El distópico mundo de Rupert Wyatt en “La Rebelión” aterriza en los cines con John Goodman a la cabeza. Ubicada en un vecindario de Chicago casi una década después de que fuerzas extraterrestres ocuparan y tomaran el liderazgo del planeta, “La Rebelión” explora las vidas de ambos lados del conflicto: los colaboradores y los disidentes. La temática alienígena suele ser disparador para preguntas filosóficas sobre la condición humana. ¿Estamos solos en el mundo? ¿Cuán importantes somos para la existencia? Sin embargo, aquí en “La Rebelión”, nos encontramos con una historia que invita a otro tipo de reflexiones más cercanas a relatos de Orwell o Huxley. Si lo que estás esperando es una película cargada de efectos especiales y batallas extraterrestres, esta cinta no es para vos. En cambio, conspiraciones y control de estado es el terreno por donde se desarrolla el film. Tal vez el aspecto más interesante es la construcción de este mundo en donde explora ambas perspectivas del conflicto: la de aquellos que decidieron colaborar con los alienígenas recién llegados y la de los disidentes que se enfrentaron a la invasión. Wyatt no tiene intención en profundizar personajes. Alternamos de uno a otro sin apoyarse en ninguno en particular y por momentos hasta pareciera haberse olvidado de alguno de ellos. Cuenta con sólidas y homogéneas actuaciones. Acostumbrados a esta industria dónde se celebra el destaque, es lindo encontrarse a John Goodman protagonizando. Un fiel actor al servicio de las historias. Viviendo una época del cine dónde absolutamente todo es posible con una pantalla verde y, sobre estimulados por esto, tal vez puedan resultar escasos los efectos especiales para una película de este género. A mí, en cambio, me parece interesante y celebro el uso de este recurso propio de grandes clásicos (Como “Jaws” o “Alien”) que prefieren jugar con el suspenso y el imaginario del espectador dilatando y dosificando la aparición de la deseada criatura. Cuenta también con un interesante trabajo de color. No tan llamativo como otras películas a las que se les suele destacar este ítem (“Only God Forgives”, “The Grand Hotel Budapest”) pero que cabe mencionar para prestarle atención. “Enciende un fósforo, provoca una guerra” reza el lema principal, y “La rebelión” se siente de ese modo. Buscando encender la chispa de un nuevo abordaje al género. Quedará en Uds. si logra o no una revolución. Por Matías Asenjo
En "Un ladrón con estilo" (The Old Man & The Gun) Robert Redford roba por última vez nuestros corazones despidiéndose así de la pantalla grande. Basada en la historia que salió publicada en el periódico New Yorker en 2003 sobre la vida de Forrest Tucker, un ladrón de bancos que pasó la mayor parte de su vida en la cárcel o intentando escapar de ella, y que logró fugarse en 18 ocasiones cometiendo su último atraco en el año 2000 cuando tenía 80 años. La película nos muestra a este encantador y carismático ladrón ya en el ocaso de su carrera. También nos muestra a este encantador y carismático actor ya en el ocaso de su carrera. Y parte del juego está ahí. Así como aprovechó Iñárritu con Michael Keaton en “Birdman” la similitud entre actor y personaje, aquí también vemos este recurso funcionando perfectamente al servicio del film, dejando que no sea un mero guiño al espectador, y aprovechando todos los recursos y el oficio que Redford tiene a su alcance: lo vemos interesante, original, cautivador, orgánico y espontáneo. En más de una escena nos deja joyitas, sutilezas para los fanáticos de las actuaciones reales y no tan grandilocuentes. Pero no dejemos que esto sea sólo una oda a Redford y hablemos un poco del film que tiene mucho para brindarnos. David Lowery pareciera en esta oportunidad manejarse en un punto medio entre los trabajos comerciales y de alcance masivo que ha hecho por encargo, y un cine más personal y arriesgado (“A Ghost Story”, una joya del 2017 dónde podemos encontrar un plano fijo de 5 minutos de Rooney Mara comiendo una tarta) en dónde juega en algunos casos con el tono onírico que ofrece Terrence Malick en sus películas. Aquí podemos ver cierto dinamismo y toques de humor para hacer todo más llevadero, pero también hay poética y puede tomarse su tiempo cuando así lo precisa. Acompañando está la música a cargo de Daniel Hart que impregna todo con el sabor de la nostalgia. La industria de Hollywood todavía sigue en lucha consigo misma en su esfuerzo por ser inclusiva y adaptarse a los nuevos cambios de paradigma. Es por esto que al día de hoy sigue siendo poco habitual ver historias de amor que no sean de personas jóvenes, bellas y heterosexuales sin que sean mostradas como rarezas. Tal vez por esto, o gracias a un gran trabajo actoral de la pareja protagónica (completada por Sissy Spacek, otra icónica figura) fue que me pareció muy bella y verdadera la historia de amor que se muestra entre estas dos personas mayores. Pero Lowery no escatimó actores sólo para la dupla protagonista. Cuenta también con su actor fetiche, Casey Affleck, con la verdad a la que nos tiene acostumbrados, y no puedo dejar de destacar al entrañable Tom Waits. El paso del tiempo, la libertad, la búsqueda de la felicidad son temas recurrentes en el director que aquí también resuenan. En el film escuchamos recurrentemente el sonido de un reloj. Ese reloj que cronometra cada salidera bancaria, pero también es el reloj que marca el inevitable paso del tiempo que cae sobre nuestro protagonista. Y que recae también sobre uno de los grandes íconos vivientes de Hollywood. Si sos amante del cine “The Old Man & The Gun” es un suceso para ver (contiene un gran momento con imágenes de otras películas de Redford donde todo fanático se llenará de nostalgia), dado que a pesar de ser una película que tiene mucho para ofrecernos debemos admitir que siempre será recordada como la última película de Robert Redford. Por Matías Asenjo
“Green Book: una amistad sin fronteras”, con Peter Farrelly al volante, nos adentrará a un viaje que conocemos bien pero que nos encantará volver a recorrer. Cuando Tony Vallelonga, también conocido como Tony Lip (Viggo Mortensen), un ítalo-estadounidense del Bronx, es contratado para conducir y proteger al Dr. Don Shirley (Mahershala Ali), un virtuoso pianista de color, en una gira de conciertos al sur de Estados Unidos, deberá confiar en 'The Green Book' (una suerte de Lonely Planet con información sobre opciones seguras de alojamiento, comidas y negocios para los afroamericanos durante la era de la segregación y las leyes de Jim Crow) para que los guíe a lugares en los que Shirley no sea rechazado, humillado, o amenazado. En su primera incursión en solitario, Farrelly se desafía con una comedia dramática inspirada en hechos reales la cual aborda una temática social que no deja de ser una herida latente en US (basta con observar los nominados a mejor película en los Oscars este año). Pero tratándose del director de comedias como “Tonto y Retonto” y “Loco por Mary”, no sorprende encontrarnos con una película cargada de clichés y lugares comunes: Es el típico “road trip”, es la típica historia de dos personajes disímiles, hasta tiene elementos de una típica comedia romántica. Sin embargo, y aun así funciona a la perfección y no importa que podamos prever todo lo que vendrá a continuación. Entramos en la historia, fluimos con ella y, si nos lo permitimos, vamos a reír, llorar y reflexionar. Gran mérito en esto tienen sus cautivadores protagonistas. El mayor sostén del film radica en esta pareja, de trabajada química, que se lucen juntos y por separado. Un Mahershala Ali soberbio, siempre desplegando algo distinto y mostrando esa maravillosa cualidad que pocos tienen de mostrarse duro y frágil a la vez. Por su parte algunos podrán criticar a Viggo Mortensen por componer un italiano estereotipado. Pero creo que si la interpretación tiene corazón y verdad (y la ayuda de un buen guión), como en este caso se disfruta y aporta algo nuevo a este tipo de personajes. A algunos quizás el extenso palmarés de premios y nominaciones que ostenta el film terminen por jugarle en contra por cargarse de tantas expectativas. Algunos quizás se vean sorprendidos con la madurez de Farrelly y termine siendo superior a lo que esperaban. Pero alguno dijo alguna vez “la expectativa mata la experiencia”. Así que simplemente vean, y juzguen por Uds. mismos. Por Matías Asenjo
Luca Guadagnino nos trae una remake de “Suspiria” tan misteriosa y perturbadora como diferente a su homónima. Susie Bannion (Dakota Johnson), viaja a Berlín para cursar sus estudios en una aclamada academia de danza y formar parte de la compañía de baile dirigida por la prestigiosa Madame Blanc (Tilda Swinton). Hasta acá podría sonar como una fiel adaptación a la versión de 1977 dirigida por Darío Argento, considerada un clásico de culto del denominado género Giallo. Sin embargo, el director italiano, ya nos demostró en “A Bigger Splash” que no le tiembla el pulso a la hora de apropiarse de un clásico dándole un estilo y significado propio. Aquí no hay colores saturados, escenas gore ni una película que se sostiene en el impacto visual (Aunque lo tiene). La gran diferencia con la original está dada en que ésta posee un contexto histórico: una Berlín post segunda guerra mundial. Todo el film cobra un nuevo sentido a partir de esta premisa. Un relato sólido, personajes elaborados y atmósferas generadas con maestría, como a las que Guadagnino ya nos tiene acostumbrados (¿Tal vez lo único que nos recuerde a la idílica “Call Me By Your Name”?), son algunos de los encantos de la cinta. A su vez, la música a cargo de Thom Yorke, no sólo nos transporta, sino que nos hace cercana la historia al escuchar un sonido contemporáneo. Podemos apreciar también excelentes actuaciones destacando a sus protagonistas, Dakota Johnson y Tilda Swinton, esta última siempre impecable con sus verosímiles transformaciones y encarnando no solo uno, sino dos personajes (¿Casualidad que el único personaje masculino importante de la historia lo interprete una mujer?). Voy a resistir la tentación de ahondar en lo que más me cautivó: su poética, simbolismo y analogía, para no revelar demasiada información. Les dejo a Ustedes, entonces, el compromiso de espectadores activos. “Sispiria” es una película que no es sencilla de ver, que se toma todo el tiempo necesario para su desarrollo pero que, tal y como sucede en la trama, quienes se atrevan a ir más allá de la superficie encontrarán mucho más. Hay escena post créditos y, si nos basamos en la trilogía de Argento, todo quedaría listo para “Inferno”. Por Matías Asenjo