy", las películas pochocleras "Scream", "Juegos sexuales", "Sé lo que hicieron el verano pasado" y una para chicos, "Scooby Doo". Ojo, no le fue mal; de hecho, cosechó innumerables fans, pero la rubia, cansada de cierta chatura profesional, necesitaba un cambio de rumbo, un volantazo, como señaló. Y cayó del cielo la propuesta para "Veronika decide morir", a partir de la renuncia a último momento de la colega Kate Bosworth. Es justo decir que Gellar nunca tuvo la chance de cumplir como "actriz seria", dado que quedó encasillada en series y películas de terror. Por lo que la jugada de los productores fue arriesgada y como toda impensada apuesta, los resultados fueron satisfactorios. Sarah logra con la bipolar Veronika el papel más importante de su trayectoria, plasmando una ductilidad convincente. Y doble mérito para la actriz neoyorkina, recientemente madre primeriza, que fue señalada por un portal de internet como una de las cinco peores intérpretes de la década, junto a Paris Hilton, Miley Cyrus, Jennifer Love Hewitt y Renée Zellweger. Un verdadero desafío representó "su" Veronika: mente, corazón y espíritu se alteran ante cada vivencia dentro del psiquiátrico, donde, contra todos los pronósticos, se enamora mientras espera el desenlace. Porque los médicos no son optimistas. Si bien es una película, y hay cosas que podrían haberse depurado, la directora logra una interesante metamorfosis en su personaje central. Del desprecio hacia la vida y hacia sus perplejos padres, a las inesperadas ganas de disfrutar las últimas horas... No faltan frases de diván y efectivas, como "No vale la pena dejar esta vida sin saber cuán lejos se puede llegar", o "Hemos reemplazado las emociones por el temor que nos gobierna". "Veronika decide morir" -que debería ser restringida no para menores de edad, sino para frágiles estados de ánimos- es una reflexión sobre el sentido de la vida y, también, sobre las segundas oportunidades. "El único remedio para un suicida es tener conciencia de la vida". Créditos, se encienden las luces.
¡Viven! El jueves llega la secuela del héroe, otra vez con Robert Downey Jr. como pilar. Se le suma Mickey Rourke, "el malo de la película". Ambos parecen haber resucitado luego de sus reiterados pesares personales. Maduros muchachos lindos y talentosos que destruyeron parcialmente su carrera. Esta podría ser una arquetípica -pero real- frase que circunscribe a Robert Downey Jr. y a Mickey Rourke. Ambos retomaron sus carreras y desde hace un año aparecen más en las páginas de espectáculos que en las de policiales, como paradójicamente solía ocurrir. Ellos están de regreso -no de vuelta, ojo-, saludables y aparentemente reconciliados con sus vidas fuera del set. Después de ver "Iron Man 2", que se estrena mañana, lo primero que pasa por la cabeza es cuánto se han divertido en el rodaje. De hecho, son lo mejor de un film cuyo género no suele deparar grandes chances actorales por el tsunami de efectos especiales. Downey Jr., protagonista, saca ventaja en un hipotético duelo, y es quien provee la media docena de efectivos gags con los que cuenta la película, que en EE.UU. se estrena el 7 de mayo. Ya con su elogiado trabajo en la piel de Sherlock Holmes, Downey Jr. lució compenetrado, y algo más alejado del infierno de las drogas en el que estuvo inmerso. Cayó en largos viajes lisérgicos generados por narcóticos, producto quizá de una fama que lo desbordó, luego de su consagratoria actuación en "Chaplin". Boby estuvo detenido, fue multado infinidad de veces y hasta pasó 180 días en prisión. "Fue como tener un arma cargada en la boca", comparó un Downey, hoy por hoy, entre los diez mejores actores del momento. En la otra esquina del round se encuentra "el luchador" Rourke, otro peso pesado que no se bancó un megaéxito como "Nueve semanas y media". Se tiró contra la industria, despotricó contra cientos de actores, cayó en la bebida y, como le hicieron un vacío dentro del cine, terco y orgulloso, les hizo un corte de mangas a todos y volvió a un viejo amor, el boxeo. "Me harté de Hollywood", había comentado en los tempranos noventa. En el cuadrilátero no le fue demasiado bien y se exilió en el ostracismo, hasta que Darren Aronofsky lo sacó del placard para ofrecerle -con toda la industria en contra- el papel de su vida: "El luchador". Algo estropeado por fuera, Rourke dice que interiormente está "como nunca, con más entusiasmo" que antes de "Nueve semanas...". Admite que cambió, que debió hacerlo para volver a pertenecer. Desde comienzos del año pasado no para de filmar, como queriendo recuperar el tiempo perdido. Y en "Iron Man" no desentona para nada encarnando al grotesco Ivan Vanko, el villano ruso que maneja como castañuelas unos poderosos látigos eléctricos. Es imperdible escucharlo hablar con acento. "Tuve que practicar tres horas por día", señaló. Llega "Iron Man 2", cuya antecesora resultó furor y recaudó casi U$S 600 millones. Dicen que ésta la superará porque se reforzó cual plantel galáctico Notas, semblanzas y críticas ya comenzaron a "presionar" al futuro espectador. Quien esté en la disyuntiva, quien no sea un seguidor ferviente de este género, sepa que disfrutará de dos actores que resurgieron y que, sobre todo, ¡viven!
Parapsicólogos en las trincheras El elenco es lo que más atrae de esta sátira sobre la guerra. Clooney, Bridges, Spacey y McGregor conforman una verdadera selección en esta historia acerca del primer batallón con poderes mentales. Será una de las grandes beneficiadas de la taquilla del fin de semana. Por temática, por su título original y, sobre todo, por el mayúsculo elenco. ¡Ah!, también porque es una historia basada en hechos reales, con agregados absurdos y surrealistas. Hoy se estrena "Hombres de mentes", cuyo título original -más "ganchero"- es "Los hombres que miraban fijo a las cabras". Trata sobre el primer batallón de soldados norteamericanos con poderes mentales capaces de rarezas como matar cabras con tan sólo mirarlas o de manipular las mentes del enemigo. Si a esta locura bélica se le suman intérpretes de la talla de George Clooney, Ewan McGregor, Kevin Spacey y Jeff Bridges, entonces, el cóctel, a priori, resulta inmejorable. El film está inspirado en hechos que tomaron lugar en la época de la Guerra Fría. El escritor británico Jon Ronson publicó "Men who Stared Goats", que se convirtió en best-seller, luego en documental televisivo (que alcanzó enorme popularidad e igual cantidad de comentarios burlones) y, finalmente, en una ocurrencia de Clooney hacia su amigo, el ignoto realizador Grant Heslov: "¿Y por qué no hacemos una película con ésto?". "Esto" es la investigación que hizo Ronson sobre los avatares de una unidad ultrasecreta del ejército estadounidense dedicada a experimentar con acciones parapsicológicas, intentando desarrollar el poder de la mente humana. Evidentemente Clooney, artífice del proyecto, disfruta tener a los 49 años la libertad de hacer lo que se le antoje y, así, evitar caer en las garras lacerantes de Hollywood, que sólo piensa en él para otra secuela de "La gran estafa". Así como gozó con hacer ¿de sí mismo? en "Amor sin escalas", George la pasó bomba en la piel de su "fumado" agente especial de las Fuerzas Armadas. Pero el film dirigido por Heslov no termina de convencer, aunque se mira con comodidad y cierto agrado. Por momentos, recuerda a esa otra parodia bélica, dirigida por Ben Stiller, llamada "Una guerra de película". "Hombres..." podría circunscribirse en el género comedia satírica, pero queda a mitad de camino: como comedia es algo inocua y como sátira antibelicista no es del todo crítica. Aunque tiene interesantes aciertos a partir del sarcasmo de sus diálogos y del oficio de sus actores. Jeff Bridges sobresale en la piel de Bill Django, una suerte de hippie y fundador del Ejército de la Tierra, escuadrón que está cambiando la forma en que se pelean las guerras. Pero Django está refugiado en un campo de entrenamiento clandestino comandado por el psíquico renegado Larry Hooper (Kevin Spacey). McGregor f luctúa con su Bob Wilton, ese reportero a la deriva que decide ser corresponsal de guerra para olvidar su malogrado matrimonio. Y sus nulas expectativas se ven superadas al encontrarse con Lyn Cassady (Clooney), que va tras los pasos del peculiar Django.
Un galán con traumas Robert Pattinson, el actor de "Crepúsculo", está al frente de este denso drama romántico en el que encarna a un joven problematizado, dueño de relaciones tormentosas, que se enamora de una chica similar a él. Si las chicas enloquecieron de amor por Robert Pattinson en "Crepúsculo", qué esperar, entonces, en "Recuérdame", drama romántico que se estrena este jueves. Ahora, el londinense de 23 años contará con virtudes y defectos que, para un galán en ascenso como él, resultarán infalibles para asegurarse una nutrida concurrencia femenina aquí y en todo el mundo. "Recuérdame" es una de esas historias que funcionará porque es efectista, que a veces cae en esos lugares comunes que gustan, cuenta con el galán del momento (Pattinson), además de otras caras conocidas y apela al amor como una suerte de jarabe sanador, y su director, Allen Coulter, el de "Hollywoodland", se permite alguna sorpresa y vuelta de tuerca. El actor pudo rodar "Recuérdame" en el breve espacio que le quedó entre "Crepúsculo" y sus secuela s "Luna nueva" y "Eclipse". Y cuando todavía no se había despertado el furor que por estos tiempos genera su presencia y la de su novia, Kristen Stewart (coprotagonista de la saga adolescente). Pattinson es Tyler, un neoyorquino, rebelde con causa, de aspecto desaliñado, que huele a tabaco y alcohol, de mirada entre filosa, cínica y tierna, con un padre distante y un hermano que se suicidó. Golpeado por la vida, no hay posibilidades de pensar en enamorarse, ni siquiera en perder tiempo en mirar a una chica. Hasta que uno de esos amigos pegajosos le insiste, apuesta mediante, en ganarse a la más difícil de la universidad. Lo que a priori resultaba un desafío al orgullo, se transforma en una paulatina historia de amor. Tyler se aferra a Ally (Emi lie de R av in, conocida por su personaje de Claire, en "Lost"), porque ella también es poseedora de una historia trágica. "¿Por qué me gusta lo complejo, lo oscuro?", se filtra en un segmento. No hay explicación en ninguna latitud, menos en una película cuyo fuerte es ése, el amor conflictivo. Tyler y Ally se atraen por las dificultades y los dolores compartidos. Por sus crecimientos rengos y llenos de vacío. Se identifican y se retroalimentan con sus desgracias. Tyler, además, tiene una hermana menor (gran actuación de la niña Ruby Jerins), ignorada por su padre desamorado. Convincente la interpretación del irlandés Pierce Brosnan haciendo a ese hombre marchito, que sólo tiene tiempo para sus negocios. El padre de Ally es un policía circunspecto, de pocas palabras y ceño fruncido, que personifica con solidez Chris Cooper, el recordado ganador del Oscar por su rol en "El ladrón de orquídeas", junto a Meryl Streep. Habrá que mencionar que "Recuérdame" comienza en 1991 con un suceso que involucrará a la por entonces pequeña Ally, testigo de un hecho también traumático, y luego salta a 2001, un año fatídico y determinante para la historia. Se mencionaba párrafos arriba que las chicas enloquecerán con el personaje de Tyler... Claro, es que Pattinson aquí personifica a un hombre alejado de la fantasía de "Crepúsculo", que sufre, que se enamora, que a veces mira con timidez. Según Pattinson, ésta es su mejor actuación.
Basada en la novela "Villa Laura", de Sergio Dubcovsky, Daniel Burman concibió su mejor film junto a "El abrazo partido". Se cuenta la historia de dos hermanos tan diferentes como patéticos. Marcos -orfebre y actor vocacional- vivió bajo el ala de su madre hasta que muere. Sometido y perdido, se reencuentra con Susana, diez años menor, avasallante y delirante. Los dos están solos, su relación es oscilante y no tardará en aflorar "los pases de facturas".
La actriz que gusta más por su querible sencillez A los 46, vive el tramo más importante de su vida y de su extensa carrera: ganó el Globo de Oro y el Oscar por "Un sueño posible", que llega el jueves. Una mujer que atrae por su humor, calidez y cero divismo. Cae bien Sandra Bullock. No despierta envidias, ni broncas, ni miradas con desdén... Quizás porque siempre tuvo que remarla con esas comedias algo inocuas, o aquellos films de acción que la tenían como extraña protagonista: "Máxima velocidad", por caso. Tal vez guste porque parece la típica 'piba' de barrio, sin ese glamour que distancia y poseedora de esa sonrisa natural y vendedora que le valió protagonizar "Miss Simpatía". Y, como casi ninguna de sus colegas, tiene una gran virtud: saber reírse de sí misma, como cuando hace diez días pasó a retirar el premio a la peor actriz de 2009 por "Alocada obsesión", film que fue sin escalas al DVD. Sandra, sin vacilar, dio la cara -como casi nadie- y se divirtió con ese premio-castigo, sin sospechar que veinticuatro horas más tarde levantaría la estatuilla que todos ansían. Y Bullock, a los 46, tuvo al fin su bautismo con "Un sueño posible", que se estrena el jueves en la cartelera porteña. La historia, basada en hechos reales, es un cuentito navideño, políticamente correcto. La aquí rubia Bullock es madre -aún atractiva- de una conservadora, católica y pudiente familia perfecta. Y así, de un día para el otro, adopta a un adolescente gigantón, negro, que se encuentra a la deriva, sin estímulos pero con un rostro angelical y un par de ojos de esos que Hollywood "compra" sin vacilar. De menor a mayor, la historia irá tomando calor a partir de la inserción a la familia de Big Mike, como le dicen al muchachote. Y como es de esperar, las miradas de asco en el pituco vecindario y en la escuela de hijos bienudos, mutará por abrazos amigos y fraternales. En el rubro Mejor Actriz, francamente, Sandra tenía una empresa complicadísima, con la siempre amenazante Meryl Streep, la prestigiosa Helen Mirren y las quizás merecedoras de la estatuilla Gabourey Sidibe ("Precious") o Carey Mulligan ("Enseñanza de vida"). Pero Bullock se quedó con el Oscar por acumulación de méritos -si se quiere-; el norteamericano promedio se inclinaba por Sandra, por eso apoyó tanto al film, que en EE.UU. tuvo gran audiencia. Además, habrá que agregar que en enero la protagonista de "La propuesta" y "Vidas cruzadas" se llevó un Globo de Oro, advirtiendo a propios y extraños que sería algo más que una convidada de piedra en la velada del Kodak Theater. Sin ninguna duda será una vuelta de página, un punto de inflexión este personaje, esta película con la que Bullock parece despedirse del género comedia que le dio tanto de comer, aunque también le restó cierta estrella y fue catalogada de "actriz del montón". De la generación de Julia Roberts, Sandra no alcanzó el estrellato de la "mujer bonita" y no por ser menos actriz, sí quizás por la dirección que tomó su fluctuante carrera, que contó con prestigio a cuentagotas, pero con una popularidad garantizada. "Dejé de hacer comedias románticas. Son terribles, son malas. No son divertidas", dijo en la entrega de los Golden Globe, anunciando que se termina un ciclo de polleritas cortas y jeans ajustados para postularse a ese otro cine, el dramático, el de historias reales, que cala más hondo y que suele ser el trampolín para los grandes pergaminos.
Los contrastes de la vida Nominada a seis premios Oscar, el jueves se estrena una historia tan demoledora como veraz, sobre una adolescente obesa, analfabeta, ultrajada por su padre y por su madre, pero dueña de una enorme fortaleza interior. La mamá le pega con furia, la insulta hasta reducirla a escombros; tiene un hijo down cuyo padre es su propio padre, que la volvió a embarazar; además es analfabeta, pesa 130 kilos, devora comida chatarra que roba porque vive entre la mugre y la pobreza. ¿Algo más? Sí, se llama Preciosa, aunque cueste creerlo. El jueves se estrena este film titulado "Preciosa", que es de esas historias sin anestesia, que cachetea al espectador una y otra vez. No es apta para públicos sensibles, ya que dejará sin aliento a unos cuantos debido a la aspereza de un relato que describe el calvario de una chica de 16 años, víctima de un ensañamiento emocional y psicológico no muchas veces visto en cine comercial. Amada y odiada por igual, la expresión "es demasiado" será más que repetida. Activistas de la comunidad negra alzaron su voz en contra del film, porque el rol del hombre queda defenestrado. Con realismo y crudeza, "Preciosa" obligará a comprender que lo que le sucede a esa chica es una radiografía de la realidad, aquí, en el Bronx, en Angola o en la India. Actuando por un sueño Dirigida por Lee Daniels, que estuvo detrás de impresionantes films dramáticos como "El hombre del bosque" (Kevin Bacon) o "Cambio de vida" (Halle Berry), "Preciosa", nominada a seis premios Oscar, es una cinta intimista que retrata la bestialidad y la irracionalidad de la naturaleza humana, las cuales impactan de lleno en esta chica que desde la entrega de los Globos de Oro, el mes pasado, resulta una cara cada vez más conocida. Pensar que hasta hace un par de años, Gabourey Sidibe, afroamericana, de 26 años, era telemarketer, pero un impensado casting, al que concurrió por insistencia de terceros y sin tener ningún tipo de preparación actoral, giró su vida 180 grados. Y hoy, esta muchacha de tamaño king-size está cerquísima de encaminarse al escenario para retirar la estatuilla más preciada, y desbancar a pesos pesado como Meryl Streep, Sandra Bullock y Helen Mirren en el rubro Mejor actriz. Algo similar podría suceder en el rubro Mejor actriz de reparto, donde, entre la glamorosa Penélope Cruz y las consistentes Vera Fármiga y Maggie Gyllenhaal, irrumpe, como una piedra en el zapato, Mo'Nique, quien encarna con fascinante perversión a la demoníaca madre de Precious. Mo'Nique viene de quedarse con el Golden Globe. Como se analiza en la columna de la página 2, "Preciosa" es la convidada de piedra, la Cenicienta de los Oscar, la película políticamente correcta que tiene detrás, en la producción, a la popular Oprah Winfrey, y cuya trama -deliberadamente o no, vaya uno a saber- calará hondo. Todo esto la hace favorita y un dolor de cabeza para otros films y actores candidatos. Sin llegar a los momentos de mayor zozobra del film, en muchos aspectos, la vida de Preciosa y de la actriz Gabourey Sidibe tienen algunos paralelos. En la reciente entrega de los Golden Globe, Sidibe reconoció que nunca imaginó que pudiera ser actriz, porque, señaló, las chicas como ella (léase negra, gorda, pobre y habitante del Harlem neoyorkino) que lograron el éxito se pueden contar con los dedos de una mano. "Me acuerdo de toda la gente que me decía que no lograría nada en la vida hasta que perdiera peso, y de todas esas chicas que se ven feas y se avergüenzan de sí mismas", afirmó la flamante actriz, que estudió psicología, faceta que le ayudó y mucho para entender la filosofía del personaje que encarna y su tenebroso entorno. Y con una sonrisa tierna, esta hija de padre taxista y madre cantante dejó en claro que ella y Preciosa son diferentes. "Yo me dejo ver, y ella quiere esconderse, ser invisible". De todas formas, admitió cuán difícil le resultó luchar contra su aspecto, eje de numerosas cargadas en la escuela, discriminación en la vida cotidiana y pérdidas de trabajo. Entre tanto bajón, el logrado film ofrece dos gratas sorpresas entre los integrantes de su elenco: las actuaciones de Mariah Carey y Lenny Kravitz, quienes componen -a cara lavada y sin el brillo que suele rodearlos como cantantes- de manera sobria y realista a una asistente social y a un enfermero que resultarán pilares indispensables para que Preciosa, con una férrea voluntad mediante, salga adelante. Vale la pena una frase de la propia Sidibe para entender este milagro impensado: "Espero seguir actuando. Le demostré a Hollywood que, aunque no soy rubia ni visto talla menuda, puedo protagonizar una película. Ojalá tenga la chance de hacer comedia o una historia de amor''.