¿De esta historia van a realizar dos películas más? Ésta fue la primera pregunta que vino a mi mente luego de ver (¿o sufrir?) 50 sombras de Grey. Hace unos meses, luego de haber sucumbido a la presión social que implica un best-seller de esta magnitud, leí finalmente el libro, esperando por alguna casualidad del destino sorprenderme y demostrarme a mí misma que estaba equivocada. Pero no. De hecho, estaba en lo correcto: el libro es horrible. El problema es que me lo habían vendido como un libro que rompía los límites, que era absolutamente revolucionario, que venía para cambiar la literatura femenina. Claramente fui víctima de una muy buena publicidad, porque la verdad que no me pareció nada del otro mundo. Los personajes son chatísimos, y no sólo eso, si no que son estereotipos tan obvios y faltos de imaginación que aburren. Ella (Anastasia Steele) es hermosa, esbelta, medio aniñada y virgen. Él (Christian Grey) es re contra millonario, tiene 27 años, rubio de ojos claros, está buenísimo y tiene un lado perversito, para lo que una inexperta como Anastasia Steele le viene como anillo al dedo. Pero no puede amar…así que ella lo cambia y logra meterse debajo de esa coraza de metal (inserte sus prejuicios aquí). Crítica - 50 sombras portada Así que no sólo no es revolucionario, si no que es más de lo mismo. Lo único que lo hace distinto es la parte sexual que de todas formas, ayuda a reforzar el estereotipo machista de la mujer al servicio del placer del hombre. Sin esta parte, sería una historia de amor aburridísima y ni siquiera bien escrita. Habiendo dicho todo esto, como se darán cuenta, me senté a ver la película con la cabeza llena de prejuicios. Y una vez más, descubrí que estaba en lo cierto. Dirigida por Sam Taylor-Johnson (quien tiene un largometraje más en su haber llamado Nowhere Boy) la adaptación de 50 Sombras de Grey deja muchísimo que desear. Lo único interesante que tiene la película es la parte erótica y se hace esperar eternamente. Para llegar a ver algo interesante hay que fumarse una hora y quince minutos de planos cortos de los rostros de Dakota Johnson (que interpreta a Anastasia) y de Jamie Dornan (que hace de Christian Grey) con ella mordiéndose el labio y él entrecerrando los ojos para mostrar algo como pasión, que se yo. No sabría decirles, porque las actuaciones son tan forzadas que a veces no se entiende qué es lo que están intentando sentir los personajes .Crítica - 50 sombras labio mordido Con respecto al resto de la película: ¿Vieron todos los clichés que hay en las películas románticas? ¿Las miradas que se cruzan eternamente, los besos apasionados en los ascensores, las charlas en las que se juran amor eterno y demás? Bueno, 50 Sombras de Grey lleva todos estos clichés a otro nivel. Son tan abundantes y tan mal llevados a cabo que resultan tediosos (si se muerde el labio una vez más, ¡voy a gritar!). Pero bueno, después de todo esto, finalmente Christian Grey le muestra su cuarto de los juegos, donde tiene sus elementos sadomasoquistas. Y uno espera ver acción. Pero otra vez nos vemos decepcionados: la ambientación es pobre y la musicalización, espantosa. Lo que es una pena realmente, porque el musicalizador es Danny Elfman (el groso que hace la música de todas las películas de Tim Burton). En conclusión, dos horas de bodrio romántico interminable que no se diferencia en nada de cualquier otra película romántica. La vida es demasiado corta para ver (o leer) 50 sombras de Grey. Por Mariana Van Der Groef
La inesperada virtud de la muerte Cuando miré Birdman tuve la sensación de meterme en un laberinto sin salida. Un laberinto plagado de criaturas aterradoras que salían de todos los recovecos posibles para arrastrarme con ellos de vuelta a sus miserias. Pero esta fue solo mi primera impresión. Una vez que me adentré en la historia empecé a distinguir que este lugar donde me había metido no eran más que los pasillos detrás del escenario de un pequeño teatro en Broadway y que estos monstruos aterradores sólo eran las personas que componen la historia. Birdman no me resultó fácil de ver. Tampoco es una película típica. Quizás eso la hace tan interesante. Michael Keaton se pone en la piel de Riggan, un ex actor de Hollywood, quien, luego de meter tres éxitos de taquilla como Birdman, lo pierde todo. Por eso es que decide poner su cuerpo y la poca alma que le queda en una nueva obra de teatro que dirige y actúa. En el medio de un ensayo uno de los actores sufre un accidente que lo inhabilita y su lugar lo toma el taquillero actor Mike que es interpretado por Edward Norton. El tema es que este actor viene a revolucionar la obra de teatro y a todos los personajes en ella, sobre todo al ex Birdman, con una visión muy particular del mundo y del teatro. Como mencioné antes, la película es difícil de ver. Es oscura, intrincada y la banda sonora (a cargo de Antonio Sanchez) por momentos se torna exasperante. Pero todo esto deja de importar una vez que uno se mete un poco más en la historia y en estos personajes que cuestionan una y otra vez la importancia de ganarle a la muerte y lograr trascender. Dejar un legado, algo, lo que sea para no caer en el olvido. Birdman también explora el temor a la soledad y las distintas formas que tienen las personas de relacionarse para evitarla. Temas sumamente interesantes y con los que la audiencia puede identificarse fácilmente. Yendo al aspecto más técnico, Birdman utiliza en reiteradas ocasiones el recurso narrativo y estético del plano secuencia, que, en los laberínticos y cerrados pasillos del teatro, atrapa al espectador y lo hace parte de la claustrofobia que viven los personajes. La fotografía descarnada y oscura, con tonalidades verdosas transforma a los cuerpos y los hace frágiles, expuestos y vulnerables. Simples mortales. Todo esto hace que uno sienta la confusión y el temor de Riggan y de todos los que habitan ese teatro en primera persona. Las actuaciones son increíbles. No puedo ponerme de acuerdo conmigo misma para definir cuál de todos es el que se roba la película. Emma Stone, como la hija de Riggan, hace la actuación de su carrera. Bien merecido tendría el Oscar al que está nominada. Edward Norton continúa explorando con personajes oscuros y retorcidos, con resultados impresionantes. Y Michael Keaton en su papel de tipo triste que no puede escapar de su pasado se lleva todos los aplausos. En conclusión, Birdman es una experiencia atrapante, que entrelaza historias y dramas complejos, la gran habilidad para la narración de González Iñarritú y unas actuaciones asombrosas. No se la pueden perder. Por Mariana Van der Groef
Patriotismo…y nada más Cuando uno se sienta a ver una película que se titula ni más ni menos que American Sniper, sabe de antemano que con algo de propaganda yanqui se va a encontrar. El tema es que nunca se espera TANTO. De todas formas, me senté a verla. Pero cuando terminé esta película del gran Clint Eastwood no podía creer dos cosas: primero, que fuera una película dirigida por el director de Million Dollar Baby y segundo, que estuviera nominada a los premios Oscar como Mejor Película. Pareciera que a Clint se le acabaron las buenas ideas y decidió no retirarse sin ganar otro Oscar. Por eso se ajustó a la nueva receta de la Academia para hacerse con la tan esperada estatuilla: una cucharada de guerra de Irak, unos cuantos bárbaros árabes con métodos arcaicos, un soldado re contra patriota que ama a su país y quiere vengar a los suyos y una pizca de Torres Gemelas que caen por un acto terrorista. Voilá! Prácticamente tienen asegurado el Oscar. American Sniper cuenta la historia de Chris Kyle, un oriundo de Texas que decide hacer algo honorable con su vida y se convierte en un NAVY SEAL, elite del ejército estadounidense. Basada en un libro homónimo, escrito por el verdadero Chris Kyle, hace un repaso por la vida de este francotirador, quien se convierte en leyenda luego de asesinar (según se dice en la película) más de 160 personas en la guerra contra Irak. Así conocemos un poco de la infancia de este NAVY SEAL, donde su padre lo entrena en el uso de las armas y le enseña que lo más importante es proteger a la familia de los que le quieren hacer daño. Protección que él luego eleva a su país. Más allá de la propaganda yanqui y la glorificación de la guerra, cosas que suelen aparecer en todas las películas de guerra de Estados Unidos, American Sniper no cumple con las expectativas. En las dos horas y veinte que dura sólo cuenta con dos momentos clave en el final que pasan sin pena ni gloria. Uno sucede en una cámara lenta que le quita importancia y el segundo (¡el más importante!) el director lo resuelve con una placa negra en la que escribe lo que sucedió. Las escenas que deberían ser tensionantes no logran el ambiente adecuado y están pobremente ejecutadas. Lo único que la salva es la gran actuación de Bradley Cooper, cuya nominación al Oscar como mejor actor me resulta adecuada. En conclusión, si no sos un estadounidense que ama su país y lo que querés es ver una buena película de guerra, probablemente American Sniper no sea la mejor opción. Patriotismo…y nada más.
Para los que vienen siguiendo la historia de Los Juegos del Hambre, seguramente recuerden que la segunda entrega (En Llamas) termina con una Katniss que sin saberlo forma parte de una rebelión encubierta que pretende derrocar al capitolio. Al finalizar la “competencia” ella tira una flecha al campo magnético que rodea la arena donde pelean a muerte y ésta se hace añicos. Finalmente Katniss es rescatada por los rebeldes y llevada al Distrito 13, que todos creían que había sido destruido. Pero al que no pueden rescatar es a Peeta, quien termina en manos del Capitolio. Aquí es cuando pasamos a la primera parte de Mockingjay, que para mí, se distingue de las demás películas. Aquí ya no hay fiestas extravagantes ni vestidos vistosos, si no guerra y destrucción. Enseguida nos encontramos con una Panem dividida, con brotes de violencia contra el Capitolio y las respuestas aún más violentas por parte de éste. Katniss (Jennifer Lawrence) ya no es la valerosa amazona que se ofrece como voluntaria para salvar la vida de su hermana, si no una persona que finalmente empieza a sentir las secuelas de las matanzas ocurridas en Los Juegos. La película nos sitúa en el Distrito 13, un distrito militar que parecía haber desaparecido durante la primera guerra contra el Capitolio, pero que está en pleno funcionamiento y en pie de guerra. Aquí gobierna la presidente Alma Coin (Julianne Moore) quien pretende utilizar la figura del Mockingjay (que vendría a ser Katniss) para forzar la adherencia de todos los demás distritos a la revolución. El tema es que el Capitolio pretende hacer exactamente lo mismo, pero con Peeta. Así que esto invita a pensar realmente quiénes son los buenos y quienes los malos o si en esencia son exactamente lo mismo. Pero dejemos eso para más tarde. La película fue dirigida por Francis Lawrence, responsable también de Catching Fire (2013), quien nos presenta una historia mucho más comprometida. Esta vez apostaron a una puesta de escena bastante austera (durante la guerra no hay lugar para excentricidades), y le perdieron el miedo a la sangre. En las películas anteriores, si bien se producían asesinatos y fusilamientos, siempre los mostraban de tal forma que no resultara TAN violento. En Mockingjay los “traidores” al Capitolio son asesinados por las fuerzas del orden a plena luz del día, se bombardean hospitales llenos de heridos y hay sangre de sobra. Francis Lawrence ya nos había advertido que esta película sería la previa de una guerra brutal y lo logra perfectamente. Así que si van a verla buscando los combates coreografiados de las primeras dos, no los van a encontrar. El que avisa no traiciona. Por otro lado, las actuaciones son buenas en general, si bien la ganadora del Oscar se lleva todos los aplausos. La tensión que tiene lugar toda la película se distiende por veces gracias a los papeles de Haymitch (Woody Harrelson) y Effie Trinket (Elizabeth Banks), personaje que, a pesar de no aparecer en esta parte del último libro, fue incluida justamente para esto. En conclusión, Los Juegos del Hambre es una historia que nació como libro para ser representada en la pantalla grande. Es una de esas raras oportunidades en las que los libros no son buenos y las películas si lo son. Si les gusta la saga y disfrutaron de las primeras dos películas, sin duda les encantará Mockingjay Part 1, y los dejará con muchísimas ganas de que pase el próximo año para ver la segunda parte.
Publicitar nuevas películas como precuelas o secuelas de otras que tuvieron muchísimo éxito sólo para atraer espectadores es un recurso ampliamente utilizado por las distribuidoras. Y este fue uno de los principales motivos que me llevó a ver Annabelle. Los carteles en las calles la presentaban como el Spin-off de El Conjuro, gran película de terror estrenada en el año 2013. Pero cuando llegué al cine, me encontré con que de precuela no tenía mucho. La dirección de James Wan (creador de la saga Saw) hizo de El Conjuro una película realmente buena. Si bien trataba temas que ya se han visto por demás (casas embrujadas, posesiones demoníacas, etc.), Wan se tomó su tiempo para crear los ambientes correctos, utilizando la mezcla justa de música, silencios y buenas actuaciones. Y todo esto, que hizo de El Conjuro una gran película de terror, se pierde en su totalidad en Annabelle. Dirigida por John R. Leonetti (director relativamente novato que tiene pocas películas en su haber, entre ellas El Efecto Mariposa 2), cuenta la historia de Annabelle, una muñeca horrible pero inocente que se muestra brevemente en El Conjuro y cómo se convierte en la muñeca diabólica que termina acosando a una familia hasta el borde de la locura. Con una duración de 99 minutos, Annabelle intenta imitar el nivel de El Conjuro pero no lo logra. La película cuenta con largas escenas en las que no ocurre nada, alternadas con momentos “de miedo” donde siempre (o casi siempre) se recurre al golpe sonoro para asustar. Con excepción de algunas escenas que están bien logradas, como una que ocurre en una escalera dónde la protagonista corre prácticamente a ciegas (cuando la vean seguramente me den la razón), el resto pasa sin pena ni gloria. Se entiende que el cambio de director y el presupuesto menor (contó con casi la tercera parte del presupuesto de El Conjuro) ayuden a que la calidad disminuya. Pero esto no es excusa para engañar a los espectadores fieles vendiéndoles algo que no es. En conclusión, si realmente disfrutan del cine de terror y lo que quieren es ir al cine a pasarla bien y a asustarse mucho, Annabelle no los dejará satisfechos. Por Mariana Van der Groef
El mundo de hoy se ve aquejado por pobreza, violencia y desigualdad. Pero, ¿qué pasaría si esto se revirtiera de alguna forma, si la sociedad de repente cambiara y se transformara en una sociedad justa y equitativa para todos? ¿Cómo cambiaría la convivencia entre los humanos si todos tuviéramos acceso a los servicios básicos, si nadie pasara hambre ni le faltara salud o educación? Suena perfecto, ¿verdad? Pero la verdadera pregunta es: ¿Qué estarían dispuestos a sacrificar por esta “vida ideal”? El Dador de Recuerdos aborda este tema a través de los ojos de Jonás (Brenton Thwaites), quien vive en una sociedad cuasi-idílica, donde todos los habitantes gozan de las mismas condiciones de vida. Todos los niños asisten al colegio hasta los dieciocho años, cuando los “elders” o los mayores de la Comunidad los asignan a las tareas que deberán realizar por el resto de sus vidas. La historia comienza cuando Jonás es asignado como “Recibidor de los recuerdos” lo que significa que tendrá que pasar sus tardes con el “Dador de Recuerdos” (Jeff Bridges), una posición de privilegio en la Comunidad. Su trabajo consistirá en recibir todos los recuerdos y experiencias ocurridas anteriores a la Comunidad que los Mayores han decidido olvidar. Éstos incluyen toda clase de recuerdos: desde un paseo en la nieve hasta guerras y sufrimiento, y el más importante, amor. Todas sensaciones que hacen que Jonás se empiece a dar cuenta todo lo que los humanos han sacrificado para tener igualdad. Allí es cuando nota que quizás su sociedad no es tan idílica como pensaba. Basada en la novela homónima de Lois Lowry editada en el año 1993 (parte de una trilogía) y dirigida por Phillip Noyce (El Coleccionista de Huesos), la película El Dador de Recuerdos termina dejando gusto a poco. El libro es bastante simple, la verdad es que sólo se centra en una pelea interna que tiene Jonás y su relación con el Dador. Pero en la película, el guión fue adaptado de tal forma que (quiero creer) resultara más dinámico, se agregó una historia de amor con Fiona (Odeya Rush) y la figura de Meryl Streep como la Chief Elder (la jefa de los mayores) que hace las veces de personaje antagónico. Pero así y todo, una vez que termina la película, el espectador puede quedarse vacío. Como que perdió casi una hora y media de su vida en una historia banal y hasta aburrida. Si bien el libro toca algunos temas interesantes, como la eutanasia y el derecho o la posibilidad de la muerte digna, la película no se atreve a profundizarlos. Una lástima, porque comprometerse con un tema tan delicado la hubiera separado de todas las “sagas adolescentes” que han estado copando las taquillas. En lo positivo podemos resaltar que el trabajo de fotografía (llevado a cabo por Ross Emery) es impecable y llama la atención, porque en un principio, vemos todo en blanco y negro. Esto es, claro, hasta que Jonás empieza a “recordar” y su mundo comienza a llenarse de color de a poco. En conclusión, aunque no es una película muy jugada, si la miran la van a pasar bien, pero al final quizás salgan pensando que podrían haberse comprometido un poco más. Veremos que nos depararán las siguientes dos películas. Si es que deciden producirlas, claro. Por Mariana Van der Groef
“El que mucho abarca poco aprieta” Cuando uno entra a ver una película de Luc Besson realmente no espera que el relato sea absolutamente lineal, o que cumpla las leyes de la física, ni que sea demasiado realista. Esto se debe a que las películas del director francés se caracterizan por sus escenas “exageradas” de acción, piruetas imposibles y guiones incongruentes. Y como era de esperarse, todo eso vuelve a repetirse en Lucy. Esta película fantástica de acción nos cuenta la historia de Lucy, quien es engañada por su novio para que entregue un portafolio con un contenido desconocido al Sr. Jang. Resulta que este misterioso Sr. Jang es el capo mafia de una organización china narcotraficante y lo que contiene ese portafolio son cuatro bolsas de plástico con un kilo de droga cada uno. Una vez allí, Lucy es forzada a llevar una de esas bolsas dentro de su cuerpo para luego entregarla en Estados Unidos. Pero antes de cumplir su objetivo, es golpeada salvajemente en el estómago por uno de los mafiosos y el contenido de la bolsa comienza a esparcirse en su interior. Esto causa que sus neuronas se reproduzcan a una velocidad inhumana y pueda utilizar una mayor capacidad cerebral que el común de los humanos, que sólo utilizamos el 10% (hipótesis que se sostiene a través de la película). Utilizar todo su cerebro le da poderes casi sobrehumanos, por lo que puede manipular la materia, los campos magnéticos, la gravedad de la tierra e incluso el tiempo. En lo positivo, podemos decir que viendo Lucy no se van a aburrir. La película va al grano inmediatamente, lo que la hace muy dinámica y entretenida, con escenas que se suceden rápidamente condimentadas con una banda sonora aceptable. En lo negativo, se podría sostener que abarca demasiado y consigue poco. La película incluye tantas cosas y habla de tantos temas que termina por no hablar de nada. Empieza con la física cuántica, con las matemáticas aplicadas, con el sentido de la vida, con lo que nos hace humanos y el misterio de la muerte y luego lo mezcla con mafias chinas, tiros y persecuciones que desentonan en gran manera. Todo esto sin contar los graves errores en el guión, como por ejemplo, ¿Por qué le van a poner una bolsa en el estómago y luego la van a patear justo en el estómago los mismos miembros de la mafia, que son quienes están interesados en que esa droga llegue intacta a destino? Si realmente utilizar por completo su capacidad cerebral le da el poder de hacer lo que quiera, ¿por qué necesita la cooperación de la policía para parar a los mafiosos? ¿Porqué dejar que éstos mueran en una balacera cuando ella puede con un solo movimiento de mano despojarlos de sus armas? Hay muchas cosas que no se terminan de entender y que parecen forzadas. De todas formas no podemos dejar de nombrar a Scarlett Johansson, quien se pone la película al hombro y si bien su actuación podría haber sido mejor, es buena y acorde al tono de la historia. La acompaña un Morgan Freeman vacilante en el papel del catedrático que explica la ciencia detrás del film pero que no aporta demasiado (amamos a Morgan Freeman, pero en esta película es intrascendente). Y por último el Sr. Min-Sik Choi (Old Boy), que encarna al jefe de la mafia china y que pasa sin pena ni gloria. En conclusión, si al ver Lucy se olvidan de analizarla y se despojan de cualquier prejuicio que puedan tener, quizás pasen un buen rato.
Reinventar un clásico del cine es muy difícil. Pero más difícil aún es hacer un clásico de clásicos. Este es el caso de Godzilla. ¿Lo tienen a Godzilla, aquél monstruo milenario que sale de las aguas del océano Pacífico para aterrorizar a las masas de las ciudades? El “rey de los monstruos” (como lo han llamado nuestros amigos de Hollywood) fue creado por los estudios Toho como una metáfora para demostrar el miedo que habían sufrido los japoneses luego de que Estados Unidos hiciera caer las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. Godzilla hizo su primera aparición en la pantalla grande en 1954, en la película Gojira. Desde entonces, se lo ha reversionado casi 30 veces y todas sus apariciones han tenido distintas miradas y enfoques. Algunas han decidido concentrar la atención en el monstruo; otras lo han hecho en las relaciones humanas que el bicho rompía con sus gigantescos pasos. En el caso particular de la nueva Godzilla, estrenada en nuestro país el 15 de mayo del corriente año y dirigida por el neófito Gareth Edwards, las relaciones humanas no conforman el nudo central de la historia. Es una producción ambigua que tiene algunos puntos positivos y varios negativos. La película cuenta con un elenco de primera que se desaprovecha en sobremanera: Bryan Cranston (más conocido como Walter White de Breaking Bad), Ken Watanabe (El Origen, Piratas del Caribe) y Aaron Taylor-Johnson (Kick Ass, Salvajes). Todos excelentes actores que parecen haber olvidado cómo actuar. Godzilla tiene ese efecto en los actores aparentemente. En el cine catástrofe, las historias repletas de monstruos, aliens o zombies suelen tener un contenido emocional muy grande. Ya sea por familias rotas, parejas que se separan o amigos que no se encuentran hasta el final. Tienen ese je ne sais quoi que hace que la audiencia se identifique y se enganche. Los monstruos terminan siendo el buen condimento y obstáculo contra los que los personajes principales tienen que luchar para volver a su hogar. Este no es el caso de Godzilla. Si bien en el principio cuenta una incipiente ruptura entre Ford Brody (Taylor-Johnson) y su padre (Cranston), este suceso se pierde a lo largo de la historia. Si bien la película lleva su nombre, Godzilla se hace esperar. Aparece luego de la primera hora y cuando lo hace se lleva todos los aplausos. Es peliagudo hacer que un monstruo que mide casi 100 metros y que parece un dinosaurio milenario funcione bien en la pantalla grande, pero de alguna forma el director Gareth Edwards lo logra. Esta representación es la mejor que se ha hecho de la mística bestia a través de los años. Y a partir de que el mounstro aparece en escena, la película se convierte en un festival de acción y luchas encarnizadas que resulta agradable a la vista ,y para aquellos que disfrutan este tipo de cine, un espectáculo digno de ver. Lograr que una película sea verosímil cuando en pantalla hay tres monstruos que salen debajo de la tierra y luchan entre sí mientras una población aterrorizada intenta sobrevivir, es complicadísimo. Gareth Edwards, un director que cuenta con sólo dos incursiones en el cine (Godzilla y Monsters), lo hace. El film es entretenido y divertido, pero para aquellos que disfrutamos de las relaciones humanas y las buscamos en todas las historias que vamos a ver al cine, no podemos evitar salir con un gusto amargo en la boca. Si bien cumple con lo prometido, esperábamos que esta vez se le diera otra vuelta de tuerca a la mítica historia para hacerla más interesante.