La razón del movimiento Dos películas pueden ser distintas pero, al mismo tiempo, contener elementos que las hagan parecidas entre sí. Las estructuras argumentales pueden ser diferentes pero el estilo de narración, la puesta en escena y los temas conectan obras que, en su planificación y filmación, son opuestas. En la cartelera de estos días se puede ver La traición, un muy interesante film de ese incansable director llamado Steven Soderbergh. La historia se centra en una agente secreta que trabaja para múltiples gobiernos llevando a cabo peligrosas misiones. En una de ellas el plan fracasa porque su propio grupo de trabajo la traiciona. Al no poder matarla, ella buscará venganza. Pero, mientras busca la revancha, es perseguida por los mismos que ella quiere eliminar. Es una película lograda porque contagia ese dinamismo extremo que -como su realizador- nunca parece tomarse una pausa. Es un metraje que se mueve constantemente gracias a la participación de una figura central en el relato.
La belleza del movimiento… Son muy pocas las escenas en las que esta película se detiene, y cuando lo hace es porque tiene algo importante -en términos argumentales- para revelar. Pero cuando esto no ocurre, el film adquiere una velocidad supersónica. Ver La Traición es tratar de seguir los movimientos de su protagonista, una agente que busca venganza tras ser víctima de una jugada sucia. Mallory (Gina Carano) se sube a un auto, corre, pelea y se arroja de un edificio. Estas acciones recubren al film de un dinamismo extremo, casi mayor que el exhibido en Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma. La diferencia entre ambos es que en Soderbergh las acciones se extienden a lo largo de la película gracias a una trama que se basa, casi en su totalidad, en la constante persecución por parte del personaje femenino...
El desprecio… Mi Semana con Marilyn no cambiará la historia del cine, pero no se la puede juzgar por este motivo (sino habría que condenar a casi todos los estrenos de la semana). Lo que si se puede advertir es que el film de Simon Curtis (con una carrera intrascendente hasta el momento) reafirma una hipótesis cada vez más...
El cine valiente El póster auguraba lo peor: Blancanieves vestida con un traje de combate, una espada y un escudo. Parecía el colmo de la carencia de ideas del Hollywood actual, poner a un personaje clásico -de marcada pureza e inocencia- con armas guerreras. Algo hacía creer que todo estaba destinado al pastiche. Pero funciona...
Dos Caras Más allá de cualquier calificación, esta entrega de Hombres de Negro parece anacrónica. Pasaron diez años y demasiadas películas importantes desde su última parte. No necesariamente han sido mejores, pero el panorama es distinto al de una década atrás. Pasaron las sagas de Harry Potter, Crepúsculo, Narnia y, recientemente, Los Juegos del Hambre – que va por sus continuaciones - también crecieron las adaptaciones de superhéroes (muchas de ellas, notables, como El caballero de la noche, Iron Man o la segunda parte de Spider Man). En 2012, lejos de su último film, Hombres de Negro estrena su nueva secuela. Si existe un desafío artístico consiste en sobrevivir en la actualidad con historias aceptadas por la crítica y el público (como sucede ahora con Los Vengadores). Por otro lado, si existe un desafío comercial consiste en asegurar ganancias a partir de una saga que muchos parecen haber olvidado. Ahora bien, Hombres de Negro 3, contra todo pronóstico, funciona bastante bien. La historia pretende ser compleja pero no hay nada que no se haya visto con anterioridad. En especial en Volver al Futuro, que funciona como base para el conflicto principal. El agente J (Will Smith) debe viajar en el tiempo para impedir que un criminal extraterrestre elimine al agente K (Tommy Lee Jones en la actualidad, Josh Brolin en el pasado) y lleve a cabo una invasión alienígena. Se observa que, a diferencia de las demás películas de la saga, ésta se concentra en un nivel narrativo con ciertas alteraciones producto de los cambios temporales. Es cierto que el film de Robert Zemeckis funciona mejor en todos los aspectos. Hombres de negro 3 apenas esboza una visión sociocultural -en este caso, de la sociedad de fines de los ‘60-. Solamente hace mención a las modas de la época o a algunos personajes clave (es interesante la aparición de Andy Warhol, interpretado por Bill Hader) en la historia de EE.UU. El resto es superficialidad estética y eso es un demérito: el relato podría aprovecharse teniendo una visión crítica del pasado (recurso que siempre da buenos resultados) pero elige no hacerlo. No es de extrañar que todo parezca anclado en un estado temporal inexacto. Es decir que, si la película no lo mencionase, el cambio de tiempo demandaría una mayor atención para notar que el protagonista no está más en el mundo actual. Hay dos partes notoriamente diferentes: por un lado, por momentos todo funciona en piloto automático, apoyándose en el carisma de una estrella como Will Smith. A su vez, son numerosos los segmentos torpes, de sutileza rústica y comedia anticuada. Por otro lado, cuando Sonnenfeld se arriesga, el relato fluye con naturalidad como en los mejores momentos de El Nombre del Juego -su mejor film-. Es decir, con gracia, dinamismo y escenas muy bien ejecutadas. De ahí se desprende la acción, los viajes en el tiempo y la química con el personaje de Josh Brolin. También hay una secuencia, cerca del final, de una carga emotiva bastante interesante e inusual en la saga: una escena íntima, lograda, ajena a cierta pereza que caracteriza a la narración. Cuando elige ser honesta, Hombres de Negro 3 llega a niveles interesantes. Niveles que, con una mayor decisión, podrían haberla hecho una mejor película.
Mediocre herencia Pareja de jóvenes carilindos sufre un accidente. Ambos sobreviven pero ella se olvida con quién está casada. Él, ahora, debe volver a conquistarla. No existe nada más en el film que esta premisa bastante básica. Es cierto que hay elementos que se le suman -una subtrama romántica con un ex novio de la protagonista, y la relación con los tiranos padres de ella- pero, en definitiva, lo que se extrae de Votos de amor es este mínimo desarrollo argumental. Dicho desarrollo tiene dos caras: por un lado, el mérito de confiar en este material para estirarlo durante noventa minutos; por el otro, el relato mismo, pobre, olvidable y repleto de lugares comunes. Claro, los dardos apuntan a esos telefilms de Hallmark que son los verdaderos padres de estas descendientes obras cinematográficas.
Publicada en la edición digital #1 de la revista.
Publicada en la edición digital #2 de la revista.
La soledad Brandon da vueltas sobre si mismo. Mientras camina por su departamento, desnudo, escucha los mensajes de una insistente mujer que lo desea ver de nuevo. Baja al subte y cruza determinantes miradas con otra...
Publicada en la edición digital #1 de la revista.