"La cumbre escarlata", una carta de amor gótico Edith (Mia Wasikowska) tuvo que vivir la muerte de su madre a manos de una terrible enfermedad cuando tenía 10 años. Pero eso no fue lo más traumático de toda la situación, lo que sí la marcó fue ver la aparición de su fantasma por la noche advirtiéndole que tenga cuidado con "la cumbre escarlata". Ahora, pasados los años y convertida en una hermosa joven, sus días transcurren tratando de convertirse en escritora mientras su padre hace lo posible para que se interese en el amigo de su infancia (Charlie Hunnam), que ha vuelto a la ciudad convertido en todo un doctor. Antes de que el amor pueda florecer en esa pareja, hace su aparición un misterioso y seductor hombre inglés: Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston). Él y su hermana Lucille (Jessica Chastain) viajaron hasta allí para tratar de cerrar un negocio con el padre de Edith, además de buscar una pareja para Thomas. Como no podía ser de otra manera Thomas y Edith quedan completamente flechados, pero el padre de ella se niega a esta relación debido a que descubrió algo en el pasado del muchacho. Todos los obstáculos para que estén juntos se terminan al morir éste en extrañas circunstancias y los jóvenes se casan. La pareja se muda a Inglaterra, a vivir en la imponente y tétrica casa en la cima de una montaña -de terreno arcilloso color rojo sangre- que poseen los hermanos Sharpe. Edith empieza a descubrir que la casa tiene vida propia, y pronto viejos y nuevos fantasmas comenzarán a rondarla. El verdadero terror para ella comenzará cuando descubra que a ese lugar, durante el invierno y con la caída de nieve, se lo conoce como "la cumbre escarlata". De esto se trata la nueva película escrita y dirigida por Guillermo del Toro. El mexicano vuelve nuevamente a desplegar su tremenda y potente imaginación regalándonos un universo fantástico de esos a los que nos tiene acostumbrados. Basta con recordar películas como "Cronos" (1993), "Mimic" (1997) o "El Laberinto del Fauno" (2006) para saber de lo que estamos hablando. Se nota, y mucho, que cada paso que da el realizador en esta obra está absolutamente pensado. De hecho hizo 11 o 12 versiones del guión antes de tener el definitivo, incluso cuando se enteró que Benedict Cumberbatch y Emma Stone -la pareja que quería como protagonista- no podían ser de la partida, lo retocó para Hiddleston y Wasikowska. Antes hay que aclarar que sería un grave error vender, o tratar, a esta película como "una de terror". Este filme es una historia de amor con elementos fantásticos que nos remite, en algunos momentos, a aquellas viejas producciones de la productora inglesa Hammer. Es casi un homenaje al cine de terror de esos años, que realizaba largometrajes que hoy en día se ven "inocentes" pero que asustaron a varias generaciones. El diseño de producción es asombroso; la casa y todo lo que se ve en ella fue construido especialmente para la película. El elenco, que incluye muchos nombres reconocidos, aborda sus roles de manera correcta y sin fisuras. Pero hay que pararse y aplaudir de pie a Jessica Chastain por su magnífico trabajo que, sin dar muchos detalles, alcanza el punto justo con su personaje. Seguramente su interpretación será recordada en los próximos años. Si verdaderamente aman al cine, verán el reflejo de ese sentimiento expresado en esta película. "La cumbre escarlata" es una hermosa carta de amor que le escribe Guillermo del Toro al cine de género. Sólo hay que disfrutar cada una de sus líneas y la poesía que nos brinda de su contenido.
"En la cuerda floja", un sueño posible El 4 de abril de 1973 se inauguraban en Nueva York las Torres Gemelas, que formaban parte del complejo de edificios del World Trade Center. Durante un tiempo fueron los edificios más altos del mundo con más de 400 metros de altura. Eran asombrosos. Pero más asombroso fue lo que pasó en la mañana del 7 de agosto de 1974 cuando un hombre se atrevió a cruzarlas haciendo equilibrio sobre un cable. Ese intrépido era el francés Philippe Petit, un funámbulo (artista que camina a lo largo de un delgado alambre, cuerda o similar) de 24 años que unió por primera vez en su historia a ambas torres. A esta hazaña, totalmente ilegal por cierto, él la llamó "El crimen artístico del siglo"; y cuando se le preguntó porqué lo hizo simplemente contestó: "Cuando veo tres naranjas, hago malabares; cuando veo dos torres, las cruzo". Y de esto trata "En la cuerda floja" (The Walk, 2015), la nueva película del director Robert Zemeckis. Ese hecho histórico, esa hazaña irrepetible, esa locura artística lograda gracias a la obsesión de un hombre. Corre el año 1968. Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt) es un artista callejero, equilibrista, mago, mimo, se gana la vida en las calles de París mostrándole al público su arte. En una visita inesperada a su dentista, mientras espera que lo atiendan, toma una revista para hacer tiempo y ahí ve por primera vez lo que se convertirá en el objetivo de su vida. Es un artículo sobre la construcción de unas nuevas torres en la ciudad de Nueva York, y a partir de allí se obsesionará con una idea: cruzarlas haciendo equilibrio sobre una cuerda floja. Claro que eso no será nada fácil porque, más allá de la dificultad de la odisea en sí, necesita prepararse para lograr el objetivo. Para ello le pedirá ayuda a su mentor, Papa Rudy (Ben Kingsley), con todo lo relacionado a las técnicas, información y secretos que lleva consigo el arte del funambulismo. Contará también con el apoyo de su novia Annie (Charlotte Le Bon) y un equipo de inadaptados a quienes recluta en Francia y los Estados Unidos. Sólo resta dar el primer paso… La historia de Philippe Petit mezcla tanta locura y pasión que es imposible que no sea atractiva para llevarla a la pantalla grande. De hecho en 2008 el director James Marsh, el mismo de "La teoría del todo" (The Theory of Everything, 2014), hizo un documental que retrata este hito llamado "Man on Wire", que se ganó el Oscar en 2009. Tanto ese documental como esta película se basan en el mismo libro: "To Reach the Clouds", del mismo Petit. Zemeckis -acá también guionista- construye una trama sólida y usa a Gordon-Levitt para que nos vaya relatando toda la historia, y con ese recurso el espectador va comprendiendo al protagonista, empatizando con él y llenándose de su misma pasión. La reconstrucción de época, así como la de las torres es impecable. Si había algo difícil era no caer en el golpe bajo de la lágrima fácil por el 11S, cosa que Zemeckis rodea muy bien (esto hace alusión al final de la película). Pero sí, obviamente, el filme se transforma en un tributo nostálgico a la ciudad de Nueva York y su pérdida. El largometraje está tan bien logrado que no es apto para gente con vértigo; de hecho en la premiere que se hizo en la Gran Manzana varias personas vomitaron por el mareo (este periodista da fe que uno se siente ahí arriba en la cuerda con Petit y la sensación del vacío se siente en todo el cuerpo). "En la cuerda floja" es un largometraje maravilloso que nos muestra que cualquier sueño, por más loco e imposible que parezca, se puede lograr. Sólo hay que atreverse a soñar.
"Misión rescate": el gran descubrimiento del año Andy Weir comenzó a trabajar desde muy joven como programador, y aunque parezca que para este trabajo hay que ser metódico y algo estructurado, eso no impidió que a los 20 años empezara a escribir desplegando toda su creatividad y fantasía. Fue así que en 2011 publicó su primera novela, El Marciano (The Martian), en su propia página web de forma gratuita. De a poco comenzó a tener éxito y la gente le pidió que la subiera de forma que se pudiera descargar y después le pidieron que la suba a Amazon -lo cual hizo a un valor de 99 centavos-. Rápidamente pasó a la lista de los más vendidos y atrajo la atención de la Editorial Crown, que adquirió los derechos y la lanzó en 2014 alcanzando el número 12 de la lista de best sellers del New York Times. Aditya Sood y Simon Kinberg (esta vez en el rol de productor) rápidamente tomaron nota del libro y contrataron a Drew Goddard para escribirla y dirigirla, pero se bajó de la dirección para hacerse cargo de The Sinister Six. Rápidamente contactaron al legendario Ridley Scott, quien aceptó de sumo agrado. Para que se den una idea de la celeridad de las cosas, eso ocurrió en mayo del año pasado y la novela se había publicado en febrero. La filmación duró alrededor de 70 días, el tiempo suficiente para entregarnos esta gema llamada Misión Rescate (The Martian, 2015). La comandante Lewis (Jessica Chastain) y su equipo del Ares 3 son los primeros en aterrizar en Marte. Mientras realizan sus investigaciones y experimentos, son alertados de que una tremenda tormenta de arena los está por azotar. El fenómeno es tan violento que deben abortar su misión y abandonar su campamento base, pero en la evacuación el astronauta Mark Watney (Matt Damon) sufre un accidente que lo deja malherido, sus compañeros lo dan por muerto y es abandonado. Pero Watney sobrevivió. Ahora está solo, en un planeta sumamente hostil para el ser humano, con poca agua y comida e incapaz de poder comunicarse con la Tierra para decirles que está vivo. El astronauta deberá hacer uso de su ingenio, poner todos sus conocimientos a prueba y contra todas las posibilidades sostener la esperanza de que pueda llegar a ser rescatado. Soberbio, ese es el adjetivo indicado para calificar este film. Tiene al mejor Ridley Scott -de los últimos años- detrás de cámaras: nos regala unas tomas increíbles y cuenta exactamente lo justo y necesario a la perfección. La película tiene un elenco envidiable, con actores que acá hacen papeles secundarios y tranquilamente pueden protagonizar cualquier otra película. Más allá de los nombrados Chastain y Damon, están Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Michael Peña, Sean Bean, Kate Mara, Kristen Wiig, Sebastian Stan y podríamos seguir. A otra cosa que le pusieron especial cuidado fue a que todo lo que se muestre sea científicamente riguroso, y fácil de entender en la explicación. Misión Rescate es una combinación de varias películas, y toma lo mejor de cada una: Apolo 13", "Náufrago", "Gravedad", y para los más memoriosos Robinson Crusoe en Marte (Robinson Crusoe on Mars, 1964), con la que más similitudes tiene. Dato de color: como parte de la colaboración entre la producción y NASA, estos últimos incluyeron la primera página del guión en la nave Orion del vuelo de pruebas Exploration Flight Test 1, lanzado el 5 de diciembre de 2014. Esta película aterriza en todas las salas de los cines para que los espectadores puedan explorarla. Tal vez el público haga el descubrimiento del año.
"Truman": la triste despedida ¿Serías capaz de comprender y respetar la decisión de otro sin juzgarlo? Esa es básicamente la pregunta que plantea "Truman" (2005), la película dirigida por Cesc Gay, una coproducción de nuestro país con España. Una gran filme del cual es imposible salir indemne. Tomás (Javier Cámara) vive en Canadá con su esposa y su hijos. Se ha hecho una vida en ese país y hace años que no regresa a su España natal.Pero ahora sucede algo que hace que arme las valijas y viaje por unos días de regreso a Madrid. Paula (Dolores Fonzi), la prima de su mejor amigo Julián (Ricardo Darín), le envió mails con malas noticias sobre el estado de salud de su familiar. ¿Y quién es Julián? Es un actor argentino cincuentón que llegó al país para trabajar y del que nunca más se pudo ir. Julián es alguien que siempre hizo lo que quiso con quien quiso y cómo lo quiso, todo lo opuesto a Tomás -lo cual justifica su gran amistad-. Así como vivió toda su vida, piensa hacer lo mismo con lo que le resta de tiempo. Tiene un cáncer terminal y no le queda mucho, así que mientras su mejor amigo vuelve al país para estar a su lado durante cuatro días lo aprovechará para cerrar todas las puertas que le quedan: escoger un ataúd para su entierro, emprender un viaje a Ámsterdam para visitar a su único hijo, terminar con su trabajo en el teatro, organizar una fiesta de despedida y, lo más importante y lo que más le preocupa, encontrar un nuevo hogar para su querido y fiel perro Truman. De esto es lo que trata el filme escrito también por Cesc Gay, un director muy bueno que allá por marzo de 2013 estrenaba en nuestro país la comedia "Una Pistola en Cada Mano" (2012). En ese largometraje, que contaba las historias de ocho hombres diferentes, fue donde trabajó por primera vez con Darín (Javier Cámara era también el protagonista de una de ellas y es un incondicional del realizador). "Truman" está basada en una experiencia personal de Gay, que adaptó a la pantalla con su habitual colaborador Tomàs Aragay. Sorprenden varias cosas de este largometraje. A saber: el realizador vuelve a demostrar que puede manejar cualquier tipo de género con soltura, pasa de hacer comedias a dramas sin ningún problema. La preocupación permanente por no caer en el golpe bajo y evitar la mayor cantidad de clichés posibles. El desarrollo de los personajes y lo que demuestran: Julián que aparenta sabérselas todas y estar más allá de lo que le pasa, aunque demuestra su fragilidad ante su propia muerte; Tomás que no necesita de muchas palabras o acciones para acompañar en su último viaje a su amigo; y Paula que representa la mirada de aquél que no puede entender las decisiones del otro. Los trabajos de Cámara y Darín son, a falta de mejores palabras, soberbios. El español tiene un enorme talento y sólo con miradas y gestos le basta para comunicarnos lo que siente Tomás. Darín, con un personaje vulnerable que pocas veces compuso, le pone el alma y sale airoso de algo tan pesado y cargado de emotividad. El perro sólo es la excusa para contarnos el amor que se tienen estos tres personajes y cómo lidian con la desaparición de uno de ellos. Por estos días la película se encuentra en la edición número 63 del Festival Internacional de San Sebastián compitiendo en la sección oficial por el palmarés. Tiene muchas chances de ganarlo y, aparentemente, Ricardo Darín también podría llevarse el premio a la mejor interpretación masculina. Un largometraje intenso, conmovedor, que mueve cada fibra del espectador. Buen cine para disfrutar.
"Everest": el ascenso hasta los Oscars El Everest, la montaña más alta del mundo, ese milagro de la naturaleza que desde que fue descubierto fascinó al hombre. Y esa fascinación se convirtió en obsesión por tratar de conquistarlo, algo que fue logrado en 1953 por el neozelandés Edmund Percival Hillary y el sherpa Tenzing Norgay. Pasaron 62 años de ese hito y más de 3 mil personas han logrado esa hazaña, pero también más de 200 perecieron en el intento. Y el peor año en que más escaladores perdieron la vida fue en 1996, con un total de 15: ocho de ellas, pertenecientes a tres expediciones distintas, murieron el día 10 de mayo por una tormenta tremenda que azotó la montaña. Por las lesiones producidas ese día, cuatro personas más murieron el mes siguiente. Ese terrible acontecimiento es lo que relata esta gran película del director islandés Baltasar Kormákur. La historia se centra en dos expediciones de las cuatro que participaron en esa fatídica jornada del intento de ascenso y hace un poco de foco en la terrible idea de "masificar" el escalar el Everest, esto quiere decir hacer expediciones "comerciales" que al mismo tiempo intentan llegar a la cima. Rob Hall (Jason Clarke), dueño de Adventure Consultants, lideraba una en la que se encontraban, entre otros, Beck Weathers (Josh Brolin), Doug Hansen (John Hawkes), Yasuko Namba (Naoko Mori) y Jon Krakauer (Michael Kelly). El otro líder era Scott Fischer (Jake Gyllenhaal), fundador de Mountain Madness. Aunque ambos expertos se pusieron de acuerdo en trabajar juntos para llevar a sus clientes sanos y salvos a la cumbre, ciertos contratiempos, decisiones equivocadas y un fenómeno climatológico que desató una tormenta con vientos de 167 km/h y temperaturas de 40 grados bajo cero (resultando que nivel de oxígeno se redujera en un 14%), hizo que ocurriera una de las peores tragedias del alpinismo. Un dato curioso es que el film iba a contar el peor desastre ocurrido en el Everest, pero ese hecho fue superado en abril de año pasado cuando una avalancha mató a 16 personas. Eso ocurrió mientras se filmaba la película, e hizo que la filmación se pospusiera. No es la primera vez que este hecho es retratado, ya que en 1997 se hizo la película para televisión Into Thin Air: Death on Everest, basado en el libro Into Thin Air, de Jon Krakauer -sí, uno de los alpinistas que también era periodista para una revista especializada-. Uno de los puntos rutilantes de Everest es que no cae en lugares comunes, no hace un relato lacrimógeno, ni recurre a sensiblerías baratas para contarnos la historia. El espectador puede sentir el frío, la inmensidad de esa bestia blanca y hasta la desesperación de los protagonistas, algo muy bien logrado por la forma de filmar y el uso de imágenes utilizadas. Otro dato curioso es que se usaron escenas del corto para IMAX titulado Everest (1998), que fue filmado en el mismo momento que ocurría la tragedia. De hecho, los documentalistas socorrieron a varios alpinistas. Dos puntos más a resaltar son el montaje supremo que tiene el film y las grandes y muy creíbles actuaciones; la de Jason Clarke conmueve hasta las lágrimas. Al final van a poder ver las fotos de los verdaderos protagonistas, un recurso que por más utilizado que sea siempre es efectivo para terminar de contar una historia verídica. Everest comienza así un lento recorrido hacia los Oscar.Es un camino complicado y tempestuoso pero tiene todo a su favor para alcanzar la cima y colocarse en lo más alto del mundo. Ojalá lo logre.
"Maze Runner: una "Prueba de fuego" superada Hace casi exactamente un año, el 17 de septiembre para ser más precisos, se estrenaba en Argentina "Maze Runner- Correr o Morir". Era otra película (una más) adaptada de una novela del género de literatura juvenil que había sido un éxito. Los estudios tenían pensado esperar a ver cómo le iba para darle luz verde a la secuela pero no fue necesario, ya que dos semanas antes del estreno era evidente que estaban ante un éxito. Así nos llega el día de hoy "Maze Runner - Prueba de Fuego", una mucho más que digna segunda parte que dignifica lo hecho por su predecesora. Prueba de Fuego comienza exactamente donde quedó la primera. Thomas (Dylan O'Brien) y sus amigos descienden del helicóptero que los alejó del laberinto para entrar a un búnker comandado por un tal Janson (Aidan Gillen). Allí son curados de sus heridas, tienen la oportunidad de asearse y alimentarse, pero lo más importantes es que se encuentran con muchos jóvenes que, al igual que ellos, estaban encerrados en otros laberintos. Las personas que regentean el lugar dicen luchar contra la organización CRUEL, claro que Thomas empieza a desconfiar de que esto sea así: a él y sus amigos les realizan exhaustivas pruebas en un laboratorio, Teresa (Kaya Scodelario) es separada del grupo, hay personal militar que controla lo que ocurre. T odas sus sospechas se hacen realidad cuando Aris (Jacob Lofland), uno de los jóvenes de otro laberinto, le muestra los experimentos que se hacen allí con ellos. Thomas debe convencer a todos de escapar e ir en busca de la última esperanza que les queda: el Brazo Derecho, un grupo de resistencia que podría llegar a tener las respuestas a todos los interrogantes que tienen. "Equipo que gana no se toca", reza el refrán futbolero, y es por eso que para esta segunda parte retornan a sus puestos el director Wes Ball -que había debutado detrás de cámaras con la primera- y el guionista T.S. Nowlin. Lo sorprendente, y divertido, que tiene esta secuela es que acaba con la mitología de la primera. Por ejemplo, nos posiciona en otro terreno: adiós laberinto, hola ciudades destruidas por un virus mortal. Hay nuevos enemigos: adiós penintentes, hola "cranks" (criaturas mutantes infectadas). Hay nuevas elecciones: adiós camaradería, hola "traidores a la causa". Lo cierto es que eso hace que el público abra los ojos y no se encuentre con lo que ya vio, un acierto hermoso. El largometraje sigue teniendo un ritmo vertiginoso y que no da respiro, todo mechado con pequeñas dosis de información que nos van contando cómo empezó todo, cuál es la importancia de estos chicos para CRUEL y qué fue lo que hizo Thomas para terminar en el laberinto. Se presentan nuevos personajes como el ya nombrado Janson; Jorge (Giancarlo Esposito) y Brenda (Rosa Salazar), quienes ayudan al grupo a buscar el Brazo Derecho; y Vince (Barry Pepper) y Mary (Lili Taylor), que les darán a los chicos más de una respuesta. Como en la primera, vale resaltar el trabajo de Dylan O'Brien que se ponen la película al hombro y eclipsa la pantalla. Tiene un sentido de la cámara y la acción que recuerdan al mejor Harrison Ford como Indiana Jones o Bruce Willis como John McClane, salvando obviamente las diferencias. Habrá que esperar a la última novela de James Dashner, Maze Runner - La Cura Mortal (The Death Cure), para la resolución de todo este embrollo. Mientras tanto podemos decir que esta "prueba de fuego" que son las segundas partes ha sido superada. Y con creces.
Una película letal Cuando a una persona le prestan un coche de alta gama para sentarse detrás del volante y probarlo, lo más probable es que tenga mucha cautela al conducirlo. Seguramente no lo exigirá a fondo aunque el automóvil siempre seguirá teniendo las características que lo hacen destacarse entre todos los demás. Es por eso que no se entiende cuando algunos realizadores destruyen obras que en sus propios ámbitos (cómics, videojuegos, libros, televisión) demuestran, o demostraron, ser un éxito. La empresa danesa IO Interactive desarrolló y lanzó en el año 2000 un videojuego llamado Hitman: Codename 47. El personaje principal era el Agente 47, un sicario que trabajaba para la ICA (International Contract Agency-Agencia Internacional de Contratos). El jugador podía elegir en cada nivel algunas de las armas y el equipo que iba a llevar en cada misión y, básicamente, el objetivo era asesinar gente. Por supuesto que se convirtió en un éxito y dio lugar a cuatro versiones más, la última de 2012. Tanta fama y furor causó que en el 2007 se lo adaptó a la pantalla grande con la película "Hitman", con Timothy Olyphant en el papel del asesino pelado. Sin ser una obra maestra, el filme dirigido por el francés Xavier Gens era bastante entretenido y cumplía con su objetivo de presentar al mundo a este ser proveniente de los videojuegos. Ocho años más tarde alguien decidió que había que contar la historia nuevamente y es por eso que estamos ante "Hitman - Agente 47". Si sienten olor a quemado, es el coche de alta gama incendiándose tras chocarlo. El filme gira en torno a un asesino de elite genéticamente alterado al que se conoce sólo por los dos últimos dígitos de un código de barras que se encuentra tatuado en la parte trasera de su cuello. 47 (Rupert Friend) es parte de un experimento de décadas de investigación que lo dotaron con fuerza, velocidad, energía e inteligencia sobrehumanas. Pero ese programa acabó cuando su creador, un científico llamado Litvenko (Ciarán Hinds), desapareció de la faz de la Tierra para evitar que sigan adelante. Ahora el dueño de una poderosa corporación (Thomas Kretschmann) quiere encontrarlo para crear su propio ejército de asesinos, sólo que mucho más poderosos. El Agente 47 hará lo imposible para detenerlo. Cuando se piensa una película sólo por sus escenas de acción y nada más, el resultado siempre va a ser caótico. Y es lo que pasa con este filme dirigido por el debutante Aleksander Bach, que se nota que habrá pensado mucho en esas secuencias, en algunos casos tan inverosímiles que rayan lo ridículo. Pasa lo mismo con la progresión de los personajes. Katia (Hannah Ware) es una mujer que no recuerda mucho de su pasado y está buscando a Litvenko, que todos se dan cuenta de que es su padre menos ella. Pasa de ser una mujer con miedo a convertirse rápidamente en otro ser letal. Rupert Friend –que es igualito a Orlando Bloom pero calvo– aporta su mirada y porte fríos pero poco convence en el papel que tan bien hizo Olyphant. Zachary Quinto, que personifica al malo del filme, es el único que aporta talento a las actuaciones, pero si necesitaba plata le hubiese pedido un préstamo al banco. Y no hay mucho más para decir de este esperpento que se adjudicó el título de ser uno de los peores largometrajes del año. No caben dudas de que estamos ante un asesino profesional letal y que no falla nunca. Es una lástima que sus víctimas sean los pobres espectadores y que los mate con el aburrimiento.
"El agente de Cipol": cine para disfrutar La década del sesenta va a ser recordada por muchísimas cosas, entre ellas habernos brindado, tanto en el cine como en la televisión, a los espías. James Bond, Harry Palmer, el equipo de Misión Imposible, el dúo de Los Vengadores, Maxwell Smart, y podríamos tranquilamente seguir nombrando exponentes. Una de las series dedicadas a este género fue El Agente de CIPOL (The Man from U.N.C.L.E.), que trataba sobre dos agentes -Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuryakin (David McCallum)- de distintos países que se unían a una agencia internacional para defender al mundo de T.H.R.U.S.H (Technical Hierarchy for the Removal of Undesirables and the Subjugation of Humanity, o traducido Jerarquía Tecnológica para la Eliminación de los Indeseables y la Subyugación de la Humanidad.). Por si se lo preguntan, U.N.C.L.E. significaba United Network Command for Law and Enforcement: Comando de Red Unid para la Ley y la Ejecución. Vaya uno a saber porqué en Latinoamérica quedó C.I.P.O.L. (Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley). Durante muchísimos años Warner intentó adaptar este show a la pantalla grande, y finalmente lo logró con "El Agente de C.I.P.O.L.", de la mano del director inglés Guy Ritchie. La espera valió la pena, porque estamos ante uno de los mejores estrenos del año. Década del 60, plena Guerra Fría. El agente de la CIA Napoleón Solo (Henry Cavill) busca sacar de Alemania Federal a Gaby Teller (Alicia Vikander), la hija de un científico alemán que se encuentra desaparecido. Ella puede ser la clave para encontrarlo, sobre todo porque Estados Unidos sospecha que está trabajando para una organización secreta, ya que tiene el conocimiento para armar una bomba nuclear. Pero Solo no es el único que está vigilando a Gaby, también está Rusia con su agente número uno de la KGB, Illya Kuryakin (Armie Hammer). El estadounidense logra su objetivo, además de sacarse de encima al soviético. Lo que ellos no saben es que sus gobiernos aceptarán trabajar en conjunto para poder hacerle frente a este enemigo en común. Ahora los dos agentes deben limar todas sus asperezas, soportarse como sea y tratar de salvar al mundo de una hecatombe nuclear. Pocas dudas caben de que Guy Ritchie es un director que no pasa desapercibido. Su forma de filmar, cómo cuenta las historias, sus personajes, su impronta es siempre sumamente atractiva. ¿Qué hizo bien en esta película? Varias cosas: le bajó un poco el tono a su "marca registrada" y es menos clipero, por decirlo de alguna manera. En un filme de espías era obvio que hubieran gadgets, y cuando son películas que transcurren en el pasado suelen ser demasiado modernos o tecnológicos para la época. Eso acá no pasa. La película tiene mucho humor, en dosis justas y acertadas. El diseño de producción, vestuario y fotografía son fantásticos. La villana Victoria Vinciguerra (Elizabeth Debicki) tiene la actitud, elegancia y maldad necesarias para ser la antagonista de nuestros héroes. Y, por último y no menos importante, ¡hace actuar bien a Henry Cavill! Hammer y Cavill están muy bien en sus papeles y logran muy buena química, casi como la de Robert Downey Jr. y Jude Law en "Sherlock Holmes". Sí, evidentemente a Ritchie se le dan bien esta clase de filmes con "bromance" incluido. ¿Podrán "El Llanero Solitario" y "Superman" tener éxito con su película? Ojalá que sí. Un espectáculo de esta categoría no llega todos los jueves a las salas de los cines. Háganse un favor y vayan a disfrutar de joyita. La van a pasar bomba.
"Revancha": ¡Maldito Stallone! ¡Maldito Sylvester Stallone! Sí, maldito. Es que el actor puso la vara muy alta con Rocky (1976): 10 nominaciones al Oscar de las cuales obtuvo 3, incluido Mejor Película. Nunca se han visto peleas en pantalla grande como las protagonizadas por el Semental Italiano, y pocas veces un personaje logró que lo alentaran y vitoreasen al unísono en un cine. Es que Rocky, hace casi ya 40 años, enamoró al público, no sólo como boxeador sino también como persona. Los personajes, la historia, el contexto, todo funcionó perfectamente en ese filme. Poca gente recuerda, o sabe, que el guión fue escrito por el propio Stallone. Por eso lo maldecimos. Y lo hacemos porque todas las películas sobre el ring que han venido después viven bajo la sombra de ese largometraje (y su saga), en mayor o menor medida. A este "flagelo" está sometido "Revancha", la nueva película del gran director Antoine Fuqua. Billy Hope (Jake Gyllenhaal) es un boxeador que se hizo de abajo. Nació en un barrio pobre y al no tener familiares pasó su infancia en instituciones para menores, pero allí su suerte cambiaría. Comenzó a boxear como deporte y conoció a Maureen (Rachel McAdams), quien se convertiría en su esposa. Pronto se hizo un boxeador profesional y Billy se convirtió en campeón mundial de peso semipesado invicto. Amasó una fortuna, compró una mansión, autos deportivos, se rodeó de lujos y con su mujer le dieron todos los gustos a su adorable hija Leila (Oona Laurence). Pero un buen día, el destino golpea la puerta de Billy y una inesperada tragedia ocurre: su mujer es asesinada en un episodio confuso, pierde su fortuna, le quitan su licencia de boxeador, su manager (50 Cent) lo abandona a su suerte y descuida tanto a su hija que ella termina en el servicio de protección a menores. Billy Hope toca fondo. Para tratar de recuperarla (y recuperarse a sí mismo) acudirá a Tick Willis (Forest Whitaker), un boxeador retirado, dueño de un austero gimnasio, que lo ayudará a recobrar y a entender cuáles son las cosas importantes de la vida. "Revancha", por la trama, hace que se nos venga a la memoria al menos dos películas de Rocky: la tercera y la quinta parte. Billy tiene un rival llamado Miguel Escobar (Miguel Gómez) que lo busca para arreglar una pelea. ¿Se acuerdan de Clubber Lang (Mr. T)? Billy pierde absolutamente todo y debe volver a las calles. A Rocky le pasa lo mismo en Rocky V(1990), con la única diferencia que se hace entrenador. Ya lo dijimos: es culpa de Stallone por haber hecho tantas películas. Pero eso hace ruido. Es que la trama se hace previsible y todo lo que pueda llegar a ocurrir, el espectador ya lo intuye. Hay varias cosas para destacar en la película. Una es Antoine Fuqua, el director, que tiene una facilidad y sabiduría magníficas para saber dónde poner la cámara para contarnos la historia. Además, las escenas de las peleas son bastante originales. Otro punto a favor son los actores: hay que destacar a la nena, Oona Laurence; y rendirse ante el duelo actoral que nos proponen en pantalla Gyllenhaal (¿estará nominado a algún premio?) y Whitaker. Conmueve verlos trabajar a estos muchachos. Dato inútil: en una escena lo nombran a Sergio "Maravilla" Martínez… Argentina potencia. Para que quede claro. La película entretiene, es llevadera, no abusa de golpes bajos y tiene mucho talento en pantalla. Lo que le quita un par de puntos y no logra que nos noquee es ese tufillo a "ya conozco esta historia". Es que ya lo dijimos: ¡Maldito Sylvester Stallone!
"El clan": La casa del horror En la historia de nuestro país hay crímenes -y criminales- que (lamentablemente) dejaron su huella. Ya sea por la brutalidad de los hechos o la conmoción que causaron, quedaron marcados a fuego en la memoria de la gente. Eso es exactamente lo que pasó con la familia Puccio. La familia estaba conformada por Arquímides, el padre; Epifanía; la madre, y sus cinco hijos: Alejandro, Silvia, Daniel, Guillermo y Adriana. Todos vivían en pleno centro de San Isidro, en una casa de dos pisos en donde abajo funcionaba el negocio "Hobby Wind", propiedad de Alejandro, que vendía artículos de windsurf y esquí. Arquímides junto con un par de cómplices y la ayuda de Alejandro, y después de Daniel -apodado Maguila-, se dedicaban a secuestran empresarios, cobrar el rescate y asesinarlos. Entre 1982 y 1985 sus víctimas fueron Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet, Emilio Naum y Nélida Bollini de Prado, quien se salvó de tener el mismo destino trágico que los anteriores gracias a que sus familiares hicieron la denuncia a la policía y lograron atraparlos. Tanto Arquímides como Alejandro fueron condenados a reclusión perpetua pero jamás admitieron ser los autores de los secuestros y asesinatos. El Clan (2015), la nueva película de Pablo Trapero, se encarga de contar su historia. El film comienza en los primeros años de la década del ochenta y nos muestra a un Arquímides Puccio (Guillermo Francella) vinculado a las esferas del poder militar del momento. Es un hombre callado, pensativo, atento a todo lo que pasa a su alrededor. A la par conocemos a Alejandro (Peter Lanzani), el hijo mayor, jugador de rugby del CASI y de Los Pumas. "Alex", como lo llaman, tiene un futuro promisorio. Detrás de esta numerosa e ideal familia se esconde un oscuro secreto del que todos los miembros, en mayor o menor medida, son cómplices. Pablo Trapero no sólo se dedica a dirigir este largometraje sino que también es el encargado del guión. El mismo realizador declaró que siempre tuvo ganas de llevar a la pantalla grande la historia y se encargó de investigar mucho sobre el tema cuando tuvo luz verde para hacerla. El director de Carancho (2009) hace un gran trabajo recreando la época y las locaciones, teniendo en cuenta que es algo tan conocido para los argentinos. Extraña un poco sí la elección que hace de algunas canciones extranjeras para musicalizar, porque si bien eran de la época despegan bastante al espectador de un film tan "nacional". Otro punto es todo el contexto político que presenta y que amaga con explorar pero no lo hace. Un punto extremadamente interesante de la historia también era tratar de explicar cómo llegó esta familia a vivir rutinariamente todos los días teniendo a un secuestrado en su sótano, pero nunca va por ese lado (o se intenta dar una explicación) en la historia. Hubiese sido extremadamente rico. Sí se centra en la supuesta relación tensa entre padre e hijo mayor. Y hablando de las actuaciones, mucho se hablará de la de Francella y su representación de Puccio como un hombre siniestro y frío, pero el actor casi bordea la caricatura y todo el tiempo da la sensación que se va a ir de eje. No es, para nada, su mejor papel dramático. No logra transmitir en su plenitud a este ser tan complejo e increíble. Lanzani, en su debut en la pantalla grande, sorprende bastante y esta a la altura de lo que se esperaba. Cumple con creces. Se escapa una gran oportunidad para contar una de las historias policiales más intrigantes, tristes y dolorosas que vivió este país. Vale la pena el intento, esperemos que la próxima vez mejore.