Inocencia corrompida Al parecer, en estos últimos años nos han bombardeado con historias de vampiros, sobre todo adolescentes, valga como mayor exponente la Saga Crepúsculo, además de la serie de Warner Crónicas vampíricas. Y también parece que la temática del vampiro como ese ser nocturno capaz de producir terror se ha tornado a tomarlo como un integrante más de la sociedad que, por amor, hace lo posible por adaptarse a ella. Tomando a este mítico personaje como ser anacrónico, que vive todas las edades, que no puede enamorarse de un mortal sin lastimarlo, que contiene en sí una maldad congénita y que lidia con estar muerto en vida. Son estos son aspectos que también comparte Déjame entrar (Let me in, Matt Reeves, 2010), remake del film sueco Let the right one in (Tomas Alfredson, 2008). Pero el curioso desplazamiento que tiene esta película de la línea vampiro-adolescente-amor, es que se trata de niños; sí, tenemos una historia de amor entre un vampiro y un mortal, pero representados por niños. Así que ya nos salvamos del problema que reviste la famosa Twilight Saga: que Bella y Edward no pueden tener sexo porque a él le dan ganas de meterle un mordisco en el cogote. Bueno, por suerte todavía los niños de doce años no tienen esos problemas. Sólo me voy a limitar, hoy, a hablar de la remake hecho en USA. Historia bastante simple: Owen (Kodi Smit- McPhee) vive con su madre que prácticamente no le presta atención. En sus múltiples momentos de soledad, conoce a una extraña niña, Abby (Chloe Moretz), con quien entablará una relación. Pero ella esconde un secreto que no la deja seguir esta amistad: es un vampiro. Si se piensa que estamos ante una historia sosa, pues se está en una gran equivocación. Más allá de la sencillez del argumento el desarrollo del film se da una forma sumamente profunda: desde el comienzo las imágenes son poesía pura, la acertada iluminación acompañada de la nieve que dota de una atmósfera invernal y algo terrorífica a toda la película, cómo se construye la relación de ambos y el carácter de cada uno es particularmente interesante. Partiendo desde el planteo que los dos niños llevan vidas diametralmente opuestas pero que aún así quieren y creen que pueden vivir juntos, el film desarrolla esta problemática de una manera impecable con el plus (no menor) de las bellísimas actuaciones de los niños. Si bien, nos encontramos ante un amor infantil, los planteos, las discusiones y la problemática en general se presentan como sumamente complejas: es la condición de natural de uno, que no concuerda con la del otro lo que imposibilita la relación; y como tópico que sustenta la narración encontramos la puja entra la inocencia y la monstruosidad. Déjame entrar aborda una temática desconocida, por lo menos, para mí como central en un film sobre vampiros: la inocencia. En el cuerpo de una niña pero en edad avanzada, Abby lucha contra sí misma y contra su entorno. Ya el poster nos muestra un fondo rojo, homologando la sangre, por supuesto, una niña en posición fetal vistiendo un camisón blanco. ¿No se presenta acaso como contradictorio?: la sangre en relación con la muerte, lo macabro, el pecado, incluso y aquella niña de cabellos rubios, angelical que pelea con su naturaleza, en posición de un bebé en el vientre. Déjame entrar: Inocencia corrompida cine Como decía antes, la estética del film es casi perfecta, ambientes densos y oscuros que retratan lo turbio de las vidas que lideran la historia pero que permiten resaltar el brillo de esta verdadera historia de amor. Imágenes poéticas que hacen de lo monstruoso algo bello. Y con un agregado de imágenes verdaderamente terroríficas. Todo esto resumido en la noche, como una protagonista más de la historia, que encierra todos los secretos y los momentos más importantes… siendo el horario de encuentro de los pequeños amantes. En fin, considero a Déjame entrar una nueva forma de mirar los tan usados relatos de vampiros. Si bien sí se lo toma como ser mítico, pero se lo encuadra más en lo que es la realidad contemporánea, característica que comparte con Crepúsculo y Crónicas vampíricas, y que los aleja del legendario y fundante Conde Drácula. Es decir, se plantea que si los vampiros existen también viven en nuestra época y se adaptan a ella. Y creo que en este film y en los anteriormente nombrados, se focaliza más en el lado humano de este ser y se toma la parte monstruosa como aquel impedimento que lo diferencia del resto de la sociedad y que, en este caso lo obstruye en el amor.
El tiempo que acecha Las historias sensacionales sobre momentos extremos en la vida de los seres humanos siempre le han llamado la atención al séptimo arte y le han dado sus frutos (basta sólo con pensar en Titanic). 127 horas (127 hours, Danny Boyle, 2010) cuenta una de esas historias increíbles con el agregado sensacionalista de ser una historia real. Pero a diferencia de la mayoría de este tipo de films, 127 horas se apoya en un hecho llamativo pero que podría no ser suficiente para el desarrollo de un film: basándose en el libro de Aron Ralston, Danny Boyle lleva al cine esta sorprendente historia donde el mismo Ralston (James Franco) se va de travesía a Utah, sin avisarle a nadie y, por el derrumbe de una roca, queda su brazo atrapado sin posibilidad de sacarlo. Llamativo, ¿no? Una de las primeras preguntas que me hice antes de ver el film fue: ¿Cómo se la va a ingeniar Boyle para sostener un film con sólo este hecho? Básicamente me planteé un problema narrativo-temporal. Parece ser que el director lo tenía muy bien pensado. Desde el título podemos ver con evidencia la importancia y el lugar privilegiado que tiene el tiempo en el film. Y no es simplemente el tiempo, sino una medida minuciosa de él; es decir, pudiendo fraccionar y reducir el conteo temporal en días, se recurre a una exactitud, 127 horas. Horas, aquella unidad de tiempo con la que solemos manejarnos todos y organizar nuestra vida alrededor de ella, pensando de alguna forma en llegar a controlarlas o pensarlas como indicadores supremos. Y es exactamente así como funciona el aspecto temporal en la película. Danny Boyle sí que se las ingenió para tomar una historia con poco desarrollo y convertirla en película. Es que justamente el espectador es parte de este conteo; ya que no sólo el director fue ingenioso a la hora de tratar una historia con poco desarrollo (algo a lo que no nos tienen acostumbrados las películas mainstream) sino que se jugó a que de antemano supiéramos de cuánto tiempo constaba la peripecia, y siendo una historia real a que muchos de nosotros también conociéramos el final. Entonces, el espectador tiene muy pocas cosas que “adivinar” o de las que se pueda sorprender. Y es aquí donde se propone un juego narrativo entre la temporalidad y la vida/muerte. El tiempo pasa inexorablemente mientras la vitalidad disminuye y los signos de la muerte se encuentran cada vez más cercanos. Las luchas por vivir son cada vez más tenaces, mientras las amenazas de la muerte se presentan implacables. Y el indicador más importante de la progresión hacia la muerte y el alejamiento de la vida es el tiempo. 127 Horas poster 127 horas: El tiempo que acecha cine En conexión con esto, el otro elemento que se presenta fundamental en el film es la retrospección. Aron, al estar en esta situación extrema se retrotrae a momentos significativos de su vida y se le presentan en la mente personas con las que han quedado relaciones conflictivas o inconclusas. Y podríamos decir que ésta es una de las formas en las que el director le agrega algún condimento a la historia para darle un poco de movimiento. Sinceramente, lo creo innecesario, sobre todo por cómo se presenta en el film, como historia de culebrón donde nos enteramos de su ex novia, de sus conflictos infantiles, etc. Elemento que, a mi juicio, desentona con el ambiente creado. Por otro lado, no puede dejar de destacarse la natural actuación de Franco, quien sin ser un actor brillante, logra encarnar las verdaderas emociones, el espíritu aventurero y arriesgo característico de Ralston. Si bien su cara bonita es necesaria en un film donde la mayoría son primeros planos, creo que se desplaza del lugar de sex symbol y nos ofrece una actuación a medida. Realmente 127 horas me llevó al límite. Al estar tan despojada de artificios, presentando un incidente tan simple que se convierte en complejo, como espectadora pude sentirme cerca de la situación a cada segundo. Básicamente porque se resalta la condición humana del personaje; humanidad que muestra que bajo circunstancias extremas la supervivencia es el último fin. Y así también se resalta esta carrera contra el tiempo de la que hablábamos al principio, que nos recuerda a cada segundo la condición vulnerable que nos caracteriza, siendo este tiempo el que se vuelve poderoso.
El retrato descarnado de un hombre Iñárritu es uno de esos directores que cuando voy a ver alguna película de él sé que voy a sufrir. Pero la parte linda de esto es que sé que voy a sufrir pero con una extraña alegría por detrás. El director en cuestión se dedica en sus films a retratar, básicamente vidas, nada más complejo que la vida de un individuo. Y siempre suele presentar a sus personajes en situaciones límites, en relación con la muerte sobre todo, y no de la manera más optimista, todo lo contrario: enfrentarse a un film de Iñárritu es enfrentarse con muchas realidades que uno no siempre desea ver. Y ya nos tiene acostumbrados a estas historias entrecruzadas, algo muy distintivo del director. Su último film, nominado en los Premios de la Academia en la categoría de Mejor película de habla extranjera y por Mejor actor principal, es una patada al corazón y… sólo nos cuenta una historia, la película se centra enteramente en la vida de un hombre. Biutiful (Alejandro González Iñárritu, 2010) es el retrato descarnado de un hombre, con todas sus implicancias. Javier Bardem le da vida a Uxbal, un hombre de clase baja, padre de dos hijos, Ana y Mateo, que se entera que le queda muy poco tiempo de vida. En un entorno hostil lucha por criar a sus hijos, por restablecer la relación con su esposa (Maricel Álvarez), por sobrevivir. Después de ver el film, no sólo me sentí muy triste y hasta incluso con esa sensación de que la vida no vale nada, sino que también me quedé pensando en la diferencia entre vivir y sobrevivir. En el diccionario, vivir significa tener vida y sobrevivir aparece como: seguir vivo a pesar de las dificultades. Creo, que en el film esto se representa muy patente: Uxbal parece haber sido despojado de toda vida, sólo le queda sobrevivir. El hombre protagonista de esta historia se muestra sobreviviendo, en una situación en la que parece que todo posible placer o disfrute ha desaparecido, cada paso de su día es llegar a terminarlo para poder asegurarse que al día siguiente estará levantado. Y así hasta llegar a la muerte. Hasta el último aliento veremos a Uxbal en intentos de sobrevivir. Nos encontramos ante una historia simple con hechos complejos. Lo más bajo y sufriente, el contrabando y la inmigración en Barcelona es el escenario de Biutiful. La realidad se nos presenta cruda, sin preámbulos ni escrúpulos; como balde de agua fría presenciamos durante dos horas y veinte minutos un fragmento de una vida sufriente. El director ha elegido, esta vez (como en otros casos) mostrarnos la parte más cruda del ser humano, nos permite ingresar en las tinieblas de un hombre atormentado por su propia vida; no sólo eso sino que el espectador presencia la degradación progresiva del personaje, asiste a sus altibajos, a sus caídas y se adentra en ese laberinto tenebroso de sobrevivir. Todo esto sostenido por una atmósfera muy acertadamente creada: el film está revestido de un color grisáceo permanente, los ambientes son en su mayoría oscuros acompañados de una música acorde. Biutiful Poster Biutiful: El retrato descarnado de un hombre cine Y hablando un poco del no inocente título del film, es llamativo, cómo Ana pregunta a su padre cómo se escribe “Biutiful”. La palabra inglesa, que significa “hermoso”, dentro de este ambiente marcadamente hostil, es la referencia a un término que desentona tanto con la realidad circundante; logrando así un contraste profundo y sumamente apabullante. Esto evidencia, por supuesto la intención de escribir de forma incorrecta la palabra. Es que todo resto de belleza ha desaparecido, la hermosa y pintoresca Barcelona que vemos en folletos o en películas, en este film se asemeja a una pocilga, a un infierno sin salida, un retrato de miserias, donde todo lo que queda es sobrevivir. Finalmente, puedo decir que la nueva película de Iñárritu se me presentó como una obra profunda, cruda pero sumamente real, con la brillante actuación de Javier Bardem, en un personaje introspectivo y trabajado al máximo (lo cual le valió salir triunfador en las premiaciones del Festival de Cannes 2010 como mejor actor). Uno llega a extrañar las historias cruzadas tan propias de este realizador, pero la historia de Uxbal, es realmente un deleite y a la vez un duro enfrentamiento con lo más bajo de nuestro ser.
La metamorfosis Podría decirse que El cisne negro (Black Swan, Darren Aronofsky, 2010) intenta abordar varias temáticas; pero considero que la más llamativa e interesante es la transformación que se opera en la protagonista del film. La historia se nos presenta simple: Nina (Natalie Portman) es una bailarina de ballet de unos veinticuatro años, vive con su madre (Barbara Hershey), quien la trata como si tuviera diez y su vida se desarrolla dentro de los límites de su hogar y la academia de danza de la cual forma parte. En vísperas del armado de la nueva versión de El lago de los cisnes, el director de la academia (Vincent Cassel) elige a Nina para interpretar al cisne blanco y a su antítesis, el cisne negro. A partir de esto, comienza a desarrollarse un verdadero thriller. La protagonista se presenta como una perfeccionista obsesiva, que no se permite experimentar los placeres más sencillos de la vida (comida, sexo, amistad, salidas, etc.) y el papel del cisne negro exige justamente todo lo contrario a su virginal carácter. Este desafío es lo que hará que Nina comience a descubrir los espacios más oscuros de su ser; y la presión del director, la competencia de las otras bailarinas y la mirada materna siempre presente serán los disparadores para este despertar y el camino a la locura. Bien, desde el argumento podemos percibir que estamos frente un film llamativo. A esto contribuyen la adecuada elección del tráiler y el cártel, que ya vienen circulando en cines, canales de tv, internet, desde hace varios meses y que son realmente atractivos. Y, ciertamente creo que una de las principales características de El cisne negro es ser llamativa, atractiva desde todos sus aspectos: principalmente porque el mundo retratado en el film, el del ballet clásico, se presenta como sumamente hostil y tenebroso, mostrándonos un “detrás de escenas” de lo que parece ser un universo de delicadeza y ensueño. Pero, como decía al principio, creo que la característica más interesante de este film es que, conjugando todos sus elementos nos lleva a la gran metamorfosis del cisne blanco al cisne negro. Nina, al verse obligada a crear un personaje para la ficción debe explorar aspectos de su vida que siempre habían estado bajo la alfombra: el descubrimiento de su cuerpo y como consecuencia de femineidad, la importancia de cargar a la técnica dancística del sentimiento que supone ya que la perfección técnica deja de ser suficiente, la dura realidad de ser reemplazada por otras bailarinas, etc. Todas estas cosas irán cargando de un carácter especial a la dulce bailarina, que poco a poco perderá la postura de muñeca de porcelana; mientras sus ojos enrojecen, su cuerpo se llena de cicatrices insólitas y los deseos homosexuales la persiguen, algo dentro de Nina está por explotar. El desarrollo de la historia se lleva a cabo sobre un cambio de esencia a punto de ocurrir. A partir de la necesidad de triunfar en el papel del cisne negro, Nina ennegrecerá de a poco: para poder representar la verdadera esencia del cisne negro debe experimentarla. En este proceso, Lily (Mila Kunis), una bailarina de la academia, sexi, arriesgada y trasgresora, tiene un papel fundamental. Este personaje se convertirá en la obsesión de Nina, la acechará esa imaginen que le atrae pero la aterra. Podría decirse que esta misma dualidad de atracción y terror es lo que reviste todo el film: la misma imagen del cisne es dual, el blanco y el negro. Así mismo, Lily se presenta como la antítesis de Nina, como aquella mitad que se necesita para completar la dualidad. Cisne Negro Poster El Cisne Negro: La metamorfosis cine Pero si hay una única crítica negativa que puedo hacer es a la historia de la niña que crece (retratado en imágenes demasiado explícitas como tirar a la basura los osos de peluche) y se rebela con drogas, sexo y alcohol. Creo que ahí el guión cae en un cliché no muy interesante; pero se puede entender como un retrato necesario en el marco de la historia. Sólo que, a mi gusto, hubiera sido más dramático representarlo más sutilmente y no tan estereotipado. Realmente puedo decir que nuevo film de Aronofsky no me ha defraudado en absoluto, sino que ha sido una experiencia realmente disfrutable y arrolladora, porque inevitablemente la historia me arrastró hacia los lugares más hondos. La estética y la puesta en escena son impecables, acompañado de actuaciones sumamente pasionales que crean este ambiente que tanto atrapa. El proceso de cambio de esta frágil bailarina se sustenta en una narración muy acertada que realmente nos tiene expectantes hasta el momento de la presentación del nuevo Lago de los Cisnes, que en su momento cumbre estalla de la forma más poética posible.
Un monarca poco usual Hoy voy a hablar de la película ganadora del premio de la Academia: El discurso del rey (The king’s speech, Tom Hooper, 2010). En la ceremonia de los Oscars 2011, este film, nominado en doce categorías se encontró triunfador en cuatro de ellas: Mejor Película, Mejor Actor Principal, Mejor Director y Mejor Guión Original. Además de los galardones que recibió en otras premiaciones. El discurso del rey cuenta la historia del rey George VI, Bertie (Colin Firth) que lucha contra su tartamudez, la cual se presenta como obstáculo insuperable sobre todo en los discursos públicos. Para sobrellevar este impedimento, el monarca recurre, por recomendación de su esposa (Helena Bonhan Carter) a Lionel (Geoffrey Rush, en un papel increíble), un “médico” poco ortodoxo que asegura poder curar la incapacidad de su especial paciente. A partir de aquí se creará entre ellos una suerte de amistad que será una de las formas en las que Bertie irá perdiendo su miedo a tantas cosas. Más allá de la historia y de la densidad del contexto retratado (monarquía del Reino Unido de mitad de siglo XX, con su ineludible articulación con la iglesia católica), sabemos desde el principio cual será el tema principal: el habla. El cartel nos ofrece una boca orientada hacia un micrófono, las primeras imágenes del film corresponden a micrófonos que están siendo preparados para algún discurso público o radial, y sus respectivos locutores entrenando la voz. Vamos a conocer un aspecto muy íntimo de una figura histórica; si estamos acostumbrados a que las películas sobre monarcas nos cuenten de sus amores, de sus tácticas políticas o de su vida entera, pues éste no es el caso: la película se reduce a resaltar la discapacidad de un rey; poco usual, ¿no? Y creo que es justamente este punto lo interesante del film de Hooper; poder sostener todo el relato desde la tartamudez, jugando con sus causas y consecuencias. Incluso se plantea que el primer amigo de verdad que tendrá Bertie será a causa de su condición. Creo que sería interesante poder pensar cómo el habla viene a ser un aspecto decisivo en la definición de una figura como la de un rey: el hecho de no poder comunicarse mediante el discurso con el pueblo lo hace débil. Por otro lado también resulta curioso observar que en palabras como rey, padre, hermano, Bertie encuentra una dificultad aún mayor para pronunciarlas, lo cual introduce la temática de lo más personal y hondo de la vida del rey; forma en la que el film nos muestra muy por arriba las posibles causas de la condición de nuestro personaje y de paso un poco de lección de historia. También vemos que dentro de las extrañas prácticas que aplica Lionel a su paciente, tales como cantar lo que no puede hablar, éste empieza sentirse cada vez más cómodo y seguro de sí mismo. Todas estas son características que van construyendo una imagen inusual de un monarca, y el film se ocupa de hacer hincapié en esto y no tanto en la figura pública. Igualmente, vale decir que la construcción de la historia supone retratar el contexto histórico, la familia real, el lugar de la iglesia, intensificando, sobre todo la inminente Segunda Guerra Mundial. En este punto no es menor mencionar la impecable actuación de Helena Bonhan Carter, en un papel no menor, ya que es quien más se ocupa de resolver el problema de su marido y quien más lo acompaña. the kings speech poster 2 El discurso del rey: Un monarca poco usual cine En fin, tengo que ser sincera y decir la película me dejó con un poco de ganas de más…Si bien está impecablemente realizada, con actuaciones deleitantes, sobre todo la de Geoffrey Rush, y con una fotografía privilegiada, en lo personal no fue un film que hiciera mella en mí. Vuelvo a decir, creo que sí es muy interesante el aspecto que se toma en cuenta del personaje, cómo se concibe al habla, como instrumento que posibilita la construcción de la imagen de una figura política frente a su pueblo, como uno de los requisitos más importantes: el habla como aquel nexo que conecta al rey con sus súbditos, el nexo que comunica al público lo privado. Y será justamente un integrante del pueblo quien logre la comunicación definitiva entre estos dos espacios.
La crudeza hecha belleza Si alguien me preguntara cuáles son las cosas que más amo del cine, sin duda estaría en los primeros puestos esa capacidad que tiene el séptimo arte de crear realidades, ambientes a los que uno quisiera transportarse. Cuando en un film el espacio cobra un lugar privilegiado y su representación es homogénea creo que el espectador puede involucrarse de manera más rotunda con la historia. Winter’s bone (Debra Granik, 2010) es una conjunción de todo esto con el plus de que cuenta una gran historia, basada en la novela de Daniel Woodrell que lleva el mismo nombre. Ree (Jennifer Lawrence), es una chica de diecisiete años que tiene a cargo a sus dos hermanos menores y a su madre enferma. Recibe un aviso que debe encontrar a su padre, un ex convicto que se encuentra prófugo, para que se presente ante la justicia, de lo contrario perderá su casa que es lo único que tiene. A partir de esto, Ree se inicia en una búsqueda sin respiro en un ambiente hostil, de drogas, alianzas y rudeza. El film, nominado a los Premios de la Academia en cuatro categorías, entre ellas Mejor Película, nos muestra con una bella crudeza la desesperante situación que esta adolescente con vida de adulto debe atravesar. Teniendo como escenario la vida aislada en el “campo”, retrata su búsqueda desesperada por mantener con vida su hogar. Winter’s bone es, en resumidas cuentas, la historia de una familia, y la lucha por mantenerla unida. Las imágenes y escenas descarnadas encuentran un cómodo lugar en este relato, mientras la protagonista y los demás personajes las asumen con completa naturalidad y quizás con un dejo de resignación. Una línea base del film podría decirse es la permanente crudeza: comenzando por la vida que debe llevar Ree, por cómo educa a sus hermanos dentro de esta lógica del más fuerte, con el agregado de imágenes realmente impactantes, y sobre todo, se destaca la inclemencia del medio en el que se desarrolla el film; el cual se presenta contradictorio: se muestra un paisaje de belleza privilegiada (en lo cual se hace mucho hincapié) pero con un clima marcadamente hostil (el inclemente invierno) y acciones y personajes de una destacada dureza. La protagonista es presentada con un personalidad endurecida e incluso ruda, que arriesga todo por sobrevivir y asegurar la vida de sus hermanos, pero a la vez como una víctima de su entorno; los personajes que la rodean y que forman parte de entre quienes buscará a su padre, representan más bien al victimario; todos parecen sospechosos y en sus miradas se vislumbra un cierto rencor y amenaza. wintersboneposter 691x1024 Winter’s bone: La crudeza hecha belleza cine Y en medio de este clima de hostilidad vemos cómo no hay más leyes que las del propio pueblo y comunidad, que se presentan implícitas pero tajantes. El pueblo se ubica aislado de todo tipo de sociedad moderna y por lo tanto se maneja dentro de sus propias reglas y lo actos tienen claras e implacables consecuencias. La búsqueda de Ree nos mostrará de a poco cómo funciona este esquema que se presenta inamovible. Todos estos elementos, trabajados muy acertada y armoniosamente, van construyendo la historia que va en un in crescendo muy interesante y que se podría calificar de un policial. Lo cual no instala la esperanza de un ritmo acelerado, más bien lo contrario. Incluso, creo que la sencillez es uno de los condimentos esenciales de esta película: sin grandes despliegues visuales o narrativos se completa una obra redonda y sincera. Se puede decir que Granik ha logrado un producto realmente bello. Con una fotografía privilegiada, una bella y acorde musicalización (hermosas canciones country) y una historia magnífica, nos regala esta obra llena de sentimiento, con imágenes y actuaciones intensas que llegan a su esplendor al final. Pero creo que lo más destacable es cómo llega a explotar esta cualidad del cine de la que hablábamos al principio, creando espacios nítidos que cumplen un papel fundamental en la historia y que logran trasportar al espectador.
El lado oscuro de la soledad Hemos hablado últimamente de algunos films cuya temática ronda en percibir al otro diferente a nosotros como una carga, una compañía insoportable; que parecen expresar (en algunos momentos) a la soledad como el objeto más preciado. Pero también nos encontramos con toneladas de relatos en la historia del cine que pintan a la soledad de una forma un poco más dura; como aquel pozo del que no hay escape y suelen mostrar al otro como una necesidad indispensable para seguir viviendo. Y justamente, Sofia Coppola es una especialista en este tipo de historias. Ya hemos visto en la fabulosa Perdidos en Tokio, cómo la presencia del otro viene a ser la salvación dentro de la vorágine de sentirse ajeno. Somewhere ( Sofia Coppola, 2010) no sale del canon: nos trae un recorte de la historia de una estrella de Hollywood, Johnny (Stephen Dorff) que experimenta un momento de soledad extrema, de depresión y sinsentido hasta que empieza a relacionarse más cercanamente con su hija, Cleo (Elle Fanning), quien lo acompaña en todos los momentos que antes eran vacíos. Suena muy tierno, ¿no? Pero la hija del gran Francis no cae en cursilerías, nos trae una historia sincera, despojada de artificios y sumamente honda. Una visión más opacada de la vida de aquellos que parecen siempre brillar. A pesar de las fuertes críticas que Sofia Coppola ha recibido y recibe y los amores-odios que despierta, en lo personal, me siento muy conmovida por todos sus films, siempre logra darle en la tecla y someterme a ver un espejo en la pantalla. Y creo que si prestáramos atención y observáramos su trabajo sin prejuicios a todos nos pasaría. ¡Es que es tan difícil no sentirse identificado cuando se habla de soledad! Desde Las vírgenes suicidas hasta su último estreno, Coppola ha ahondado en esta temática pero siempre desde casos y ángulos diferentes. En “Somewhere” nos encontramos con un protagonista masculino (cosa extraña en la directora) que básicamente vive una vida sin sentido y que no encuentra emoción en nada. Y en este punto creo que el film se destaca en su homogeneidad: con un ritmo lento que roza lo aburrido, imágenes inmóviles y acciones que se repiten, silencios prolongados y la interpretación a medida del actor hacen que el espectador ingrese en la atmósfera y que pueda experimentar, con el efecto del film, el mismo vacío que el protagonista. Y algo que no se puede dejar de destacar en relación a esto es la acertada elección del soundtrack al que nos tienen acostumbrados las películas de la directora; no sólo que las canciones son deleitantes sino que se ajustan de una manera natural y hasta necesaria a los ambientes creados. Somewhere poster Somewhere: El lado oscuro de la soledad cine Por otra parte, una vez que Cleo ingresa en la historia y cobra protagonismo en la vida de Johnny el ritmo del film cambia: nos encontramos con más movimiento en las imágenes, las actividades que se realizan son diversas, el personaje principal deja de lado los hábitos que más caracterizaban su hundimiento; de alguna forma todo se vuelve un poco más brillante. Podríamos decir que esta vez Coppola cayó en un cliché al retratar algo tan contado como la historia de un padre desastre que con la llegada de su hijo/a se le ilumina el camino. Pero considero que esta resolución simplista no es aplicable a Somewhere. Recorriendo las relaciones humanas con la línea de la soledad como tópico, la directora se centra en diferentes sexos, edades, situaciones. Esta vez nos ofrece la relación de un padre y una hija, nada más sincero y complejo a la vez; relación que parece llenar millones de huecos pero al mismo tiempo genera otros tantos interrogantes. Sí puedo decir que, a mi juicio no fue la mejor elección mostrar una estrella de Hollywood y lo vacía que es su vida detrás de cámara…son historias que nos cansamos de escuchar: Britney Spears borracha, Charlie Sheen con quinientas mujeres, Robert Downey Jr. colocado. La historia de la estrella caída o de sonrisas en la alfombra roja y whisky a montón en la habitación del hotel se encarga de contarla E! Entertainment. En ese punto sí lo consideré un cliché aunque es innegable que la banalidad del medio encaja muy bien con la historia. Puedo decir que lo nuevo de Sofia Coppola me gustó mucho y que me ha dejado con esa sensación de vacío pero de alegría inentendible al mismo tiempo. Otra vez lo logra “la hija de Coppola”, con una estética bellísima, tan característica de todo su trabajo y con una historia conmovedora.
La invitación a alejarse un rato del escepticismo Cuando un film me hace emocionar hasta las lágrimas repetidas veces durante su transcurso, cuando salgo de la sala sin querer pronunciar una palabra porque todavía una parte de mí quedó en esa pantalla (y en esa historia, por ende), cuando una historia me mantiene por días pensando y formulando preguntas acerca de ella, etc. realmente puedo decir que me encuentro ante un película que se destaca; sin meternos en buenos o malos, simplemente (lo que no es cosa menor) se destaca entre lo demás. Ya a esta altura, podrán interpretar que la última película del gran Eastwood (Hereafter, Clint Eastwood, 2010) me ha gustado. Pero debo admitir, que aunque objetivamente me parece un film de gran calidad, el mismo me ha tocado hondamente, por lo cual considero que hay una buena parte de mi apreciación que depende de una gran emoción despertada en mí por esta historia (lo cual es sumamente subjetivo). Con este aviso hecho puedo continuar con mi opinión. Los cuestionamientos en relación a la muerte, dios, la trascendencia y todas las cuestiones “espiritistas” (digamos así) están muy presentes en la cultura occidental, y muchos de nosotros terminamos por agotarnos de tanta vuelta metafísica y nos nombramos como totales escépticos o incluso ateos. El nuevo film de Clint Eastwood ronda justamente alrededor de estos tópicos; enfocados desde tres vidas que tocan tres partes diferentes de esta amplia temática: Quien puede comunicarse con el más allá, quien necesita hacer ese contacto y quien lo ha vivido. Más allá de la posición que uno pueda tener ante estas cosas el film obliga a dedicarles un tiempo de análisis de nuestro día… nos invita a pensar que además del frío escepticismo hay una posible trascendencia. Hereafter Poster Más Allá de la Vida: La invitación a alejarse un rato del escepticismo cine Comenzando la película, una de sus primeras imágenes ya deslumbra: un Tsunami arrasando con una ciudad y sus habitantes. A partir de esto comenzamos a conocer a los integrantes de esta fascinante historia: Cécile de France encarna a una periodista francesa que sufre una experiencia paranormal luego de (casi) morir ahogada en el Tsunami; Matt Damon le da vida a George, quien tiene el poder de comunicarse con quienes han muerto; y el último eslabón de la cadena lo representa un niño londinense (interpretando por el joven Frankie McLaren, en una actuación deslumbrante) que ha perdido en un accidente a su hermano gemelo y quiere comunicarse con él. Desde su planteo, considero que el film se presenta interesante y logra generar ese misterio y curiosidad que nos suelen dar este tipo de cosas a nosotros los occidentales sensacionalistas. Pero creo que un punto interesante es que en la progresión de la historia se logran mostrar la gran mayoría de las facetas que abre la temática del más allá: el científico, el incrédulo, el embustero, el crédulo hasta la ceguera, quien lo hace por vocación y el que lo hace por dinero, el que lo necesita, el curioso, etc. Lo cual es una muestra que no se ha intentado postular como creíble el relato contado; creo que simplemente la película pretende mostrar una pequeña parte de este tema tan misterioso, y cómo para ciertas personas se convierte en algo muy importante, tanto que condiciona el curso de su vida. Desde la parte técnica y desde el guión, Más allá de la vida, no deja nada que desear, como es de esperar del impecable Clint Eastwood. Las actuaciones se presentan satisfactorias y se podría decir que cada carácter experimenta un crescendo bastante interesante que arrastra al espectador inevitablemente. Encontrarnos un Matt Damon bastante maduro y sensible que transmite una soledad, desamparo y un encierro muy reales, logrados magníficamente. En este sentido se puede decir que todas las actuaciones logran transmitir una gran cuota de emotividad que, se hace muy difícil no sentirse tocado. Realmente recomiendo Más allá de la vida, no sólo porque la disfruté muchísimo, sino porque considero interesante ahondar un poquito, aunque sea, en un tema que está tan ridiculizado y que ya se he convertido en tabú en nuestra cultura que de todo descree.
Tragicomedia de losers Parece estar de moda, hace unos años en el cine, literatura y comics que los “perdedores” tomen el lugar del héroe. Sobre la base de la figura del antihéroe se estructuran relatos sobre el triunfo de alguien que ha sido marginado por la sociedad por su incapacidad de ser popular, inteligente, sexy, y esas yerbas. (Ejemplo brillante de esto es la serie de HBO Bored to Death.) Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the world, Edgar Wright, 2010), basada en la novela gráfica de Brian Lee O’Malley (Scott Pilgrim) no deja de adherir a esta línea; todo lo contrario, alcanza a resumir lo que las mayoría de las comedias románticas de losers intentan hacer pero con mucho éxito. Resumimos un poquito la idea: Scott (Michael Cera) es un chico no muy popular, con un especial gusto por los videojuegos que consigue empezar una relación con Ramona (Mary Elizabeth Winstead), una chica bella y enigmática. Pero no faltará mucho para que descifre el enigma y para que Scott descubra que si quiere conservar a su chica deberá luchar contra el pasado de ella: una lista de siete ex novios lo esperan “a la salida” para hacerlo pedazos. Entre estos encontramos la estelar actuación del siempre cómico Jason Schwartzman interpretando a un pedante productor de música con superpoderes. Con una historia simple pero ingeniosa, el film se desarrolla muy entretenido, sobre todo por la permanente inclusión de trabajos de edición: agregados que dotan a la película de elementos propios de un cómic o un videojuego, dependiendo del momento. Esta “sobre edición” agrega un dinamismo importante que distrae un poco de los baches narrativos y que se podría decir, intenta respetar los recursos de la fuente creadora de la historia, un cómic. Como decíamos al principio, la historia está liderada por Scott que se presenta como un antihéroe de la vida real; pero podríamos decir que dentro de la lógica de los videojuegos es un ganador, que obtiene moneditas, vidas y bonus. Y ya que la lógica del film sigue la de un video juego, en nuestra película Scott es un héroe. Justamente, la narración del film se homologa a la trayectoria de un personaje en un videogame: sortear obstáculos (con ayudantes y oponentes de por medio) cada vez más difíciles para llegar al desafío final. A lo cual se suman los guiños de cultura gamer: sonidos, elementos, golpes que son propios de videojuegos específicos como Mario Bros, Final Fantasy, Zelda, etc. Pero ¿por qué nos referimos a esta película como una tragicomedia de losers? Básicamente todo personaje que aparece en la película está caracterizado dentro de los parámetros de lo ridículo y lo patético. Los siete ex novios, que podríamos suponer serían superiores a Scott, sólo lo son en poderes o en físico… Son tanto o más ridículos que nuestro pequeño héroe. Las apariciones de estos son cortas pero se logra representar el carácter de cada uno muy delicada y acertadamente, al igual que la fantástica y equilibrada construcción del personaje de Scott que Michael Cera se encarga de darle vida de una manera sumamente coherente. Aunque el personaje de Ramona llega a ser hasta soso. Pero lo que realmente hace de este film una tragicomedia de losers es todo lo que le sucede a Scott, todos los obstáculos que debe sortear, las batallas a las que se enfrenta son resueltos de la manera más ridícula y menos heroica esperable. Él siempre sale airoso y sin un solo rasguño; la forma de vencer a cada contrincante es resultado del ingenio, nunca del uso de armas, fuerza bruta o grandes planes estratégicos, en lo cual podríamos decir que se diferencia de los videojuegos y se acerca más a cómics. Scott Pilgrim contra el mundo Scott Pilgrim contra el mundo: tragicomedia de losers cine En sí, considero que Scott Pilgrim contra el mundo es muy entretenida y disfrutable, vale la pena verla. Pero no hay que exigirle profundidad ni nada por el estilo. La considero una película con una realización impecable y con ritmo narrativo muy bien logrado, pero en el espectador consigue la diversión, la dispersión (que no son cosas menores). Y sí, como es de esperarse se cae en miles de clichés, pero que al estar incluidos con el propósito de responder a un estereotipo cobran sentido y no resultan tediosos. Scott Pilgrim…es uno de esos ejemplos que muestran cómo el cine se alimenta de tantas otras artes y cómo hace que convivan y confluyan géneros aparentemente dispares. Pero creo que la mayor referencia es a la tan hablada y polémica mixtura entre cine y videojuego, discusión bastante interesante; pero ya nos quedará para otro momento hablar de esto.
El viaje a la adultez Todo un parto (Due Date, Todd Phillips, 2010) tiene como excusa justamente un parto para ofrecernos el desarrollo de una relación de amistad entre dos hombres dispares y sus procesos a partir de esto. Puedo decir, para comenzar, que la nueva comedia dramática de Todd Phillips ha sido un deleite. Habiendo escuchado y leído buenos comentarios, aún así entré a la sala con poca fe, con la (casi) certeza de encontrarme con un film cómico pero un tanto decadente. Y es exactamente la decadencia el ingrediente que hace de esta película una obra profunda. No creo realmente exagerar al decir esto ya que esta vez Phillips ha elegido mostrarnos un camino personal, un tránsito de la adolescencia hacia la adultez. Pero, ¡qué tedioso es hablar siempre de la madurez, adultez, niñez, etc. etc. cuando muchas veces estos términos no determinan nada! Por eso, podríamos hablar con otra perspectiva y ver a Todo un parto como un viaje introspectivo, a partir y desde el otro hacia algún lugar no descubierto de nuestro ser, suena mejor, ¿no? Entonces, partiendo de nuestra propuesta vemos en Todo un parto un fantástico camino que transita todas las etapas, un camino que se bifurca y se hace uno a la vez: dos personas desconocidas y opuestas son las puertas del descubrimiento de cada uno; conocerme a partir del otro, moneda corriente y práctica diaria. Y con un plus (no menor) que otorga un gran equilibrio al film: el humor. La historia rapidito: Peter (Downey Jr.), arquitecto, high society, canchero se encuentra en un avión fortuitamente con Ethan (Galifianakis) un aspirante actor, excéntrico y algo (bastante) pesado. Por razones también fortuitas (o no tanto) los bajan del avión y Peter, al perder sus valijas queda a merced de Ethan, a quien considera un completo idiota e insoportable y dependerá de él para que lo lleve Los Ángeles para poder asistir al nacimiento de su primer hijo. Bien, el viaje se presenta un tanto complejo, alocado y con peripecias inolvidables, mechadas con gags de primera línea (pero accesibles para prácticamente cualquier público) y con intervenciones fugaces pero valorables de Juliette Lewis y Jamie Foxx, sobre todo ella. Ethan se presenta como el aspirante a ganador del sueño americano, buscando ir a Hollywood a triunfar, mostrando su talento con imitaciones bajísimas de Don Corleone y siendo un fiel admirador de Two and a half man. Él parece vivir permanentemente en un mundo adolescente e irreal: trata a su perro como humano, tiene a la masturbación como ritual, no toma dimensión de ninguna situación extrema, etc. Y es este punto donde más se opone a Peter, quien se presenta a sí mismo como un adulto con su vida resuelta, como un superado total, diríamos. Claro, imagen que se la puede creer él y su mujer, y será por la intervención en su vida de Ethan que empezará a dudar de todo el circo armado en su vida. A la vez, para Ethan comienzan a caerse algunos de telones que rodean su vida un tanto ilusoria, desde su contacto con la personalidad fáctica y práctica de su compañero de viaje, que siendo frío y duro a veces hace caer (aunque sea por unos minutos) en la realidad a tal personaje. Todo un parto1 Todo un parto: o el viaje a la adultez cine Pero, además de todos estos contactos entre sí que transforman hay un vínculo afectivo que se forja y que también habla de la atracción de los opuestos, de cómo una amistad se alimenta de la diversidad, encontrar en el otro lo que no encuentro en mí mismo. El ritmo que toma la historia es impecable. Sí podría decirse que la inclusión de momentos de alto riesgo (como choques automovilísticos) o la sesión escapista no fueron de lo más agradable, porque rozó lo fantástico, dejando atrás el ridículo que tal vez se intentó mostrar. Lo cierto es que podemos ver a este viaje como aquel viaje hacia uno mismo, como el descubrimiento de esas zonas oscuras que intentamos con tanto fervor ocultar; y que de repente aparece algo o alguien que desbarajusta nuestro mundo de cristal, lo que creíamos ser, y que pensábamos que era inmutable. Y precisamente eso es Todo un parto, la intromisión de un ser opuesto a uno en la propia vida. Y Todd Phillips ha sabido perfectamente cómo representar esto con un guión impecable, con un humor escatológico que hace reír a carcajadas. Y, por supuesto, es obra de los dos increíbles intérpretes llevar al extremo las dos personalidades tan bien creadas.