Enamorándome de mi ex: una gran decepción. Una película lustrosa, demasiado lustrosa, no rica sino ricachona, henchida de brillo, dinero y música redundante pero carente de lógica y con ritmo cansino. ¿Qué hace ese extraño rostro de Steve Martin, sobre el que no se dice nada, en una película que apunta comentarios negativos sobre las cirugías? Un detalle inconsistente que funciona como ejemplo de muchos otros (sobre todo la desaparición de las amigas y el injertado final).
Hay que ver Excursiones Estaba casi terminando mi lista comentada de las diez mejores de 2009 cuando se me cruzó la esplendorosa Avatar e interrumpí el balance. Hoy debería comentar las tres mejores (y la peor) de mi lista pero se me cruza el estreno de otra película que hay que ver. Así que completo el listado rápidamente y luego les hablo de Excursiones. La que obtuvo el tercer lugar en mis preferencias de lo estrenado en 2009 fue Los amantes, de James Gray. Escribí para Hipercrítico aquí y agregué esto en el número balance de El Amante (en los kioscos desde el jueves 7 de enero): “No suena ningún tango en ella, pero Los amantes es una película tanguera. Bah, es ella misma un tango. Amores mal llevados, pasiones truncas, resignaciones varias, muchas cicatrices (algunas visibles). Tardes grises, alguna noche de esperanza y un final con un plano magistral que incluye ‘de fondo’ una bicicleta fija. Ese objeto, sin embargo, es un detalle que revela todo un mundo. Los grandes directores pueden hacer esas revelaciones. Y pueden dirigir y montar a cada actor para sacar lo mejor de cada uno de ellos. Joaquin Phoenix hizo el papel de su vida, y si –tal como dice– se ha retirado de la actuación, se despidió a lo grande.” El segundo lugar de las mejores de 2009 es para Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino. Escribí para Hipercrítico acá y también una nota más larga para El Amante (número 208, septiembre). Y el primer lugar es para Adventureland, de Greg Mottola, una película para atesorar y que fracasó estrepitosamente en los cines argentinos), de la que escribí para Hipercrítico acá y una larga nota para El Amante (número 205, junio). Ah, la peor del año fue El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher, una película pavota, inconsistente, pretenciosa y que engañó a no pocos críticos. Y ahora, vamos a 2010, para hablar del estreno de una película argentina de 2009 (la mejor nacional de 2009, pero se estrena recién ahora): Excursiones, tercer largometraje de Ezequiel Acuña (Nadar solo, Como un avión estrellado), una película argentina independiente con humor, muchos diálogos y emociones a flor de piel. Una película graciosa, certera y valiente que se anima a los sentimientos agridulces que pueden aflorar al revisar una amistad abandonada hace años. Excursiones es una película noble que nos protege, incluso cuando nos impone el dolor de ciertos recuerdos y la conciencia del inexorable paso del tiempo. No se la pierdan, se dará en el Malba los viernes y los sábados a las 22:00 (y, por ahora, también en los espacios INCAA de Rosario y Unquillo).
La Tigra, Chaco es la ópera prima de Federico Godfrid y Juan Sasiaín, que se presentó en el festival de Mar del Plata 2008 y recién este enero se estrena en Buenos Aires. Es una película del difícil género de “vuelta al pago” cuando el pago es pueblo chico. Esteban (Ezequiel Tronconi) vuelve luego de seis años desde Buenos Aires al pueblo del título para ver a su padre. Pero en La Tigra no solamente está su padre, también está la nueva familia de su padre, la tía Candelaria y, sobre todo, Vero. Ezequiel no verá pasar ante sí un desfile de personajes arquetípicos amontonados en los primeros minutos de su contacto con el pueblo (como hacen las películas caricaturescas de “vuelta al pago”); tampoco verá sus características “aporteñadas” comparadas al por mayor con las “mejores y más naturales” costumbres pueblerinas (como hacen las películas haraganas de “vuelta al pago”). Simplemente irá descubriendo la mecánica del pueblo, irá disfrutando las conversaciones con su tía (un personaje secundario excelente, en la mejor tradición del cine clásico), irá aprendiendo a volver a encajar en una respiración vital distinta. Y los gerundios que usé en la oración precedente tal vez no queden muy lindos pero se corresponden con el paso cansino pero decidido y en el que siempre está pasando algo de la película (el suspenso que construye alrededor de Ezequiel y Vero es uno de los mayores méritos de La Tigra, Chaco). Ezequiel, además, ha descubierto en un instante de fulgor (muy bien mostrado con las herramientas para que el espectador pueda poner a prueba lo que ve el personaje) que Vero es ahora hermosa. Guadalupe Docampo (Vero) es una excelente actriz (era lo mejor de La sangre brota) y una presencia de una fotogenia y un magnetismo indudables. Aquí en La Tigra, Chaco, además, logra con eficacia una manera de hablar distinta a la suya. Y la Vero que compone (y que saben filmar Godfrid y Sasiaín) tiene todos los encantos de la chica soñada y anhelada de un pasado más infantil, más simple, de un pasado irrecuperable. La Tigra, Chaco, una película diáfana, tiene la rara virtud de provocar unas cuantas epifanías al filmar una chica, unos árboles, un camino vacío o un arco bastante poco ortogonal.
¡Hay que ver Avatar! La semana que viene prometo completar mi lista de mejores y peores películas de 2009, pero ahora es necesario hablar de Avatar, una película que en muchas partes del mundo se estrenó en diciembre de 2009 pero que para nosotros ya pertenece a 2010 porque se estrenará este 1 de enero. La nueva película de James Cameron (a 12 años de Titanic) es un acontecimiento gigantesco en muchos sentidos. Estas son algunas primeras impresiones. 1. Con planos de impresionante profundidad de campo, Cameron pone a las imágenes 3D en un nuevo nivel. No hay en Avatar esos juegos con “cosas que salen volando hacia el espectador” sino un uso del 3D como inmersión. En Avatar realmente estamos en el mundo de la película, al que sentimos presente y táctil al punto de que si alguien se mueve en las butacas de adelante puede llegar a parecernos un simulacro. 2. Ese mundo al que nos transporta Cameron es un mundo lejano en el futuro y lejano en el espacio. Y es también un mundo que nos mantiene asombrados durante todo el relato. El bosque y los habitantes de esa luna de un planeta lejano nos impactan de tal manera que sus ecos nos acompañan largo rato después de ver la película. La refulgente naturaleza en majestuosas formas animales minerales y vegetales, los colores, la interconexión: Avatar desarrolla un mundo consistente, un mundo nuevo, extraordinario. 3. Pero Cameron no es solamente un gran creador de mundos nuevos a partir de los usos más nuevos e inteligentes de las más nuevas y mejores tecnologías disponibles. Como lo demostró en Titanic, es un gran narrador, y las casi tres horas de Avatar cuentan una historia compleja que jamás se hace confusa, y desarrolla acciones de enorme atractivo. Cameron sabe filmar el movimiento como muy pocos otros directores actuales (tal vez pueda mencionarse a Mel Gibson en Apocalipto): los personajes saltan, corren, “vuelan” y viajan de diversas formas en un espacio puesto en escena con claridad y sentido narrativo. 4. Y además de plantear un mundo nuevo y de ofrecer una narración apasionante en la tradición del mejor cine de aventuras, Avatar es un ataque furibundo a la política (o mejor dicho la política económica corporativa) exterior de los Estados Unidos. Hasta podría decirse que Avatar puede interpretarse como un alegato contra la minería a cielo abierto. Y hay mucho más para derivar de la película: como el mejor cine clásico, en Avatar hay, tras las acciones filmadas con extraordinario talento, niveles simbólicos de extraordinaria riqueza. 5. Cameron, que dijo que era el rey del mundo cuando ganó todo con Titanic, tiene otra vez con qué respaldar su megalomanía.
Igor es una película de animación que tiene algo de El extraño mundo de Jack: humor en un mundo de monstruos y científicos locos, pero con mucho menos romanticismo. A cambio, ofrece no pocos chistes construidos de forma cinematográfica, con movimiento y confianza en la imagen, y la comprensión de que cuando se narran mundos fantásticos hay que creer en esos mundos (y no vivir guiñando el ojo con referencias obvias y yermas, como en la insoportable Planet 51).
El amarillo, de Sergio Mazza, una película argentina de 2006, que pasó por el festival de Mar del Plata y el Bafici, que cuenta la historia de alguien que llega a un pueblo del Litoral. El amarillo tiene un tono particular para descubrir no solamente a sus personajes sino también y sobre todo el paisaje. Este párrafo que sigue lo escribí cuando vi la película en 2006: “La ópera prima de Sergio Mazza diseña un territorio hecho de una pareja protagónica, música que entra en los momentos precisos y se hace valiosa, un río entre el paisaje y una bienvenida conciencia de que el ascetismo narrativo de alto vuelo no impide la empatía, la calidez ni la poesía.
A no perderse Criatura de la noche – Vampiro (sí, ese es el ultra pavote título en Argentina de la película sueca cuyo título internacional es Let the Right One In) de Tomas Alfredson. Sí, como dice el título local, es una película de vampiros. Pero es más bien una película sobre soledades, sufrimientos y un encuentro entre esas soledades y sufrimientos. Y una película de una negrura impactante, filmada con suma inteligencia y belleza. Sí, también hay maneras bellas e inteligentes de filmar escenas sangrientas. Oskar y Eli son una pareja que crece en nuestra memoria al recordar esta película tan tersa como soprendente.
2012 de Roland Emmerich será uno de los éxitos de la temporada. Pero en la película no hay solamente muchos millones y muchos efectos. Emmerich (que con El día después de mañana había demostrado saber narrar además de hacer explotar cosas) arma un espectáculo de proporciones gigantescas en el que la sensatez de cualquier clase se pierde desde los primeros minutos. 2012 es una película vibrante, ESPECTACULAR (así, con mayúsculas) y que choca y se abolla contra cualquier ridiculez, pero sigue adelante. Emmerich no teme hacer cine BESTIAL y descarado, sin sutilezas pero con todo el poder de seducción del que tiene habilidad para hacer malabarismo con coches, cruceros, aviones y hasta continentes enteros. Por su parte, el gran John Cusack nos hace creer cualquier disparate. Y Woody Harrelson demuestra, una vez más, que los personajes de lucidez chiflada son su especialidad. Si puede decirse que Let the Right One In es una muy buena película, de 2012 puede decirse que está muy buena.
No se pierdan, si todavía está en cartel, El último aplauso, de Germán Oral, un documental sobre tango, tangueros y, de fondo, la propia Ciudad de Buenos Aires. El último aplauso tiene la singular virtud de combinar una historia verdadera con una narración que podría calificarse casi de épica. No estaría mal en un día hacer un doble programa con La Tigra, Chaco y El último aplauso, dos películas que muestran dos geografías y dos modos de vida muy distintos y entrañables y que, además, emocionan.