Como ya es costumbre en nuestras salas cinematográficas todas, o casi todas, las semanas aparece en cartelera un estreno del género de terror, y la que nos ocupa hoy es: “No toques dos veces”, de Caradog W.James. La película se inicia como un melodrama (madre/hija). Jess (Katee Sackhloff), escultora, casada con un banquero, y en buena situación económica, que en su juventud por sus problemas de drogadicción entrega en custodia al Estado a su hija Chloe (Lucy Boyton). Ahora regresa convertida en una exitosa profesional, atormentada, llena de culpas, y tratar de recuperar a esa hija, pero las cosas no se solucionan tan fácil, pues Chloe no parece perdonarle aquél abandono. Hasta aquí la historia madre/hija, la que se desvía hacia el género de terror, Chloe golpea dos veces el aldabón de una casa abandonada, al borde de la autopista, y logra que el espíritu de la suicida de origen ruso, llamada Mary Aminov (al parecer parte de una leyenda), la persiga para llevarla a su mundo de terror, lo que hace que Chloe huya buscando refugio y ayuda en la mansión de su madre. En este momento se inicia el camino al terror, y la verdad es que la narración se va enredando con situaciones forzadas y poco creíbles, por lo tanto las cosas se complican y van llevando el relato a la confusión, El guión, que funciona en la relación madre/hija, al ingresar al género del terror no aporta nada nuevo, sólo lograr sobresaltos y alucinaciones ya visto en todas las producciones de terror con giros que son más confusos que sorpresivos. Característica banda sonora que trata de acentuar el ambiente previniendo al espectador a prepararse para lo que se viene, respecto de la que siempre he tenido la duda si será para prevenir a los de corazón débil y no sentirse culpables de alguna desgracia, pero en verdad no lo sé. La fotografía y la dirección de arte están debidamente cuidadas, con extenso uso de las sombras y los colores fríos que ayudan a tratar de crear un clima, pero solamente se queda en buenas intenciones con la producción visual que va anticipando lo que vendrá, sin embargo logra crear ese clima visual. En cuanto a las actuaciones, buenas y logradas por parte de la pareja protagónica en la parte melodramática, en tanto que al entrar en la del terror la marcación del realizador recurre a todos los clichés utilizados por el género, pero sólo eso, lo cual no es gran cosa. Estimo que el público joven será, el que más guste de esta propuesta fílmica- Eso sí, quedó abierto para realizar una secuela, lo que con seguridad dependerá de lo que recaude en boletería.
Intensa narración sobre un duro presente que vive anclado en el pasado El proyecto de “Raidos”(1), la ópera prima de Diego Marcone, nacido y criado en Buenos Aires, surge a partir de que la socióloga María Luz Roa había realizado una profunda investigación sobre la “tarefa” (2) para su tesis de doctorado, propuesto por ella al porteño egresado de la carrera Diseño e Imagen de Sonido en la UBA, como motivo de su primer trabajo para el cine. A propósito de ello Marcone reflexionó: “Mi primera reacción fue escéptica, por ser alguien de una ciudad. Y me preguntaba que tendría para contar de una realidad tan distinta a la mía como es la de Montecarlo, en Misiones”, Para ejemplificarlo se dijo: “Si me ponían dos plantas delante y me preguntaban cuál era la de la yerba, no iba a tener idea” Para finalmente viajar a Montecarlo para filmarla. Argentina produce el 60% del total mundial de yerba mate, y el 90% de esa producción está concentrada en la provincia de Misiones. Los barrios que rodean la ciudad de Montecarlo están compuestos casi en su totalidad por familias de cosechadoras de hojas de yerba mate, conocidos como tareferos. Es un empleo en negro y esclavo, viviendas precarias, falta de acceso a los servicios básicos, trabajo infantil y otras problemáticas que soportan de forma cotidiana los cosechadores. La tarefa se considera la peor ocupación que pueda tener una persona, y la época de cosecha se extiende de abril a agosto, el resto del año sus vidas dependen de changas y algunos planes sociales. En buenas cuentas es una industria que funciona en base a la pobreza. Marcone decide seguir en su realización a un grupo de jóvenes que incluso hablan guaraní: Darío “Piquillo” Lemos, Sergio “Tapiti” Correa, Mauro Lemos y Walter Lemos, quienes heredaron el trabajo de otras generaciones, y expone sus dificultades. Cada uno tiene su historia, pero hay algo que ellos tienen en común: conocen la tarefa desde niños, criarse en un entorno de pobreza, por no decir miseria, y verse obligados a abandonar los estudios para comenzar sus vidas de trabajadores, entre los 12 y 16 años, para subir cada mañana a los camiones que los transportan a los yerbales. La yerba mate se alimenta de cuerpos jóvenes a los cuales que, una vez curtidos, desgastados y dañados, los arroja cuando dejan de ser productivos. Un excelente montaje logra darle a la película, una narración sólida, reveladora y sobretodo emocionante. Un guión que se fue adaptando a las realidades de sus participantes, logrando que el documental se sienta como en primera persona, no algo visto desde afuera, y lograr que: detrás de nuestro mate diario, hay un mundo laboral precarizado y discriminado, de familias enteras explotadas en condiciones paupérrimas. Dicho esto no para sentirnos mal, sólo para ser un poco más solidarios con quienes nos posibilitan el placer de disfrutar de ese producto brindado por la tierra generosa. Ana Cubillas además de tarefero es secretaria del Sindicato Único de Obreros Rurales (Suor) de Misiones, al refiere al pago de salarios a tareferos, comenta: “Con bonos de comercios que son propiedad del mismo patrón que los contrata, entre varias violaciones a los derechos laborales de los trabajadores del campo no sólo en esa provincia sino en todo el país. El Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Agrarios (Renatea) fue disuelto por decreto en octubre, y también se esfumaron las funciones de control sobre la actividad. No sólo nos pagan en bonos, volvieron las carpas negras, no hay más transporte y viajamos de nuevo en los camiones arriba de la cosecha”. A pesar de la repercusión mediática que tuvo un reciente programa televisivo que mostró esa realidad, preparan una denuncia judicial porque “acá los empresarios que pagan con bonos pasaron de tres a cinco, como si pretendieran redoblar la apuesta y nada les importara” En la localidad misionera de Andresito en lugar de dinero de curso legal reciben unos tickets que sólo sirven para comprar comida y algún tipo de ropa, por ejemplo, en un comercio propiedad del empresario Zimmerman, a su vez dueño de un importante secadero de yerba. “igual no alcanzaría para nada más porque nos pagan menos que el salario mínimo, y sí, estamos como La Forestal de 1920”.. Viendo “Raídos” me vino a la memoria la producción de ficción “Prisioneros de la tierra” (1939), de Mario Sófici, protagonizada por Francisco Petrone, Ángel Magaña y Elisa Gálvé, con guión de Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, basado en varioscuentos de Horacio Quiroga, una narración sobre la explotación de los trabajadores (Mensú) de la yerba mate en Misiones. Mensú era el: nombre que recibía el trabajador rural de la selva, en la zona de Paraguay y en las provincias de Corrientes y Misiones, al que se le imponía regímenes de trabajo forzado en condiciones de esclavitud. Pareciera que se tratase de algo de un lejano ayer imposible de repetirse, pero lamentablemente, transcurridas tantas décadas, con tantos gobiernos nacionales y locales de los más diversos signos políticos que se fueron sucediendo desde entonces, la realidad nos enfrenta con un pasado-presente que, más allá del progresismo y los desarrollos científicos, técnicos y sociales que siguen vivitos o coleando en el siglo XXI (1) Raídos: Atado, aproximadamente de 100 kilogramos, de hojas verde de yerba, cosechada y embalada en tela de arpillera. (2) Tarefero: Trabajador rural que cosecha la yerba mate, generalmente trabajo no registrado, sin cobertura social, sin aportes jubilatorios. Para considerar una buena jornada (18 horas) se debe cosechar 1.000 kg. Cantidad que muy pocos alcanzan. Las mujeres logran unos 300 kg. por día y los hombres unos 800 kg. diarios.
Narración minimalista cuya trama no decae ni se fractura Federico Godfrid debuto junto a Juan Sasiaín en la co-dirección de “La Tigra, Chaco” (2009), hoy como único director de “Pinamar”, nos presenta el viaje en auto a la ciudad que da el nombre al film, en época invernal, de dos hermanos: Pablo (Juan Grandinetti) y Miguel (Agustín Pardella), dos veinteañeros con una misión concreta y dolorosa. La madre acaba de morir y cumpliendo sus deseos, que sus cenizas fueran esparcidas en el mar, y al mismo tiempo intentar vender el departamento donde la familia pasaba los veranos, venta que queda sin resolver (por lo tanto no podemos decir que no haya una secuela). Por si algo faltaba, surge una amiga de la infancia Laura (Violeta Palukas), hija del encargado del edificio Dunas II (donde se encuentra el departamento a vender) con su hermanito, y será ella quien los acompañe en: caminatas, cervezas, salidas nocturnas y el juego de la botella, consecuencia de esa relación apreciaremos que los hermanos se sienten atraídos por Violeta. Los dos momentos de intensidad marchan a la par, la dura misión que tienen que cumplir y la sentimental que surge entre los hermanos y la muchacha. La verdad es que no se sobrepone la una a la otra, y podemos inferir que siempre que algo termina da pie para inicio de cosas nuevas. Respecto al prolongado tiempo que le tomo la concreción del proyecto el realizador dice que “la idea surgió luego de que el recorrido de “La Tigra, Chaco” estuvo terminado. Uno siempre se queda con la idea de que fueron cuatro semanas de rodaje, pero en total fueron seis años de laburo, porque entre que se empieza a desarrollar y escribir el guión, luego filmar y finalmente editar, transcurre mucho tiempo. En el 2012 surgió la idea del departamento de mi familia y junto con Lucia Möller, como guionista, comenzamos a visitar regularmente Pinamar y trabajar a partir de ese espacio. El disparador fue el departamento de mi familia, luego pensé en dos hermanas, pero eso cambio y se transformó en dos hermanos. Lucia trajo a la película la cuestión del duelo: ella tuvo que tirar las cenizas de su madre junto con su hermano. A partir de ese combo comenzó a armarse la historia.” “Comenzamos con los ensayos en Buenos Aires y después nos fuimos al departamento de la costa varios fines de semana. Lo fundamental era empaparse del lugar, vivir Pinamar, conocer a la gente de allá. Creo que eso hizo que las escenas estuvieran pre vividas…facilitando el momento posterior con la cámara, los micrófonos, los técnicos.” El resultado es una película minimalista(*), que no disminuye en nada la obra final, al contrario la engrandece y valoriza aún más. Interesante es ver que muestra una Pinamar como una postal melancólica, resultado de convivencias de dos tiempos: el pasado, infancia siempre idílica en el recuerdo, y el presente revelado como paso del tiempo. Muy buen trabajo actoral de los protagonistas, mientras que los intérpretes de apoyo, todos locales, no los desmerecen en nada. Todos jugando con un guión preciso, pero que permite la participación de los actores en ciertos momentos (por ejemplo la escena del rapero), para una narración lineal en la que los sentimientos de los protagonistas van creciendo, y con seguridad de que los actores, y los tiempos son los que manejan los hilos de una trama que en ningún momento decae y no muestra fisuras, (*) Minimalismo: Corriente artística que sólo utiliza elementos mínimos y básicos. “Todo aquello que ha sido reducido a lo esencial y que no presenta ningún elemento sobrante o accesorio. La intención del movimiento es generar sentido a partir de lo mínimo. Esto requiere simplificar los elementos utilizados, apelando a un lenguaje sencillo, colores puros y líneas simples”
El documental “Los cuerpos dóciles” aborda una etapa de la vida del abogado penalista Alfredo García Kalb, es durante el proceso militar (1976-1983). El caso de dos jóvenes marginales enfrentados al aparato judicial argentino del conurbano, y como la aplicación de la pena y las consecuencias afectan sus vidas y las de su entorno familiar, asimismo como el protagonista ejerce su profesión de un modo especial, que a veces torna difusos los límites entre lo prohibido y lo permitido, lo profesional y lo personal, cuestionando el sentido del derecho penal en la actualidad y observando la tensión que existe entre encierro y libertad. Codirigido por: Matías Scarvaci (actor, director y abogado) y Diego Gachassin (egresado del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda (IDAC, y como guionista en ENER), con producción de Scarvaci, los74 minutos siguen al abogado (trabajaba en el conurbano de la Provincia de Buenos Aires) cuyo resultado demuestra, como padre de familia (tres hijos), baterista en una banda de rock, y en la defensa de sus clientes, que en éste caso dos jóvenes acusados del robo de una peluquería, no fue por fama, aún menos por dinero, sino por principios: “todos merecen una segunda oportunidad”. Tratando de contener a los familiares explicando a los acusados las posibilidades de la causa, lo vemos usando el mismo argot que emplean sus clientes, como uno más de ellos, sin ser superior ni suficiente, lo que se ve claramente cuando a uno de sus defendidos le dice “si es tu palabra contra la de él, le van a creer a él y no a vos porque tenés antecedentes, y él es policía”. Es un buen retrato de un sistema obsoleto que olvidó su función correctiva original, para quedar sólo medio de castigo. Alfredo García Kalb logra desempeñar su papel a la perfección haciendo que olvidemos que no es un actor profesional, pero que sí se siente, que la cámara lo quiere y lo ayuda a sacar adelante la película, que descansa principalmente en su actuación, es más, a veces da la sensación que su trabajo era actuar para la cámara y su lucimiento personal. Una película que tiene buen ritmo, se adentra en conflictos y lugares no habituales en este tipo de films. Los realizadores logran una obra sólida, intensa, y con buena factura técnica, Interesante en todos sus aspectos, en consecuencia deberíamos verla.
Las heladas negras se producen cuando la temperatura baja por debajo de los 0 grados Celsius, pero no se forma escarcha. Esto es debido a que el aire es tan seco que la temperatura no iguala a la de roció, y por tanto no se produce condensación ni formación de escarcha. El cielo cubierto, o semicubierto, o la turbulencia en capas bajas de la atmosfera favorecen la formación de este tipo de heladas. Temidas en el campo debido a los daños que producen pues ataca directamente la estructura interna de las plantas, haciendo que los cristales de hielo en forma de cuchillos que se forman en las células vegetales, la desgarran y las membranas internas se secan debido al propio proceso de congelación. Por su amplitud de acción hasta las especies vegetales “resistentes” como los parrales son atacados, se combate con el humus y el riego que debe ponerse en práctica desde la madrugada para obtener resultados. El director y guionista Maximiliano Schonfeld dice que “el disparador fue la aparición de un niño sanador en las cercanías de Crespo - ciudad en la cual nació Schonfeld - que decía tener contactos con la Virgen. Apareció cuando estábamos filmando “Germania” - primer largometraje de su autoría -, y toda la gente se apostaba alrededor de su casa y hacia larguísimas colas, esperando ser atendidos por él. Nadie sabía muy bien que hacía, pero todos decían que era milagroso” La película narra la historia de unos granjeros, inmigrantes alemanes, de la región de Entre Ríos, que encuentran a una chica (Ailin Salas) de origen desconocido, vagando por los campos. A partir de su relación con el más joven de los granjeros se va integrando a la vida de la comunidad, asolada por la plaga que da origen al título. La llegada de la joven altera la vida del pueblo, la plaga desaparece, los animales se curan, se empieza a correr la voz de que tiene poderes sanadores, y la misteriosa joven se erige como una santa que ayudara a toda la región Según el realizador, tuvieron siete semanas de filmaciones, con varias semanas de preproducción en la zona de Valle María, con un equipo de veinte personas. Se filmaron escenas en granjas, caminos, y dos en un campo de maíz. Se compró una hectárea de maíz a punto de cosechar, y parte del equipo de producción se puso a pintar de negro choclo por choclo. Se alquilaron campos y granjas como escenarios del rodaje, con la participación de gran cantidad de extras, en su mayoría de la zona de Diamante y Valle María. “El trabajo con los extras duro más de un año. Lo primero que hicimos fue separarlos en grupos y hacer muchas pruebas grabadas, les daba texto y después los veía. Con ese material iba sacando conclusiones; no de como actuaban, sino de cuál era la mejor forma de transmitirles lo que nosotros queríamos. Un hallazgo fue hacerlos modificar su aspecto físico, eso los iba modificando a ellos y ahí, creo, que empezaron a actuar en la película… descubrimos que la utilización del steady cam (sistema de estabilización de cámara) que permite seguir a los personajes en sus recorridos, es un buen aliado de los no actores, pues los acompaña y no los enfrenta”. Maximiliano Schonfeld, en función de un guión bien estructurado, logra una producción con temática rural, presentada como una fábula, que se desarrolla en la localidad de Villa María (Entre Ríos), en una comunidad alemana. Tiene excelente fotografía bajo la dirección de Soledad Rodríguez, afianzada por los camarógrafos Gustavo Triviño y Nicolás Mayer, a lo que se suma el trabajo de Nahuel Palenque en el tratamiento del sonido, y la muy ajustada labor de Anita Remón en la compaginación. El trabajo actoral cumple a la perfección lo solicitado por el director, teniendo en cuenta que gran parte de ese reparto se integra con actores no profesionales. El motor del relato lo ejerce la joven actriz brasilera (radicada en la Argentina) Ailin Salas encarnando a la protagonista, Alejandra, con poderes especiales, como la sanadora, pero con características muy humanas (como las escenas en la cuales se cansa y se retira a fumar un cigarrillo, o cuando juega como una simple adolescente en una camioneta ajena), denotando una actuación muy desenvuelta. Esto no es de extrañar pues su debut data del 2007 cuando, a los 14 años, animó el personaje de Roberta (amiga de Alex, la protagonista, Inés Efron), en “XXY”, de Lucia Puenzo, habiendo aportado su presencia a 18 producciones, además de participaciones en televisión, entre ellas “Terapia”. Resumiendo, una buena película, con temática no muy abordada en nuestra cinematografía, y apropiada realización que logra la atención del espectador, por lo que merece ser vista.
Al referirse a cómo surgió la idea de realizar “El eslabón podrido” Javier Diment (guionista, productor, actor y director) dijo: “un amigo que acababa de regresar de visitar Córdoba me hablo de un pequeño pueblo del interior de la provincia que sería ideal para una película de terror. Como el cine de género me llama la atención, la historia para la película comenzó a girar, pero varias veces fue dejado de lado por realizar otras producciones, en el 2010 el documental “Parapolicial negro” y en el 2012 el de ficción “La memoria del muerto”, hasta que finalmente se concretó el guión. La idea era filmar en el pueblo que la inspiro, pero el presupuesto se elevaba mucho, por lo que buscamos locaciones en la provincia de Buenos Aires, y las encontramos” A partir de allí se iría perfilando lo que finalmente iba a constituir la sinopsis del proyecto. En un pueblo, El Escondido, con no más de veinte vecinos, un prostíbulo, una iglesia, y algunas casas de campo, rodeados de árboles frondosos, caminos de tierra, con bueno senderos, y sonidos naturales, diríamos un lugar detenido en el tiempo y casi olvidado, viven Ercila (Marilú Marini), mujer de avanzada edad, medio bruja, que siente próxima su muerte. Comparte sus días con su hijo mayor, Raulo (Luis Ziembroski), hachero y vendedor de madera, de lento pensar; y su hermana menor Roberta (Paula Brasca), la prostituta del pueblo deseada por todos. Ellos se cuidan y se quieren, pero ante la sensación que tiene Ercilia de la proximidad de su muerte, le insiste a Roberta con una amenaza: si llega a tener relaciones sexuales con todos los hombres del pueblo, el pueblo la desechará, la descartará, y ella morirá. Sólo queda un hombre en el pueblo con quien no tuvo relaciones, Sicilio, el marido de la otra prostituta, el que está enamoradísimo de ella. Si su esposa se entera de que estuvo con ella no dudaría en asesinarlo. La realización en su inicio es lenta, descriptiva del lugar con bellas imágenes de la naturaleza para, a medida que avanza el día, ir conociendo la doble cara del pueblo, con amores no correspondidos, pasiones desbocadas, incluida la violencia sexual, que el director no escatima en mostrar, y Paula Brasca en ponerle voltaje, revelando el verdadero espíritu del pueblo. Los personajes que animan las acciones están bien logrados, sobresaliendo el trabajo de: Marilú Marini, excelente en la caracterización de Ercila, a la par de ella Luis Ziembroski, al que ya habría que considerar como el actor fetiche de Diment, pues ha colaborado en sus tres films, quien con la caracterización de Raulo en Hollywood podría aspirar a algunas nominaciones, sin descontar la posibilidad de lograr premiaciones, La fotografía es buena, logrando bellas imágenes durante el día, y con la llegada de la noche van respondiendo a lo bizarro y morboso de la narración. En suma, una película de género que dibuja en un microcosmo el costado oscuro y sombrío que podemos tener los seres humano.
“Vientos de agosto” es el primer largometraje de ficción del realizador brasileño Gabriel Mascaro (Recife,1983), quien cinematográficamente ha sido multipremiado como documentalista, a quien conocimos en el BACIFI 2009 cuando presentó “Un lugar al sol”, que obtuvo una Mención Especial, y “Domesticas (2012), premiada en IDFA 2012 en Ámsterdam. La historia tiene como marco una pequeña aldea de la costa del nordeste de Brasil, a la que el mes de agosto llega como todos los años, con mareas altas y fuertes vientos típicos de la zona, los Alisios (*), que da origen al título del film. La pareja protagónica la conforma Shirley (Dandara de Moráis), quien ha dejado la ciudad para cuidar a su abuela y trabaja conduciendo el tractor de la plantación de cocos, toma sol bañada con Coca-Cola a modo de protección solar y escucha música de rock y, en sus tiempos libres, dibuja tatuajes, y Jeison (Geova Manoel Dos Santos), que cuida de su padre, trabaja en la planta de cocoteros, en su tiempo libre se dedica a pescar langostas y pulpos. Ambos se gustan, y a veces hacen un alto en el viaje de vuelta del tractor para practicar sexo sobre el remolque de cocos. La llegada de un investigador que graba el sonido del viento, Jeison (Gabriel Mascaro, sí, el realizador) coincide con un descubrimiento del otro Jeison, que lo llevara a iniciar un viaje de lucha y superación, ver la vida y la muerte, la perdida y la memoria, y el viento y el mar, en definitiva un viaje hacia la madurez. Se destaca un trabajo actoral bien logrado por un elenco donde la única profesional es Dandara de Moráis, en razón de la naturalidad que trasuntan en sus participaciones, quizá porque se interpretaban a sí mismos y contaron con la apropiada conducción del realizador. En los aspectos técnicos la producción contó con dos invitados especiales: la fotografía y el sonido, que me atrevería a decir son relevantes, es decir el registro de imágenes ante la belleza de la naturaleza (vegetación y mar), y un sonido que se hace sentir en toda su grandeza y magnitud, ambos conversando con los espectadores logrado arrebatarle el protagonismo a los humanos. En el guión se observa una relato lineal en la que los diálogos son mínimos, logrando que el peso de la narración recaiga sobre la imagen, para lo que Mascaro se coloca justo en el lugar preciso para captar dicha imagen, lo que hace que el montaje sea simplemente un corte que nos lleva a la siguiente imagen para delicia del cinéfilo. No es un cine fácil de digerir, pero creo que es una película que no puede dejar de ser vista. (*) Vientos Alisios son los que soplan en las zonas subtropicales de alta presión con rumbo a regiones ecuatoriales de baja presión. En el hemisferio sur estos vientos soplan del sudoeste hacia el noroeste, lo que implica un traslado de calor de la región ecuatorial a la región subtropical (se lo conoce como circulación Hardley). Son vientos mesurados que soplan con regularidad dependiendo de la estación del año.
Tocar el piano a cuatro manos es difícil, ahora imaginemos una películas con seis directores, seis historias diferentes, y no son seis cortos unidos para lograr un largometraje, un largometraje en sí, es una obra coral. Veamos. La realización narra las historias de Malena (Malena Sánchez, argentina), una adolescente enferma que recibe terapia en un hospital de Pamplona, Vittorio (Simone Castano, italiano), joven fotógrafo italiano que tiene un pasado oscuro, Kalani (Keona Cross, hawaiana), una Miss Hawái cuyas raíces están empezando a fallar, Guido (Dudu Azeve - Carlos Eduardo Cardoso de Acevedo -, brasileño), futbolista, lesionado de por vida, que vive de recuerdos y changuitas con comerciales, Oliver (Avi Rothman, estadounidense), periodista con bastantes dudas en el terreno amoroso, y Sagrario (Mariana Cordero, española), pamplonesa que vive anclada en sus recuerdos después de su viudez. Todos los personajes confluyen en Pamplona para las fiestas de San Fermín, y entrelazaran sus historias durante las fiestas. “Blue Lips” no se trata, como dijimos, de un proyecto de episodios aislados con un marco común,sino que existen los caminos que los unen a la trama de cada uno que será influenciado y cambiado según se vayan cruzando y evolucionen en su interior, entonces verán el mundo (y sus problemas) de distinta manera a cuando llegaron a Pamplona. Los trabajos actorales son bastante buenos, y la verdad es que no sabría decir si uno es mejor que otro, pues lo cierto que ninguno desluce ante el resto, están bien definidos, cada uno con su historia, sus motivaciones, y resultan totalmente naturales a lo largo del film. La dirección colectiva sale airosa, y gran parte de ello se debe merced al guión de Amaya Muruzabal y Daniel Mediavilla, a la fotografía de Robert C. Webb, y al trabajo de los compaginadores Ana Pfaff y Jordi López. El resultado es una producción entretenida que deja un sabor de querer saber los finales individuales de cada historia. Si se pregunta por el título, alude a los labios que se vuelven azulados al beber el caldo de los dioses (vino tinto).
Pasternóster (en latín), padrenuestro (español) es, además, una línea de pesca basada en “una forma de trampa sencilla, donde todo consiste en poner los anzuelos a distintas alturas y la carnada justa para que la presa caiga. Una línea, una plomada, una boya y tres anzuelos… A veces queda enganchado uno…a veces dos…” El titulo de ésta realización se relaciona con el concepto de la pesca, aplicado al propio infierno de celos del protagonista sobre su esposa (uno...) y su mejor amigo (dos...) Opera prima de Daniel Alvaredo, actor (*) que se inicia en cine como realizador en un género no muy transitado en nuestra cinematografía: el terror psicológico, y las veces que ha ocurrido los resultados no han sido los mejores, esto ya lo hace interesante y atrevido. Tito (Eduardo Blanco) es un fotógrafo con taller propio, ayudado por su amigo German (Iván Balsa), está por cumplir 50 años, casado con Carmen (Adriana Salonia), una mujer más joven que él, la que ha tenido dos perdida de embarazo. De pronto recibe en herencia de un tío lejano una casilla de pesca, pasatiempo que es su hobby/ entretenimiento. Todo perfecto, salvo la obsesión de ser padre. Decide ir a pescar y ver la casilla heredada. Su viaje tiene una serie de problemas, caminos interrumpidos, linternas que se rompen, desvíos, que lo llevan a encontrarse con un almacenero, Ferdas (Héctor Calori), donde ve una reproducción de un cuadro de Caravaggio,“El sacrificio de Isaac” (del cual hay dos versiones, la vista es la segunda, de Florencia 1603), que en su tiempo fue muy criticado por la actitud de Isaac, de no estar de acuerdo con el sacrificio, y que Tito había visto anteriormente en la oficina del escribano. Cuando le pide una linterna a Ferdas, éste le dice no tenerla, pero en cambio le entrega un farol diciéndole: “con esto va a poder ver todo lo que usted quiera ver”. Transcurrido el fin de semana, regresa su domicilio, y al primero que encuentra es al doctor, quien le informa que su mujer está embarazada ¡Bingo! De allí en más ¿las cosas serán como él las ve, o se encuentra metido en una conspiración demoníaca? Tendrás que verla y decidir. El guión de Osvaldo Canis juega constantemente con la duda de si es un caso de paranoia o una conspiración de fuerzas maléficas, abusando con los intentos de desorientar al espectador, con escenas ambiguas (¿realidad?, ¿alucinación?), pero no logra crear un clima de misterio y suspenso muy fácil de descifrar. Escenas nocturnas que tratan de imprimirle temor, empero cuesta creérselas. La música que debe tratar de pasar desapercibida, pero generando una sutil atmósfera, hace lo contrario, nos anticipa lo que está por venir, y algunos giros de la trama se notan forzados, seguramente debido a un presupuesto exiguo, lo que no se puede tomar como un a excusa. Estimo que la pueden tomar en cuenta los degustadores del género, para lo demás habrá que esperar los próximos trabajos de Daniel Alvaredo. (*) “Asesinato en el Senado de la Nación” (Juam José Jusid, 1984, “De amor y de sombras”, Betty Kaplan, 1995, “Besos en la frente”, Carlos Galettini, 1996).
Opera prima del realizador chileno Mauricio López Fernández, coproducción entre Chile y la Argentina, basada en su cortometraje de título homónimo (2010), que participo en varios festivales con buena recepción de público. Después de ser exhibido en Lesgaicinemad, la Fundación Triángulo le hizo llegar al director una carta de la Asociación de Personas Transexuales felicitándolo por haber tratado la temática en forma natural y no estigmatizar la obra. López Fernández dice que ésta fue la motivación principal para convertirlo en un largometraje. La historia se inicia con la llegada de una mujer (transexual) Elena (Daniela Vega, actriz transgénero) para el funeral de su padre (un ex militar). Su madre Coya (Rosa Ramírez) ha trabajado toda su vida como ama de llaves en la casa de una familia de clase alta chilena (rural), conservadora, que bien podría ser latinoamericana, con la que vive, siendo considerada como parte de la familia. La llegada de Elena es una sorpresa para todos, incluso su madre, pues quien regresa, está muy lejos de la imagen que todos tenían de Felipe, nombre que Elena usaba antes de dejar el hogar. Un casting interesante asumió la responsabilidad de cubrir los distintos personajes: Daniela Vega (Felipe/Elena), Rosa Ramírez, conocida por su labor en “La negra Ester”, obra teatral basada en las “Decimas” de Nicanor Parra, todo un hito dentro del teatro chileno, Carmen Barros (Abuela Mina), quien debuto en 1942 en “Bajo el cielo de Gloria” , dirigida por José Bohr, y participó en “La fiebre del loco“ (2001), de Andrés Wood, Claudia Cantero (Teresa, patrona de Coya), intérprete argentina que debuto en “La mujer sin cabeza” (2007), de Lucrecia Martel, Nathalia Galgani (Rita), debuto en “Bonsái” (2011), de Tristán Jiménez, Pablo Brunetti (Enrique, marido de Teresa), actor argentino nacido en la Patagonia que trabajo en “No” , la primera película chilena candidata al Oscar. Un elenco equilibrado en el que se destaca Rosa Ramírez, como la madre de Felipe/Elena, quien no logra entender a su hija, pero que, finalmente dejará de lado la idea de que su “hijo” debe usar ropa de hombre en el funeral de su pàdre. Lo mismo sucede con Claudia Cantero, como la patrona de Coya, quien demuestra y desarrolla un personaje discriminatorio, como cuando establece que Elena “a la pieza de los niños no entra”, actitud que luego cambia regalándole un pañuelo y aceptando un marido que, aun cuando la engañe, es el hombre de la casa. Los restantes integrantes de staff en términos generales cumplen con su cometido, salvo Daniela Vega que aparece muy contenida dando vida a Elena, López Fernández como guionista elaboró una narración que cierra cada segmento del relato, y como realizador supo concretar una labor positiva, contando con los aportes efectivos, por una parte, de Diego Poleri como responsable de la fotografía, con cierta elegancia de los planos siempre iluminados con fuerte haz de luz solar que oculta lo que es una historia oscura, donde la muerte física coincida con el deceso de una sociedad de costumbres retrógradas y en decadencia, donde todavía ”las mujeres creen necesitar un hombre para poder sobrevivir”. Por otra, cabe señalar un muy buen trabajo de Hugo Tripodi cuidando la dirección de arte en la localización de la casa y todo su entorno, si bien en la zona rural en Chile no resulta muy complicado disponer de los elementos para lograr fidelidad para una producción como la que nos ocupa. El realizador dijo en una entrevista “que me había encontrado con una propia discriminación, ¿Por qué tratar a un personaje transexual como un personaje transexual? Y ahí quise tomar el ejercicio de la normalización que la sociedad hace a diario y usarlo a mi favor ¿Qué pasaría, en una casa conservadora chilena, si éste personaje que se fue como hombre llegara, sin que nadie lo sepa, como una mujer a la casa donde se crió? Y ahí nació la idea, no pasaría nada. Como buenos chilenos evitaríamos el tema, no lo enfrentaríamos y trataríamos de normalizarlo lo antes posible”. En resumen, se trata de una propuesta interesante por su temática (¿discriminación?), que contó con buenas actuaciones, para reflejar a una sociedad en decadencia que se encuentre en sus estertores. Se deja ver.