La sinopsis de Una ciudad de provincia podría hacerla idealmente Agustín Ferrando, el uruguayo de Tiranos Temblad y Otra semana en Cartoon, con su tono sin apuro: un señor tocó la guitarra, dos mujeres conversan de la vida de otros mientras van en moto muy despacio, dos perros impiden que avance un auto. Este es un documental sobre una ciudad del interior, Colón, Entre Ríos, que atrapa la vida (!) o fragmentos de ella editando imágenes de su dinámica cotidiana. Si se mira con atención y sensibilidad, cualquier situación es cine en potencia, y el director Rodrigo Moreno (El Custodio, Un mundo misterioso) salió a registrar escenas, callejeras o puertas adentro, con sus sonidos y diálogos "incidentales". Y lo hizo con una mirada y una atención que dio, edición mediante, con el cine que guardaban, incluidos picos de sutiles emociones y hasta escenas desopilantes, como la de las empleadas que, al cerrar, salen en moto a dos por hora entregadas a una larga conversa, con los cascos puestos, sobre la vida de otra. Hay una cadencia, un ritmo, que hacen de este ejercicio de observación uno dedicado y sin prisas pero nada parsimonioso. Una invitación a observar y compartir expuesta de tal forma que hace de Una ciudad de provincia una experiencia atrapante y placentera. Todo un logro para un film que no tiene tema ni personajes centrales. Este es un mosaico, una pintura de una comunidad hecha desde la ausencia de superioridad y que jamás se acerca a la burla o la condescendencia. Tampoco se acerca Moreno a sus personajes lo suficiente como para que nos interesemos más en ellos, ubicándolos como parte de un todo, coro en el que también tienen lugar algunos animales, los colores del agua y el cielo, la sinfonía de canto de los pájaros.
Basada en un libro sobre la vida de la actriz Gloria Grahame, encuentra a su protagonista -Annette Bening- como una estrella de cine en el ocaso y enferma, y reconstruye, mediante una serie de flashbacks, su historia de amor con un aspirante a actor mucho más joven que ella (el atractivo Jamie Bell). En principio, un interesante retrato de una relación apasionada en la que la diferencia de edad se desdibuja. Pero el melodrama del tiempo presente pesa, en un esquema de biopic demasiado convencional y capitular, definitivamente más soso de lo que la ganadora del Oscar Grahame, a juzgar por su biografía, debía merecer.
Súper plantel de superhéroes, Vengadores y aliados, elencazo de estrellas pasándolo bien y dos horas y media de aventura intergaláctica destinada a frenar a Thanos (Josh Brolin), el muy buen villano de esta primera parte de la guerra infinita de los Avengers de Marvel, que continuará el año que viene. Los hermanos Russo consiguieron sostener el ritmo y la fluidez narrativa con semejante cantidad de personajes -y todavía faltan- y complicaciones. Y lograron un producto en el que el humor está muy presente y bien dosificado pero sin abusos, mientras los guiños, préstamos e ideas de otras fuentes funcionan bajo el paraguas de imaginería infinita de la historieta. Divertida, en fin, hasta el muy buen bonus escondido en el final de los créditos: ¡quedate sentado!
Aún con sus -disfrutables- clichés de cine francés, de los que se burla con desparpajo, esta historia de principio-desarrollo-y fin de una pareja, escrita y dirigida por su protagonista, Nicolas Bedos, tiene la acidez, el humor y la mirada implacable sobre las relaciones -románticas y familiares- necesarias para un buen resultado. Quizá algo larga, pero inteligente y divertida.
Chloe se instala en su casa nueva, para descubrir que está habitada por gnomos, pequeños enanos de jardín que son guardianes protectores contra seres de otras dimensiones. En realidad, se libra una verdadera batalla campal en ese pequeño territorio, en esta divertida película animada para chicos.
Nuevo ejemplo de thriller, policial argentino, sobre el siniestro mundo de la trata de mujeres, basado en la novela de Florencia Etcheves. Un film que saca provecho de la fotogenia de una esforzada Luisana Lopilato, como la policía que investiga la desaparición de su mejor amiga, décadas atrás. Pero su guión, entre otros problemas, como los de casting, tiene demasiados agujeros, y serias dificultades para avanzar y convencer. Los abundantes clichés de los que echa mano no ayudan.
Una pareja de millonarios celebra una cena de gala en su mansión parisina. Como hay trece comensales, esquivan el número maldito sentando a la mesa a la criada española -Rossy de Palma-. No imagina, sobre todo la madame, que un aristócrata inglés se enamorará de ella. Y la señora hará todo por impedirlo. Simpática, aunque menor y algo anticuada propuesta, con grandes actores -Toni Colette, Harvey Keitel- que lucen desaprovechados.
Una familia se muda a un entorno verde y natural mientras lidia con el duelo por la desaparición de su pequeño hijo, misterio no resuelto. Allí adoptarán a una huérfana misteriosa, pero el asunto se pondrá más tenebroso que armónico, en este nuevo ejemplo de cine terror, y policial, atrapante y complejo, que viene de Corea.
El estupendo director de Entre les murs o Recursos Humanos vuelve a interesarse por la dinámica entre los distintos actores de un aprendizaje. El atelier se mete en la de un grupo de adolescentes que participan de un taller literario, dictado por una escritora exitosa -Marina Foïs-. Allí hay chicos que vienen de contextos sociales difíciles, y entre todos juegan, o trabajan, a construir una ficción. Habrá tensiones, entre ellos y con la profesora, que van ganando terreno en esos juegos de palabras, y no mucho más hay, y conviene, decir sobre el argumento. Sí, una película francesa de gente hablando, pero filmada por un director que ha demostrado su capacidad para hacer de eso un artefacto tan atrapante como cualquier ficción bien contada. Aunque El Atelier es menos ágil y atractiva que sus films anteriores, más áspera y densa, en su dispositivo intelectual puesto en escena.
El cineasta David Blaustein reconstruye la vida de su colega Enrique Juárez, fundador de la Juventud Trabajadora Peronista, miembro del grupo Cine Liberación y desaparecido desde 1976. Los testimonios a cámara son muchos e incluyen a "todos los Juárez", hijos, sobrinos, hermano Nemesio, primos, pero también a colegas y amigos que permiten, a través de sus reflexiones y recuerdos, reconstruir la imagen del hombre de cine y militante: desde José Martínez Suárez a Pino Solanas u Horacio Verbitsky.