A Stone (Edward Norton), un presidiario que purga una larga condena, se le presenta la oportunidad de salir anticipadamente de la cárcel. Pero para ello debe convencer al viejo Jack Mabry (Robert De Niro), un oficial de libertad condicional que está a punto de jubilarse. El funcionario judicial es un hombre aferrado a la religión pero con un pasado no tan virtuoso. La interesante propuesta del director John Curran incluye a la inquietante Milla Jovovich, encarnando a la esposa de Stone, que se suma a la historia iniciando un peligroso juego de seducción destinado a capturar la atención de quien tiene en sus manos la libertad de su esposo. Interminables diálogos desinflan una prometedora tensión inicial apoyada en el contrapunto de los personajes centrales y la historia decae sin posibilidades de remontar vuelo.
Un científico estadounidense llega a Berlín junto a su esposa para presentar el descubrimiento de un colega que salvará del hambre a la Humanidad. Pero un accidente automovilístico lo sume en la oscuridad del coma y, cuando reacciona, descubre que nadie lo reconoce. Con Liam Neeson encarnando con demasiada rigidez al científico desorientado y con el telón de fondo de la ciudad alemana que soporta una nevada interminable, comienza a desarrollarse una historia que, por momentos, cobra un vértigo desproporcionado. El personaje encuentra en una inmigrante bosnia su contrafigura y ambos inician una carrera por las calles berlinesas, tan vertiginosa como de final inverosímil. Nadie es quien dice ser, ni nada es lo que aparenta. Una buena actuación de Bruno Ganz y la belleza de Diane Kruger justifican el divertimento.
Una fábula que desnuda su fragilidad Las tradiciones son ricas en leyendas y, entre éstas, hay algunas que todavía circulan en el norte de Irlanda, donde aún se habla de las ondinas, seres que pertenecen al mar pero que pueden establecer relaciones con los humanos. Apoyado en esta creencia popular, el director de "Amor sin límites" entrecruza las vidas de un pescador joven y separado, que convive con su pequeña hija enferma, y la de una mujer que queda atrapada en las redes de un barco pesquero. Basado en ese punto de partida, Neil Jordan presenta una historia que mezcla esperanzas con realidades y que se va macerando lentamente en un romance que une a la pareja que terminan formando el pescador y la joven rescatada. La pequeña hija del marino es quien alimenta el ancestral mito de la ondina, quizá porque sea quien más sufre la desesperanza a la que la lleva una cruel enfermedad y sueña con algún poder sobrehumano que consiga poner las cosas en su lugar. Con correctas actuaciones de Colin Farrel y Stephen Rea, y la sugerente presencia de Alicja Bachleda, la película se mantiene a flote. Más allá de que lo mágico rápidamente se revela como apariencia vacía y la realidad –como siempre sucede- resulta mucho más pedestre, la excelente fotografía del filme, los escenarios y la música con que cuenta la obra, justifican sentarse en una butaca durante los 103 minutos que dura la proyección.
El valor de lo perdido Milo es un chico de 9 años que ya comienza a necesitar un espacio propio. Sin embargo depende mucho de su mamá, aunque le molesten sus controles. Pero la vida lo pone frente a una angustiante realidad: su mamá es secuestrada por marcianos que necesitan con urgencia alguien que les enseñe a las madres marcianas cómo se atiende a los niños. Rápidamente el chico advierte que se quedará sin comida, ropa limpia y orden en su casa. Además ama a su mamá, por lo que no duda en sumarse a la expedición como polizón en la nave espacial y acompañar a su madre con el objetivo de liberarla y traerla de vuelta a su casa. Más allá de las interpretaciones que las feministas harán del tema central de la historia, hay que decir que la película cuenta con un argumento que cautiva a los chicos: mucha aventura con ritmo sostenido.
El filme que dirigió Héctor Olivera redondea un buen fresco sobre la realidad de un sector poderoso de la sociedad argentina de la década del 30. Entonces, como hoy, también se discutía el rol del empresariado periodístico en el entramado político nacional. Natalio Botana, factotum del diario Crítica –uno de los periódicos más importantes de la historia argentina por los escritores que pasaron por su redacción- convocó al pintor mexicano David Alfaro Sequeiros a plasmar una obra en el sótano de una de sus casas y terminó convirtiéndose en el amante de su mujer. Una jugosa página de la historia argentina de siglo XX le sirvió de ventana al director para asomarse a un importante fragmento del pasado. El personaje encarnado por Luis Machín es un inagotable filón que da para la realización de varias películas.
Una lección moral que queda fuera de tiempo El director Richard Kelly toma un cuento de Richard Matheson y realiza una película que transcurre en 1976. Este detalle será, a la postre, uno de los pocos valores rescatables del filme, ya que la reconstrucción de la época es muy buena. Con pequeñas variantes y adaptaciones, ésta es una nueva visita al "Fausto" de Johann W. Goethe. El Mephistopheles de "La caja mortal" está encarnado por un hombre que representa a intereses desconocidos, y Fausto es una mujer: Cameron Diaz, personificando a una profesora casada con un aspirante a astronauta, ambos en bancarrota. La propuesta es la misma de la novela original: cambio de valores morales por valores en efectivo. Quizá un argumento un poco pueril para los días que corren. Pero se trata de una historia –algo larga y sinuosa–, con actuaciones correctas, pero carente de la tensión necesaria como para involucrar al espectador.
Una pareja estadounidense de clases media intenta mantener a flote un matrimonio que amenaza con naufragar a corto plazo. En la desesperada búsqueda de una solución descubren a un extraño gurú que puede salvarlos. La opción es viajar a una exótica isla tropical, pero necesitan que sus amigos los acompañen para abaratar el viaje. Si bien el director parte de una premisa bastante inconsistente, el desarrollo de la comedia consigue atraer el interés del espectador apoyado en algunos contratiempos que los forzados turistas deben afrontar. El esperado placer en medio de un paisaje que "parece un fondo de pantalla", como señala uno de los protagonistas, sucumble ante el rigor y la obediencia impuestos en un lugar en el que la disciplina suena a mala palabra. Una comedia extremadamente liviana, para pasar el rato.
En un mundo de posguerra atómica, un viajero solitario camina rumbo al Oeste. Su misión es transportar el último ejemplar de un libro que es codiciado por un hombre que pretende crear un reino de terror. Los directores Allen y Albert Hughes narran una historia épica con Denzel Washington y Gary Oldman como enemigos tan irreconciliables como el bien y el mal. Con ritmo sostenido y algunos trazos gruesos en las acciones violentas, los directores dibujan una historia que entretiene y apabulla por su atmósfera opresiva y oscura. Sin embargo, el mayor acierto del filme radica en lo que no se ve: los sentimientos de sus protagonistas. El canibalismo cunde entre los sobrevivientes y la violencia es la moneda de cambio. Una historia entretenida y, por momentos, inquietante sobre lo que puede deparar el futuro.