Regresa al cine Juan José Jusid (78 años), con 16 largometrajes en su haber, el primero fue “Tute cabrero” (1968) protagonizado, en su tiempo, por Pepe Soriano, Juan Carlos Gené, Luis Brandoni, y el ultimo, antes de su regreso, “Mis días con Gloria” (2010) en que una Isabel Sarli, a sus 75 años, era protagonista, y ahora aporta su “Viaje inesperado”, coproducción argentina-brasileña, en su vuelta al cine nacional. Rodado en distintas locaciones de la ciudad cde Buenos Agt;ires, Gran Buenos Aires, Bolívar (conto con el apoyo del municipio) y Rio de Janeiro, aborda diferentes temáticas en el complejo mundo de los adolescentes, bullying, alcohol, padres separados, y falta de contención, frente al cambio de etapa y, por si fuera poco, en un mundo hostil. Andrés (Tomas Wicz) es el hijo de Pablo (Pablo Rago) y Ana (Cecilia Dopazo), quien un día, ante el constante acoso sufrido en la escuela –por parte de sus compañeros, estalla en una situación violenta produciendo un colapse en su entorno familiar. Su madre decide, después de muchos años, llamar a Pablo, quien está radicado y trabaja en Rio de Janeiro (en pareja con una muchacha más joven), después de muchos años de separación, a fin de pedirle ayuda por los problemas de Andrés. Pablo regresa a Buenos Aires, y en un viaje de reencuentro, revelador, lleno de sorpresas y amargas experiencias, se irán convirtiendo en cariño. Andrés conocerá a Greta (Valen Echegoyen) y la posibilidad de un amor y un nuevo comienzo, quizá más esperanzador. En su regreso a las pantallas nacionales después de ocho años, Jusid nos entrega una reqalización que por momentos parece remontarse a años atrás, no anticuado, sino en la forma de presentar la obra, quedando distante del cine actual, sin embargo logra construir de manera eficaz las escenas emotivas durante el viaje de los protagonistas, en escenas de la intimidad de padre e hijo adolescente, convirtiéndose en el eje y la mejor parte de la narración, respaldado por los buenos trabajo de Rago y Wicz y el acompañamiento de Cecilia Dopazo en un personaje de soporte. Por momentos los actores tienen actitudes estereotipadas y diálogos faltos de contundencia y realismo, empero el vocabulario y las actitudes de los adolescentes son convincentes. Jusid conformo (6 semanas de filmación) un equipo técnico con profesionales de la vieja guardia, contemporáneos suyos, como: Carlos Lenardi en fotografía, Juan José Díaz en sonido, Margarita Jusid, su hermana, a cargo de la dirección de arte, junto Federico Jusid, su hijo, co0mo auntor de la música, y la excepción a la regla, la joven montajista Natacha Valerga. En resumen, una película con altibajos, pero que no desmerece a toda la trayectoria del realizador.
Yanka (Maite Lanata) una niña de trece años que inicia un viaje en un mundo fantástico, derivado de la mitología mapuche (1) en busca de su madre desaparecida diez años ante, de la cual sólo le quedo un collar con tres piedras, lo que ella no acepta. La última heredera del linaje Gwen Winkul se verá enfrentada a una serie de pruebas para detener la furia de Pillan (Lego Dugatkin),. Dios del fuego, que vive en el volcán, y que es ayudado por Kú (Juan Palomino) en su peregrinar, se encontrara con personajes como: Chucao, el mentiroso (Enrique Dumont), Hombre gigante (Marcelo Peralta), Hugon Arana (Abuelo) y Lihuen (Ezequiel Volpe), nativo de la zona, que la guiara en un trayecto lleno de misterios, trampas, y que pondrá la parte sentimental en la historia. Opera prima de Iván Abello, director, y coguionista con Fernando Regueira y Julieta Ledesma, guión flojo que sucumbió ante los efectos especiales. Rodada en dos meses, en los hermosos paisajes vecinos del volcán Copahue, en la Provincia de Neuquén, no siempre bien aprovechados por la fotografía de Matías Nicolás. Se habla de “la película con mayor cantidad de efectos especiales del cine nacional”, pero no olvidemos que cantidad no es calidad, pues quedan a mitad de camino y como algo extravagante, en tanto que la música de Ruy Folguera intenta acompañar a las situaciónes e imágenes, pero le pasa lo mismo. Respecto de la actuación, sólo se salva la protagonista por su frescura juvenil y naturalidad, el resto inexpresivo, con problemas en los diálogos, falta de intensidad y ligereza, que creo debe atribuirse a falla de la dirección, que no supo aprovechar a actores de reconocida trayectoria como Hugo Arana (Abuelo), Gastón Pauls (Padre), Laura Azcurra (Madrastra), a los cuales sólo bastaba decirles: ¡Acción! Al director, según sus propias palabras, lo llevaron a elegir los temas que toca en su obra…” la primera imagen que se me vino a la cabeza fue un volcán, y es algo que está impregnado en mi memoria y en mis orígenes, porque mi abuela, que es mapuche, nació al pie del volcán Lanin, junto al lago Huechulafquen”… En resumen, “Yanka y el espíritu del volcán” es una más de las buenas intenciones que está plagado el camino al infierno cinematográfico, y en verdad …merecía un mejor camino. (1) Para los Huilliches no hay nada más perverso que el demonio Pillan, un ente maligno, quien encontró una aldea huilliche, donde vivía Licarayen hija del cacique, hermosa y bondadosa, lista para casarse con Quitralpe, joven gallardo y noble, pero Pillan se fijó en ella y castigo a la aldea con fuego y lava, arrasando sembrados, ganado, rucas y gente. Se apareció un anciano que dijo lo que había que hacer para derrotar al Pillan; era sacrificar a la doncella más hermosa, pura y bondadosa y de esa forma estarían a salvo de las garras del demonio, quien aunque vencido, espera la ocasión para vengarse de su encierro, liberarse y provocar temblores intensos.
El cine nacional en los últimos tiempos se está expandiendo por distintas provincias y se concreta en producciones con estrenos nacionales. “La educación del Rey” Mendoza, “Hoy partido a las 3” Corrientes, “Casa propia”, Córdoba, y ahora “Los vagos” Misiones, todas ellas ópera prima. Gustavo Biazzi no es un desconocido en el medio cinematográfico, cuenta con una larga trayectoria en fotografía, cámara, un cortometraje (“Basura”, 2002), y ahora “Los vagos”, su primer largometraje, ambientada a finales de la década de los ‘90, filmada en Oberá, Ituzaingo, Posadas y Capital Federal, con equipo técnico y actoral misionero. Ernesto (Agustín Avalos) nació en Posada, Misiones, pero vive en Buenos Aires, tiene una novia, Paula (Bárbara Hobecker), que está por recibirse de abogada. Ambos vuelven a su ciudad de origen con la idea de pasar un tiempo allí y luego viajar de vacaciones a Florianópolis, pero comienzan a surgir las primeras tensiones, cada uno empieza a salir con su grupo de amigos y… La historia describe el típico verano litoraleño de un grupo de jóvenes varones que alternan fiestas en interminables noches de baile y alcohol, surgen las tentaciones, siestas bajo la sombra. La variedad de paisajes del NEA se mezcla con los deseos no correspondidos y las ansias de pertenencia de adolescentes tardíos que ven que éste verano puede ser el último antes de pasar a tener mayores responsabilidades, mostrando que el camino a la adultez está plagado de deseos y búsquedas, pero también de obstáculos. La narración goza de una fluidez precisa, concisa, con saltos espaciales y temporales que trae a la memoria algunas producciones de Cassavetes. Un excelente trabajo actoral con todos a buen nivel, tanto los juveniles como los experimentados, en tono justo, con un humor sin estridencias de los códigos de lealtad masculina. Una ´ópera prima que uno recuerda con cariño, pero sin nostalgia, el final de una época en la vida. Quedamos a la espera de confirmar la positiva impresión dejada por su realizador y su equipo.
“Paisaje” es el debut como directora en largometraje de Jimena Blanco, egresada del CIC, en Realización Integral de Cine y TV, conocida en el medio cinematográfico como productora ejecutiva, guionista, coordinadora de post producción y otros, y por su cortometraje “200 Km2” (2001). La película narra la experiencia de cuatro adolescentes que viajan (y como decimos en el cine “un viaje que transforma”) desde Ingeniero Maschwitz al centro porteño para asistir al show de una banda heavy/punk, y será una noche de real madurez. La presentación introduce a las amigas disfrutando de un día de sol, lectura y pileta, una tarde de paz y tranquilidad, y luego la preparación para su “viaje”. En la capital (en el boliche) se encontraran con insinuaciones, invitación a una fiesta, marihuana, alcohol y una razzia policial, que nos lleva a la segunda parte del film. En el apuro por escapar de la acción policial (interesante pues no veremos ningún policía) pierden la mochila (bolso) con lo poco que llevaban (documentos, dinero) y el inicio de su periplo en medio de la madrugada de una ciudad desconocida, desolada y al parecer hostil, que sorteara bastante bien, y será cuando aparezca la verdad (el despertar sexual, la camaradería, las rencillas) del mundo femenino, de las cuatro integrantes, con dudas, preguntas y resquemores propios de la edad y sus circunstancias Un buen trabajo en las actuaciones de las intérpretes principales (Laura Grandinetti, Camila Rabinovich, Camila Vaccarini y Ana Waisbein). “Paisaje” es una realización intima con marco en los años noventa adecuadamente ambientados, y el aspecto técnico nos lo muestra con un seguimiento y acercamiento de la cámara a los personajes (y nosotros, espectadores sentimos que estamos junto a ellas), abundan los lentes de teleobjetivos, fondos fuera de foco, y las caras de las protagonistas como centro del encuadre, creando un “microcosmos”. No interesa lo que las rodea, lo IMORTANTE es lo que SIENTEN ellas, y nosotros con ellas. Se trata de una historia de iniciación, del paso de la adolescencia femenina a la juventud, sobre las ansias de experimentar nuevas sensaciones, lo que le da una sensibilidad, originalidad, importantísimo en una opera prima, tanto es asi que esperamos la próxima realización para ver el futuro de Jimena Blanco.
Se trata de una comedia dramática, por momentos oscura, basada en la novela homónima del chileno Jaime Hagel Echenique, editada en el 2002, en una coproducción argentino-chilena realizada por Arnaldo Valsecchi, italiano de origen pero radicado en Chile. La historia de “Calzones rotos(*): Revancha de mujeres” transcurre en una casona habitada por mujeres de la alta sociedad provinciana, con Matilde (Gloria Münchmeyer) como la matriarca, con tres hijas solteras y una adoptada. La inminente muerte de Matilde obliga a sus dos nietos a regresar al hogar (uno casado con una estadounidense), desatándose entonces una serie de hechos confusos que revelaran desde relaciones incestuosas hasta engaños, pasando por accidentes y venganzas, en una trama no lineal recurriendo constantemente al flashback En una confesión de Matilde al cura del pueblo revela haber asesinado a su marido Alfonso (Patricio Contreras) hace cuarenta, y haberlo escondido en un arcón-baúl, en la cochera, en el cual ya se encontraba ocupado por otro cadáver de alguien al que ella no conocía. A partir de allí la historia es llevada, mediante una estructura coral, en un ir y volver en el tiempo, abordando cuestiones como el abuso de poder, los mandatos familiares, el machismo, con el sexo, o mejor la sexualidad, como el motor de la narración, tanto como herramienta de placer como de dominación. En una entrevista que le realizaron a Patricio Contreras, el interlocutor le preguntó si en los tiempos actualesw el personaje que el encarnaba podría definirse como el típico “machirulo”, obteniendo como respuesta: “Si, por supuesto, Es un “machirulo”, Responde a todos los “valores” de una generación. Mi personaje participa en el segmento de la historia situada temporalmente en los años ‘20. Conociendo la generación de mis padres, que eran de una época más cercana a la que cuenta la ficción, sé que debe haber sido un “machismo” recalcitrante. Y muy bien visto. El sometimiento de una mujer era un deber masculino y quien se retobara sufriría el castigo.” Los actores, tanto los nombrados como los restantes integrantes del elenco, Graciela Tenenbaum, Catalina Guerra, Julio Jung y Consuelo Holzapfel, con una trayectoria más amplia en Chile que en nuestro país, cubren con solvencia los roles que les fueran asignado, La fotografía de Arnaldo Rodríguez consigue enriquecer la ajustada recreación de la época, en tanto que la música de Felipe Cadenasso y Antonio del Favero aporta la debida atmósfera a las situaciones sin distraer la atención audiovisual del espectador. En el orden técnico, la tarea más compleja corresponde a Juan C. Gómez Millo, quien afinó con justeza el montaje de las tomas y escenas para seguir adecuadamente el desarrollo en los quiebres temporales que planeaba la continuidad narrativa.. Como resultado es una producción irregular, pero logra salir airosa como para ser tenida en cuenta. (*) “Calzones rotos”: Dulces típico chileno, de masa frita, hecha de harina, polvo de hornear, azúcar flor y huevos, que suele servirse a la hora de la merienda.
Después de cinco o seis años, nuevamente en pantalla un film de Carlos Sorin, realizador de “La película del rey” (1986); “Historias mínimas” (2002); “El perro” (2004); “La ventana” (2009); “Días de pesca” (2012). “Joel”, su trabajo más reciente, es una propuesta pequeña, relativamente sencilla, un relato casi familiar, sobre los esfuerzos y las luchas de una madre para lograr incorporar al hijo adoptivo primero a su vida, y luego a la comunidad. La producción, como es clásico en la obras de Sorin, conforma su elenco con actores profesionales, Diego Gentile (Diego) y Victoria Almeida (Cecilia), y otros amateur, como es el caso de Joel Noguera (Joel), respecto de quien el director comentó: “Me encontré con Joel en una panadería de Tolhuin, Tierra del Fuego, y desde ese momento supe que era a quien estaba buscando “. El entramado de “Joel” es una historia muy simple: Diego y Cecilia, viven en Tierra del Fuego, él es ingeniero forestal que labura en una maderera, y ella profesora de piano, en Tolhuin, comunidad cerrada y conservadora, que desean ser padres primerizos y reciben en adopción a Joel, un niño de 9 años (ellos esperaban una criatura de entre 4 ó 5 años), hosco y silencioso, quien no sólo tendrá que acostumbrarse a sus nuevos padres, sino que ellos también lo deberán hacer respecto de él. La historia centra la primera parte de la narración en las vivencias de la pareja que deberá lidiar con principios, deseo, cariño, en la nueva situación de convivencia familiar, en la cual se generarán sutiles problema de intercomunicación padres-hijos. El segundo tramo del relato se abre con la incorporación de Joel al tercer grado en la escuela local, y por el hecho de que estuviera cursando un grado inferior al que por edad debería cursar. A poco andar se genera un conflicto con los compañeritos por comentarios de Joel respecto de su vida anterior y vinculaciones de experiencias con robos y drogas. Convocados Diego y Cecilia por la dirección de la escuela, y los padres de los chicos, les piden el retiro de Joel del establecimiento, pues la comunidad está libre de la droga, y sea inscripto en otro colegio ubicado a una decena de kilómetros, a lo que se niegan, asumiendo Cecilia el protagonismo en la defensa del hijo. En un paso posterior interviene una representante del ministerio de educación provincial, y en una asamblea con padres ratifican lo resuelto por la dirección, lo que determina que la pareja deba tomar decisiones al no haber podido lograr una solución satisfactoria del problema en cuestión.. Varios son las temáticas que pone en juego Sorin en esta realización, entre ellas la paternidad deseada, la discriminación, el bullying escolar (*), la burocracia tras la adopción. Se trata de una obra plena de sentimiento que invita al espectador a la reflexión. Una narración sólida, hermosa visualmente aprovechando los paisajes sureños en época de invierno, ratificando su capacidad infrecuente en el cine argentino contemporáneo como director de actores logrando en perfecta comunión el trabajo entre los experimentados y aquellos sin mayor experiencia en la materia, incluso sin ningún antecedente logrando equilibrar un trabajo de buen nivel como equipo actoral. Una obra pequeña, franca, dinámica, inquieta, inteligentemente planeada para abrir el diálogo sobre aspectos que afectan el normal desenvolvimiento de la sociedad internacionalmente considerada. (*) Palabras del director: “Me encontré con casos de chicos discriminados al punto de pedirles que se vayan del colegio, pero no por ser adoptados, sino por ser extranjeros. La escena final esta sacada de un hecho real”
Quinto largometraje de Juan Villegas (*). Laura (Pilar Gamboa) y Martin (Santiago Gobernori) rondan los 35 años. Cuando eran adolescentes tuvieron un hijo, Pablo (Valentín Oliva), quien en la actualidad tiene 18 años Por esas cosas de la vida, coinciden en Villa Gesell, en el mismo edificio, Las Vegas – que da origen al título de la obra - para pasar unos días de vacaciones de fin de año junto al mar. Este viaje será la oportunidad para que Martin y Laura se reencuentren, de reconocerse como padres de Pablo y, porque no, reencontrar el amor. Este trío de personajes se completara con Candela (Valeria Santa), la novia colombiana de Martin, mucho más joven que él, y una guardavidas, Cecilia (Camila Fabbri), que tendrá amoríos de verano con Pablo. Con estos cinco personajes la mesa está servida para una serie de enredos, a veces divertidos, a veces patéticos, que logran convertirse en una comedia de humor agudo, bien guionado y mejor representado por este excelente grupo de actores, todos cumpliendo a la perfección sus roles, sobresaliendo los progenitores interpretados por Pilar Gamboa, quien logra darle carnadura a su papel de madre neurótica, con una vitalidad especial, lo mismo que Santiago Gobernori, que cumple a cabalidad como la expareja de Laura, e intentando asumir su rol de padre. La película arranca a gran velocidad aprovechando las dotes histriónicas de Pilar Gamboa, y luego va tomando otra velocidad con miradas sensibles y nostálgicas, para incluir las historias laterales y la reconstrucción de un vínculo que parecía definitivamente agotado. Una comedia, pequeña, pero grande en sus resultados para pasar unos momentos agradables y entretenidos. (*) Largometrajes de Juan Villegas: “Sábado” (2001), “Los suicidas” (2005), “Ocio” (2010), “Vistoria” (2015),”Las Vegas” (2018.
Documental político, de denuncia, de Fernando “Pino” Solanas respecto del cual más de uno dirá: ¡Uno más!. Y, sí, el documental forma parte de una serie de films que su director presentando desde el año 2004 con el estreno de “Memoria del saqueo”, al ha venido que siguieron “La dignidad de los nadies “(2005), “Argentina latente” (2007), “La próxima estación” (2008), y la díada (díada: se refiere a una pareja, cuyos integrantes mantienen un vínculo muy estrecho, concepto que deriva del latín dyas, a su vez procedente del griego dyás) “Tierra sublevada” integrada por “Oro impuro” (2009) y “Oro negro” (2010) El trabajo de Solanas es político, no de pertenencia a un grupo político, sino porque descubre y denuncia una realidad incómoda para ciertos grupos (Monsanto, Cargill, etc.), que trasciende los gobiernos de turno, por tomar partido por aquellos no tienen voz. El director es testigo, entrevistador y relator de su obra, que tiene su punto de inicio en una visita que realiza en Salta, a una comunidad Wichi, donde se están desmontando montes y bosques nativos para obtener tierras “productivas”, a fin de dedicarlas a la producción de soja, con sus fumigaciones sin importa las consecuencias sociales y ambientales, (monocultivo y éxodo rural). El viaje continua por gran parte de la pampa Argentina, entrevistando pequeños productores, minifundistas, académicos, maestros de escuelas rurales, jornaleros. A medida que escuchamos los testimonios y vemos pruebas que ofrece, por supuesto en contra de ese modelo, el espectador siente indignación e impotencia frente a los poderes de las grandes compañías, e incluso temor frente a los alimentos alcanzados por la contaminación, con imágenes impactantes, con registros realizados con cámara en mano, que hace que el espectador se sienta parte de la obra ante la cual nadie debería permanecer indiferente. Solanas es conocedor del adecuado tratamiento cinematográfico para encara la línea documentalista, tanto respecto de los factores técnicos a manejar en el género, (fotografía, compaginación, progresión narrativa, encuadre, cadencia expositiva), como al posicionamiento ideológico que lo anima al abordar un tema con sus respectivas problemáticas sociales. Como siempre suelo expresar, gran parte de los documentales deberían ser considerados por los centros educativos del país, en sus distintos noveles, para conocimientos de hechos y visiónes respecto de las temáticas planteadas, a los que estimo deberían sumarse los políticos y gobernantes, también en sus distintos niveles, del presente para analizar, considerar y corregir los yerros del pasado. Los que vivimos en la Argentina no deberíamos darle la espalda, más allá de lo coincidencias, disidencias, o polémicas que pudieran generar.
Sexto largometraje de José Glusman (1), director, actor, productor y guionista, en esta ocasión coautor del guión con Iván Tokman, aborda una historia muy simple. Un hombre solitario, ermitaño, medio huraño, un pescador en su playa, en el parador, cuya vida empieza a cambiar. Con un pasado que no conocemos y que se empieza a develarse mientras las cosas se complican. Así todos estos cruces misteriosos van a desembocar en un policial negro, que no da para clasificarlo como playero, con una narración de características minimalistas. antos (Darío Grandinetti) es un solitario enigmático que se dedica a la pesca, sufre dolores de cabeza cuyo efecto le hacen hasta perder el sentido, quien, al parecer, vive de la pesca, de la cual siempre vemos la acción, pero nunca el producto, mucho menos la forma de conservarlo, aunque en una ocasión lo vemos entregarlo en un hotel de la localidad, curiosamente vacío, al encargado solitario que lo recibe y le paga, presumiblemente destinado a futuros clientes, claro que las entregas no se repiten y los clientes no se verán. Considero que, como me enseño un profesor, “lo que no está, no existe”, pero bueno, estos sólo son pequeños detalles que no tuvieron en cuenta los guionistas, y que nosotros como espectador ignoramos al finalizar la proyección, lo cual deja inconcluso el entramado del relato. A esta playa de Santos llegan tres muchachos, una del grupo es Franca (Jazmín Esquivel, en su debut cinematográfico)), quien acompañará al protagonista a lo largo de la mayor parte del desarrollo de la trama, pero ojo con la escena final y el recoger de la red, pues será una sorpresa… Juan Grandinetti, supuesto cocinero de un supuesto futuro restaurante, y Matías Marmorato, socio capitalista y cultivador de marihuana, asesorados por un funcionario amigo (con sospechosas intencione que van más allá del asesoramiento), una abogada (Gigi Rúa) defensora de Pedro (Emilio Bardi), amigo de Santos que cumple una condena en la cárcel, no se sabe muy bien por qué razón aunque luego algo se insinúa, mediante un flashback explicativo, el motivo y posterior liberación con su incidencia en la historia, lo que se supone nos prepara para el desenlace que el director tratara de hacer a la manera hollywoodense nacional, con explosiones a gran escala. De los trabajos actorales en el rol principal, y único motivo de la película, Darío Grandinetti cumple de taquito su compromiso, con la presencia de un plantel que lo acompaña adecuadamente; la debutante Jazmín Esquivel, que me recordó a Valentina Bassi, cumple con el cometido, en tanto Gigi Rúa, Emilio Bardi, Juan Grandinetti, aportan granitos de arena, tampoco se les exige más debido a la esquematización de los personajes. La presencia especial de Gustavo Garzón (joyero) en un cameo, sino lo veo en los títulos no me doy cuenta de que existe. Las escenas filmadas en las playas de Valeria del Mar, el bosque de Carillo, Pinamar, Ostende, son reiterativas y no aportan nada, ni siquiera las aves que comen los restos de la pesca nunca vista. Rodada entre octubre y diciembre el tiempo no los acompaño y la fotografía de Nicolás Trovato no pudo lucir la hermosura de esos lugares; mientras que la música de Fernando Iguacel y Cristian Martino trata de ser potente, acompañar y acentuar las acciones, y la compaginación de Emiliano Serra no ayuda en lo más mínimo para un mejor entendimiento de los 80 minutos de la obra. Claro está que el proyecto fílmico falla desde la base, es decir por un guión endeble por donde se lo considere. La sexta realización de Glusman decepciona, por lo que considero que ha quedado en deuda con el espectador, el que espera un futuro trabajo más elaborado.
Respecto de los Chaná, cronistas de Indias mencionan por primera vez al pueblo “chaná” en 1520, con las expediciones de Hernando de Magallanes. Desde el siglo XVI los chanaes o chanás, pueblo pacífico, próximo a los charrúas que habitaba en la Republica Oriental del Uruguay, en la confluencia del río Negro y río Uruguay, las costas e islas de este último, y las islas del Delta del Paraná, entre las provincias de Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y hasta Corrientes. En la época colonial la mayor parte de los chanás fueron concentrados en reducciones, principalmente en la de Santiago de Baradero, fundada hacia 1615, y en la de Santo Domingo Soriano (actual villa Soriano en la República Oriental del Uruguay) fundada en 1660. Hacia el año 1815 el sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga, quien escribía los discursos de Artigas, se acercó a Soriano, a la reducción indígena, y allí entrevistó a los tres indios más viejos para armar el registro conocido como lenguaje “chaná”. De lo recopilado por él se publicaron algunos datos sobre la pronunciación y estructuras gramaticales del chaná, además de unos 70 términos. Los chanás eran canoeros que practicaban la pesca y la caza de animales del monte, eran sedentarios, o semi-sedentarios, radicados en pequeñas aldeas, sabían de alfarería y practicaban agricultura. La cultura chaná se transmitía por medio de la vía femenina, la lengua de los aborígenes “chaná se creía que extinta desde hace unos 200 años hasta que el paranaense (nació en Nagoya) Blas Wilfredo Omar Jaime, descendiente de esta etnia, dio a conocer su “tesoro lingüístico” heredado de su abuela y de su madre, donde expresaba: “Dado que la cultura chaná se transmitía de mujer a mujer, que sus hermanas mujeres murieron siendo niñas, que su madre viuda ya no tendría más hijos y que sus tres hermanos ya se habían ido de la casa, le toco a él, a partir de los 14 años, la responsabilidad de preservar la memoria y el lenguaje de su pueblo” . Lo que nadie esperaba fue la aparición de un hablante de la lengua chaná. Su pueblo desapareció en tiempos de la conquista europea por cruentas masacres, o bien porque su sangre se mezcló con la de sus conquistadores. Blas Jaime es jubilado de vialidad provincial, 80 años, radicado en Paraná, tataranieto de Nicasio Santucho, indio ermitaño de Nogoyá, e hijo de Linu, quien murió cuando Blas tenía seis años, y pasó a ser el depositario de la memoria de ese pueblo. Pedro Viegas Barrios, investigador del Conicet, que se dedica a la lingüística histórica comparativa de lenguas aborígenes argentina, nos dice “Hace unos años, estando en Rosario, leí en un suplemento cultural sobre la vida de Blas Jaime y su lucha por mantener viva la cultura y la lengua chaná. Como investigador del Conicet pensaba que ya no quedaban rastros de este pueblo en Entre Ríos, así que me comunique con él y el encuentro dio sus frutos, “El diccionario de la lengua Chaná”, publicado por la Editorial Entre Ríos. Blas Jaime reveló públicamente, a sus 71 años, que es el último heredero de la lengua Chaná, etnia nativa de Sudamérica que se consideraba extinguida hace más de 200 años, de la cual se conocían pocos datos. Pedro Viega Barrios, investigador y lingüista del Conicet, validó su lengua y hoy es reconocido por la UNESCO como el ultimo Chaná parlante. Juntos emprendieron la odisea de reconstruir la lengua y cultura, para que no desaparezca como tantas otras en el mundo.: El documental “Lantéc Chaná”, escrito y dirigido por Marina Zeising, no trae innovaciones en cuanto a las entrevistas, comentarios siempre utilizados, y buena fotografía, pero sí aporta a una temática muy interesante, como lo es la perdida de las primitivas lenguas indígenas de nuestro continente, y la aparición de Blas Jaime(1), que logra ponerse al hombro la película y llevarla a buen término. Su figura sobresale en la validación y difusión del lenguaje. y en la reconstrucción cultural, logrado ya en parte al traspasar su lucha a su hija – actualmente es la encargada de dictar las clases - ,y que en un momento, cuando él quiso enseñarle el lenguaje y las tradiciones culturales le dijo “yo no quiero ser india”, pero en la actualidad ha tomado la dura tarea de mantener viva la lengua, costumbres y tradiciones de su pueblo Ya sólo por esta decisión estimo que “Lantéc Chganá” es una realización imperdible de ver y difundir en sus logros como factor de aproximación al (1)Blas Wilfredo Omar Jaime, tuvo una participación anterior en la obra de Adrián Badaracco, director del mediometraje documental “El guerrero silencioso” que plantea cómo habría sido la presencia de pueblos originarios como el Chaná si no los hubieran extinguido, y de la realidad sale la respuesta cuando Don Blas se pregunta “¿dónde están los descendientes aborígenes, si en el campo está todo sembrado y ya no queda monte donde solían vivir los originarios?”