EL PERRO QUE NO CALLA. Ese animal llamado humano según Ana Katz. Sebastián tiene varios trabajos temporales y abraza el amor cada vez que encuentra una oportunidad. Su transformación se retrata en un mundo cambiante y en el que puede producirse un apocalipsis. Sensible es este nuevo film de esta excelente directora argentina. Una fotografía que se siente trabajada con atención y delicadeza para retratar los sucesos que atraviesa este protagonista interpretado por su propio hermano, Daniel Katz, acentuando este carácter artesanal y propio que propone la cinta. Y es que, si bien completan el elenco nombres de la talla de Carlos Portaluppi y Julieta Zylberberg, todo estará centrado en Sebastián. Este personaje que todo lo acepta, que a todo se adapta o, como diría Alexander Pope “acepta todas las plegarias y renuncia a todos los deseos”. Todo bajo un blanco y negro que por momentos hace más desolador y sentido el relato. Un humor de situación y la mezcla de animación en un momento particular son algunos de los recursos que le calzan de maravilla a la cinta dándole aire y un sello propio. Pero el giro premonitorio que contiene la película es uno de los grandes llamativos que capta la atención de los transeúntes y es que realmente impacta. No voy a detallar demasiado para quienes no hayan visto nada aún pero considerar que esta historia fue filmada antes de la pandemia pareciera a primera impresión digno de una vidente. Una película contemplativa, reflexiva, que retrata la capacidad humana de adaptarse y nos invita por lo tanto a detenernos y pensar. Eso que a veces nos falta: detenernos. Pensar. Por Matías Asenjo
La Crónica Francesa. El plato más extremo de este sofisticado chef llamado Wes Anderson. Se ambienta en la redacción de un periódico americano en una ciudad francesa ficticia del siglo XX y da vida a una colección de historias publicadas en la revista homónima, “The French Dispatch”. Pocos directores son tan identificables en su obra como Wes Anderson. Basta una sola imagen para adivinar rápidamente quién está detrás de la creación. Cine de autor. Ese término que se popularizó a partir de la nouvelle vague francesa allá por finales del ‘50. Y es que esta cinta nos presenta al Wes Anderson más exagerado en términos de su propio estilo. Destaquemos aquí algunos ingredientes de esta sabrosa receta: Belleza visual. La composición de la imagen, la simetría, el montaje, la(s) paleta(s) de colores. Esa marcada estética está más presente que nunca. Un festín a los ojos, una película que por momentos me invitaba a olvidarme del relato para dejarme llevar por esos cuadros con exquisito movimiento. Un elenco, que más que elenco pareciera un dream team actoral. Un desfile de actores y actrices de lujo que hasta el final del film no cesan de aparecer. Algunos personajes con más desarrollo, algunos donde el relato permite que los disfrutemos más que a otros, pero este primer nivel interpretativo sumado al excelente clima que el director genera en los rodajes no falla. Un humor esencialmente sostenido en el gag visual y la música que termina por acompañar de buena manera esta danza de la cinematografía con un estilo más que acertado. Quizás aquello que modestamente podría reprocharle es el exceso. Derrocha. Tanto que termina dejando la historia en un segundo plano. Y lejos están mis intenciones de juzgar su estilo, su carácter de autor que ha sido la esencial crítica recibida. ¿De eso no se trata el arte? ¿De tener una voz, un estilo, una marca? ¿Un pintor o una banda de música acaso no te cautivan por realzar su esencia? Celebro su estilo pero considero que en esta oportunidad los elementos resultan un tanto desbalanceados. No está esa empatía en sus personajes, esa historia que cautiva, ese sabor a nostalgia que sí hemos visto en otros trabajos. Pero no deja de ser a fin de cuentas una gran película de un gran director. Por tanto, si te gusta su estilo sugiero que no te pierdas la experiencia de verla en cine. Si no sos muy adepto a su estilo esta no es la cinta que hará cambiarte de parecer. Por Matías Asenjo
James Wan vuelve a su amado género de terror con MALIGNO. Madison está paralizada por visiones de asesinatos espeluznantes, y su tormento empeora cuando descubre que estos sueños de vigilia son, de hecho, realidades aterradoras. El cine de terror por muchos años ha sido considerado un género menor. En estos últimos años el aporte de directores como Ari Aster (HEREDITARY, MIDSOMMAR), Robert Eggers (THE WITCH, THE LIGHTHOUSE), Jordan Peele (GET OUT, US) e incluso Luca Guadagnino incursionando con su remake de Darío Argento (SUSPIRIA) han otorgado al género un salto de calidad que brinda un tono mucho más profundo, cinematográfico y simbólico. El cine de terror hoy puede ser buen cine. Es por eso que, debo advertir, mi opinión también se encuentra empapada de este promisorio presente. La cinta toma las bases del género giallo o, mejor dicho, juega a partir de este. Lo que comienza siendo un clásico film de terror termina virando más a la acción y el policial. Este podría ser su mejor acierto dado que no termina de asentarse en ningún género otorgándole cierto dinamismo a la experiencia. Por otra parte, aquellos fanáticos de Wan también podrán deleitarse con sus clásicas secuencias de acción y algunos toques donde puede verse su impronta. Pero, a mi parecer, la principal falla está en la de aferrarse a viejos elementos que el género ya no necesita. En especial un muy mal trabajo alrededor de los personajes. Todos simples, bidimensionales, con muy malos diálogos, motivos forzados, entre una larga lista que voy a evitar detallar. Casi como si el propio director no hubiese puesto interés en aquellas escenas en dónde no hay acción. Se hace difícil querer acompañar a estos personajes a lo largo de la cinta. Lo mismo sucede con la trama que, sin importar cuan fantasiosa pueda ser la propuesta, podría funcionar con un adecuado desarrollo. Un plano secuencia cenital, la intervención de unas canciones con sintetizadores potentes son algunos aciertos estéticos. Grandes directores han hablado de cómo a veces la carencia de recursos suele ser motor de creatividad. Quizás estar más atento a construir atmósfera y no descansar tanto en la espectacularidad podrían haber favorecido en más de una oportunidad (que también cabe mencionar, hay bastante CGI dudoso). Pero claro, entonces no sería una película de James Wan y aquí entramos en materia de gustos. En definitiva, MALIGNO viene a reencontrar a este director con el género que lo catapultó utilizando aquellos condimentos que más le gusta usar apostando fuerte a una secuela y, por qué no, posible franquicia. Casi como si la ansiedad misma hiciera pasar por alto el producto mismo pensando en lo que vendrá. Por Matías Asenjo
En un terreno austero como fue el 2020 para el cine, MINARI sembró pura y exquisita belleza. La familia Yi, es una pareja de inmigrantes coreanos con hijos nacidos en Estados Unidos, que se mudan a un nuevo estado a principios de los años 80. El sueño del padre es instalarse como granjero mientras que la madre preferiría vivir en una ciudad. Entre conflictos, la dinámica familiar cambiará por completo con la llegada de la abuela de los niños que traerá nuevos viejos aires suavizando la innegable resistencia de la familia a formar lo que realmente hace un hogar. Minari es una típica planta coreana capaz de adaptarse a los ambientes más austeros. Es clara la metáfora que nos presenta aquí Lee Isaac Chung, su director, quien escribió esta historia inspirada en su propia infancia. Esta familia es trasplantada a un nuevo terreno. Pero esta especial y prolífera planta también es cotidiana. Como es cotidiano el desarraigo de muchas personas. Y esta primera capa es la que nos habla sobre la inmigración en US, y una segunda nos habla sobre reconocer nuestras raíces, nuestra identidad. Pero en el corazón de esta película nos encontramos que por sobre todo habla de la familia. La individualidad de cada miembro aparece cuando están juntos, sin embargo, cuando están fuera son vistos como una misma cosa. Con sus conflictos como creencias religiosas, brechas generacionales y por supuesto el choque de culturas, pero también con sus deseos contrapuestos y frustraciones con los que cualquiera puede empatizar. Los mensajes que manifiesta la cinta no se limitan sólo al título de la misma. También los hallamos en formas más sutiles. Desde la dificultad que tiene cada integrante al entrar a la casa, hasta el meticuloso trabajo idiomático en donde la mezcla de lenguas nos cuenta la lucha cultural de cada miembro. Capas en la que deberemos, nosotros los espectadores hurgar. El cariño con que está realizado el film puede palparse. Todos los elementos confluyen simbióticamente a la perfección sin destacar uno sobre otro: un inteligente guion que evita los lugares comunes, una música que se manifiesta como si fuesen postales que quedarán grabadas en la memoria de esta familia, una delicada fotografía y certeras actuaciones. Todo fluye acompañando este relato nostálgico y de ensueño mezclado con el naturalismo que implica la realidad que afrontan aportando un sello sutilmente único. A24 sigue colocándose como uno de los bastiones del buen cine de estos últimos años con esta coproducción Estados Unidos-Corea. MINARI nos ofrece sencillamente una masterclass de relato cinematográfico. Se estrenó en 2020 y sembró belleza. Llega a nosotros este 2021 cosechando premios y nominaciones. Por Matías Asenjo
Vuelve el cine y su propuesta fuerte viene de la mano de Christopher Nolan con la esperada TENET. El protagonista de esta aventura (John David Washington) deberá pelear por la supervivencia del mundo entero sin más información que la palabra “Tenet” embarcándose así en una misión que lo llevará a viajar más allá del tiempo lineal tal como lo conocemos. Nolan (Dunkirk, Inception, Memento, la trilogía del Caballero Oscuro) sigue como siempre su curiosidad a la hora de contar historias sin importar lo complejas que puedan llegar a ser. Aquí vuelve a entrometerse con la temática del tiempo, pero en esta oportunidad lo hace más específicamente con el concepto de tiempo invertido. La cinta es visualmente hermosa. Con el buen gusto habitual del director a la hora de trabajar estética: la fotografía, esa coloratura sobria y la prolijidad de planos son un verdadero deleite. Sumado a grandes secuencias de acción atractivas y de gran complejidad. La banda sonora, a cargo de Ludwig Göransson (teniendo a Hans Zimmer ocupado en Dune), al igual que todo el trabajo sonoro encajan de manera exquisita. Potencian cada experiencia que Tenet nos quiere proponer. El director siempre desafía a sus compositores hacia una búsqueda que imprima particularidad al film y en este caso por supuesto hay cierto juego con el sonido de relojes y sonidos al reverso. A pesar de todo esto, a Tenet pareciera encajarle un término que siempre detesto leer/escuchar en críticas: pretenciosa. Y no hablo de que se entienda o no. Soy un fiel defensor de películas con trama compleja o inentendibles. El cine no siempre está para darnos todo masticado. Claramente aquí no se espera que entiendas todo a la primera. Sin embargo, en este caso la necesidad de bajar información se siente por momentos forzada a la vez que diluyen la trama. Todo esto dicho por alguien que le encanta Interstellar, una de sus películas más complejas y criticadas justamente por este mismo tema. El desarrollo de personajes es uno de los puntos más flojos de la cinta. Los actores aciertan en sus roles, pero sus personajes tampoco permiten mucha tridimensionalidad. Sí, hay conflictos personales. Sí, los personajes tienen sus motivos. Pero en ningún momento se logra una verdadera empatía con ellos. Incluso la edición pareciera también atentar contra el trabajo actoral por momentos. Tenet es un trabajo técnico impecable que por momentos se siente como un espectacular y reluciente caparazón vacío. De todos modos, no deja de ser una película entretenida con una cautivadora premisa pensada para ser vista en pantalla grande. Si tenés intenciones de ver Tenet te recomiendo fuertemente que reserves tu butaca porque la experiencia no será la misma en tu casa. Por Matías Asenjo
Pasen y disfruten las desventuras de “JOJO RABBIT” y su disparatado amigo imaginario: Hitler. Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis) es un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que ve su mundo puesto patas arriba cuando descubre que su madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde en su casa a una niña judía (Thomasin McKenzie). Jojo deberá enfrentarse a su ciego nacionalismo pese a los consejos de su mejor amigo imaginario. Si sólo conoces a Taika Waititi de “THOR RAGNAROK” te recomiendo “WHAT WE DO IN THE SHADOWS”. Y lo que tienen en común con la película que hoy nos convoca, además de su característico humor, es la capacidad de darle un aporte fresco a un tema ya muchas veces visto. En una es la explotada temática de vampiros que los vimos de todos los gustos y colores. En “JOJO RABBIT” se adentra en la 2da guerra mundial y el nazismo, tema también abordado de todas las formas posibles. Incluso el director y actor neozelandés tampoco es el primero en satirizar a Hitler. Desde Tarantino hasta Chaplin han hecho esto con el personaje. Sin embargo, aquí nos da una meritoria muestra de la importancia del “cómo” por sobre el “qué” entregándonos esta fresca pieza. Tomando como puntapié la novela “Caging Skies” es que se inspira esta historia de la que se toma muchas licencias con respecto al libro (como la gran decisión de poner a Hitler como amigo imaginario del niño) aportándole elementos de humor, terreno donde más cómodo se siente a la hora de contar. Con muy buenas actuaciones, que entienden perfectamente el código en que se maneja el film y aprovechan las licencias para improvisar que el director habilita, cabe destacar el inmenso trabajo debut de Roman Griffin Davis (¿¿¿de dónde sacan a estos pibes???) y el mérito del director para guiar al prematuro protagonista. Una música muy presente y contemporánea que, junto con cierto código, ritmo y lenguaje no verbal nos recuerdan que se están abordando temas aún vigentes y merecen la pena reflexionar. Cuenta también con un gran trabajo de arte, y momentos de composición fotográfica de mucha belleza. Con algunos tintes y reminiscencias que nos remiten a “LA VIDA ES BELLA” resulta una película absolutamente tierna, de muy buen ritmo y cambios en la trama que acentúan esta dinámica. En definitiva, “JOJO RABBIT” es una gran cinta que nos demuestra también que el humor es cosa seria. Por Matías Asenjo
Clint Eastwood vuelve al ruedo con “EL CASO DE RICHARD JEWELL”. La historia presenta a Richard Jewell, un guardia de seguridad que da aviso de un dispositivo durante el atentado terrorista en Atlanta de 1996. Ese reporte lo convierte en un héroe cuya rápida acción salva incontables vidas; pero al cabo de unos días, lo que fuera simple cumplimiento del deber, lo convierte en el principal sospechoso del atentado; vilipendiado tanto por la prensa como por el público su vida queda destrozada. Contará con Watson Bryant, un abogado independiente y contestatario, para profesar su inocencia, limpiar su nombre y enfrentarse al acoso de las fuerzas combinadas del FBI, el GBI y la APD. Adam Driver, en su charla Ted, decía que el cine puede ser muchas cosas: un hecho artístico, un acto político, un servicio a la comunidad, o puro entretenimiento entre otras. La cinta que hoy nos convoca es una enorme contribución social. De esas películas que resultan interesantes ver para reflexionar sobre nuestra historia y comportamiento como humanos (Como la también reciente “THE REPORT” para linkear con Driver y Hamm). Clint Eastwood es un director que, en mi opinión, hizo grandes películas, otras regulares y otras tantas malas. Pero en esta oportunidad nos trajo una de sus mejores cintas (al menos de su filmografía reciente). Basada en hechos reales, la historia logra trasladarse a la pantalla grande de interesante manera, bien llevada con momentos de humor meritoriamente bien logrados sin perder el peso del acontecimiento en cuestión. El primero de sus fuertes son las actuaciones. Un elenco de lujo con Sam Rockwell, Kathy Bates y Jon Hamm brindando excelentes interpretaciones. Pero es el enorme Paul Walter Hauser quien se lleva todas las miradas. Una actuación verosímil y entretenida que nos da la absoluta sensación de un tipo común y corriente. No así es el caso de Olivia Wilde que le tocó un papel excesivamente estereotipado y clichoso casi como si fuese una villana de dibujos animados que no fue cuidada desde la dirección y la expone frente a tanta buena actuación. El otro punto interesantísimo es la historia que aborda en sí misma que nos invita a pensar en la manipulación de los medios, la posverdad, el prejuicio y hasta qué punto ciertas entidades de poder están dispuestas a llegar para cumplir sus deseos. Incluso algunas situaciones que ocurren en el film que parecieran irreales y hollywoodenses resultaron haber ocurrido de ese modo. ¿Cómo elegimos digerir la información? ¿Buscamos corroborar aquello que creemos o realmente estamos dispuestos a interpelarnos? Para recordar un episodio histórico, para conocerlo aquellos que nos lo perdimos, para ver de vuelta a Eastwood trabajando como nos gusta, para ver cine no sólo como un entretenimiento es que vale la pena sentarnos a ver “EL CASO DE RICHARD JEWELL”. Por Matías Asenjo
Un verdadero dúo de peso se encarga de llevar adelante “EL BUEN MENTIROSO”. Roy Courtnay (Ian McKellen) es un estafador profesional que no puede creer su suerte: ha conocido online a la adinerada viuda Betty McLeish (Helen Mirren). A medida que ella le abre su corazón, Roy se sorprende a sí mismo al darse cuenta de que alberga sentimientos hacia ella, convirtiendo lo que debería ser una estafa fácil y sencilla en una de las situaciones más complejas de su vida. Inspirada en la novela homónima de Nicholas Searle publicada en 2016, esta cinta nos propone la cautivadora novedad de ver a dos legendarios del cine juntos por primera vez en pantalla. Es refrescante ver a una pareja protagónica entre los 70 y 80 años en un thriller de suspenso. Personajes interesantes, cargados de conflictos y contradicciones que, por supuesto, nuestra dupla sabrá aprovechar y muy bien. Y es que ellos son el plato fuerte de la velada. No necesitan presentación: Helen Mirren e Ian McKellen. La invitación a disfrutar del oficio, experiencia y dotes que tienen para ofrecernos mientras los vemos interactuar es una oferta realmente tentadora. Pero más allá de la veterana pareja. ¿Qué más tiene este film para ofrecernos? Bill Condon, director de variadas cintas, esta vez nos trae un thriller en donde, si bien no hay asesinatos o un crimen que resolver, nos propone una dinámica que busca tenernos ávidos de información para dilucidar ese desenlace que intentará sorprendernos. El director brinda un abordaje fílmico bastante tradicional pero correcto tanto en cinematografía, edición como actuación. Sin embargo, en mi humilde opinión, la principal falla se encuentra en el guión que no está a la altura. La historia pareciera carecer de fuerza a medida que avanza la cinta. Si bien la primera parte logra adentrarnos en el relato dejándonos llevar por la sólida dinámica de los actores, el giro final resulta extremadamente evidente que hasta puede dilucidarse desde sus primeros planos (e incluso sólo por mirar el póster). Luego hay otra información que se expone al final de la que, para evitar spoilers, sólo puedo decir que se siente forzada e innecesaria buscando darle al film un peso que nunca tuvo. No hay pistas que pudieron pasarnos por alto, simplemente agrega una serie de conflictos y motivos que se sienten innecesarios. El cine y el arte al fin de cuentas se resume en gustos y opiniones, es por eso que siempre mi intención apunta a entender que todo se trata de públicos y estilos dejando a cada uno con el veredicto final. Pero también mi rol es el de ser sincero con este “BUEN MENTIROSO” y decir que la considero una buena película para aquellos que quieran ver a dos actores nadando en su mejor hábitat. El set. Por Matías Asenjo
Isabelle Huppert es “FRANKIE” en este conmovedor drama francés. Tres generaciones luchan contra una experiencia que les cambiará las vidas durante un día de vacaciones en Sintra, histórica ciudad portuguesa conocida por sus jardines, villas y palacios de ensueño. Ira Sachs (“LOVE IS STRANGE”, “KEEP THE LIGHTS ON”) crea una hermosa película con tintes corales retratando las conversaciones sobre situaciones y realidades que atraviesan estos personajes completando la historia desde varios puntos de vista. Está hermosamente filmada con una gran cinematografía y fotografía que se encarga de enmarcar con belleza los diálogos y por supuesto aprovecha también los idílicos paisajes que la ciudad portuguesa de Sintra tiene para brindar. Toma particulares y acertadas decisiones sobre determinados planos (sobre todo al final donde todos los personajes convergen en una montaña) que resultan realmente memorables. Definitivamente se destacan las actuaciones en un film que contiene mucho diálogo. Isabelle Huppert (“LA VIUDA”, “THE ROMANOFFS”), Marisa Tomei (“SPIDER-MAN: LEJOS DE CASA”, “ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE ESTÁS MUERTO”), Greg Kinnear (“HOUSE OF CARDS”, “THE TWILIGHT ZONE”) y Jérémie Renier (“EL AMANTE DOBLE”, “LA CHICA DESCONOCIDA”). Todos ellos brindan muy buenas interpretaciones que realmente te hacen creer estar viendo a amigos y familiares que no se ven en años desplegando interesantes dinámicas de personajes. Siempre se agradece la presencia de Isabelle Huppert en pantalla otorgandonos una diva de cierta arrogancia, sagaz inteligencia y peculiar sentido del humor que atraviesa un complejo estado emocional. El guión por su parte quizás no resulte tan contundente para un film que, como ya hemos mencionado, se sostiene tanto en las conversaciones (como puede ser el caso de la saga “BEFORE” de Richard Linklater donde el mayor fuerte del film está en los extensos diálogos entre los dos protagonistas que funcionan de forma atrapante). El film nos presenta un drama que aborda muchos temas como el amor, la pérdida, la familia, el matrimonio, entre otros. Temas tan humanos y cotidianos para cualquiera que por momentos se sintiera como si ya hubiésemos visto esta película pero que aun así será igual de disfrutable como cada vez que vemos el mar a pesar de haberlo visto tantas veces. “FRANKIE” no va a acaparar demasiado la atención en la taquilla de los cines y probablemente tampoco sea ampliamente galardonada en festivales pero que sin dudas es una gran cinta que merece su lugar para ser vista. Por Matías Asenjo
“HUÉRFANOS DE BROOKLYN”. Edward Norton se pone noir con esta pieza que escribe, dirige y protagoniza. Nueva York. Años 50. Lionel Essrog (Edward Norton), un solitario detective privado que padece síndrome de Tourette, se aventura a resolver el asesinato de su mentor y único amigo, Frank Minna (Bruce Willis). Lionel solo dispone de unas pocas pistas y de la fuerza de su mente obsesiva para desentrañar secretos celosamente guardados que mantienen el destino de Nueva York al borde del abismo. El misterio lo lleva a los clubes de jazz empapados en ginebra de Harlem, a los barrios marginales de Brooklyn y, por último, a los salones dorados donde se juega el poder de Nueva York. Lionel deberá enfrentarse a matones, a la corrupción y al hombre más peligroso de la ciudad para honrar a su amigo y salvar a la mujer que podría ser su propia salvación. Edward Norton en su segunda incursión como director nos brinda un trabajo correcto sin grandes recursos cinematográficos. El film aborda las convenciones clásicas del cine negro utilizando por ejemplo la voz en off del protagonista para relatarlo todo acompañado por una trompeta de jazz permanente a medida que va descubriendo pistas. Sin dudas el principal punto fuerte está en la actuación de Edward Norton encarnando a este detective con la particularidad de tener síndrome de Tourette el cual le aporta algo distintivo a una película que utiliza muchos lugares comunes. Como suele suceder en el cine cuando quien protagoniza también dirige, logra aprovechar y lucir un personaje interesante. Lamentablemente el guión no da lugar al desarrollo y destaque de los demás personajes que resultan todos bastante lineales lo cual es una verdadera lástima contando con un elenco tan interesante como Willem Dafoe, Gugu Mbatha-Raw, Alec Baldwin y Bruce Willis. “HUÉRFANOS DE BROOKLYN” es una cinta que si bien tiene algunos momentos planos resulta entretenida y nos permite volver a rememorar un género olvidado y entrañable como es el policial negro. Por Matías Asenjo