Repleta de lugares comunes, la historia real del grupo de fuerzas especiales, el primero en emprender una misión en Afganistán tras el 11 de Septiembre, contiene escenas y diálogos que son la definición del cliché hollywoodense. Sin embargo, el film tiene algunos elementos atractivos: uno de ellos es la construcción del protagonista, el capitán interpretado por Chris Hemsworth, presentado como un hombre cuyas armas son su inteligencia y su capacidad discursiva. Esto lo hace un tipo de héroe de acción distinto y le otorga originalidad a esta película que no ofrece demasiada reflexión sobre la guerra, pero sí buenas secuencias de acción.
El cavernícola: diversión para toda la familia l cavernícola divierte desde el primer minuto. Los chistes son sencillos y, a diferencia de muchas películas destinadas a toda la familia, no hay una separación clara entre lo que divertirá a niños y a adultos. Su humor está pensado para que todos se rían juntos, sin subestimar a nadie, lo cual promete una muy buena experiencia familiar. La nueva película de Nick Park ( Wallace and Gromit) toma la estructura y características narrativas de los films de deportes, contando una muy imaginativa prehistoria del fútbol, con cavernícolas que tienen que aprender a jugarlo para salvar el valle en el que viven de la codicia de un aristócrata de la Edad de Bronce. El protagonista, el villano y cada uno de los cavernícolas son prototipos clásicos de cualquier cuento infantil pero todos ellos tienen características propias y toques excéntricos que los hacen únicos. Es fácil olvidar la complejidad de la técnica de animación stop-motion al ver El cavernícola porque los personajes y la historia se llevan toda la atención del espectador. Se trata de un trabajo muy sofisticado pero cuyos resultados son simples, en el mejor sentido de la palabra. Así forma y contenido mantienen una perfecta armonía. Como toda película familiar, el film de Park contiene enseñanzas sobre la confianza en uno mismo y la búsqueda de la identidad, etcétera, pero no resulta aleccionadora ni sensiblera. La diversión es lo primero.
El pájaro loco: innecesaria resurrección fílmica Todos los clichés de la película familiar conviven en este film: padre abogado despiadado con novia antinaturaleza que usa tacos altos en un bosque; villanos idiotas a la Mi pobre angelito (pero menos divertidos). Se suma un pájaro carpintero que muchos creían extinto (vale para ficción y realidad), único personaje animado de la película, que habla a cámara, se hace el canchero y resulta insoportable. La convivencia estética del CGI y la acción en vivo no es muy armoniosa. Por otro lado, se nota que la inclusión del Pájaro Loco solo responde a la necesidad de tener un nombre reconocible para vender la película, ya que cuesta poco imaginarse a otro en su lugar.
Requiem para un film olvidado: entre lo cotidiano y lo simbólico El realizador Ernesto Baca entrega un manifiesto/ensayo sobre su relación personal con el material fílmico y en contra de lo que llama "cine de masas". Siguiendo una narrativa no tradicional, organizada por las ideas expresadas en textos leídos en voz en off por el mismo director (inspirados en La sociedad del espectáculo, de Guy Debord), una serie de imágenes de distintas texturas muestran la belleza de ese fílmico que Baca y otros cineastas quieren salvar de su extinción. La película está enamorada de la naturaleza "imperfecta" del fílmico y de la materialidad de sus procesos (cortes físicos, posibilidad de pintar el negativo). Las imágenes, que mezclan lo cotidiano y lo simbólico, son cautivantes y abiertas a la lectura del espectador a pesar de que los textos, de intenciones poéticas y didácticas, le quitan algo de ese poder.
La Navidad de las madres rebeldes: sólo grandes actrices En los créditos finales de El club de las madres rebeldes, las protagonistas del film aparecían con sus verdaderas mamás. Esas interacciones eran lo mejor del film y generaron la idea de una secuela enfocada en las relaciones madre-hija. Tal como sucedía en la película original, dos guionistas y directores, Jon Lucas y Scott Moore, están a cargo de decidir lo que les divierte y conmueve a las mujeres. La premisa de ambos films es mostrar que las madres también pueden divertirse como hombres, porque se supone que hay un valor en eso y hasta suena feminista (spoiler, no lo es). Pensar en una comedia zarpada desde un verdadero punto de vista femenino parece que no divierte tanto. De todos modos, el género de los realizadores no es el problema; sí lo son las situaciones humorísticas poco originales y los personajes de cartón. A pesar de todo, La Navidad de las madres rebeldes resulta graciosa por momentos y hasta puede llegar a emocionar, mérito absoluto de un elenco de actrices brillantes. Christine Baranski, Cheryl Hines y Susan Sarandon interpretan a las madres agregándoles humanidad a esos personajes esquemáticos; lo mismo hace Kristen Bell. Pero la que merece una mención aparte es Kathryn Hahn, que realiza un milagro de la actuación dándole profundidad y comicidad a un estereotipo imposible. La Navidad de las madres rebeldes es divertida por ellas y sólo por ellas. Lo que entristece es pensar lo que podrían haber hecho con un material mejor.
La posesión de Verónica: un film de terror que va mucho más allá Las mejores películas de género son aquellas que operan en distintos niveles y van más allá de cumplir con el "objetivo" principal (hacer reír o llorar, asustar, etcétera), al mismo tiempo que lo logran. Eso es lo que sucede con La posesión de Verónica, una película en la que asustarse es un extra y no la única fuente de satisfacción. Paco Plaza construye con gran habilidad un mundo propio para el film, repleto de detalles que le otorgan realismo y que sumergen al espectador en ese lugar, Madrid, en esa época, los 90, y esa familia. La historia se centra en Verónica, una adolescente que lleva sobre sus hombros la carga de cuidar de sus hermanitos pequeños mientras su madre trabaja todo el día. La vida de la protagonista quedó marcada por la reciente muerte de su padre. Y eso implica no sólo el dolor que le provoca su pérdida sino también las consecuencias que la ausencia provoca en el funcionamiento cotidiano de la familia. Una escena en la que Verónica ve por la ventana a su vecina de su misma edad, despreocupada y alegre, resulta un perfecto retrato de lo que la protagonista ha perdido. El costado terrorífico irrumpe en el relato cuando Verónica se interesa por usar una tabla de Ouija para intentar comunicarse con su padre. Junto con unas amigas, la chica decide hacer la prueba durante un eclipse y a partir de ese momento una fuerza maligna empezará a acecharla. Si bien el suspenso y los sustos están muy bien manejados por el director, lo sobrenatural funciona también como metáfora del luto y las dificultades de crecer. La posesión de Verónica es una tragedia familiar y coming of age (film sobre un personaje madurando) conmovedora; que se trate de una película de terror le agrega otra dimensión más porque implica la confrontación con lo que puede haber fuera del plano terrenal. Además de una impecable reconstrucción de época, en estética y espíritu, La posesión de Verónica tiene un enorme tesoro en su elenco infantil. Sandra Escacena, la Verónica del título, enfrenta su primer papel en el cine con un aplomo y naturalidad admirables. Los más chiquitos son puro desenfado y encanto, aportando mucho humor a un film cuyo material es sombrío. El director supo aprovechar esto y mantener un equilibrio en el contraste de tonos. Al comienzo del film se advierte que esta historia está basada en hechos reales, sucedidos en la capital española, en los 90. Ese plus que sirve para asustar, legitimar lo inexplicable y dejar el misterio suspendido en la mente del espectador al salir del cine, poco importa en este caso porque la película cuenta con un considerable valor cinematográfico propio.
Galpón de máscaras: el misterio de lo que se esconde detrás El documental de Miguel Baratta se centra en las máscaras, su historia y su significado como objeto que permite esconder al ser humano y liberarlo al mismo tiempo. En los mejores pasajes del film, la escritora Luisa Valenzuela muestra su colección de máscaras, mientras explica la procedencia y el significado de cada una, lo que genera una curiosidad por el tema, el personaje y esa pasión que la lleva a tener su estudio repleto de ellas. Pero el documental se va por otros caminos y ese aspecto más atractivo que prometía queda diluido. Algunos de esos desvíos son más interesantes, mientras que otros, como las escenas de un grupo de teatro, no aportan al foco narrativo de la película.
Solar: la verdad es entretenida y desconcertante En todos los documentales está contenida la cuestión sobre cómo conocer la verdad; en Solar es central al tema y a la forma. El punto de partida es Flavio Cabobianco, quien escribió un libro cuando tenía 9 años, en el que contaba experiencias anteriores a su vida en la Tierra, convertido en figura new age. El film lo muestra de adulto, con sus intenciones de reeditar el libro, y también de chico, a través de material de archivo. El director deja al descubierto hasta qué punto el documental es siempre una construcción, poniendo en escena las tensiones con Flavio por el control del film y la dificultad de llegar a la verdad (de ésta o cualquier otra historia)
Sinfonía en abril: el recuerdo del genocidio armenio Teresa Saporiti y Claudio Remedi eligieron no utilizar ciertos recursos típicos del documental para hablar sobre los cien años del genocidio armenio y su conmemoración, el 24 de abril de 2015, en Buenos Aires (ciudad que recibió una importante inmigración de Armenia) y en Ereván. En lugar de testimonios a cámara o narraciones en off, prefirieron mostrar los preparativos de la comunidad armenia local: los ensayos de las danzas típicas y de un monumental coro reunido para la ocasión y las clases en un colegio en el que una profesora habla sobre el genocidio armenio. Es un acercamiento interesante, pero queda la sensación de no haber accedido por completo a la riqueza de la colectividad
Violencia sin respiro, pero bien llevada El comienzo de La villana es uno de los mejores del cine de este año. Un plano secuencia, con cámara subjetiva, establece la audacia de la película de Jung Byung-Gil y su ultraviolencia sin respiro; aunque también conviven en el film el romance trágico con tintes de telenovela o del drama televisivo coreano. Ese aspecto de La villana es el menos atractivo por la repetición de lugares comunes del culebrón. Pero lo que en otra película sería difícil de soportar acá queda relegado a un segundo plano detrás de la potencia de su protagonista femenina y las impactantes escenas de acción. La clave es la supremacía del trabajo de los dobles de riesgo, del diseño de coreografías de las peleas y una puesta en escena pensada para aprovecharlos.