Una típica película de acción tiene que cumplir ciertas reglas que son implícitas. Se pueden resumir dichas normas en diferentes características: la construcción de una figura heroica, un conflicto que esta persona debe solucionar y una trama que pueda mezclar fácilmente los momentos emotivos con las peleas físicas. ‘The Ice Road’, la nueva película de Liam Neeson, cumple con los estándares de un filme de acción y con las expectativas de funcionar como el plan perfecto para internarse en el cine. ‘The Ice Road’ retrata un doble relato. Primeramente, el drama de un grupo de mineros que queda atrapado luego de un derrumbe causado por una explosión sospechosa. Paralelamente, se muestra la odisea de unos camioneros en los caminos helados del norte de los Estados Unidos, teniendo que pasar hacia Canadá, con el objetivo de salvar a estos mineros. En uno de los tres camiones utilizados para el rescate, se encuentran los hermanos Mike (Neeson) y Gurty (Thomas). El personaje de Liam Neeson está hecho específicamente para él. A sus casi setenta años, Neeson interpreta un rol que necesita de su presencia en cámara. Mike McCann es capaz de demostrar su valentía, como su devoción por su familia y también su fuerza a la hora del combate. El actor británico se destaca en este filme, pero de igual manera cae en el absoluto cliché de encarnar a un personaje que ya hizo durante toda su carrera. En cuanto a aspectos técnicos, el nuevo filme de Jonathan Hensleigh demuestra una capacidad perfecta del manejo del suspenso. Una historia que se complementa de diferentes aspectos que construyen un relato único. Se puede encontrar en ‘The Ice Road’ la típica película de acción dominguera, como también una trama frenética que reúne camiones, empresas, peleas y hasta un plot-twist. Pero que, sin embargo, decae en sus personajes, que parece ser, son un copiar y pegar de otras cintas de acción mediocre.
Nada es lo que parece. Esta idea siempre estuvo muy presente dentro de la saga de películas de ‘Saw‘. La franquicia tuvo inicio en el año 2004, con el estreno de un largometraje que se basó en un corto, bajo la dirección de James Wan. El talentoso cineasta malasio le dio el comienzo a la saga bajo un guion que escribió con Leigh Whannell. No pasaría mucho tiempo hasta que empiece el fenómeno de ‘El Juego del Miedo’, cuya franquicia cuenta con un total de nueve filmes. El último estrenado es ‘Spiral: From the Book of Saw’.Este largometraje se presenta como una historia fresca y nueva, independiente de la saga original pero centrada en el mismo universo. Los hechos de la película toman lugar en un futuro no tan lejano, donde el asesino conocido como Jigsaw ya se había convertido en un mito. Es decir, no es una remake, ni una continuación directa, ni un spin-off. Este problema de identidad es muy grande para esta cinta, ya que, literalmente, no se sabe qué es ni qué función cumple. ‘Spiral: From the Book of Saw’ cuenta la historia del detective Zeke Banks (Rock), un hombre al que le gusta trabajar solo y que le es asignado como compañero el novato detective Schenk (Minghella). Además de eso, el detective Banks no tiene una muy buena relación con su padre (Jackson), el anterior jefe del departamento de policía de la ciudad. La carrera y la vida de Banks está marcada por un caso singular: en una ocasión, mandó al frente a su anterior compañero y lo acusó de corrupción. En el cuartel de policías es muy poco respetado y desconfía de casi todos sus colegas, esa es la razón por la que prefiere pelear al crimen en la soledad. Sin embargo, el detective Banks encuentra en su nuevo compañero cierta lealtad, que es una palabra muy frecuente en la película, y muy puesta en duda. El personaje de Chris Rock es un hombre muy conflictivo. En la mayor parte de la cinta, da la sensación que Rock está llevando a cabo un sketch de comedia, donde actúa de detective. La interpretación resulta muy poco creíble y exagerada. Por el otro lado, las actuaciones de Minghella y Jackson sí resultan más llevaderas y entendibles, más naturales. De todas formas, hay un claro descuido hacia el desarrollo de los personajes. Es absolutamente imposible empatizar con alguno de ellos. Por momentos se puede interpretar que, en realidad, los personajes no importan. Se pierde el interés hacia ellos mediante la muestra de una historia que, algunas veces, parece mal contada. Una dirección incorrecta ‘Spiral‘ no parece una película. La dirección que ofrece Bousman resulta que este largometraje tenga muchas más similitudes con un episodio de una serie de televisión que con un filme para proyectar. Es hasta decepcionante, considerando el trabajo que el director le entregó a esta saga previamente. Recordemos que el cineasta estuvo detrás de las cámaras en cuatro de las cintas que confirman la exitosa franquicia. Se expone una dirección que intenta ser dinámica, y que termina siendo por demás de abrumadora. Por momentos, se puede llegar a decir que parece que la película está hecha a las apuradas. Es muy difícil decirlo, pero parece como si estuviese (contundente) mal realizada. El guion es, lisa y llanamente, desastroso. Ayuda a la sensación de estar viendo una serie. Por (muchos) momentos, el guion carece de sentido y está sobrecargado con frases y acciones muy cliché. La puesta en escena en general, sin embargo, está muy bien lograda. Por el otro lado, la dirección de fotografía toma un papel clave en el desarrollo de la película. Hay una clara diferenciación en la paleta de colores que ayuda fuertemente en los momentos debidos. Esto ayuda a la transmisión de los diferentes climas (ya sea cálido o frío) para con el espectador. ¿Quién mueve los hilos? Una y otra vez se mantiene la idea general: nada es lo que parece. ‘Spiral‘ muestra una historia que se centra demasiado en el conflicto y el suspenso que hasta se olvida de sus personajes. El guion y la dirección mediocres ayudan a que los diferentes cambios de momentos o de climas sean inentendibles, de no saber cómo fue que pasó de tal situación a la otra. Se podría decir, sin embargo, que el climax y el final salvan, de alguna manera, al producto final. La película esconde detrás una historia muy rica, pero que se contó con un largometraje regular. Como la franquicia de ‘Saw‘ tiene acostumbrados a todo el mundo, al final todo está unido, y toda la información sobre el desenlace estuvo oculta bajo pequeños guiños de guion o de acciones de los personajes. Al final, todo conecta. Se unen todos los hilos (literalmente) y se expone la historia detrás de la desastrosa cinta. ‘Spiral’ tiene un excelente climax, un muy buen plot-twist (que funciona) y su debido y merecido final, pero nada es excusa para el desarrollo de un filme mediocre. Nos encontramos ante un caso donde el fin no justifica los medios. Un guion que no funciona, una dirección de serie de televisión, personajes horribles y trampas muy estúpidas. Un filme donde en realidad nada importa, tiene como resultado una película que se podría haber evitado.
A lo largo de la historia, muchos largometrajes han sabido retratar esta pelea constante que surge entre un individuo y el tan dichoso sistema. El hecho de que una simple persona se enfrente hacia un organismo o hacia un conjunto de personas y salga victorioso de la situación suele ser una sinopsis recurrente. Sin embargo, este combate entre lo establecido y un ser humano va mucho más allá de eso. Ya que se trata de una lucha donde un sujeto se bate a duelo con su propia creación. Resulta hasta insólito oponerse a las normas y las reglas que ya están asentadas en la sociedad. Es bueno cuestionarse, no hay duda de esto, pero termina siendo insólito refutar un modelo ya instalado. Todo queda a merced de la moral, y es ahí donde entra ‘J’accuse’ (El acusado y el espía). La nueva película de Roman Polanski no es más que un drama de época, que cuenta una historia de humillación, traición y golpe a un sistema establecido. Sumado a eso, una subtrama de investigación y misterio será clave para desarrollar este filme cuya producción es enteramente francesa. Corren los años finales del Siglo XIX. Francia es una de las máximas potencias mundiales. Sus colonias a países asiáticos y africanos y sus grandes avances militares e industriales hacen de este país una figura a seguir en el panorama mundial. No obstante, sus días de paz cesarán debido a un fuerte escándalo dentro de sus fuerzas armadas. ‘J’accuse’ toma su título de un artículo publicado en 1898 donde se acusa fuertemente a diferentes personalidades pertenecientes al ejército francés de formar parte de una conspiración para deshacerse de un soldado judío. De un día para el otro, las fuerzas armadas francesas habían perdido todo su poder y equilibrio, y todo por la culpa de un solo hombre. ‘J’accuse’ cuenta la historia de Georges Picquart, un honorable miembro del ejército franco que asume como supervisor del departamento de investigaciones. Allí, descubrirá que toda la documentación perteneciente al caso Dreyfus fue manipulada por hombres de gran poder en el ejército. Automáticamente, aparece en Picquart la necesidad de hacer justicia. El caso Dreyfus es un reconocido suceso que tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX. El ejército franco condenó con cadena perpetua al capitán Alfred Dreyfus por una presunta alta traición. Se dice que dicho capitán informaba a los alemanes sobre los diferentes avances, cambios y decisiones en las fuerzas armadas francesas. Finalmente, y luego de muchos años encerrado, Dreyfus fue declarado como inocente y retomó su puesto en el ejército. Polanski construye a través de esta increíble historia, un relato de traición y humillación. Cuenta los más grandes secretos y verdades ocultas del ejército francés antiguo con una trama repleta de espionaje y conspiraciones. El director ofrece una propuesta interesante, que toma mucho de su contexto histórico para nutrir una historia rica en muchos aspectos. Su dirección se acomoda a los tiempos modernos para retratar tiempos muy anticuados y tradicionales. La cámara de Polanski muestra una dirección muy actual, llena de dinamismo y que permite seguir el relato a todo momento. El cineasta narra una trama de espionaje que puede resultar pesada, pero al fin y al cabo, su resultado es llevadero. La comprensión de todos los hechos está del lado del espectador, pero muchas veces, Polanski va a facilitar este entendimiento con la película. Eso, sumado con una excelente ambientación, permiten que ‘J’accuse’ se sitúe como un drama exquisito, que bebe de una narrativa de misterio e investigación. Posiblemente, de lo mejor del año.
El control y el paso del tiempo son cuestiones que siempre fueron de gran preocupación para la especia humana. Si bien la invención del reloj permitió una regularidad de tiempo, no se puede negar que lo intangible es difícil de abarcar. Por su parte, comprender la totalidad el fenómeno del paso del tiempo, también puede llegar a resultar incomprensible. A tal punto de ya aceptar esta falta de entendimiento, y, simplemente, seguir viviendo. Mucho de esto agarra ‘Old’ para su desarrollo. M. Night Shyamalan narra, en su nueva película, un retrato que intenta explorar y medir el paso del tiempo. En esta actualidad donde las velocidades aumentan y donde todo hay que conseguirlo rápido, la vida queda en segundo plano. A día de hoy, estamos más preocupados por tener un control del tiempo, que por vivirlo, y hacer que cada minuto cuente. No es que se trate de un largometraje emocionante, donde el mensaje final es del estilo “aprovecha el día”, sino todo lo contrario. En ‘Old’, Shyamalan crea un universo, que se va a regir en base a sus propias reglas. La película ya forma cierta personalidad de sí misma. Al estar bajo el mando de un director peculiar y al contar con semejante premisa. Una familia que se va de vacaciones a un lugar soñado, pero que una excursión en particular convertirá sus días de descanso en sus últimos días. En una playa escondida, recomendada específicamente por el mánager del hotel donde se hospedan, dos familias, un matrimonio y un misterioso hombre vivirán una historia del tipo que Shyamalan nos tiene acostumbrados. En esa playa casi paradisíaca, todos y cada uno de los personajes empiezan a envejecer en un tiempo inimaginable. Luego de un par de cuentas, aproximadamente, media hora en aquella playa es un día de vida. El lugar no solo tiene esa particularidad, sino que también está rodeado de un mural enorme de piedras, que encierran a los protagonistas. Esto permite que la historia cumpla con la estructura típica de los personajes encerrados en un mismo lugar. Y tal y como en ‘El Angel Exterminador’ (1962 – Luis Buñuel), estas personas, por un medio u otro, no pueden escapar de allí. Shyamalan se hace eco de una realidad para representar uno de los mayores miedos del ser humano. El director se aprovecha del mínimo entendimiento sobre el manejo del tiempo y lo utiliza a su favor, para ejecutar una obra a la que no le sobra ni un simple detalle. Será él mismo el conductor de la historia. El cineasta interpreta en la película a un empleado del hotel, que tiene la tarea de ser el chofer de los personajes elegidos para que visiten la isla misteriosa. Aparte de eso, será el encargado de vigilarlos todo el tiempo que permanezcan en ese lugar. Ejerciendo así un control sobre los personajes. Es decir, Shyamalan es quien, de alguna u otra manera, es el conductor (literalmente) de la historia, y es el que ubica a los personajes donde tienen que estar. No por algo cuando lo vemos del otro lado de la isla, su aparición es detrás de un lente. A esta historia fantástica, se le suma la marca autoral. Y es que Shyamalan siempre presenta este tipo de historias, que rozan lo irreal y el terror. Pero que, al fin y al cabo, esas narraciones tienen una solución racional, dentro de todo lo considerado real y tangible. Por lo general, los finales de sus películas tienden a ser la solución realista a los problemas. Si bien surge este juego con lo fantástico en la isla, se termina explicando en base a hechos sumamente concretos, y para nada novelescos. Sin embargo, la ficción para Shyamalan, no deja de ser una vía de escape para presentar una realidad determinada. En este caso, su preocupación constante por el paso del tiempo y por una sociedad tan despreocupada, deriva en la narración de una historia que también tiene sus problemas propios. Es decir, no solo retrata el terror de diferentes familias, sino que también se ocupa de interferir en el espectador. Hace uso de su maestría para exponer una gran duda: ¿Hasta cuándo puede ir la ciencia? ‘Old’ no deja de ser una respuesta a cierto grupo de personas de que Shyamalan presenta historias. Que nada lo detendrá para seguir haciendo su trabajo, y que siempre lo ejecutará de la mejor manera que él puede. Porque, al fin y al cabo, las cosas se hacen ahora. No mañana, no la semana que viene, sino ahora. Y a eso, este autor en específico, lo entiende muy bien.
Siempre estuvo el miedo del espectador a que se termine lo original. Esta inseguridad de que algún día todo va a ser lo mismo, y nada va a ser diferente. Es más, esos terrores ya están pasando en la industria en la actualidad. Sin embargo, siempre va a existir la salvación, lo diferente, aquello que no se destaca, pero sí se diferencia. Eso es ‘Minari‘, que entre todas las nominadas a los premios Oscars 2021 a Mejor Película, no destaca solamente por ser una producción coreana, sino también por su maravillosa historia y su manera de contarla. La nueva película de Lee Isaac Chung cuenta la historia de una familia proveniente de Corea que migran hacia Estados Unidos para establecerse y se ubican en el estado de Arkansas. Problemas vienen y problemas van, ya sea el drama familiar de intentar mantener una familia económica y emocionalmente, así como el afán de pertenecer a una sociedad desconocida. ‘Minari‘ se presenta así misma como un drama familiar sobre la vida de una familia coreana y sus intenciones de insertarse en la sociedad, avanzar como familia y sentar sus bases en Estados Unidos. Son cuatro integrantes: el padre, interpretado por Steven Yeun, que lleva a cabo un papel que debería opacar a los demás, pero que deja el suficiente espacio para que se luzcan los demás interpretes. La madre, interpretada por Yeri Han, que lleva a cabo un personaje fuerte, que pocas veces se deja manipular y que su única manera de ver las cosas es con la realidad. La hija, que es encarnada por Noel Cho, en un papel que destaca por sí solo pero no termina siendo tan significativo. Y por último se encuentra Alan Kim en el papel del hijo, un trabajo espectacular por parte del joven actor coreano. Todos ellos se nos presentan como personajes en crisis. Personas sin rumbo que tienen que enfrentarse únicamente al día a día. Con todos y cada uno de ellos es casi imposible no simpatizar. Se llegan a entender a estos cuatro personajes, se nos meten en la vida durante casi dos horas y formamos parte de su historia también. Esta familia tiene en contraparte una etapa llena de cambios. Sus integrantes se tienen que acostumbrar, adaptar y hasta se intentan amoldar a una vida sumamente diferente. Sin embargo, muy por detrás y de a poco, la familia se está desmoronando. La película se centra al ciento por ciento en sus personajes. ‘Minari‘ se encuentra a disposición de esta familia que se mueve en conjunto, todos buscan algo en común y también buscan algo particularmente. El progreso es una de las preocupaciones más presentes en la historia. El personaje de Yeun intenta levantar a su familia lanzándose a cultivar por sí mismo. Un personaje que siempre se centra en mirar y actuar por el lado positivo de las cosas. En el fondo tiene sus inseguridades y defectos pero siempre está en busca de ayudar y de avanzar. Por el otro lado, el personaje de Han es todo lo contrario, una mujer con una visión realista de todo. Es, quizás, el golpe de la realidad al plan de Yeun. Que va a terminar siendo su cable a tierra de todas formas. Los hijos funcionan como pilares de todo. Es por ellos que los padres siempre van a buscar lo mejor. Una historia real y que funciona Lee Isaac Chung no dirigía un largometraje desde el año 2015, luego del documental ‘I Have Seen My Last Born’. La vuelta de Chung lo consagra como uno de los directores pilares del nuevo cine coreano. En ‘Minari‘ presenta una dirección muy destacable, que, por momentos, prefiere demostrar antes que contar, pero que termina resultando llevadera para el espectador. Si bien al principio puede parecer lenta, cuando se termina de adaptar, la historia se llega a entender de lleno y se puede desarrollar perfectamente. En un momento dado, la historia te termina llevando por sí misma. Chung presenta una película intima, que explora temáticas muy personales, y lo hace muy bien. La puesta en escena resulta admirable para el tipo de producción que se manejó. La dirección de fotografía, para no dar más vueltas, es espectacular. Puede parecer que decae en el final presentando un clímax, en cierta manera, rebuscado. Pero termina siendo un final desgarrador y emocionante. El final termina dando inicio a algo más. Esta cinta cumple, y muy bien. El clímax llega a ser algo inesperado, que shockea al espectador y que el final le da el respiro a algo que no tiene desenlace. Como conclusión, si se hace en familia, se termina bien.
Estamos al frente de la favorita. La candidata a ser la estrella de la noche del 26 de abril. ‘Nomadland‘ arrasó como muy pocas veces se vio en la temporada de premios. Para poner en contexto, la nueva película de Chloé Zhao fue galardonada con el Globo de Oro a la mejor película dramática, el premio de la Crítica Cinematográfica y el premio del Sindicato de Productores a mejor película, sin contar las veces que la directora se llevó un premio a casa por su trabajo. Sin embargo, y como era de esperar, no hay que dejarse engañar por los premios que recibe un film. Basándose en la experiencia colectiva, está más que claro que una película no se define por sus galardones recibidos. Quizás el factor sorpresa de una llevándose todo es lo que mantiene las expectativas tan altas para este filme. ‘Nomadland‘ cuenta la historia de Fern, una mujer que tiene un estilo de vida nómade. Se transporta en un pequeño furgón que también utiliza para vivir. Así es como Fern tiene trabajos temporales en distintos lugares para ganarse la vida. Con sus altos y bajos, la vida de esta mujer no solo se caracteriza por no dormir bajo un techo. La película presenta la historia de una mujer que realiza un viaje infinito. Fern dejó todo luego de la muerte de su marido y de que la crisis económica del 2011 en Estados Unidos termine con sacarle lo que le quedaba. Se trata de un personaje fuerte, que no necesita de otros para seguir su camino, que sabe dónde está en todo momento y que tiene la capacidad necesaria para amoldarse a casi todo. Frances McDormand retrata un personaje en constante movimiento, que siempre busca la salida hacia adelante y muy pocas veces mira hacia atrás. Una interpretación que resulta muchas veces estancada por un personaje con un desarrollo que no termina de concretarse a la perfección. El pasado de esta figura principal quiere tomar un papel importante en su día a día pero solamente se queda en algunos diálogos donde es retratado. No termina de cerrar, al finalizar la película nunca se supo qué tipo de personaje era, ni cuáles son sus motivaciones, logros u ambiciones. Al final, no se puede conectar con la persona que vemos en pantalla, solamente podemos interpretar lo que siente o quiere hacer y esperar que lo haga. El personaje principal no propone algo que invite a pensar, sino que se desarrolla como algo puramente visual, que está allí para ser visto y nada más. La interpretación de McDormand termina siendo forzada y para nada natural siendo empujada por un papel con poca fuerza. Sin embargo, el pobre desarrollo de personajes no opaca el intento de contar la historia que tiene que contar. La mayoría de las veces, se puede considerar a ‘Nomadland‘ como una pieza reflexiva, como un lugar donde se piensa más allá de las cosas. Se toma el concepto de hogar como algo más accesible y diferente de la mirada que se le tiene. Lo vamos a ver al personaje principal señalando que vive “libre” cuando se encierra en esa camioneta y vamos a sentir la libertad en todos los planos abiertos que tiene la película cuando en realidad retrata algo mucho más pequeño, más personal. No soy una vagabunda, simplemente no tengo casa, no es lo mismo ¿Verdad? La película, en conjunto con su personaje, tiene el defecto y la virtud de vagabundear. Se podría interpretar a ambos como objetos sin rumbo, cuyo único objetivo es simplemente el hecho de ser. El filme va a terminar siendo, tarde o temprano, nada espectacular. Algo que no sale de lo común, que tiene sus puntos a favor y sus puntos en contra. Que puede ser odiada en letterboxd pero amada en twitter. Igualmente eso es lo que menos importa. La historia termina siendo varias veces interesante, y la dirección es caracterizada por demostrar todo a los ojos del personaje principal. ¿A qué me refiero? Puede resultar lenta, sobrepasada de planos para poner de fondo de pantalla y de no pasar de la media. Chloé Zhao lleva a cabo un trabajo para demostrar sus herramientas. Pone las cartas sobre la mesa, dice “all in”, critica al capitalismo pero se ablanda y no termina de cerrar bien sus ideas. El filme entra al ring, dispuesto a dar todo y listo para cualquier contratiempo, pero desemboca en ese afán de mostrar lindos planos con la cámara quieta. Se presenta como algo revolucionario y crítico para finalizar siendo una obra suave, que hace todo lo posible para buscar premios. Se rescatan la toma de ciertos temas como la libertad o la familia, que también son tocados como nimiedades pero son fundamental para el desarrollo no solo de la historia sino del personaje principal. Lo cierto es que ‘Nomadland‘, al fin y al cabo, funciona. Como sinónimo podemos tomar la camioneta de Fern; un vehículo que está en constante movimiento, tiene algunos momentos donde frena por un buen tiempo, recorre diferentes caminos y hasta en un momento dado se rompe, pero que va a seguir andando, recorriendo y llevándonos.
En todas las artes y en sus expresiones, el contexto lo es todo. El aquí y el ahora del artista, a la hora de ejecutar su obra, es más que necesario. Muchas veces inconscientemente, y otras veces haciendo un gran hincapié, la expresión artística la va a determinar el entorno social y la actualidad. La contemporaneidad de cualquier producto artístico va a ser, de alguna u otra manera, el resultado de la realidad que está viviendo el artista, en la sociedad a la que pertenece. El caso de ‘Un Crimen Común’, la nueva película de Francisco Márquez, no es ajeno a esta teoría. La preocupación por una situación particular es inminente. El contexto social no solamente afecta al artista (director), sino que también al personaje principal de la historia en cuestión. Esta producción argentina sigue a Cecilia (Elisa Carricajo), una profesora de universidad que será testigo indirecto de un crimen. Más concretamente, una noche de lluvia, Cecilia cree haber visto al hijo de su criada afuera de su casa luego de tocar la puerta desesperadamente. Al día siguiente, el cuerpo del joven aparece muerto, asesinado por la policía. Cecilia es el centro de la historia, pero el contexto social y su situación serán el principal motor de sus acciones y su comportamiento. Francisco Márquez se hace eco de una situación recurrente en la actualidad de Argentina para contar una historia cuyo conflicto interno será el detonante principal. La brutalidad y el abuso de fuerza policial ya es algo normalizado en el país. En los últimos años, fueron populares ciertas circunstancias en las que los encargados de protegernos, en realidad, tenían el protagonismo por hacer exactamente lo contrario. Ante este contexto, los sentimientos de inquietud e inseguridad serán los aspectos principales de la protagonista, Cecilia. Una profesora de sociología, separada y que tiene la custodia de su hijo de siete años. Una mujer que sufrirá un desequilibrio luego de una noche de terror. En plena lluvia torrencial, Cecilia se despierta al escuchar ruidos fuera de su casa, y cuando tocan fuerte y desesperadamente su puerta, intenta saber qué es lo que está pasando afuera. Al asomarse por la ventana, divisa un joven que porta una gorra y una actitud por demás de sospechosa. Aquella noche, la puerta no se abrió. El joven resultaría ser el hijo de su criada, una mujer humilde. Allí empieza un enorme debate por más de una hora de película. El espectador se encarna en la piel de Cecilia y pasa a incomodarse y a hacerse las mismas preguntas que se hace ella. A partir de esa noche, el personaje principal cargará con una mochila demasiado pesada. La culpa se apodera de Cecilia, y pasa a vivir de una manera intranquila e insegura. Todos los aspectos de la vida de la protagonista, estarán demarcados por esta inestabilidad que sufre el personaje. Y así es como todo se repite. El contexto y la situación actual de una sociedad determinan, casi de manera involuntaria, la conducta de Cecilia, que, hasta el final, no se liberará de su “pecado”. Esta realidad se torna como el sinónimo del regalo que le hace Cecilia a su hijo: un circuito de carreras de autos a control remoto. La forma de este juguete/obsequio es ovalada, donde los autos giran constantemente en una carrera sin fin, y pasan siempre por los mismos lugares, el ya conocido circulo vicioso. La protagonista estará atrapada en todo momento, y la mayor parte de estas situaciones van a estar controladas por su misma mente. Por otra parte, este contexto social en el que habitan los personajes de esta historia, no solo forma parte del conflicto de manera directa, sino que presentará también, similitudes con el ámbito social aún vigente. ‘Un Crimen Común’ es una película muy actual, donde se retratan los más grandes conflictos internos de un personaje en un entorno que preserva lo establecido. La división de clases, un concepto y una idea muy recurrente, también tendrá su lugar en el filme. Márquez es autoconsciente de la realidad, y bebe de ella para desarrollar un testimonio de culpa y aceptación personal. El final es más que esclarecedor. El personaje principal se deshace finalmente de sus demonios internos y se resuelve. En la última secuencia, donde Cecilia se sube a una montaña rusa, se termina de desahogar a gritos. Por momentos, son alaridos de alivio y tranquilidad, pero el grito concluyente es de terror. Si bien limpió su mente y su vida, aún quedan en ella las secuelas de haber formado parte de un crimen común.