De la mano de Pablo Tabernero (1910-1996), director de fotografía de Hugo del Carril, Carlos Hugo Christensen, Luis Saslavsky y Mario Soffici, el por entonces adolescente “Chango” Felix Monti queda deslumbrado al conocer el trabajo de iluminación y composición de Tabernero en los Estudios San Miguel mientras se filmaba La Quintrala (1954), de Del Carril. Desde ese momento, supo que dedicaría su vida a trabajar narrativamente con la luz. El documental dirigido y fotografiado por Alejandra Martín (Diario de Ana y Mía, 2012) y Paola Rizzi, es un homenaje en vida a la obra de un artista que, como él mismo expresa “hago lo que deseo al trabajar con la cámara y con la luz, tratando de relacionar la expresión teatral con el cine”. Admirador de Gregg Toland, Sven Nykvist y Gordon Willis, el talentoso Monti, a sus 83 años, sigue aportando una mirada exquisita y sensible tanto al cine como al teatro nacional, al que ama. Sus trabajos de iluminación en películas memorables como Sur de Pino Solanas; Yo, la peor de todas, de María Luisa Bemberg; Un muro de silencio, de Lita Stantic; y las dos películas argentinas ganadoras del Oscar: La historia oficial, de Luis Puenzo; y El secreto de tus ojos, de José Luis Campanella, convirtieron al Chango en un reconocido e incansable artista de la imagen. “La luz descubre las cosas, nace del negro, en donde no había algo comienza a mostrarlo” dice, casi con timidez, la voz serena y pausada del Chango mientras se suceden distintas escenas de películas y obras teatrales en las que trabajó y sigue haciéndolo desde hace 50 años. A sus comienzos como aprendiz en la etapa de oro del cine argentino, su experiencia en publicidad comercial junto a Luis Puenzo, en los años 60, lo llevará a trabajar con destacados directores y directoras de nuestro cine desde los años 80 hasta la actualidad, quienes nos darán testimonio de su trabajo junto al fotógrafo. De esa manera, las realizadoras combinan las entrevistas y las imágenes de archivo con el registro cercano de Monti durante su desempeño en la dirección de fotografía de Mamá se fue de viaje de Ariel Winograd y en la obra “La farsa de los ausentes“ de Pompeyo Audivert en el Teatro General San Martín. “Hay que tratar de lograr con la luz, el sueño de otro”, así lo expresa Monti en su rol de traductor y artífice del deseo de quienes escriben historias. Y si hay algo que se destaca en la película es cómo la pasión por el arte se transforma en la razón de ser para un hombre que se constituye y concibe a través de su oficio. El resultado de esa combinación, acompañado de la humildad y simpleza con la que trabaja junto a su equipo, hacen la diferencia. En Chango, la luz descubre, Alejandra Marín y Paola Rizzi logran un relato cálido y respetuoso sobre un hacedor de imágenes, reconocido con el Premio Astor Piazzolla a la trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2021. Un maestro que sigue reinventándose, al saber que siempre hay una oportunidad para hacerlo mejor. CHANGO, LA LUZ DESCUBRE Chango, la luz descubre. Argentina, 2021. Dirección y fotografía: Alejandra Martín y Paola Rizzi. Producción y Guión: Alejandro Hartmann. Edición: Fernando Vega/ Música Original: Ciro Hartmann Martín. Post de Sonido: Gaspar Scheuer. Cámara: Lucrecia Ferraro, Alejandra Martín, Sergio Chiossone. Sonido: Juan José Suarez, Pablo Trilnik. Jefe de Producción: Nicolás Carnavale. Asistente de Dirección: Samanta Bianucci. Duración 84 minutos.
El engaño, la estafa y la ambición suelen definir lo que conocemos comúnmente como “el cuento del tío” que da nombre a la ópera prima de Nacho Guggiardi (director del cortometraje El ssado, ganador del Concurso Historias Breves del INCAA). Su nueva película es una comedia negra costumbrista que cuenta con un gran elenco encabezado por Luis Ziembrowski y Alejandra Flechner, con Mónica Villa, Martín Slipak, Silvia Pérez y la participación especial de Jorge D’Eelía. El festejo de la cena navideña reúne a los integrantes de la familia motivados por la participación de Rodo (Jorge D´Elía), el tío millonario que los visitará después de años. Durante la comida, el tío solterón sufrirá un accidente casero que termina con su vida. Los parientes comienzan a especular con la herencia, hasta que llega sorpresivamente Gachi (Silvia Perez) la esposa del difunto que nadie conocía. Frente a la posibilidad de perderlo todo, Mario (Luis Ziembrowsky) el jefe de la familia decide esconder el cuerpo y fingir un secuestro con la complicidad de los demás. El plan que diseña para cobrarse el dinero correrá riesgos cuando todos quieran llevarse su parte. Rodada en una sola locación, la historia transcurre en el interior de una casona en la que vive una familia venida a menos. La encabeza Mario, un carnicero inescrupuloso con problemas económicos que mantiene a su esposa Rita (Alejandra Fechner) y a su hijo Rafa (Jonatan Nugnes) con retraso mental. Con ellos viven su cuñada Nélida (María de Cousadier), una viuda anticuada y fanática de la religión, con su hija Cami (Ailén Maciel) una adolescente obesa que colecciona y juega con muñecas barbies. A la reunión también se suma su otra cuñada, la verborrágica y filosa Pocha (Mónica Villa), su sobrino Emilio (Martín Slipack) acompañado de su novia Pilar (Sandra Criolani), y Vilma (Patricia Calisaya), la empleada doméstica que obligan a quedarse para servir la cena navideña. Desde el inicio, la elección de presentar a los personajes en formato animado, seguido por el plano secuencia que recorre los ambientes donde conviven, perfila nos sólo una fusión de géneros sino una película que, desde el grotesco y el sarcasmo, refleja las miserias, la hipocresía y el oportunismo en torno al dinero y a la engaño constante sobre los más débiles. La diversidad de personajes, el tono tragicómico, su dinamismo y el colocar un grupo humano ante una situación límite dentro de un mismo ambiente, recuerda el estilo de La Comunidad o Muertos de risa de Alex de la Iglesia, y tal vez por eso mismo que evoca no se distingue tanto ni genera el efecto de sus referentes. En palabras del director “Quise hacer una película que ocupara ese espacio que está entre el mainstream y el cine de autor. (…) Sabíamos que filmar esta película en tres semanas era casi imposible, entonces planificamos al detalle cada uno de los planos y transformamos una locación real prácticamente en un estudio, acustizado el espacio y construyendo parrillas de luz cenital. Cuando uno no cuenta con grandes presupuestos para filmar, hay que aprovechar hasta el último centavo. Trabajar con actores consagrados y otros que se darán a conocer fue un placer porque hubo una energía que fue vital para este proyecto”. Con destacadas interpretaciones, principalmente, la de gran Luis Ziembrowsky, su repertorio de frases e insultos emitidos durante los 72 min de película, es otro rasgo “argento” que compite con las expresiones y puteadas memorables de gran parte de nuestro cine. El acierto de Nacho Guggiardi, al igual que en El asado, es darle un giro inesperado al desenlace de una película entretenida que mezcla la investigación policial con la comedia ácida familiar, donde pondrá en juego quienes son las verdaderas víctimas y los victimarios ante “el cuento del tío”. EL CUENTO DEL TIO El cuento del tío. Argentina y Chile, 2021.Dirección: Nacho Guggiardi. Intérpretes: Luis Ziembrowski, Alejandra Flechner, Mónica Villa, Martín Slipak, Silvia Pérez, Jorge D’Eelía, Jonatan Nugnes, Patricia Calisaya, Sandra Criolani, Ailén Maciel, María de Cousadier, Danny Veleisan, Gonzalo Javier Álvarez. Montaje: Nicolás Goldbart. Director de Fotografía: Nicolás Richat. Director de arte: Augusto Latorraca. Daniel Truchi. Director de Sonido en Postproducción: Gerardo Kalmar. Director de Sonido en rodaje: Rufino Basavilbaso. Música: María Compte. Duración: 72 minutos.
La imagen del I Ching da comienzo a la película. Centrado en primer plano, una voz en off narra el significado del oráculo milenario, que ha sido consultando por la protagonista antes de su viaje. La introducción, algo enigmática y sugestiva, anticipa el carácter místico que tendrá Inmortal, el nuevo trabajo del prestigioso director Fernando Spinner (La sonámbula, Adios querida Luna, Aballay, el hombre sin miedo, La boya). Ana Lauzer (Belén Blanco) es fotógrafa y regresa a Buenos Aires, sólo para hacer unos trámites y volver a Roma, donde reside. Su llegada, la conecta al fallecimiento de su padre (Patricio Contreras) que tenía una imprenta junto a un socio, el doctor Benedetti (Daniel Fanego) un científico amante de la física cuántica, al que ella culpa por haber llevado el negocio a la quiebra. Mientras va de visita a la casa de Sara (Elvira Oneto), la esposa de su padre, va sacando fotos de la ciudad, hasta ver a un hombre idéntico a su padre. Esa imagen tan vívida, la lleva a investigar si lo que vio fue posible o sólo fruto de su imaginación. Los caminos para descubrir la verdad los encontrará con Benedetti, quien ha creado un mundo paralelo llamado Leteo, en el que los muertos y vivos pueden encontrarse. Un proyecto dirigido por Isadora (Analía Couceyro), una mujer peligrosa y poco confiable. Ana estará dispuesta a cruzar ese lumbral donde conocerá a Víctor (Daniel Velázquez), y ya nada será igual. Presentada en la Competencia Oficial de Cine Fantástico del Festival de Stiges 2020, la película de Spinner ofrece un relato fantástico que habla sobre el amor y la muerte en un contexto distópico. Cine de género, como el que acostumbra a manejar, que se acerca a los orígenes de La sonámbula (1998) y Adiós querida Luna (2004). Inmortal combina el registro cercano y realista de una Buenos Aires impresa en las fotos de Ana y en los lugares por donde se mueve, con la extrañeza de otra ciudad similar, pero construida en otra dimensión. Un escenario inanimado y solitario donde viven los muertos llamados “residentes”; sitio, donde la protagonista tomará el rol de una heroína aguerrida dispuesta a revivir el amor con su padre. La estilización de la puesta en escena traduce los cambios anímicos que enfrenta Ana, embellecida por la composición de los encuadres; un rasgo característico del realizador, sumado al trabajo de los efectos visuales en diálogo constante con los distintos planos sonoros y musicales que la componen. Las imágenes no quedan libradas al azar, siempre hay una búsqueda constante de resignificación. Inmortal logra mantener un clima enigmático y una atmósfera que se ajusta a las leyes del género. Junto a un gran elenco convocado, la película se permite reflexionar acerca de la existencia, la transformación espiritual y el amor, por sobre todas las cosas. INMORTAL Inmortal. Argentina, 2020. Dirección: Fernando Spiner. Intérpretes: Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Analía Couceyro, Patricio Contreras y Elvira Onetto. Guion: Fernando Spiner, Eva Benito y Pablo De Santis. Fotografía: Claudio Beiza. Música: Natalia Spiner. Edición: Alejandro Parysow. Dirección de arte: Juan Mario Roust. Sonido: Sebastián González. Duración: 96 minutos.
Saltarse algunas de las reglas ancestrales que rigen en un bosque, no será nada fácil para quienes viven a su alrededor, la clave será escuchar su lenguaje para proteger sus vidas. La propuesta de La forma del bosque, opera prima de Gonzalo Mellid nos acerca a una película que se inscribe en el terror sobrenatural con un gran despliegue visual. Adentrándonos en el refugio de un casa en medio del bosque, Silvia (María Paz Landa) y Andrés (Nicolás del Río) son dos hermanos que viven con su abuelo (Cucho Fernández, ícono del cine de género), quien los cuida y les enseña los secretos del bosque para no provocar su ira. Sin embargo, uno de ellos desatará el enojo de una entidad oscura que los perseguirá durante la noche. Sobrevivir hasta el amanecer será la forma de librarse de la maldición. Mellid opta por construir un relato que replica la estructura literaria de un cuento, dividiendo la película en secuencias que responden a un prólogo y tres capítulos en sintonía con el mismo libro que lee en off el abuelo de los chicos. La transmisión oral parecería responder al legado familiar y a las tradiciones que deben mantenerse, a fin de evitar la sed de venganza que alberga el lugar. Mientras escuchamos los secretos atesorados en esas páginas, las imágenes tomadas desde lo alto a través de un dron exhiben la inmensa espesura de ese bosque hasta infiltrarse en una recorrido por la belleza exuberante y desolada de su interior. De forma paralela a la historia principal y con el uso de flashback, vemos los efectos devastadores que transita un cazador (Ezequiel Pache) ante la reciente pérdida de su hijo. La desesperación lo llevará a buscar justicia dentro del bosque que también se defenderá. Ese hecho desencadenará aquello que se sospecha y se revela desde el principio, vislumbrando una atmósfera sobrenatural que encuentra cierta resistencia a mantener una tensión constante y equilibrada. El uso de efectos visuales y sonoros, con algunas apariciones fantasmales y pequeños sobresaltos intentarán potenciar el enigma. A tono con un mensaje ambientalista que subyace en relación a la depredación del hombre frente al ecosistema, los personajes se perfilan en función de su relación y adaptación al entorno, poniendo a prueba su capacidad de creer en ese algo especial llamado “verde” que le teme al poder del fuego y lucha por preservarse. La dicotomía entre quienes creen o van en contra de las reglas naturales, se verá en el comportamiento de los hermanos; mientras Andrés muestra su rebeldía adolescente con cierta intolerancia y violencia, la pequeña Silvia que, apenas esboza alguna palabra y la definen como “especial”, mantiene un lazo cercano al bosque del que parece traducir su relación en los dibujos que predicen los sucesos. Al pequeño elenco, se suma una mujer a la que vemos en un viejo retrato en la casa del abuelo, interpretada por Magui Bravi, aportándole esa cuota de erotismo y maleficio propio de seres que cohabitan en un mundo paralelo. Aunando los elementos iconográficos del cine de género en una película ambiciosa con formato de cuento, el realizador platense recibió la mención como Mejor Director en el Nox Film Fest, en Uruguay (2020) por su cortometraje de terror Cenizas en el Buenos Aires, el cual fue exhibido en Estados Unidos dentro de la selección oficial del festival Telluride Horror Show. Con referencias a películas emblemáticas del estilo de Evil Dead de Sam Raimi, La Aldea de M. Night Shyamalan o La Bruja de Robert Eggers, la película de Milled diversifica la información de un guion que apela a los indicios o supuestos que el espectador deberá hilvanar en busca de sentido. La propuesta, que tropieza con algunos baches desde lo formal, combina lo tradicional del género con cierto esteticismo visual, intenta mantener vivo el carácter mítico de los bosques encantados. LA FORMA DEL BOSQUE La forma del bosque. Argentina/Uruguay/Nueva Zelanda, 2020. Dirección y guion: Gonzalo Mellid. Intérpretes: Chucho Fernández, Magui Bravi, María Paz Arias Landa, Nicolás Del Rio, Ezequiel Pache, Felipe Corvalán. Dirección de Fotografía y Cámaras: Kasty Castillo. Sonido Directo: Ezequiel Brodsky. Dirección de Arte: Paola Tolosa y Guillermina Salas. Maquillaje y FX: Yanel Castellano.Duración: 87 minutos.
La calidez de una cocina es el escenario propicio para alimentar de historias reales a los comensales y mantener, en cada plato, la memoria viva de las tradiciones culturales armenias. Historias colectivas de inmigrantes, de sobrevivientes a la feroz deportación ocasionada por el genocidio armenio, donde fueron asesinados entre un millón y medio y dos millones de personas por el entonces Imperio Ottomano, entre 1915-1923. Escrita y dirigida por el cineasta Alejandro Magnone (Subte-Polska, 2015) El secreto de Maró está protagonizada por la gran Norma Aleandro, acompañada por la talentosa Lidia Catalano, junto a un gran elenco compuesto por Manuel Callau, Analía Malvido y Héctor Bidonde, entre otros. Maró (Aleandro) es una rigurosa y exigente cocinera de más de noventa años que prepara platos exquisitos. La acompaña su amiga y cocinera armenia Luisa (Catalano) y Rita (Malvido) quienes tratan de preservar el restaurante frente al inminente cierre que quiere darle Jorge (Callau) el presidente del club, a fin de alquilarlo y obtener más ganancia. En medio de esa interna que transcurre en el 2005, una representante de la embajada armenia en Buenos Aires (Florencia Raggi) realiza un censo en la biblioteca del club, destinado a los sobrevivientes del genocidio que deseen buscar y averiguar sobre el destino de sus familiares. Maró se resiste a hurgar en su pasado doloroso, pero el acercarse a la verdad le dará un giro inesperado y necesario para su vida. La composición del personaje protagónico tiene la simpleza y espesura necesaria para dar cuenta de la fortaleza y carácter concentrado en una mujer atravesada por el desarraigo de su tierra y despojada de su familia, quien llegó a un país que le dio una segunda oportunidad, como a tantos otros inmigrantes. Detrás de esa coraza envuelta en frialdad y malhumor hacia los demás, la sensibilidad y calidez de Maró se demuestran en los pequeños actos cotidianos: la caja donde guarda sus pocas pertenencias y secretos, el cuidado de sus plantas de eneldo, la forma en que cocina, como los dibujos que realiza sobre su historia, a falta de fotos que preserven la memoria de lo que fue. Junto a Maró, la fusión con los personajes de Luisa y Rita forman un triángulo compacto de amistad, solidaridad y compañerismo tal, que funciona para darle matices a un relato emotivo, de tono intimista y nostálgico. A la calidad interpretativa de sus actrices y a la adecuada ambientación, el guion de Magnone se orienta a reivindicar la importancia del testimonio sobre el pasado como la importancia de transmitir el legado cultural a las nuevas generaciones para que conozcan la verdadera historia y preserven la cultura de su pueblo. En palabras del director: “Elijo a través de la ficción un mundo posible y esperanzado, que anhelo trascienda hacia la realidad. La identidad de nuestro país está atravesada por muchas de estas historias de inmigrantes que escaparon de guerras, hambrunas, persecuciones y llegaron aquí, y pudieron abrirse camino. Hablar de Armenia es hablar de Argentina, de nosotros, de nuestros antepasados, es hablar de nuestra historia, de lo que somos.” El secreto de Maró que, tuvo su premiere mundial en el 18º Golden Apricot Yerevan International Film Festival de Armenia, formando parte del Programa Especial Yerevan Premieres, llega a la cartelera comercial para acercarnos a un tema aún pendiente de ser reconocido como genocido. Sin duda, las huellas indelebles que dejó en las vidas de tantos hombres y mujeres permite, como en el tatuaje que lleva Maró en su brazo, reafirmar la identidad de nuestros orígenes para saber quienes somos y de dónde venimos. EL SECRETO DE MARÓ El secreto de Maró. Argentina, 2021. Guion y dirección: Alejandro Magnone. Intérpretes: Norma Aleandro, Lidia Catalano, Analía Malvido, Manuel Callau, César Bordón, Florencia Raggi y Héctor Bidonde. Fotografía: Sebastián Aramayo. Música: Pablo Bronzini. Distribuidora: Cinetren. Duración: 86 minutos.
La nueva propuesta cinematográfica de ficción del director Juan Baldana (Sintientes; Arrieros; Raúl. La democracia desde adentro; Los del suelo; Los Ángeles) resulta un fiel testimonio de la crisis en tiempos de pandemia, que nos acerca a dimensionar la obra de Silvio Gesell, quien estudió las alternativas económicas que nos permitirán desarrollar una sociedad más justa y equitativa. Desde el inicio, las tomas aéreas sobrevuelan la ciudad de Buenos Aires atravesando sus calles y plazas despobladas. Los espacios vacíos remiten al estado de aislamiento social y preventivo de los ciudadanos. Frente a ese escenario cuasi apocalíptico y desconcertante, la población vivencia el desempleo, la crisis económica y la falta de productividad. A partir de ese contexto distópico que invita a repensarnos, la historia girará entorno a su protagonista, Rodo (destacada interpretación de Miguel Di Lemme) un abogado con poco trabajo, que atraviesa una crisis de pareja con Milena (María Canale) y se encuentra abocado a la escritura de un libro sobre el pensador alemán Silvio Gesell, que llegó a la Argentina en 1887 creando una teoría, a partir de la crisis que se vivió en 1890, sobre la economía natural en la que el dinero circule sin acumularse. De esa forma lograba la reactivación económica, la generación de empleo, el estímulo de la demanda, y la mayor recaudación fiscal para evitar la inflación. Mientras el virus avanza sin discriminar y falla el sistema sanitario en asistir, Rodo se enferma y su editor, Macintosh (Lautaro Delgado Tymurk) lo intima para que entregue el manuscrito, del que sólo le importa el rédito económico. Ante tantas presiones, Rodo hará lo imposible para luchar contra el sistema a fin de transmitir a la gente el pensamiento de Gesell, el cual ayudará a enfrentar el capitalismo salvaje en el que vivimos. Rodada, en su mayor parte, en el interior del departamento del protagonista, la cámara sigue de cerca las rutinas y el proceso de adaptación a la pandemia y a la soledad, mientras el joven lidia con estados febriles que retrasarán su ansiado proyecto. La construcción de la atmósfera, cada vez más asfixiante, responde a la psiquis de un personaje presionado por la urgencia de hacer algo por la comunidad. Si el espacio se muestra comprimido, el tiempo se dilata por el encierro, y la información externa llega a través del sonido fuera de campo o de videos llamadas que dan cuenta de lo que sucede a su alrededor, con la ambivalencia que oscila entre lo detenido y lo que fluye, como el nacimiento de su sobrino. Bajo esa extrañeza, el delirio provocado por la fiebre crea imágenes oníricas sobre la figura de Gessell (Pablo Nuñez) o en los paisajes marítimos de la localidad que lleva su nombre como homenaje. Esas imágenes no sólo dan aire y luz ante el clima de escenas opresivas sino que reconstruye el ideal al que aspira Rodo como hombre y discípulo del teórico alemán. Como en Sintientes (2020), documental que respondía al lema “una transformación es posible”, Baldana vuelve a abordar con solidez visual y narrativa una problemática en relación a los cambios de paradigmas necesarios para mejorar las desigualdades y opresiones causadas por el neoliberalismo. Y también elige hacerlo desde personajes que responden y simbolizan valores humanos, como vimos en Los del suelo (2015), que luchan mancomunadamente para cambiar la realidad y defender a los más vulnerables. Desequilibrados refleja la inmediatez para actuar contra el sistema en busca de ese equilibrio pensado y propuesto por hombres como Gesell, del que poco se sabe o se prefirió olvidar, a pesar de haber sido fuente de toda la disciplina económica del siglo XX en el mundo. DESEQUILIBRADOS Desequilibrados. Argentina, 2021. Dirección: Juan Baldana. Guion: Juan Baldana y Julio Archet. Intérpretes: Miguel Di Lemme, Maria Canale, Lautaro delgado Tymruk, Jorge Román, Luis Ziembrowski, Natalia D´Alena, Pablo Nuñez, Julio Cesar Archet, Nicolás Schneider. Montaje: Leandro Aste. S.A.E. Fotografía: Alejandro Giuliani- ADF. Cámara y dron: Santiago Lopez Basualdo. Sonido: Pablo Irrazabal. Música: Sergio Vainicoff. Dirección de Arte y Vestuario: Lucila Presa. Duración: 92 minutos.
Referente del cine de género fantástico y terror (Plegaria del vidente, Resurección, Luciferina), Gonzalo Calzada nos acerca una historia compleja y dramática sobre la vejez, el abandono, las cuentas pendientes y la (des)memoria. Sin dejar el estilo que caracteriza sus películas, el drama se potencia desde el suspenso y la atmósfera fantasmagórica que la envuelve. Protagonizada por el gran Pepe Soriano, que a sus 91 años, sigue deleitándonos con sus memorables interpretaciones, el elenco se completa con la talentosa Marilú Marini, junto a Lautaro Delgado Tymruk, Desirée Salgueiro y Nicolás Scarpino, entre otros. Ulises (Soriano) está cerca de cumplir cien años y los recuerdos pueblan su mente como fantasmas indomables. ¿Cuánto hay de real o de imaginario en lo que percibe? Su desorientación espacio-temporal o ciertos olvidos lo vuelven más sensible y vulnerable. La memoria también lo abandona por momentos y la realidad ya no es un territorio que domina con soltura. El afuera lo asusta y hay más peligros que antes, como le advierte Daniel (Delgado Tymruk), el encargado del edificio que siempre está atento a sus necesidades. Pero una noche distinta a todas, un hecho extraño protagonizado por la joven Elena (Salguiero) su vecina de arriba, lo obligará a Ulises a enfrentar sus miedos y saldar cuentas con un pasado que lo aqueja. Entre la certeza, la paranoía y la alucinación, él se pondrá a prueba antes que el tiempo se lo impida. Desde el inicio, las imágenes nos sitúan en la infancia de Ulises cuando se enamoró de Dalia (Marini) jugando a la escondida. La carga afectiva de ese recuerdo siendo niño, que vuelve una y otra vez, dialoga con el anciano que ahora es; un recurso que recuerda aquel cuento grandioso de Borges llamado el “El otro”, donde el autor siendo protagonista se reencuentra, ya mayor, con su alter ego más joven en una charla que dimensiona el tiempo y combina lo real con lo onírico. Esa oscilación entre pasado y presente, lo imaginario o lo certero, en la película se va narrando como síntoma de la demencia senil que atraviesa Ulises en sus últimos años de vida. La fragilidad y desprotección que definen el perfil del personaje como el contexto que lo rodea, se verán trastocados a partir del accidente de su vecina en medio de la noche, una fatalidad que irrumpe en la historia desviando el relato dramático hacia un thriller psicológico en el cual el espectador queda envuelto en la misma confusión que habita en sus protagonistas. “La historia está inspirada en mis abuelos, en el tipo de relación que tenían entre ellos, comenta el realizador. Traté de contar cómo la pérdida de la memoria de una persona puede operar como una liberación de trabas emocionales y mostrarla por primera vez libre y plena, como cuando era un niño”. Al tono nostálgico de la narración, Calzada recurre a la mezcla de géneros, la experimentación visual, sonora y temporal como a los efectos especiales para generar mayor tensión y extrañeza alrededor de los personajes, los cuales se insertan en una atmósfera tensa, desconcertante y, por momentos, tan asfixiante como ese departamento oscuro y añejo donde se desarrolla la película, casi en su totalidad. Un refugio de contención para la pareja de ancianos frente al afuera amenazante que golpea e intenta despojarlos. En su recorrido por diversos festivales internacionales Nocturna obtuvo el premio a la Mejor Película Iberoamericana del Festival Macabro (México), como los premios al Mejor actor, Pepe Soriano y a la Mejor actriz, Marilú Marini, en la Competencia Iberoamericana de la 17º Edición del Fantaspoa (Brasil). También fue seleccionada en la B3 Biennale (Frankfurt); al Shangai Internactional Film Festival y al FrightFest (Reino Unido) entre otros. Escrita y dirigida por Gonzalo Calzada, la ambición de la propuesta se completa con una novela homónima y otra versión cinematográfica: Nocturna Lado B, de corte más experimental que la anterior, conformada por monólogos, pensamientos y pasajes mentales de Ulises, que podrá verse más adelante y en forma conjunta con la primera versión. Intensa, laberíntica y con destacadas interpretaciones, Nocturna se adentra con cercanía a reflejar el proceso de deconstrucción de un hombre que lidia con los avatares del paso del tiempo y el abandono a través de la fusión de lenguajes y diversos climas que enfatizan, aún más, la cercanía de lo irreversible. NOCTURNA Nocturna. Argentina, 2021. Dirección y guion: Gonzalo Calzada. Intérpretes: Pepe Soriano, Marilú Marini, Lautaro Delgado Tymruk, Desirée Salgueiro, Nicolás Scarpino, Jenaro Nouet, Mora Della Vecchia, Javier Rosón, Marina Artigas. Director de Fotografía: Claudio Beiza. Cámara: Fernando Blanc. Directora de Arte: Alicia Vázquez. Vestuario: Laura Vega. Jefa de Producción: Leticia Tapia. Música Original: José María Lassaga, Federico San Millán y Eduardo Frigerio. Duración: 106 minutos.
Luego de su exitoso recorrido por grandes Festivales Internacionales y elegida para inaugurar la próxima edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas (Jujuy del 1ª al 10 de octubre), se estrena en salas Karnawal, la ópera prima del director Juan Pablo Félix (aquí la entrevista) que combina con acierto y solidez una historia que reivindica la danza como expresión y refugio para hallar la felicidad, no sólo para darle sentido a la vida sino para escapar de un contexto ominoso. Bailar malambo es sinónimo de felicidad y libertad para un joven jujeño de origen humilde llamado Cabra (Martin López Lacci) que vive con su madre (Mónica Lairana) y su pareja, Eusebio (Diego Cremonesi) en un pueblo de cercano a Bolivia; un país donde el joven pasa mercadería para ganar dinero fácil a pesar de los riesgos. Mientras ensaya para presentarse en una competencia de malambo a la que aspira ganar, la aparición de su padre, el Corto (Alfredo Castro) que sale en libertad condicional luego de siete años en prisión, cambiará el rumbo de las cosas, exponiendo los conflictos familiares de los que intenta escapar y evadirse mientras baila. De cara a los distintos conflictos que enfrenta el protagonista a diario, el contraste con los momentos musicales en los que disfruta bailar con su grupo, y la belleza del paisaje norteño como escenario, se van combinando para desarrollar una road movie que hará foco en la incomprensión, en la ausencia de la mirada y en la carencia de una imagen paterna durante el proceso de crecimiento. Pero Karnawal no se queda en el drama familiar ni en las ambiciones aspiracionales de un joven bailarín, sino en cómo influye su contexto más cercano, como el de su padre, ya que su conducta y los planes a futuro conducirán el relato hacia el thriller de acción donde la tensión de los hechos irá in crescendo a medida que descubren quiénes son y cómo eligen vivir. “¿Dónde nos refugiamos cuando somos adolescentes y el mundo adulto que se nos impone viene con muchas más preguntas que respuestas?” expresa su realizador, quien en su adolescencia también fue bailarín y tuvo que abandonarlo; esas preguntas se desprenden del gesto de Cabra con su constante enojo y rebeldía, como en el enfrentamiento hacia sus padres. La cámara de Felix se inserta en el núcleo familiar como en el interior del auto para captar la dificultad de sus vínculos y los procesos internos que atraviesan. En coproducción con varios países Latinoamericanos y de Europa, la película logró su consagración en el Festival de Cine de Málaga donde obtuvo los premios a la Mejor película iberoamericana (Biznaga de Oro)y al Mejor actor de reparto para Alfredo Castro. También ha sido ganadora de los premios a Mejor director para Juan Pablo Félix y, nuevamente, al Mejor actor para el chileno Alfredo Castro, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, entre otras distinciones. Karnawal da luz a nuestras raíces culturales al situar la historia en el marco del carnaval norteño como del folclore que se respira en las imágenes. También eligió combinar géneros con los que logra diversos climas desde la puesta en escena y la musicalización a cargo del compositor Leonardo Martinelli, también premiado en el Festival de Toulouse. Finalmente, las destacadas interpretaciones de sus protagonistas logran una película dinámica e interesante que nos permite acercarnos a un realizador que seguramente nos seguirá sorprendiendo gratamente. KARNAWAL Karnawal. Argentina/Chile/Brasil/México/Bolivia y Noruega, 2020. Dirección y guion: Juan Pablo Félix. Intérpretes: Martín López Lacci;Mónica Lairana, Diego Cremonesi y Alfredo Castro. Director de Fotografía: Ramiro Civita. Montaje: Eduardo Serrano (Brasil) – Luz López Mañe. Diseño de Sonido: Lena Esquenazi (México). Dirección de Arte: Daniela Vilela (Brasil). Vestuario: Regina Calvo (Bolivia) y Gabriela Varela. Música Original: Leonardo. Martinelli – Tremor. Duración: 97 minutos.
Se agota el amor de pareja?. ¿Qué es el amor? Definirlo es acercarnos a un terreno más filosófico, que fue pensado e interpretado de múltiples maneras desde Platón hasta Darío Sztajnszrajber. Pero ¿Qué hay en el amor para que dos personas estén juntas 50 años o más? Partir de esa pregunta tan existencial como atemporal fue el disparador de la comedia documental codirigida por los cineastas y docentes Víctor Cruz (Boxing Club, ¡Que vivas 100 años!; Taranto) y Alejandro Vagnenkos (Jevel Katz y sus paisanos, Escuela Trashumante). Desde el comienzo, el relato en primera persona de Alejandro guía la narración atravesando distintas situaciones que le aportan esa cuota de humor mezclada con neurosis, miedos y sarcasmo, que va asociándose al estilo tan característico de la comedia judía, donde la autorreferencia funciona por la universalidad de los temas y situaciones que tratan sus personajes. En este caso, la crisis de Alejandro al llegar a la mediana edad, estar casado hace treinta años y que sus padres cumplan 50 años de matrimonio, lo llevó a indagar y reflexionar sobre el amor, el destino, y el cómo elegimos vivir y sentir. “¿Por qué en una época donde nada es para siempre hay personas (como yo) que apuestan a seguir juntas toda la vida?, se pregunta Alejandro. Para averiguarlo hace diferentes cosas hasta que decide junto a Víctor entrevistar a muchas parejas que hayan llegado a 50 años o más, haciendo un casting que formará parte de la película que vemos construirse a sí misma. Frente a cámara los testimonios le aportan vivencias, costumbres, nostalgia y ternura. Hay amores de todo tipo e historias de lo más diversas. Sin embargo, a todos los une un mismo denominador común: el creer en el amor. Luego de su exhibición en el Bafici 2021, el estreno de Dorados 50 combina el documental con la ficción con originalidad y libertad, invitando al espectador a empatizar y reflexionar sobre uno mismo y sus vínculos. “Me dieron muchas ganas de acompañarlo, dice Víctor, me intrigó mucho saber cómo era eso que le estaba pasando y que no falta mucho para que me pase a mí también (…) La película es un tour de force que nos llevará mediante la búsqueda personal a explorar territorios universales, a rastrear las pistas que nos expliquen qué motiva a estas parejas a compartir cinco décadas de amor”. La amistad y el trabajo como realizadores que comparten Cruz y Vagnenkos desde hace más de veinte años, los llevó a unirse en la primera película en codirección que llevan adelante. En ella apostaron a un género atípico dentro del documental, equilibrando sus intereses, estilos y miradas. Dorados 50 logra ser tan entretenida como reflexiva, porque permite expresar en imágenes y en la voces de sus protagonistas, vivencias que hacen a los lazos de amistad, compañerismo y amor que sólo el cine puede mostrarnos con tanta naturalidad. DORADOS 50 Dorados 50 Dirección y guion: Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz. Dirección de fotografía: Lucio Bonelli, Diego Poleri, Nicolás Pittaluga y Víctor Cruz. Protagonistas: Carlos Skliar, Jorge Gismondi, Marcela Urtasun, Julieta Escardo, Norma Beatriz Del Pup, Juan Carlos Gutiérrez, Miguel Ángel de Piero, Mirta Norma Andrusiw, Norma Castillo, Martha Sosa, Jorge Weiss, Norma Shimamoto, Kinji Imamura, Marta Alessio, Ángel Suchera, Alejandro vannelli, Ernesto Larrese, Roberto Pagliarini, María Inés Corrales, Franco Laso, Blanca Sara Vecchio, Any Katz, Jaime Tarasow, Maria Celia Ramras, Francisco, Horacio Voogd, Nélida Antonia Pedroza, Jorge Armando Fasce, Gabriel Brener, Gustavo Galli, Pablo Pais, Martín Waldman, Aida Tenenbaum, Javier Vagnenkos. Dirección de Sonido: Francisco Seoane. Montaje: Jimena García Molt. Música original: Francisco Seoane. Cámara: Aylen Lopez, Hernán Luna, Rafael Kogan. Duración: 74 minutos.
A sus 86 años de edad el cineasta franco griego Costa Gavras sigue fiel al thriller político que lo caracterizó desde sus comienzos con Z (1969) y en gran parte de su filmografía posterior (La Confesión, Estado de Sitio, Amén), pero su madurez se ajusta a los cambios de paradigma en relación al dominio económico por sobre el ideológico que nutrió a sus películas de los setenta. En Adults in the room (2019) narra la crisis social y política de Grecia en el 2015, bajo un tono tragicómico donde ironiza y destruye la imagen de los grupos de poder concentrados. Y lo hace no sólo desde el título mismo de la película sino también desde el retrato que construye al exponer las internas, las pujas de dominio y el manejo despiadado de los países e instituciones que integran la Unión Europea, encabezada por Alemania junto al Fondo Monetario Internacional que a expensas de beneficiarse, someten a los griegos a sobrevivir mediante su plan de recortes salariales, suba de impuestos, y ajustes caprichosos en la economía, empujando al pueblo a un futuro incierto dominado por una crisis eterna. (Y nosotros algo de eso sabemos). Basada en el libro del exministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis “Comportarse como adultos: Mi batalla contra el establishment europeo” (2017), la historia se traspasa al cine donde el protagonista es el exministro de finanzas interpretado por Christos Loulis (que se monta el personaje al hombro con un idealismo exultante), desde donde relata la odisea que vivió el partido de izquierda Syriza, tras haber ganado las elecciones presidenciales en el 2015. Su partido encontró un país en grave crisis socioeconómica e institucional, al que prometió sacar adelante, levantar la economía y apostar al crecimiento, renegociando la deuda en la que estaban sumergidos. La película parte de un registro documental que toma imágenes sobre aquellas jornadas en las que el pueblo, luego de siete años de recesión, le ponía las fichas a sus nuevos gobernantes y ansiaba un alivio para sus vidas. Pero inmediatamente, ese inicio esperanzador nos sumerge en el recorrido laberíntico y agotador del ministro de finanzas por los principales países de la eurozona a fin de presentarles el plan de renegociación de la deuda. Frente a una situación extrema que parece siempre a punto de explotar, la tensión se distribuye como en un juego de estrategia en el marco de esas reuniones a puerta cerradas en la que todos apuntan contra la misma víctima: Grecia. Costa Gavras atina con solidez a mostrar la intimidad e hipocresía de interminables negociaciones y memorándums que se redactan de cara a cómo impactan en los medios, frente a los cuales, preocupa más la imagen que favorezca a sus propios intereses que el contenido argumental de una idea. A tono con la temática, las caracterizaciones asociadas a referentes como Crhistine Lagarde o Angela Merkel resultan en la medida que ponen al descubierto las contradicciones, el sometimiento, el compromiso y las tradiciones partidarias en torno a la personalidad del Primer Ministro (Alexandros Bourdoumis), como del resto de su gabinete. Atento al impacto en el espectador, Costa Gavras parte de la crisis griega para proyectar una problemática que afecta a muchos países de latinoamérica, pero al hacerlo la película se vuelve un tanto verborrágica, pedagógica y demasiado explicativa, al tiempo que intenta demostrar la fragilidad de los sistemas democráticos y la necesidad de mantener pueblos subyugados. Ganadora del premio de Donostia en la 67 Edición del Festival de San Sebastián, A puertas cerradas combina diversos géneros, fusiona la realidad con la ficción, y agrega para matizar algunos elementos del teatro griego y una coreografía musical que invita, de una manera muy particular, a reflexionar sobre los mecanismos económicos dominantes. A PUERTAS CERRADAS Adults in the Room. Francia, 2019. Dirección y guion: Costa Gavras. Libro: Yanis Varoufakis. Intérpretes: Christos Loulis, Alexandros Bourdoumis, Ulrich Tukur, Josiane Pinson. Edición: Lambis Haralambidis. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Giorgos Arvanitis. Distribuidora: CDI Films. Duración: 127 minutos.